reflexión educación - María Luz Asprella

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Después de ver y reflexionar sobre las imágenes dadas, recordé algo que leí para un trabajo de años anteriores: Debemos abrir, cada día, las puertas del conocimiento, del futuro profesional y de la creatividad, de la esperanza y de la justicia, del diálogo y de la comunicación... Pero, especialmente, debemos abrir en nuestra futura carrera docente, la puerta de las emociones que nos ayuden a disfrutar y a compartir con nuestros alumnos.
También pienso, como expresa Howard Hendricks, que “la enseñanza que deja huella no es la que se hace de cabeza a cabeza, sino de corazón a corazón”.
Hoy, recorriendo este 2020 tan complicado, el mundo y la sociedad requieren de una nueva educación, de una nueva escuela que implemente modos de organización y de gestión basados en la flexibilidad, en la apertura al cambio, en la innovación permanente y en una cultura participativa que involucre a todos los miembros de la institución, sin olvidar la importancia del saber. Debemos ser resilientes, tanto docentes como alumnos, para poder enfrentar el desafío que se nos presenta y que nos ha tomado por sorpresa.
En este sentido, y reafirmando lo expresado anteriormente, para que los saberes a transmitir adquieran sentido social deben reorganizarse de acuerdo con la interpelación que el mundo actual y las nuevas condiciones sociales les provocan ateniendo a los intereses de una sociedad y una ciudadanía democrática y critica y que trata de “rearmarse” frente a los problemas que han aparecido.
Hoy, más que nunca, hacen falta docentes que eduquen con esperanza y que contagien sus sueños transmitiendo no solo “el conocimiento”, “el saber”, sino también que sean creativos y solidarios, a través de actitudes de apoyo y acompañamiento a los alumnos.
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