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Peste negra y coronavirus
La peste negra fue una epidemia de peste bubónica que tuvo lugar en Europa en el siglo XIV, específicamente en el año 1348, se estima que mató a la mitad de la población europea, y en algunas partes hasta dos tercios. Esta epidemia fue un punto de inflexión ya que propició que se tomaran medidas para prevenirla y propagar información. 
Las autoridades locales ordenaron medidas de higiene social durante la epidemia de la peste negra en Europa en el siglo XIV, una de ellas fue el confinamiento en las casas, donde la gente se encerraba para evitar todo contacto humano y prevenir la propagación del contagio; se aperturaron enormes fosas donde se arrojaban los cuerpos de los fallecidos, ya que los cementerios y las iglesias no podían contenerlos a todos. 
Se repartieron ramos de flores o hierbas aromáticas para la nariz para protegerse del olor pestilente que se creía que traía la contaminación de la peste negra, sin embargo, se reconoce en el texto que ninguna de estas medidas fue suficiente para prevenir la muerte y se tuvo que enfrentar una situación en la que la ciudad se volvió un cementerio y los pobres, sin ayuda alguna, morían sin que nadie se preocupara por ellos.
La falta de nociones precisas sobre el agente transmisor y su actividad fue desconocida, los remedios que se proponían eran los más inverosímiles y, en tales circunstancias, no había una doctrina médica precisa para combatir la enfermedad, por lo tanto, la incapacidad de la ciencia para combatir la peste negra radicaba en la falta de conocimiento y la ausencia de una comprensión adecuada sobre cómo se propagaba la enfermedad. Debido a la falta de tecnología y recursos médicos avanzados en ese momento, era extremadamente difícil llegar a una solución efectiva para la prevención y cura de la peste negra. 
Actualmente, inversión en salud pública es de gran importancia ya que el descuido o desmantelamiento de los sistemas públicos de salud puede tener consecuencias graves e infinitamente más costosas que restringir el gasto en sanidad. Esto se evidencia en la actual crisis de la pandemia del COVID-19, donde los países que no contaban con sistemas de salud pública adecuados y suficientes han sufrido mayores consecuencias en términos de pérdidas humanas y económicas. 
Al retirarse Estados Unidos de la financiación de la OMS, se ha dejado en evidencia la falta de responsabilidad de los gobiernos en financiar los sistemas de salud pública y la dependencia de fundaciones privadas y laboratorios, que pueden tener intereses específicos que no necesariamente respaldan el bienestar de la población en general. 
La relación entre la peste negra y el coronavirus con la actualidad radica en que ambos son epidemias que han causado una alta tasa de mortalidad y han afectado a gran parte de la población mundial dejando secuelas de hambre, crisis económicas, guerras y millones de muertes. 
En el caso actual, la pandemia del COVID-19 es una crisis sanitaria sin precedentes que ha afectado a todo el mundo, obligando a tomar medidas extremas como el confinamiento, medidas de distanciamiento social y restricciones en la movilidad de las personas para evitar su propagación. 
ReferenciasGonzález González, E. (2020). El coronavirus, ¿una crisis inédita?. México, UNAM, pp. 203-208.