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El carácter sintomático del despertar sexual en la pubertad - Adriana Santillán

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FACULTAD DE FILOSOFÍA, LETRAS Y CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN
CARRERA: Psicología Clínica
ASIGNATURA: Teoría y clínica del adolescente
TEMA DE ENSAYO:
El carácter sintomático del despertar sexual en la pubertad
AUTOR (A):
Adriana Santillán
DOCENTE: Rodolfo Rojas
PARALELO: B
2019
La vida está llena de experiencias de diversos tipos, y cada una de estas provocan cambios de menor a mayor impacto; las consecuencias de estos dependen de cada sujeto, su manera de asimilar los sucesos y con gran relevancia, si se tiene conocimiento del enfoque psicoanalítico, la forma como se ha ido estructurando su inconsciente. Como seres vivos cumplimos ciclos de vida; en los seres humanos se lo ha delimitado con el nombre de fases o etapas de desarrollo. A propósito del nombre de la materia, teoría y clínica del adolescente, el presente ensayo y los posteriores a este nos centraremos en los cambios que se producen para llegar a la adolescencia.
Mencionada etapa es característica no solo por ser sintomática, por estar llena de cambios, por el trabajo de re significaciones que el sujeto adolescente debe hacer para seguir estructurándose; sino también porque al crecer, hay cambios a nivel interno, físico - biológico, sobretodo en la genitalidad, la cual produce en el púbero cierta activación en lo sexual. El presente ensayo se va a enfocar en el carácter sintomático del despertar sexual en la pubertad y se tratará de hacer un análisis de esta particularidad tomando como ejemplo un caso muy conocido de Sigmund Freud llamando Caso Emma. 
¿Quién fue Emma? Emma es una chica que acude a consulta por un síntoma muy particular, el cual es el no poder ir sola a un negocio. Aclara que esta compulsión le ha ocurrido luego de un suceso que tuvo a la edad de doce años, que si nos fijamos es un poco después de la pubertad, donde menciona que recuerda que fue a cierto negocio a comprar algo y había dos empleados que se estaban riendo entre ellos, y su reacción fue salir corriendo del lugar. De esto le surgieron pensamientos que los dos se reían de su vestido y que a uno le gustó sexualmente. 
Conforme pasaban las sesiones, surgió otro recuerdo en Emma, uno más antiguo; a la edad de ocho años, cuando era una niña fue sola a comprar golosinas a un negocio de un almacenero, y este le pellizcó los genitales por encima del vestido; menciona que se recrimina porque a pesar de esa primera experiencia, volvió nuevamente sola a comprar golosinas al mismo lugar, como si quisiera volver a tener nuevamente esa experiencia de atentado.
Entonces estos dos recuerdos tienen partes en común, negocio, vestido, haber ido a comprar sola; pero Emma misma menciona el nexo asociativo entre los dos recuerdos, y es el de la risa. En el primer recuerdo nombrado, el de doce años, la risa de los empleados le hizo recordar aquel suceso que tuvo a los ocho años, por la sonrisa sardónica que tenía el tendero cuando la tocó. De ahí a que, en la pubertad, su reacción haya sido correr, como una forma de evitar que vuelva a suceder aquel atentado, y de ahí a que en esa actualidad haya surgido la compulsión de no poder ir sola a un negocio, convirtiéndose en síntoma que le causa malestar, yendo finalmente a consulta.
¿Por qué sucedió aquel desencadenamiento en la pubertad? La razón es porque en esta transición de fases ocurre una activación en lo sexual, el llamado libramiento sexual que, debido a determinada experiencia en el pasado, produce angustia en la sujeto púbera, teniendo un carácter sintomático y anudándose como tal, y termina convirtiéndose en trauma. A manera de explicación, en este caso “un recuerdo despierta un afecto que no había despertado como experiencia porque, mientras tanto, el cambio propio de la pubertad ha hecho posible otra comprensión de lo recordado” (Cosentino, Eisenberg, Escars, Goldemberg, Laznik y Vidal, 2003, p.66). 
Es en el transcurso a la adolescencia, que el sujeto va construyendo y adquiriendo los llamados diques culturales, como la vergüenza, repudio, la moralidad, la compasión, etc.; asimilando con estos signos el despertar de las pulsiones sexuales que son propias de la pubertad, las cuales a su vez van a influir en sus conductas sociales. Todo esto estará relacionado con su cuerpo y su goce. De acuerdo a Freud (citado por Ramírez, 2014) el sentimiento de pudor se va a constituir diferente entre muchachos y muchachos, debido a que, aunque para todos este encuentro con el Otro social depende del contexto en el que se desarrolla, en las chicas estos diques serán más intensos porque la sociedad actual aún sigue ciertos paradigmas antiguos sobre cómo debería ser el comportamiento de una fémina o lo que debería ser la feminidad, siendo los factores sociales los influyentes en lo que concierne la feminidad en las chicas púberes (pp.21-22).
Conocemos que la mirada es un objeto causa de goce, y la vergüenza estaría relacionada con la mirada proveniente de un otro. Siguiendo a Ramírez (2014) la vergüenza en sí, ha sido construida imaginariamente, debido a experiencias en las cuales el sujeto ha sido objetivado por una mirada supuesta del otro, es decir, en experiencias donde se ha convertido en instrumento de goce del otro (p.23). Como ya se mencionó, en la adolescencia, el pudor tiene un estatuto particular, por lo diques construidos previamente y, el encuentro sexual en la pubertad provocaría una irrupción de goce dirigido a lo real, es decir, habrá un despertar a lo real. Todo esto va a depender del caso en singular. No obstante, en la adolescencia por lo general, la sexualidad tiene un dimensión traumática, porque en toda infancia han habido vivencias sexuales que no han podido ser comprendidas por el sujeto, quedando como reprimidas, pero fijadas como huellas, que cuando llega a la pubertad, al volver a tener una vivencia semejante, donde se sienta como instrumento de goce de un Otro, a manera de comprensión, va a surgir una respuesta con carácter sintomático; y dependerá de la estructuración del sujeto el malestar que esta le cause con el tiempo.
Como se puede analizar asociando la teoría con el caso Emma; hubo un primer acontecimiento sexual infantil que quedó reprimido, cuando llega a la pubertad vuelve a tener un encuentro, a través de la mirada, con un Otro que la inyecta a lo sexual, de manera que como respuesta aparece la fuga, y sale corriendo del lugar; quedando impregnada como trauma, lo que le ocasionó la compulsión de no poder ir sola a ningún negocio.
En sí, en la adolescencia inevitablemente surgirán síntomas por experiencias previas vividas en la infancia. El despertar sexual propio de la pubertad provocará que el sujeto intente dar respuestas a lo que no fue comprendido en la infancia, lo que quedó como trauma, produciendo así, respuestas con carácter sintomático. La intensidad y el malestar que estos síntomas le produzcan al sujeto dependerá de la singularidad del caso.
Referencias Bibliográficas
 
Cosentino, J., Eisenberg, E., Escars, C., Goldemberg, I., Laznik, D. y Vidal, E. (2003). Emma, Sigmund Freud. En Primera clínica freudiana. Las neuropsicosis de defensa (pp.63-66). Argentina: Imago Mundi. 
Ramírez, M. (2014). Despertar de la adolescencia. Freud y Lacan, lectores de Wedekind. Buenos Aires, Argentina: Grama Ediciones.

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