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ex-libris

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Reporte
Desarrollo del ex - libris
Hildebrando de Brandenburgo, el monje erudito que vivía hacia 1480, consideraba que los manuscritos eran más valiosos que los libros impresos, conservaba libros impresos de las prensas de Gutenberg, Elzevir y Manucio, pero que su verdadero interés estaba en adquirir preciosos manuscritos, especialmente libros de horas, biblias, breviarios, misales, salterios y antifonarios, se sugiere que Hildebrando sentía cierto desdén al comparar los libros impresos con sus bellos manuscritos.
El fraile tenía visiones recurrentes, las llamó "visión del fuego eterno" le causaba gran angustia y preocupación porque ardía eternamente y consumía consume las hojas de los libros, para él, esta imagen simboliza la pérdida de todo el conocimiento y la sabiduría que se encuentra en los libros, lo que le causa un gran tormento y angustia. Esta visión le llegó a obsesionar le llevó a reflexionar sobre la importancia del conocimiento y la sabiduría que se encuentra en los libros. 
Cerca del final de su vida, Hildebrando donó sus libros gratuitamente para el uso de los monjes de la austera Cartuja de Bruxheim. Aseguándose de que sus libros fueran cuidados y preservados adecuadamente. Quizá por vanidad, marcó sus libros con ex-libris, que son etiquetas o marcas que se colocan en los libros para indicar su propiedad.
Hildebrando tenía una gran colección de ex-libris, algunos de los cuales eran dibujados a mano y otros eran impresos, consideraba importante vincular su nombre a todos los grandes sabios que habían escrito aquellos libros, y a todos los artistas que habían ilustrado sus páginas para indicar su propiedad.
El término "ex libris" proviene del latín que significa "de entre los libros, suelen contener el nombre del propietario del libro, y a menudo están decorados con imágenes o diseños personalizados que reflejan los intereses y gustos del propietario. 
Si bien, los ex libris tuvieron su auge en la época moderna, ya se contaba con antecedentes que se remontan al siglo XV a.C., en el Museo Británico se encuentra un sello cilíndrico de arcilla que perteneció a un gobernante de la ciudad de Kish, en Mesopotamia, que data de esa época. Este sello tenía grabado el nombre del propietario y su escudo heráldico familiar, sostenido en el aire por varios ángeles con alas de palo. Este sello se utilizaba para marcar los objetos que pertenecían al gobernante, incluyendo sus libros. 
A lo largo de la historia, los ex-libris han evolucionado y se han adaptado a las diferentes épocas y culturas. En la Edad Media, los monjes utilizaban ex-libris para identificar los libros de las bibliotecas monásticas. A partir del siglo XV, los ex-libris se popularizaron entre la nobleza y la burguesía, y se convirtieron en una forma de mostrar el estatus social y la cultura de sus propietarios. Con el tiempo, los ex-libris fueron adoptados por los eruditos, los artistas y los escritores, y se convirtieron en una forma de expresión artística y literaria. 
A pesar de que los ex-libris han sido utilizados por monjes, nobles, burgueses, eruditos, artistas y escritores a lo largo de la historia, su importancia y valor artístico han sido subestimados, se propone que los críticos y los historiadores del arte han pasado por alto este capítulo importante en la historia del arte, especialmente en lo que se refiere al grabado.
Sin embargo, los ex-libris son una forma de expresión artística y literaria que refleja los valores y gustos personales de sus propietarios, y que a menudo incluye el trabajo de artistas famosos y reconocidos. En los ex-libris se pueden encontrar reflejos de una época, sus valores y simbología, y pueden ser una fuente valiosa de información histórica y cultural. 
Referencias· Santa, E. (1983). La curiosa historia de los “ex - libris”. Boletín Cultural y Bibliográfico. Vol. 20, Núm. 02. Recuperado de https://publicaciones.banrepcultural.org/index.php/boletin_cultural/article/view/3407/3498

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