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Reporte_Lujo_femenino

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Villanueva Morte, C. Sobre el lujo femenino en el Aragón bajomedieval. Recuperado de https://ifc.dpz.es/recursos/publicaciones/34/06/12villanueva.pdf
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Optativa VI
Reporte: Lujo femenino
En este documento, la autora muestra la historia de las joyas y el lujo través de la historia y la cultura de la época de la Baja Edad Media, explorando su importancia en la sociedad de entonces. 
La joyería y la indumentaria son dos elementos que han estado estrechamente relacionados a lo largo de la historia. Las joyas han sido utilizadas como adornos personales desde tiempos remotos, y su uso ha evolucionado a lo largo del tiempo, adaptándose a las modas y tendencias de cada época., así mismo, han variado los metales, piedras y elementos decorativos según la época y el entorno de los pueblos, por ejemplo, las conchas y elementos marinos se usaban en poblaciones junto al mar, como Creta.
En la Edad Media, las joyas eran consideradas uno de los bienes materiales más preciados, exquisitos y valiosos. Su frecuente transmisión de mano en mano, de generación en generación e incluso de región en región, les otorgaba un valor sobreañadido e imperecedero que les confiere su condición de ajuar de «larga duración».
Muchas de las características propias de las manifestaciones artísticas de un momento histórico preciso se encuentran reflejadas en las joyas y, por tanto, estas son testigo de los gustos culturales de una determinada época.
En la sociedad bajomedieval, el predominio de las sortijas y los colgantes sobre las demás piezas de joyería era evidente. La moda vigente en el vestir, con cuellos altos, enrevesados tocados y puños largos, dejaba poco lugar para las joyas como brazaletes y pendientes. Sin embargo, la creciente demanda de joyas multiplicó no solo la cantidad producida sino los tipos y las funciones de estas.
Entre los tipos más comunes se encuentran los collares y joyeles (joya de pequeño tamaño que se lucía en el pecho), sortijas, colgantes, brazaletes y pendientes. En los siglos XIV y XV, los collares y joyeles se convirtieron en parte integrante del atuendo, prendidos en redecillas o cosidos a la ropa. También se destaca el ingenio y habilidad de los orfebres en la creación de sortijas y colgantes.
Esto refleja la tendencia general de más aprecio por el propio cuerpo, entendido como una expresión de mérito individual ante una sociedad cada vez más hedonista, culta y sofisticada.
En esta época había menos diferencias de género en el uso de joyas, tanto hombres como mujeres usaron broches y cinturones, collares y gargantillas, anillos y guirnaldas. La diferenciación se notaba sobre la base de las clases sociales.
La mayor riqueza y variedad de gemas sobre la cabeza indicaba que esa persona tenía los medios para comprar joyas, se lucían sobre todo en las festividades, momento en el que se usaban los nuevos modelos de ropa.
Los moralistas de la época insistieron en que lo más importante es la belleza natural y no la adquirida, por eso es que las joyas y ricas telas también se consideraron una herramienta del diablo para dar una imagen especular pero no real. A veces se compara a una mujer con una araña que teje una red para atrapar a sus presas, que viste y se embellece sólo para seducir.
El análisis de las formas de expresión a través de la indumentaria y todo lo relacionado con ella se conecta con temas en boga en los últimos años, como la historia del cuerpo, la historia de las mujeres, la historia de la gestualidad y de la alimentación, temas considerados de máxima actualidad en la historiografía más reciente.

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