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Las formas características de los contornos

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Las formas características de los contornos
Se utilizan procedimientos morfográficos y morfométricos (tamaño, forma, disección, sinuosidad, longitud de borde) así como la configuración a fin de descifrar la fisonomía, la estructura interna (la geología) oculta por la cubierta externa de vegetación, los suelos, los sedimentos o el uso del suelo.
Contrasticidad del paisaje
Se distinguen diseños de patrones diversos en función del arreglo de disposición y distribución fisiográfica, contrastando con las unidades naturales del paisaje.
Cuando se genera una secuencia de unidades de forma eslabonada, en cadena, las discontinuidades de las diferentes unidades o elementos del paisaje son generalmente de bajo contraste o poca diferencia en las características (Figura 5.2).
Mientras los elementos de la estructura del terreno se dispongan con mayor gradiente de pendiente y se distribuyan con una geodiversidad desigual e irregular en el espacio y, en la medida que adquieran mayor altura orográfica, se determina un alto contraste de diferenciación de elementos que se relacionan con mayores y más intensos flujos de energía y materia.
Estructura espacial de comunidades
La interacción entre la estructura y el funcionamiento es el objetivo fundamental de la ecología del paisaje. Los cimientos de esta liga se deben a Forman y Godron (1986), determinada por la relación simple de intercambio de energía, materia e información (EMI) sobre la naturaleza de la superficie terrestre a través de un modelo sencillo de las relaciones parches (teselas)-conector y matriz (Cerdán, 2009).
Estructura espacial de los parches (teselas)
Los elementos de paisaje tipo parche (tesela) se definen como una superficie no-lineal de tamaño variable que difiere fisionómicamente de sus alrededores y que posee un grado de homogeneidad interno (Etter, 1991). 
Los parches varían de acuerdo con su tamaño, forma, tipo, heterogeneidad, número y sus características de borde. Generalmente están inmersos en una matriz de características contrastantes en cuanto a fisonomía y composición.
Las características y la dinámica evolutiva de un parche dependen básicamente de su origen, de los mecanismos causantes. En este sentido pueden reconocerse cuatro tipos (Etter, 1991):
1. Parches de perturbación: resultan de la perturbación de un área pequeña dentro de una matriz. Pueden ser de origen natural o cultural, y se diferencian según sean de tipo eventual (aleatorios) o crónico (predecibles) (Figura 5.3).
Entre las perturbaciones de tipo crónico, que dan origen a parches de perturbación más o menos estables, se cuentan, por ejemplo, las inundaciones recurrentes, el pastoreo, las quemas cíclicas, etcétera.
Los parches pueden crecer o expandirse o, lo contrario, pueden desaparecer como resultado del cambio originado por una perturbación que puede ser por la quema, los herbívoros, el congelamiento, la dinámica geomorfológica y las fluctuaciones ambientales. Por la dinámica que desarrollan tienden a ser efímeros, existen por un cierto periodo de tiempo; por ejemplo, la perturbación de un bosque con gaps de aclareos por desforestación reciente, supone una estructura que contiene condiciones y especies de una fase sucesional temprana; es decir, el sitio o mancha, donde ha cambiado el ambiente, tornándose menos favorable para las especies residentes y propicia para nuevas especies invasoras y la iniciación de vegetación secundaria, entremezclando especies de distinta edad o circundadas por vegetación madura de edad mayor.
2. Parches remanentes o residuales: son aquellos que resultan de la perturbación extensa de una matriz, que deja una serie de “islas” no afectadas en su estado original. Las características y el origen de este tipo de parche son opuestos a los de los parches de perturbación, motivo por el cual los distingue un aspecto importante, la escala de la perturbación local, donde el tipo remanente es más severo, ya que solo deja islas de la matriz original (Etter, 1991).
Estos parches o islas, por lo general no son representativos del ecosistema original en su composición biológica, y muchas veces no son unidades reproductivamente viables y autosuficientes, lo cual crea un fenómeno de extinción de especies durante un lapso variable después de la perturbación hasta que se logra un nuevo equilibrio. 
Las especies que se extinguen en el área, generalmente, son aquellas de poblaciones poco numerosas que tienen requerimientos territoriales grandes. El período de ajuste para llegar a una nueva fase de equilibrio se caracteriza por una alta dinámica de especies en cuanto a emigración, inmigración y desaparición.
Los parches remanentes pueden ser causados tanto por perturbaciones azarosas como crónicas, y generalmente, los de origen crónico tienden a disminuir la diversidad del área en mayor grado. 
3. Parches de recursos ambientales: son parches que resultan de diferencias generalmente debidas a las características y variaciones del sustrato en cuanto al material parental o a la hidrología. Son de carácter más estable que aquellos resultantes de perturbaciones. Los bordes o ecotonos de los parches con contacto hacia la matriz pueden ser abruptos o graduales, a diferencia de otros parches en los que es más común que sean abruptos. Entre menos abrupto el cambio de parche a matriz, mayor es el movimiento de especies (Etter, 1991) (Figura 5.4).
4. Parches introducidos: se encuentran relacionados –en su mayoría– con la actividad humana a través de la introducción de especies animales o vegetales durante las actividades agropecuarias o de urbanización. Por lo general, se acompañan de actividades crónicas para su mantenimiento, como perturbaciones culturales lo cual evita que pueda progresar una sucesión que homogenice el área.
Los parches también se analizan en función de su tamaño, número y localización ya que tienen efectos marcados en la diversidad y la dinámica de los mismos.

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