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Diplomado Historia Medieval Bibliotecas inglesas e irlandesas La historia de las bibliotecas en los períodos medieval y moderno temprano es una historia de colecciones cambiantes de libros de diversos tamaños y funciones, que difieren en formas significativas de las expectativas modernas de una biblioteca. Desde la Edad Media hasta el siglo XVI, los libros propiedad de las comunidades religiosas y académicas, así como los de los individuos, no formaban una sola colección físicamente discreta en una sala designada, sino que se guardaban en cofres y armarios en diferentes lugares. Las primeras salas de libros especialmente designadas, datables en el siglo XII, eran lugares de almacenamiento; las salas de biblioteca en las que los libros se disponían para su consulta en el lugar fueron introducidas en Inglaterra solo a partir del siglo XIV y, en muchos casos, solo contenían una parte de las colecciones de una institución. La concepción moderna de una biblioteca, einició en el siglo XVII, durante la Edad Media el concepto no estaba claro pero las primeras colecciones de libros tuvieron diferentes fines, desde entretener hasta ser la base para adquirir conocimientos y educar. En la Edad Media temprana, estas necesidades eran casi exclusivamente eclesiásticas: las exigencias de la vida monástica, el desempeño de la liturgia y la atención pastoral. A partir del siglo XIII, surgieron nuevas necesidades: las de los académicos y de los predicadores y maestros mendicantes, y a partir del siglo XV, de los miembros de las profesiones emergentes, como médicos y abogados. La historia de las colecciones comienzó con la Britania Céltica, ella heredó la cultura literaria del Imperio Romano y, en el siglo IV, aprendió del cristianismo y su libro dentral, la Biblia. al mismo tiempo que recibía de la misma fuente, en el siglo IV, la nueva religión oficial del cristianismo con su cultura del libro centrada en la Biblia y la liturgia cristiana. Aunque no se ha conservado evidencia física del primer tipo de aprendizaje, su existencia se puede inferir a partir de escritores británicos como Pelagio y Gildas, quienes demuestran en sus escritos en latín un dominio del estilo prosaico clásico y conocimiento de los poetas romanos. Ambos también dan testimonio de la disponibilidad de literatura cristiana en la Britania Céltica por la presencia de obras de filósofos y teólogos. La zona de Irlanda no fue parte del Imperio Romano y, por lo tanto, no heredó las ideas clásicas, el conociemiento se transmitía de manera oral y, en pocas ocasiones, usando una escritura básica. Irlanda se cristianizó en el siglo XV, la influencia británica en la formación de la cultura cristiana irlandesa se evidencia en la presencia de palabras en irlandés antiguo tomadas del vernáculo británico, muchas de ellas de carácter eclesiástico; la creación de un nuevo alfabeto para escribir irlandés basado en el alfabeto latino como era pronunciado por los hablantes británicos; y las características propias de la producción de manuscritos y la escritura irlandesa de la tardía antigüedad, presumiblemente basadas en modelos británicos. Hacia finales del siglo XV, hubo una notable recuperación en la prosperidad y un aumento significativo en los ingresos disponibles, y dado que, en varias áreas, el trabajo infantil ahora se volvió prescindible, la educación mejoró y la alfabetización creció. No es casualidad que este fuera un período de renacimiento intelectual y cultural, cuando vemos "un aumento en la demanda, disponibilidad y posesión de libros de todo tipo". En algún momento durante los años intermedios del siglo XV, un monje de la abadía cisterciense de Meaux en Yorkshire vendió dos textos teológicos, uno de ellos una obra de Aquino. Adecuadamente, dada la naturaleza de los dos libros, parece que el comprador era un académico de Cambridge, William Wylflete, en ese entonces miembro y más tarde director del Clare College, dudó si en realidad el monje podía verder esos libros y prefirió devolverlos a la comunidad (2006). The Cambridge History of Libraries in Britain and Ireland. Cambridge University Press, pp. 178 – 217. Los libros monásticos pasaron a formar parte de las bibliotecas colegiales de Oxford y Cambridge porque en la historia de la Europa medieval tardía el liderazgo intelectual anterior de los monasterios tendía a pasar a manos de las universidades, e incluso que en ciertos aspectos, la vida intelectual monástica dependía de la de las universidades. Se fundaron monasterios dentro de las universidades y muchos monjes tuvieron educación en la universidad. Los intentos por reconstruir la historia de las colecciones individuales y particulares en la Inglaterra medieval se encuentra con problemas difíciles, incluso a menudo insuperables por la falta de evidencia, la evidencia física del almacenamiento y uso generalmente ha desaparecido. Los catálogos, las marcas de imprenta y otras pruebas escritas arrojan luz sobre cómo las comunidades religiosas y académicas percibían, organizaban y utilizaban sus libros como colecciones pero son casi completamente inexistentes. Entre los siglos XII y XV, aumentó la posesión de libros pero no se puede saber con certeza cuántos, de qué tipo y en qué medida, si es que alguna vez sus propietarios los consideraban como una colección, solo se puede reconstruir de manera imperfecta a partir de los casos en los que la evidencia es más completa, y mediante la comparación con los registros más extensos que han sobrevivido de propietarios de libros laicos y eclesiásticos en Europa continental. Referencias
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