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32 Gillespie - Soldados de Perón- Los montoneros

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Gillespie: Soldados de Perón- Los montoneros 
El retorno del peronismo y el avance de la izquierda peronista: El 25 de mayo de 1973 
Héctor Cámpora asume como presidente de la nación, acompañado por una 
muchedumbre festiva en plaza de mayo que celebraba la partida de los militares. 
Particularmente los grupos de izquierda peronista: montoneros, FAR y la JP tuvieron 
importante protagonismo, controlaron el orden público. Para estos grupos, lo más 
importante fue la liberación de los presos políticos. El gobierno cumplió con lo 
prometido y liberó a todos los presos políticos, pero ya se evidenciaban las divisiones 
entre los grupos peronistas y los grupos guevaristas. Estos últimos, intentaron tomar la 
cárcel de devoto por asalto, no exitoso. 
Los acontecimientos políticos giraron a favor de los montoneros, quienes 
aprovecharon la oportunidad para expandir su influencia política, concentrándose en 
la actividad legal y en la acción de múltiples frentes. Pero, al no tener organización 
política de base, no pudieron ocupar todos los cargos de gobierno que Perón les había 
prometido; todavía dependían de que Perón y su movimiento fueran revolucionarios. 
Se vio una diferencia entre estos grupos “revolucionarios” y “alternativistas” (los que 
buscaban una alternativa independiente de la clase obrera). Este período era 
concebido como un paso intermedio al socialismo que iba a ser llevado a cabo por 
Perón y el movimiento. Esto no tenía fundamento alguno, primero por suponer la 
conversión de Perón al socialismo nacional, segundo por pretender que los sectores 
burgueses del peronismo aceptarían una jefatura de la clase trabajadora, y tercero por 
esperar mantener una alianza de clases. 
Lo que sucedió fue que el peronismo no pudo implementar los planes sociales a los 
que estaba acostumbrado, porque, al volver al país, se vio enfrentado con una crisis 
económica. El plan económico peronista y la alianza gubernamental se fueron 
desintegrando de a poco. El ERP, decidió que la acción guerrillera debía continuar. Por 
otro lado, los éxitos de Montoneros en esos años se debieron a que sus fórmulas 
políticas eran parte de los mitos populares e ideas erróneas de la época, mientras que 
para los estudiantes constituía un atractivo y coherencia lógica. El movimientismo les 
ayudo a Montoneros a convertirse en la mayor fuerza política del país. En los cargos de 
gobierno se veía reflejado el perfil Montonero (en los ministerios de relaciones 
exteriores, de educación y del interior), pero los cargos más importantes seguían 
siendo ocupados por miembros de la ultraderecha, especialmente José López Rega. 
Fuera del Gobierno Federal, Montoneros ejercía su influencia en el Congreso Nacional, 
en las administraciones provinciales y en las universidades. Pero todos eran atacados 
por otras partes del movimiento: el sindicalismo y la derecha. Finalmente, los pocos 
cargos que ocupaba Montoneros en las provincias fueron removidos por 
intervenciones federales o golpes policíacos. EL éxito más grande fue la Universidad de 
Buenos Aires, donde se desarrollaron cambios educativos. Crearon una serie de 
organizaciones orientadas a cada uno de los movimientos sociales y movilizaron 
amplias multitudes. 
 
Limitaciones de la tendencia revolucionaria: La tragedia para Montoneros fue que 
ninguna de sus movilizaciones impresionó a Perón; cuando se hizo evidente que la 
tendencia no podía ser “domesticada”, y que tampoco eran vitales para las 
movilizaciones, perdió su interés en ellos y se centró en echar a la izquierda de su 
movimiento. Por su debilidad organizativa, sin recursos económico las movilizaciones 
que podían llevar a cabo no tenían sentido. Esta debilidad era producto de la herencia 
de las organizaciones de masa que consistían en estructuras burocrático-autoritarias; 
los montoneros eran muy selectivos respecto de a quiénes debían incorporar y a 
quiénes usar sólo para las movilizaciones. En general, estas movilizaciones eran por 
cuestiones específicas, pero no vinculadas a un proyecto global, y las nuevas 
organizaciones pro-montoneras parecían un intento de cambio, pero confuso y 
desarticulado. Al no tener ningún tipo de vínculo con la militancia de base, y sin 
estructuras internas democrática, muchos grupos rompían con la organización y se 
convertían en facciones rebeldes. Este problema el autor se lo atribuye al hecho de 
que la lucha armada había militarizado todos los aspectos de la organización, y cuando 
al fin entraron en la vida política, no supieron dejar atrás las estructuras jerárquicas 
militares burocráticas. 
La debilidad económica de la Tendencia fue un problema más serio. El gobierno 
peronista era sensible a las presiones de aquellos que tenían poder económico, pero la 
JTP (el grupo obrero de la tendencia) sólo tuvo crecimiento entre los trabajadores no 
industriales. Los defectos organizativos y la falta de poder económico estratégico 
limitaron la influencia de la Tendencia en el Movimiento y en el gobierno. Lo mismo 
sucedió con el comportamiento político, que varió durante aquel período, esto se hizo 
evidente por primera vez cuando en 1973 Galimberti es depuesto por Perón como 
delegado de la Juventud. Esto último determinó las reacciones que tendría la 
Tendencia a las medidas que tomaría Perón a favor de los sectores menos radicales del 
Movimiento; declaraban que el “espíritu” de Perón era bueno, pero que la puesta en 
práctica de las medidas que él quería no podía llevarse a cabo por culpa de los 
infiltrados. Los Montoneros apoyaron la idea de Pacto Social de Perón, que 
económicamente era una utopía (aumentar astronómicamente el dinero en 
circulación), pero esperaron un tiempo antes de criticarlo y pedir modificaciones. Por 
ser críticos al Movimiento, pero no tanto, no atraían a los obreros con conciencia de 
clase, y al mismo tiempo los aislaba de a poco del gobierno. Aceptaron todas las 
medidas legislativas antipopulares, pero lo que si no entendieron fue la nominación 
para vicepresidenta de Isabel; aun así, decidieron callarse disciplinadamente. 
 
Perón ataca a Montoneros: los Montoneros festejaron la llegada de Perón a la 
presidencia. Para hacer que Perón reaccionara y dejara de tomar medidas “extrañas” 
para ellos, le “tiraron el cadáver de Rucci sobre la mesa”. Pero la incredulidad de que 
Perón estuviera defendiendo a la derecha peronista y a los líderes sindicales paralizó la 
iniciativa de montoneros (incluso aceptaron el principio del verticalismo). Durante ese 
tiempo lo presentaron a Perón como inocente prisionero de una pandilla de 
imperialistas, burócratas y traidores como López Rega, quien tomó el papel de villano. 
Creyeron que lo que se necesitaba era rectificar su fuerza movilizadora. Cuando Perón 
pidió a los diputados del FREJULI que votaran por su reforma del Código Penal, los 
diputados montoneros renunciaron a sus bancas. Los líderes, como Firmenich, 
reconocieron que antes de que llegara Perón al país ellos habían hecho de él lo que 
ellos esperaban. Pero este descubrimiento de una brecha ideológica no hizo que 
retiraran su apoyo. 
Para el momento, un enfrentamiento con Perón ya era inevitable, el 1/05 los 
Montoneros ocuparon Plaza de Mayo para que el “pueblo” pudiera “dialogar” con el 
jefe. Pero Perón se mostró furioso, los catalogó como “estúpidos” e “imberbes”. Los 
Montoneros se retiraron indignados de la plaza, y consideraron un retorno a la 
resistencia, pero siempre manteniendo la ideología peronista. La muerte de Perón 
llevó a que Montoneros volviera a idealizar a su líder y siguieron utilizando su nombre 
como principal bandera, a pesar de que Perón promovió legislaciones que ellos 
criticaban. 
 
La Triple A y la ofensiva derechista: La Alianza Anticomunista Argentina, conocida 
como la Triple A, fue un organismo encargado de eliminar a la rama de izquierda del 
peronismo, llevada a cabo por López Rega. Después de ya consolidados en el poder, 
declararon que la organización había nacido en la masacre de Ezeiza comoescuadrón 
de la muerte. Esta organización tuvo semejante magnitud de alcance por la tolerancia 
u la participación activa de la Policía Federal; los ataques contra personas aisladas 
comenzaron en noviembre de 1973. En su mayoría estas personas eran peronistas, 
pero podían ser de la izquierda no peronista o por refugiados políticos de otros países 
latinoamericanos. Entre los años 1973-1974, como contraofensiva, se desataron 
campañas guerrilleras tanto por el ERP como las FAP; sin embargo, la violencia de la 
Triple A no se puede considerar una respuesta a la violencia de grupos de izquierda. La 
ofensiva derechista se manifestó ideológicamente a través del diario El Caudillo. 
Después de 1974, la acción de la Triple A incrementó en las universidades, se 
intervinieron 15 de ellas. Los Montoneros perdieron una valiosa base. 
 
El fracaso de la estrategia movimientista: ya para 1974-75 quedaba evidenciado el 
fracaso de Montoneros. Se expulsó a la izquierda del Movimiento y se declinó su 
influencia en los organismos de gobierno y las universidades. Durante la presidencia de 
Isabel Perón, no se podía esperar ningún cambio favorable, especialmente por el 
dominio de López Rega del gobierno. Se cerró el diario de Montoneros, Noticias, y se le 
prohibió organizar manifestaciones. Políticamente, estuvo la posibilidad de formar un 
frente unido con otras organizaciones de izquierda, pero se reusaron a la posibilidad. 
En lugar de ello, buscaron aliados “tácticos”, como partidos pequeños extraños o 
sectores localizados de las fuerzas armadas. Esto demuestra que, conscientes del 
escaso apoyo que daba el movimiento obrero al socialismo, adaptaban sus medidas a 
lo que parecía convenirles en el momento. Su comportamiento hacía que parecieran 
más populistas que socialistas. 
Una vez que fueron excluidos del sistema político oficial argentino, los Montoneros 
retomaron la acción guerrillera y se volvieron violentamente contra él. Se vieron 
nuevamente en la clandestinidad una vez que le declararon la guerra al nuevo 
gobierno de Isabel y López Rega, catalogándolo como “ni popular ni peronista”. Pero, a 
diferencia de antes, ahora tenían una influencia política de las más grandes en el país, 
convirtiéndose en la organización político-militar más grande de Argentina.

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