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Ciencias del comportamiento I Unidad 1: Las ciencias del comportamiento y la conducta organizacional Néstor CAROLA, Adriana DEVALLE, Guía de estudio de la Asignatura Ciencias del Comportamiento I. Instituto Universitario Aeronáutico. IUA año 2000 3.2. Supuestos Sociales Este conjunto de supuestos comienza a cobrar fuerza alrededor de los años 30 cuando los resultados de diversos estudios comenzaron a mostrar con un grado mayor de amplitud las motivaciones que movilizan a las personas, y conllevaron, entre otras cosas, al reconocimiento de las necesidades de índole social (búsqueda de aceptación y aprecio, sentido de pertenencia al grupo, e importancia de buenas relaciones interpersonales); a apreciar la relevancia que adquieren las agrupaciones informales dado que permiten la satisfacción de tales necesidades y a cuestionar y relativizar la concepción de "Hombre" implicada en el enfoque clásico, así como el uso de incentivos exclusivamente monetarios y su aplicación en forma únicamente individual. Estos supuestos sientan sus bases, fundamentalmente, en la llamada Escuela de las Relaciones Humanas, pudiendo señalarse como punto de partida de esta corriente las célebres experiencias de Elton Mayo en la Western Electric Company; como asimismo en las aportaciones un considerable número de investigadores. En los aportes de E. Mayo nos detendremos un momento como para que usted pueda apreciar cómo surgen estos supuestos y los soportes que los sustentan. Elton Mayo y los experimentos en la planta Hawthorne de la Western Electric Company1 Estos estudios conformaron un extenso programa de investigación que se realizó durante varios años y pueden identificarse fases o etapas a lo largo de su ejecución. Una primera etapa, año 1924, consistió en una serie de experimentos, uno de ellos indagaba sobre la relación entre iluminación y el nivel de producción, posteriormente con otros grupos se comenzó a investigar la influencia de otras 1 Una lectura detallada de estos experimentos puede consultarse en: KLlLKSBERG, B. El pensamiento organizativo: del Taylorismo a la Teoría de la Organización. Cap. 2 (pág. 21 a 53) variables en la producción tales como la duración de la jornada laboral, el número y la extensión de las pausas durante la jornada y refrigerios. Los resultados de tales experimentos indicaban una tendencia ascendente de los niveles de producción, aún cuando la variación de dichas condiciones tornaba más desfavorable la situación de trabajo para los sujetos participantes en la investigación. Esto indujo a los investigadores a buscar otros factores que explicaran los resultados que se observaban, dado que las variables por ellos contempladas, (y que se habían sometido a variación), no guardaban relación con los resultados. Se comenzaba a evidenciar que era un cambio en las actitudes de los sujetos participantes para con su trabajo lo que explicaba los resultados, y que a su vez, este cambio se relacionaba con factores tales como: Sustentándose en estos hallazgos, la siguiente hipótesis orientó las investigaciones: la naturaleza de las relaciones sociales entre los trabajadores y entre éstos y quien los supervisa se relaciona con la motivación para trabajar y con la calidad y productividad en el trabajo. Fundándose en esta hipótesis se programó una segunda fase investigativa consistente en entrevistas, tratando de conocer mejor las opiniones de los trabajadores, con los fines de mejorar la supervisión (por la influencia observada de los supervisores y su estilo de control sobre la producción), y para que las entrevistas constituyeran un espacio en donde los entrevistados pudieran hablar de aquello que les preocupaba. Tras la elaboración de los resultados de las entrevistas, ya no quedaban dudas acerca del papel decisivo que jugaban los grupos informales, o en otras palabras, los grupos que se forman espontáneamente por la interacción de los individuos en el trabajo. Con la mencionada hipótesis de trabajo y a la luz de estos resultados, se inicia hacia finales de 1932 una tercera fase basada en la observación de las relaciones sociales de un grupo de catorce obreros. Mayor libertad para trabajar al propio ritmo, y de dividir las tareas como lo consideraran conveniente, una supervisión menos estricta, sentir que no se trabajaba con apremio, un clima distendido y de confianza entre quienes integraban el grupo y entre éstos y el supervisor, además, por su parte los investigadores consultaban al grupo antes de cada cambio en el programa de investigación, lo que desarrollaba el sentido de participación en las decisiones y favorecía la unidad del grupo. El trabajador deja de ser contemplado como un ente aislado para serlo en calidad de miembro de un grupo, y al explicar su comportamiento se tiene en cuenta cómo este viene determinado en gran medida por los valores y normas del grupo a que se pertenece. Se llegó a descubrir que a pesar de los incentivos los miembros de los grupos procuraban producir de acuerdo a un estándar fijado por el grupo, y que si alguno sobrepasaba o se quedaba muy por debajo de la producción sufría presiones por parte de otros miembros. Por otro lado, se descubrió que los supervisores toleraban esto y también infracciones de las normas de la empresa, lo cual daba a los trabajadores una medida de control sobre su propia situación. Había pues dos mecanismos que actuaban en los grupos: la existencia de funciones de liderazgo informal, junto a la aparición de mecanismos de identidad en el grupo (apodos, etc.), y segundo, un grado importante de seguimiento a las normas establecidas informalmente por el grupo, y algún tipo de sanciones cuando éstas no eran seguidas por algún integrante. Una última fase de los estudios, año 1936, se estableció en forma de consejo personal o terapéutico para los trabajadores. Para ir resumiendo, estos estudios pusieron de manifiesto la necesidad de tener cuenta las dimensiones sociales del comportamiento humano y la influencia de las agrupaciones informales sobre el individuo y sobre los niveles de producción y la calidad del trabajo, la tarea ya no depende sólo del individuo aislado sino de la red de relaciones sociales que lo envuelve. Esta red evidencia que junto a la organización formal (la planificada y establecida en el organigrama), existe paralelamente la organización informal influenciándose recíprocamente. Para Mayo estas experiencias revelaron algunas deficiencias de la organización industrial, vinculadas algunas de ellas con la racionalización del trabajo y con el tratamiento de los individuos como si fuesen entes mecánicos y no humanos; expresando que la vida industrial fue quitando sentido o significado al trabajo y frustrando las necesidades sociales que los individuos traen consigo. Esta perspectiva sobre la naturaleza humana puede reflejarse en los siguientes supuestos: 1. Las necesidades sociales son el principal motivador de la conducta humana, y las relaciones interpersonales son las que dan origen al sentido de identidad. 2. Como resultado de la mecanización que trajo la revolución industrial, el trabajo ha perdido mucho de su significado intrínseco, significado que se tiene que buscar ahora en las relaciones sociales que se dan en él. 3. Los empleados responden más ahora a las fuerzas sociales de los grupos que se conforman, que a los incentivos y controles de la empresa. 4. Los empleados responden a la empresa en la medida en que un supervisor pueda suplir sus necesidades de pertenencia, aceptación y sentido de identidad.Estrategia gerencial implícita De estos postulados se desprende una estrategia directiva diferente si tomamos como punto de comparación a los supuestos racionales-económicos. Si el trabajo adquiere sentido por las relaciones sociales entre compañeros y por el vínculo que se establece con el supervisor, si las personas necesitan vivenciar la pertenencia a grupos, entonces quien dirige debe tener en cuenta las necesidades de las personas que trabajan para él (sin que ello implique descuidar el trabajo) y prestar atención a sus sentimientos, especialmente a su sentido de aceptación, pertenencia e identidad. Dado que los grupos forman parte de la realidad organizacional, es conveniente pensar en incentivos grupales más que en su aplicación individual. Tanto E. Mayo como otros investigadores han observado que si la organización genera situaciones en que las personas se sientan no comprometidas, frustradas o amenazadas, éstas constituyen grupos cuyas normas se enfrentan a los objetivos organizacionales. En cambio, si la organización acepta y reconoce los grupos informales como una realidad natural y procura satisfacer las necesidades sociales que los individuos llevan consigo, entonces puede lograr que los mismos se sientan implicados y comprometidos con la organización y sus metas, disponiendo en esta forma de un gran caudal de energías y motivaciones orientado hacia ésta. Evidencia de los supuestos sociales Varios autores a través de sus investigaciones fueron aportando datos que mostraban consistencia con los supuestos sociales. Uno de los ejes en la psicología de las relaciones humanas fue el estudio del liderazgo, y uno de los autores que más influyó en este sentido fue K. Lewin, las bases teóricas por él elaboradas impulsaron la investigación sobre los grupos y el liderazgo. Este autor junto a otros que le siguieron, investigó como diversas formas de ejercer el liderazgo (autocrático, democrático o laissez-faire) influía en la productividad del grupo y en el clima humano y en la satisfacción de sus miembros. Observándose en esta forma cómo el liderazgo autocrático tendía a asegurar tan alta productividad como el democrático, aunque éste último tendía a ser superior en este aspecto, y además producía menos tensión y frustración entre los integrantes del grupo. Dentro de esta línea de estudios sobre las relaciones entre líder y subordinado hay otras evidencias que muestran la importancia de las necesidades sociales. Así por ejemplo, investigaciones efectuadas con supervisores que se hallaban "orientados primordialmente hacia la producción" y supervisores que se encontraban más "centrados en el empleado", se hallaron las siguientes diferencias más importantes entre ambos tipo de orientaciones: los supervisores orientados hacia la producción tendían a ser autoritarios, arbitrarios, a ponerse a la defensiva y se resistían a ser influidos. Por último, quien dirige, junto a sus funciones de planificación, organización, control, fundamentalmente debe actuar como intermediario entre sus subordinados y los niveles superiores, dando información, escuchando objeciones, otorgando apoyo y facilitando el trabajo. Daban una detallada supervisión de lo que había que hacer y cómo había que hacerla. y si las cosas no se hacían correctamente pasaban a realizarlas ellos mismos. En cambio, los supervisores orientados hacia el empleado, tendían a ser cooperadores, democráticos, propicios a las influencias, daban a los subordinados un bosquejo general de lo que iban a hacer sin brindar instrucciones muy detalladas y sin controlar minuciosamente el trabajo. Se partía de la base que los trabajadores eran responsables de su misión. El supervisor centrado en la producción ignoraba las necesidades sociales y personales de los empleados, mientras que el supervisor centrado en el empleado era sensible a ellas y las trataba en vez de eliminarlas. Bajo la primera modalidad de supervisión se tendía a producir por término medio menos que los grupos cuyo supervisor respondía a la segunda orientación. Alguna ventaja que ofrece la planificación de incentivos grupales puede visualizarse en el Plan Scanlon, en este plan se buscaba, entre otras cosas, polarizar las fuerzas del grupo hacia los objetivos de la organización. Este programa fue elaborado para mejorar los métodos de producción a partir de las sugerencias de los trabajadores, las mismas se proponían en consejos o comités de valoración donde se hallaba representado tanto la dirección como los empleados, y cuando se adoptaba una sugerencia que efectivamente reducía los costos de producción, los beneficios pasaban a incrementar el porcentaje del salario base del grupo. De este modo se suplían, por un lado, necesidades sociales a través de la participación y de una mejora en las comunicaciones, y se desarrollaba un sentimiento de identidad para con la empresa, y por otra parte, los trabajadores podían ver la relación entre sus esfuerzos y las recompensas económicas que recibían como grupo. Si ampliamos aún más la perspectiva de análisis sobre la naturaleza humana, vemos que en la década del 50 nuevas teorías hacen aparición, desde las cuales varios autores señalan como necesario formular nuevos modelos organizacionales que contemplen las necesidades humanas en toda su magnitud. Una nueva concepción de ser humano que no lo reduce a mero mecanismo (una pieza más del engranaje capaz de ser puesto en marcha por intermedio de incentivos económicos), ni que considere solamente sus necesidades sociales y la influencia de los grupos informales, sino que tenga presente todas sus dimensiones humanas (sus capacidades, su desarrollo, sus posibilidades de autorrealizarse, etc.). Estas nuevas ideas vienen de la mano de los llamados Modelos Humanistas (énfasis en los recursos humanos), y han permitido formular estos supuestos alternativos que bosquejaremos bajo el título de "Supuestos de Autoactualización o Autorrealización". A esta altura cabe interrogamos si... ¿Serán estos supuestos totalmente adecuados para explicar la naturaleza y el comportamiento humano? ¿Deberían constituir criterios de base desde los cuales se manejaría una organización?
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