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Gillespie: Soldados de Perón- Los montoneros El retorno del peronismo y el avance de la izquierda peronista: El 25 de mayo de 1973 Héctor Cámpora asume como presidente de la nación, acompañado por una muchedumbre festiva en plaza de mayo que celebraba la partida de los militares. Particularmente los grupos de izquierda peronista: montoneros, FAR y la JP tuvieron importante protagonismo, controlaron el orden público. Para estos grupos, lo más importante fue la liberación de los presos políticos. El gobierno cumplió con lo prometido y liberó a todos los presos políticos, pero ya se evidenciaban las divisiones entre los grupos peronistas y los grupos guevaristas. Estos últimos, intentaron tomar la cárcel de devoto por asalto, no exitoso. Los acontecimientos políticos giraron a favor de los montoneros, quienes aprovecharon la oportunidad para expandir su influencia política, concentrándose en la actividad legal y en la acción de múltiples frentes. Pero, al no tener organización política de base, no pudieron ocupar todos los cargos de gobierno que Perón les había prometido; todavía dependían de que Perón y su movimiento fueran revolucionarios. Se vio una diferencia entre estos grupos “revolucionarios” y “alternativistas” (los que buscaban una alternativa independiente de la clase obrera). Este período era concebido como un paso intermedio al socialismo que iba a ser llevado a cabo por Perón y el movimiento. Esto no tenía fundamento alguno, primero por suponer la conversión de Perón al socialismo nacional, segundo por pretender que los sectores burgueses del peronismo aceptarían una jefatura de la clase trabajadora, y tercero por esperar mantener una alianza de clases. Lo que sucedió fue que el peronismo no pudo implementar los planes sociales a los que estaba acostumbrado, porque, al volver al país, se vio enfrentado con una crisis económica. El plan económico peronista y la alianza gubernamental se fueron desintegrando de a poco. El ERP, decidió que la acción guerrillera debía continuar. Por otro lado, los éxitos de Montoneros en esos años se debieron a que sus fórmulas políticas eran parte de los mitos populares e ideas erróneas de la época, mientras que para los estudiantes constituía un atractivo y coherencia lógica. El movimientismo les ayudo a Montoneros a convertirse en la mayor fuerza política del país. En los cargos de gobierno se veía reflejado el perfil Montonero (en los ministerios de relaciones exteriores, de educación y del interior), pero los cargos más importantes seguían siendo ocupados por miembros de la ultraderecha, especialmente José López Rega. Fuera del Gobierno Federal, Montoneros ejercía su influencia en el Congreso Nacional, en las administraciones provinciales y en las universidades. Pero todos eran atacados por otras partes del movimiento: el sindicalismo y la derecha. Finalmente, los pocos cargos que ocupaba Montoneros en las provincias fueron removidos por intervenciones federales o golpes policíacos. EL éxito más grande fue la Universidad de Buenos Aires, donde se desarrollaron cambios educativos. Crearon una serie de organizaciones orientadas a cada uno de los movimientos sociales y movilizaron amplias multitudes. Limitaciones de la tendencia revolucionaria: La tragedia para Montoneros fue que ninguna de sus movilizaciones impresionó a Perón; cuando se hizo evidente que la tendencia no podía ser “domesticada”, y que tampoco eran vitales para las movilizaciones, perdió su interés en ellos y se centró en echar a la izquierda de su movimiento. Por su debilidad organizativa, sin recursos económico las movilizaciones que podían llevar a cabo no tenían sentido. Esta debilidad era producto de la herencia de las organizaciones de masa que consistían en estructuras burocrático-autoritarias; los montoneros eran muy selectivos respecto de a quiénes debían incorporar y a quiénes usar sólo para las movilizaciones. En general, estas movilizaciones eran por cuestiones específicas, pero no vinculadas a un proyecto global, y las nuevas organizaciones pro-montoneras parecían un intento de cambio, pero confuso y desarticulado. Al no tener ningún tipo de vínculo con la militancia de base, y sin estructuras internas democrática, muchos grupos rompían con la organización y se convertían en facciones rebeldes. Este problema el autor se lo atribuye al hecho de que la lucha armada había militarizado todos los aspectos de la organización, y cuando al fin entraron en la vida política, no supieron dejar atrás las estructuras jerárquicas militares burocráticas. La debilidad económica de la Tendencia fue un problema más serio. El gobierno peronista era sensible a las presiones de aquellos que tenían poder económico, pero la JTP (el grupo obrero de la tendencia) sólo tuvo crecimiento entre los trabajadores no industriales. Los defectos organizativos y la falta de poder económico estratégico limitaron la influencia de la Tendencia en el Movimiento y en el gobierno. Lo mismo sucedió con el comportamiento político, que varió durante aquel período, esto se hizo evidente por primera vez cuando en 1973 Galimberti es depuesto por Perón como delegado de la Juventud. Esto último determinó las reacciones que tendría la Tendencia a las medidas que tomaría Perón a favor de los sectores menos radicales del Movimiento; declaraban que el “espíritu” de Perón era bueno, pero que la puesta en práctica de las medidas que él quería no podía llevarse a cabo por culpa de los infiltrados. Los Montoneros apoyaron la idea de Pacto Social de Perón, que económicamente era una utopía (aumentar astronómicamente el dinero en circulación), pero esperaron un tiempo antes de criticarlo y pedir modificaciones. Por ser críticos al Movimiento, pero no tanto, no atraían a los obreros con conciencia de clase, y al mismo tiempo los aislaba de a poco del gobierno. Aceptaron todas las medidas legislativas antipopulares, pero lo que si no entendieron fue la nominación para vicepresidenta de Isabel; aun así, decidieron callarse disciplinadamente. Perón ataca a Montoneros: los Montoneros festejaron la llegada de Perón a la presidencia. Para hacer que Perón reaccionara y dejara de tomar medidas “extrañas” para ellos, le “tiraron el cadáver de Rucci sobre la mesa”. Pero la incredulidad de que Perón estuviera defendiendo a la derecha peronista y a los líderes sindicales paralizó la iniciativa de montoneros (incluso aceptaron el principio del verticalismo). Durante ese tiempo lo presentaron a Perón como inocente prisionero de una pandilla de imperialistas, burócratas y traidores como López Rega, quien tomó el papel de villano. Creyeron que lo que se necesitaba era rectificar su fuerza movilizadora. Cuando Perón pidió a los diputados del FREJULI que votaran por su reforma del Código Penal, los diputados montoneros renunciaron a sus bancas. Los líderes, como Firmenich, reconocieron que antes de que llegara Perón al país ellos habían hecho de él lo que ellos esperaban. Pero este descubrimiento de una brecha ideológica no hizo que retiraran su apoyo. Para el momento, un enfrentamiento con Perón ya era inevitable, el 1/05 los Montoneros ocuparon Plaza de Mayo para que el “pueblo” pudiera “dialogar” con el jefe. Pero Perón se mostró furioso, los catalogó como “estúpidos” e “imberbes”. Los Montoneros se retiraron indignados de la plaza, y consideraron un retorno a la resistencia, pero siempre manteniendo la ideología peronista. La muerte de Perón llevó a que Montoneros volviera a idealizar a su líder y siguieron utilizando su nombre como principal bandera, a pesar de que Perón promovió legislaciones que ellos criticaban. La Triple A y la ofensiva derechista: La Alianza Anticomunista Argentina, conocida como la Triple A, fue un organismo encargado de eliminar a la rama de izquierda del peronismo, llevada a cabo por López Rega. Después de ya consolidados en el poder, declararon que la organización había nacido en la masacre de Ezeiza comoescuadrón de la muerte. Esta organización tuvo semejante magnitud de alcance por la tolerancia u la participación activa de la Policía Federal; los ataques contra personas aisladas comenzaron en noviembre de 1973. En su mayoría estas personas eran peronistas, pero podían ser de la izquierda no peronista o por refugiados políticos de otros países latinoamericanos. Entre los años 1973-1974, como contraofensiva, se desataron campañas guerrilleras tanto por el ERP como las FAP; sin embargo, la violencia de la Triple A no se puede considerar una respuesta a la violencia de grupos de izquierda. La ofensiva derechista se manifestó ideológicamente a través del diario El Caudillo. Después de 1974, la acción de la Triple A incrementó en las universidades, se intervinieron 15 de ellas. Los Montoneros perdieron una valiosa base. El fracaso de la estrategia movimientista: ya para 1974-75 quedaba evidenciado el fracaso de Montoneros. Se expulsó a la izquierda del Movimiento y se declinó su influencia en los organismos de gobierno y las universidades. Durante la presidencia de Isabel Perón, no se podía esperar ningún cambio favorable, especialmente por el dominio de López Rega del gobierno. Se cerró el diario de Montoneros, Noticias, y se le prohibió organizar manifestaciones. Políticamente, estuvo la posibilidad de formar un frente unido con otras organizaciones de izquierda, pero se reusaron a la posibilidad. En lugar de ello, buscaron aliados “tácticos”, como partidos pequeños extraños o sectores localizados de las fuerzas armadas. Esto demuestra que, conscientes del escaso apoyo que daba el movimiento obrero al socialismo, adaptaban sus medidas a lo que parecía convenirles en el momento. Su comportamiento hacía que parecieran más populistas que socialistas. Una vez que fueron excluidos del sistema político oficial argentino, los Montoneros retomaron la acción guerrillera y se volvieron violentamente contra él. Se vieron nuevamente en la clandestinidad una vez que le declararon la guerra al nuevo gobierno de Isabel y López Rega, catalogándolo como “ni popular ni peronista”. Pero, a diferencia de antes, ahora tenían una influencia política de las más grandes en el país, convirtiéndose en la organización político-militar más grande de Argentina.
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