Logo Studenta

Naturaleza de los contactos de borde

¡Estudia con miles de materiales!

Vista previa del material en texto

Naturaleza de los contactos de borde
La interacción tiene lugar en toda la estructura espacial. Si se examinan los contornos de contacto, desde el punto de vista meramente físico-geográfico o fisiográfico, entre los elementos del paisaje, como pueden ser las orillas de un río, de una charca o laguna, una loma y su contacto con una depresión y con el de una mayor elevación topográfica o cualquier unidad natural o transformada, veremos que la delineación de los bordes de contacto implica una variedad de criterios en la definición de su trazo. Esto se debe a la naturaleza tan cambiante en su tipo y en la escala espacial disímil en su tamaño, por su forma y las dimensiones de la anchura, en su contenido y en sus procesos, entre otros tantos más. Cuando los bordes son nítidos habrá que pensar en cambios radicales, hechos en un corto plazo, como pueden ser los cambios de uso del suelo.
Los contactos adquieren una importancia vital para comprender cómo se articula el análisis a un nivel superior del sistema natural de mayor amplitud espacial, en el cual se hace hincapié en el rol que ejerce el arreglo fisiográfico de los contornos de contacto, debido a que el contacto influye sobre el movimiento de objetos a lo largo del límite como sitios de intercambio de energía, materia e información “EMI” (Forman y Moore, 1992). Su conocimiento ayuda a estar en aptitud y capacidad de predecir el nivel de organización de escenarios en función de las características de los flujos, que son indispensables en el diagnóstico del paisaje, con fines de evaluación en el ordenamiento territorial (Figura 6.5).
Los ecotonos de las comunidades de vegetación se transforman de manera más rápida, si se considera la perturbación de los aclareos, desmontes y quemas. Atendiendo a la dinámica de los ecotonos en comunidades boscosas, podemos conjeturar que un desmonte constituye una mancha de aclareo en una matriz de un bosque conservado, pero si esta mancha deja de tener presión, puede desaparecer gradualmente al ser circundada por la influencia del dosel y la invasión del sotobosque. 
En las prácticas de campo del trópico mexicano se acostumbra la roza, tumba y quema y el abandono subsecuente, lo que establece entonces una migración itinerante o trashumante hacia otro próximo desmonte, como otro parche de perturbación que cruza de lado a lado el paisaje. Por tal motivo, los ecotonos nuevos, y los no tan recientes, se mueven y se desenvuelven alternativamente como ondas jóvenes sucesionales de vegetación, conocidas en México como ondas de regeneración en “renovales o acahuales”, siempre y cuando no se establezca la distorsión del dominio del proceso de ganadería, debido a que no sabemos si con ello habrá una expansión del pastoreo migrando el ecotono. Por ello resulta imperativo no olvidar que en el proceso de sucesión de un área determinada se pueden seguir múltiples caminos. Se concibe como una visión dinámica de su existencia, siempre como una continua variación de la cobertura vegetal a través del paisaje, sin que exista un punto o meta final en la sucesión. 
En un esquema más identificado con el enfoque de la ecología de comunidades o poblaciones, la sucesión está relacionada con la capacidad de colonización, competencia o atributos vitales, y desde luego, ligados a los mecanismos de la interacción entre las especies (Bazzaz, 1979; en Kanduz, 1999).
Cabe anotar que existen problemas metodológicos que coexisten en el momento de abordar el problema en cuestión; nos referimos a la espacialidad a escalas de dimensión global, como el caso entre biomas y la diferenciación de coberturas en función de las franjas latitudinales. Esto se puede explicar a partir de la situación de condicionalidad climática general; sin embargo, esto no puede volverse extensivo a las escalas detalladas y semi-detalladas, pues resulta insuficiente e inconsistente en la explicación a nivel de sitio, o incluso a una escala más regional, toda vez que intervienen otras variables conforme se baja el análisis a un nivel inferior, como puede ser el caso de los climas locales y microclimas, los del arreglo fisiográfico del paisaje, la diversidad e intensidad de los procesos geomorfogenéticos mediante los cuales continuamente se esculpe y se crea el modelado del terreno y, obviamente, la capacidad biológica de adaptación.
El problema de ligar los cambios de cobertura con los de la transformación de la estructura espacial del paisaje es que no son compatibles, toda vez que existe un desfase entre ellos, ya que el análisis de poblaciones existentes tiene lugar en los cambios críticos que se enmarcan en el periodo de observación, mientras que los geomorfológicos son en su mayoría cambios a largo plazo. Sin embargo, tampoco podemos asegurar que las fluctuaciones de plazo corto no forman parte de los cambios sucesionales a largo plazo. 
Convencionalmente aceptamos la existencia de procesos a corto plazo como fluctuaciones estacionales y anuales, a medio plazo los ubicamos en décadas y centurias. Mientras a largo plazo, tiene lugar el remplazo en términos de milenios. Reiteramos, podemos encontrar un problema de sobreposición de escalas de tiempo en el sentido de que el remplazo tiene lugar a nivel de fluctuación que puede ser al mismo tiempo un cambio de amplia escala de tiempo (meso y macro) en el lugar dado; así los cambios de composición específicos serían minimizados al formar parte de un cambio de mayor magnitud y trascendencia con el remplazo de una tendencia más amplia en términos de espacio y tiempo.

Continuar navegando