Descarga la aplicación para disfrutar aún más
Vista previa del material en texto
PI00176301_00.indd 1PI00176301_00.indd 1 04/02/13 17:5104/02/13 17:51 PI00176301_00.indd 2PI00176301_00.indd 2 04/02/13 17:5104/02/13 17:51 Trastornos del espectro autista Detección, diagnóstico e intervención temprana PI00176301_00.indd 3PI00176301_00.indd 3 04/02/13 17:5104/02/13 17:51 PI00176301_00.indd 4PI00176301_00.indd 4 04/02/13 17:5104/02/13 17:51 EDICIONES PIRÁMIDE Trastornos del espectro autista Detección, diagnóstico e intervención temprana (Coordinador) FRANCISCO ALCANTUD MARÍN CATEDRÁTICO DE PSICOLOGÍA EVOLUTIVA Y DE LA EDUCACIÓN. UNIVERSIDAD DE VALENCIA PI00176301_00.indd 5PI00176301_00.indd 5 04/02/13 17:5104/02/13 17:51 COLECCIÓN «PSICOLOGÍA» Director: Francisco J. Labrador Catedrático de Modificación de Conducta de la Universidad Complutense de Madrid Edición en versión digital © Francisco Alcantud Marín (Coord.), 2013 © Primera edición electrónica publicada por Ediciones Pirámide (Grupo Anaya, S. A.), 2013 Para cualquier información pueden dirigirse a piramide_legal@anaya.es Juan Ignacio Luca de Tena, 15. 28027 Madrid Teléfono: 91 393 89 89 www.edicionespiramide.es ISBN digital: 978-84-368-2776-7 Está prohibida la reproducción total o parcial de este libro electrónico, su transmisión, su descarga, su descompilación, su tratamiento informático, su almacenamiento o introduc- ción en cualquier sistema de repositorio y recuperación, en cualquier forma o por cual- quier medio, ya sea electrónico, mecánico, conocido o por inventar, sin el permiso expre- so escrito de los titulares del copyright. www.edicionespiramide.es © Ediciones Pirámide Relación de autores Francisco Alcantud Marín (coord.) Catedrático de Psicología Evolutiva y de la Educación. Uni- versidad de Valencia. Yurena Alonso Esteban Profesora Investigadora. Universidad de Valencia. Josep Artigas Pallares Neuropediatra Consultor. Unidad de Neuropediatría. Hos- pital de Sabadell. Diana Bohórquez Ballesteros Investigadora en formación. Universidad de Salamanca. María Ángeles Burgos Pulido Psicóloga Colegio Educación Especial Fundación Purísima Concepción. Ricardo Canal Bedia Profesor Titular de Trastornos del Comportamiento. INICO. Dpto. de Personalidad, Evaluación y Tratamientos Psicoló- gicos. Universidad de Salamanca. Piedad Díaz Borja ATS Cap Concordia. Sabadell. Laura Escribano Burgos Directora Asociación Alanda. Blanca Esteban Manjón Técnico de investigación. Universidad de Salamanca. Antonio M. Ferrer Manchón Profesor Titular de Universidad. ERI Lectura. Dpto. Psico- logía Evolutiva y de la Educación. Universidad de Valencia. Manuel Franco Martín Profesor Asociado de Universidad. Universidad de Salaman- ca. Jefe servicio de Psiquiatría y Salud Mental del Complejo Asistencial de Zamora. Joaquín Fuentes Biggi Jefe del Servicio de Psiquiatría Infantil y Adolescente, Poli- clínica Gipuzkoa. Consultor de Investigación, GAUTENA. Patricia García Primo Técnico Superior de Investigación. Instituto de Investigación de Enfermedades Raras. Instituto de Salud Carlos III. Isabel Guerra Juanes Técnico superior de Investigación. Universidad de Sala- manca. Zoila Guisuraga Fernández Investigadora en formación. Universidad de Salamanca. Aránzazu Hernández Fabián Facultativo especialista en Pediatría en C.A.U. Salamanca. Unidad de Neuropediatría. Hospital Clínico Universitario de Salamanca. María del Mar Herráez García Investigadora en formación. Universidad de Salamanca. M.ª Victoria Martín-Cilleros Profesora Ayudante Doctor. Universidad de Salamanca. María José Martínez Velarte Medico Adjunto servicio de Psiquiatría y Salud Mental del Complejo Asistencial de Zamora. Programa de Salud Mental Infanto Juvenil. PI00176301_00b.indd 7PI00176301_00b.indd 7 04/02/13 17:5204/02/13 17:52 Juan Martos Pérez Director Centro Deletrea. José Alfonso Muñoz de la Fuente Psicólogo Equipo IRIDIA, Soc. Coop. Mad. Rubén Palomo Seldas Equipo IRIDIA, Soc. Coop. Mad. Manuel Posada de la Paz Director del Instituto de Investigación en Enfermedades Ra- ras. Instituto de Salud Carlos III. Francisco Rey Sánchez Jefe de Sección. Hospital Clínico Universitario de Salamanca. Irene Ruiz-Ayúcar de la Vega Médico Adjunto del Servicio de Pediatría. Hospital Clínico Universitario de Salamanca. José Santos Borbujo Coordinador Unidad de Neuropediatría. Médico Adjunto del Servicio de Pediatría. Hospital Clínico Universitario de Salamanca. Teresa Sanz Vicario Psicóloga. Asesora técnica de la Asociación INSOLAMIS de Salamanca. Arlette Zermeño Proal Becaria de investigación. Universidad de Salamanca. 8 / Relación de autores © Ediciones Pirámide PI00176301_00b.indd 8PI00176301_00b.indd 8 04/02/13 17:5204/02/13 17:52 © Ediciones Pirámide Índice Prólogo ................................................................................................................... 15 1. Del autismo infantil precoz al trastorno de espectro autista (J. Mar- tos y M.ª Á. Burgos) ......................................................................................... 17 1. Introducción ............................................................................................... 17 2. El autismo según Leo Kanner. El autismo según Hans Asperger ............... 17 3. ¿Cómo y cuándo aparece el autismo? ......................................................... 18 4. El concepto de espectro autista .................................................................. 21 5. Implicaciones para los sistemas de clasificación internacional. La perspec- tiva de la próxima DSM-V ......................................................................... 23 6. Explicaciones psicológicas más relevantes .................................................. 25 6.1. Teoría de la «teoría de la mente» y el déficit metarrepresentacional .. 25 6.2. Teorías explicativas relacionadas con fallos en la intersubjetividad .. 27 6.3. La teoría de coherencia central ......................................................... 29 6.4. La teoría de la función ejecutiva ....................................................... 29 7. Referencias ................................................................................................. 32 2. Bases biológicas de los trastornos del espectro autista (J. Artigas y P. Díaz) ........................................................................................................... 35 1. Introducción: concepto de trastorno del desarrollo .................................... 35 2. Concepto de trastornos del espectro autista ............................................... 36 3. Manifestaciones autistas en síndromes genéticos ........................................ 36 4. Causas de autismo sindrómico ................................................................... 37 5. Trastornos genéticos ................................................................................... 38 5.1. Síndrome del cromosoma X frágil..................................................... 38 5.2. Autismo en el SXF ............................................................................ 39 5.3. Premutación SXF y autismo ............................................................. 40 5.4. Síndrome de Prader-Willi .................................................................. 40 5.5. Autismo en el SPW ........................................................................... 40 5.6. Síndrome de Angelman ..................................................................... 42 5.7. Autismo en el síndrome de Angelman ............................................... 45 5.8. Inversión-duplicación 15 q11-q13 ..................................................... 45 PI00176301_00b.indd 9PI00176301_00b.indd 9 04/02/13 17:5204/02/13 17:52 5.9. Síndrome de Rett .............................................................................. 46 6. Bases genéticas en el autismo no sindrómico .............................................. 46 6.1.Polimorfismos de un solo nucleótido ................................................ 47 6.2. Variantes en el número de copias ...................................................... 49 7. Funciones neurológicas implicadas en los trastornos del espectro autista ... 50 8. Importancia del diagnóstico etiológico. Uso racional de las pruebas comple- mentarias .................................................................................................... 53 9. Referencias ................................................................................................. 56 3. Diagnóstico precoz y sistemas de cribado en los trastornos del espec- tro autista (R. Canal, P. García Primo, M. V. Martín, Z. Guisuraga, M. Herráez, I. Guerra, J. Santos, B. Esteban, A. Hernández, A. Zermeño, M. Franco, M. J. Martínez Velarte, F. Rey, J. Fuentes y M. Posada) ................................... 61 1. Introducción ............................................................................................... 61 2. Por qué es necesario desarrollar sistemas de cribado para la detección precoz ......................................................................................................... 61 3. Signos clínicos en el autismo temprano ...................................................... 64 3.1. Indicadores comportamentales ......................................................... 64 3.2. Indicadores biológicos ...................................................................... 68 4. Características de los procedimientos de cribado ....................................... 72 5. Herramientas para la detección precoz ....................................................... 75 5.1. Programas de cribado de nivel 1 ....................................................... 77 5.2. Programas de cribado de nivel 2 ....................................................... 82 6. Conclusiones. Implicaciones clínicas y asistenciales del diagnóstico tem- prano .......................................................................................................... 84 7. Referencias ................................................................................................. 87 4. El autismo. Una perspectiva neuroevolutiva del desarrollo temprano (R. Canal, D. Bohórquez, Z. Guisuraga, M. V. Martín, P. García Primo, I. Guerra, J. Santos, B. Esteban, A. Hernández, M. Herráez, A. Zermeño, M. Franco, I. Ruiz-Ayúcar, J. Fuentes y M. Posada) .......................................................... 95 1. Introducción ............................................................................................... 95 2. El autismo en el primer año de vida: los inicios del trastorno autista ........ 95 2.1. Las primeras manifestaciones comportamentales ............................. 96 2.2. El crecimiento atípico del cerebro en la infancia temprana en niños con autismo ...................................................................................... 98 3. El segundo año de vida en los niños con autismo ...................................... 99 3.1. La conducta comunicativa y social entre los 12 y los 24 meses ......... 99 3.2. La regresión ...................................................................................... 103 4. El autismo de los dos a los tres años de edad ............................................. 104 5. En busca de un modelo neuroevolutivo del trastorno autista ..................... 106 5.1. El modelo de feedback negativo ........................................................ 106 5.2. El modelo de factores y procesos de riesgo ....................................... 109 6. Implicaciones para la intervención ............................................................. 112 7. Conclusiones .............................................................................................. 115 8. Referencias ................................................................................................. 115 10 / Índice © Ediciones Pirámide PI00176301_00b.indd 10PI00176301_00b.indd 10 04/02/13 17:5204/02/13 17:52 5. Buenas prácticas en la evaluación y diagnóstico de personas con tras- torno del espectro de autismo (R. Palomo Seldas) .................................... 121 1. Introducción ............................................................................................... 121 2. Objetivos de la evaluación diagnóstica ....................................................... 121 3. Componentes de una evaluación diagnóstica ............................................. 124 3.1. Historia clínica .................................................................................. 125 3.2. Herramienta para recoger la historia de desarrollo ........................... 128 3.2.1. Evaluación psicológica ......................................................... 128 3.2.1.1. Inteligencia ............................................................ 128 3.2.1.2. Pruebas de valoración de la capacidad intelectual . 129 3.2.1.3. Comunicación y lenguaje ...................................... 132 3.2.1.4. Pruebas de evaluación de la comunicación y el len- guaje ...................................................................... 134 3.2.1.5. Habilidades adaptativas ........................................ 137 3.2.1.6. Pruebas de evaluación de las habilidades adapta- tivas ....................................................................... 137 3.2.1.7. Otras competencias ............................................... 138 3.2.2. Síntomas de TEA ................................................................. 138 3.2.2.1. Pruebas de evaluación del juego simbólico ............ 140 3.2.2.2. Aspectos sociales y organizativos a tener en cuenta en la evaluación ..................................................... 141 3.3. Las familias en la evaluación ............................................................ 142 3.4. Evaluaciones biomédicas .................................................................. 144 3.5. La devolución ................................................................................... 145 3.6. El informe ......................................................................................... 148 4. Conclusiones .............................................................................................. 150 5. Referencias ................................................................................................. 151 6. Pruebas de evaluación de síntomas de los trastornos del espectro de autismo (R. Palomo)........................................................................................ 163 1. Introducción ............................................................................................... 163 2. Cuestionarios y escalas de valoración de síntomas ..................................... 165 2.1. Entrevista diagnóstica ....................................................................... 168 2.1.1. La entrevista diagnóstica de autismo revisada (ADI-R) ....... 168 2.1.2. El ADI-R para niños menores de 4 años: el nuevo algoritmo y la nueva prueba, el Toddlers ADI-R .................................. 169 2.1.3. Otras entrevistas diagnósticas ............................................... 170 2.2. Pruebas de observación ..................................................................... 171 2.2.1. La escala de observación para el diagnóstico de autismo- general (ADOS-G) ............................................................... 172 2.2.2. El nuevo algoritmo diagnóstico del ADOS-G ...................... 174 2.2.3. El ADOS-G como medida de severidad de TEA .................. 175 2.2.4. El nuevo módulo del ADOS-G para niños menores de 30 meses: El ADOS-TODDLER ............................................... 176 3. Diagnóstico diferencial ............................................................................... 177 4. Conclusión .................................................................................................180 5. Referencias ................................................................................................. 181 Índice / 11 © Ediciones Pirámide PI00176301_00b.indd 11PI00176301_00b.indd 11 04/02/13 17:5204/02/13 17:52 7. Diagnóstico diferencial: TEA versus TEL (A. M. Ferrer). ............................. 187 1. Introducción ............................................................................................... 187 2. Los trastornos específicos del lenguaje (TEL) ............................................ 187 3. Clasificaciones en torno a los trastornos específicos del lenguaje ............... 189 4. Puntos de contacto entre el trastorno específico del lenguaje y el trastorno de espectro autista: los trastornos pragmáticos del lenguaje ....................... 192 5. Mirando hacia el futuro: las nuevas propuestas de clasificación diagnóstica . 198 6. Evaluación de alteraciones pragmáticas del lenguaje .................................. 201 7. Referencias ................................................................................................. 204 8. Modelos y programas de intervención precoz en niños con trastornos del espectro autista y sus familias (F. Alcantud y Y. Alonso) ...................... 207 1. Introducción ............................................................................................... 207 2. Intervención basada en la evidencia ........................................................... 209 3. Modelos y programas de intervención psicoeducativa en trastornos del es- pectro autista .............................................................................................. 211 3.1. Programas de intervención psicodinámicos ....................................... 211 3.2. Programas de intervención biológica o biomédica ............................ 211 3.3. Programas de intervención psicoeducativa ........................................ 212 3.3.1. TEACCH (Training and Education of Autistic and Related Communication Handicapped Children) .............................. 213 3.3.2. Modelo Early Start de Denver .............................................. 214 3.3.3. SCERTS (Social Communication/Emotional Regulation/ Transactional Support) ......................................................... 215 3.3.4. Modelos conductuales clásicos ............................................. 216 3.3.5. Programas en función de las áreas funcionales ..................... 218 3.3.5.1. Alteraciones cualitativas en la interacción social ... 218 3.3.5.2. Alteración de la comunicación verbal y no-verbal (comunicación y lenguaje) ..................................... 219 3.3.5.3. Patrones restringidos de comportamiento, intereses y actividades .......................................................... 220 3.3.6. Principios psico-educativos comunes .................................... 221 4. Resumen y conclusiones ............................................................................. 223 5. Referencias ................................................................................................. 225 9. Intervención temprana en familias con niños con trastornos del espec- tro autista (L. Escribano) ................................................................................. 331 1. Introducción ............................................................................................... 229 2. Necesidad familiar de una crianza especializada ........................................ 232 2.1. La ceguera del cariño ........................................................................ 233 2.2. Más allá del cariño............................................................................ 233 2.3. Bajada a la realidad .......................................................................... 233 2.4. Elecciones y renuncias ....................................................................... 234 12 / Índice © Ediciones Pirámide PI00176301_00b.indd 12PI00176301_00b.indd 12 04/02/13 17:5204/02/13 17:52 3. La práctica profesional centrada en la familia .......................................... 234 3.1. Enseñanza en entornos naturales .................................................... 235 3.2. Respuestas a las necesidades familiares ........................................... 235 3.3. Oportunidades de participación familiar en los programas ............ 235 3.4. Formación e información a la familia ............................................. 236 4. Programas basados en la evidencia, clave en el modelo de colaboración .. 238 4.1. Alimentación y sueño ..................................................................... 238 4.2. Autonomía y control de esfínteres .................................................. 238 4.3. Comunicación ................................................................................. 239 4.4. Juego ............................................................................................... 239 4.5. La escolaridad................................................................................. 240 4.6. Algunas sugerencias para la familia en el establecimiento de pro- gramas ............................................................................................ 240 5. Formación Hanen para la capacitación de las familias ............................ 242 6. Referencias ............................................................................................... 243 10. Intervención precoz en comunicación y lenguaje (T. Sanz). ...................... 245 1. Introducción ............................................................................................. 245 2. Perfiles comunicativos y lingüísticos en los TEA ...................................... 245 3. Orientaciones para la intervención temprana ........................................... 247 3.1. Evaluación de la competencia comunicativa ................................... 248 3.2. Desarrollo de la intencionalidad comunicativa y de las conductas comunicativas expresivas ................................................................. 251 3.2.1. Los sistemas alternativos de comunicación ......................... 253 3.2.2. Entornos favorecedores de la comunicación ....................... 259 3.2.3. Fomento de la comprensión ............................................... 260 3.2.4. Intervención en entornos naturales con la implicación de la familia y otros apoyos significativos ................................... 261 4. Referencias ............................................................................................... 262 11. Comprender, prevenir y afrontar las conductas desafiantes en niños con trastornos de espectro autista (J. A. Muñoz) ...................................... 267 1. Introducción ............................................................................................. 267 2. Comprender las conductas desafiantes ..................................................... 269 2.1. La explicación: historia de desarrollo, entorno y puntos débiles ..... 269 2.2. El propósito: la función .................................................................. 271 3. Enfoque proactivo: prevenir las conductas desafiantes ............................. 273 3.1. Adaptación del entorno social ........................................................ 274 3.2. Adaptación del entorno físico ......................................................... 274 3.3. Enseñanza de habilidades ............................................................... 276 4. Enfoque reactivo: afrontar las conductas desafiantes ............................... 278 5. Referencias ............................................................................................... 280 Índice / 13 © Ediciones Pirámide PI00176301_00b.indd 13PI00176301_00b.indd 13 04/02/13 17:5204/02/13 17:52 12. Herramientas tecnológicas en la intervención psicoeducativa en ni- ños con trastornos del espectro autista (F. Alcantudy Y. Alonso) ............. 283 1. Introducción ............................................................................................. 283 2. Ayudas a la intervención psico-educativa ................................................. 285 2.1. Detección, evaluación y diagnóstico ............................................... 286 2.2. El vídeo ........................................................................................... 288 2.2.1. Sistemas de codificación de vídeos ..................................... 289 2.3. Instrucción asistida por ordenador ................................................. 290 3. Modelado ................................................................................................. 292 3.1. Modelado por medio de vídeo ........................................................ 292 3.2. Modelado mediante realidad virtual ............................................... 293 3.3. Modelado mediante robot .............................................................. 295 4. Áreas de intervención ............................................................................... 296 4.1. Habilidades sociales ........................................................................ 296 4.2. Función ejecutiva ............................................................................ 297 4.3. Simbolización y juego ..................................................................... 299 4.4. Reconocimiento de emociones o lectura del estado mental ............. 300 4.5. Sistemas de comunicación aumentativa y alternativa ...................... 301 5. Conclusiones ............................................................................................ 302 6. Referencias ............................................................................................... 303 © Ediciones Pirámide 14 / Índice PI00176301_00b.indd 14PI00176301_00b.indd 14 04/02/13 17:5204/02/13 17:52 © Ediciones Pirámide Prólogo Hace ya casi diez años que se publicó el libro Intervención psicoeducativa en niños con trastornos generalizados del desarrollo. Después de varias re- ediciones, se hacía necesaria una actualización de su contenido. En aquella ocasión conseguimos reunir a un conjunto de profesionales de primera línea alrededor de un primer curso de posgrado sobre estos trastornos. La verdad es que en estos diez años el panorama ha cambiado significativa- mente. Uno de los cambios más significativos es la prevalencia del trastorno, pues de ser conside- rada un trastorno o enfermedad rara (uno de cada 2.000 niños en los años setenta), hoy día se considera una condición más o menos común (un niño por cada 166), y la evolución de la incidencia parece indicar que continuará creciendo (News- chaffer et al., 2007; Stevens et al., 2007). Como consecuencia de este incremento en el número de personas diagnosticadas, el número de profesio- nales que se dedican a su atención es mayor, al igual que el conocimiento que tenemos del propio trastorno. Entre los cambios más significativos produci- dos en estos últimos años podemos destacar el momento del diagnóstico. Mientras que actual- mente podemos diagnosticar con cierta fiabilidad entre los 18 y 24 meses de vida, hace no muchos años era habitual que el diagnóstico se realizara en el momento de acceder a la escuela. A nivel conceptual, hemos evolucionado desde un concep- to unitario (enfermedad mental) hacia un concep- to más general (espectro); de considerar al autismo como una enfermedad mental a considerarlo como un trastorno del neurodesarrollo; de consi- derar como causa una deficitaria relación afectiva madre-hijo/a, a considerar como causa del trastor- no la interacción entre cierta sensibilidad ge nética y factores ambientales; de un mal pronóstico (in- curable e intratable), a una prespectiva de futuro variable en función del tipo y precocidad del tra- tamiento utilizado en la intervención (educable). La editorial se puso en contacto conmigo para actualizar la publicación del 2003. En mi opinión, y así se lo hice ver a los responsables, era preferi- ble editar otro libro, y así emprendimos la actual aventura. El presente texto nace, como el anterior, después de cuatro ediciones de un curso de pos- grado de carácter especializado, que con el mismo nombre del libro se ha impartido en la Universitat de València. En la actualidad, como he indicado en los pá- rrafos anteriores, existen instrumentos para poder detectar trastornos del espectro autista antes de los dos años de vida. Desgraciadamente, aún lle- gan con demasiada frecuencia a los servicios psi- copedagógicos escolares niños con síntomas del trastorno, sin diagnóstico y, consecuentemente, sin tratamiento. Preocupados, como estamos to- dos, por el incremento del número de casos detec- tados, hemos querido centrar este texto en el pro- ceso de detección y diagnóstico del trastorno del espectro autista. El texto ha quedado dividido en cuatro grandes apartados. El primero posee un carácter introductorio, y abarca los dos primeros PI00176301_00b.indd 15PI00176301_00b.indd 15 04/02/13 17:5204/02/13 17:52 capítulos; uno más conceptual, escrito por J. Mar- tos y M. A. Burgos, y el segúndo sobre las bases biológicas del trastorno escrito por J. Artigas y P. Díaz. La segunda parte, sobre los procesos de de- tección o cribado, se compone de otros dos capí- tulos, escritos ambos por el equipo dirigido por el profesor R. Canal; uno específico sobre los re- sultados experimentales de los mismos, y el segun- do de carácter evolutivo, con el análisis de las conductas susceptibles de ser tomadas como in- dicadores precoces del trastorno. La tercera parte está dedicada específicamente al proceso de diag- nóstico, y sus tres capítulos han sido desarrolla- dos por R. Palomo y A. Ferrer. El primer autor se encarga de desarrollar una guía general del proceso de diagnóstico y presentación de instru- mentos, a lo largo de los capítulos 5 y 6, y el se- gundo desarrolla un capítulo sobre el diagnóstico diferencial entre los trastornos del espectro autis- ta y los del lenguaje. Por último, la cuarta parte, algo más extensa, está dedicada a la intervención y las evidencias de su eficacia (Dawson, 2008; Odom et al., 2003), sobre todo si se realiza con intensidad durante dos o más años y se inica an- tes de preescolar. En esta parte del libro se pre- senta un primer capítulo general, el octavo, escri- to por F. Alcantud y Y. Alonso, con una reflexión sobre los métodos, técnicas y programas de inter- vención a modo de introducción, para seguir con capítulos específicos sobre la intervención en las familias, escrito por L. Escribano, intervención en el área de la comunicación, escrito por T. Sanz, y un capítulo sobre control de las conductas desa- fiantes, escrito por A. Muñoz. Para concluir, se presenta en el último capítulo una reflexión sobre las herramientas tecnológicas desarrolladas como ayuda a la intervención en niños con trastornos del espectro autista. Este libro es resultado del trabajo de un equi- po de más de veinte profesionales dedicados des- de hace ya muchos años al diagnóstico, interven- ción y atención directa a familias de niños que presentan trastornos del espectro autista. Es tan- to un libro académico, por la justificación de las afirmaciones que en él se hacen, como un libro profesional, puesto que recoge las evidencias re- cogidas por muchos de nosotros a lo largo de nuestra trayectoria profesional. A todos los que han participado en él, quiero expresarles desde aquí mi más sentido agradecimiento por la cola- boración prestada para llevar a término este pro- yecto. Espero que la lectura de este libro sea amena, ilustre a otros compañeros y nos ayude a todos a comprender mejor el trastorno del espectro autis- ta, y con ello consigamos mejorar el futuro de las personas que lo padecen y de sus familias. FRANCISCO ALCANTUD MARÍN REFERENCIAS Dawson, G. (2008). Early behavioral intervention,brain plasticity and the prevention of autism spec- trum disorder. Development and Psychopathology, 20(3), 775-803. Newschaffer, C. J., Croen L. A., Daniels J., Giarelli E., Grether J. K., Levy S. E. et al. (2007). The epide- miology of autism spectrum disorders. Annu. Rev. Public Health, 28, 235-258. Odom, S. L., Brown, W. H., Frey, T., Karasu, N. et al. (2003). Edicence-based practices for young chil- dren with autism: evidence from sigle-subject re- search design. Focus Autism Other Development Disabilities, 18, 176-181. Stevens, M., Washington, A., Rice, C., Jenner, W., Ottolino, J., Clancy, K. et al. (2007). Prevalence of the autism spectrum disorders (ASDs) in mul- tiple areas of the United States, 2000 y 2002. At- lanta, GA: Centers for Disease Control and Pre- vention. 16 / Prólogo © Ediciones Pirámide PI00176301_00b.indd 16PI00176301_00b.indd 16 04/02/13 17:5204/02/13 17:52 1. INTRODUCCIÓN Las personas que se desplazan por esa cuerda floja que definen las dimensiones alteradas en el trastorno de espectro autista necesitan de profe- sionales con un profundo conocimiento en este campo desde distintas perspectivas: neurobioló- gica, psicológica y educativa. Por ello, es impor- tante hacer un recorrido histórico por las diferen- tes descripciones, con las aportaciones paralelas de las investigaciones en el campo del autismo, para llegar a la clasificación y definición actual de los trastornos del espectro del autismo en las últimas versiones de los manuales estandarizados de diagnóstico clínico. Nos adentramos en este campo de la mano de Leo Kanner, médico psiquiatra nacido en Viena (Austria), que desarrolló gran parte de sus estudios para el autismo en los Estados Unidos. Gracias a la descripción científica de Kanner, la primera de la historia, se empezó a reconocer el autismo como identidad. La mayor parte de sus ideas continúan vigentes en la actualidad, y han contribuido, junto con el trabajo de Hans Asperger, a fundamentar las bases de la concepción actual. 2. EL AUTISMO SEGÚN LEO KANNER. EL AUTISMO SEGÚN HANS ASPERGER «Iba de un lado a otro sonriendo, haciendo movimientos estereotipados con los dedos, cru- zándolos en el aire. Movía la cabeza de un lado a otro mientras susurraba o repetía el mismo soniquete de tres tonos. Hacía girar con enorme placer cualquier cosa que se prestara a hacer- se girar [...] Cuando le metían en una habita- ción, ignoraba completamente a las personas y al instante se iba a por los objetos, sobre todo aquellos objetos que se podían hacer girar [...]. Empujaba muy enfadado la mano que se inter- ponía en su camino o el pie que pisaba uno de sus bloques» (Kanner, 1943). Esta descripción del caso de Donald, un niño de cinco años, realizada por el psiquiatra austria- co Leo Kanner en el año 1938 y recogida poste- riormente en su famoso artículo publicado en 1943 por la revista Nervous Child, es ya clásica en la literatura. Probablemente, como han señalado otros investigadores, el autismo ha existido siem- pre (Frith, 1989). Sin embargo, es a partir de la descripción que Kanner realiza de once niños que pasan por su consulta cuando se reconoce el au- tismo como entidad. Unos meses después, Hans Asperger, pediatra y psiquiatra, también identifi- ca un grupo de cuatro niños con características similares (el artículo de Kanner es de fines de 1943 y el artículo de Asperger es de comienzos de 1944). Al contrario de lo que ocurrió con el tra- bajo de Kanner, el trabajo de Asperger (publicado en alemán) permaneció prácticamente desconoci- do hasta que fue traducido al inglés. Aun cuando un poco más adelante nos referiremos al debate actual sobre las posibles diferencias o similitudes 1Del autismo infantil precoz al trastorno de espectro autista JUAN MARTOS MARÍA ÁNGELES BURGOS PI00176301_01.indd 17PI00176301_01.indd 17 04/02/13 17:5604/02/13 17:56 entre ambos trastornos, hay que decir que no con- tamos con evidencias suficientemen te consisten- tes como para separar con claridad lo que deno- minamos autismo de alto funcionamiento (AAF), o autismo que no viene asociado con discapa- cidad intelectual y síndrome de Asperger (SA). Como ya veremos, probablemente no sea nada práctico plantear ninguna polémica en este sen- tido. Kanner destacaba en su trabajo seminal las siguientes características, que parecían ser comu- nes a todos los niños que observó: — Extrema soledad autista. — Deseo obsesivo de invarianza ambiental. — Excelente memoria. — Expresión inteligente (buen potencial cog- nitivo) y ausencia de rasgos físicos. — Hipersensibilidad a los estímulos. — Mutismo o lenguaje sin intención comu- nicativa real. — Limitaciones en la variedad de la actividad espontánea. En la descripción del trabajo de Kanner están configuradas las características esenciales que de- finen el autismo (aunque obviamente la investiga- ción posterior precisará sus observaciones). Los trabajos que Rutter (1971; 1978) y sus colabora- dores realizaron en la década de los setenta son claves para establecer los criterios esenciales del diagnóstico del trastorno (entre ellos la edad de comienzo), así como para fundamentar de mane- ra empírica la frecuente realidad de autismo con discapacidad intelectual asociada, y que han sido la base y los cimientos de las actuales definiciones. 3. ¿CÓMO Y CUÁNDO APARECE EL AUTISMO? En la mayor parte de los casos que acuden a nuestra consulta identificamos una historia de presentación del trastorno bastante común (Mar- tos et al., 2008). El niño en cuestión presenta un desarrollo normal durante el primer año y me- dio de vida. Es alrededor de esa edad cuando la mayor parte de los padres y madres comienzan a tener sospechas de que algo raro está ocurrien- do. El niño procede de un embarazo y parto nor- mal; no presenta mayores dificultades en la ali- mentación que las observadas en otros niños; el desarrollo y adquisición de hitos motores se rea- liza dentro de los parámetros de la normalidad; el desarrollo de la comunicación y de la relación social también se sitúa dentro de la normalidad durante el primer año de vida. El bebé presenta y adquiere pautas intersubjetivas primarias, mues- tra interés en los juegos circulares de interac- ción y desarrolla pautas tempranas de interacción social. Hacia los últimos meses del primer año se es- bozan conductas comunicativas y aparición de las primeras palabras. Durante este período de tiem- po tan sólo entresacamos como hechos significa- tivos la característica ausencia de la conducta de señalar, en especial en lo que se refiere a funciones de tipo ostensivo y, en algunos casos, una cierta pasividad no bien definida. Hacia los 18 meses, la familia describe las pri- meras manifestaciones de alteración en el desarro- llo, informando de una detención del desarrollo. El niño pierde el lenguaje adquirido, muestra una sordera paradójica y no responde cuando se le llama ni cuando se le dan órdenes, pero, en cam- bio, reacciona a otros estímulos auditivos (por ejemplo, los anuncios de televisión). Deja de in- teresarse en la relación con otros niños, y gradual- mente se observan conductas de aislamiento so- cial. No utiliza la mirada y es difícil establecer contacto ocular con él. Por otro lado, en la acti- vidad funcional y el juego con los objetos es muy rutinario y repetitivo. No muestra ni desarrolla actividad simbólica, repitiendo casi siempre las mismas cosas, rutinas y rituales. Muestra oposi- ción a cambios en el entorno y se perturba emo- cionalmente, a veces de forma intensa, cuando se producen cambios nimios. 18 / Trastornos del espectro autista © Ediciones Pirámide PI00176301_01.indd 18PI00176301_01.indd 18 04/02/13 17:5604/02/13 17:56 Rivière (2000) nos ha proporcionado algunas respuestas a la posible significación que tiene este habitual proceso que describen las familias. De los estudios llevados a cabo (el análisis de infor- mes retrospectivos de cien familias) parecedes- prenderse la idea de la existencia de un patrón prototípico de presentación del trastorno, que se caracteriza por: 1. Una normalidad aparente en los ocho o nueve primeros meses de desarrollo, acompañada muy frecuentemente de una característica «tranquilidad expresiva». 2. Ausencia (frecuentemente no percibida como tal) de conductas de comunicación intencionada, tanto para pedir como para declarar, en la fase elocutiva del desarrollo (entre el noveno y el decimoséptimo mes), con un aumento gradual de pérdida de intersubjetividad, iniciativa de relación, respuestas al lenguaje y conducta de re- lación. 3. Una clara manifestación de alteración cualitativa del desarrollo, que suele coin- cidir precisamente con el comienzo de la llamada fase locutiva del desarrollo. En esta fase resulta ya evidente un marca- do aislamiento, limitación o ausencia del lenguaje, sordera paradójica, presencia de rituales, oposición a cambios y ausen- cia de competencias intersubjetivas y de ficción. Además, Rivière proporciona algunos datos sugerentes para apoyar la idea de que este pa- trón es específico del autismo, cuando compara los informes retrospectivos de familias con hijos diagnosticados de autismo y familias con hi- jos diagnosticados con retraso del desarrollo y rasgos autistas (junto con una muestra control de padres con niños normales). Los datos que obtiene vienen a demostrar que ese perfil es específico del autismo, o al menos permite diferenciar a los niños con autismo y re- traso asociado de aquellos otros que presentan retraso del desarrollo con rasgos autistas asocia- dos. De manera característica, en los niños con autismo el patrón de pasividad, ausencia de co- municación y anomalía obvia posterior provoca más tardíamente preocupaciones en los padres de los niños autistas que en los padres de niños con retraso y espectro autista. Además, se asocia a menores grados de alteraciones médicas y neuro- lógicas, se acompaña de sospechas más frecuentes de sordera en el niño, y se asocia con menor re- traso motor en los niños con autismo que en los que tienen retraso y rasgos autistas. Es de gran interés preguntarse el por qué de esta presentación tan peculiar del trastorno y, ade- más, en un momento evolutivo como el que se ha reseñado. ¿Qué puede estar ocurriendo en el desa- rrollo del niño, desde fines del primer año de vida, tanto desde el punto de vista neurobiológico como desde el psicológico, para que se observe este pa- trón tan característico? En el desarrollo del niño normal, y en un plano estrictamente psicológico, cuando el bebé humano ha construido mecanis- mos de intersubjetividad secundaria (Trevarthen et al., 1998) en los últimos meses del primer año de vida, cuando se han establecido las relaciones triangulares entre el mundo de los objetos, la ma- dre y el bebé, cuando el bebé es capaz de coordinar esquemas de objetos (esquemas de acción) con es- quemas para las personas (esquemas de interac- ción), en ese momento se están esbozando desa- rrollos psicológicos cualitativamente importantes en el desarrollo humano y que van a experimentar una eclosión muy significativa hacia los 18 meses. ¿Cuáles son esos desarrollos psicológicos? En sín- tesis, podríamos resumirlos en los siguientes: 1. El comienzo de la inteligencia representati- va y simbólica. El niño acaba de construir la inteligencia sensoriomotora y domina esquemas de conocimiento de carácter re- presentativo y simbólico. 2. El desarrollo de la autoconciencia y, por tanto, la posibilidad de evaluar la propia Del autismo infantil precoz al trastorno de espectro autista / 19 © Ediciones Pirámide PI00176301_01.indd 19PI00176301_01.indd 19 04/02/13 17:5604/02/13 17:56 experiencia, y en concreto la posibilidad de compartir la experiencia con el otro. 3. Las primeras estructuras combinatorias del lenguaje, con inicio en la sintaxis y formas rudimentarias de «conversación». En torno a esta edad, en el desarrollo nor- mal el niño ya domina un vocabulario de tres a cincuenta palabras y produce «so- breextensiones» del significado. El len- guaje se utiliza fundamentalmente para comentar, pedir y obtener atención. 4. El desarrollo de la actividad simbólica y juego de ficción. Es el inicio en la activi- dad de metarrepresentación. Alrededor de los 18 meses, el niño con desarrollo normal realiza actos simbólicos frecuen- tes y un juego relacionado con las rutinas diarias. Es altamente llamativo que cuando están emergiendo, desarrollándose y ampliándose to- das esas funciones psicológicas tan relevantes en el desarrollo humano, las familias de niños con autismo tienen, en la mayor parte de los casos, una sospecha certera de que algo raro está ocu- rriendo con su hijo (véase figura 1.1). Aparición de los primeros síntomas del autismo Intersubjetividad primaria Juego conversacional Juego con objetos Intersubjetividad secundaria Protolenguaje Cooperación en tareas con la madre Juego simbólico Lenguaje Protodiálogo 0 2 8 12 18 meses Figura 1.1.—Desarrollo normal y aparición de los síntomas de autismo. Desde el punto de vista neurobiológico, tam- bién es muy llamativo que desde fines del primer año de vida se produzca un incremento signifi- cativo de las conexiones neuronales entre lóbu- los frontales, sistema límbico y zonas temporales (Rogers y Pennington, 1991). Al parecer, enton- ces, el autismo puede relacionarse con una altera- ción en los mecanismos neurobiológicos (mecanis- mos que parecen implicar interrelaciones delicadas entre estructuras límbicas y áreas neocorticales de los lóbulos temporales y frontales) que constitu- yen el sustrato del desarrollo de las capacidades que posibilitan la adquisición de funciones supe- riores (Rivière, 1998). Recientemente, hemos revisado con cierta am- plitud (Martos y González, 2005) las manifesta- ciones tempranas de los trastornos del espectro autista, considerando las distintas fuentes o estra- tegias que han sido utilizadas (análisis de la in- formación retrospectiva proporcionada por los 20 / Trastornos del espectro autista © Ediciones Pirámide PI00176301_01.indd 20PI00176301_01.indd 20 04/02/13 17:5604/02/13 17:56 padres, análisis de grabaciones de vídeos familia- res, evaluación clínica en el momento del diagnós- tico, validación de algunos instrumentos específi- cos y estudios de seguimiento con niños de alto riesgo), poniéndose de manifiesto que las altera- ciones primarias más relevantes y consistentes se relacionan con dificultades en el desarrollo social, proporcionándose apoyo a explicaciones psicoló- gicas que ponen el acento y el énfasis en la con- sideración del trastorno como un trastorno del desarrollo en el que lo que se afecta es la consti- tución de competencias sociales e interpersonales —y más específicamente intersubjetivas—, que son características del desarrollo humano normal y que son manifiestamente observables a partir del segundo semestre de vida y, en especial, en el último trimestre del primer año. Sin duda, las in- cisivas reflexiones de Ángel Rivière ya señaladas adquieren mayor relevancia al obtener confirma- ción desde otras fuentes. 4. EL CONCEPTO DE ESPECTRO AUTISTA Desde finales de los años setenta no sólo se ha incrementado el refinamiento en la definición del autismo, sino que también se ha extendido o ampliado hacia el concepto de trastorno de espec- tro. Un estudio de Lorna Wing y Judith Gould de 1979 está en la base de este concepto. Cuando estudiaron la incidencia de deficiencia social se- vera en una población amplia, observaron que todos los niños que presentaban una deficiencia social severa también tenían los síntomas princi- pales del autismo. El autismo nuclear tan sólo estaba presente en un 4,8 cada 10.000, mientras que cuanto menor es el cociente intelectual, más frecuentes son los rasgos de espectro autista, has- ta el punto de encontrar una incidencia de 22,1 cada 10.000, prácticamente cinco vecesmás que la incidencia nuclear de autismo. Por tanto, los niños que están afectados por dificultades simila- res en la reciprocidad social y la comunicación, y presentan un patrón restrictivo de conductas aun sin ser estrictamente autistas, necesitan los mis- mos servicios y tratamiento que las personas con autismo. Además, en estos niños también pueden observarse variaciones en el grado e intensidad de afectación. Del estudio de Wing y Gould pueden extraer- se dos ideas interesantes y con importantes con- secuencias: 1. El autismo en sentido estricto es sólo un conjunto de síntomas. Puede asociarse a distintos trastornos neurobiológicos y a niveles intelectuales muy variados. En el 75 por 100 de los casos, el autismo de Kanner se acompaña de retraso mental. 2. Hay muchos retrasos y alteraciones del desarrollo que se acompañan de síntomas autistas sin ser propiamente cuadros de autismo. Puede ser útil considerar el au- tismo como un continuo que se presenta en diversos grados y en diferentes cuadros del desarrollo. Los subtipos definidos por Wing y Gould (ais- lado, pasivo y activo pero extraño) han sido exa- minados en distintos estudios, con el objeto de determinar su validez, usando distintos métodos (Borden y Ollendick, 1994; Castelloe y Dawson, 1993; O’Brien, 1996; Waterhouse et al., 1996). La mayor parte de los estudios apoyan la existencia de los subgrupos de Wing, con las características que ella propone. Además, con la excepción del estudio de O’Brien (1996), las investigaciones han aplicado algunos hechos ya mencionados por Wing y Gould cuando informan que la mayor gra- vedad de autismo se encuentra en el grupo aislado, y la menor intensidad corresponde al grupo activo pero extraño. Estos datos sugieren que los grupos aislado y activo pero extraño pueden ser conside- rados como los extremos de un continuo (Caste- lloe y Dawson, 1993). También se proporciona apoyo al papel del cociente intelectual (CI) o nivel de desarrollo para predecir la ubicación en los Del autismo infantil precoz al trastorno de espectro autista / 21 © Ediciones Pirámide PI00176301_01.indd 21PI00176301_01.indd 21 04/02/13 17:5604/02/13 17:56 subgrupos. Por ejemplo, los rangos más bajos de CI o nivel de desarrollo se encuentran más frecuen- temente en el grupo aislado. Otros autores (Volk- mar et al., 2005) han señalado un efecto de la edad cronológica, encontrándose los niños pequeños en el grupo aislado y los niños más mayores en el grupo activo pero extraño, lo cual, en cierta forma, podría interpretarse como influencia del trata- miento y la educación. Beglinger y Smith (2001) encuentran cierta evidencia para apoyar la presen- cia de un continuo de tres factores que contiene al menos cuatros subgrupos (véase figura 1.2). Mayor sintomatología autista Menor sintomatología autista Retraso en el desarrollo Alteración social Conducta repetitiva Subtipos I. II. III. IV. CI ≤ 50 CI 50-60 CI 60-70 CI ≥ 70 Subtipos I: Aislado, muy autista. II: Pasivo/aislado. III: Pasivo. IV: Activo pero extraño. Figura 1.2.—Un modelo de conceptualización dimensional (adaptado de Beglinger y Smith, 2001). Rivière (1998) ha elaborado con mayor pro- fundidad la consideración del autismo como un continuo de diferentes dimensiones y no como una categoría única, y, en su opinión, permite re- conocer a la vez lo que hay de común entre las personas con autismo (y entre éstas con otras que presentan rasgos autistas en su desarrollo) y lo que hay de diferente en ellas. Rivière señala seis factores principales de los que depende la naturaleza y expresión concreta de las alteraciones que presentan las personas con espectro autista en las dimensiones que siempre están alteradas: 1. La asociación o no del autismo con retra- so mental más o menos severo. 22 / Trastornos del espectro autista © Ediciones Pirámide PI00176301_01.indd 22PI00176301_01.indd 22 04/02/13 17:5604/02/13 17:56 2. La gravedad del trastorno que presentan. 3. La edad —el momento evolutivo— de la persona con autismo. 4. El sexo: el trastorno autista afecta con menos frecuencia, pero con mayor grado de alteración, a mujeres que a hombres. 5. La adecuación y eficiencia de los trata- mientos utilizados y de las experiencias de aprendizaje. 6. El compromiso y apoyo de la familia. Puede establecerse que la efectividad y la na- turaleza de los tratamientos va a depender de la ubicación de la persona autista en las diferentes dimensiones. Con este propósito, y dada la im- portancia práctica del concepto de espectro autis- ta, Rivière señala un conjunto de doce dimensio- nes que se alteran sistemáticamente en los cuadros de autismo y en todos aquellos que implican es- pectro autista. Para cada dimensión establece cuatro niveles: el primero caracteriza a las perso- nas con un trastorno mayor, o cuadro más severo, niveles cognitivos más bajos y frecuentemente a los niños más pequeños. El nivel cuarto es carac- terístico de los trastornos menos severos y define a las personas que presentan el síndrome de As- perger. 5. IMPLICACIONES PARA LOS SISTEMAS DE CLASIFICACIÓN INTERNACIONAL. LA PERSPECTIVA DE LA PRÓXIMA DSM-V Existe un consenso interprofesional en la de- finición del trastorno autista, encuadrado dentro del grupo de trastornos generalizados del desa- rrollo (denominación, como veremos, poco apro- piada y en donde también se encuentran tras- tornos como el Síndrome de Rett, el trastorno desintegrativo de la infancia, el síndrome de As- perger y la categoría difusa, siendo más bien un cajón de sastre, y con frecuencia «cajón desastre», del trastorno generalizado del desarrollo no espe- cificado), lo cual queda reflejado en las clasifica- ciones oficiales que actualmente se utilizan: 1. La establecida por la Asociación de Psi- quiatría Americana (APA, 1994) en el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-IV), que se encuentra en su cuarta edición revisada (DSM-IV-TR, 2000), y que es uno de los sistemas más utilizados para la investiga- ción internacional de calidad. 2. La desarrollada por la Organización Mun- dial de la Salud (OMS; WHO en inglés, 1993b) en su décima versión (CIE-10), que se utiliza de manera oficial en multitud de países para codificar enfermedades. Estas diferentes propuestas de clasificación son interesantes porque informan, en gran parte, de los distintos servicios que se requieren para la realización de categorías diagnósticas y, quizá lo más importante, para la determinación de las ne- cesidades de las personas con autismo. El panorama que estamos describiendo, con respecto a las definiciones del trastorno, viene ex- perimentando sustanciales modificaciones en los últimos años como consecuencia de la introduc- ción y afianzamiento progresivo del concepto de espectro autista, el cual también va a implicar a muy corto plazo cambios nosológicos de relevan- cia en la publicación prevista de la quinta versión de la DSM. Hoy por hoy, el grupo de las tres alteraciones nucleares, conocido como la tríada de Wing, es la base para el diagnóstico de autismo, y subyace a las clasificaciones internacionales, actuales y an- teriores, para realizar el diagnóstico de lo cada vez más frecuentemente denominado «trastornos de espectro autista», sustituyendo a «trastornos generalizados del desarrollo», término que inicial- mente ha sido útil para proporcionar un diagnós- tico formal a individuos que comparten similares déficit críticos, como los que están asociados con autismo, pero que no cumplen el conjunto de cri- Del autismo infantil precoz al trastorno de espectro autista / 23 © Ediciones Pirámide PI00176301_01.indd 23PI00176301_01.indd 23 04/02/13 17:5604/02/13 17:56 terios completos para el diagnóstico de autismo, siendo el término elegido, además, para enfatizar las alteraciones cualitativas en muchos aspectos de la vida que diferencian al autismo de otras al- teraciones cognitivas generales,como la discapa- cidad intelectual o el retraso mental. Sin embargo, podría dar lugar a mayor confusión, en la medida en que la palabra «generalizados» daría cabida a otros trastornos que se caracterizan, precisamen- te, por presentar alteraciones y limitaciones gene- ralizadas en todas sus áreas de desarrollo. En el momento actual existe una práctica y virtual una- nimidad para usar el término «trastornos de es- pectro autista» en vez de «trastornos generaliza- dos del desarrollo». Como ya hemos señalado, en la próxima ver- sión del manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-V) se introduce un cambio relevante y significativo, establecién- dose ya de manera formal el término «trastornos del espectro autista» (trastornos del espectro del autismo), que incluye: — Trastorno autista. — Trastorno de Asperger. — Trastorno desintegrativo de la infancia. — Trastorno generalizado del desarrollo no especificado. 1. La diferenciación entre el trastorno del espectro autista, el desarrollo típico y otros trastornos sin espectro se hace de forma fiable y con validez, mientras que las distinciones entre los trastornos han demostrado ser inconsistentes a lo largo del tiempo en función de variables como la severidad, el nivel de lenguaje o la in- teligencia. 2. Como el autismo se define por un conjun- to de comportamientos, se representa me- jor como una única categoría diagnóstica, que se adapta a la presentación clínica de cada persona con la inclusión de especi- ficaciones clínicas (por ejemplo, la grave- dad, las habilidades verbales y otras). Un solo trastorno del espectro es un mejor reflejo del estado de los conocimientos sobre la patología y presentación clínica. Los tres dominios (la tríada) se reducen aho- ra a dos: 1. Déficit sociales y de comunicación. 2. Intereses fijos y comportamientos repeti- tivos. Se propone como definición la siguiente revi- sión (tabla 1.1). TABLA 1.1 Trastorno del espectro autista (revisión propuesta en la DSM-V) El sujeto, para ser diagnosticado de un trastorno del espectro autista, debe cumplir los criterios 1, 2 y 3: 1. De forma clínicamente significativa, déficits per- sistentes en la comunicación e interacción social, que se manifiesta en todos los síntomas siguientes: a) Marcadas deficiencias en la comunicación no verbal y verbal utilizadas en la interacción social. b) Falta de reciprocidad social. c) Fracaso al desarrollar y mantener relaciones con iguales adecuadas al nivel de desarrollo. 2. Patrones de comportamiento, intereses y activida- des restringidos y repetitivos, tal y como se mani- fiesta en al menos dos de los siguientes síntomas: a) Comportamientos motores o verbales estereo- tipados o comportamientos sensoriales in- usuales. b) Adhesión excesiva a las rutinas y patrones de comportamiento ritualizados. c) Intereses fijos y restringidos. 3. Los síntomas deben estar presentes en la infancia temprana (aunque pueden no manifestarse por completo hasta que las demandas del entorno ex- cedan sus capacidades). 24 / Trastornos del espectro autista © Ediciones Pirámide PI00176301_01.indd 24PI00176301_01.indd 24 04/02/13 17:5604/02/13 17:56 6. EXPLICACIONES PSICOLÓGICAS MÁS RELEVANTES Contar con una teoría psicológica explicativa en el trastorno autista puede ser fundamental por varias razones (Happe, 2000). En el plano biológico, podría incidir de ma- nera significativa en: 1. Proporcionar pistas a la investigación ce- rebral, como de hecho viene ocurriendo en los últimos años. 2. Contribuir a explicar los casos de lesiones adquiridas. 3. Influir de manera decisiva en la determi- nación de la base genética del autismo. En un plano más conductual, dotarse de herra- mientas de explicación psicológica contribuye a: 1. Manejarse eficazmente con explicaciones alternativas del comportamiento. 2. Sentar las bases de la intervención edu cativa. Estas son, en la actualidad, las teorías psico- lógicas explicativas más relevantes, apoyadas to- das ellas por hechos experimentales. Es importan- te tener una visión clara de cada una de ellas. 6.1. Teoría de la «teoría de la mente» y el déficit metarrepresentacional Esta teoría propone un déficit cognitivo en autismo relacionando posibles y múltiples altera- ciones neurológicas con múltiples manifestacio- nes conductuales. El trabajo seminal de esta teo- ría fue un estudio de Baron-Cohen et al. (1985) donde evalúa la comprensión de falsa creencia en autismo (las tareas de falsa creencia ilustran muy adecuadamente la comprensión de los estados mentales que trascienden o «suspenden» la reali- dad). En el desarrollo normal, la comprensión de que los estados mentales no tienen por qué co- rresponderse necesariamente con la realidad se adquiere en torno a los 4 años de edad. Esta com- prensión que el niño adquiere de los estados men- tales de sí mismo y de los demás se indica afir- mando que posee una «teoría de la mente». En palabras de Baron-Cohen: «Una teoría de la mente nos proporciona un mecanismo preparado para comprender el com- portamiento social. Podríamos predecir que si a una persona le faltara una teoría de la mente, es decir, si una persona estuviera ciega ante la exis- tencia de los estados mentales, el mundo social le parecería caótico, confuso y, por tanto, puede ser que incluso le infundiera miedo. En el peor de los casos, esto podría llevarle a apartarse del mundo social completamente, y lo menos que podría su- ceder es que le llevara a realizar escasos intentos de interacción con las personas, tratándolas como si no tuvieran «mentes» y, por tanto, comportándose con ellas de forma similar a como lo hacen con los objetos inanimados (Baron-Cohen, 1993: 22)». La capacidad para construir «teorías de la mente» se describe (Leslie, 1987) como el resultado de un mecanismo cognitivo innato, biológicamen- te determinado y especializado en la elaboración de metarrepresentaciones, que son las representa- ciones de los estados mentales. En opinión de Les- lie, la metarrepresentación implica no sólo la ca- pacidad de atribuir estados mentales, sino también la posibilidad de desdoblarse cognitivamente de las representaciones primarias perceptivas. De acuerdo con esta posición, si falla la capacidad de tener representaciones sobre representaciones, fa- lla una capacidad característicamente humana, lo que conduce a consecuencias sociales muy graves. Baron-Cohen et al. (1985) pasaron la prueba, ahora clásica, de Sally y Ana, una versión simple de la tarea de creencia falsa de Wimmer y Perner (1983), a veinte niños autistas de edades mentales superiores a los 4 años (también a niños con de- sarrollo normal y niños con síndrome de Down). En esta tarea se le presentan al niño dos mu- ñecas, una se llama Sally y otra Ana; Sally tiene una cesta y Ana tiene una caja. El niño ve cómo Del autismo infantil precoz al trastorno de espectro autista / 25 © Ediciones Pirámide PI00176301_01.indd 25PI00176301_01.indd 25 04/02/13 17:5604/02/13 17:56 Sally deja su canica en la cesta y se va. Mientras tanto, la pícara de Ana cambia la canica de Sally de la cesta a su propia caja. Vuelve Sally. Al niño se le hace la pregunta de prueba: ¿dónde buscará Sally su canica? Los autores encontraron que el 80 por 100 (16 de 20) de los niños autistas no eran capaces de apreciar la creencia falsa de Sally: en lugar de decir que Sally buscaría en la cesta don- de ella puso la canica, decían que iría a buscarla en la caja donde Ana la había puesto y donde realmente estaba. Por el contrario, el 86 por 100 (12 de 14) de los niños con síndrome de Down, de una edad mental bastante inferior, resolvie- ron adecuadamente la tarea. Los niños de 4 años con desarrollo normal también entienden la creen- cia falsa en la tarea de Sally y Ana. Estos hechos se han aplicado en numerosos estudios, y se han desarrollado otras pruebas que muestran resultados similares. Sin embargo, el im- presionante apoyoexperimental que se ha obteni- do en esta teoría no explica suficientemente bien qué está ocurriendo antes de que emerjan las ha- bilidades metarrepresentacionales. Por otro lado, existe una crítica muy consistente al innatismo del mecanismo cognitivo concebido por Leslie. En este sentido, Baron-Cohen y otros autores (Baron-Cohen y Ring, 1994; Baron-Cohen, 1995) han propuesto modificaciones de la teoría de Les- lie, incorporando los hallazgos y los datos encon- trados en las recientes investigaciones evolutivas (por ejemplo, los déficit en atención conjunta) y neurofisiológicas (por ejemplo, los trabajos de Brothers (1995) sobre el sustrato neurofisiológico de primates en respuestas a estímulos y situacio- nes sociales). En esta nueva concepción, Baron- Cohen incorpora al módulo de teoría de la mente tres nuevos módulos funcionales, que madurarían evolutivamente antes del acceso a las metarrepre- sentaciones. Estos módulos son: 1. DI, detector de intencionalidad: mecanis- mo perceptivo que interpreta los estímu- los en términos de primitivos estados mentales de deseo y establecimiento de objetivos. El DI representa las relaciones diádicas que se establecen entre un agen- te y un objeto o entre un agente y uno mismo. Para Baron-Cohen es un mecanis- mo que está intacto en autismo. 2. DDM, detector de la mirada: mecanismo que trabaja a través de la visión y que tie- ne tres funciones: a) detectar la presencia de ojos o estímulos similares a los ojos; b) dar cuenta de si los ojos se dirigen hacía sí mismo o no, y c) inferir la dirección de la mirada desde la propia mirada. Baron- Cohen mantiene que durante los prime- ros estadios, cuando el DDM está traba- jando solo, está intacto en autismo. 3. MAC, mecanismo de atención compartida, que sería responsable de la construcción de las representaciones triádicas sobre las que se establecen las relaciones entre un agente, uno mismo y un tercer objeto. Baron-Co- hen sugiere que este mecanismo estaría al- terado en autismo y no funciona a tra- vés de ninguna modalidad (visión, tacto o audición); por tanto, no habría flujo de información desde este mecanismo hacia el de la teoría de la mente (véase figura 1.3). DI Detector de intencionalidad DDM Detector de la mirada MAC Mecanismo de atención compartida MTM Mecanismo de teoría de la mente Figura 1.3.—Componentes del sistema de lectura de la mente. 26 / Trastornos del espectro autista © Ediciones Pirámide PI00176301_01.indd 26PI00176301_01.indd 26 04/02/13 17:5604/02/13 17:56 Los mecanismos propuestos por Baron-Co- hen en esta teoría son concebidos como parte del «cerebro social» o del módulo social según la pro- puesta de Brothers (1995), en donde no toda la parte social del cerebro está dañada en el autismo, aunque todos los mecanismos cognitivos pro- puestos procesan información social. La explicación teórica de un déficit mentalista tiene un enorme poder explicativo para dar cuenta de las dificultades y las alteraciones cualitativas que experimentan las personas con autismo en los do- minios relevantes que se manejan para el diagnós- tico (la tríada de Wing). Sin embargo, también está sujeta a críticas; por ejemplo, el hecho de que el déficit en teoría de la mente no esté presente de manera universal en todos los cuadros de autismo (en autismo de alto nivel de funcionamiento y/o síndrome de Asperger se adquiere, aunque de for- ma peculiar y algo más tardía, teoría de la mente) o que no sea un déficit específico de autismo (los fallos en teoría de la mente se encuentran en otros trastornos). Por otro lado, esta posición teórica no explica suficientemente bien la presencia de algunos rasgos específicos, como las conductas e intereses repetitivos, la presencia de habilidades «savants», las buenas habilidades visoespaciales o las altera- ciones sensoriales. Parece conveniente matizar el modelo de dé- ficit en la teoría de la mente con un nuevo enfoque de tipo evolutivo, en el que la teoría de la mente no es algo que se tiene o no se tiene; dicho de otra manera, no es una capacidad de todo o nada, sino que puede haber distintos niveles de afectación, desde los niveles más básicos hasta aspectos suti- les (por ejemplo, la comprensión de ironías). 6.2. Teorías explicativas relacionadas con fallos en la intersubjetividad Las teorías acerca de la intersubjetividad en autismo son, en algunos aspectos, antítesis de las teorías cognitivas, aunque sus predicciones y sus bases empíricas tienen mucho en común con las de las teorías cognitivas. El término «intersubje- tividad» fue usado en primer lugar por Trevar- then (1979). Otros autores como Hobson (1993) han desarrollado en profundidad su teoría dentro de este contexto. La teoría de Hobson Peter Hobson ha sugerido, sobre la base de los experimentos acerca del reconocimiento de emo- ciones, que la ausencia de una teoría de la mente en el autismo es el resultado de un déficit más básico, un déficit emocional primario en la rela- ción interpersonal. Para Hobson, el problema del autismo no está causado por una inhabilidad para acceder a las metarrepresentaciones, inhabi- lidad que considera una importante consecuen- cia, aunque secundaria. Un déficit emocional primario podría hacer que el niño no recibiera las experiencias sociales necesarias en la infancia y la niñez para desarro- llar las estructuras cognitivas de la comprensión social. La empatía se constituye en un mecanismo psicológico a través del cual el bebé se vincula con los padres. El contacto empático no está mediado por representaciones. A través de la empatía, el bebé percibe actitudes en las personas, a las que más tarde atribuirá estados mentales. El recono- cimiento de las actitudes de los además y el desa- rrollo de la imitación posibilitan el acceso a la mente del otro. Desde esta concepción, en el autismo parece haber dificultades con el procesamiento de es- tímulos afectivos. La teoría propuesta por Hob- son mantiene importantes similitudes con la ex- plicación original de Kanner, y cuenta con un amplio conjunto de resultados empíricos a su fa- vor. Además, los trabajos clásicos de Mundy y Sigman (1989) acerca de las habilidades de aten- ción conjunta y las líneas de investigación poste- rior en esta dirección son congruentes con la po- sición de Hobson, quien sugiere que la ausencia de participación en la experiencia social intersub- jetiva que presentan los niños con autismo con- Del autismo infantil precoz al trastorno de espectro autista / 27 © Ediciones Pirámide PI00176301_01.indd 27PI00176301_01.indd 27 04/02/13 17:5604/02/13 17:56 duce a dos consecuencias especialmente impor- tantes: 1. Un fallo relativo para reconocer a las per- sonas como tales, con sus propios senti- mientos, pensamientos, deseos e inten- ciones. 2. Una dificultad severa en la capacidad para «abstraer», sentir y pensar simbólicamen- te. Por tanto, las secuelas cognitivas de lo que se ha llamado «teoría afectiva» son similares a las descritas en las teorías con déficit en la metarrepresentación. Algunos de los avances recientes en la inves- tigación neurobiológica, como el papel de las denominadas «neuronas espejo» en el desarrollo de la imitación o un conocimiento más exhaus- tivo de los sustratos neurales de las habilidades de atención conjunta (Mundy y Thorp, 2005), proporcionan apoyo adicional a la propuesta de Hobson, que ha venido precisando en sus últi- mos trabajos (Hobson, 2002), insistiendo en la necesidad de que para comprender el autismo no sólo basta el conocimiento de las «alteradas» expe riencias sociales, o mejor dicho su falta de ex periencia social, sino que necesitamos tener en cuenta lo que ocurre entre el niño y los demás, centrándonos en la experiencia que el niño tiene (o carece) a través de otras personas. La relación que el niño establece en el desarrollo normal con las relaciones que las otras personas tienen con el mundo, es el fundamento para podersen- tir a los demás como personas que tienen sus propias orientaciones subjetivas hacia el mundo, para poder desarrollar el sentimiento de uno mismo y de los otros, para poder elaborar con- ceptos mentalistas cada vez más sofisticados, para poder desarrollar la capacidad de autorre- flexión y determinados aspectos de la función ejecutiva, así como aquellos aspectos del funcio- namiento simbólico y de las actitudes flexibles que dependen de las relaciones con el mundo y que contribuyen en gran medida a la creatividad humana en el pensamiento y en la acción (Hob- son, 2005). La teoría de Trevarthen Trevarthen y sus colaboradores (Aitken y Tre- varthen, 1997; Trevarthen et al., 1998; Trevarthen y Aitken, 1994) resumen su teoría en los siguien- tes puntos: 1. Los niños están preparados desde el na- cimiento para establecer comunicación con quienes los cuidan a través de medios de expresión emocional o motivacional y de sensibilidad interpersonal, imitan- do y haciendo expresiones de comunica- ción similares a mensajes. Con el apoyo adecuado que le proporciona un cuidador con el que se identifica y empatiza (los padres), pueden comunicar de manera elaborada y eficiente, en este nivel proto- conversacional, antes de que comiencen a manipular objetos. Además, las reaccio- nes a las vocalizaciones de la madre y el aprendizaje en identificar su voz comien- za antes del nacimiento. Por tanto, el de- sarrollo cognitivo y el procesamiento de experiencias, que avanza rápidamente después del control cefálico y de las con- ductas de alcanzar y agarrar objetos típi- cas de los cuatro meses, están regulados por las emociones que se ponen en juego en la interacción con las personas. Des- pués de la infancia, los bebés desarrollan representaciones y juegos convencionales. Al mismo tiempo, apoyados en estas re- glas, aprenden el lenguaje y habilidades cooperativas con iguales, imitando gestos y actividades y compartiendo de manera vívida e imaginativa la comunicación. 2. De estas adquisiciones, una que se desa- rrolla en torno al final del primer año (in- tersubjetividad secundaria) y hace que el bebé sea más competente para adquirir 28 / Trastornos del espectro autista © Ediciones Pirámide PI00176301_01.indd 28PI00176301_01.indd 28 04/02/13 17:5604/02/13 17:56 significados culturales en la lengua mater- na, está alterada en el autismo. Parece que este trastorno en el desarrollo se ori- gina en un fallo en el sistema cerebral que regula la motivación del niño para apren- der significados en la comunicación. 3. El conocimiento actual de las anormalida- des cerebrales que acompañan el autismo o los trastornos cuasiautistas que se produ- cen en monos y en humanos son compa- tibles con las anteriores afirmaciones. La investigación cerebral no apoya el punto de vista de que los aspectos emocionales e interpersonales del autismo sean conse- cuencia de un fallo primario en procesos sensoriales, motores o lingüísticos. Tam- poco apoya la hipótesis de que el déficit central en autismo sea la ausencia de una capacidad cognitiva para representar esta- dos mentales; ese déficit parece ser conse- cuencia más bien de un fallo primario en la conciencia de los cambios de relación hacia otras personas y sus sentimientos, y en cómo cooperar con ellos a través de la comunicación. Sin embargo, no podemos esperar localizar un mecanismo simple en el cerebro para este trastorno funcional, porque el conjunto del cerebro humano se ha transformado en la evolución, por la educación, para poder desarrollar la capa- cidad de aprender culturalmente. 6.3. La teoría de coherencia central Frith (1989) es la primera autora que propone que una teoría de coherencia central débil podría explicar las dificultades encontradas en el autismo que no pueden ser explicadas por la teoría de la mente. Sus ideas se basan en la creencia de que las personas que se desarrollan con normalidad se ven empujadas a integrar trozos de información dis- pares en patrones coherentes, mediante inferen- cias sobre las causas y los efectos de la conducta. Las personas con autismo tienen dificultades para elaborar interpretaciones comprensivas de las si- tuaciones mediante la lectura de las intenciones de los participantes, a partir de los movimientos de los ojos y de las manos de éstos y por las pistas contextuales. Frith aporta numerosos ejemplos de interpretaciones descontextualizadas de personas con autismo, de las cuales sólo algunas implican una teoría de la mente. Esto indica la existencia de un problema anterior a la metarrepresentación: el de la integración de aspectos de una situación en un conjunto coherente. Su teoría no sólo expli- caría la inexistencia de conductas y capacidades como la atención conjunta y la teoría de la mente. También explicaría las habilidades extraordina- rias, las sensaciones fragmentadas, la monotonía y las conductas repeti tivas. Las personas con autismo presentan proble- mas para otorgar niveles altos de significado, una característica universal del procesamiento huma- no de la información que está intacta en las per- sonas con un desarrollo normal, y es posible que también en las personas con retraso mental (no autistas), que parecen ser sensibles a las ventajas de recordar material organizado frente al no or- ganizado. Los problemas de coherencia central (o el uso en autismo de una coherencia central débil) abarcan distintos niveles de procesamiento de la información, desde el procesamiento perceptivo (por ejemplo, las ilusiones ópticas), pasando por el procesamiento visoespacial (por ejemplo, con mejor rendimiento en las tareas de cubos de las escalas Weschler), hasta el procesamiento semán- tico (por ejemplo, aprendizaje de historias al pie de letra en vez de «entresacar» la idea esencial). En la actualidad se ha propuesto hablar de un tipo de estilo cognitivo, en vez de utilizar la ex- presión de coherencia central débil. 6.4. La teoría de la función ejecutiva La función ejecutiva es el constructo cognitivo usado para describir las conductas de pensamien- Del autismo infantil precoz al trastorno de espectro autista / 29 © Ediciones Pirámide PI00176301_01.indd 29PI00176301_01.indd 29 04/02/13 17:5604/02/13 17:56 to mediadas por los lóbulos frontales (Duncan, 1986). Ha sido definida como la habilidad para mantener un conjunto apropiado de estrategias de solución de problemas para alcanzar una meta futura (Luria, 1966). Las conductas de función ejecutiva incluyen la planificación, el control de impulsos, la inhibición de respuestas inadecuadas, la búsqueda organiza- da y la flexibilidad de pensamiento y acción. Toda conducta de función ejecutiva comparte la habili- dad para «desprenderse» del entorno o contexto inmediato, o guiarse por modelos mentales o re- presentaciones internas (Dennis, 1991). Las personas con lesiones en los lóbulos fron- tales muestran frecuentemente déficit en la fun- ción ejecutiva. Se han descrito movimientos o habla repetitiva sin sentido, dificultad en la inhi- bición de respuestas, repetición inadecuada de pensamientos o acciones previas y capacidad dis- minuida para planificar. También se ha informa- do de déficit adicionales en el procesamiento de la información, que incluyen tendencia a focali- zarse sobre un aspecto de la información, dificul- tad para relacionar o integrar detalles aislados, problemas con el manejo de fuentes simultáneas o múltiples de información y fallos en la habilidad para aplicar el conocimiento de una manera sig- nificativa. Algunas de las características del autismo son similares al déficit de función ejecutiva que se pre- sentan tras una lesión frontal. La conducta de las personas con autismo es a menudo rígida e in- flexible; muchos niños con autismo llegan a mos- trar ansiedad ante cambios triviales en el entorno, insisten en seguir con sus rutinas detalle a detalle, y a menudo se muestran perseverantes, centrán- dose en un interés
Compartir