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Cox_Fuerzas Sociales, Estados y Ordenes Mundiales

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FUERZAS SOCIALES, ESTADOS 
Y ORDENES MUNDIALES: 
Más allá de la teoría de las 
Relaciones Internacionales 
Robert w. Cox 
Las convenciones académicas dividen la tela sin 
costuras del mundo social real en esferas separadas. 
cada una con su propia teorización; es un camino 
necesario y práctico para lograr una mejor compren-
sión. La contemplación de la totalidad indivisa puede 
conducir a profundas abstracciones o revelaciones 
místicas, pero el conocimiento práctico (aquel que 
puede ser puesto en acción) siempre es parcial o 
fragmentario en sus orígenes. Definir si las partes 
deben permanecer como objetos limitados, separa-
dos, de conocimiento, o deben constituir la base para 
construir una perspectiva estructural y dinámica de 
mayores proporciones, es una cuestión importante de 
método y propósito. De otra manera, el punto de 
partida es alguna subdivisión inicial de la r ealidad, 
habitualmente dictada por la convención. 
Es conveniente tener en mente que tal corte con-
vencional de la reali dad es, a lo sumo, sólo una con-
veniencia de la mente. Los segmentos resultantes , 
sin embargo, derivan indirectamente de la realidad 
en la medida en que ellos son el r esultado de practi-
cas, es dec ir, las re spuestas de la conciencia a las 
presiones de la realidad. Las subdivisiones del cono-
119 
cimrento social. en consecuencia, difícilmente pue-
den corresponder a las formas según las cuales los 
asuntos humanos están organizados con tiempos y 
espacios específicos. Ellas pueden, por consiguiente, 
parecer arbitrarias cuando la práctica cambia. 
Las relaciones internacionales constituyen un 
caso para ana lizar. Se trata de un á rea de estudio 
vinculada con la.s interrelaciones entre Estados en 
una época en la que los Estados, y mucho más con-
múnmente las naciones-Estados, son los principales 
agregados de l poder político. Esto se relaciona con los 
resultados de la guerra y la paz y tiene, obviamente, 
importancia práctica. La práctica, sin embargo, ha 
generado confusión sobre la naturaleza de los actores 
que inter vienen (diferentes clases de Estados y enti -
dades no estatales), ha extendido la gama de intere-
ses (tanto la baja como la alta política) ha introdu-
cido una gran diversidad de metas buscadas, y ha 
producido una enorme complejidad en los modos de 
interacción y en las instituciones en las cuales la 
acción tiene lugar. 
Una antigua convención intelectua l que contribu-
yó a la definición de las relaciones internacionales es 
la distinción entre Estado y sociedad civil. La distin-
ción tuvo sentido práctico en los siglos XVI!I y comien-
zos del XIX, cuando correspondía a dos esferas más o 
menos distinguibles de la actividad o práctica huma-
na; una sociedad emergente de individuos, basada en 
relaciones contractuales y de mercado, que reempla-
zaba a una sociedad basada en el Estado, por una 
parte, y un Estado con funciones limi'tadas a mante-
ner la paz interna, la defensa externa y las condicio-
nes requeridas por los mercados, por la otra. La teo-
ría tradiciona l de las relaciones internacionales man-
tiene la di stinción de las dos esferas, con la polí-
tica exterior como la pura exp'resión de los inte reses 
del Estado. Hoy, sin embargo, Estado y sociedad civi l 
120 
se interpeneti'an del tal modo que los conceptos se 
han convertido casi en puramente analíticos (en 
r eferencia a la dificultad de definir aspectos de 
una realidad compleja) y son solamente muy vagos e 
imprecisos para indicar las distintas esferas de 
actividad. 
Una r eciente tendencia en la teor ía ha socavado 
la unidad conceptua l de l Estado, al pe rci birlo como 
el campo de en tidades burocráticas competitivas, 
mientras que otra ha r educido la importancia relati-
va del Estado introduciendo un rango de actividad 
transnacional privada y una red transgubernamen-
tal de relaciones entre fragmentos de las burocracias 
estatales. El Estado , que permanece como el foco del 
pensamiento en materi .. de re laciones internaciona-
les, era todavía un concepto singu lar: un Estado era 
un Estado era un Estado. Hubo pocos intentos, den-
tro de los fundamentos de la teoría de las relacione s 
internacionales, de considerar el complejo Estado/so-
ciedad como la entidad básica de la s relaciones inter-
nacionales. Como consecuencia, la perspectiva de que 
exista una pluralidad de fo r mas de Estado, que ex-
presan diferentes configuraciones de los complejos 
Estado/sociedad, aún permanece muy inexplorada, al 
menos en conexión con el estudio de las relaci ones 
internacionales. 
Podría haberse esperado que el renovado interés 
ma rxista en el Estado contr ibuyera a superar esa 
brecha ampliando y diversificando la noci ón de Esta -
do y, en particula r , amplificando sus dimensiones 
socia les. Algunos de los productos más notables de 
esa renovación, sin emba rgo, o bien han si do de un 
carácter totalmente abstracto, definiendo el Estado 
como una "región" de un modo capita li sta de pro-
ducción sigularmente concebido (Althusse r, Pou-
lantzas ), o bien han cambiado la atención del Estado 
y el conflicto de clase hacia una crisis motivacional 
121 
en la cu ltu ra y la id eologia (Habe rm as). Tampoco va 
demasiado lejos en la exploTación de las diferencias 
actuales o hi stó ricas entre fO r mas de Estado , ni co n-
s idera las implicaciones de las diferencias pa ra la 
conducta internacional. 
Algunos historiadores, tanto marxistas como no 
marxistas, independientemente de teorizar sob re las 
relaciones internacionales o el Es tado, han contr ibui-
do de una manera práctica a disminuir la brecha . 
E.H. Ca rr y Eric Hobsbawm han sido sensibles a las 
continuidades ent re las fuerzas sociales, l a cambian-
te naturaleza del Es tado y las r elaciones globa les. En 
F rancia, Fernand Braudel (1979) h a desc ri to esas 
interrelaciones en los siglos XVI y XVII e n un amplio 
lienzo del mundo enter o. Inspi r ado por el trabajo de 
Braudel, un grupo encabezado po r Immanuel Wa-
Il erstein (1974 y 1979) ha propuesto una teo ría de 
s is tem as mundiales definida esencialmente en t érmi-
nos de rela ciones socia le s: las relaciones de inter· 
cambio de explotació n ent re un centro desarrollado y 
una perife r ia subdesa rrollada, a las cuales co rre s-
ponden diferentes fO rm as de control del trabajo; por 
ejemplo , trabajo libre en la s a reas centrales . trabajo 
coercitivo en las periferias, con fo rmas intermedias 
en 10 que se llama las semi periferias. Si bien eso 
ofrece la alte r nativa más r adical a la t eor ía conven-
cio nal de las relacio ne s internacionales , e l s istema 
mundial co mo co ncep ció n ha sido criticado en dos 
aspectos principales: en prime r lugar, por su tenden-
cia a subva luar al Estado, consideraIJ.do lo como me-
ramente de rivativo de su posición en el sistema mun-
do (Estados fuertes en el centro, Es t ados débiles en 
la periferia ); en segu ndo término, por su alegado, si 
bien no intentado, sesgo de mantenimiento del siste-
ma. Como sucede e n la sociolo~ía estructural . funcio. 
nal, el enfoque es más un recuento de fuerzas que 
mantienen o re stau ran un equi libr io del s is tema que 
122 
la id entifica ció'¡\ de contradicciones qu e pueden con-
duci r a la transformación del sistema.! 
Los comentarios que se acaban de hacer no so n, 
sin embargo, el punto central de este ensayo, pero 
constituyen una advertencia sob re el intento que si-
gue , de diseñar un método para comprender las r ela-
ciones globales de poder: observar el problema del 
orden mundial en su globalidad, pero evitar red ucirlo 
a un s istema mundial. ' Preocuparse por comprender 
el poder estatal, pero además darle la atención que 
mere ce n las fuerzas sociale s y los procesos, y ver 
cómo ell os se relacionan con el desarroll o de los Es-
tados y los órdenes mundiales. Sobre todo , no basar 
la teoría en teoría si no más bien en las prácticas de 
cambio y en el estud io empíri co-histó r ico, que consti-
tuyen un fundamento probado para co nc eptos e hipó.tes is. 
1. Entre ]01 c r lticol de li'temu mundiales, ve r especialmente 
SlIocpol (1 977 y 1979) Y Brenner (1977), 
2. Utilizo el término "orden mundial" ell prefe rellcia 1I d .. "siste-
ma Inter estata ]" , porque el relevante 1111 t odol los periodo. 
hi.tórlc ... (y no sólo en aquellos en lo. cuales los Esudos han 
si do llU eDtidlldn COmpOIl"nteoJ, y en preferellcia a "siste ma 
mundial" en la medida en que C8 mlh indicativo de una e.truc· 
tura que tiene &610 una cierta duración ell el tiempo y supera 
lu connotacio" ... de equilibr io de -.istema", "Mundo ' designa 
la totalidad releunte, limitada geogrU¡camente por la gama 
de probabllll interaccioD ... (alguno. "mundol" del p .. ado esta-
ban limitado. a l Mediterr6neo. a Europa. a China. etc.) . "Or-
den ' ... util illdo eD e] .ent ido en que In cou. habitualme"'e 
.uceden (no la ausencia de turbulencia); dC llO rden el incluido 
en el concepto de orden. Un sistema interestatal ... una forma 
h illtMica del o rden mundial. E] término es utilizado en plural 
cua ndo u quiere illdicar que 101 rasgol particulares de las 
relacione. de pode r que hall s ido esublecidu en el tiempo 
puede n .er contras t a d .. en Urmillo, de IUS principalu carac, 
terhtkas como órdenlll mUlldial1ll dife rentes, 
123 
SOB.RE PERS PECTIVAS Y PROPÓSITOS 
La teoría siemp re es para alguien y tiene algún 
propósito. Todas las teorías tienen una perspectiva. 
La s perspectivas derivan de una posición en el tiem -
po y el espacio, específicamente tiempo y espacio 
social y político. E l mundo es visto desde una pers -
pectiva definible en términos de naci ón o clase soc ial, 
de dominación o subo rd inación, de aumento o decli-
nación del poder, de un sentido de inmovilidad o de 
crisis presente , de experiencia del pasado, y de espe-
ranzas y expectativas en cuanto al futuro. Natural· 
mente, la teoría sofisticada nunca es tan só lo la 
exp resión de una pers pectiva . Cuanto más sofi stica-
da es una teo r ía, más reneja y trasciende su propia 
perspectiva; pero la perspectiva inicia l sie mpre está 
co ntenida en una teoría y es relevante para su expli-
cación. De acuerdo con eso, no hay algo así como una 
teoría e n sí misma, divorciada de una per spectiva 
espacia l y tempor al. Cuando a lguna teor ía se repr e- .· 
senta a s í misma de esa maner a, lo má s importante 
es examina rla como ideo logía, y dejar desnuda su 
perspectiva encubierta. 
Para una pe rspectiva de ese tipo e l mundo que la 
rodea plantea una cantidad de asuntos; las presiones 
de la realidad social se presentan a la conciencia 
como problemas. Una ta rea prima r ia de la teoría es 
ser muy cla r a en la comp rensión de esos problemas, 
para permitir a la mente enfrentarse con la realidad 
que confronta. A medida que la realidad cambia los 
antiguos conceptos, éstos deben se r ajustados o dese-
chados y deben fo rjarse nuevos conceptos en un diá-
logo inic ial entre e l teórico y el mundo específico que 
trata de comprende r . Este diálogo ini cial se r efiere a 
la problemática de una perspeetiva especifica. En sus 
or ígenes , la teoría social y política se fundamenta en 
124 
la h istoria , puesto qu e siempre es posible lograr una 
conciencia co nd icio nada históricamente sobr e cie r tos 
pro blemas y asuntos, una problemática, mientras al 
mi s mo tiempo trata de trascender la parti cularidad 
de sus orígenes hi s t óri cos co n el fin de colocarlos en 
el marco de ciertas proposiciones genera le s o leyes . 
Al comenzar con s u problemática, la t eo r ía pued e 
servir a dos propósit os di sti ntos. Uno es u na respues-
ta s imple y dire cta : ser una g uía que ayude a r esolve r 
los problemas planteados dentro de los términos de 
la particular perspec t iva que sirvió como punto de 
partida. El otro es más r eflexivo sob re el proce so de 
te orizaci ón mismo: ser claramente consciente de la 
perspectiva que ha dado ori gen a la teorización, y s u 
relación co n otras persgectiva s (lograr una per spec-
ti va sobre perspectivas ), y abrir la posi bili dad de 
elegir una perspect iva válida diferente para la cual 
la pr oblemática se convie rta en una aproximació n a 
un mundo creativo y alternativo. Cada uno de esos 
prop ós itos da lugar a una diferente cla se de te oría . 
El primer propós ito da lugar a la teor{a de resolu-
ci6n de problemas. Toma el mundo como lo encuent r a, 
con las r e laciones socia les y de poder p revalecientes, 
y las ins tituciones e n las cuales ellas están organiza-
das, co mo e l marco par a la acción. El p ropósito gene-
ral de r esolver el probl em a es hacer que esas r ela-
ci ones e instituciones trabaj en con tra nquilidad, tra-
tando efe ctivamente con fuentes particulares de difi-
cultades. Dado que el esq uema gene ral de las institu-
ciones y de las relaci ones no está en cuestión , los 
problemas pa r ticulares deben se r considerados en 
r e lació n co n las á reas especiali zadas de actividad en 
las cua le s ellos se presentan. Las teorías de r esolu-
ción de problemas, e n consecuencia, están fragmen-
tad as e n una multipli ci dad de a spectos o esfuerzos de 
la acción, cada una de las cuales asume una cie rta 
esta bilidad en las otras esferas (lo qUI! le permite en 
125 
la práctica se r ignor adas) cuando se confronta un 
p roblema planteado dentro de ellas. La fuerza de 105 
enfoques de resolución de problemas reside en su 
capacidad para fijar límites o parámetros a un área 
de problemas y reducir el tratamiento de un pro-
blema particular a un núme ro limitado de varia· 
bIes, la s cuales deben ser sometidas a un examen 
próximo y preciso. La presu nción cderis paribus en 
la cual tal teorizaci ón está basada, permite llegar a 
la dete rminación de leyes o regula ridades que pare· 
cen tener una validez general pero que implican, 
naturalmente, los parámetros institucionales y rela-
cionales que se han asumido en el enfoque de resolu · 
ción de problemas. 
El segundo propósito conduce a una teoría crítica. 
Crítica en el se ntido de que pe rm anece aparte del 
orden prevaleciente en el mundo y pregunta cómo 
puede lograrse ese ord en. La teoría críti ca, a diferen· 
cia de la teoría de re so lución de problemas, no da por 
garantizadas las instituciones y las relaciones socia-
les y de poder, sino que las pone en cuestión , remi·._ 
tiéndose a sus orígenes y anali za ndo cómo y cuándo 
ell as pueden situarse en el proceso de cam bi o. Se 
dirige hacia un enfoque del verdadero marco de ac-
ción, o problemática, que la teoría de resolución de 
problemas acepta como sus parámetros. La teoría 
críti ca se di r ige al complejo social y político como una 
globalidad más que a sus partes por separado. En la 
práctica, la teor ía cr itica, como sucede con la teo ría 
de r esolució n de problemas, toma como punto de par-
tida algún aspecto o esfe r a particularde la actividad 
humana . Pero mientras el enfoque de resolución de 
problemas conduce a mayores subdiv is iones analíti-
cas y a limitaciones de l asunto tratado, el enfoque 
crítico conduce a la co nstrucción de una mayor des-
cripción de la globalidad, de' la cua l la parte ini-
cialmente vista es sólo un componente, y procura 
126 
comprender el ' proceso de cambio en el cual tanto las 
partes como el todo están envueltos. 
La teoTÍa crítica es teoTÍa de la historia en el 
sentido de que tiene que ver no sólo con el pasado 
sino con un prOceso continuo de cambio histórico. La 
teoría de resolución de problemas es no histórica o 
ahistórica desde que, en efecto, plantea un presente 
continuo Oa permanencia de las instituciones y las 
relaciones de poder que constituyen sus parámetros). 
La fuerza de una es la debilidad de la otra. Dado que 
conduce a una cambiente realidad, la teoTÍa cTÍtica 
debe ajustar continuamente sus conceptos al objeto 
cambiante que procura comprender y explicar. a Estos 
conceptos y los métodos de investigación que los 
acompañan parecen carer.er de la precisión que puede 
ser lograda por la teoría de resolución de problemas, 
que propone un orden fijo como s u punto de referen-
cia. Ese fortalecimiento relativo de la teOría de reso-
lución de problemas, sin embargo , queda como una 
falsa premisa, desde que el orden social y político no 
es fijo sino (al menos en una perspectiva de largo 
plazo ) cambiante. Sin embargo, la presunción de es-
tabilidad no es sólo una conveniencia de métodos, 
sino un sesgo ideológico. Las teorías de resolución de 
problemas pueden ser representadas, en la perspec-
tiva más amplia de la teoría crítica , como sirviendo 
intereses particulares nacionales , sectoriales o de 
clase, que bridan comodidad dentro del orden consti-
tuido. En realidad, el propósito que tiene la teoría de 
resolución de problemas es conservador, desde que 
procura resolver los problemas que surgen en diver-
sas partes de una integridad compleja con el propósi-
to de suavizar el funcio nam iento del conjunto. Es t e 
3. E.P. Thompson (1978, pp . 231-242) argumenta que los concep_ 
los histór icos a menudo deben ser "de ex lrema elasticid~d y 
permiti r gran irregularidad". 
127 
objetivo más bien contradice el frecuente reclamo de 
la teoTÍa de resolución de problemas de que está libre 
de valor. Es metodológicamente libre de valor en la 
medida en que trata las variables que considera como 
objetos (como el químico trata a las moléculas o el 
físico a las fuerzas o al movimiento); pero está limi· 
tada por valores en virtud del hecho de que implíci -
tamente acepta . el orden prevaleciente como su 
propio marco. La teoría crítica contiene teorías de 
resolu ción de problemas dentro de sí misma. pero las 
contiene bajo la forma de ideologías identificables, 
apuntando de tal modo a sus consecuencias conserva-
doras, no a su utilidad como guías de acción. La 
teoría de resolución de problemas se fundamenta en 
su gran precisión y, en la medida en que no reconoce 
si quiera un poco a la teoría crítica, desafía la posi· 
bilidad de lograr cualquier conocimiento científico 
del proceso histórico. 
La teoría crítica, naturalmente, no está alejada 
de los problemas del mundo reaL Sus objetivos son 
tan prácticos como los de la teoría de resolución de ,, ' 
problemas, pero se aproxima a la práctica desde una 
perspectiva que trasciende la del orden existente, 
que la teoría de resolución de problemas toma como 
su punto de partida. La teoría crítica permite una 
opción normativa en favor de un orden social y polí-
tico diferente del orden prevaleciente, pero limita el 
margen de opciones a los órdenes alternativos que 
son transformaciones viables del mundo existente. 
Un objetivo central de la teoría crítica, por otra par-
te, es clarificar ese margen de altermi.tivas posibles. 
La teoría crítica entonces contiene un elemento de 
utopía, en el sentido de que puede representar una 
descripción coherente de un orden alternativo, pero 
su carácte r utópico es restringido por su comprensión 
de los pro cesos históricos. Debe negar alternativas 
improbables, del mismo modo que rechaza la perma-
128 
nencia del or dlfn u.istente. En ese sentido, la teor ía 
crítica puede ser una guía para la acción estr atégica 
con el fin de lograr un orden a lternativo, mientras 
que la teoría de resolución de problemas es una guía 
de acciones tácticas que, i ntentadas o no, sustentan 
e l orde n existente. 
Las pe rspectivas de los d iferentes pe r íodos histó-
r icos favorecen a una u otr a clase de teoría. Los 
pe ríodos de aparente esta bilidad o fijeza en las re la-
ciones de pode r favo rece n el enfoque de resolució n de 
problemas. La Guerra Fr ía fue uno de esos pe r íodos. 
En las re laciones int er nacionales, se favo rece una 
co ncentración en los p roblemas de cómo manejar una 
relación aparentemente endurecida entre dos super-
potencias. Sin embargo, u na condición de incertidum-
bre en las relacio nes de poder llama la atención de la 
teo r ía cr ítica sobre cómo la gente pretende compren-
de r las oportunidAdes y ri esgos del cambio. Los acon-
tecimientos de los años setenta generaron un sentido 
de gra n fluidez en las relaciones de poder , de cr isis 
po li facéticas, atravesando los umb rales de la incerti-
dumbre y abriendo opo r tunidades para un nuevo de-
sarroll o de la teor ía crítica di r igida a los p roblemas 
de l orden mundial. Razonar sobr e el futu ro posible 
de los órdenes mund iales ahora, s in embargo, requie-
re una ampli ación de nuestras inquietudes más allá 
de l as re laciones i nte r nacionales convencionales, de 
tal modo que se aba rquen procesos básicos que están 
funcionando en el desa rrollo de fuerzas sociales y 
fo rmas de Estado, y en la estructu ra de la economía 
política global. Ese, por lo menos, es el argumento 
central de este ensayo. 
129 
REALISMO. MARXISMO Y UNA 
APROXIMACiÓN A LA TEOR!A 
CRITICA DEL ORDEN MUNDIAL 
Las corrientes teóricas que incluye n t rabajos so-
fisticados habitualmente comparten algu nos de los 
rasgos. tanto de .la teoría de resolució n de pr oblemas 
como de la teo ría crítica, per o tienden a enfatizar un 
enfoque sobre el otro. Dos co rr ientes que han tenido 
algo importante que decir sobre las relaciones inte-
r estatales y los órdenes mu ndiales --el realismo y el 
marxismo- son conside r adas aquí como prelim inares 
a un desarrollo tentativo del enfoque crítico. 
La teoría realista de las re laciones internaciona-
les tuvo su origen en un modo histórico de pensa-
miento. Friedrich Meinecke (1957) en su estudio 
sobre la raison d'état, la hace remonta r a la teor ía 
política de Maquiave lo y a la diplomacia de las ciu-
dades-estado de l renacimiento italiano, muy dife ren-
tes de las normas generales propagadas por la.· 
instituci6n ideol6gicamente dominante de la socie-
dad medieval, la iglesia cr istiana. Al percibir las 
doctrinas y principios subyacentes en la conducta de 
los Estados como una reacci6n a las circunstancias 
hist6ricas específicas, la interpretaci6n de raz6n de 
estado de Meinecke es una contr ibuci6n a la teoría 
critica. Otros académ icos asociados con la tradición 
realista, tales como E.H. Carr y Ludwig Dehio, han 
continuado ese modo de pensamiento hist6 r ico, deli-
neando la particular configu r aci6n · de fuerzas que 
fijaron el marco de conducta internaciona l en dife-
rentes períodos y trataron de comprende r institucio-
nes, teorías y acontecimientos dentro de sus contex-
tos hist6ricos. 
Desde la Segunda Guerra Mundial, algunos aca-
démicos estadounidenses, en espec ial Hans Morgent-
130 
hau y KennetWWaltz, han transformado el realismo 
en una forma de la teoría de resolución de problemas. 
Si bien tenían un considerable conocimiento históri · 
co, ellos tendieron a adoptar la perspectiva ahistóri-
ca fijista del marco de acción, característica de la 
teoría de resolución de problemas, más que a salirse 
de ese marco, a la manera de E.H. Carr, y lo trataron 
como históricamente condicionado y, por ende , sus-
ceptible de cambio. No es un accidente que esta ten-
dencia en la teoría coincidiera con la Guerra Fría, 
que impuso la categoría de bipolaridad en las relacio· 
nes internacionales, y una primordial preocupación 
para la defensa del poder estadounidense com o un 
baluarte del mantenimiento del orde n. 
La forma generalizarla del marco para la acción 
postulado por este nuevo realismo estadounidense 
(que podemos en adelante llamar neorrealismo, que 
es la forma ideológica abstraída del marco histórico 
re a l impuesto por la Guerra Fría ) se caracteriza por 
tres niveles, cada U'IIO de los cuales puede ser enten-
dido en términos de lo que los filósofos clásicos lla-
marían sustancias o esencias, o sea el sustrato fun-
damental y fijo del cambio y de las manifestaci ones 
accidentales o fenómenos. Estas realidades bási cas 
fueron concebidas como: 1. La naturaleza del ser 
humano, comprendida en términos del pecado origi-
nal agustiniano o del hobbesiano "perpetuo y agitado 
deseo de poder y más poder que cesa sólo con la 
muerte" (Hobbes 16: parte 1, capítulo xi); 2. La natu-
raleza delos Estados , que difieren en sus constitu-
ciones nacionales y en sus capacidades de moviliza-
ción de fuerzas, pero son similares en su fijación con 
un particular concepto de interés nacional (una mó-
nada leibniz iana), como una guia de sus acciones; 3. 
La naturaleza del sistema de Estad os, que pone res-
triccione s raci onales a la desenfrenada pe r secución 
131 
de intereses nacionales rivales mediante el mecanis-
mo del balance de poder. 
Habiendo llegado a esta visión de las sustancias 
subyacentes, la historia se convierte para los neo-
rrealistas en una fuente que provee materiales con 
los cuales ilustrar variaciones en esos temas siempre 
recurrentes. El modo de pensamiento deja de ser 
histórico aunque los materiales utilizados deriven de 
la historia . Mas aún, este modo de razonamiento 
señala que, con respecto a lo esencial, el futuro siem-
pre será como el pasado.' 
Además, este núcleo de teoría neorrealista se ha 
extendido en áreas tales como la teoría de los juegos, 
en la cual la noción de sustancias a nivel de la natu-
raleza humana es presentada como una racionalidad 
que se supone común a los actores que compiten y que 
valoran los intereses en juego, las estrategias alter-
nativas y los resultados finales respectivos de una 
manera similar. La idea de una racionalidad común 
refuerza el modo de nensamiento no histórico. Otros 
modos de pensamiento pueden ser considerados como. · 
no aptos, y no hay intentos de comprenderlos en sus 
propios términos (lo que hace difícil interpretar la 
irrupción en loS asuntos internacionales de un fenó-
meno como el integralismo islámico, por ejemplo). 
La "racionalidad común" del neorrealismo surge 
de su polémica con el internacionalismo liberal. Para 
el neorrealismo, esa racionalidad es la apropiada 
para re sponder a un propuesto sistema anárquico de 
Estado. La moralidad es efectiva sólo en la medida 
en que está reforzada por un poder físico. Esto ha 
dado al neorreali smo la apariencia de ser una teoría 
4. Kenne t h Wallz (1 980) plantea la cuestión -¿será el futuro como 
el pa sado?-. que él contes ta afirmativamente; no sólo era el 
mismo model o de relacione s que ·probablemente prevalecería. 
sino que seria bueno que as í fuera . Debería notarse que el 
futuro v i~to por Wa1tz e ra el de la siguiente década o algo as!. 
132 
no normativa. ~stá "libre de valores" en su exclusión 
de objetivos morales (en la cua l ve la debilidad del 
internacionalismo liberal) y en su reducción de los 
problemas a sus re laciones físicas de poder. Esta 
calidad no normativa es, sin embargo, solamente su-
perficial. Existe un elemento normativo latente que 
deriva de las p resunciones de la teoTÍa neorrealista: 
la seguridad dentr o del sistema interestatal postula-
do depende de cada uno de los principales actores que 
comp renden e l sistema de la misma manera, o sea 
que cada uno de ellos adopta una racionalidad neo-
rrealista como guía de acción . La teoría neorrealista 
extrae de sus fundamentos la p r edicción de que los 
actor es, desde sus eJL:periencias en el sistema, tende-
rán a pensarlo de esa mallera; pero la teoría también 
desarroll a una función de proselitismo, como aboga-
da de esta fo r ma de racionalidad. Para el teórico 
neorrealista, esta función pr oselitista (en la cual re-
side el papel normativo del neorrealismo) es particu-
lar mente urgente eñ los Estados que han logrado más 
poder que el requerido para equilibrar a sus rival es, 
desde que tales Estados pueden ser tentados a olvi-
dar la racionalidad del neorrealismo y tratar de im-
poner su p r opio sentido del orden moral, par ticular-
mente si, como en el caso de Estados Unidos, la 
tradición cultural ha impulsado perspectivas más op-
timistas y moralistas de la naturaleza del ser hum a -
no , el Estado y el orden mundiaV 
S. Un reciente eje mplo de es te argume nto e s Stephen Kra sner 
(1978). El intento normati vo de l nue vo realismo es mis a pa· 
rente como una re s puesta polémica al mo ra lismo libe ral. Ese 
fue t a mbién el e a . o de E .H. Can ( 1946), qu ien ofreció u n modo 
"científico" de pensamiento sobre rel acione s inte rn acionales 
e n oposic ión al -utop ismo" de lo . seguidores de la Liga de las 
Nacione s en Gran Breu tl a . Dca o Achesoo y George Kenn a n, 
Con respecto a Jos fund a mentos de la poJ( t ica de guerra fria de 
Estados Unidos , reconocieron s u deuda con Re inhold Niebuh r , 
cuya r~ c r e a ción de la pe rspect iva pes imist a agusti nia na sob re 
la natural eza h u ma n a desa fió el punto de vist a lockeano opt;. 
133 
· El debate entre internacionalistas , neorrealistas 
y liberal es reprod uce, con materiales actualizados, el 
desafío Que en el siglo XVI[ presentó la filosofía civil 
de Hobbes a la teoría del derecho natural de Grocio. 
Cada uno de sus argumentos está fundamentado en 
diferentes perspectivas de las esencias del ser huma-
no, el Estado y el sistema interestatal. Una alterna -
tiva que ofreció la posibilidad de ir más allá en esa 
oposición de conceptos mutuamente eltclusivos fue 
seiíalada por el napolitano Giambattista Vico en el 
siglo XVIII. Para Vico, la naturaleza del ser humano 
y de la s instituciones humanas (e ntre las cuales de-
ben incluirse el Estado y el sistema interestataJ) no 
deberían se r pensadas en términos de sustancias fi-
jas sino más bien como la creación continua de nue-
vas formas. En la dualidad de continuidad y cambio, 
que continúa siendo subrayada por el neorrealismo, 
el enfoque de Vico enfatiza el cambio. El escribe 
(1744/1970: parágrafo 349) "(. .. ) este mundo de nacio-
nes ha sido cie rtamente hecho por los seres humanos, 
y su forma de se r debe fundamentarse en las modif¡..o· 
caciones de' nuestra propia mente humana". 
Esto no debería ser tomado como una proposición 
de idealismo radica l (esto es, que el mundo es una 
creación de la mente). Para Vico las cambiantes for-
mas de mente fueron talladas por el complejo de las 
relaciones sociales, en la génesis del cual la lucha de 
clases desempeiíó el papel principal, como más tarde 
señaló Marx. La mente es, sin embargo, el hilo que 
conecta el presente con el pasado, . una manera de 
acceder a un conocimiento de esos cambiantes modos 
de la realidad social. La naturaleza humana (las 
modificaciones de la mente) y las instituciones huma-
mista de la cultura estadounidense. La meta elegida por Krss-
ner es el "liberalismo lockeano" ;que --en su óptica- ha socava. 
do:> 1;0 defensa racional de los intereses nacionales de Estados 
Unidos. 
134 
nas son idénti1!"!!'s a la historia humana : deben ser 
entendidas en términos genéticos y no esencia listas 
(como en el neorrealismo l o en términos teleológicos 
(como en el funcionalismo l. Uno no puede , en la pers· 
pectiva de Vico, abstraer al hombre y al Estado de la 
historia y definir sus sustancias o esencias como 
anteriores a la historia, pues la historia es el archivo 
de las interacciones de las manifestacIon es de esas 
sustancias. Un estudio apropiado de los asuntos hu· 
manos debiera permitir revelar tanto la coherencia 
de las características de las mentes e instituciones 
en diferentes períodos, y el proceso por med io del 
cual tal modelo coherente -que podemos llamar una 
estructura histórica - sigue a otr os. El proyecto de 
Vico, que ahora podemos llamar ciencia social, era 
llegar a un "dicciona rio mental"", o series de concep· 
tos comunes, con los cuales uno pueda comprender el 
proceso de ""historia eterna idea]", o qué es más gen e· 
ral y común en la secuencia de cambios desarrolla· 
da por la natura leza y la s instituciones humanas 
(parágrafos 35, 145. 161. 349). El error que Vico 
criticó como ""engreimiento de académicos ", pues "10 
que ellos conocen es tan viejo como el mundo"", con· 
s iste en tomar una forma de pensamiento derivada 
de una particular fase de la historia (y de una parti. 
cular estructura de las relaciones sociales ) y suponer 
que es universalmente válida (parágrafo 127). Este 
es un error del neorrealismo y, más generalmente, la 
defectuosa fundamentación de toda la teoría de re so· 
luc ió n de problemas. No niega, naturalmente, la uti· 
lidad práctica del neorrealismo y de las teorías de 
resolu ció n d e problemas dentro de sus límites ideoló· 
gicos. La aproximación de Vi co, en contraste, es la de 
la teoría crítica. 
¿Cómo relaciona el marxismo su método o enfoque 
a una teoría del orden mundial? En prime r lu ga r. es 
imposible, sin grave riesgo de confusión. considerar 
135 
al 'marxismo romo ulla sola coniente de pensamiento. 
ParR nuest. r os propósitos. es necesArio distinguir dos 
ronientE's mafltistas divergentes. de una manera 
análoga a la bifurcación entre el viejo y el nuevo 
real islllo. HflV un mflfltismo que razona histórica-
lIH'nte y que busca explicar, así como también promo-
ver. cRlIlbios en 11'1 relaciones sociales; también ha y 
un lIHHXisIllO. designado como marco para el análisis 
del Es tado y IR sociedad capitalista, que dirige su 
conocimiento histórico en favor de una conceptuali-
zflción más estática y abstrActA del modo de produc-
ción . Podemos llf1mar al primero con el nombre con el 
cual él mismo se reconoce: materialismo histórico. Es 
evidente en los trabfljos históricos de Man, en aque-
llos de los historiadores marxistas de hoy, tales como 
Erick Hobsbflwm. y en el pensflmiento de Gramsci. 
HR influido tflIllbién sobre algunos que no pueden ser 
considerados \ 0 considerarse a si mismos) mafltistas 
en un sentido estricto, tales como muchos de los 
historiadores frflnceses asociados con los Annales. El 
segundo es representado por el así llamado manism'O' 
est.ructural·de Althus s er y PoulAntzas ("así llama-
dos". con el fin de distinguir su uso de "estructura" 
del concepto de estructurR histórica en este ensayo) 
y más comúnmente toma la forma de una exégesis de 
El Capital y de otros textos sagrados. El mafltismo 
estructu ral compRrte algunos de sus rasgos co n el 
enfoque neonealista de resolución de problemas, ta-
les como su epistemología esencialista y ahistórica. 
s; bien no su precisión en el manejo de datos ni , desde 
que se ha mantenido durante mucho tiempo como un 
estudio sobre abstra cciones. su aplicabilidad pnkti-
ca a problemas concretos. En tal sentido, no nos 
concie rne aquí estudiarlo. El materialismo histórico 
es. s in emba rgo, una fuente. importante de la teoría 
critica y conige alneorrealismo en cuatro importan-
tes aspectos. 
136 
El primer o l!o ncie rne a la dial éctica, un té r min o 
que , como marx ismo , ha sido util izado para expresar 
una cantidad de pe nsamie ntos no s iempre compati -
bles, de tal mane r a que su uso r equie r e algun a defi-
ni ción. Es usado aquí en dos n ive les: e l de la lógica y 
el de la historia r eaL En el orden lógico significa un 
diál ogo que procura la verdad por medio de la expl o-
r ación de contradicciones.G Un aspecto de esto es la 
confrontación continua de conceptos co n la realidad 
que s e supone ellos representan y sus aju stes a esa 
realidad a medida que ésta cambia co nt inua me nte . 
El ot r o aspecto, que es pa rte de l método de ajuste de 
conceptos , es el conocimiento de que cada aser t o con-
ce r niente a la realidad contiene implicitamente su 
opuesto y que ambos, a se rto y opuesto , no son mutua -
mente exclusivos sino que comparte n e n alguna me-
dida l a ve r dad ; una ve rdad , por ot ra parte, que 
siempre está. en movimiento , y nun ca enc aps ulada en 
ninguna forma definit iva. A n ivel de la historia real , 
la dialéctica es la pos ibilidad de formas alternativas 
de desarroll o que surjan de la confrontación de fuer-
zas sociales opue stas en alguna situaci ón hi s tórica 
co ncreta . 
Tanto el rea li smo como el mate r ial ismo h istó ri co 
dirigen s u ate nción al co nfli cto. El neo rrealismo ve 
a l co nfl ic to como inherente a la co ndición humana, 
un factor constante que flu ye directamente de la 
esencia de busqueda de pode r de la na t u raleza huma-
na y toma la forma política de una con t inua reo rga-
nización del poder entre los partici pantes en un juego 
de sum a cer o, que s iempr e es desarrollado de ac uerdo 
con s us pr op ias reglas innatas. El materialismo his· 
6. Ver . por ejemplo. R.G. Collingwood (1942), qu ien d i'tiflgue el 
razonam iento di. léctico y el polémico. CoLlingwood vuelve a la 
dialéc tica en iul or lgenes griego. y nOI Ihorra 1 .. dirma";o· 
nn del mu. i.mo leoI6gico encerrad .. en el mate r i.lismo di, · 
lécl ico. 
137 
tórico busca en el conflicto el proceso de un perma-
nente rehace r de la naturaleza humana y la creación 
de nuevos modelos de relaciones sociales que cam-
bian las reglas del juego y fuera de las cuales -si el 
materialismo histórico permanece fiel a su propia 
lógica y método- pueden esperarse nuevas formas de 
conflicto. En otras palabras, el neorrealismo ve al 
confl icto como U,na consecuencia recurrente de una 
estructura continua, mientras que el materialismo 
histórico ve al conflicto como una causa posible de 
cambio estructuraL 
En segundo término, por su enfoque sobre el im-
perialismo, el materialismo hi stórico añade una di-
mensión vertical del poder a la dimensión horizontal 
de ri validad entre la mayoría de los Estados más 
poderosos, 10 cual atrae la casi exclusiva atención del 
neorrealismo. Esta dimensión es la dominación y su-
bordinación de metrópoli sobre colonia, centro sobre 
periferia, en una economía política mundial. 
En tercer término, el materialismo histórico en-
sancha la perspectiva realista en lo concerniente a... " 
las relaciones entre el Estado y la sociedad civiL 
Tanto los marxistas como los no marxistas se dividen 
entre quienes ven al Estado como la mera expresión 
de los intereses particulares en la sociedad civil y 
quienes lo ven como una fuerza autónoma que ex-
presa alguna clase de interés general. Para los 
marxistas, esos serían los intereses ge nerales del 
capitalismo como distintos de los intereses particu-
lares de los capita li stas. Gramsci (197 1: 158-168) 
contrastó el materialismo histórico, "que reconoce la 
eficacia de las fuentes éticas y culturales de acción 
política (s i bien siempre relacionándolas con la es-
fera eco nómica ), con lo que él llamó economismo 
hi stó rico o reducción de todo a los intereses tec-
nológicos y materiales. La teoría neorrealista en 
Estados Unidos ha retornado a la relación Estado/so-
138 
ciedad civil, si· bien ha tratado a la sociedad civil 
como una restri cci ón al E s tado y una limitación im-
puesta por intereses parti cu lares en la raison d'état, 
que es concebida y definida como independiente de la 
sociedad civil. ! El sentido de una relación recíproca 
entre estructura (relaciones económicas) y superes-
tructura (la esfera ético-política) en el pe nsam iento 
de Gramsci contiene la posibilidad de considerar el 
comp lej o Estad o/socie dad como entidades consti -
tuyentes de un orden mundial para explorar las for-
mas hi stó ricas particulares tomadas por esos 
complejos.8 
En cuarto término, el materialismo histórico en-
fo ca el proceso de prod uc ción como un elemento 
crítico en la explicación de la particular forma 
hi stó ri ca tomada por un complejo Estado/sociedad. 
La producción de bienes y servicios, que cr ea tanto la 
riqueza de una sociedad como la base de la ca pa cidad 
del Estad o para Il!0v ilizar el poder detrás de su 
política exteri or , tiene lugar por medio de una r e-
lación de poder entre quienes controlan y quienes 
ejecutan las t a reas de producció n. El conflicto 
político y la acción del Estado no mantienen ni pro-
7. Como en Krasner (l978b) y Katzenstein (1978). Estados Uni· 
dos es presentado por esos auto res como un Rstado débil en 
rel ación con la fortaleza de la sociedad civil, (o más particular. 
mente de los in tereses en la sociedad civil) más que otros 
Estados _por ejemplo Japón o Francia_. que son más fuertes 
con res pecto a sus sociedades. La sociedad civil es vista enton-
ces, en el CaSo de Estados Unidos, comO una limitacióna la 
efectividad del Estado. 
8. Gramsel consideró las ide a s, la política y la eCODom!a como 
relacionadas recíprocamente, convertibles una en otra y en 
unidades reunidas en un bl",,~o ilori~o. " El materialismo 
histórico", escribió, "e s en cierto sentido una reforma y desar -
rollo del hegelianismo. Es filosona liberada de elementos 
ideológicos unilaterales, la conciencia plena de las contradic-
ciones de la mosofla" ( 1911>, p. 471). 
139 
ducen cambios en esas r ela ciones de producción de 
pod er. El mater iali smo h ist óri co examina las co-
nexiones entre poder en la produ cc ión, poder en el 
Estado y poder en las r elaciones internaci onales. El 
neorrealismo, por el contrario. ha ignorado virtual-
mente el proceso de producción. Es te es el punto en 
el cua l el sesgo de solución de problemas del neone-
a li smo es más cla ramente distinguible del enfoque 
crítico del mate riali smo hi s t órico . El neorrealismo 
im plícitame nte toma los procesos de produ cc ión y las 
relaciones de poder inherentes a él co mo un elemento 
dado del inter és naci ona l, y en consecuencia como 
parte de sus pa rá metro s. El materialismo históri co 
es se nsible a las posibilidades di a léctica s de cambio 
en la esfera de producción que podrían afectar a las 
otras esfe ra s. tales como el Estado y el orden 
mu ndial. 
Esta discusión ha di s t inguido dos clases de teori-
zación como preliminares a la prop ue s ta de un enfo-
que crítico a una te oría del or den mundial. Pueden 
seña la rse algunas de las premisas básicas de tal 
teoría cr ítica: 
1. La comp rens ión de que la acción nun ca es ab-
sol utamente libre , sino que t iene lugar dentro de un 
marco que consti tuye su problemática. La teoría 
cr ítica debería empezar con este marco, lo que signi-
fica comenza r con una inves tigaci ón hi s tórica o una 
ap rec iaci ón de la experiencia humana que impulsa la 
necesidad de la te oría .!! 
9. La noción de un marco para la a ~ci ón recue rd a lo que Maquia-
velo (U3111 970, pp. 105_106) 1I.mó lIueuiló, en el sent ido de 
que In co ndiciones de e :r istend. requie ren .cción p.n crear 
o sostener un. fo rmll de o rden soci.l. N~ceuitd supoee t.nto 
la posibilidad de Un nuevo orden y todo. 101 tiesges inherentes 
a l ea mhlo de l orden uistente. "roen hombru d.n la bien. 
venid. ~ leyes que estll.bleeen un nuevo orden en el Estado, • 
menos que necesi ten hace r claro pan ell08 que e:riste neeesi . 
14 0 
.. 
2. Comprenaer que no sólo la acción sino también 
la teoría es compartida por la problemática, La teoría 
crítica es consciente de su propia relatividad , pero 
por medio de esa conciencia puede lograr una pers-
pectiva de tiempo más amplia y convertirse en menos 
relativa que la teoría de solución de problemas. Sabe 
que la tarea de teorización nunca puede finalizar en 
un sistema cerrado sino que debe continuamente co· 
menzarse uno nuevo , 
3. El marco de acción cambia con el tiempo; un 
objetivo importante de la teoría crítica es compren-
der esos cambios. 
4. Ese marco tiene la forma de una estructura 
histórica, una combinación particular de modelos de 
pensamiento, condiciones materiales e instituciones 
humanas que tienen cierta coherencia entre sus ele-
mentos. Esas estructuras no determinan las accio-
nes de la gente en ningún sentido mecánico, pero 
constituyen el contexto de hábitos, presiones, expec-
tativas y limitaciones en lo s cuales dicha acción se 
desarrolla. 
5. El marco o estructura dentro del cual se desa-
rrolla la acción es visto, no desde arriba en términos 
de requisitos para su equilibrio o reproducción (lo 
cual nos conduciría nuevamente a la resolución de 
problemas) sino más bien desde abajo o afuera, en 
términos de los conflictos que surgen dentro de él y 
abren la posibilidad de su transformación. 10 
dad de tales leyes; y desde que tal nec"sidad no puede surgir 
sin peligro, el E.tado podrá fácilmente ser arruinado an!"s de 
que el nuevo orden haya llegado a completa rse: 
10. En este sentido, Stanley Hoffmann ( 1977) ha escrito: ' nacida 
y arraigada e n América, 1 .. di sciplina de las relaciones in!er-
nacion ales elU, por a sl decirlo, demasiado próIima al fuego . 
Necesiu. triple d is tancia: deberla moverse desde el mundo 
cootempóraneo hacia el pasado; desde la perspecth'a de una 
141 
MARCOS DE ACCIÓN : 
ESTRUCTURAS HISTÓRICAS 
En su aspecto má s abstracto, la noció n de un 
marco para la acción o estructura histórica es la 
desc ripción de una particular configuración de fuer · 
:.as. Esta configuración no determina acciones direc -
tas, ni un camino mecánico , pero impone presiones y 
limitac iones. Lo s individuos y los grupos pueden su· 
perar la s presiones o re sis tirse y opone rse a ellas, 
pero no pueden ignorarlas. En la medida en que re· 
s isten exitosamente a una estructura histórica pre-
valeciente, ellos apuntalan sus acci ones con una con· 
figuración de fuerzas emergentes alternativa, una 
estructura rival. 
Tres categorías de fuerzas (expresadas como po-
te nciale s) interactúan en una estructura: capacida-
des materiales, ideas e instituciones (ve r Fig. 1). 
Ningún determini smo de un so lo camino necesita ser 
asumido entr e esas tres categorías; las rela ciones .. 
pueden se r asumidas de manera r ecíp roca. La deter· 
minación de qué cami nos seguirán las líneas de fuer -
za es siemp re una cuestión histórica que debe se r 
r espo ndida por un estud io de caso parti cula r. 
Las capacidades materiales so n potenciales pro-
ductivos y de s tructivos. En su forma dinámica. exis-
ten como capacid a des tecnológicas y organizativas, y 
e n sus formas ac umuladas como recursos naturales 
con tecnología que puede se r transformada, stocks de 
equipamie nto (por ejemplo, industrias y armamen-
tos ) y la riqueza de que se pueda di s poner. 
luperpotencia (un a altamente eonse rvadora) h"ci" la del débil 
y e l revolucionario, lejos de la imposible bllsqueda de estabil i. 
dad; desde e l desliumienlo haciA la cien~ia polfti~a, .. ~en­
diendo hasta la cumbre que las cues t iones ]>lanteadas por 1" 
filOJona polltica t radicional representan (p. 69). 
14 2 
•• 
Capacidades 
materiales 
Ideas 
===== Instituciones 
Fig. 1 
Las ideas son de dos clases. Una consiste en pen-
samientos intersubjetivos, o en aquellas nociones 
compartidas de la natunlleza de las relaciones socia-
les que tienden a perpetuar hábitos y expectativas de 
conducta (Taylor 1965). Algunos ejemplos de pensa-
mientos irttersubjetivos en el mundo político contem-
poráneo son las nociones de que la gente es orga-
n izada y dirigida por Estados que tienen autorid ad 
sobre territorios definidos; que esos Estad os se rela-
cionan entre ellos mediante agentes diplomáticos; 
que ciertas reglas se aplican a la protección de agen-
tes diplomáticos por ser de interés común de todos los 
Estados; y que es esperada cierta clase de conducta 
cu ando los conflictos se dan entre Estados, tales 
como negociación, confrontación o guerra. Esas nocio-
nes, si bien se mantienen a lo largo de prolongados 
períodos, están condicionadas históricamente. Las 
realidade s de la política mundial no siempre han s ido 
rep resentadas precisamente de esta manera y pue-
den no serlo en el futuro_ Es posi ble diseña r los 
orígenes de tales ideas y tambi é n detectar signos de 
debilitamiento de algunas de ellas ." 
11 . Taylor (1965) señala que 1 liS <'Xpectati"as con r especto a nego_ 
ciar conducu6 Ht>l.n cultur al me nte diferenciadas en el pre sen_ 
te mundo. Co rren MBtt ingly (955) estudió el o r igen de las 
143 
La otra cla se de ideas relevantes para una estruc-
t ura hi stó r ica so n las imágenes colectivas de orden 
social que tienen diferentes grupos. Son diferentes 
pe rspectiva s . tanto respecto a la naturaleza y la le-
giti midad de las relaciones de poder prevalecientes, 
como a los pensamientos de justicia y bien público, 
e ntr e otras. Si bien los pensamientos intersubjetivos 
h abi tualm e nte so n comunes en una estructura hi stó-r ic a parti cu lar y constituye n el suelo común del dis-
cu r so social (incluido el conflicto), las imágenes 
colectivas pueden se r dive rsas y opuestas. n La coli · 
sió n d e imágenes colectivas riva les proporciona evi -
dencia sob r e la posibi lidad de forma s alternativas de 
desa rrollo y plantea cuestiones tales como la posible 
base material e in s titucional para que emerja una 
estructura alternativa. 
La institucionalización es un medio de estabilizar 
y perpetuar un orden particular. Las instituciones 
reflejan las rela ciones de poder prevalecientes en su 
punto de or igen y tienden, al menos inicialmente , a 
apoyar imágenes colectivas consistentes con esas re· " 
laciones de poder. Ev entualmente, las instituciones 
asumen su propi a vida; ellas pueden conve rtirse en 
un campo de tende ncia s opuestas o las insti tuciones 
ri vales pueden renejar diferentes tendencias. Las 
ins ti tuciones son particulares amalgamas de ideas y 
pode r material que, a su ve z, influencian el desarro-
llo de ideas y capac idades materi a les. 
idea~ subrayadas en este párrafo. imp1fciiu en el moderno 
sistema dlt ¡':stado. 
12 . Las im'genes colectiva. no son agregados de opiniones frag. 
mentarias de individuos, tal como ae compilan en las encuno 
laS; son lipos mentales coherentes que expre .. n las peno 
pectivu o las cosmovisiones de grupos especlficoR, tal como 
pueden ler reconslruidu por medio del trabajo dlt h istor iado· 
re s 'J lotiólogos; por ejemplo, las recons truciones hechas por 
Max Weber de las rormaa de la conciencia religio ... 
144 
Existe una 'te rca na conexión entre la institucio-
nalización y lo que Gramsci llamó hegemonía. Las 
instituciones proveen maneras de enfrentar los con-
flictos y minimizar, de ese modo , el uso de la fuerza. 
Hay un reforzamiento potencial en las relaciones ma-
teriales de poder subyacentes a cualquier estructura, 
en el cual el más fuerte puede dar una paliza al débil 
si piensa que es necesario. Pero la fuerza no debe ser 
utilizada con el fin de asegurar el dominio del fuerte 
hasta el límite de que el débil acepte las relacione s 
de poder prevalecientes como legítimas . Esto lo pue-
de hacer el débil si el fuerte ve su misión como hege-
mónica y no meramente dominante o dictatorial, esto 
es, si desea hacer concesiones que puedan asegurar 
la aquiescencia del débiL .. especto a su liderazgo y si 
puede eJtpresar su liderazgo en términos de intereses 
universales o generales, más que como mero apoyo a 
sus propios intereses particulares. IJ Las institucio-
13. La principal aplicaci6~ de Gramsci del concepto de hcgemonla 
fue con respecto a las rclaciunes entre clases sociales; por 
ejemplo. al explicar la incapacidad de la burguesfa industrial 
italiana para establecer su hegemonla después de la unifica· 
ción de Italia y al examinar las perspectivas de los trabajado. 
res industriales italianos para establecer su hegcmonfa de 
clase sobre los campesinos y la pequeña burgucsla y crear un 
nuevo bloceo ./or;co (bloque histórico), un t~rmino que en los 
trabajos de Gramsci corresponde aproximadamente a l a noción 
de estructura hist6rica en este ensayo. El término "hegemo-
nla" en el trabajo de Gramsci está. ligado a los debates del 
movimiento de la Internacional Comunista concernientes 11 la 
estrategia revolucionaria, en su conexi6n y aplieaci6n especI_ 
fica a las clases. La forma del concepto, sin embargo, muestra 
sus lecturas de Maquiavelo y no Se restringe a las relaciones 
de clases; tiene una aplicación potencial mis amplia. La adap· 
tación de Gramsci de las ideas de Maquiavelo a las realidades 
del mundo que conocemos fue un ejercicio dialéctico en el 
sentido definido más arriba. Es una continuación apropiada 
de su método para percibir la aplicabilidad del concepto de 
estructuras del orden mundial. como aquf se sugiere. Para 
Gramsci, como para Maquiavelo, la cuestión general impllcita 
en lo concerniente a hegemonla eS la naturaleza del poder, y 
el poder es un centauro, en parte hombre. en parte bestia. una 
145 
nes deben convertirse en el ancla de tal estrategia 
hegemónica, desde que ellas tienden a la representa-
ción de diversos intereses y a la universalización de 
la política . 
Es conveniente poder distinguir entre estructu-
ras hegemónicas y no hegemónicas, es decir entre 
aquellas en las cuales el poder básico de la estructura 
tiende a encubrirse en el ámbito de la conciencia, y 
aquellas en las c~ales la administración de las reJa-
ciones de poder siemp re está en la esfera visible. La 
hegemonía no puede, sin embargo, ser reducida a una 
dimensión institucional. Uno debe tener cuidado al 
permiti r un enfoque de las instituciones que osc urez-
ca los cambios en la s relaciones de fuerzas materia-
les o la emergencia de un desafío ideológico a un 
antiguo orden prevaleciente. Las instituciones pue-
den estar fuera de fase co n esos otros aspectos de la 
realidad y su eficacia , como un medio de regular 
conflictos (yen consecuencia su función hegemónica). 
Pueden ser una expresión de hegemonía pero no pue-
den ser tomados como idénticos a la hegemonía. 
El métod\J de las estru cturas históricas repre-
senta Jo que pueden se r llamadas totalidades limita-
das. La estructura histórica no representa el mundo 
global, s ino más bien una particular esfera de la 
activ idad humana en su totalidad históricamente lo-
calizada. El problema ceteris paribus, que falsifica la 
teoría de la resolución de problemas y conduce a la 
presunción de una éstasis total, es evitado yuxtapo-
niendo y conectando estructuras históricas en esfe-
ras de acción relacionadas. La dialéctica es intro-
ducida, en primer lugar , por de riv ación de la defini-
ción de una estructura particular, no de un modelo 
abstracto del sistema social o modo de producción, 
com bina ció n de fuer za y conscntimiento. Vc r Maquiavel0 
(15 1 J Il977, pp . 149.( 50) Y Gram~ci ( 1971, pp. 169-170). 
146 
" 
sino de un estudio de la situación histórica con la 
cual se relaciona y, en segundo término, buscando la 
emergencia de las estructuras rivales que expresan 
posibilidades alternativas de desarrollo. Las tres se-
ries de fuerza indicadas en la Fig. 1 constituyen un 
instrumento heurístico, no categorías con una jerar-
quía predeterminada de relaciones . Las estructuras 
históricas son modelos contrastantes: como tipos 
ideales, ellas proveen, en una forma lógicamente co-
herente, una representación simplificada de la reali · 
dad compleja y una expresión de tendencias limitada 
en su aplicabilidad en tiempo y espacio, más que 
desarrollos íntegramente realizados. 
Para los propósitos de la presente di scusión, el 
método de las estructur~s históricas es aplicado a los 
tres niveles o esferas de actividad : 1. organización de 
la producción, más especialmente con respecto a las 
fuerzas sociales generadas por el proceso de produc-
ción; 2. formas de Estado derivadas de un estudio de 
los complejos de Estado/sociedad; 3. órdenes mundia-
les, o sea las particulares configuraciones de fuerzas 
que sucesivamente definen la problemática de guerra 
o paz para el conjunto de Estados. Cada uno de esos 
niveles puede ser estudiado como una sucesión de 
estructuras rivales dominantes y emergentes. 
Los tres niveles están interrelacionados. Los cam-
bios en la organización de la producción generan 
nuevas fuerzas sociales, las cuales, a. su turno, pro-
vocan cambios en la estructura de los Estados; a su 
vez, la generalización de los cambios en la estructura 
de los Estados altera la problemática del ord en mun-
dial. Por ejemplo, como E .H. Carr (1945) seflala, la 
incorporación de los trabajadores industriales (una 
nueva fuerza socia]) como participantes dentro de los 
Estados occidentales a finales del siglo XIX, acentuó 
el movimiento de esos Estados hacia el nacionalismo 
económico y el imperialismo (una nueva forma de 
147 
Estado), lo cual ocasionó una fragmentación de la 
economía mundial y una fase más conflictual de las 
re lacionesinternaci ona les (la nueva estructura del 
orden mundial). 
La relaci ón entre los tres niveles no es, sin em-
bargo, simpleme nte unilineal. Las fuerzas sociales 
tra nsnac ionales han influido a los Estados por medio 
de la estructu ra rtundial, como se pone en evidencia 
por el efecto del capitalismo expansivo del siglo XIX, 
les bourgeois con quérants (Morazé 1957), en el desa -
rrollo d e la s estructuras del Estado tanto en el centro 
como en la periferia. Las estructuras particulares del 
orden mundial ej erce n influencia sobre las formas 
que toman los Es tad os: el estalinismo fue, al menos 
en parte, una res puesta a la percepción de una ame-
naza a la existe ncia del Estado soviético desde un 
orden mundi a l h ostil; el complejo militar-industrial 
en los países centrales just ifica su influencia hoy 
apuntando a la condición conflictual del orden mun-
dial, y la prev a lencia del militarismo represivo en los 
países p erifé rico s puede ser explicada por el apoyo .. 
externo del imperialismo, como así también por una 
co njunción particular de fuerzas internas. Las for -
mas del E s t ado también afectan el desarrollo de fuer-
zas sociales por med io de las clases de dominación 
que eje rc e, por ejemplo, apoyando los intereses de 
una clase y desbaratando otros. H 
Conside ra dos de manera separada, las fuerzas 
sociales, las formas de Es tado y lo s órdenes mundia-
les pueden se r represe ntad os, en una aproximación 
prel iminar, como configuraciones particulares de ca-
pacidades mate riales, ideas, instituciones (como se 
indica en la Fi g. 1). Considerados en relación unos 
con otros, y llegando a una representaci ón más com-
14. Una reciente di scusión de l carácte r recfproco de esas rel acio. 
nes puede Verso en Gourevitch (1978). 
148 
pleta del procé"so h is tóri co, cada un o pu ede ser vist o 
como co nte niendo, as í como r eci biendo, el impac to de 
los otros (co mo se muestra en la Fig. 2). 1& 
~ Fuerzas sociales ~ 
Formas de Es tado Ordenes mund iales 
Hegemon ía y órdenes 
mundi ales 
Fig. 2 
¿Cómo deben ser leídas esas relaciones recíprocas 
en la presente coyuntura h ist óri ca? ¿C uáles de las 
diferentes relaciones nos dirán má s? Un cierto se nti· 
do de la hi s toricida.d de lo s conceptos s ugier e que las 
r ela cione s crítica s pueden no ser la s mi smas en pe-
ríodos hi s t óri co s su ces ivos, incl uso dentro de la era 
post -we s tphaliana, par a la cual el t érm ino "sis tem a 
d e Es tados" tiene par ticul a r s igni fic ad o. La ap ro:a:i -
mación a una teoría crítica del orden mundi al, aq uí 
bos qu ejada, asume la forma de una ser ie inte rco nec-
tada de hipótesi s hi s tór icas . 
15 . Me he compromeli do con J effrey Har rod en un eatudio de las 
reladonea de producci6n a escala mun dial que comienu con 
UD exameo de los d ifereo tes modelo' de las relacione. de poder 
en e l proceso de producc i6n como estructura. hilt6ricas sepa_ 
radas y que con duce n a una eonsideraci6n de dife rentu formas 
de Est ado y de la eeonomla polltic a global. Llevándolo a esoil 
dos úJtimos niveln, el neeeu rio comprender h. uiste ncia de 
d ife ren l n modelos de re laciones de producci6n y Ja Jerarqula 
de relacione¡ enlre ellas. Uno pod r la igualme nte adoptar foro 
mal de Eslado u 6 rde nu mundiales como punto de putida y 
u t ilizar 101 otros oi .. e les pata cxplielr el proceso hist6rico. 
149 
El neorr ealismo pone el acento en Estados redu-
cidos a su dimensión de fuerza material y, de manera 
s imilar , reduce la estructura del orden mundial al 
balance de poder como una configu r ación de fuerzas 
materiales. El neorrea li smo, que generalmente con-
sidera a las fuerzas sociales como irrelevantes , no 
está demasiado interesado en la diferenciación de 
fo rm as de Estado (e ll:cepto en la medida en que la s 
"sociedades fuertes" en las políticas democráticas 
liberales puede amenazar el uso de la fuerza por 
el Estado o avanzar intereses particulares sobre él 
interés naciona]) y tiende a dar un bajo valo r a 
los aspectos norm ativos e institucionales del ord en 
mundial. 
Un esfuerzo para amp liar la perspectiva realista 
con la inclusión de variac iones en la autoridad de 
normas e institucio nes internacional es es la teoría de 
la "es tabili dad h ege mónica", la cual, como señala 
Robert Keohane (l980), "sostiene que las estructuras 
hegemónicas de poder, dominadas por un so lo país , 
son más propensas a ll eva r al desarrollo de regíme- " 
nes internacionales fuertes, cuyas reglas son re lati-
vamente precisas y bien obedecidas",l' La s ilustra-
16. Keohllne cita, cornil 0lr08 autores que han contribuido a esta 
l eorla. a Charles Kindleberger, Robert Gilpin '1 Stephe n Kras-
ne r . "Hegemonla " es utiliudo por Keohane en el sentido limi-
tado de dominación por un Edado. ¡':Sla acepción debe distin-
guine de su significado en e!ite a r ticulo;>, que deriva de G rams. 
ci ; por ejemplo, h egemonla como Una esl ructura de domina-
ción, dejan do abie r ta la cuest ión de dctermintr si el poder 
dominante es un f:stlldo O Un grupo de EstadoJ, o alguna 
combinación de Estado '1 poder privado, 10 cual es sostenido 
media nte la aceptación de unH ideologlll y de instituciones 
consistentes con 8U est ructura . De modo que una estructurll 
hegemónica del o rden mundial es aquella en la cual el poder 
t oma primariamente una forma consensual, distinto de UD 
orden no hegemónico en el cual ha.r poderes rivales manifies-
t OI 'l ninguna potencia ha podido establecer la legit imación de 
eu predominio. Puede haber dominación sin hegemonla: hege_ 
monla e!i una posible forma de predominio que puede adoptar_ 
150 
ciones clásicas' de la t.eor ía d iscu tida por Keohane son 
la pa:r britannica de mediados del s iglo XIX y la pa:r 
americana de los años siguientes a la Segunda Gue-
rra Mundial. La teoría parece ser confi rm ada por la 
declinación en la obse rvaci ón de las norma s del orde n 
del siglo XIX, que acompañaron la relati va declina-
ción de Gran Bretaña desde la última parte del siglo 
XIX. Algunos expon ente s de la teoría ve n una decl ina -
ción similar, de sde los primeros años setenta ,del si-
glo XX en la obse r vación de normas del ord en pos be-
lico refe r idas a una rel a tiva declinació n en e l poder 
de Es tados Unido s. Rob ert Keohane ha verificado la 
te oría e n áreas parti cul a res (e nergía, moneda y co-
mercio ), con el conve nc imiento de que el poder no es 
un bien fungible , sino Gue debe ser d ifer enciado de 
acuerdo con los co ntextos en los cuales un Estado 
trata de se r influ ye nte. El encuentra que, particular-
mente e n las áreas de comercio y moneda , los rele va-
mientos en el poder en Es tados Unid os so n insufi-
cientes para expli ca r los cambios que h a n ocurrido. y 
que el análi s is necesita se r complementado por la 
introducci ón de factores internos, políticos, eco nómi-
cos y cu lturales. 
Una aproximación alternativa debe ría come nzar 
r edefiniendo que es lo que debe se r ex plicado, o sea 
la estabi lidad r elativa de los órdenes mundiales su-
cesivos. Es to puede se r realizado equipa rando esta-
bilidad co n un concepto de h egemonía que s e basa en 
8e. La hellemonfa in.titucionada. como es ulilinda en este 
en.ayo. corres ponde a 10 que Keohane n a ma un "rl!gi me n fu e r-
l e in ternacional". Su teorta puede sc r presen tada en nuestros 
t~rmino. cOmo: la dominación por un Es t ado poderoso es más 
convenionte para el desarrollo de hegcmGnfa . En este l e KlO, el 
thmino -hcgemon fll " le reu rv" para un orden conse nsual y 
"dominación " se refiere sóle • una preponder>tnci a del poder 
material. La dil cu ~ i ó n de Keohane sobre hege monfa se desa· 
rroll a e n ' u íi lt imo trabajo (1 98 4 ), pe ro si n arecta r la disti n. 
ciÓ II que a<¡uf se ha hecho. 
151 
una' conjunció n coh erente o que encaja co n una confi· 
guración de poder material , la imagen colectiva pre · 
valeciente del orden mundial (incluidas ciertas 
normas) y una se r ie de institucionesque adminis tran 
e l orden con una cie r ta apariencia de universalidad 
(es decir. no exactamente como el instrumento direc· 
to de la dominación de un Estado particular). En es ta 
formu lación, e l poder del Estado deja de se r el úni co 
factor de explicación y forma parte de lo que debe ser 
explicado. Este replanteamiento de la cuestión pre· 
se nta una dificultad im portante e n la ver sió n neo-
rr ealista seña lada por Keohane y otr os, en e l sentido 
de cómo expl icar el fraca so de Estados Unidos para 
estable ce r un orden mundial estable en el per íodo 
e ntre guerras a pesa r de su prepo nder ancia de poder. 
Si la dominación de un solo Estado coincide con un 
orden estable en algunas ocasiones, pe ro no e n otras, 
entonces co rre sponde mirar más de ce rca qué signi fi -
ca o qué se entiende por estabilidad y más amplia -
mente cuá les deben se r sus condiciones suficientes. 
La dominación de un Estado pode roso puede ser una " 
condición necesaria pe ro no suficiente de hegemonía. 
Los dos períodos de la paz. britannica y la paz. 
americana también satisfacen la definición reformu -
lada de hegemonía. A mediados de l s iglo XIX, la su-
premacía mundial británica se fundaba en su poder 
ma r ítimo, que pe r maneció libre de desafíos por un 
Estado continental como resultado de l a capacidad 
británica para desempeñarse como factor de equi li -
brio en un relativamente fluido balance de poder en 
Europa. Las normas de la economia libera l (libre 
come rcio, patrón oro, libre movimiento de capitales y 
personas) logró amplia aceptación co n e l aumento del 
pr estigio británico, proveyendo una ideología univer· 
salista que representaba esas pormas como las bases 
de una armo nía de intereses. Si bien no había insti-
tuciones inte r nacionales formales. l a sepa rac ión 
152 
•• 
ideológica entre economía y política s ignificaba que 
la City podía aparece r como adm inistradora y regu-
ladora de acue rdo con esas nOfmas universales, con 
e l poder ma rítimo británico remanente en escena 
como potencial r efuerzo. 
La estructura h istó r ica fue transfor mada en sus 
tres dimensio nes duran te el per íodo que fue de la 
última cuarta parte del siglo XIX hasta la Segunda 
Guerra Mu ndial. Dur ante ese pe ríodo, el poder britá-
nico declinó r e lativamente, pe rdiendo su supremacía 
¡ndisputada en e l mar , primero con el desafío alemán 
y l uego con e l a ume nto del pode r de Estados Unirlos; 
el libe r alismo económico se de rrumbó con el auge del 
proteccionismo, los nuevos imperialismos y el fin del 
patrón or o, y e l demorcrJo y abortado intento de ins-
titucio nalización inter nacional por medio de la Liga 
de las Nac iones, que no fue sostenido ni por un poder 
domina nte ni por una ideología ampli amente acepta-
da, y colapsó e n u n mu ndo creci en temente organiza-
do en bloques r ivales de pode r. 
La configu ración de pode r de la pax americana fue 
más rígida que en el caso de la prime ra hegemonía; 
tomó la forma de alianzas (todas vinculadas con el 
pode r de Estados Unidos), creadas con el fin de con-
tene r a la Un ió n Soviética. La estabilizació n de esta 
co nfi gu ración de poder creó las condiciones para el 
desdoblam iento de una economía global en la cual 
Estados U nidos dese mpeñaba un papel simila r a l de 
Gran Br etaña a mediado s del siglo XIX. Es tad os Uni-
dos r ara vez tuvo que intervenir directamente en 
apoyo de los inte reses económicos nacionales especí-
ficos; mediante e l mantenimiento de las nor mas de 
un orden eco nóm ico inter nacional, de acuerdo con el 
liberali smo revisado en Bretton Woods, el fortaleci· 
miento de las co r po raciones de Estados Unidos en la 
búsqueda de beneficios fue sufi cien te para asegura r 
la continuidad del pode r nacional. La pax americana 
153 
pro'dujo un mayor número de instituciones interna-
cionales formales que las que se generaron du rante 
la primera hegemonía . La sepa ración del siglo XIX 
entre política y economía había sido empañada por la 
experiencia de la gran depresión y el ascenso de las 
doctrinas keynesianas . Dado que los Es tados tenían 
ahora n un papel legitimado y neces ariamente abierto 
en la adm inistrac ión de la economía nacional, se hizo 
necesario multilateralizar la gestión administrativa 
de la econ omía internacional y darle una calidad 
i ntergubernamenta 1. 
La noci ón de h egemonía como una combinación de 
poder, ideas e instituciones hizo posible tratar algu-
no s de los problemas en la teoría de dominación es-
tatal como la condición necesaria de un ord en 
internacional estable; es o per mitió retardo s y avan-
ces en la h egem onía . Por ejemplo, tan fuerte era la 
no s talgia de la hegemonía del siglo XIX que la dimen-
sió n ideol ógi ca de la pax britannica noreda todavía 
d es pues d el desvanecimiento del pode r que la apoya-
ba. Se hi cie ron esfuerz os sos tenidos, y fina lmente" 
fútiles, para' revivir una economía mundial liberal 
ju nto co n el patrón oro e n el periodo entre guerras . 
Au n en el per íodo de posguerra , la política de Gran 
Bretaña cont inuó dando precedencia a los problemas 
de balanza de pago sobre el desa rrollo de la indus-
tr ial naciona l y la s consideraciones de empleo. l ? Un 
caso i lus tra ti vo es el de Es tados Unidos . donde los 
ind ica do res del crec imiento de poder materia l duran-
te el período entr e guerras fue r on insuficientes para 
predecir la nueva hegemonía . Er a necesario que los 
líde re s de Es tados Unidos llegaran a verse a ell os 
17 . Dos es tud.ios cl ás icOl pa rticularmcnte relevante. sobre e l pe-
riodo de e n t re guerras .on : Kar! Pohtnyi (l9 ~7b) y E.H. Can 
( 1946). St ephen Bla nk ( 19 78) come nta la poll t ica econ6mica 
br it ánica de posguer ra, como tamb i~ n lo hace Ste phen Kras ne r 
(1976). Tambi~ o ve r R.E . Harrod (I9~ 1) . 
154 
mismos. en ter"minos ideológicos, como los necesarios 
gar antes de un nuevo orden mundial. La era Roose -
velt logró esa transición , incluido tanto el rechazo 
consciente de la vieja hegemonía (por ejemplo, torpe-
deando la Conferencia Económica Mundial en 1933 y 
abandonando el patrón oro) y la gradual incorpora-
ción de los principios del New Deal en la base ideoló-
gica del nuevo orden mundial. A eso s iguió la 
iniciativa de Estados Unidos para crea r la s institu-
ciones que admini s traran ese orden. la Los neomer-
cantilistas en Estados Unidos ahora n están alertas 
contra el pe ligro de repeti r del error británico. ur-
giendo a los decisore s políti cos estadounidenses a no 
continuar operando de acuerd o con las doc trina s de 
la pax americana, mienh as Es tados Unidos no pueda 
actuar como un garante del orden univ ersalista mun· 
dial. Sus esfuerzos persuasivos subr aya ron el hecho 
de que en esos temas la ideología es una esfera deter-
minante de acción que debe ser inter pretada en sus 
conexiones con las -relaci ones material es de poder. 
FUERZAS SOCIA LES, 
HEOEMONIA E IMPERIALISMO 
Repre sentada como una com binació n de poder 
material, ideología e instituciones, la hegemonía 
puede parecer adscrib irse a una teo ría cíclica de la 
18.L .. implicaciones internacionales del N~w Dta l pueden encono 
trarle en varios pa saje. de Arthur M. Schlelingcr, J r . (1960, 
vol. 2). Chllrlu Maie r (1918) discute las re laciones entre el 
N~w D~IJI y la ideologla de pOlguerra en el orden mundial. 
Richard Ga rdne r (1956) mUellra el vinculo de I n ideas del 
N.UJ D~ .. I y la. iutitucioDeI de la e~onomla mundial elabora-
d .. delpuél de la Segunda Guer ra Mundial en 1 .. ne80ciacio-
nes de Bretton Woodl. 
155 
hi s toria ; las tres dimensiones se unen en ciertos 
tiempos y espacios y desaparecen en otros. Eso es una 
reminiscencia de las tempranas noc iones de lJirtiJ. o 
del Weltgei st desplazándose de pueblo en pueblo. La 
analogía solamente apunta a algo que permanece 
inexplicado . Lo que se pierde es alguna teoría sobre 
cómo y por qué tal adaptación se produce y desapare-
ce. Creo que la explicación debiera ser buscadaen el 
objetivo de las fuerzas socia les formadas por las re-
laciones de producción. 
Las fuerzas sociales no deben se r pensadas como 
exi s tentes exclusivamente dentro de los Estados. 
Ciertas fuerzas sociales pa rti cula r es pueden desbor-
dar los limites de los Estados, y las estructuras mun-
diales pueden ser descritas en términos de fuerzas 
sociales, así como también como configuraciones de 
poder del Estado. El mundo puede ser representado 
como un modelo de fuerza s sociale s en interacción, en 
el cual los Es tados desempeñan un papel inte rmedio, 
si bien autónomo, entre la estructura global de las 
fuerzas sociale s y las configur ac iones locales de las " 
fuerzas sociales en países determinados. Esto puede 
ser denominado una perspectiva politico-eco nómica 
del mundo : el pode r es visto com o un emergente de 
procesos sociales, más que como un resultado de la 
for ma de capacidades materiales acumuladas, o sea 
como resultado de esos procesos. (Parafraseando a 
Marx, uno puede describir la segu nda , que es la pers-
pectiva neorrealista, como el "fetichismo del po-
der") .19 En la busqueda de una perspectiva polí-
19. El pu n~o bhico que aquf tra to es sugerido por un pauje de 
Gra msci 0971, pp . 176-171 ; 1915 , p. 1662), que dice : -¿1 .. 
rebelones i n~ ... n.cionales preceden o liluen (I6liclmente) a 
1 .. rebcio nell sociales fund.me n~ales? No h ay duda de que 1 .. 
si guen . CUlllqu ier innovaci6n orgAni ., a en la estructura ... cial , 
por medio de su. e"'presiones técnico_ milit a r u , modifica orlA_ 
n i ca mente las relaciones absolutas y re lativas también en el 
campo in t e rnacional -. Gramsci ut iliu el ~érmin(l ' o rgánico-
156 
tico-económidi, pasamos de identifica r las ca racte -
rísticas estructurales de los órdenes mundiales como 
configuraciones de capacidades materiales, ideas e 
instituciones (Fig . 1) a explica r sus orígenes, creci-
miento y defunción en términos de las interrelacio-
nes de esos tres niveles de estructuras (Fig. 2). 
No es un gran descubrimiento, por cierto, encon-
trar que, vista desde la perspectiva de la economía 
política, la pax britannica se basaba tanto en el au -
mento del capitalismo manufacturero en la economía 
internacional de cambio, de la cual Gran Bretaña era 
el centro, y en el poder social e ideológico, en Gran 
Bretafta y otras partes del noroeste de Europa, de la 
clase que obtuvo su ri queza de la manufactura. La 
nueva burguesía no necO!sitó co ntrolar directamente 
a los Estados; su poder social se convirtió en la pre-
misa de la política del Es tado. 20 
La declinación de ese orden hegemónico también 
puede ser explicada por el desarrollo de las fuerzas 
sociales. El capitalismo movilizó fuerza de trabajo 
industrial en la mayoría de los países avanzados, y 
desde el último cuarto del siglo XIX los trabajadores 
industriales tuvi eron un impacto e n la estructura del 
Estado en esos países . La incorporac ión de los traba-
jadores industriales, la nueva fuerza socia l impelida 
por el cap italismo manufacturero en la nación , SUpu, 
so una extensión en la ¡-ama de la acci ón del Estado 
bajo la forma de intervención económica y política 
social. Es ta, a su vez, introdujo el fa ctor de l bienes-
pan rere rirse a 101 cambios ulati"o5 y permanent .... de largo 
pino. como opunto a "coyuntural "_ 
20. E .J . Hobsbawm (1917, p. 16 ) ucribe; "los homb res que oficial· 
mente condujeron lo. uuntos del orden burguél victorioso en 
I U momento de triunro fueron nobles ~"mp .... inol prorunda· 
mente reacdona riOl de Pru sia. un emperador de imitación en 
Francia y una se rie de propie tarios ar i~ l ocr6ticOl en Gran 
Bretal'la." 
157 
tar doméstico (po r ejemplo, el mínimo social requeri-
do para mantener la lealtad de los t r abajadores) en-
tre los objetivos de la política interna. Los reclamos 
de bienestar compitieron con las exige ncias del inter-
nacionalismo liberal dentro de la admi n istración de 
los Estados; como el primero ganó terreno , e l protec-
cionismo, el nuevo imperialismo y e l fin del patró n 
oro señala ron la larga declinación del internaciona-
lismo liberal. 21 La forma liberal de Estado fue lenta-
mente reemplazada por la forma de Estado nacio-
nalista de bienestar. 
La difusión de la industrialización y la moviliza-
ción de las clases soc iales que ella supuso, no sola-
mente cambió la naturaleza de los Estados sino que 
alteró la configuración internacional del poder del 
Estado, a medida que nuevos ri vales amenazaron la 
conducción de Gran Bretaña. El proteccionismo, 
como medio de construcció n de un poder económico 
comparable al británico, era para esos nuevos países 
industria les más convince nte que la teoría liberal de 
la ventaja compa r ativa. Los nuevos imperialismos de " 
los mayores pode res industriales fueron una proyec-
ción hacia afue ra del co nsenso nacionalista de bie-
nestar entr e fuerzas sociales planteado o logrado al 
inter ior de las naciones . Dado que tanto el predomi-
ni o material de la economía británica y e l llamado a 
la hegemonía ideológica se debilitaron, e l orden mun-
dial hegemónico de mediados del s igl o XIX dio lugar 
a una configuración no hegemónica de bloques de 
poder rivales. . 
El imperialismo es un concepto demasiado amplio 
que, en la p rá ctica, debe se r nuevamente definido con 
referencia a cada periodo histórico. No es demasiado 
21. EDite 105 analistu que coinc:idierón en ell o le cuentan Karl 
Pollnyi 11957b); Cunnl r Myrdal (960). y Ceorrrey Barra_ 
c10ugh (968). 
158 
conveniente buscar alguna "esencia" del imperialis . 
mo más a ll á de las formas de dominación y subordi -
nación asumidas en diferentes est ructuras mundia -
les sucesivas. La actual forma. ya sea activada por 
Estados. po r fuerzas sociales (por ejemplo . la admi · 
nistra ción de co rpora ciones multinacionales ) o algu. 
na combi nación de ambas. ya sea la dominaci ón 
pr imariamente política o económica, debe ser deter-
minada por análisis histórico y no por raz onamiento 
deductivo. 
El capitalismo expansivo de mediados del siglo 
XIX llevó a la mayoría del mundo a participar en las 
relaciones de inte rcambio de una economía interna -
cional centrada en Londres. El imperialismo liberal 
de esa fase fue muy in.diferente al hecho de que los 
países periféricos fueran o no formalm ente inde-
pendientes o estuvieran bajo el control político adm i-
nistrativo de un poder colonial . con ta l de que fueran 
observadas las norm as de la economía internacio-
nal. 22 Canadá y Argentina, por ejemplo. t en ían posi -
ciones simila res en términos reale s , si bi en uno tenía 
es tatus colonial y el otro era un país independ ient e. 
En el per íodo del imperialismo libera l , la s aut or ida-
de s locales, que a menudo era n precapita li s tas en su s 
relaciones con el proceso de producción (por ej empl o, 
la s basadas en si s temas agrario s tr adicio nale s), 
mantuvieron a sus países en el s istema co merci a l. 
Durante el segundo período, el del as í llamado nu evo 
imperialismo que siguió a 1870. el control esta ta l 
directo comenzó a suplanta r los moldes menos forma-
les del período comercial. Las relac io nes capi talis tas 
de producción bajo ese ej e polít ico penetraron la pe-
riferia con mayor fuerza , espec ialme nte e n la extra c-
2 2. G\'oTge Li~hth \' im ( 197 1) hll propueito una periodinc ión de IOi 
imperilllismos. y yo he t omado de ~l e l t ~Tmino "impe r ia lismo 
libenl - . 
159 
ción' de materiales pesados y en la construcción de 
infraestruct.ura (caminos, ferrocarriles, puertos y ad-
ministr aciones comer ciales y guber namentales), r e-
queridos para vincula r a las colonias más íntima-
mente con la metrópoli. 
Las relaciones capitalistas de producción genera-
ron nuevas fuerzas sociales en la pe r ife r ia. Los ex-
tranjeros debían .desempeña r impo rtantes roles en la 
sociedad local, algunos como agentes de la adminis· 
tración colonial y de l gran capita l en la metrópoli, 
otros en negocios meno res, lle na

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