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Vivienda minimalista, elección u obligación?

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Vivienda minimalista, ¿elección u 
obligación?
Autora: Ilse Beatriz Ventre García
Alumna de Arquitectura de la Universidad Autónoma de Querétaro.
La vivienda ha ido cambiando a través de los años, menos metros cuadrados a mayor precio con 
un salario paralizado en una cultura con la tendencia a acumular, decorar, agregar y que le cuesta 
desechar.
¿acaso es predeterminado el modo de construir la vivienda con el fin de cambiar la cultura a una 
sencilla donde el minimalismo sea parte de nosotros?
¿es que nosotros deberíamos adoptar el minimalismo y dejar las raíces para aprender a 
aprovechar el espacio que se nos ofrece con el fin de vivir con una mejor calidad de vida?
Año 2016, México es el país que más trabaja y menos gana según la Organización para la 
Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), han pasado dos años desde que se realizó esa 
investigación y la situación no parece haber cambiado, se han seguido trabajando horas extras sin 
recibir pago alguno, sin un aumento de salario significativo y sin conseguir la garantía de conservar 
el que se tiene.
“Si no te gusta tu trabajo, renuncia” una frase que hemos escuchado y que seguramente la hemos 
dicho nosotros mismos pero que en realidad muy pocos toman, desde mi punto de vista, esto se 
debe al miedo por el desempleo y, ¿por qué no tenerlo? Después de todo, el tiempo promedio 
que le toma a un mexicano conseguir un empleo formal oscila entre los tres y diez meses, si es que 
sé es profesionista, según las estadísticas de la consultoría internacional en capital Humano 
ManpowerGroup.
Entonces, conseguir uno nuevo toma tiempo y dinero, dos elementos que se desvanecen más 
rápido de lo que hubiéramos deseado y al revisar lo que el Reporte de Economía y Desarrollo 2017 
del Banco del Desarrollo de América Latina publicó, la intención de continuar con la búsqueda de 
uno nuevo con el propósito de adquirir una vivienda puede apaciguarse o incrementarse según la 
perspectiva del mismo pues, según su análisis, las familias mexicanas promedio tuvieron que 
haber ahorrado el 30% de sus ingresos durante 70 años para conseguir una casa de tan sólo 50 
metros cuadrados lo que hace fácil comprender por qué el mexicano se preocupa por adquirir 
patrimonio, conservarlo y heredarlo, porque conseguirlo, es un logro.
Al darse cuenta de lo anterior, los constructores de viviendas de interés social dieron como 
solución disminuir el tamaño de la vivienda con el propósito de evitar aumentar el precio de las 
mismas y permitirles a los ciudadanos adquirirlas a partir de los créditos hipotecarios máximos 
posibles a ofertarles por parte del Estado, según reporta la consultoría Softec, siendo introducido 
dentro de nuestro estilo de vida, la vivienda como el espacio mínimo necesario para hacerlo 
habitable. Incorporando los pies de casa que cuentan con una recámara, un baño completo, 
cocina, sala-comedor y un patio de servicio, con medidas mínimas para garantizar circulaciones y 
la integración de mobiliario.
El único problema a su análisis para la solución del mismo es, desde mi punto de vista, la falta del 
conocimiento de las actitudes, costumbres y tradiciones de la cultura mexicana basada en el 
tradicionalismo y maximalismo que se vive en las familias y que al parecer los constructores de 
estas viviendas pasaron por alto, ya sea por ignorancia, apatía o ambas.
“La acumulación de bienes es un intento psíquico de estar preparado para cualquier cosa”, 
palabras de Óscar Galicia, académico del departamento de Psicología de la Universidad 
Iberoamericana de la Ciudad de México, quizá es una medida de adaptación que nosotros hemos 
tenido que adquirir con el fin de asegurar nuestra supervivencia, quizá acumulamos para vender 
en caso de necesidad o simplemente por si el momento de utilizar alguna de nuestras 
pertenencias innecesarias llega a convertirse en necesaria, aun cuando en nuestro interior 
sabemos que las posibilidades de que ocurra sean mínimas, ¿será por miedo a deshacernos de 
nuestras pertenencias?. No, no del objeto como tal sino del valor que representó su adquisición.
Estudios del sociólogo Arturo Morales Aguirre publicados en el Diario Local de la Ciudad de 
México, aclara que el ser humano en espacios reducidos tiende a “engentarse” y que puede 
conllevar a la violencia de todo tipo, así como evitar beneficiar la individualidad, ahora, 
considerando que al poco espacio que se nos ofrece le agregamos más objetos de los que 
deberíamos, los metros cuadrados se ajustan aún más y las sensaciones negativas aumentan.
No cabe duda que la cultura mexicana está llena de riquezas y colores, donde más es más, y más 
es mejor, pero en las viviendas que las familias mexicanas deben de vivir, tomar ese lema se 
complica al comparar la cantidad de usuarios y pertenencias que deben ajustarse a ciertos, más 
bien limitados, metros cuadrados. Llega, entonces, el punto de quiebre, donde los estragos de la 
compra de objetos innecesarios combinado con la acumulación de sentimientos negativos nos da 
como resultado la necesidad de “ampliar” el espacio. Obligándonos a desechar objetos, con el 
único fin de adquirir nuevos objetos.
Sin embargo, ¿por qué cuando desechamos uno de aquellos objetos no nos hemos arrepentido, ni 
lo hemos extraño, ni les hemos buscado un exacto remplazo? Porque sabemos que, en realidad, 
no los necesitábamos.
El japonés Fumio Sasaki, escribe en su libro “Goodbye things; cómo encontrar la felicidad con el 
arte de lo esencial” que para él se pueden distinguir dos maneras para considerar a una persona 
que vive de manera minimalista; la primera, es reducir nuestras pertenencias al mínimo; la 
segunda, es renunciar al exceso para poder concentrarnos en las cosas que nos importan de 
verdad. Nos propone durante el libro cómo aprender a deshacernos de nuestras pertenencias lo 
cual no solamente cambia nuestro modo de vivir sino también nuestra forma de pensar pues, 
asegura, que al no encariñarnos con los objetos se traduce a no encariñarnos con situaciones, 
actividades o espacios haciendo más sencillo salir de la zona de confort y emprender cosas nuevas.
Algunas de las razones por las que considero que el autor pudo adaptar este estilo de vida son su 
cultura y la zona geográfica en la que vive; la primera, porque la disciplina, el orden y la sobriedad 
son parte de su vida se les ha enseñado por sus padres y la sociedad que esa es la manera correcta 
de actuar por lo que pueden adaptar con facilidad distintos modos de vida si se lo proponen; la 
segunda, al vivir en Japón una isla de oriente que sufre de temblores, tsunamis y diversos 
fenómenos naturales, la devastación y pérdida también forma parte de ellos teniendo que 
adecuarse a las situaciones generando de una manera casi inconsciente que es mejor no aferrarse 
a los objetos porque en momentos de desastres los objetos son lo de menos.
Aprender a vivir con los objetos esenciales puede ser un paso difícil para cualquier mexicano pero 
si se puede dar el paso al cambio, le estaremos dando una oportunidad a otro modo de vida, otro 
que puede ser más saludable y feliz del que se tiene pero que no se puede conocer si no se 
intenta.
“Menos es más” una frase memorable del arquitecto y diseñador alemán Ludwig Mies Van Der 
Rohe, refiriéndose a construir y crear espacios con nada menos que lo esencial, generando 
espacios que provoquen la armonía y funcionalidad necesarias para permitirle al usuario, no 
solamente reducir los metros cuadrados al mínimo sino para aprovechar éstos a su máximo. La 
utilización de la luz y espacialidad a través de los materiales y formas rectas, líneas permiten 
cumplir con la sencillez del estilo sin afectar la funcionalidad, sensaciones o vivencias del mismo.
La solución al problema parece ser clara y simple, si es que las constructoras seguirán creando 
viviendas con dimensiones mínimas con el objetivo de ahorrar en materiales y espacio, las 
viviendas, por lo tanto, deben tener un diseño y materiales de calidad. Sin embargo, enla 
Encuesta Nacional sobre las Condiciones de Habitabilidad de la Vivienda realizada por la 
Universidad Autónoma de México (UNAM) en el año 2015, “para los mexicanos la mayoría de las 
[viviendas] que construye el gobierno tienen el problema de ser muy pequeñas, caras, de mala 
calidad, lejanas y con servicios deficientes” según Alicia Ziccardi, encargada de la realización de la 
encuesta; con este estudio, la solución al problema no es tan fácil como se había planteado 
anteriormente.
¿Estamos condenados a conformarnos con viviendas pequeñas y de mala calidad?
La implementación de un sistema de viviendas con un estilo minimalista debe comenzar por las 
constructoras que proveen las viviendas, es decir, si es que éstos desean gastar lo menos posible 
por dar una menor cantidad de metros cuadrados, deben de garantizar que el diseño y los 
materiales sean de calidad, no únicamente lo mínimo para habitarlo sino lo esencial para 
interactuar y apropiarnos del espacio. Los cambios no sucederán de la noche a la mañana sino 
hasta que la empatía y solidaridad opaquen la ambición, mientras tanto:
¿por qué no intentar sacarle el mayor provecho a ese espacio?
Que ya sea por elección u obligación tendremos que adaptarnos.

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