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Mártires japoneses en Cuernavaca
Los jesuitas tuvieron una estrecha relación con el arte durante la labor misional que llevaban a cabo en diferentes partes del mundo, los jesuitas en Japón organizaron talleres de artífices nativos y escuelas de arte instituidas dentro de las sedes misioneras, aprovecharon las habilidades de los maestros japoneses en la elaboración de imágenes sagradas, lo que implica que se estableció una relación y colaboración en el ámbito artístico entre estos dos grupos. 
Alessandro Valignano, visitador de las Indias Orientales, impulsó una nueva política misional que innovó el método de las producciones artísticas en los talleres nativos de Japón. La Compañía emprendió sus labores apostólicas en India, China, Nagasaki, Macao y Manila, identificándose con el legado cultural del Renacimiento, la política de accommodatio y el humanismo. 
Vieron en el arte una herramienta eficaz para la evangelización y la manifestación de sus conocimientos profesionales, por lo que la inclusión de detalles topográficos en las obras de arte constituía una parte importante de su estrategia misional. 
Los jesuitas, al ser una orden religiosa que se dedicaba a la investigación y la educación, tenían una concepción de la cultura que iba más allá de la fe religiosa y abarcaba otros campos del saber, como las artes, las ciencias sociales y la geografía. Por lo tanto, para ellos, la realización de obras de arte con detalles topográficos representaba una forma de manifestar sus conocimientos profesionales.
En Nagasaki ocurrieron varios martirios durante el periodo de persecución de los cristianos en Japón en los siglos XVI y XVII, ese momento histórico fue representado en diversos lugares, incluyendo México donde se encuentra un conjunto mural que se encuentra en la Catedral de Cuernavaca y que representa escenas narrativas de los martirios de Nagasaki. 
La originalidad de esta representación se advierte en que el entorno ambiental del mural no representa de manera fiel el contexto japonés de la época, ya que las casas que en él aparecen son de tipo occidental y la ciudad de Nagasaki no contaba con una fortaleza, lo que sugiere que los autores del mural no fueron japoneses, sino pintores novohispanos. 
Se plantea la hipótesis de que los pintores nativos formados en el ámbito jesuítico pudieron haber contribuido al registro visual de distintos martirios que hubo en Nagasaki y que los pintores novohispanos aprovecharon algunas de dichas fuentes gráficas al componer los murales de la nave de la catedral de Cuernavaca. 
El programa iconográfico del conjunto mural se compuso para ser visto desde la capilla mayor hacia la nave, siguiendo el sentido de las manecillas del reloj, en otras palabras, las escenas narrativas se desarrollan cronológicamente.
Se puede apreciar la influencia del arte namban en la composición del mural, especialmente en el muro norte, que presenta una libertad compositiva sin dividir las escenas como se acostumbra en la iconografía cristiana, aunado a ello, el mural tiene similitudes formales con obras de pintores japoneses exiliados en Manila después de la prohibición del cristianismo en 1614.
ReferenciasArimura, R. (2018). El gran martirio de Japón en la catedral de Cuernavaca: los caminos del arte renacentista jesuítico. México, Colmex, pp. 125-139.

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