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Resumen-Psicologia-psicoacolores

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Aclaración importante 
El siguiente resumen pretende ser sólo un complemento de cara al próximo parcial. Es muy 
importante que hagan la propia lectura de la bibliografía obligatoria, y asistan a las clases de 
cada cátedra. 
Además, recuerden que este es mi abordaje subjetivo de los textos. Hice el resumen a 
partir de mi lectura personal, que no es la mejor ni mucho menos. Cualquier inquietud la 
podemos charlas, para mejorar el material o lo que sea. 
¡¡Suerte en el examen!! 
 “Sujeto y alteridad”, Gentile 
Para la organización profesional y científica de psicólogos más importante de América, 
la American Psychological Association, la psicología se constituye como la disciplina 
que tiene por objeto de estudio la mente y la conducta humanas, tanto en su dimensión 
individual y social, como en todas las etapas de su evolución, siempre con el objetivo 
final de propender al bienestar de la persona.” 
Si bien esta definición, en principio, parece bastante clara, en realidad no es tan 
así. Si prestamos atención, veremos que algunos términos, como son la mente y la 
conducta, no están bien delimitados, en el sentido de que son muchas las disciplinas, y no 
solamente la psicología, las que los utilizan. 
En la semántica de la psicología, es decir, en todo lo que tiene que ver con su 
significación, se inscriben muchos términos tales como la mente, la conducta, el 
individuo, la persona, el sujeto, la sociedad, el bienestar, el alma, la psiquis, o el espíritu. 
Iniciemos con el propio nombre, “psicología”. En la palabra psicología, el término 
“psico”, produce, entre algunos psicólogos, una cierta incomodidad, porque ella 
remite a otra palabra, “psykhé”, que significa alma. Ese es el significado etimológico de 
la psicología. ¿Y por qué produce incomodidad? Bueno, porque el alma como tal se aleja 
de las pretensiones de cientificidad de algunos, en la medida en que no puede estudiarse 
a partir de las ciencias naturales. 
Alma, psykhé o psiquis, todos sinónimos, remite ya al estudio del alma, estudio 
del que se ocuparon algunos de los filósofos más eminentes, como Platón y Aristóteles. 
En este punto, les recomiendo remitirse a un texto de DPC A que ya hemos trabajado, 
titulado “La psicología y su pluralidad”, de Colombo. Lo encuentran en Ig TV. Alma era 
la explicación de principio de la vida, del conocimiento, de movimiento, la voluntad, los 
deseos, el placer, o el dolor. Todos elementos de los que se ocupa la psicología de 
nuestros 
días, de ahí que ya en los filósofos se encuentren estudios sobre la vida anímica, y de ahí 
que digamos que la psicología nace de la mano de la filosofía. El alma era en la antigüedad 
el modo de explicar el misterio de la vida, de o que hacía de humano un ser diferente del 
resto de los otros seres vivos. 
De alguna manera, ese sentido del alma queda disimulado en la palabra mente, es 
decir que hablaríamos de “mente” para evitar, por pudor, referirnos al alma. 
¿Pero qué es la mente? Algunos dicen que es un sistema de recepción, 
procesamiento y emisión de la información. Pero, si es así, los animales, igual que las 
computadoras, también tendrían mente, porque también reciben, procesan, y emiten 
información. Para la neurología, en cambio, la mente designa el conjunto de procesos y 
funciones que dependen del cerebro, procesos y funciones tales como la percepción, la 
memoria, la consciencia, etcétera. Pese a los valorables intentos de la neurología, ella 
tampoco puede definir a la mente de manera tal que la definición no recuerde a la filosofía 
y a sus estudios sobre el alma. Así, hablar de mente y de cerebro, semánticamente no es 
muy diferente a hablar de cuerpo y alma, de lo que ya se hubiera encargado un Platón, o 
un Descartes siglos antes. 
Lo mismo para la conducta. Si la definimos como una reacción a un estímulo 
condicionado por el ambiente, seguimos sin encontrar especificidad para los seres 
humanos, pues los animales también se comportan en ese sentido que describimos. 
Podríamos, quizá, definir a la conducta humana como motivada por estímulos interiores, 
ya sea físicos u orgánicos, o elementos asociados más con la ética, o con la 
intencionalidad inconsciente. Así, nos distanciaríamos un poquito de los animales al no 
limitar nuestra conducta a una reacción, sino a un acto más complejo y profundo. 
Volviendo a la palabra mente, ella es utilizada tanto por la psicología, como por 
la ciencia de la información, la biología, la neurología. Igual para la conducta, término 
que los psicólogos comporten con la etiología, la sociología, y las ciencias jurídicas y 
políticas. 
La palabra persona también es ambigua. La usa la psicología, pero, además, la 
lingüística y el derecho. En la lingüística, la persona designa a quienes intervienen en la 
comunicación, mientras que en el derecho, “persona” refiere a un ente que tiene derechos 
y obligaciones, y que es identificable porque es indivisa, o sea porque es esa persona y 
no otra. 
¿Ven, entonces, lo difícil que se hace encontrar precisión semántica a la hora de 
hablar de los conceptos más importantes de la psicología? 
Todas estas palabras cargadas de sentido, de las cuales la psicología nunca pudo 
desprenderse, al punto de que aparecen en la definición que citamos al comienzo, 
presentan una gran ambigüedad y falta de precisión. Esto es lo que se comprueba si se 
examina críticamente la definición de psicología. 
Tras este examen crítico, se nos aparecen tres consecuencias. En primer lugar, 
falta una definición clara y precisa, que no se preste a ambigüedades, del andamiaje 
conceptual de la psicología. Por tanto, la definición de psicología no tan clara y distinta 
sino que, al contrario, es una condensación de objetos estudios muy heterogéneos y 
difíciles de explicar. En segundo lugar, como consecuencia del primer punto recién 
destacado, tenemos la cuestión de que el campo de la psicología está fragmentado, o 
sea, 
hay muchas escuelas y ramas que no coinciden unas con otras. Finalmente, en tercer lugar, 
que los límites de la psicología con otras disciplinas se debilitan, pues comparte con ellas 
muchos conceptos claves. 
A partir de 1850, como un efecto de la revolución industrial y del capitalismo, se 
consolida la corriente epistemológica del positivismo. 
Remítanse a los textos de epistemología para estudiar el positivismo. 
En el marco del canon científico del positivismo, es decir de las reglas que 
empujaban al ser humano a producir conocimiento únicamente a través de la observación 
y de la experimentación empírica del método científico propio de las ciencias naturales, 
comienza la psicología científica de la mano de laboratorio de psicología experimental 
con Wundt. 
En la psicología científica debían dejarse de lado todas las cuestiones metafísicas 
o especulativas, y tenían que seguirse los pasos del método científico. En otras palabras,
la investigación ha de partir de datos positivos, empíricos. Luego, se formulan hipótesis
que buscan dilucidar el problema que abordamos. Más tarde, esas hipótesis deben ser
verificadas a través de experimentos, y, finalmente, han de formularse las leyes que
explican todos los fenómenos estudiados. Ese es, bien simple, el método científico.
Si bien, con el paso de los años el paradigma o el modelo para la construcción de 
conocimiento ha cambiado, ya sea por la física, la fisiología, la comunicación, o la 
computación, los modelos naturalistas permanecieron inmutables en algo, vale decir, en 
la intención de excluir todo lo relativo al sujeto. Todo esto dio lugar a diferentes 
reduccionismos, es decir, al hecho de dejar de lado, de no prestarle atención a un montón 
de cosas relacionadas con la subjetividad o con el contexto sociocultural.De esa manera, 
la consciencia quedaba reducida a sus contenidos más simples, aquellos contenidos que 
pueden estudiarse en el laboratorio. 
De hecho, ese era, en un primer momento, el objeto de estudio de la psicología 
experimental de Wundt, la conscienciaen su experiencia inmediata, estudiada a través de 
la fisiología de las sensaciones y la introspección, más allá de que, años más tarde, Wundt 
se dedicó a estudiar a las interacciones sociales más complejas en su Psicología de los 
pueblos. Tengan en cuenta, de cara a un posible parcial, cuál es el objeto de la psicología 
de Wundt. 
Ya lo hemos trabajado, a Wundt, en DPC A, en el texto de Colombo y Danziger, 
acá lo mencionamos únicamente para dar cuenta del origen de la psicología científica, 
origen, por cierto problematizado por Danziger en aquella otra materia. 
Como consecuencia de la psicología experimental, tenemos, en primer lugar, que 
la consciencia quedaba reducida a sus contenidos más simples, los que pueden estudiarse 
en el laboratorio. En segundo lugar, la psicología científica nació dividida en dos, la 
experimental subsidiaría a la fisiología, y la de los pueblos como parte de la antropología. 
Finalmente, una tercera consecuencia es que las preguntas relativas a qué es la 
consciencia o cómo se originan, siguen sin poder contestarse del todo, pese a los intentos 
de la cognitiva. 
En este punto, se nos presenta la noción de “horizonte semántico de la psicología”. 
El horizonte funcionaría como una frontera que se quiera alcanzar, pero que, por así decir, 
siempre está lo suficientemente lejos como para que no podamos tocarla. El horizonte al 
que nos referimos aquí es la psicología misma, todas las cuestiones que hacen al saber 
psicológico, y que de alguna manera siempre se están actualizando, sin llegar nunca a una 
puesta en común, o en otras palabras, sin llegar nunca al horizonte. Esto, por supuesto, 
no le quita valor a nuestra disciplina, sino que, al contrario, la vuelve más compleja que 
muchas otras. 
Ahora, vamos con el título del texto, sujeto y alteridad. 
Sujeto y alteridad son dos palabras que apuntan a otro campo de la psicología, 
diferente a la experimental, y que es el psicoanálisis, otro universo discursivo. 
Paradójicamente, el psicoanálisis mismo pretendió iniciarse como una ciencia 
natural, en el sentido de que Freud, en su libro titulado Proyecto para neurólogos, intentó 
construir una psicología basada en el funcionamiento del sistema nervioso. Sin embargo, 
poco tiempo después, Freud se fue hacia otro lado, e inauguró un pensamiento más 
original, independiente del positivismo, que es justamente el psicoanálisis. 
La originalidad teórica del psicoanálisis consiste en haber demostrado, en primer 
lugar, que el psiquismo no se reduce a la consciencia. En segundo lugar, que todo acto 
psíquico se origina en el inconsciente. En tercer lugar, que el inconsciente determina todo 
el campo de la consciencia humana. En cuarto lugar, que el sujeto debe ser pensado en la 
escisión conflictiva entre inconsciente y consciencia. En quinto lugar, que también la 
personalidad psíquica está escindida, un Ello, un Yo, y un Superyó. Y, en sexto lugar, que 
la materialidad del inconsciente tiene que ver con la sexualidad infantil, y que su represión 
inaugura al sujeto. 
Si bien la definición de psicología que citamos al comienzo no habla de sujeto, 
presupone una definición del mismo, la de pensarlo como una unidad bio-psico-social. 
¿Qué es lo que hace que hablemos de una unidad de esos tres elementos que son lo bio, 
lo psico, y lo social? Bueno respondiendo a esto, decimos que lo que unifica… es la 
noción de individuo, que recuerden, elude a algo que no se divide, algo que, aunque pueda 
tener diferentes atributos, no es susceptible de confundirse. 
Los rasgos característicos de la representación del sujeto como individuo son las 
de un yo autónomo, un ser racional y libre para el ejercicio de la razón, tal como postulaba 
la filosofía, especialmente la de Kant. 
A esta representación del sujeto, que se una unidad, que no se divide, se opone la 
nueva concepción derivada del psicoanálisis, donde el sujeto, en realidad, está 
descentrado, o en otras palabras, dividido en un ello, un yo, y un superyó. En la filosofía, 
el sujeto es el sujeto cognoscente, es decir, aquel dotado de una racionalidad que le 
permite abordar los objetos del mundo. Racionalidad que, además, le permite abordarse 
de forma transparente a sí mismo, como si pudiera conocerse del todo. En psicoanálisis, 
como ya adelantamos, es otra la concepción que se tiene del sujeto. Un sujeto atravesado 
por el inconsciente y que tropieza consigo mismo, que muchas veces no sabe porque hace 
o piensa algunas cosas, que de repente, en el medio de la noche, se despierta agitado tras
haber soñado algo que, en la pregunta por el significado del sueño, lo dejará inquieto toda
la semana. La concepción de la filosofía no alcanza, entonces, para representarse al sujeto,
al menos no desde la teoría psicoanalítica.
Al psicoanálisis lo podemos pensar como otro campo discursivo, diferente al de 
la psicología experimental, y cuyo creador es Freud. 
En psicoanálisis, el sujeto también está atravesado por el otro. Freud mismo 
destaca que la psicología individual es al mismo tiempo una psicología social, en la 
medida en que el otro siempre está presente en nuestra vida anímica, ya sea como modelo 
o ideal a alcanzar, como objeto de amor o de odio, como auxiliar, es decir ayuda necesaria,
o al revés, como enemigo. Son estas relaciones vinculares con los otros las que hacen las
veces de matriz de la subjetividad, es decir las que nos constituyen como sujetos.
Eso tiene que ver con, lo denominado por Lacan, registro simbólico, al campo del 
Otro con mayúsculas, concepto muy complejo que abordarán en profundidad en materias 
de años posteriores. 
Para decirlo de forma muy esquemática, y para que se entienda, el Otro con 
mayúsculas está en el lenguaje, en la ley de la cultura, de la sociedad, es ese Otro que nos 
habla incluso antes de que lleguemos al mundo, ya sea cuando nuestros padres nos ponen 
un nombre o cuando comienzan a proyectar en nosotros todo tipo de deseos. Tengan en 
cuenta que el registro simbólico es muy importante en el psicoanálisis, ni hablar en el 
psicoanálisis lacaniano. Lo trabajaremos más concretamente en otras materias de años 
posteriores. 
Veamos los cuatro sentidos del “otro” En primer lugar, el otro semejante al yo. En 
segundo lugar, el otro como una parte de nosotros que no admitimos perder, o sea el otro 
como ideal, nuestra media naranja. En tercer lugar, también el otro como un ideal, pero 
un ideal a ser alcanzado, por ejemplo, ser buenos psicólogos. En cuarto lugar, el Otro con 
mayúsculas como la estructura simbólica propiamente dicha, que nos determina y que ya 
hicimos alusión muy brevemente. 
Entonces, para diferenciar esta noción del sujeto de la del individuo bio-psico-
social que trabajamos al comienzo, decimos que el sujeto es efecto de la relación con el 
otro, por eso no hablamos de una interioridad del sujeto, sino de una inter-subjetividad 
abierta al resto de los seres humanos. Decimos, además, que el sujeto tal como lo entiende 
el psicoanálisis no es transparente a sí mismo, sino que está descentrado, en el sentido de 
que tiene una dimensión inconsciente, que se le escapa. 
“Sobre la vigencia del psicoanálisis”, Cottone 
Los autores del presente texto se proponen analizar, por un lado, la resistencia que genera 
el psicoanálisis como teoría, y, por otro lado, su vigencia y actualidad. 
Vamos con el primer elemento, la resistencia, en otras palabras, el rechazo, que 
genera el psicoanálisis. Esto es abordado por Freud en un texto titulado Una dificultad de 
psicoanálisis, donde afirma que si los lectores se resisten al psicoanálisis no es por una 
dificultad intelectual, porque sea difícil de entender, sino que lo que se encuentra en el 
centro de la cuestión es, en realidad, una dificultad afectiva. ¿A qué se refiere con esto? 
Al hecho de que el psicoanálisis rasga en las profundidades de nuestro ser, tocando, por 
ejemplo, temas como nuestra sexualidad, la cual muchas veces no queremos oír nada. Es 
como si el psicoanálsiisrepresentara el peligro de mostrarnos una parte de nosotros que 
no queremos conocer. Esa es la dificultad afectiva. 
En cuanto a la vigencia, la pregunta pasa por saber si el psicoanálisis sigue siendo 
útil después de casi cien años de la muerte de Freud. La respuesta es sí. 
Para pensar la vigencia de psicoanálisis disponemos de tres ejes. En primer lugar, 
que introduce un nuevo sistema de pensamiento, es decir, una forma nueva de abordar a 
la subjetividad humana. ¿Cómo? A partir del lugar que le da al inconsciente, a la 
sexualidad, y al sujeto en tanto escindido. Recordemos que a diferencia de la psicología 
general, o de la filosofía, que hablaban de un individuo susceptible siempre de 
reconocerse a sí mismo, en psicoanálsiis el sujeto muchas veces tropieza, se pierde en las 
profundidades de su subjetividad. Un segundo eje que confirma su vigencia tiene que ver 
con el hecho de que su eficacia está comprobada, en la medida en que sigue curando el 
malestar psíquico a través de las palabras. En tercer y último lugar, tenemos que es una 
buena herramienta para generar un discurso crítico, que da lugar a la reflexión. 
Ahora bien, paradójicamente, así como estos tres ejes confirmarían la vigencia de 
psicoanálsiis, también sirven para desmentirla, para negarla. 
Profundicemos los ejes, uno por uno, para entender todo esto. 
Dijimos, respecto al primer eje, que Freud, en su teoría, le da lugar al inconsciente. 
El viejo Freud puede demostrar la existencia del inconsciente a partir del estudio de 
algunas cosas que habían sido descartadas por la psiquiatría, como son los sueños, los 
lapsus, o los síntomas que puede presentar un neurótico. Es a partir de, si se quiere, estos 
desechos, que construye un nuevo operador conceptual. El concepto de inconsciente, y 
aclaremos que está mal decir subconsciente ya el inconsciente no se encuentra debajo de 
nada, dio vuelta todos los fundamentos de la ciencia, al romper con la idea de que el 
psiquismo se reducía a la consciencia. Hay, todavía, algo más, que hasta Freud había 
permanecido velado, el inconsciente. 
Retomando el texto que citamos anteriormente, Una dificultad en psicoanálisis, 
tenemos que el descubrimiento del inconsciente significó una herida al narcisismo 
universal, al amor que la humanidad se tiene a sí mismo. Son tres las heridas narcisistas 
que se dieron a lo largo de toda nuestra historia. En primer lugar, la de Copérnico. El ser 
humano, antes de este hombre, creía que la Tierra, su morada, estaba en el centro del 
universo. Copérnico quita a la Tierra de ese lugar, y hiere así el narcisismo de la 
humanidad. Esta es la afrenta cosmológica. La segunda afrenta o herida narcisista es la 
que lleva adelante Darwin, la afrenta biológica, que muestra que, además de no ser el 
centro de universo, tampoco somos el centro de la especies. Darwin reveló que el hombre 
no es nada diverso del animal, no es mejor que él, ha surgido del reino animal y es pariente 
próximo de algunas especies. Finalmente, la tercera afrenta, la afrenta psicológica, la que 
imparte el mismísimo Freud. Antes de la aparición del psicoanálisis, el hombre se 
consideraba un soberano en su propia alma, dueño absoluto de sí mismo, de sus 
pensamientos, de sus deseos, y de su voluntad. Ahora bien, a menudo nos encontramos 
con productos de nuestra vida anímica que nos generan incomodidad, como puede ser 
una palabra que se nos escapa y no quisimos decir, o un sueño perturbador en el medio 
de la noche. El descubrimiento freudiano nos anoticia de que hay algo propio de nuestro 
ser que le es ajeno al yo. El psicoanálisis destruye así la ilusión de que la vida psíquica 
está centrada en la consciencia, de que todo le es accesible, comprensible, y controlable 
al yo. El ser humano no sólo no es el centro del universo, no sólo no es el rey del reino 
animal, sino que, además, tampoco es amo en su propia casa, tampoco es dueño de sí 
mismo. Esa es la afrenta psicológica. 
Así, el yo se siente incómodo, tropieza en su propia casa, en su propia alma. Esa 
es la afrenta psicológica, no sólo no somos el centro del universo, ni los reyes del reino 
animal, ni siquiera somos dueños de nosotros mismos. 
Este hecho da lugar, también, a esa dificultad afectiva de la que hablamos. En el 
sentido de que no todos estamos dispuestos a aceptar cosas que el psicoanálisis nos revela. 
De ahí que se generen resistencias hacia él. 
Esto en cuanto al primer eje. 
Respecto del segundo, recordemos que tenía que ver con la eficacia terapéutica de 
la palabra. Muchos detractores de psicoanálisis niegan su eficacia, especialmente los 
adeptos a la psicología científica, como puede ser por ejemplo la neurociencia. Plantean 
que se puede trabajar el inconsciente o la sexualidad sin necesidad de coincidir con Freud, 
olvidándonos de él. Otros, que están de lado de Freud, van a decir que no se debe reducir 
la vida anímica a las neuronas, y que el psicoanálisis es útil para abordar una serie de 
elementos que sólo se vuelven accesibles a través de las palabras. De ahí la eficacia 
terapéutica que afirman que tiene el psicoanálisis. 
Para terminar, el tercer eje, el psicoanálisis como discurso generador de 
pensamiento crítico. Al interrogar el grueso de los discursos, el psicoanálisis pone en 
entre dicho todas las verdades establecidas, denunciando los intereses que se esconden 
detrás de ellas. El método analítico nunca se cierra en conclusiones definitivas. Esto entra 
en conflicto con los discursos cerrados en cuyo interior todo tiene una respuesta 
incuestionable. La vigencia del modelo al que Freud dio lugar reside en el efecto liberador 
que produce al cuestionar racionalmente a todo discurso dogmático. Por supuesto, ese 
discurso muchas veces se le vuelve en contra, y esa es otra fuente de resistencias a la 
teoría freudiana. 
Así, podemos observar la paradoja de la que habla el texto, el hecho de que si bien 
los tres ejes sirven para legitimar, para validar la vigencia de psicoanálisis, también son 
fuente de resistencia, la de aquellos que niegan al inconsciente, que niegan los efectos 
terapéuticos del análisis, y que no están dispuesto a romper con la verdad establecida. 
“Psicopatología de la vida cotidiana”, Freud 
Vamos a trabajar tres capítulos de este texto, El olvido de nombres propios, Olvido de 
palabras extranjeras, Recuerdos de infancia y recuerdos encubridores. 
El olvido de nombres propios. 
En este primer capítulo de Psicopatología de la vida cotidiana, Freud va a decir 
que el fracaso que el olvido supone (fracaso de la función psíquica del recordar), admite 
un esclarecimiento, o sea que es posible explicar por qué se produce el fenómeno. 
Esto significa que Freud le atribuye un sentido a los olvidos, ellos obedecen a vías 
calculables y ajustadas a la ley. 
A veces, el olvido viene acompañado también de un recuerdo falseado que 
inmediatamente se reconoce como tal. O sea, no sólo no recuerdo el nombre de X persona, 
sino que además me vienen a la cabeza otros nombres que sé que no son los correctos. 
Esto es producto de lo que Freud llama desplazamiento, un proceso psíquico que 
trabajaremos en unos minutos. 
El recuerdo falseado, el nombre sustitutivo, guarda un nexo con el verdadero 
nombre que se mantiene oculto. Es decir que si al intentar recordar el nombre de un viejo 
conocido se me presenta un nombre que no es el correcto, eso significa que, de alguna 
manera, ese nombre sustituto se conecta con el olvidado. 
Insisto en que esto significa que hay un sentido. Y aceptar que tal sentido existe 
es importante porque nos permite ponernos manos a la obra para intentar discernirlo. 
Tanto lo olvidado como el recuerdo erróneo que emerge se vinculan con una red 
de ideas latentes, es decir, no conscientes, reprimidas, como veremos en un rato. 
Este es el aporte sustancial, la subversión que hace el psicoanálisis, y que en su 
momento lo diferenció de otras disciplinas, el descubrimiento de lo inconsciente y de la 
represióncomo tal. 
La psiquiatría no tenía en cuenta estas cosas, las desechaba, y por eso se quedaba 
afuera de la posibilidad de descubrir ciertos matices de nuestra conducta. 
Antes de pasar al análisis que Freud hace aquí de un olvido que él mismo tuvo, 
haremos una serie de introducciones a diferentes conceptos, como pueden ser la represión, 
el desalojo, la atracción, lo latente, lo manifiesto, la condensación y el desplazamiento, 
todos trabajados en una ficha de cátedra que recibe el nombre “Notas de lectura”. 
En esta parte de la obra de Freud se entiende a la represión como un acto psíquico, 
una fuerza, que desaloja de la consciencia a una representación, un pensamiento. 
Desalojar de la consciencia implica volver a tal representación inconsciente. Por lo 
general, es un acto que se da de forma espontánea, a partir de los ideales que estructuran 
al yo. Si algo choca con esos ideales sufrirá el destino de la represión. 
Ahora bien, no sólo hay que tener en cuenta a la represión como una repulsa, o 
sea como un rechazo desde la consciencia a lo reprimido, sino que también opera otro 
factor, a saber, la atracción que lo ya reprimido puede ejercer sobre el material 
consciente. 
Entonces, la represión consiste, básicamente, en un doble y simultáneo proceso de 
desalojo y atracción. Esa es una primera forma de definirla. Más adelante va a decir, en 
una segunda definición, que es una frontera infranqueable entre los sistemas Icc y Prcc. 
Finalmente, en tercer lugar, la entiende como una desconexión con la palabra, en el 
sentido de que algo no puede ponerse en palabras. Sin embargo, en este texto nos 
quedamos con la primera definición. 
Vale la pena detenerse también en los conceptos de latente y manifiesto. Los 
contenidos latentes no están presentes en la consciencia. Los manifiestos, en cambio, 
tienen que ver con ideas que se expresan de forma evidente, de forma directa en la 
consciencia. 
Hay que aclarar, de entrada, que lo reprimido y lo latente no son lo mismo. Esto 
es así porque lo latente no siempre es reprimido. Puede ser reprimido, pero no siempre. 
Así, por ejemplo, una idea puede no estar en la consciencia, pero no por estar reprimida, 
sino por un simple fallo en la atención, como cuando estamos en un examen y no nos 
acordamos esa línea que leímos cuarenta veces. 
Lo reprimido es un desalojo de la consciencia y un esfuerzo por mantener alejado 
a lo que se reprime, mientras que lo latente es simplemente no estar en la consciencia. 
Por su parte, la condensación y el desplazamiento son los modos de 
funcionamiento del inconsciente. Ellos están en la base de todas las operaciones y 
procesos de la vida psíquica. El desplazamiento hace que el trabajo del recuerdo pase de 
una cosa a otra, o sea que cambie de dirección. Mientras que la condensación agrupa en 
un mismo lugar diferentes elementos. Retengan estas dos definiciones porque las vamos 
a retomar. 
Ahora, volvamos a Psicopatología de la vida cotidiana, con El olvido de nombres 
propios, y mostraremos todo lo abordado a partir de Notas de lectura con un ejemplo que 
trae Freud sobre un olvido de nombre con recuerdo fallido que él mismo tuvo. 
Cuando Freud sufre el olvido, se encontraba en un coche platicando con un 
hombre mientras se dirigían rumbo a Bosnia y Herzegovina. 
Hablaban sobre un tema relacionado con pintores italianos, y Freud no podía 
recordar el nombre de uno de ellos, el nombre de Signorelli. Pero antes de este tema, 
habían conversado sobre otro tema que guardaba relación con ciertas costumbres sexuales 
de los turcos de Bosnia y Herzegovina, y la concepción que ellos tenían de la muerte 
(cierta resignación). Pero este tema queda inconcluso, ya que Freud decide desviarlo. 
Después, mientras habla sobre los pintores italianos, Freud recuerda el tema anterior, y 
sufre el olvido. 
Entonces, el olvido de nombres, en este caso, se explica como la perturbación del 
nuevo tema que emergía por el precedente. 
El nuevo tema, o sea el tema que se encuentran hablando mientras el olvido se 
lleva adelante, son los artistas italianos, mientras que el tema precedente es el de las 
costumbres sexuales turcas. Cuando el tema precedente vuelve a pasar fugazmente por la 
cabeza Sigmund Freud, el nuevo tema de los pintores es perturbado, de tal manera que 
ahora no puede recordar un dato sobre los artistas, precisamente el nombre de Signorelli. 
Por eso hablamos de una perturbación de nuevo tema por el precedente. 
El tema precedente de los turcos puede perturbar la memoria porque se había 
concluido antes de que terminara. O sea, Freud estaba hablando de la sexualidad de los 
turcos, pero decide interrumpirse para pasar a hablar de los italianos, tal como adelanté 
hace un ratito. 
Lo que Freud contaba a su compañero en el tren acerca de los turcos tenía que ver 
con el hecho de que ellos valoraban mucho el goce sexual, y que cuando había problemas, 
como puede ser por ejemplo una impotencia, se ponían muy oscuros, y empezaban a 
pensar en cosas relacionadas con la proximidad de la muerte. De hecho, Freud estuvo a 
punto de contar que había oído a un turco decir que la vida perdería todo valor cuando el 
pene dejara de funcionar. Pero Freud, por pudor, decide no tocare se detalle, lo omite, 
interrumpe, como ya les dije, el tema de los turcos para pasar a hablar de otro. Hay un 
esfuerzo de desalojo por parte de Freud. Después de este esfuerzo de desalojo, concepto 
que ya trabajamos, sufre el olvido. 
En ese entonces, Freud estaba medio triste porque un paciente de Trafoi se le había 
suicidado ya que tenía una perturbación sexual incurable. Pero, y esto es importantísimo, 
Freud en ningún momento había pensado en este incidente mientras hablaba sobre los 
turcos en el tren, no le había venido a la consciencia. 
Sin embargo, el suceso buscó una expresión. “Trafoi” es parecido a “Boltraffio”. 
En la palabra Boltraffio se esconde el lugar donde el paciente se suicidó. 
Lo que sucede, precisamente, es que Freud había querido olvidar algo, reprimir 
algo, que era la triste noticia de su paciente, y por eso, inconscientemente, deja de hablar 
del tema, y pasa a mencionar a los italianos. 
No obstante, en lugar de olvidar el triste suceso olvida una palabra, Signorelli. 
Esto es así porque esta palabra consiguió entrar en conexión asociativa con el suceso. Lo 
reprimido, que era la muerte de su propio paciente, logra apoderarse por vía asociativa de 
nombre buscado, y lo arrastra consigo a la represión. Hay, ahora, una atracción de lo 
reprimido. El nombre Signorelli se asocia con el de Boltraffio porque ambos son italianos, 
y el de Boltraffio es parecido al de la aldea de Trafoi donde murió el paciente. 
Las condiciones para el olvido con recordar fallido son tres, cierta predisposición 
para su olvido, un proceso de sofocación trascurrido por antes, y la posibilidad de 
establecer una asociación extrínseca entre el nombre en cuestión y el elemento antes 
sofocado. 
Hay, concluimos, un motivo para el olvido. Un sentido. 
Hace algunos minutos hicimos un paréntesis para explicar conceptos tales como 
el contenido manifiesto o el latente, o el desplazamiento y la condensación. En este 
ejemplo que trabajamos, el contenido manifiesto es la conversación sobre los pintores. 
Por otro lado, el contenido latente tiene que ver con la trágica muerte de su paciente en 
Trafoi, y también la cuestión sexual de los turcos que Freud decide interrumpir. Tengan 
en cuenta que decimos contenido latente, no reprimido. En este ejemplo particular de 
Freud no sabemos cuál es el contenido reprimido, él mismo lo deja entrever en el cuadrito 
que aparece en el texto. 
Respecto al desplazamiento y la condensación, habíamos dicho que la primera 
tenía que ver con el hecho de que el trabajo del recordar pasa de una cosa a la otra. Así, 
se pasa en este ejemplo del nombre olvidado Signorelli al recuerdo fallido de Botticelli y 
Boltraffio. Además, el desplazamiento también interviene en el hecho deque Trafoi, el 
lugar donde se suicidio el paciente, se esconda detrás de la palabra Signorelli, en el sentido 
de que Freud no podía recordar Signorelli porque quería olvidar Trafoi. 
Finalmente, en cuanto a la condensación, dijimos que era el proceso en virtud del 
cual se agrupan muchas representaciones en una sola. Por ejemplo, en la palabra 
Boltraffio se encuentran condensada, en la silaba BO, Bosnia, y en las últimas letras, 
Trafoi, donde ocurrió el suicidio. 
Así, entonces, lo reprimido se expresa con sustitutos simbólicos. El olvido de 
Signorelli satisface la represión, pero al mismo tiempo posibilita la expresión deformada, 
por desplazamiento y condensación, de lo reprimido. 
Para entender esto, recuerden que dijimos que la represión es un desalojo de la 
consciencia. Pero lo que se desaloja de esa parte del aparato psíquico, sigue existiendo en 
el inconsciente y desde allí procura volver, y a veces lo logra, pero de forma desfigurada. 
Tal cosa ocurre en este ejemplo que acabamos de explicar, y en todos los sueños que 
tenemos cuando nos vamos a dormir por la noche. 
Olvido de palabra extranjeras. 
Las palabras extranjeras también son susceptibles de olvidarse. Y, de hecho, con 
más frecuencia que las de la lengua materna. 
Freud nos trae, esta vez, un análisis. Pero en esta oportunidad, no de un olvido 
suyo, sino de otra persona. El viejo Freud se encontraba hablando con un joven intelectual 
sobre el pueblo judío. El joven era judío y se lamentaba que su generación sufriera tanto 
maltrato. 
Si leen la Eneida, un largo poema de Virgilio, se van a encontrar con que uno de 
sus protagonistas, Dido, le reclama a Eneas haberla abandonado. “Qué alguien surja de 
mis huesos como vengador”, exclama Dido furiosa mientras Eneas parte con sus naves. 
En Latín sería Exoriare aliquis nostris ex ossibus ultor. 
Les comento esto porque el joven judío con el que habla Freud, al lamentarse por 
la opresión que sufre su pueblo, exclama las mismas líneas, con la diferencia que en lugar 
de decirla completa se le olvida una palabra, “aliquis”, de modo que dice Exoriare nostris 
ex ossibus ultor. Ese es el olvido en cuestión. 
El joven quiere saber por qué se olvidó esa palabra, así que Freud lo exhorta a 
comunicarle con sinceridad y sin crítica alguna todo cuanto se le ocurra en relación al 
olvido. Vale la pena aclarar, de paso, que acá está haciendo uso de la asociación libre, 
concepto que nos remite al método psicoanalítico por excelencia. 
Acá no vamos a hablar mucho de la asociación libre ya que el texto no lo hace y 
no quiero enredarlos con tantos conceptos. Pero sí podemos decir, al menos para 
comenzar, que el método psicoanalítico tiene la estructura de un diálogo que busca la 
libre circulación de la palabra. Los componentes de este diálogo son tres: la palabra, el 
analista, y el analizado. Ahora bien, ¿por qué buscamos la libre circulación de la palabra, 
es decir, la no objeción crítica? Porque sólo de este modo podremos arribar a las 
profundidades del inconsciente. En la asociación libre, el analizado debe decir lo primero 
que se le venga a la cabeza sin objeción crítica, o sea, sin pensar que lo que piensa no 
tiene sentido, o sin caer presa de la vergüenza que podría darle expresarlo. Esa es la regla 
fundamental. Tiene que decirlo todo sin ocultar nada y sin mentirnos, porque ese es el 
material que a nosotros, como psicoanalistas, nos permitirá entender qué le pasa. Esta es 
la asociación libre, explicada muy por arriba. Pero está bien para empezar. 
A continuación, al chico se le ocurren diversas cosas a la hora de referirse a la 
palabra olvidada, que es “aliquis”. Primero, dividirla en “a” y “liquis”. Luego se le vienen 
a la cabeza las palabras “reliquias”, “liquidación”, “fluidez”. También piensa en los santos 
del calendario, y en un mito acerca de la “fluidificación” de la sangre de San Jenaro en 
una redoma en determinado día del mes. Por último, menciona que podría recibir una 
mala noticia de parte de una amante. 
Freud interpreta que el joven le preocupa que a la chica con la que sale no le venga 
la regla. 
Fíjense que entre las ocurrencias que tiene el muchacho aparece una referencia a 
la fluidificación de la sangre, lo que, claramente, hace alusión a la menstruación. También 
se menciona el calendario, es decir algo que se vincula con una fecha precisa, vale decir 
la del día en el que llega la sangre. Y por último se habla del miedo hacia una mala noticia. 
Se podría seguir analizando esto, de hecho Freud lo hace, pero con esto alcanza para 
entender que todo lo que se le ocurre al chico encierra el temor de que llegue esa mala 
noticia que representaría que la amante esté embarazada. 
La razón del olvido no fue la de haber sustraído su atención de un tema aún no 
concluido como sucedió con el caso Signorelli. Lo que sucedió, en realidad, fue que el 
nombre se olvida porque en el tema de la conversación se eleva inconscientemente una 
contradicción con la idea del deseo que figura en el tema. 
Expliquemos esto. El deseo que figura, que aparece en el tema, es el de tener 
descendencia, fíjense que él exclama que ojala surja de sus huesos un vengador. El joven 
ama al pueblo judía, así que el encantaría que alguien de su propia sangre lleve adelante 
la venganza. Sin embargo, en las profundidades del inconsciente hay un deseo 
contradictorio, que es el de no querer tener hijos, pues ellos supondrían una gran 
responsabilidad y consumo de tiempo. Entonces, desde el inconsciente, ese deseo 
reprimido de no querer tener hijos se asocia con el deseo consciente, el de sí querer 
tenerlos que se expresa en la cita, y entonces se produce el olvido de unas de las palabras 
que expresa este último deseo, aliquis. 
O sea que el joven no está dispuesto a aceptar que en el fondo no quiere tener 
hijos, por más que ellos sean los supuestos vengadores. Si no que quiere tiempo para sí 
mismo, más allá de lo que les pase a los judíos. Como este deseo le generaría cierta culpa 
procede a reprimirse. Y desde el inconsciente produce el olvido. 
Para terminar este ejemplo, decimos que el contenido manifiesto se ubica en el 
momento en el que el joven se queja por lo mal que le va al pueblo judío. Lo latente tiene 
que ver con la pregunta acerca de su deseo de ser padre. 
Ustedes en el parcial tienen que poder decir qué se esconde detrás de cada olvido 
y cómo funcionan los mismos. Por un lado, en el olvido de Freud de la palabra Signorelli 
lo que se esconde es la represión del doloroso suicidio de su paciente, y el motivo que 
genera el olvido es el hecho de que el tema anterior no se haya concluido, de manera tal 
que viene a perturbar el más nuevo, que era la charla sobre los artistas italianos. Y, por 
otro lado, en el olvido del judío, lo que se esconde es el deseo inconsciente de no tener 
descendencia, y el motivo del olvido tiene que ver con el hecho de que ese deseo 
inconsciente entre en contradicción con otro consciente, que es el de sí tenerla, de manera 
que el primer deseo, el inconsciente, se asocia con el segundo y hace que una de las 
palabras de la cita, aliquis, caiga reprimida también. 
Recuerdos de infancia y recuerdos encubridores. 
Lo que va a decir Freud al comienzo de este capítulo es que llama la atención que 
de las vivencias de la infancia por lo general sean las más triviales, o sea las que tienen 
menos valor, las que se recuerdan, mientras que aquellas que son importantes permanecen 
en el olvido. Dicho en criollo, muchas veces nos acordamos de las cosas boludas de 
nuestra infancia, y no de las que realmente marcaron nuestra vida. 
Ahora bien, los recuerdos indiferentes de la infancia deben su existencia a un 
proceso de desplazamiento a partir del cual los recuerdos verdaderamente importantes se 
ocultan. En otras palabras, las memorias triviales, tontas, son un sustituto de un recuerdo 
más importante que se ha reprimido, son lo que llamaríamos recuerdos encubridores, ya 
que se conservan no por sucontenido, sino por el vínculo asociativo que guardan con lo 
que cayó bajo los efectos de la represión, vale decir, con lo que encubren. 
Podemos recurrir al tiempo para tratar de describir a las diferentes formas en las 
que el desplazamiento puede darse. Tenemos, de esa manera, tres tipos de 
desplazamientos, atrasadores, adelantadores, y simultáneos. 
Cuando el recuerdo encubridor es anterior al recuerdo reprimido, o sea cuando las 
cosas sin importancia sucedieron antes de las importantes que se reprimieron, hablamos 
de un desplazamiento atrasador o retrocedente, que va hacia atrás en el tiempo. En 
cambio, cuando el contenido encubridor es posterior a lo que se reprime, cuando pasó 
después, estamos frente a un desplazamiento adelantador o avanzador. Finalmente, 
cuando el recuerdo encubridor y el reprimido se dieron al mismo tiempo, estamos ante un 
desplazamiento simultáneo o contiguo. 
El olvido de nombres con recordar fallido y el recuerdo encubridor, no son entre 
sí iguales. Lo que los diferencia, en principio, es que el recordar fallido del olvido de 
nombres se trata solamente de algunas cuantas palabras, mientras que el recuerdo 
encubridor tiene que ver con una vivencia completa, o sea en el recuerdo encubridor no 
recodamos sólo palabras, sino toda una vivencia que esconde otra más importante. 
Doy un ejemplo de recuerdo encubridor para que todo esto que hasta acá 
explicamos sea más aprehensible. Puede suceder que un chico haya sido abusado cuando 
era muy pequeño por un tío. En lugar de recordar el abuso, ese chico recuerda que su tío 
lo está retando muy feo. El reto sería, entonces, un recuerdo encubridor del abuso. 
Otra diferencia es que el olvido de nombres es un fracaso de la función mnésica, 
ya que no podemos recordar algo, mientras que en el recuerdo encubridor sí, más allá de 
que el recuerdo esconda una cosa reprimida. 
Por otro lado, en el olvido de nombres la perturbación de la memoria es 
momentánea en algún momento recordaremos el nombre. Con lo reprimido que se oculta 
detrás del recuerdo encubridor no pasa lo mismo, puede encontrarse oculto durante años, 
incluso eternamente. En ese sentido, sólo un análisis podría arrojar algo de luz para que 
volvamos consciente lo inconsciente. 
Ahora bien, también hay similitudes. En ambos casos hay un desacierto del 
recordar, la memoria no reproduce lo correcto, sino algo sustituto, ya sea un nombre que 
no es, o un recuerdo encubridor. Esto es así gracias al proceso del desplazamiento, a partir 
del cual la representación importante permanece oculta detrás de la superficial, de la de 
menor importancia. Todo esto indica que el fracaso de la función reproductora se debe a 
cierta tendencia que favorece un recuerdo y a la vez se empeña en perjudicar a otro. 
Tras hacer estas elucidaciones, Freud se pregunta qué tan atrás en la infancia se 
remontan los recuerdos. Algunos recuerdan cosas ya desde el primer año de vida, otros 
recién a los cinco o seis años. Como podrán observar, la amnesia infantil no tiene los 
mismos matices en todas las personas. Tengan en cuenta que llamamos amnesia infantil 
al hecho de no recordar las cosas que nos pasaron cuando éramos chiquitos. Lo primero 
que va a decir Freud al respecto es que si bien estas vivencias infantiles caen en el olvido, 
ellas son determinantes para el futuro de nuestra vida, como si de alguna manera se 
arraigaran en nuestra subjetividad, moldeándola. Por eso afirma que tales vivencias 
infantiles están en la base de la formación de todos los síntomas neuróticos. Vale decir 
que quien haya vivido ciertas cosas cuando pequeño, estará destinado a convertirse en un 
neurótico, o al menos a tener cierta predisposición. 
Otra cosa interesante que dice Freud es que de las vivencias más tempranas no 
poseemos un recuerdo real, sino en realidad una reelaboración posterior, como si de 
alguna manera todos los recuerdos de la infancia fueran encubridores. 
Un ejemplo a continuación. Un hombre recuerda con mucha, mucha claridad, que 
cuando era chiquito le preguntó a su tía la diferencia entre la N y la M. Ella le dijo que la 
M tiene un palito más. Posteriormente, quiso saber también qué diferenciaba a las nenas 
de los nenes, y bueno, de alguna manera, la dijo que la diferencia es la misma, “los nenes 
tienen un palito más”. Descubrir esto, al chico que causó una sorpresa muy grande, de tal 
manera que la vivencia cayó bajo los efectos de la represión. Sólo podía recordar la 
vivencia en la que su tía le explicaba las disimilitudes entre las dos letras, pero no entre 
los genitales. De esa manera, el recuerdo de la enseñanza sobre el abecedario es un 
recuerdo encubridor que encubre, valga la redundancia, al de la enseñanza sobre la 
diferencia anatómica. 
Para terminar con este texto, Freud nos trae un recuerdo encubridor que él mismo 
tuvo. Según era capaz de recordar, cuando tenía tres añitos se encontraba llorando frente 
a un armario mientras su hermanastro lo observaba. La causa del llanto era que su mamá 
no estaba allí, y entonces el pequeño Freud la buscó adentro del armario, pero para su 
pesar no la encontró. Finalmente, mamá llegó para calmarlo. Pero beste es un recuerdo 
encubridor. Lo que sucedió es que, tiempo antes, la familia de Freud había echado a una 
mucama porque les robaba. Freud le preguntó a su hermano mayor dónde estaba la mujer, 
y él le dijo “está encerrada”. Pero un día la madre de Freud también desapareció 
repentinamente, porque estaba internada haciendo el trabajo de parto. Entonces el 
pequeño Freud pensó que quizá también estaba encerrada, ¿dónde?, en el armario, por 
eso busco allí. Lo único que Freud podría recordar al principio era su propia imagen 
buscando dentro del armario, pero se había olvidado por completo de su niñero. De esa 
manera, el recuerdo encubridor del llanto y del armario esconde la partida de la niñera 
que a Freud no le fue indiferente. También hay en juego algunas cuestiones edípicas, pero 
Freud no profundiza al respecto, así que nosotros tampoco lo haremos. 
“La interpretación de los sueños”, Freud 
Acá vamos a trabajar algunas de las cosas más importantes del capítulo siete de la 
interpretación de los sueños. 
La regresión. 
El sueño es una vivencia alucinatoria de cumplimiento de deseo. 
Tomando una observación de Fechner, Freud dice que el escenario de los sueños 
no es el mismo que el de las representaciones de la vigilia, entendiendo por vigilia el 
hecho de estar despierto. 
Dicho esto, tenemos que imaginarnos al aparato psíquico como si fuera un 
microscopio. Cuando ponemos el ojo en la lente del microscopio, lo que vemos es una 
imagen virtual, es decir, no nos estamos enfrentando de forma directa con el objeto real 
que examinamos, como por ejemplo, una bacteria. Sin embargo, esa virtualidad nos 
permite descomponer y estudiar los elementos que en la lente se refractan. Con el aparato 
psíquico sucede lo mismo, cuando hablamos del aparato psíquico no tenemos que pensar 
en localidades anatómicas del orden de la realidad tangible, sino, más bien, tenemos que 
pensar en localidades psíquicas, en algo que es ideal, virtual, pero que, no obstante, nos 
sirve para estudiar las operaciones de nuestra psiquis, igual que el microscopio nos sirve 
para estudiar muchas otras cosas. 
A partir de acá, Freud se va a proponer conceptualizar al aparato psíquico, que 
ven en la imagen a continuación. 
. 
El aparato psíquico es imaginado por Freud como un instrumento compuesto por 
diferentes sistemas. 
Estos sistemas son el inconsciente, el preconsciente, y la consciencia, y hacen al 
aspecto tópico del aparato psíquico, y de la metapsicología freudiana. 
A raíz de ciertos procesos psíquicos los sistemas son recorridos por una 
excitación, por una energía, dentro de una determinada serie temporal. Este es el aspecto 
económico del aparato, cuya tarea más importante es tramitar la excitación y mantenerla 
lo más baja posible. 
Tenemos, además, el aspecto dinámico, el hechode los diferente sistemas de 
aparato psíquico se interrelacionan entre ellos. 
Así pues, la psicología freudiana está formada por estos tres aspectos que más o 
menos describimos, el tópico, el económico, y el dinámico. 
Freud asigna al aparato un extremo sensorial y un extremo motor. En el extremo 
sensorial se reciben las percepciones, y en el extremo motor se abren las esclusas de la 
motilidad, es decir, de movimiento. Por ejemplo, el extremo sensorial percibe la picadura 
de un mosquito, y el motor activa la acción necesaria para aplastarlo y que deje de 
molestar. 
Usualmente, la excitación va del extremo de la percepción hacia el de la motilidad, 
o sea, es progrediente.
Otro detalle pertinente es que percepción y memoria se excluyen. Esto quiere decir 
que el sistema de las percepciones recibe los estímulos, pero nada conserva de ellos, y 
por tanto carece de memoria. Es necesario un segundo sistema que convierta la excitación 
momentánea, pasajera, de la percepción en huellas que sean permanentes. Nos referimos 
a las huellas mnémicas, que tienen como función la memoria. 
Freud habla de la existencia de dos instancias psíquicas, el preconsciente y el 
inconsciente. 
Llama al preconsciente “instancia criticadora”, ya que, valga la redundancia, 
critica al inconsciente impidiendo que éste devenga consciente. 
A raíz de esto, el inconsciente es denominado “instancia criticada”. 
Podemos decir que el preconsciente se encuentra entre el inconsciente y la 
consciencia como una pantalla, es una instancia que se interpone entre el inconsciente y 
la consciencia y define que se vuelve consciente y qué no, a veces Freud lo llama 
“censor”. 
El preconsciente guía nuestra vida de vigilia, o sea, nuestra vida despierta, y 
gobierna nuestra movilidad, es decir el movimiento. Las representaciones que se 
encuentran en el preconsciente pueden alcanzar sin más demora la consciencia, sólo se 
necesita un esfuerzo de atención. Por ejemplo, la fecha de mi cumpleaños está en mi 
preconsciente, lo único que necesito para recordarla es que alguien me la pregunte. 
Al contrario, las representaciones que habitan en el inconsciente no tienen acceso 
a la consciencia. Sí se las quiere abordar no basta con la atención, sino con un arduo 
trabajo de psicoanálisis. 
El inconsciente constantemente busca alcanzar la consciencia. Lo que sucede es 
que durante el día, la censura del preconsciente se lo impide. Ahora bien, durante la noche, 
cuando dormimos, la censura disminuye, es si se quiere más débil, ya no opera esa 
contracorriente, y entonces el inconsciente puede abrirse paso y exteriorizarse en el 
sueño. 
Otro factor que da lugar al sueño, además de la disminución de la censura, es la 
atracción que ejerce desde el inconsciente los pensamientos reprimidos. 
La excitación, en el sueño, toma un camino de reflujo. 
Esto quiere decir que en vez de ser progrediente, en vez propagarse del polo 
perceptual al polo motor como sucede cuando estamos despiertos, se propaga al revés, 
del polo motor al polo perceptual. 
Si a la dirección según la cual el proceso psíquico se continúa en la vida de vigilia 
la llamamos progrediente, estamos autorizados a decir que el sueño tiene, al contrario, 
carácter regrediente, e insisto con que esto quiere decir que en él la excitación no va del 
polo perceptual al motor, sino del motor al perceptual. 
A eso nos referimos al hablar de regresión, al hecho de que, en el sueño, la 
excitación vuelve a mudarse en la imagen perceptual de la que alguna vez partió, inviste 
hacia la plena vivacidad sensorial el sistema de las percepciones y genera, así, la 
alucinación onírica. 
No está de más decir que la regresión no es exclusiva de los sueños. También la 
vemos en otros ámbitos, como son la psicosis y el pensamiento 
Para terminar con el punto B, Freud dice que tenemos tres modos de regresión. En 
primer lugar, una regresión tópica. Esto remite al recorrido de la excitación por los 
diferentes sistemas de la tópica del aparato. Una regresión que dijimos, va del polo motor 
al polo perceptual. En segundo lugar, tenemos una regresión temporal, en la medida en 
que el sueño se trata de una retrogresión a formaciones psíquicas antiguas, a escenas 
infantiles. En tercer y último lugar tenemos una regresión formal, en el sentido de 
que 
modos primitivos de expresión sustituyen a los habituales. Sobre este tercer tipo de 
regresión volveremos más adelante para explicarla mejor. 
Acerca del cumplimiento de deseo. 
Acá Freud va a profundizar sobre esta cuestión de que el sueño es un 
cumplimiento de deseo sexual, infantil y reprimido. 
A medida que vamos creciendo, aprendemos a controlar nuestra vida pulsional, y 
entonces los sueños no tienen la misma intensidad, el mismo poder para generar las 
alteraciones necesarias que dan lugar al sueño. 
Dicho esto, el único deseo que tiene la fuerza de excitar la formación de un sueño 
es el deseo inconsciente. 
Para ilustrar y desarrollar eso Freud recurre a una metáfora, la del empresario y el 
capitalista. 
El capitalista, por así decir, es el que aporta la plata, es el inversor. Sin plata, el 
empresario, no podría llevar adelante sus negocios. Dicho esto, Freud afirma que el deseo 
inconsciente es el capitalista, es la fuerza impulsora del sueño. Por su parte, el resto 
diurno, entendiendo por resto diurno a las vivencias inmediatamente anteriores al sueño, 
es el empresario, o sea, sólo puede excitar un sueño si entra en conexión, de alguna 
manera, con el inconsciente. 
Freud se va a preguntar acerca del origen del deseo, y lo va a encontrar en la 
denominada “primera vivencia de satisfacción”. 
Las grandes necesidades corporales atacan al aparato psíquico. A partir de esto, el 
aparato busca una descarga en la motilidad, en el movimiento. Por eso, cuando, por 
ejemplo, el bebé tiene hambre, llora. Pero como el displacer viene de adentro, el llanto no 
sirve de nada, sigue teniendo hambre. Las cosas sólo pueden cambiar cuando la primera 
vivencia de satisfacción cancela el estímulo interno, cuando la madre alimenta por 
primera vez a su niño. Algo esencial de esta vivencia es que aparece una percepción, que 
es la satisfacción, cuya imagen queda, de ahí en más, asociada a la excitación de la 
necesidad. Por eso, cada vez que la necesidad reaparezca, cada vez que, siguiendo con 
nuestro ejemplo, vuelva el hambre, se generará una moción que pugnará por reproducir 
esa primera percepción y restablecer la situación de la satisfacción primera. Esa moción 
es lo que llamamos deseo. 
Acá hay que aclarar algo importantísimo. Cuando hablamos de la primera vivencia 
de satisfacción, nos referimos al hambre y a la madre que alimenta al niño. Esto no quiere 
decir que la primera vivencia de satisfacción se encuentre en el amamantamiento de la 
madre al hijo, eso es solamente un ejemplo que dimos para que se entienda mejor. Porque 
en realidad la primera vivencia de satisfacción es mítica, es decir, está perdida, lo mismo 
que su objeto, no se sabe con precisión dónde está y qué fue lo que la produjo, de ahí que 
el deseo nunca pueda consumarse del todo, de ahí que constantemente estemos deseando 
cosas. 
El proceso primario y el proceso secundario. La represión. 
Tenemos dos modos de funcionamiento para el aparato psíquico, el proceso 
primario y el proceso secundario. 
Freud dice que el proceso primario está asociado de forma directa con el principio 
de placer. Este proceso busca la satisfacción de forma inmediata, por medio de la 
alucinación, y desinteresándose por la realidad. Si, por ejemplo, tengo hambre, la forma 
más rápida para cumplir el deseo de comer es alucinar la comida. El aparato psíquico del 
ser humano primitivo trabajaba de esta manera, a partir de la llamada “identidad 
perceptiva”, que es propia del proceso primario, y busca reeditar la primera vivencia de 
satisfacción por medio de la alucinación, ya que es la forma más rápida, el camino más 
corto para la satisfacción. 
Peroel hecho de que la alucinación no proporcionara un objeto real, hizo que 
paulatinamente el aparato psíquico evolucionara y se sometiera a la realidad para 
encontrar el objeto. Entonces, los primitivos dejaron de alucinar la carne, y empezaron a 
buscarla en los animales que los rodeaban. Acá interviene el proceso secundario, que es 
inherente al principio de realidad y a la identidad de pensamiento. A partir de la identidad 
de pensamiento, propia, dijimos, del proceso secundario, y que tiene que ver con las 
huellas mnémicas, el hombre se consagra a la razón y logra transformar el mundo, por 
ejemplo, creando un arma para cazar animales y descubriendo el fuego para cocinar la 
carne, y así alimentarse por fin. Entonces, el proceso secundario le da un rodeo a la 
satisfacción, no la persigue en la inmediatez con la alucinación, sino que la aplaza para 
encontrarla en la realidad. 
Acá Freud también habla de a la represión. La represión es "un esfuerzo de 
desalojo psíquico de la consciencia. El yo, a partir de la represión, rechaza de la 
consciencia todas las mociones que van en contra de sus ideales, y las confina al 
inconsciente. En definitiva, la represión ataca todo lo que es susceptible de generarle 
displacer al yo. 
El síntoma, por su parte, es el precio a pagar por la represión. Lo que no logra 
llegar a la consciencia por la vía normal, busca alternativas a través de la patología. En el 
síntoma se expresa todo lo reprimido, aunque de forma desfigurada, lo que, muchas veces, 
hace que esto sea difícil de advertir. 
Freud define a los síntomas como una “formación de compromiso” entre el deseo 
inconsciente y la defensa del yo. Es como si se tratara de un acuerdo entre lo inconsciente 
y el yo, como si las dos partes lograran sus cometidos. Por su parte, el inconsciente quiere 
expresarse, y gracias al síntoma lo logra. Por otro lado, el yo busca desentenderse de todo 
lo que le hace mal, de todo lo que le genera displacer, y el síntoma se lo permite, ya que 
es una desfiguración que de alguna manera mantiene oculto al inconsciente. Sin embargo, 
el síntoma nunca deja de ser doloroso, o al menos molesto, y por eso debe trabajarse con 
él a fin de eliminarlo. 
Lo inconsciente y la consciencia. La realidad. 
Al hablar de lo inconsciente, Freud va en contra de la concepción filosófica que 
sostiene que el psiquismo se reduce a la consciencia. Para los filósofos, lo único que 
existía, a nivel del psiquismo, era la consciencia. No tenían en cuenta algo del orden de 
lo inconsciente. Freud es el primero en formular al inconsciente como tal, y por eso 
decimos que su obra representa una revolución copernicana. En Freud, el psiquismo es 
mucho más que la consciencia, es también inconsciente. Todo lo psíquico, dice él, es en 
principio inconsciente. 
Lo inconsciente es el círculo más vasto, que incluye dentro suyo al círculo más 
pequeño de lo consciente. Por su parte, todo lo consciente tiene una etapa previa 
inconsciente, mientras que lo inconsciente puede persistir en esa etapa y no obstante 
reclamar para sí el valor íntegro de una operación psíquica. Lo inconsciente es lo psíquico 
verdaderamente real, nos es tan desconocido en su naturaleza interna como lo real del 
mundo exterior, y nos es dado por los datos de la consciencia de manera tan incompleta 
como lo es el mundo exterior por las indicaciones de nuestros órganos sensoriales. 
Estas cosas las profundizaremos en el próximo texto. 
¿Y qué papel resta en el esquema de Freud a esa consciencia antaño todopoderosa 
y que todo lo recubría? 
La consciencia es, en Freud, un órgano sensorial para la percepción tanto del 
placer como del displacer. 
Todo lo estudiado hasta esta parte del resumen, lo encuentran profundizado en el 
Ig TV de @psico.acolores, en los videos verdes dedicados a Psicología. 
"La no equivalencia entre psiquismo y consciencia", Gentile 
En La interpretación de los sueños, Freud va a decirnos que el inconsciente es lo psíquico 
más relevante. 
A partir de ahí, el psiquismo ya no es lo mismo que la consciencia, o, en otras 
palabras, el psiquismo no se reduce a la consciencia, sino que es mucho más profundo 
que ella, siendo la consciencia, simplemente, la punta del iceberg que esconde, debajo de 
su superficie, algo mucho más inmenso e importante. 
Esta es la revolución que lleva adelante Sigmund Freud, una revolución que tiene 
que ver con la concepción que tenemos del sujeto. 
A partir de acá, el sujeto, en palabras de Jacques Lacan, esta escindido, está 
descentrado respecto de su consciencia. Hay, en él, muchas cosas que se le escapan, que 
no sabe bien de dónde vienen y porqué las hace. A esto se refiere Lacan cuando dice que 
el inconsciente escapa a todo ese círculo de certidumbres donde nos reconocemos a 
nosotros mismos, el inconsciente es, en suma, la parte más desconocida de nosotros, esa 
parte que el psicoanálisis nos revela incluso aunque a veces nos pese enfrentarnos a ella. 
Tal es la concepción que tenemos del sujeto en la contemporaneidad, un sujeto 
escindido y descentrado respecto de su consciencia, un sujeto inconsciente, al menos en 
lo que atañe a los matices más importantes de su personalidad. 
Ahora, hagamos un recorrido histórico para saber cómo llegamos a esta 
concepción del sujeto. 
Cerca de 1850, la sociedad occidental se encontraba frente al auge del positivismo. 
En la ideología de la época, se tenía una total confianza en la ciencia y en su capacidad 
para resolver problemas. De esa manera, el único conocimiento considerado como 
legítimo era, no sólo el alejado de toda especulación metafísica, sino también el obtenido 
bajo el ala del método científico. 
Es en ese contexto que algunos años más tarde, en 1879, aparece, en Leipzig, en 
Alemania, el laboratorio de psicología experimental de Wilhelm Wundt. Es el 
surgimiento de la psicología científica y experimental, una psicología moderna que por 
primera vez se presentaba como independiente de la filosofía, siguiendo estrictamente el 
método experimental, todo bajo el pensamiento de que si el método había podido explicar 
el universo, también tenía que poder hacerlo con el ser humano. 
Dicho de forma muy esquemática, según el método experimental, la investigación 
debía partir de datos positivos, debía partir de datos que proviniesen de la experiencia, o 
sea, nada de especulaciones metafísicas y esas cosas propias de la filosofía. La 
observación de estos datos llevaría, más tarde, a la formulación de hipótesis provisorias 
destinadas a resolver el problema. Después, mediante experimentos, las hipótesis tenían 
que ser verificadas, para, finalmente, formular las leyes que explicaran los fenómenos 
estudiados. El método científico que acabamos de describir es propuesto por Galileo 
Galilei, sus pasos forman parte del racionamiento de René Descartes y su efectividad se 
consagra en la obra de Isaac Newton. 
La psicología como disciplina independiente de la filosofía surge, entonces, de esa 
cosmovisión positivista y mecanicista de mediados del siglo XIX. El paradigma científico 
de la época era, entonces, el de las ciencias naturales y experimentales, por eso era de 
esperar que la psicología tarde o temprano se involucrara con el laboratorio, hecho que 
no tardo en darse con Wundt. 
El problema que se presentaba al seguir los cánones científicos era que el intento 
de medir las cosas con total exactitud se terminaba dejando de lado todo lo que tenía que 
ver con el sujeto, todo lo que tenía que ver con la subjetividad propia del ser humano. 
Otro tipo de problemas, como los atenientes a la relación entre cuerpo y alma, 
quedaron sin resolver. En ese sentido, hacia finales del siglo XIX, los investigadores de 
psicofísica postularon que el cuerpo y el alma, o como decimos hoy, la mente y el cuerpo, 
eran cosas distintas, pero que interactuaban en paralelo. Ahora bien, lo único que pudieron 
demostrar era que existía una relación entre la intensidad de un estímulo aplicado en el 
cuerpoy el registro de su sensación, así, por ejemplo, cuanto mas fuerte me pincharan, 
mayor sería la intensidad del registro en el psiquismo de ese pinchazo. Todo se redujo a 
la comunión entre estímulos y sensaciones, y las cuestiones sobre si la mente y el cuerpo 
son de la misma naturaleza o si se pueden estudiar ambos elementos de la misma manera 
resultaron inconclusos. Los neurocientíficos no llegaron más lejos con sus intentos. 
Los manuales de historia dicen que en 1879 se puede fijar la fecha del nacimiento 
de la psicología moderna, científica y experimental, dirigido por Wilhelm Wundt. En este 
marco, el objeto de estudio de la psicología científica-experimental eran los contenidos 
de la consciencia en su experiencia inmediata (las sensaciones), y su método era el de la 
introspección. Los contenidos complejos de la consciencia, tales como las creencias, los 
pensamientos, los ideales, quedaban como tema de la denominada por Wundt, "psicología 
de los pueblos". 
En estas pinceladas históricas que dimos podemos destacar tres consecuencias: la 
consciencia quedaba reducida a sus contenidos simples; la psicología nació dividida, por 
un lado, en una individual y experimental, subsidiaria de la fisiología, y, por otro lado, en 
una más social, subsidiaria de la historia y la antropología; por último, una tercera 
consecuencia es que las preguntas relacionadas con la consciencia quedaron abiertas, y 
todavía hoy esperamos que las ciencias cognitivas den alguna respuesta más o menos 
satisfactoria. 
La tercera característica alude al hecho de que cada vez que el progreso de la 
investigación pareciera fijar definitivamente alguna referencia, alguna respuesta a estas 
inquietudes, reaparecen o se repiten, con nuevos términos, los viejos problemas, dando 
lugar a una frontera que se vuelve imposible de alcanzar, o, como pasa cada vez que 
caminamos hacia el horizonte, se recorre el camino y se va teniendo la ilusión de la pronta 
llegada, pero ocurre que el horizonte se va desplazando y siempre quedamos a la misma 
distancia. Eso es lo que al autor llama "el horizonte semántico de la psicología", concepto 
que se refiere a esos momentos, en la historia de nuestra disciplina, en los que se tiene la 
convicción de haber dado con un descubrimiento sólido, fijo y verdadero, pero luego se 
entiende que fue todo una simple ilusión. 
Algunas de esas cosas ya las abordamos en otros textos. 
Luego aparece el psicoanálisis, y las cosas que hemos dicho acerca del 
descentramiento del sujeto. 
Con el psicoanálisis, el psiquismo no es igual a la consciencia, no hay una 
equivalencia entre psiquismo y consciencia, porque el psiquismo va mucho más allá de 
la consciencia, hay una parte inconsciente que es mucho más importante. 
En ese sentido el sujeto está descentrado, descentrado respecto de la consciencia. 
Ahora vamos a repasar algunas conceptos que ya trabajamos cuando estudiamos 
el capítulo siete de la Interpretación de los sueños, tales como metapsicología, sistema 
inconsciente, sistema preconsciente, sistema consciente, regresión, deseo, proceso 
primario, proceso secundario, represión, desplazamiento y condensación. 
En ese libro Freud comienza a dar cuenta de su metapsicología, entendiendo por 
metapsicología una psicología que va más allá de la consciencia, y en la que se postula al 
inconsciente como un sistema que sólo puede desear y que determina y estructura al 
sujeto. 
El aparato psíquico, en sus aspectos tópicos, económicos, y dinámicos, ejes 
centrales de la metapsicología, incluye tres sistemas, el inconsciente, el preconsciente, y 
la consciencia. 
El sistema inconsciente es el más alejado de la consciencia, contiene las huellas 
mnémicas más primitivas, provee el empuje para el funcionamiento de todo lo psíquico, 
y es la instancia criticada y por lo tanto excluida del curso habitual de la actividad psíquica 
consciente. El inconsciente puede ser formulado tanto descriptivamente como 
sistemáticamente. Hablar del inconsciente en términos descriptivos es, valga la 
redundancia, describirlo, o sea, decir que es lo que carece de consciencia, que es 
insusceptible de consciencia. Pero también se puede hablar del inconsciente en términos 
sistemáticos, es decir, considerarlo como un sistema que funciona con leyes propias y 
diferentes a la de los otros sistemas. 
El sistema preconsciente es el, por el contrario, el sistema más cercano a la 
consciencia, a la que puede acceder fácilmente. Es, justamente, un intermediario entre 
ella y el inconsciente. Las funciones que Freud le asigna a este sistema son las de contener 
las huellas mnémicas actuales -en particular las vinculadas con las reglas semánticas y 
sintácticas del lenguaje-, la de regular el funcionamiento de la atención, la de encargarse 
del acceso a la motricidad, y, finalmente, la función de participar con la consciencia de 
esa instancia criticadora que excluye ciertos pensamientos por considerarlos 
inadecuados. 
La principal función del sistema consciente es la percepción de los estímulos 
endógenos (los que provienen del interior del organismo y son permanentes), y los 
estímulos exógenos (los que provienen del exterior y son intermitentes). Por otro lado, 
aporta la cualidad de los procesos psíquicos que llamamos consciencia. No contiene 
huellas mnémicas, pues percepción y memoria se excluyen. Participa con el sistema 
preconsciente de la instancia criticadora, y también con ese sistema contribuye a la 
conexión con la palabra y al funcionamiento de la atención. En otras palabras, la 
consciencia es un órgano sensorial, análogo a los sistemas perceptores, cuya función es 
la percepción de cualidades psíquicas. La cualidad que la consciencia sobrepone a la 
percepción provoca que el sujeto se percate de un determinado proceso psíquico, que, 
justamente, tenga consciencia de lo que placentero y displacentero que pasa a su 
alrededor, cosa que no ocurre con los fenómenos que son re orden inconsciente. 
Freud estudia la regresión para poder explicar el carácter alucinatorio del sueño. 
Por alucinación debe entenderse una experiencia anímica muy especial consistente en la 
presencia poderosa de una imagen y la sensación del sujeto de estar viviendo la escena en 
la que la alucinación se presenta. El carácter alucinatorio del sueño es esencial porque 
todo el texto del sueño, salvo contadas excepciones, se presenta en imagen y su fuerza 
hace que reemplace a la vivencia real. En realidad, las imágenes que componen la escena 
onírica, la escena del sueño, no son imágenes, sino pensamientos representados de un 
modo regresivo. A partir de ahí, la regresión se define como el trabajo psíquico que 
transforma el pensamiento en la imagen sensorial de la que alguna vez partió, como el 
proceso psíquico que inviste hacia la plena vivacidad sensorial el polo de las percepciones 
y, como el faro en el medio de la noche, nos deja ver una imagen, la que se presenta en el 
sueño. Vale decir que lo regresivo es lo primitivo en la organización del psiquismo, y es 
el camino más corto, regulado por el principio de placer, para recuperar la vivencia de 
satisfacción. La alucinación se produciría porque en su funcionamiento regresivo el 
aparato anímico puede recuperar algo de lo que fue muy primitivamente registrado en 
imágenes, las escenas pasadas que tan importantes fueron para nuestra vida. 
El deseo es la moción o el empuje que apunta a recuperar el objeto perdido, que 
apunta a recuperar la primera vivencia de satisfacción. El deseo pertenece al sistema 
inconsciente y es el motor que pone a funcionar al aparato psíquico partiendo del displacer 
y apuntando al placer. Cuando Freud se refiere al cumplimiento de deseo como tal, dirá 
que hay dos caminos para alcanzar la experiencia de satisfacción. Uno de los caminos es 
casi inmediato, busca la identidad de percepción, que es la base de la alucinación, y el 
otro admite un retraso o postergación buscando identidad de pensamiento, o sea, llega a 
la experienciade satisfacción haciendo un rodeo en virtud de atenerse a la realidad con el 
fin de encontrar realmente la disponibilidad del objeto. La identidad de percepción es 
propia del proceso primario, y la identidad de pensamiento propia del proceso del 
secundario. 
Todos los productos psíquicos, ya sea los normales o los patológicos, se forman 
por la intervención de dos procesos de naturaleza diferente. Uno corresponde al sistema 
inconsciente, el proceso primario, y el otro al sistema preconsciente y consciente, el 
proceso secundario. 
Por un lado, el proceso primario es el primero cronológicamente, y el más 
importante. Este proceso se asocia con el principio placer-displacer y con la identidad de 
percepción. Es el proceso inhibido o reprimido. Funciona a partir del desplazamiento y la 
condensación, y, finalmente, tiene que con asociaciones prelógicas. 
En cambio, el proceso secundario se constituye poco a poco a lo largo de la vida. 
Este proceso se asocia con el principio de realidad y con la identidad de pensamiento, 
que, dijimos, no busca la satisfacción en la inmediatez, como sí lo hacía la identidad 
perceptiva, sino que por el contrario la encuentra en la realidad. Es el proceso inhibidor o 
represor. Funciona a partir de la cohesión del sentido y significado de las representaciones 
del mundo. Tiene que ver con las asociaciones lógicas. 
Proceso primario y proceso secundario se contradicen entre sí, y ese conflicto 
muchas veces lleva a la neurosis. 
En este contexto se define a la represión como la acción psíquica que limita, 
coarta, el desempeño pleno del proceso primario (el aparato psíquico no podría funcionar 
por mucho tiempo sólo con los medios del proceso primario, hace falta que otro proceso 
lo inhiba y corrija). Su esencia es la de inhibir el displacer que puede producir una 
representación asociada con el sistema inconsciente. Al mismo tiempo, la condición 
previa de la represión es la existencia de huellas mnémicas que desde el origen fueron 
inconscientes, recuerdos que nunca fueron transcriptos en palabras, y tienen que ver con 
la más remota infancia. 
A CONTINUACIÓN, BREVES COMENTARIOS, A MODO DE RESUMEN, ACERCA DE 
LOS CONTENIDOS SOBRE SEXUALIDAD HUMANA. 
Antes de que apareciera Freud, lo sexual era lo indecoroso, por así decir, lo inadecuado, 
eso de lo que no estaba permitido hablar. 
Cuando avancen en la obra del padre del psicoanálisis, verán que los síntomas de 
la histeria, y de la neurosis en general, representan, muchas veces, cosas sexuales. 
Es decir que el psicoanálisis no tiene ningún problema en aceptar la importancia 
que reviste la sexualidad para los seres humanos, ya sea en la vida normal o en la 
enfermedad. 
Para muchos autores, lo sexual sólo tiene que ver con el acto sexual, o, más bien, 
con la ganancia de placer que se consigue exclusivamente a través de la unión con el 
órgano genital del sexo opuesto, y que apunta a la reproducción. 
Sin embargo, Freud no acepta eso. Si, por ejemplo, convertimos a la función de la 
reproducción en el núcleo de la sexualidad, se corre el riesgo de excluir toda una serie de 
cosas que no apuntan a la reproducción, y que, no obstante, son con seguridad sexuales, 
como la masturbación y el besar. 
Entonces en Freud, la sexualidad no es tan restringida. Lo que hace Freud es 
devolverle a la sexualidad su extensión correcta, ampliarla. 
Y tanto amplía Freud al concepto de sexualidad, que ella, o sea la sexualidad, 
alcanza también a los niños. Es decir, el psicoanálisis va a existir que existe una 
sexualidad infantil, y que esa sexualidad es determinante en la vida psíquica. 
Lo que acabamos de decir sobre los niños da cuenta de un hallazgo propio de 
psicoanálisis, que ellos ya tienen, desde el nacimiento, vida sexual. Para Freud, pensar 
que la sexualidad es algo que aparece con la adolescencia es inverosímil desde el punto 
de vista biológico. Lo que despierta a esa edad es, en realidad, la función de la 
reproducción y la genitalidad. 
Para el psicoanálisis, la sexualidad infantil es, entonces, un hecho. Hay en los 
niños una búsqueda del placer. 
Entonces, lo que tenemos en la pubertad no es el nacimiento de la pulsión, sino, 
su regreso. La sexualidad ya existía desde antes, en la infancia. 
Si olvidamos la sexualidad infantil, hecho que Freud denomina amnesia infantil, 
es porque la educación reprime dicha sexualidad, pues le teme a la pulsión, en tanto se 
cree que puede representar un peligro para la cultura si no se sublima, es decir, si no se 
desvía de su meta sexual. 
A partir de acá Freud se propone conceptualizar a la libido. Básicamente, la libido 
nombra la fuerza en la cual se exterioriza la pulsión sexual 
¿Pero qué es la pulsión? 
En una consideración de la vida anímica desde lo biológico, la pulsión nos aparece 
como un concepto fronterizo entre lo anímico y lo somático, como un representante 
psíquico de los estímulos que provienen del interior del cuerpo y alcanzan el alma. Tengan 
en cuenta que esta no es la única definición de pulsión, yo la tomo porque a mí me gusta, 
pero Freud la conceptualiza a lo largo de gran parte de su obra. 
Y ya vemos libido en los niños. Eso quiere mostrar Freud al hablar de sexualidad 
infantil. 
Son dos los grandes caracteres de la sexualidad infantil, en primer lugar, que nace 
apuntalándose en la satisfacción de las grandes necesidades orgánicas. Y, en segundo 
lugar, que luego pasa a comportarse de manera autoerótica, es decir, busca y encuentra 
sus objetos en el propio cuerpo. 
Por otro lado, la vida sexual infantil, como de alguna manera ya íbamos 
adelantando, siempre es de índole perversa, porque le falta lo que convierte a la 
sexualidad en la función de la reproducción. En Freud cuando hablamos de perversión 
nos referimos al desvío respecto de la norma, particularmente, el desvío respecto de la 
reproducción como la meta. De hecho, el carácter común a todas las perversiones dice el 
padre del psicoanálisis es que han abandonado la meta de la reproducción. 
Otra cuestión característica de la sexualidad infantil es la investigación sexual, a 
ustedes también les preguntan sobre ella. Freud dice que la investigación sexual infantil 
empieza muy temprano, antes del tercer año de vida. El interés sexual del niño se dirige 
primero a saber de dónde vienen los bebés. Cuando se les dice que los trae la cigüeña, por 
lo general él no se lo cree. Primero supone que los niños nacen cuando se ha comido algo 
en particular, y no sabe que sólo las mujeres pueden tenerlo. Más tarde, advierte esta 
restricción y deja de creer que los niños vienen de la comida. Al crecer, pronto observa 
que el padre tiene que desempeñar algún papel en la venida de los niños, pero no puede 
entender cuál. Si por casualidad es testigo de un acto sexual, lo ve como un intento de 
sometimiento, como una violencia, es el malentendido sádico del coito. Pero al comienzo 
no conecta este acto con el nacimiento del hijo. A una edad más avanzada, sospecha que 
el órgano masculino tiene una participación esencial en la generación de los niños pero 
no puede atribuir a esta parte del cuerpo otra función que no sea la micción. Van a pensar 
que los niños vienen al mundo como una porción de excremento. Después pensarán que 
nacen del pecho, o el ombligo. De esa manera, el niño se va aproximando en su 
conocimiento de los hechos sexuales. Si bien en este texto Freud dice que lo primero en 
la investigación sexual infantil es preguntarse de dónde vienen los niños, en otro texto 
titulado Algunas consecuencias psíquicas de la diferencia anatómica de los sexos, se 
corrige y dice que el primer problema es la diferencia de los sexos. Veamos qué quiere 
decir esto de la diferencia entre los sexos. Al comienzo, el varón atribuye tanto al nene 
como a la nena un mismo genital, el masculino. O sea piensa, convencido, que tanto nenes 
y nenas tienen pene. Si después, cuando la mamá sale desnuda del baño, o cuando están 
cambiando arriba de la mesa a la

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