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material-Instituciones neuropsiquiatricas

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UNIDAD II
Tema : La Institución Neuropsiquiátrica: Características del Modelo Médico Manicomial.
A continuación se caracterizara brevemente a las instituciones psiquiátricas, sus particularidades, y las modalidades de atención en torno a la salud/ enfermedad mental. 
Las instituciones, producto del pensamiento moderno, se constituyen como modos instituídos de pensar, de sentir y de actuar, que los individuos encuentran ante sí, es decir, que están preestablecidos, imponiéndoseles. Tienen por objetivo nuclear a un grupo de personas con similares características y contenerlas por un corto o largo periodo de tiempo, formándolas y transformando sus diferencias con el resto. La premisa es la homogeneidad de conocimientos y percepciones. Las ideas, creencias, símbolos, costumbres, usos, prácticas, son legadas por la tradición. 
La dinámica institucional instituye saberes y modos de actuar a través de los discursos sociales. Los individuos están atravesados por lo institucional y se constituyen en base a sus reglas y normas. En relación a esta temática, el filósofo latinoamericano, Jesús Martín Barbero, afirma que “la institucionalidad es desde siempre una mediación espesa de intereses y poderes contrapuestos, que ha afectado, y sigue afectando, especialmente la regulación de los discursos que, de parte del Estado, buscan dar estabilidad al orden constituido y de parte de los ciudadanos –mayorías y minorías- buscan defender sus derechos y hacerse reconocer, esto es reconstituir permanentemente lo social”
Por lo tanto, toda institución define y regula las prácticas sociales que se materializan en leyes, normas, costumbres, y creencias y, a su vez, están gestionadas por los que detentan el poder económico y del estado.
Para Erving Goffman (psicólogo y sociólogo canadiense) toda institución tiene tendencias absorbentes, es decir, recluta parte del interés y del tiempo de sus integrantes proporcionándoles un mundo propio, en el cual se inscribe una cultura propia. “Se llaman establecimientos sociales -o instituciones en el sentido corriente de la palabra- a sitios tales como habitaciones, conjunto de habitaciones, edificios o plantas industriales donde se desarrolla regularmente determinada actividad”.
Según este autor las instituciones psiquiátricas "están erigidas para cuidar de aquellas personas que, incapaces de cuidarse por sí mismas, constituyen además una amenaza involuntaria para la comunidad”.
La Institución total es considerada como un “lugar de residencia y trabajo, donde un gran número de individuos en igual situación, aislados de la sociedad por un período apreciable de tiempo, comparten en su encierro una rutina diaria, administrada formalmente” (Goffman)
Lo que caracteriza a este tipo de instituciones, y les da un signo particular, son los obstáculos que interceden en la relación con el exterior, dificultando la interacción social. Siguiendo a Goffman, estas “barreras” se materializan en puertas cerradas, altos muros, alambres de púa, acantilados, ríos, bosques o pantanos. Los establecimientos psiquiátricos se clasifican “entre las instituciones totales, porque abarcan todos los aspectos de la vida del paciente, que transcurre allí en la compañía inmediata de otras personas igualmente aisladas del resto del mundo mayor”.
Toda institución absorbe parte del tiempo e interés de sus miembros, o sea, tiene tendencias absorbentes, en las IT esta característica es mucho mayor. La tendencia absorbente o totalizadora en ellas esta simbolizada por los obstáculos que se oponen a la interacción social con el exterior y al éxodo de los miembros, y suelen adquirir forma material: puertas cerradas, muros altos, alambres de púas, acantilados o ríos.
El manicomio
Etimológicamente, la palabra manicomio viene del griego manía: locura y koméo: cuidar. El manicomio, loquero, hospicio o psiquiátrico, eran las denominaciones comunes que tenían los hospitales de salud mental que estaban a cargo del Estado. Dichos establecimientos aglutinaban a personas de bajos recursos económicos, con escasa inserción social y contención afectiva. Las instituciones neuropsiquiátricas privadas recibían el nombre de sanatorios o clínicas, que albergaban a los mismos pacientes pero con la diferencia de que éstos tenían mayor poder adquisitivo y, por consiguiente recibían mejor atención en mejores condiciones edilicias.
Siguiendo a Goffman, los neuropsiquiátricos u hospicios, han funcionado como depósito de cuerpos. El ‘encierro moderno’ sólo reproduce una manía de las anteriores sociedades: poner a resguardo a la comunidad del diferente. 
El manicomio se constituye como un dispositivo disciplinar del Estado para dar una respuesta científica, moralmente adecuada e institucionalmente organizada a la presencia social de la locura. Como lo mostró Foucault en su ensayo sobre la locura, la sociedad moderna priorizó el orden y la limpieza social, separando del espacio público lo que provocaba desorden. 
Con relación a ello, Galende expresa que desde sus inicios el manicomio fue la torre de los pobres, el lugar donde ocultar lo que afeaba el espacio público de la sociedad. El fin último era practicar el ideal del orden por medio de la segregación de la marginalidad, el control y la disciplina. El muro manicomial marca el límite interior-exterior restableciendo la polaridad de los espacios públicos y privados.
La base fundacional de estas instituciones manicomiales entiende que para mantener el orden social hay que aislar a los sujetos que lo perturben. El dispositivo con que se manejan es la privación de la libertad. Se sabe cuándo se ingresa a ellos, pero nunca en qué momento se saldrá. Adolescentes, jóvenes, adultos pasan sus días en hospitales que, en la mayoría de los casos, no contribuyen a mejorar su salud mental. Los especialistas, juristas y médicos, atribuyen la internación a desequilibrios mentales, fallas psíquicas que deben tratarse muy de cerca y que pueden afectar al resto de la sociedad en caso de que esta práctica no sea realizada. 
En la misma línea, Foucault explica la función del manicomio. “En primer lugar tendrá, por supuesto, la función encomendada a los hospitales a finales del siglo XVIII: permitir descubrir la verdad en la enfermedad mental, alejar todo aquello que en el medio en el que vive el enfermo pueda enmascararla, confundirla, proporcionarle formas aberrantes, alimentarla y también potenciarla. Pero todavía más que un lugar de desvelamiento, el hospital, cuyo modelo proporcionó Esquirol, es un lugar de confrontación: la locura, voluntad desordenada, pasión pervertida, debe de encontrar en él una voluntad recta y pasiones ortodoxas.
Según el Dr. Hernán Kesselman al referirnos a manicomialización, hablamos de “un proceso de captura, de aspiración hacia el agujero negro de la locura, en cuyo abismo caen no solo los pacientes sino también los terapeutas, apresados por una ideología que se refleja principalmente en los diversos procedimientos de reclusión, represión y control sobre lo caótico". 
Desde su origen se presenta una contradicción; los manicomios parten de aislar socialmente a los individuos, para luego reinsertarlos, sin querer comprender que nadie se puede socializar en la base del aislamiento. “No se puede ser ajeno a como influye lo institucional en la externación, sobre todo con pacientes en Rehabilitación con tanto tiempo de internación. El aplastamiento subjetivo pasa a veces por las condiciones de internación donde es tomado, en realidad, no como sujeto sino como objeto, no tiene un lugar en donde poder hablar de lo que le pasa, pasa solamente por la medicación y nada más”.
La descripción que realiza Foucault con respeto a la figura del médico en el siglo XIX no dista demasiado a la imagen que prevalece de éste en la actualidad. “Todas las técnicas o los procedimientos puestos en práctica en los manicomios del siglo XIX – aislamiento, interrogatorio público o privado, tratamientos-castigo tales como la ducha, los coloquios morales (para estimular o amonestar), la disciplina rigurosa, el trabajoobligatorio, las recompensas, las relaciones preferentes entre el médico y determinados enfermos, las relaciones de vasallaje, de posesión, de domesticación, y a veces de servidumbre que ligan al enfermo con el médico – todo eso tenía como función convertir a la figura del médico en el ‘dueño de la locura’: el médico es quien la hace mostrarse en su verdad (cuando se oculta, permanece emboscada o silenciosa) y quien la domina, la aplaca y la disuelve, tras haberla sabiamente desencadenado
Los pacientes casi nunca están completamente solos, siempre hay alguien que puede verlos y oírlos. Todos los aspectos de la vida de los internos se desarrollan en el mismo lugar y bajo la tutela de un responsable (enfermero, tallerista, psiquiatra). El personal cumple generalmente una jornada de ocho horas, y está socialmente integrado con el mundo exterior, ésta es una de las escisiones básicas entre un grupo manejado, los internos, y un pequeño grupo supervisor, el personal. 
“Por duras que sean las condiciones de vida de las instituciones totales, su rigor no basta para explicar este sentimiento de esterilidad absoluta; hay que atribuirlo más bien a las desconexiones sociales causadas por el ingreso, y a la impotencia (habitual) para adquirir dentro de las instituciones, beneficios ulteriormente transferibles a la vida de afuera: ganancias pecuniarias, relaciones matrimoniales o conquista de una capacitación o título profesional” (Goffman).
En conclusión, se podría afirmar que existe en el imaginario colectivo una ideología hospitalocéntrica, es decir, ante una situación de crisis emocional sólo se piensa en atender a la persona en un neuropsiquiátrico, viendo a la internación y al suministro de “pastillas” como los únicos recursos terapéuticos posibles. Tal aceptación masiva de la demanda de manicomios e internación quizás no se ajusta a la necesidad específica del paciente en crisis. Es decir, socialmente se pide o se demanda lo que se aprendió a pedir. Nadie sabe o nadie se acuerda que, por ley, la internación es el último recurso al que se debe apelar. 
En relación a este tema, la Asociación Mundial de Psiquiatría dice que “la internación compulsiva es una gran infracción a los derechos humanos y a las libertades fundamentales del paciente” y que la misma “debe llevarse a cabo con el principio de la mínima restricción”. 
Sin embargo, todavía se cree que el manicomio y la internación son la única respuesta ante una crisis emocional, no se acepta o no se sabe que puede haber una solución distinta. 
“Es característico que los internos lleguen al establecimiento con una ‘cultura de presentación’ (para modificar una frase psiquiátrica) derivada de un ‘mundo habitual’, un estilo de vida y una rutina de actividades que se dan por supuesto, hasta el momento del ingreso de la institución. De ahí que si la estadía del interno es larga, puede ocurrir lo que se ha denominado ‘desculturación’; o sea, un ‘desentrenamiento’ que lo incapacita temporariamente para encarar ciertos aspectos de la vida diaria en el exterior, si es que vuelve a él y en el momento que lo haga” (Goffman).
LA DESMANICOMIALIZACION Y SU ESTRATEGIA
Es necesario aclarar que Desmanicomializar NO es cerrar el Hospital Público; no es dejar en la calle a las personas internadas; no es dejar a los trabajadores de la salud sin sus puestos de trabajo; no es privatizar la atención de la salud pública; no es sobre medicar; no es encerrar; no es segregar; no es ejercer violencia física, psíquica ni química; no es depositar a las personas; no es abandonar ni desamparar; no es judicial izar la internación.
Se debe entender que la desmanicomializacion y el establecimiento de una red de atención no es una acción contra edificios y organismos, si no que involucra una concepción del proceso de enfermarse y del tipo de tratamientos que se efectúa para acompañar al sujeto en la disminución de su sufrimiento mental
Desmanicomializar es: 
· dignificar la atención de la salud mental
· es transformar el vínculo entre el profesional y la persona internada;
· es implementar internaciones cortas en hospitales generales o centros de salud mental
· es dignificar el trabajo de todos los trabajadores del hospital
· es procurar la atención ambulatoria, domiciliaria
· es recuperar los lazos familiares y sociales de los internados
· es garantizar la vivienda (propia y/o familiar o a través de hogares sustitutos, casas de medio camino, cooperativas de viviendas u otras alternativas, etcétera)
· es garantizar el trabajo de los internados (mantenimiento de la relación laboral; creación de cooperativas, bolsas de trabajo, microemprendimientos y otros)
· es mejorar la utilización y distribución de los recursos económicos
· es brindar más información, apoyo y contención a las familias
· es convertir el “manicomio” en un hospital general con un área de salud mental
· es buscar nuevas alternativas de tratamiento
· es ejercer el derecho a consensuar un tratamiento adecuado.
Estrategia de desmanicomializacion
En el campo de la salud mental, la estrategia de desmanicomialización propone sustituir la centralidad del hospital monovalente en la atención de las personas con padecimiento mental. Para ello, desde la perspectiva de la salud mental comunitaria, se plantea una atención integral con base en la comunidad que garantice el acceso a derechos.
El modelo comunitario de atención en salud mental propone: una integración al sistema general de salud y el desarrollo de una red de servicios basados en la comunidad. Utilizando prioritariamente las estrategias de atención primaria de la salud, la promoción y prevención de la salud y la respuesta a las necesidades de internación, rehabilitación e inclusión social de las personas (Cohen y Natella, 2013). La consideración de los aspectos históricos sociales del padecimiento, la perspectiva ética en cuanto al cumplimiento de derechos, la concepción integral del sujeto y del padecimiento que incluyen elementos biológicos, psicológicos y sociales, la territorialidad, la equidad y la accesibilidad son algunas de las características más relevantes de dicho modelo.
Un paciente de un Hospital Psiquiátrico siempre decía que la entrada de esta institución 
…“es como una boca grande que te traga”.
Por eso la lucha es desde la panza del monstruo hacia afuera, generando espacios de libertad y organización, contra la enfermedad institucional-manicomio 
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