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Resumen de Kant - Fundamentación de la metafísica de las costumbres

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Resumen de Kant: Fundamentación de la metafísica de las costumbres 
Capítulo 1: Transito del conocimiento moral vulgar de la razón al conocimiento filosófico 
 
Kant nos plantea una serie de argumentos racionales para mostrar que efectivamente, más 
allá de la diversidad moral que podemos encontrar en distintas comunidades a lo largo de la 
historia el ser sujetos racionales nos permite dar con una ética universal formal que presenta 
la forma racional de la época. 
Comienza el texto diciendo que nada en el mundo se puede pensar como bueno sin 
restricción, excepto la buena voluntad. Esta es buena en sí misma, no por lo que haga o logre o 
por ser un buen medio para un fin, sino que es buena en sí misma. La intención efectiva de 
realizar un bien, aunque ese bien no se alcance después. La buena voluntad es como una joya 
brillante, como algo que en sí mismo posee su propio valor, y la utilidad o esterilidad no 
pueden añadir o quitar este valor. 
De la voluntad, también llamada carácter, dependen los talentos del espíritu, ya que, si esta 
voluntad o carácter es mala, de la misma manera lo serán los talentos (valor, decisión, 
perseverancia, etc.). El valor de la acción depende de la motivación o intención de quien la 
realiza. Kant dice que la ética no tiene que ver con la naturaleza. En las disposiciones naturales 
de un ser organizado no existe un instrumento dispuesto para un fin que no sea el más propio 
y adecuado para ese fin. En ese sentido, si en un ser que tiene razón y voluntad, el fin propio 
de la naturaleza fuese su conservación y bienandanza, en una palabra, su felicidad, la 
naturaleza se hubiese confundido al elegir a la razón como encargada de este propósito, ya 
que el instinto lo cumpliría más eficazmente. Es una ética no natural. 
En la naturaleza no hay deber, si no únicamente suceder de acuerdo con las cusas. La 
naturaleza es el reino del ser, la conciencia moral es el reino del deber ser. La conciencia moral 
no es la expresión de lo conveniente o lo prudente, si no la conciencia de una existencia 
absoluta, sin condicionamientos. Una conciencia por conciencia pura. Kant dice que a partir de 
la naturaleza nunca llegamos a la moral, sino a través de la razón, utilizando a la misma para 
determinar nuestras acciones. Es esta razón lo que muestra o nos explica que somos libres, es 
decir que tenemos voluntad, capacidad de accionar libremente. 
A partir de la razón nos damos leyes a nosotros mismos que rigen nuestro accionar, la razón 
manda en cada uno de nosotros de manera universal. La razón es la forma por la que los 
humanos constituimos nuestro mundo. 
Kant sostiene que cuanto más se preocupa la razón por gozar la vida y alcanzar la felicidad, 
más se aleja el hombre de la verdadera satisfacción. Es por eso que los más experimentados en 
el uso de la razón acaban por sentir cierto odio por la misma, sabiendo que sacan más 
desventajas que ventajas del uso de la misma, y envidian a aquellos que actúan en dirección al 
mero instinto natural, sin que su razón ejerza gran influencia. 
La razón no es bastante apta para dirigir la voluntad en lo que se refiere a satisfacer nuestras 
necesidades (que incluso a veces esta misma razón multiplica), pero la razón se nos ha sido 
concedida como una voluntad práctica, cuyo deber es el de producir una buena voluntad en sí 
misma, cosa para lo cual la razón es absolutamente necesaria. Esta voluntad ha de ser el bien 
supremo y la condición de cualquier otro, incluso el deseo de la felicidad (por inclinación). 
La voluntad es la facultad de no elegir nada más que lo que la razón, independientemente de 
la inclinación, conoce como prácticamente necesario, es decir, bueno. La buena voluntad elige 
lo que la razón le muestra como bueno. 
Ser beneficio cuanto se puede es un deber, pero además hay muchas personas que 
encuentran un placer especifico en generar alegría en otros, sin ningún provecho propio, y que 
se alegran del contento de los demás. Kant sostiene que de igual manera estos actos no tienen 
un valor moral verdadero ya que no están hechas por deber sino más bien por inclinación. 
Sostiene que, si aquella persona que no tiene empatía, insensible, fría e indiferente actúa en 
pos de beneficiar a alguien solo por el hecho de que debe hacerlo, ahí se ve el verdadero valor 
moral de la acción. 
La felicidad propia es un deber, porque e que no está contento, puede infringir en sus deberes. 
Los hombres tenemos una gran inclinación hacia la felicidad, ya que reúne la suma total de 
todas las inclinaciones. Cada cual debe procurar su propia felicidad por deber, y solo entonces 
su conducta tiene un valor moral. 
Una acción hecha por deber tiene su valor moral no en el propósito que se busca alcanzar, si 
no en la máxima por la cual ha sido resuelta, el principio del querer según el cual surge la 
acción. Los propósitos que podamos tener al realizar las acciones y los efectos de estas no 
proporcionan a las acciones ningún valor absoluto y moral. El valor moral reside en el principio 
de la voluntad, sin importar la acción. Es determinada por el principio formal del querer en 
general, cuando una acción sucede por deber, puesto que todo principio material le ha sido 
sustraída. 
La tercera proposición es que el deber es la necesidad de una acción por respeto a la ley. 
Objeto de respeto solo puede ser aquello que se relacione con mi voluntad como simple 
fundamento y nunca como efecto. Aquello que no esté al servicio de mi inclinación, si no que 
la domine, la simple ley en sí misma. Una acción realizada por deber tiene que excluir por 
completo la inclinación. No queda otra cosa que pueda determinar la voluntad si no es 
objetivamente la ley y subjetivamente el respeto puro a esa ley práctica, a la máxima (principio 
subjetivo del querer, principio objetivo es la ley practica). 
El valor moral de la acción no reside en el efecto que de ella se espera. Solo la representación 
de la ley en sí misma, la cual solo se encuentra en el ser racional, es el bien moral. Ella, y no el 
efecto esperado. Kant dice que bueno es nada en concreto, lo único bueno es la buena 
voluntad, mediada por la razón, y lo que hace buena la razón es el imperativo categórico. Es 
como un test, una formulación, un mandato que manda de manera absoluta. 
 
1_ “Obra solo según una máxima tal que puedas querer al mismo tiempo que se torne ley 
universal.” 
 
Es decir que solo obramos moralmente cuando podemos querer que el principio que nos lleva 
a actuar se convierta en una ley válida para cualquiera. No convertirse nunca en excepciones. 
Kant dice que no importan las consecuencias, si no que el principio en el que estoy actuando 
es contradictoria. Si siempre hablamos con mentira entonces la verdad sería una excepción. SI 
vivimos en un mundo en el que la verdad es la ley universal, la mentira es una contradicción, y 
esa no se podría volver ley universal, es como una paradoja. Al transformar la acción en una 
ley universal, entonces desaparece la acción en sí. Si robo y lo vuelvo ley universal, todos 
roban. 
 
2_” Obra de tal modo que uses la humanidad, tanto en tu persona como en la persona de 
cualquier otro, siempre como un fin al mismo tiempo y no solamente como un medio” 
 
Esto quiere decir que a humanidad la debo considerar como un fin en sí mismo. No podemos 
usar a un humano como mero medio, porque estoy violando la ley moral. 
Encontrar un criterio objetivo, desde la razón es algo inaceptable, por ejemplo, la esclavitud. 
Kant dice que tenemos que respetar al humano por el hecho de ser humano. 
Kant dice que el deber es la buena voluntad colocada bajo ciertos impedimentos que le 
impiden manifestarse por sí sola.

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