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Educar la mirada. 
Reflexiones a partir de una experiencia de formación docente. 
 
Ana Abramowski 
FLACSO/Argentina 
 
 
Dándole vueltas a esta presentación vinieron a mi cabeza dos preguntas. La 
primera es: ¿Qué tienen las imágenes que la pedagogía no tenga? Sí, suena a 
reclamo melodramático y en parte lo es. Ocurre que hace un tiempo siento que la 
pedagogía se siente un poco abandonada y me reclama, ¿qué tienen ellas que yo 
no tenga? Entonces voy a intentar contestarle a la pedagogía esta pregunta. 
 
La otra pregunta es la misma, pero invertida. Y me la voy a hacer yo antes de que 
me la hagan ustedes: ¿Qué tiene la pedagogía que las imágenes no tengan? 
Qué tiene la pedagogía para decir, pensar, aportar, cuando las imágenes entran al 
aula. 
 
Voy a responder estas preguntas a partir de mi tarea. En el 2005 hemos 
organizado en el área Educación de FLACSO, un curso de capacitación virtual que 
se llama: Identidades y pedagogía. Aportes de la imagen para trabajar la 
diversidad en la educación. Allí buscamos realizar un cruce entre la temática de la 
identidad, la diversidad y la discriminación, y la forma, la manera de decir, que 
tienen las imágenes. 
 
¿Por qué decidimos incorporar imágenes? Es decir, ¿qué tienen ellas que la 
pedagogía no tenga? O dicho, de otro modo ¿Qué agrega, quita, modifica el uso 
de imágenes a la hora de transmitir? Respondo: 
 
1. Por un lado, hay imágenes que tienen un gran poder de activación de la 
atención de los espectadores. Hay imágenes que nos miran, que nos 
devuelven la mirada, que nos punzan, que se nos clavan, que nos 
acompañan toda la vida. Las imágenes son poderosos vehículos de 
transmisión de ideas, valores, emociones. (Malosetti Costa, 2005). 
 
2. Además, muchas imágenes tienen la capacidad de hacer tajos, de 
agujerear, de movilizar aquello que se ha sedimentado. A veces funcionan 
como unos “potentes prismáticos”, dice Susan Buck Morss (2005), que 
intensifican la experiencia e iluminan realidades que de otro modo pasarían 
inadvertidas. En el ámbito educativo, muchas imágenes tienen la capacidad 
de hacer ingresar a las escenas de formación, temas, preguntas, problemas 
que tal vez por las vías habituales no entrarían. Y sus tajos dan aire y luz a 
los conceptos. Les permiten renovarse, refrescarse. 
 
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3. Otra particularidad de las imágenes. Se trata de objetos no didactizados, no 
concebidos para enseñar o para “ir a la escuela”. No traen manual de 
instrucciones. Esto puede generar inquietud y cierta incomodidad. Porque al 
trabajar con imágenes uno se bambolea entre lo escolarizado y lo no 
escolarizado. En este punto, el de la dificultad, la incomodidad, el desorden, 
reside también la riqueza, la ganancia del trabajo con imágenes. 
 
4. Una característica más de las imágenes: nos interrogan desde un lugar en 
el que está implicado el gusto (o el disgusto), la atracción, la belleza. Aquí 
querría citar a dos intelectuales que han trabajado este asunto. Uno es 
Roland Barthes, que en su ensayo La cámara lúcida, plantea que su guía 
para estudiar y analizar la fotografía fue precisamente la atracción que 
sentía hacia ciertas fotos. El proponía revalorizar ese “me gusta, no me 
gusta”, las preferencias, las repugnancias, las indiferencias. (Barthes, 2006) 
La otra intelectual que se ocupó de pensar a las imágenes fue Susan 
Sontag. En uno de sus clásicos libros, Sobre la fotografía, dice que “nadie 
jamás descubrió la fealdad por medio de las fotografías. Pero muchos, por 
medio de las fotografías, han descubierto la belleza. (…) lo que mueve a la 
gente a hacer fotografías es el hallazgo de algo bello.” (Sontag, 2006: 125). 
Aun cuando la fotografía quiere ser “cruda”, cruel, embellece, dice Sontag. 
Las imágenes nos hacen revisar, entre otras cosas, nuestros parámetros 
acerca de la belleza y la fealdad. Hay muchas discusiones en torno a este 
asunto. Porque hay quienes sostienen que la belleza, el embellecimiento, 
“distraen” la atención de las cosas importantes, como si las “taparan”. En 
relación con esto, muchas veces pareciera que tenemos que pedir permiso 
para reír, para ver belleza, para disfrutar. Lo cierto es que en educación no 
sabemos muy bien qué hacer con el rubro “sensibilidades”, nos descolocan 
bastante esas referencias, y no sabemos qué estatuto darles, dónde 
ponerlas. 
 
5. Por estos motivos, la interpelación pedagógica a partir imágenes suele ser 
de las más insospechadas. Podés tener algunas previsiones, pero las más 
de las veces no sabés qué va a pasar cuando les preguntás a tus alumnos 
“¿qué ven?”. 
 
 
Para profundizar un poco más sobre estas cuestiones, me gustaría detenerme en 
un espacio del curso virtual que lleva por nombre TALLER DE IMÁGENES. Es un 
espacio de intercambio organizado a partir de consignas. Voy a presentar la 
primera, la que abre el taller. Antes de comentarla y mostrarla querría decir 
brevemente qué nos propusimos en nuestro taller: 
 
• Dar centralidad a las imágenes, sacarlas de su lugar subordinado, el de ser 
meras ilustraciones. Que digan, que transpiren, que evoquen, que hagan 
pensar, que hagan imaginar, que generen asociaciones, recuerdos. 
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Explorar su poder de activación, su capacidad de llamar la atención. ¿Qué 
movilizan, qué provocan, qué despiertan? ¿Qué iluminan? 
 
• Promover un diálogo entre las imágenes y las palabras, que las imágenes 
sean atravesadas por palabras, que las palabras cobren vida en las 
imágenes. Potenciar ambos registros e indagar qué puede la imagen y qué 
puede la palabra, hasta dónde llega cada una. Cómo chocan, cómo se 
complementan, cómo se desafían. Explorar el enmudecimiento, el silencio, 
el barullo. Los educadores somos muy palabreros, así que la idea es 
soportar por un rato cierto vacío de palabras. 
 
• Poner en juego la polisemia. Las imágenes son polisémicas, condensan 
múltiples significados, no son transparentes, claras y unívocas, sino opacas 
y el sentido de cada una se completa en cada mirada. En el taller esto se 
comprueba, las imágenes estallan en múltiples direcciones. 
 
• Indagar en el aspecto cognitivo de las imágenes. Qué relación hay entre 
ver y saber. ¿Qué vemos cuando miramos? ¿Solo vemos lo que sabemos? 
¿Es posible ver más allá de nuestro saber? Hay imágenes que pueden 
agujerear, interrogar, desestabilizar nuestros saberes. Si bien es cierto que 
nuestros saberes configuran nuestras miradas, también es posible que, 
ante una experiencia visual, nos encontremos “viendo” más allá de lo que 
sabemos o de lo que esperábamos ver. 
 
• Dar lugar a las sensaciones, sensibilidades, emociones en este proceso. 
Es difícil trabajar en este punto. Pues ahí puede habilitarse un “yo siento” 
que muchas veces es difícil de contradecir, de contestar, de hacer dialogar 
con otra cosa. Barthes en La cámara lúcida, dice algo que puede resultar 
orientador para entrarle al asunto de los sentimientos: “Como Spectator 
solo me interesaba por la Fotografía por sentimiento –dice- y yo quería 
profundizarlo como una herida: veo, siento, luego noto, miro, pienso” 
(Barthes, 2006: 52). Están buenas las operaciones que propone, sentir, 
mirar, pensar. 
 
 
Antes de mostrar las imágenes quería hacer una referencia sobre cómo se mira en 
nuestro curso. 
 
Nosotros intentamos abrir un espacio y tiempo para mirar, que se produzca una 
detención. Que se abra una distancia. Que se mire, que se tome distancia, que se 
vuelva a mirar, que la mirada se renueve. Lo concebimos como un lugar de 
ejercicio, una práctica de ver. 
 
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Sabemos que las miradas del taller no son cualquier mirada. Es un curso sobre 
diversidad y discriminación. Trabajamos a partir de consignas. Es una mirada 
individual, solitaria, frente a una computadora, en una casa, en el trabajo, en un 
cyber. Hay que mirar y escribir. No hay gestos, no hay suspiros, los silencios los 
vive cada uno, los supera cada uno, los mastica cada uno. Y, a lo sumo, todo esto 
se relata, o no. Pero está también la instancia colectiva.Hay un mirar juntos. 
Porque cada uno va volcando su intervención y la mirada de los otros influye, 
alimenta la propia mirada. 
 
Hay otro rasgo de las miradas que se producen en el curso. Quería señalarlo nada 
más. A veces es como si estuvieran atravesadas por una pregunta bastante 
escolarizada que dice: ¿Qué esperas, qué querés de mi mirada? ¿Qué esperás 
que vea, qué esperás que diga? 
 
Les voy a mostrar las 4 imágenes de la primera consigna del taller. Es una serie 
armada por nosotras. Lleva por título: "Diferentes maneras de representar la 
identidad" y arriba de las fotos dice: A continuación presentamos cuatro imágenes 
sobre la discapacidad. Luego hay una serie de preguntas, entre ellas las 
siguientes: 
 
• ¿Qué afectos o sensaciones despierta cada imagen? ¿Qué tipo de 
vínculo con el discapacitado promueven estas imágenes en quienes las 
miran? 
• ¿Cuál es el sentido de mostrar estas imágenes? ¿Movilizan a algún tipo 
de acción? 
• Piensen y escriban una palabra o un breve epígrafe para cada imagen. 
Reflexionen sobre la tensión entre palabra e imagen: ¿Creen que les 
faltan las palabras? ¿Les sobran? ¿Qué es lo que la imagen puede y la 
palabra no y viceversa? 
 
 
Me gustaría destacar algunas cosas que van saliendo en los talleres: 
 
En primer lugar, se pone en acto que no es lo mismo hablar de la victimización, de 
la lástima, de la bronca, de la impotencia, que ver, sentir, percibir, victimización, 
rechazo, empatía. O no sentirla. No estoy diciendo que una imagen vale más que 
mil palabras. Estoy diciendo que no son lo mismo, son dos registros de 
interpelación diferentes. Acá se pone en juego algo que dice Nicholas Mirzoeff 
(2003): él habla de la inmediatez sensual. Hay en la imagen un impacto, un 
exceso que no puede reproducir el texto escrito. Estupor, asombro, parálisis. 
 
El taller permite interrogar el sitio de nuestra mirada: Cómo miramos cada foto, 
qué encontramos en cada foto. De qué forma de mirar somos culpables, como 
dice Eduardo Grüner (2002). No hay ojos inocentes, ingenuos, no existe el órgano 
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óptico puro y sin instrucción, que mira el mundo como si fuera la primera vez. 
También en este taller interrogamos qué mirada “propone” cada foto, qué me 
quiere hacer ver el fotógrafo, qué voluntad de representación hay puesta en juego. 
Qué lugar tiene el fotografiado, de qué manera participa o no en la fotografía. Y 
también qué vínculo se promueve, si la imagen acerca, aleja, etc. 
 
LAS 4 IMÁGENES 
 
 
 
 
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Tomada de "Let's talk about". Disabled People, 
de Pete Sanders, Watts / Gloucester , London, 1991. 
 
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Con la primera imagen pasan muchas cosas. Se preguntan por el género de los 
retratados, si es una pareja, si son madre e hijo. Como si fuera importante o 
definitorio saberlo; hay quienes no soportan esa ambigüedad. Muchos se 
enganchan con el ABRAZO, el cuidado, la protección, el ACERCAMIENTO, pero 
también aparece bastante la palabra CARGA. Animarse a hablar de la 
discapacidad como carga, problematizar esto, es trascender ciertas barreras de la 
corrección. Y como la imagen transmite calidez, ternura, muchos dicen que esto 
es porque los Downs son cariñosos. Y casi sin darse cuenta están poniendo en 
juego un estereotipo. 
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En relación con la segunda foto. Debo decir que nosotras no la queremos. Nos 
parece fea, no se ven los rostros, es la clásica imagen que vincula la discapacidad 
con la imposibilidad. El golpe bajo. Nos resulta chata, obvia, predecible. En 
términos de representación no nos parece una imagen jugada, provocadora, o 
amigable. Las palabras que más salen son IMPOTENCIA, BRONCA, 
ABANDONO. Pero muchos se enganchan y se toman de ella para denunciar. Las 
imágenes creadas con voluntad de testimoniar una realidad, denunciar, 
concientizar, no generan inconvenientes ni discusiones. 
 
En relación con la tercera suelen aparecer dos posturas. Están aquellos que se 
emocionan con los Murciélagos, los jugadores ciegos del seleccionado argentino 
de fútbol, y no les importa que aparezcan en una propaganda de una AFJP, 
abstraen el contexto y elogian la valentía, el coraje, etc. La palabra que predomina 
es ADMIRACION. Hay otros que no pueden despegar a los Murciélagos de la 
AFJP, y que ven a la imagen solo como una publicidad y por lo tanto la impugnan. 
 
Y luego la última foto, la de Deborah Williams. Es la más polémica, la que más 
enoja, sorprende, la que no se entiende, la que se rechaza. Cuesta engancharse 
con los colores, con el juego, con la propuesta estética, con la belleza. Y surgen 
las más variadas reacciones. Como esta imagen está en una serie de 
discapacidad, los participantes deducen que esta mujer tiene que tener una 
discapacidad, pero como no la ven, hipotetizan cosas tales como: que Deborah 
está incluida por ser negra, obesa, mujer. Llegaron a preguntarse si tendría SIDA 
o sería lesbiana. Algunos participantes contestan, por suerte, que ser lesbiana no 
es una discapacidad, tampoco ser negra, obesa, mujer. 
 
Hay algo con la mirada de esta mujer que incomoda terriblemente y el primer 
movimiento de muchos es el enojo, el rechazo. Muchos escriben, ¿qué me mirás? 
¿Qué querés? Y se enganchan con los papeles que cubren su boca y hablan de 
censura. 
 
Ha habido participaciones que reprochaban y reclamaban que “no se ve lo 
suficiente la falta de la mano”. Como si dijeran: “si es discapacitada, que lo 
muestre, que se vea”. Estamos acostumbrados a que la discapacidad se muestre 
con lástima, como imposibilidad, como indefensión. ¿Qué pasa cuando el tema de 
la discapacidad se le corre el asunto de la lástima, la piedad, la pena, la 
indefensión? ¿Nos quedamos sin maneras de ver y nombrar? 
 
Las mejores intervenciones son aquellas que relatan los procesos, qué vieron 
primero, qué después, qué sintieron. Qué incomodidades transitaron, también 
plantean alguna “vergüenza” de estar viendo y pensando lo que piensan. 
 
Esta imagen permite avanzar con algunas preguntas que son importantes: ¿Qué 
pasa cuando no entiendo lo que veo? Lo que fuimos notando es que la falta de 
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comprensión paraliza e impide avanzar. Se hace difícil atravesar el desconcierto. 
Muchos dicen que no entienden porque no tienen información suficiente, que les 
falta el contexto. Esta foto toca un punto que es el vínculo entre mirar y entender. 
Sontag dice algo muy interesante para nosotros, los educadores: Mirar no va 
unido al entendimiento. Mirar imágenes no explica, mirar imágenes no ayuda a 
comprender. La función de la imagen, en todo caso, es desafiar, sacudir la 
comprensión. El saber viene de la mano del relato, de la posibilidad de narrar. 
 
Y acá puedo ir introduciendo mi segunda pregunta. ¿Qué tiene la pedagogía que 
las imágenes no tengan? 
 
• La pedagogía sabe mucho de palabras y puede/debe dárselas a las 
imágenes. 
 
• La pedagogía sabe de intencionalidades y responsabilidades y es bueno 
que las ponga en juego, que elija, que tome partido, diciendo, por ejemplo, 
que no da lo mismo cualquier imagen, teniendo presente qué vale la pena 
ser visto. Preguntando si acaso todo puede y debe ser visto, mostrado, 
exhibido. 
 
• La pedagogía sabe tratar con el tiempo, sabe dar tiempo y esperar. Sabe 
“construir duraciones” (Debray, 1997). Y las imágenes necesitan mirarse 
con tiempo, pero también insertarse en un entramado temporal, histórico. 
 
• Inés Dussel decía, recordando una cita de Derrida (2004), que se necesita 
más de un ojo para que nazca una mirada, pues es en el intercambio de al 
menos dos, que la mirada nace. Me gustaría, para cerrar, avanzar por ahí: 
¿Cómo, dónde, se juntan esos ojos? Yo creo que puede ser una tarea para 
la pedagogía reunir, enlazar, juntar: un adulto con un niño, una imagen 
con otra, una palabra con una imagen. 
 
 
 
Referencias bibliográficas: 
 
Barthes, Roland, La cámara lúcida. Notas sobre la fotografía, Buenos Aires, 
Paidós, 2006. 
 
Buck-Morss, Susan, “Estudios visuales e imaginación global”, en Brea,José Luis 
(ed.), Estudios Visuales. La epistemología de la visualidad en la era de la 
globalización. Madrid, ediciones Akal, 2005. 
 
Debray, Regis, Transmitir, Buenos Aires, Manantial, 1997. 
 
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Derrida, Jacques; Fathy, Safaa, Rodar las palabras. Al borde de un filme, Madrid, 
Arena Libros, 2004. 
 
Grüner, Eduardo, El sitio de la mirada. Secretos de la imagen y silencios del arte, 
Buenos Aires, Grupo Editorial Norma, 2002. 
 
Malosetti Costa, Laura, “¿Una imagen vale más que mil palabras?: una 
introducción a la “lectura” de imágenes”, en Curso de posgrado virtual Identidades 
y pedagogía. Aportes de la imagen para trabajar la diversidad en la educación, 
Buenos Aires, Flacso, 2005 
 
Mirzoeff, Nicholas, Una introducción a la cultura visual. Barcelona, Paidós, 2003. 
 
Sontag, Susan, Sobre la fotografía, Buenos Aires, Alfaguara, 2006.

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