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Clase 7-La escuela de Frankfurt- Benjamin - Josefina Maidana

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Asignatura: Estética- Danza
CLASE 8: La escuela de Frankfurt – Walter Benjamin
Prof. Bedotti Tejeda Simón Joaquín
Mail: simonbedotti@gmail.com
La clase de hoy está dedicada a algunas cuestiones generales de la llamada Escuela de Frankfurt y, sobre todo, a la relación de un autor que, si bien no formaba parte de la escuela, tenía estrecho vínculo con sus participantes. La clase está basada en el cap VIII del texto de Oliveras y en el ensayo de Benjamin titulado “La obra de arte en la época de su reproductividad técnica”. 
La escuela de Frankfurt es lo que usualmente se conoce como la productora de la llamada “Teoría crítica”. En términos generales, la teoría crítica sobre la sociedad es el esfuerzo por producir una visión del estado actual del mundo desde el punto de vista, sobre todo, del marxismo y del psicoanálisis. El centro de estudio era en parte dependiente de la universidad de Frankfurt, pero financiado por capitales privados. El proyecto inició en 1923, pero con el ascenso del nazismo debió mudar sus actividades al exterior, sobre todo a Estados Unidos. En general, el instituto nucleó investigadores de distintas ciencias sociales como a la sociología, filosofía, psicología, filosofía, economía, pero desde una perspectiva integrada. Es notable en particular, que muchos de los estudios estaban centrados en el moderno fenómeno de las sociedades de masa y la relación con las nuevas tecnologías y formas artísticas como el cine, la radio etc. Sus tesis en general son consideradas con cierto tono pesimista, ya que lejos de la visión optimista respecto de la tecnología y el progreso, veían una amenaza para la presente sociedad, y un inesperado retorno a la barbarie. Es por eso que muchas de sus predicciones fueron tristemente confirmadas con el ascenso del nazismo y los movimientos totalitarios, y mucha de su producción posterior estuvo dirigida al análisis tendiente a explicar cómo semejante pesadilla puede haber vuelto realidad, en una sociedad en donde el avance tecnológico prometía una progresiva eliminación de los problemas que azotaban a la humanidad. 
	Muchos de los análisis que nos interesan en esta materia están relacionadas con estas cuestiones, en tanto la sensibilidad está en centro de la cuestión. Los medios masivos de comunicación, como la radio o la televisión, están imbricados en estos fenómenos políticos de masas. El arte, así, pasa a cumplir un rol central en el análisis de los fenómenos de masas, aunque los autores no coincidían en valorizarlo de la misma manera. 
WALTER BENJAMIN Y EL ARTE POST-AURÁTICO.
	Walter Benjamin no fue estrictamente hablando parte de la llamada escuela de Frankfurt. No obstante, tenía intercambio fluido con quienes integraban el instituto, especialmente con Theodor Adorno. El texto que nosotros vamos a ver es un famoso ensayo publicado en 1936 titulado “La obra de arte en la época de la reproductividad técnica” y es uno de los textos más importantes de la historia de la estética. En él, se analizan los cambios que trae la reproductibilidad técnica del arte, sobre todo la fotografía y el cine, y cómo esto se relaciona con la sensibilidad social. Este ensayo se entiende un contexto más amplio de análisis sobre la sociedad de la que es contemporáneo, que vamos a analizar en breve. En este sentido, se puede leer en él el impacto y la desorientación respecto al análisis de las nuevas tecnologías en el campo de la cultura. La idea de producir una visión crítica respecto a estas nuevas tecnologías, y de poder analizar el devenir de las sociedades que ellas forman, es, se podría decir, el principal tema que da vueltas en los estudios de los teóricos críticos. Por lo demás, van a encontrar en el texto de Oliveras una breve reseña sobre la vida y la obra de Benjamin, así que voy a omitir hablar más sobre eso. 
REPRODUCTIBILIDAD Y ARTE:
	En el ensayo sobre “La obra de arte en la época de la reproductibilidad técnica” (OAERT) Benjamin se centra principalmente en la fotografía y el cine. El rasgo específico de estas nuevas formas tecnológicas de abordar la cultura, es, precisamente, que el procedimiento artístico es fundamentalmente reproducción, no hay original. La existencia de múltiples ejemplares es la regla, y el original sencillamente no importa. Están hechas para llegar a todas partes, se han vuelto arte de consumo masivo. En el arte tradicional, no reproductible técnicamente, Benjamin observa que existía un aura, incopiable, un “aquí y ahora” que representaba la autenticidad. Este “aura”, que por otra parte viene de una historia del arte ligada a la religión, se pierde con la reproductibilidad. El aura es separación del arte del mundo, y además supone un cierto elitismo, ya que sólo los expertos en arte poseen el conocimiento para determinar la originalidad de una obra. Autenticidad, aura, culto son algunas de las características que vienen asociadas a la constelación del arte tradicional, ligadas al contexto religioso, en donde lo que predomina en la relación entre la obra y quien la mira es la distancia. En todo caso, al secularizarse la sociedad en la modernidad, el atributo aurático se conserva primero, pero para ir degradándose a medida que avanza la sociedad de masas y el avance tecnológico. Así, el arte pasa de tener una recepción selectiva, elitista e individual, a una más masiva, sobre todo con la llegada del cine y la cámara fotográfica. En palabras de Benjamin, mientras más abandona su valor ritual y sagrado, más aumenta el valor de exhibición, y a medida que su fundamento se desliga de la religión, pasa a tener su fundamento en la política. En este sentido es en el que los análisis del arte pasan a mezclarse con los análisis políticos. De hecho, el cine, para producirse, presupone su masividad, ya que, para recuperar el capital invertido en una película, la recepción debe ser masiva. Hoy esto ya nos resulta un hecho trivial, dado que estamos acostumbrados al consumo de películas y videos por internet, y que, además, es muy fácil reconocer la formación de nuestra propia personalidad a través de estos mecanismos (algo de esto vamos a ver más adelante, con Adorno). 
	El actor de cine, el dictador:
	El carácter de culto que se le otorgaba en la obra de arte tradicional, pasa, en la reproducidas técnicamente, a la construcción artificial de la personalidad de la estrella de cine fuera de escena. Sólo que acá, lo “mágico” se conserva siempre en el círculo de la especulación del mercado. El movimiento que corresponde al paso del arte tradicional al técnicamente reproducido es un movimiento que une al arte y al mercado. Y este movimiento, se repite en la política: los políticos pasan a estar cada vez más “construidos” del mismo modo que las estrellas de cine (y que por ejemplo, los productos por la propaganda y la publicidad). Esto también es un hecho trivial para nosotros, ya que de entrada nuestra relación con la política suele ser la televisión, o las propagandas y videos que circulan en las redes sociales. Es en este sentido en que política de masas, arte, y tecnología pasan a estar entrelazados en la nueva sociedad que va emergiendo en el siglo XX, el más violento de los que conocemos. Por otra parte, en el ensayo, Benjamin abunda en referencias a cómo tanto el actor como el político pasa a estar mediados por el aparato técnico: ambos se presentan al frente de la cámara, pero posan para ella, practican, nada es espontaneo. Es de esta forma en la que se entiende que el aparato técnico pasa a ser parte de la vida política masificada. Y esto hasta tal punto, que Benjamin afirma que el mismo aparato técnico desplaza la personalidad de quien se sirve de él, ya que pasa a comportarse según las reglas del aparato en su conjunto (cámara, luz, montaje etc). A este movimiento, más adelante lo designa con la expresión “Estetización de la política”. 
La fotografía:
	En la fotografía la cuestión es básicamente la misma. El valor cultural que existía en el arte se pierde por su masividad en detrimento de su valor exhibitivo (aunque conserva cierta aura en lafoto del rostro humano). Por otra parte, estos nuevos medios de producción aplicables al arte, generan todo un cambio cualitativo en el concepto del arte. La pintura no puede ser lo mismo luego de la invención de la fotografía. El cambio también alcanza, por supuesto, al público ya que comienza a apropiarse de las obras de arte de manera masiva, acercando lo que antes era lejano (Benjamín da el ejemplo de cierta estatua de una virgen, que sólo era accesible al público en fechas específicas, y se veía a la lejanía). Se pierde el “respeto” intrínseco que tenía la obra, junto con la trituración de su aura. Esto supone una domesticación del arte, en la que el público pasa también a tener una visión como crítico, que antes no podía tener (aunque más que de crítico, de opinólogo). Esto afecta por ejemplo la seriedad de la obra, dando lugar a cuestiones como la ironía y el humor. Este último fenómeno se puede apreciar ampliamente hoy en día, donde la gente puede directamente comentar y ponerle puntuación en una película (como se ve usualmente en las plataformas como Netflix). 
El shock y el cambio en la sensibilidad:
	La tesis de Benjamin es más profunda de lo que vimos hasta ahora, y más profunda de lo que vamos a poder ver. El cambio que trata de explicar excede, de algún modo, sólo el ámbito del artista. Las sociedades de masas son conceptualizadas por Benjamin como sociedades en las que todo el sistema perceptivo de los seres humanos ha mutado. Gran parte de esta mutación está inscripta en el desarrollo de las ciudades. Las grandes ciudades y su ritmo, han derivado en que los hombres se muevan más rápido que en las sociedades tradicionales. Sumado a esto, se multiplican las instancias perceptivas, la cantidad de estímulos que recibimos (esto, por supuesto, ya ha pasado a ser corriente en nuestros días). Entones se pasa de una experiencia contemplativa en el espectador tradicional, a una experiencia se shock en las sociedades contemporáneas. Este cambio haría que todo nuestro sistema “perceptivo”, se encuentre saturado, y pase a estar a la defensiva, frente a la cantidad de estímulo, generando lo que Benjamin llamaba “aislamiento insensible” (curioso para pesarlo, después de la experiencia de haber vivido una cuarentena). Lejos de ser más ricos en experiencia, los habitantes de la ciudad contemporánea están cada vez más aislados y cerrados. El shock, por lo tanto, pasa a ser el único medio de penetrar esta coraza insensible de la percepción que se ha encerrado a sí misma (en el fondo, también hay una teoría psicológica, es decir, una teoría sobre cómo funciona la psiquis). La percepción por shock es, entonces, una especie de interrupción brusca en las condiciones normales en las que nos movemos. Y esto vale tanto para el arte como para la política. Esta nueva experiencia, va de la mano de la caída del “aura” de la que hablamos más arriba, y se caracteriza precisamente por ser una experiencia fugaz, que no da tiempo para la reflexión. De hecho, en el cine las escenas se suceden con tal intensidad que es imposible recogerse a reflexionar (como podría pasar antes, con una escultura). Por supuesto esto no quiere decir que el resto de las obras de arte dejen de existir, sólo que lo que se ha perdido o dificultado es esta experiencia contemplativa del arte. Esto pasa a ser concebido como una nueva mediación, que es propia de nuestros tiempos. Se van a dar cuenta fácil, ya que varias de las exposiciones artísticas hoy en día están más centradas en la producción de este efecto chocante que en la tranquila contemplación atenta de obra. Lo que tematizaría mejor este efecto, o este esfuerzo por acomodar el arte a la nueva sensibilidad imperante sería para Benjamin el movimiento dadá. (aunque hay otras expresiones del arte de vanguardia que podrían ser interesantes). En cierta forma, es un intento de estremecer al espectador, atentando contra sus creencias, convicciones, expectativa, competencias etc. 
	Experiencia y pobreza:
	La concepción de Benjamin, como se habrán dado cuenta, hace referencia al empobrecimiento de la experiencia con el “progreso” de la humanidad, por paradójico que parezca. Benjamin realmente veía en las nuevas tecnologías un peligro, de que el humano vaya perdiendo progresivamente sus capacidades con el aumento de la tecnificación, y a pesar de que aumentan los conocimientos disponibles, no tiene capacidad de asimilarlos reflexivamente (piensen, por ejemplo, en el consumo de noticias, o en los libros de auto-ayuda, la astrología etc). La idea de que nos hemos vuelto pobres en experiencias significa que cada vez somos más duros para experimentar profundamente lo que nos afecta, a pesar de que podamos ser ricos en vivencias de todo tipo. Pueden, si quieren, pensar en que tan atrofiada puede estar la experiencia de un viaje si está sólo reducida a una cuestión de turismo, donde seguimos un circuito preestablecido que nos lleva por algunos lugares bonitos a sacar algunas fotos que nos dejen contentos. Nada de esto se experimenta en relación a sentimientos profundos, o a la reflexión sobre nuestra relación con la naturaleza, etc. Hay una especie de desvinculación, según la cual nuestra acumulación de vivencias pierde todo sentido de profundidad. 
	No obstante, Benjamin no era del todo negativo respecto de las nuevas tecnologías. En el ensayo sobre OERP van a ver que el autor a la par que describe los cambios causados por la técnica, trata de vislumbrar las nuevas posibilidades afirmativas que genera. Parte del valor expositivo y el acercamiento a la masa es para Benjamin un hecho que puede ser positivo si se enfoca desde un punto de vista más humano. En este sentido, Benjamin piensa por ejemplo en el teatro épico de Brecht, que está diseñado para impactar, en una mescla impresionante de gestos y formas poco ortodoxas de presentación. Lo que se discute es qué tipo de formas podríamos adoptar para no quedar totalmente absorbidos por la técnica, que es lo que Benjamin critica a los futuristas. Efectivamente, sobre el final del texto Benjamín contrapone la “estetización de la política” (es decir, la utilización de los medios técnicos y artísticos disponibles, para el dominio, como por ejemplo los usaba Hittler) a la “Politización del arte”, que consiste sobre todo en una exploración de formas que permitan romper con la “alienación” que sufren los sujetos modernos en el contexto industrial, siempre con miras a una sociedad más libre. 
	
Saludos.

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