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Manuscritos e incunables: estructura bibliográfica
El documento describe la estructura bibliográfica de los manuscritos e incunables hispanomedievales vernáculos, con un enfoque en los elementos preliminares y finales que son a menudo descuidados en el estudio y edición de la obra. 
Los elementos principales de la estructura bibliográfica de los manuscritos hispanomedievales incluyen los anexos iniciales y finales, la propia estructura bibliográfica en la que se presentan estas y otras noticias es significativa desde el punto de vista filológico, y suele estar conformado por el protókollon (la introducción), el cuerpo principal del texto y el eskhatókollon (el colofón o conclusión). 
Los anexos preliminares son uno de los elementos estructurales de los manuscritos e incunables. Se trata de elementos que se encuentran al inicio de la obra, antes del cuerpo principal del texto, y que suelen incluir información relevante sobre la obra y su producción. Entre los anexos preliminares más comunes se encuentran la portada, la página del título, la dedicatoria y la tabla de contenidos. En ellos suele especificarse el título de la obra, el autor, el género literario, la fecha y el lugar de producción del libro, así como otros detalles relevantes sobre su creación y circulación. 
Es importante señalar que, aunque los anexos preliminares suelen seguir una disposición general, no todos los manuscritos e incunables incluyen todos los elementos y su presencia y orden pueden variar según el caso, son elementos clave para entender la obra, su producción y su circulación en el contexto histórico.
Los anexos finales son elementos que se encuentran, como bien menciona su nombre, al final de la obra, después del cuerpo principal del texto, y que suelen incluir información relevante sobre la producción del libro. El elemento más común de este grupo es el colofón, que puede ser manuscrito o impreso y que suele contener detalles como el nombre del copista o impresor, el lugar y la fecha de producción del libro, y algunas fórmulas circunstanciales. 
También se pueden incluir otros elementos, como marcas de tipógrafo, laus deo, registros y fe de erratas. Es importante destacar que, aunque los anexos finales suelen seguir una disposición general, también pueden existir variaciones en su orden y presencia según el caso. 
En la Antigüedad, los papiros utilizados para escribir obras se caracterizaban por su estructura fibrosa, la cual era más adecuada para absorber la tinta, por esta razón, la escritura se hacía mayoritariamente en la cara interna del papiro, mientras que la cara externa se mantenía en blanco. 
No obstante, en la primera hoja del rollo, la cual solía contener la fórmula de incipit y otros datos importantes sobre la obra, se invertía la disposición para que la escritura fuera visible desde el exterior del rollo sin tener que extenderlo. De esta manera, se podía identificar la obra y su contenido sin necesidad de desenrollar el papiro completamente. Además, al dejar la cara externa en blanco, se evitaba que la tinta se emborronara o se perdiera debido a la fricción o el contacto con otras superficies. 
Existen elementos preliminares y finales que, aunque no forman parte del cuerpo principal del texto, son de gran interés y relevancia en sí mismos, como la autoría, el título, el género literario, el copista o impresor, el lugar y la fecha de producción del libro, y detalles sobre la copia y corrección del texto.
ReferenciasMartínez García, C. (2009). Políticas de abasto de alimentos en la ciudad de México en los albores de la guerra de Independencia 1810-1812. México. UNAM, pp. 469-488.

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