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DIFERENTES ENFOQUES EN EL ESTUDIO DEL DIBUJO Y EL MODELADO INFANTIL

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DIFERENTES ENFOQUES EN EL ESTUDIO DEL DIBUJO Y EL MODELADO INFANTIL 
Soledad Carlé 
 
La expresión gráfico-plástica, aunque con diferentes materiales, siempre fue una necesidad 
infantil a lo largo de la historia, a tal punto que, cuando los materiales y las propuestas de dibujar o 
modelar no provenían del adulto, el niño se valió de medios naturales para hacerlo: a veces el 
dibujo surgía del trazo de un dedo en el polvo, en la tierra o en un vidrio empañado; en el caso del 
modelado, las formas aparecían en medios como la arena, la masa, el barro o la nieve. 
Parecen ser muy primitivos estos deseos de relacionarse con la materia para transformarla. 
El interrogante que se plantea es:¿qué lleva a los niños a dibujar o modelar? ¿Es una forma de 
conocimiento del mundo exterior?, ¿un simple placer estético?, ¿una forma de asimilación del real 
al “yo” (así como el juego a la manera piagetiana), como espacio o sector de actividad cuya 
motivación no es la adaptación a la realidad, sino la asimilación más o menos pura a las 
necesidades del “yo”? ¿Es la expresión de emociones y conflictos proyectados al exterior mediante 
formas y colores? 
Los estudiosos del arte infantil han elaborado diferentes hipótesis en las que se da prioridad 
a un aspecto determinado sobre los otros. Estos estudios no siempre coinciden por sus métodos y 
objetivos, y a veces dan interpretaciones radicalmente opuestas, aunque el fenómeno sea siempre 
el mismo: el dibujo y el modelado infantil. 
Evidentemente cada uno de los aspectos elegidos por los diferentes autores juega un rol en 
el quehacer plástico. 
No pretendo dar aquí una respuesta ni privilegiar un determinado encuadre, ya que pienso 
que es a través del conocimiento de los diferentes enfoques desde donde se ha estudiado este 
fenómeno, como se puede abordar el tema con mayor profundidad. Cada docente podrá sacar sus 
propias conclusiones al corroborar estas hipótesis con la realidad de sus niños. 
El conocimiento de estas teorías me ha ayudado muchas veces, en mi trabajo, a clarificar o 
a echar luz, a la manera de acceder a este lenguaje tan peculiar y a poder elaborar una 
metodología de trabajo. Por eso pienso que todo aquel que se interese por la infancia y en 
particular por este lenguaje o medio de expresión tan rico, no puede ignorar lo que se ha teorizado 
sobre la materia. 
 
La percepción visual 
 
 Un elemento esencial que interviene directamente en el conocimiento de la realidad, y que 
va a jugar un rol muy importante en la elaboración y representación de los símbolos gráfico-
plásticos, es la visión. 
 La visión está directamente asociada a la luz. En casi todos los seres vivientes se 
encuentran células sensibles a la luz. La mayoría de las plantas orientan sus hojas y flores hacia 
ella. En la mayor parte de los animales superiores la sensibilidad a la luz se localiza en células 
altamente evolucionadas que son las que forman el ojo. 
La luz se refleja en los objetos. Las lentes oculares proyectan la imagen de estos objetos 
sobre la retina, que transmite el mensaje al cerebro. Pero... ¿hasta qué punto esta imagen que 
registra el cerebro es la imagen fiel y completa del mundo exterior? En primer lugar, desde el punto 
de vista solamente constitucional, ningún organismo es tan sano como para percibir un cuadro 
exactamente equivalente a la realidad. En segundo lugar, existen algunos fenómenos para los 
cuales no hay receptores efectivos, por ejemplo, los rayos infrarrojos y ultavioletas, que el ojo 
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humano no llega a percibir. En tercer lugar nuestros órganos sensoriales no son pasivos receptores 
del mundo exterior (como sostenían los antiguos postulados asociacionistas y aditivistas de la 
psicología tradicional), sino que operan elecciones en toda la gama de vibraciones ofrecidas por la 
naturaleza. Esta actividad discriminatoria e intencional hace que cualquier sistema sensorial (en 
este caso el constituido por la retina, el nervio óptico, el área occipital cortical del cerebro, la 
musculatura intrínseca y extrínseca ocular) no sea pasiva sino activa en todas sus secciones. La 
percepción entonces no depende sólo del elemento estimulante sino también del individuo 
estimulado. 
Si las cosas son o no aquellas que parecen ser, es uno de los grandes dilemas de la 
Filosofía, del arte, de la ciencia y del niño. Dos escuelas filosóficas-psicológicas nos han dado 
grandes aportes en el conocimiento de la percepción visual: la fenomenología y la psicología de la 
“Gestalt”. 
Así define Claparède los principios de la psicología gestáltica: “La “gestalt” consiste en 
considerar los fenómenos no como suma de elementos que se deben separar, analizar, atomizar, 
sino como conjuntos que constituyen unidades autónomas, que presentan una solidaridad interna y 
que tiene leyes propias. El modo de ser de cada elemento depende de la estructura del conjunto y 
de las leyes que lo regulan. El elemento individual no preexiste al conjunto, ni psicológica ni 
fisiológicamente.”1 
Entonces, la percepción no es un conjunto de sensaciones asociadas sino que cada 
percepción es la percepción de un conjunto, de un todo. Abro los ojos no sobre una maraña de 
formas y colores sino sobre cosas, veo el cielo azul, una casa, un árbol. Pero. ¿cómo llegamos a 
ver estas estructuras organizadas? ¿Cómo llegué a reconocer un árbol dentro de semejante 
riqueza de colores, formas y texturas? 
Al nacer, el bebé abre los ojos a un mundo formado por objetos, de los cuales 
probablemente percibe sólo formas y colores en movimiento. No puede organizar los datos 
visuales, ya que carece de experiencia de las cosas, no posee marcos de referencia. La primera 
gestalt o estructura organizada que reconoce el bebé, según los estudios de Spitz2 es una parte del 
rostro humano: el conjunto formado por la nariz, la frente y los ojos. Desde que nace, comienza a 
codificar lentamente los datos y a formar los “conceptos visuales” que le harán inteligible el mundo. 
Ahora veamos, ¿cómo se da esa codificación? Inicialmente, al ver un objeto toma sólo las 
características estructurales globales. La percepción no parte de particulares sino de las 
características susceptibles de generalización. Esto no sucede porque el sentido de la vista no 
observe los particulares – al contrario: los niños notan los más mínimos cambios en las cosas que 
conocen_, sino porque ver significa aferrar las características más importantes de un objeto: la 
redondez de una pelota, la simetría de una mariposa, la luminosidad de las estrellas, etc. 
Según experiencias realizadas, se ha comprobado que pocas líneas son aceptadas como 
una cara, no sólo en Occidente (donde se podría pensar que los individuos se manejan con un 
código semejante de signos), sino también en Oriente; lo mismo sucede con niños y hasta con 
animales. Por eso, pocos signos seleccionados (las características estructurales globales) no sólo 
son suficientes para permitir la identificación, sino también provocan la impresión de representar la 
cosa completa. 
El ojo tiende a simplificar las formas y la simplicidad implica economía y orden en cualquier 
nivel de complejidad. Lo que determina la simplicidad no es el número de elemento de una 
configuración dada, sino el número de características estructurales. Por ejemplo, si aumenta el 
 
1 Edouard Claparède “Principios de psicología gestáltica”. Koltka 
2 R. Spitz “El primer año de vida”. Ed. Aguilar 
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número de rayos de un sol de siete a diez, aumenta el número de elementos pero no el de 
características estructurales. 
Muchas veces las obras de arte son complejas, pero se aprecian por la simplicidad, son 
capaces de organizar una riqueza de formas y significados dentro de una estructura global que 
determina el puesto y la función de cada parte dentro del todo. Esto es el orden: la manera de 
organizar una estructura necesaria en el modo más simple posible. Las obras de los niños 
generalmente gozan de estas dos características: simplicidad y orden. Al modelar un animal en 
arcilla o dibujar una casa, son capaces de elegir los cuatro trazos esenciales como para 
identificarlos. Lo mismo sucede con las obras de arte primitivo: me vienen a la mente 
especialmente algunas figuritas en terracota modeladas por nuestros indios en América. 
Entonces, al aferrar las características estructurales globales, el niño comienza a 
formar los primeros conceptos perceptivos: organiza las formas que ve para clasificar las cosas 
en casas, flores, pájaros, mesas. La visión trata el material bruto que le da la experiencia, con la 
creación de un esquema correspondiente de formas generales que se pueden aplicar no sólo al 
caso individual sino a todos los casos análogos. 
Es por eso que Gibson afirma que ver no significa sólo tomar nota de las propias 
sensaciones visuales, sino “comprender” aquello que se ha visto3. Y Arnheim aclara que la 
percepción cumple a nivel sensorial aquello que en el campo del razonamiento se indica como 
comprensión4. 
Según Bruner la percepción es un proceso de categorización: el reconocimiento depende en 
buena parte de los intereses y de los conocimientos del sujeto. El opina que la percepción debe ser 
estudiada en el contexto histórico-social del individuo que ha pasado experiencias, hábitos y que 
vive en un ambiente que es también social5. 
Cada experiencia visual se inserta en un contexto de espacio y tiempo. Así como el aspecto 
de un objeto está influenciado por aquellos objetos cercanos en el espacio, la experiencia visual se 
asocia con las experiencias visuales que la precedieron en el tiempo. Si, por ejemplo, vemos como 
un cuadrado cuatro puntos ubicados en ángulo recto es porque en el pasado hemos visto muchos 
cuadrados. 
La influencia de la memoria es notable cuando por alguna necesidad personal alguien 
desea ver algo especial. Por ejemplo, cuando los niños aseguran haber vito llegar a los Reyes 
Magos, la noche del 5 de enero, al ver desde sus ventanas moverse las cipas de los árboles. Este 
impulso que ejercen nuestras necesidades sobre la percepción es usado por los psicólogos en los 
test proyectivos, como por ejemplo el test de Rorschach. 
Una técnica cerámica que uso con los nenes en este sentido es la “neriage”: la ambigüedad 
estructural de la placa formada por la mezcla de las dos arcillas permite una gran variedad de 
interpretaciones, de manera tal que el niño elige aquella que se acerca más a su mundo de 
experiencia y la completa. 
Memoria, conocimiento e interés cumplen entonces un papel significativo en la formación de 
los “conceptos perceptivos”. Esta codificación de los datos del ambiente es lenta. Experiencias 
realizadas demuestran cómo todavía a los tres años, conceptos visuales como la identificación de 
algunas figuras geométricas elementales ubicadas en posiciones inusuales no están aún 
codificadas. No pueden leer figuras incompletas o cortadas, como por ejemplo el círculo dividido 
por la mitad o en cuatro partes. Cuando todavía los conceptos de conservación de la forma no 
están estructurados, es muy difícil que la lectura de una parte o de una figura cortada y vuelta a 
 
3 J. Gibson en G. Dorfles: “Símbolo, comunicazione, consumo”. Ed. Einaudi 
4 R. Arnheim: “Arte e percezione visiva”. Ed. Feltrinelli. 
5 J. Bruner en G. Dorfles: obra citada. 
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armar (pero dejando un espacio en blanco entre cada parte) lleve al todo. Lo mismo ocurre cuando 
una figura está orientada de manera diferente. Por ejemplo, si pedimos a un nene que clasifique 
figuritas de círculos, cuadrados y triángulos, y a una de las figuritas de cuadrado la ubicamos sobre 
la mesa orientada como rombo, no la reconoce más y la descarta. El niño de tres años aún no 
posee experiencias con figuras geométricas oblicuas, y esta nueva posición del cuadrado lo 
desorienta. 
Pero si bien existe esta codificación de los datos perceptivos que nos permite orientarnos en 
el mundo, el modo de percibir las cosas no es nunca definitivo. La interacción entre la forma del 
objeto presente y aquella de las cosas vistas en el pasado no es automática sino que está ligada a 
la condición que entre los dos momentos se perciba una relación. Por ejemplo, una figura impresa 
en la memoria por haber sido vista centenares de veces puede ser irreconocible cuando aparece 
en un contexto nuevo. 
Como dice L. Malaguzzi, “La percepción es siempre una relación. La capacidad de retener 
una imagen es la capacidad de tener presentes una red de relaciones (de identidad, equivalencia, 
clasificación, orden, causa, simetría, equilibrio, etc.). Las relaciones, en realidad, son problemas. 
Cada problema y cada percepción son una hipótesis provisoria6. 
 
La representación 
 
 Desde este encuadre R. Arnheim afirma que el niño, para sus dibujos y modelados, se 
refiere a conceptos visuales, y los conceptos no perceptivos, si existen, deben ser poquísimos. 
Cada tipo de figuración requiere el uso de “conceptos representativos” equivalentes a los 
conceptos visuales que se quieren representar. Los primeros conceptos representativos son 
muy simples, son las formas indispensables de las primeras ideas, y su simplicidad se adecua al 
nivel de organización con el que opera la mente del niño. 
 La primera figura organizada que emerge del garabato es el círculo (la esfera en el 
modelado). Es la figura más simple porque tiene simetría central. Recordemos, para entender su 
uso en los primeros años, que también el adulto usa el círculo para representar cualquier 
configuración que no conoce bien, como por ejemplo los planetas, las moléculas químicas, las 
células, etc, no sobre la base de la observación sino porque se tiende a representar las formas y 
las relaciones espaciales desconocidas en el modo más simple. 
 El niño, al principio, recurre a la forma circular para representar cualquier objeto: una figura 
humana, un animal, una casa. El círculo aquí no representa la redondez sino la más genérica 
cualidad de la cosa, como afirma Arnheim. 
 A medida que enriquece las primeras configuraciones en su percepción, el niño comienza a 
desarrollar el círculo, es decir, a diferenciarlo. La ley de diferenciación dice que “Hasta que una 
característica visual no esté todavía diferenciada, toda la gama de sus potencialidades está 
representada por aquella estructuralmente más simple”7 Sólo cuando otros elementos como la 
línea recta y el cuadrado se articulan, las formas redondas comienzan a representar 
específicamente la redondez, como cuando dibuja una flor o la palma de la mano. 
La línea recta es la primera configuración lineal concebida por la mente. Es un producto 
del sentido de la vista, basado en el principio de simplicidad. Sirve para representar todas las 
formas alargadas: piernas, brazos, rayos de sol. 
Así como la figura más simple es el círculo y como línea la recta, la primera relación entre 
direcciones que se adquiere es la del ángulo recto, que al inicio servirá para representar todas 
 
6 L. Malaguzzi “l’occhio se salta il muro” 
7 Ley de diferenciación de la Gestalt 
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las relacionesangulares hasta que incorpore la línea oblicua. Hay varias razones para la elección 
del ángulo recto: crea un dibujo simétrico, es la base del esquema horizontal-vertical sobre la que 
se basa nuestra concepción de espacio. La línea horizontal es el horizonte, la vertical es nuestro 
cuerpo. Hay, además, explicaciones fisiológicas que dicen que probablemente por la influencia de 
la ley de gravedad nuestro sistema nervioso se ha plasmado en el dominio de las direcciones 
horizontal-vertical. 
Solamente en un segundo momento, después de que el niño ha manejado las líneas 
horizontales y verticales, aparece la línea oblicua, que se percibe como una desviación de las 
otras dos e introduce la diferencia entre forma estática y dinámica. 
 Resumiendo, ¿cómo se da la evolución de la representación gráfico-plástica dentro de este 
encuadre? El organismo madura y a medida que va alcanzando un funcionamiento más 
diferenciado desarrolla también la necesidad de actuar esa potencialidad. En esta evolución 
interviene el mundo exterior, que ofrece toda la gama de relaciones formales. El factor fundamental 
en la elaboración de los símbolos gráfico-plásticos es aquí la percepción visual y, en consecuencia, 
el empadronamiento de las relaciones formales del mundo externo. 
 
 
 
Psicomotricidad 
 
Veamos ahora cuál es el rol del cuerpo en el dibujo y el modelado infantil. De qué manera 
su conocimiento y concientización influyen sobre el movimiento y, en consecuencia sobre la 
plástica, en una coordinación dinámica general y segmentaria siempre mayor. Dibujar, modelar, 
pintar, construir con cajas implican actos motores. La base es el cuerpo; el conocimiento de los 
elementos que intervienen a nivel orgánico en el movimiento y la red de factores que actúan en el 
desarrollo psicomotor, forman parte de los conocimientos de base necesarios para entender el acto 
plástico en el niño. 
Existe una estrecha relación entre la motricidad y la psiquis, o sea, entre el desarrollo 
neuromotor y el desarrollo intelectual y afectivo. Se puede considerar una interacción entre ellos y 
una causalidad recíproca. Cada respuesta motora es una respuesta psíquica, es decir, lo que la 
suscita son necesidades que tienden a satisfacer instrumentos adecuados a un nivel madurativo. 
Motricidad y psiquismo se diferencian siempre más, pero sin alcanzar jamás una completa 
independencia. El desarrollo psicomotor significa la intelectualización del movimiento que 
programa, anticipa y toma conciencia de la precisión, rapidez, seguridad y economía de 
cada acto motor intencional. Veamos cómo funciona desde lo orgánico el movimiento. 
El simple acto de tomar un lápiz y dibujar pone en movimiento, dentro de nuestro 
organismo, una gran cantidad de mecanismos. La capacidad de movimiento depende por un lado 
de las fibras musculares que constituyen casi la mitad de la masa de nuestro cuerpo. Estas fibras, 
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que forman los músculos esqueléticos (que son de los tres grupos existentes, los que nos interesan 
en este trabajo), movilizan a su vez los huesos a los que se hallan adheridos. 
Quien imparte las órdenes que generan el movimiento es el sistema nervioso, compuesto 
por el cerebro, la médula espinal y los troncos nerviosos que conecta los receptores con los 
efectores y conduce los mensajes de unos a otros. 
Gran parte de nuestras acciones motoras deben ser aprendidas. Hay otras donde no 
interviene el cerebro. Los órganos sensitivos mandan señales a la médula y ésta a otros nervios, 
que provocan la acción. Son los actos reflejos o instintivos, que constituyen unidades funcionales 
del sistema nervioso. 
“Si, al inicio es necesario que el niño viva su cuerpo de una manera espontánea y primitiva, 
por una supresión de inhibición cortical. Es importante que luego sea capaz de transformar esas 
vagas sensaciones en percepciones corticales precisas, analizarlas y conceptualizarlas. Este paso 
de la reacción motriz espontánea a la organización perceptivo-motriz consciente, parece ser el 
proceso esencial del desarrollo de la inteligencia”8 
Existe una estrecha interacción entre herencia y ambiente como también entre madurez y 
aprendizaje. La madurez de las estructuras orgánicas, de que el niño dispone en cada 
momento evolutivo, son las responsables del nivel funcional alcanzado, pero, a la vez, el 
formativo de nuevas estructuras es el ejercicio funcional. Esto significa que si las estructuras 
orgánicas de un niño están suficientemente maduras como para modelar las primeras figuras, 
pelotas, choricitos, pero al niño no se le ofrece la oportunidad de jugar con material plástico 
tridimensional, esta función no tendrá la posibilidad de desarrollarse. 
De esta manera, si pretendemos que un niño de cuatro años dibuje un típico esquema 
adulto de una casa en perspectiva, y le ofrecemos un modelo para que lo copie, puede ser que lo 
logre lo cual no significa que haya alcanzado ese nivel de organización espacial. Y cuando tenga la 
posibilidad de dibujar libremente lo hará frontalmente, según su nivel actual de organización 
espacial en la hoja. Sólo cuando haya alcanzado la madurez suficiente como para interesarse en la 
representación gráfica de la profundidad de campo, lo habrá internalizado y lo hará naturalmente. 
En síntesis, podríamos decir que existe una causalidad recíproca entre estructura (a nivel 
orgánico) y función. El niño puede hacer todo aquello que sus estructuras orgánicas le permitan 
(difícilmente podrá construir un cubo de arcilla a los dos años), por otra parte, es el ejercicio 
funcional, el poder manipular, probar, experimentar la materia, lo que permite la formación de 
nuevas estructuras. 
Los estudiosos de psicomotricidad, cuando se ocupan del dibujo o del modelado infantil 
enfocan la atención sobre el correlato cuerpo-movimiento-grafismo. Uno de sus grandes intereses 
es el de estudiar cómo los logros que se van adquiriendo en el dominio del cuerpo se reflejan en el 
manejo gráfico-plástico. Por ejemplo, cuando el pequeño corre atropelladamente con movimiento 
masivo de su cuerpo, el garabato parte de todo el cuerpo. Cuando controla la tensión y es capaz de 
apretar y soltar, endurecerse y aflojarse, podrá trabajar con sellos, porque con ellos debe hacer 
presión y levantar. 
Las nociones se adquieren más fácilmente y más sólidamente si se parte de lo vivenciado 
con el cuerpo, para luego intelectualizar esa vivencia. Esto trae implicancias pedagógicas muy 
importantes. 
Si se quiere enseñar a los niños la forma redonda, se comenzará a trabajar, por ejemplo, 
con soga circular, se jugará a la ronda, se recorrerá esa forma dibujada en el piso, etc. Y después 
de toda una vivencia corporal de lo circular se pasará a la representación del círculo. El niño pasa 
entonces de la vivencia motriz a lo abstracto; aunque el correlato entre movimiento, pensamiento y 
 
8 A. Lapiérre y B. Aucouturier “El cuerpo y el inconsciente” Ed. C. Medica 
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representación no se da en forma lineal. El movimiento es interiorizado por el niño como 
pensamiento, de acuerdo con las características de cada momento evolutivo. Para representar 
tiene que integrar mentalmente los movimientos experimentados y crear otros movimientos 
descriptivos de aquellos. Existe una rica bibliografía con diferentes propuestas de juegos sobre el 
pasaje de lo hecho con el cuerpo a la representación gráfica y verbal (función simbólica). 
Lo importante aquí no es dar una lista de ejercicios sino comprender cuál es el proceso 
metodológico dentro de este enfoque. Es más, un trabajo así no se puede hacer según un 
programa preestablecido sino que es tarea del docente captar las situaciones espontáneas,que 
puedan conducir a formas de expresión y grados de abstracción diferentes. 
 
 
 
 
 
 Hasta aquí hemos visto muy sucintamente cuál es el rol del cuerpo en el dibujo y el 
modelado infantil. Vemos ahora cuáles son las bases simbólicas de la expresión plástica y cómo 
ésta se articula con el simbolismo del movimiento y de la acción, según las hipótesis de un 
psicomotricista, el francés A. Lapiérre. A la pregunta que nos planteábamos al inicio sobre qué lleva 
a los niños a modelar y a dibujar, Lapiérre responde con una explicación de dónde nace esa 
necesidad de expresión plástica en el ser humano9. 
 Remontándonos a nuestros orígenes, las sensaciones iniciales que registra el niño en el 
vientre materno son sensaciones de fusionalidad (global y difusa). No tiene necesidades, deseos, 
ni frustraciones, ya que éstos están automáticamente satisfechos. El estado en que se encuentra 
es un estado de bienestar y completivo. 
 
9 A. Lapiérre: obra citada 
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 De aquí nace el “fantasma de fusionalidad”, entendiendo por “fantasma” una producción 
imaginaria inconsciente, capaz de motivar comportamientos de los que el sujeto no tiene 
conciencia. Los “fantasmas”, para Lapiérre, se estructuran sobre la base de una vivencia emocional 
anterior a la conciencia, que sólo ha quedado grabada en el inconsciente. Los “fantasmas” que 
pertenecen a lo imaginario sólo pueden expresarse por medio de lo simbólico. 
Con el nacimiento se produce una ruptura fusional, lo que dará origen al “fantasma” de 
carencia del cuerpo, desde donde surgirá un deseo inconsciente de retorno al estado fusional. Este 
“fantasma” actuará durante toda la vida y llevará a la búsqueda de otro ser humano como 
complementariedad de nuestra carencia, tomando esta búsqueda formas cada vez más simbólicas, 
en sustitución de la fusión corporal. 
Los procesos de simbolización son numerosos y complejos. Hay elementos que por poseer 
un potencial afectivo pueden ser usados como sustitutos o prolongaciones del propio cuerpo, como 
por ejemplo, la mirada, la voz, el agua, el sonido o determinados objetos. Más adelante será la 
pintura, el grafismo, el lenguaje; de esta manera se incorporan paulatinamente todos los 
mediadores socio-culturales que hacen posible el “contacto” con los otros. De aquí nace, entonces, 
para Lapiérre, la motivación por la expresión plástica: de una necesidad de comunicación. Al 
mismo tiempo que se organiza la percepción se desarrolla la necesidad de comunicara, y esa 
necesidad de comunicación es la primera motivación de donde nacerán todos los medios de 
expresión abstractos. 
Forma y color representan siempre una proyección de las tensiones tónico-afectivas y 
emocionales. La producción plástica es vista por otros; esta proyección simbólica permitirá 
establecer una comunicación con quien la mira y será capaz de despertar un eco de tensiones 
tónico-emocionales análogas en el otro, convirtiéndose en mediadora de un diálogo tónico. 
 
Estética 
 
 ¿Qué papel juega la estética en la producción gráfico-plástica infantil? ¿Qué rol juega en la 
vida emotiva del niño? Las teorías del arte infantil dan dos respuestas. 
 La primera separa la estética de todos los otros factores presentes en el momento en que 
se hace o se ve una obra de arte. Considera el sentido estético como uno de los sentidos innatos 
del hombre. 
La segunda considera la estética subordinada a diversos factores. Aquí se encuadran todas 
las teorías que piensan que la búsqueda de las primeras causas y efectos del arte no son estéticas, 
sino que se extienden a otros campos, como por ejemplo, a la antropología, a la psicología, etc. En 
esta posición se encuentra Luquet, para quien la intención en el dibujo infantil es realista, “no 
porque el niño sea insensible a la belleza abstracta sino porque el dibujo tiene el papel esencial de 
representar algo. La concepción de un dibujo que no represente nada es incomprensible para el 
niño”10. También en esta posición se encuentran varios estudiosos de orientación psicoanalítica, 
para quienes el arte está subordinado a la expresión de deseos y conflictos inconscientes. 
 
 Aquí nos interesan especialmente los estudios que adhieren a la primera posición, es 
decir, que consideran a la estética como el motor de la producción plástica. Tomaremos aquí 
como representante de esta posición a Rhoda Kellogg. Sus estudios sobre el sentido estético en 
los niños son un aporte muy valioso y dan un enfoque original al tratamiento de este tema.11 
 
10 G.H.Luquet “El dibujo infantil” Ed. Médica y Técnica S.A. 
11 R.Kellogg “Analisi della’arte infnatile” Ed. Emme 
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 Kellogg considera que la estética tiene sus bases en la biología humana, por eso los niños 
poseen un conocimiento innato (arquetípico) de las formas bases y del orden formal. De no ser así 
¿cómo se explica entonces la prevalencia de determinadas formas en el ate infantil?. El cerebro y 
los ojos del hombre están predispuestos a ver las formas globales. 
 Aquí entra la concepción gestáltica antes mencionada. Köhler, psicólogo de la gestalt, dice 
que probablemente sean ciertas funciones fisiológicas del cerebro las responsables en organizar 
los datos visuales en formas placenteras o “buenas”, o sea, formas sintéticas, simples, regulares.12 
Esta predisposición influye sobre la coordinación óculo-manual al garabatear, y el niño en su 
evolución dibuja las formas en un modo siempre más determinado y claro y prefiere aquellas 
dotadas de equilibrio. 
 
 Mandalas con elementos de la naturaleza 
 
Después de la observación, durante veinte años, de nenes mientras garabateaban, Kellogg 
identifica ciertas formas recurrentes en los dibujos de los niños en el período preescolar. Estas 
formas pueden ser consideradas como símbolos arquetípicos a la manera jungiana. Comienza con 
la identificación, y parte de los garabatos, de veinte signos que los niños hacen alrededor de los 
dos años y que son las estructuras elementales que se encuentran en todos los dibujos. Son 
universales y la forma de transformarlos en símbolos artísticos o lingüísticos, combinándolos, varía 
según el tiempo y el lugar. La clave que va de los dibuos abstractos a aquellos figurativos es el 
“mandala” (forma geométrica de estructura concéntrica y equilibrio global). El niño, del mandala 
pasa al Sol, luego a la figura humana y así progresivamente a los nuevos dibujos que son 
consecuencia de los garabatos precedentes. 
El mandala es una gestalt privilegiada, tanto por los niños como por los adultos. En las 
religiones orientales (o al menos en algunas(es el símbolo del cosmos; en la psicología Jungiana 
representa la unidad entre la psiquis y el inconsciente colectivo. 
Según Kellogg, el mandala es importante no sólo en cuanto forma parte de la secuencia 
evolutiva del arte infantil, sino también como vínculo entre el arte infantil y adulto. La preferencia de 
esta forma es una prueba más del sentido estético innato en los niños. 
Roger Fry es otro estudioso que privilegia la estética en la motivación artística; dice “La 
forma de una obra de arte tiene significado por sí misma; la pura contemplación de la forma 
produce en las personas una particular emoción que no depende de la asociación de aquella forma 
con ninguna cosa”, o sea que la emoción estética sería una emoción por la forma. Agrega “el placer 
 
12 Köhler en R.Kellogg. Obra citada 
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que deriva del reconocimiento del orden, la inevitabilidad de las relaciones, de la “belleza pura” 
puede traer su fuerza en el despertar de reminiscencias muy profundas, muy vagas y del todo 
indefinidas. Parece como si el arte hubiera accedido al sustrato de las emociones particulares y 
esenciales de la vida real”13 
La estética ha sido tema de estudio, con diferentes enfoques, a lo largo de la historia. 
Etimológicamente el término “estética” deriva de la sensación. En la antigüedad vemos la 
identificación de lo bello con lo bueno, especialmente explicitado en filósofos como Platón, 
Aristóteles y Plotino, quienes trataron de definir la esencia de lo bello asignando a la belleza 
valores extra-artísticos y particularmente a entidades metafísicas. 
La identificación de lo bello con lo bueno se da en la filosofía inglesa del sentimiento moral y 
se encuentra e algunas direcciones del idealismo romántico. Pero esta identificación, curiosamente, 
también se da en los niños. 
El desinterés caracteriza a la actitud estética, al igual que al juego, que es una actividad 
puramente desinteresada, la complacencia sin finalidad útil o moral. Por eso lo estético es 
independiente y no puede estar al servicio de fines ajenos a él; en su esencia es finalidad con fin 
en sí misma. 
El sentido estético es un sentido innato en el ser humano, la necesidad de un “orden” o 
“regularidad” como dice Gombrich. La historia del arte es un testimonio de esta necesidad. ¿Qué 
hay en común entre una mezquita islámica, un tapiz inca, una estatuilla de arte primitivo africano, 
un caleidoscopio, un cuadro de Van Gogh o una escultura griega? Es el sentido del orden el que, a 
pesar de las concepciones y las funciones profundamente diferentes a las que responden, nos 
hacen advertir un aire familiar en todas ellas. Es innato en el hombre (y por ende en los niños) el 
placer de ejercitar el sentido del orden al hacer o contemplar las cosas. Naturalmente nos causa 
cierta emoción percibir regularidad en el mundo de la naturaleza. Es que también él ofrece 
numerosos testimonios de regularidad y simplicidad: desde las olas del mar a la maravilla de los 
cristales de nieve, desde el orden de una flor a las alas de una mariposa, desde las conchas 
marinas al plumaje de las aves. Este mismo sentido del orden es también patrimonio de los niños. 
 
Afectividad 
 
 El dibujo espontáneo de un niño nos revela muchas cosas; además de su desarrollo físico e 
intelectual, su modo de percibir la realidad, sus preferencias estéticas, nos revela también su vida 
afectiva. Desde este encuadre vamos a tratar ahora el dibujo y el modelado infantiles. 
El psicoanálisis se ha ocupado del estudio del arte desde esta óptica. Según esta hipótesis, la 
producción plástica, al igual que los símbolos oníricos, son máscaras destinadas a disfrazar 
nuestros deseos y conflictos inconscientes. Se hace necesario antes de tocar el tema específico de 
la producción plástica, resumir muy sucintamente algunos principios de la teoría freudiana. 
 Al nacer, la estructura psíquica del niño es todo “ello”, o sea, todo instinto, y reacciona sólo 
a los principios de placer y displacer, lo cual es lo que se llama punto de vista dinámico, que 
comprende la división de la energía física en libido y agresión. Los dos principios fundamentales 
del funcionamiento psíquico establecidos por Freud son el de placer y el de realidad. 
 A partir del nacimiento comienza a formarse el “yo”. El “yo” es una fuerza organizadora que 
constituye el órgano de supervivencia necesario. A él pertenecen todas las funciones mentales 
superiores, como la capacidad de percibir y manipular la realidad, de postergar las gratificaciones y 
de conservar la unidad interna de la personalidad. O sea que el “yo” está al servicio de los instintos 
 
13 Roger Fry “The artista and psychoanalysis” 
Diferentes enfoques en el estudio del dibujo y modelado infantil Página 
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y sólo gracias a su esfuerzo se obtiene la gratificación, que no podría obtenerse a través de la pura 
y simple descarga instintiva. 
 A medida que el niño crece, se estructura el “súper yo”, que interioriza las necesidades y las 
inhibiciones sociales, y hace al comportamiento individual más previsible y protege la continuidad 
de la organización social. El “yo” no podría cumplir con sus deberes múltiples y contradictorios de 
controlar los impulsos, evitar los peligros, alejar la angustia y obtener el placer sin la ayuda de la 
represión de los instintos y de otros mecanismos más complejos. Entre ellos, el mecanismo de 
defensa de “sublimación” constituye uno de los medios más eficaces para alejar los peligros que 
amenazan al “yo” de parte de las pulsiones instintivas y de hacer uso constructivo de su energía 
potencialmente destructiva. Este es el mecanismo que actúa según esta hipótesis en la elaboración 
artística. Un aspecto esencial de la sublimación es la gran cantidad de placer genuino que la 
actividad sustitutiva ofrece. Este proceso es, en gran parte, inconsciente. 
O sea que a través de la expresión plástica, el niño puede canalizar sus pulsiones libidinales 
hacia un objeto bueno. Y si bien no puede eliminar la causa de la tensión y contribuir directamente 
a la solución del conflicto, el arte sirve como modelo de funcionamiento del “yo”. Esto quiere decir 
que se convierte en una zona franca donde es posible expresar y ensayar nuevos comportamientos 
y respuestas emotivas, hasta antes de que estas modificaciones tengan lugar a nivel de la vida 
cotidiana. 
 Desde este encuadre se desprende la idea de que cualquiera que trate de comprender los 
dibujos infantiles se encuentra obligado a “interpretarlos” como se hace con los sueños, porque la 
expresión plástica de los niños es la manifestación de su mundo interior. Pero para interpretarlos 
hacen falta las herramientas justas, que el/la profesora de Educación Inicial o Educación Especial 
no poseen. Existe el peligro de que por haber leído algunos libros de Psicología intente interpretar 
psicológicamente los dibujos de los niños, desviándose de su rol, que es otro. Está fuera de lugar y 
es sumamente riesgoso que haga interpretaciones a través de los dibujos sin poseer las 
herramientas adecuadas, además, porque por sí sola la producción plástica no es suficiente para 
determinar un diagnóstico, el psicólogo la usa como un instrumento más dentro de un análisis más 
global. 
El arte es, entonces, la comunicación entre el inconsciente y el “yo” del artista, ya que 
permite proyectar al exterior, en una obra sublimada, una imagen interna, protegido por la ilusión 
estética.14 De esta manera, el psicoanálisis toma el dibujo infantil como otra llave para descubrir los 
elementos inconscientes de la personalidad junto con el juego libre. 
También se han elaborado test de inteligencia y de personalidad o proyectivos basándose 
en el dibujo, como por ejemplo, el test de Goodenough (…) Estos test establecen algunos 
elementos de análisis del correlato gráfico -psíquico, que por supuesto no es lineal. En general, se 
hace la distinción entre los elementos formales y aquellos de contenido, lo que conduce a distinguir 
tres planos de interpretación; el gráfico, el de las estructuras formales y el de contenido. 
 
Plano gráfico 
En los trazos de un dibujo se distinguen la amplitud y la fuerza. Las líneas amplias 
generalmente implican expansión vital y extroversión; por el contrario el movimiento restringido 
inhibición, repliegue sobre sí mismo. En cuanto a la fuerza, el trazo fuerte, grueso, intenso, fuertes 
pulsiones, audacia, violencia o liberación instintiva; el flojo, pulsiones débiles, timidez o inhibición.
 Ritmo: se observa en la repetición de los mismos trazos rítmicos (rayitas, puntos, etc.); 
puede llegar a la estereotipia del dibujo,contrariamente al dibujo libre, ejecutado según el dictado 
 
14 E. Kris “Psicoanalytica explorations in art”. Internacional U. Press 
Diferentes enfoques en el estudio del dibujo y modelado infantil Página 
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de la imaginación. Otro elemento significativo es el sector que el dibujo ocupa en la página. 
Generalmente se considera que el sector inferior corresponde a los instintos de conservación; el 
superior, expansión imaginativa; la izquierda el pasado; la derecha, el porvenir; los sectores 
blancos, zonas de prohibición. El trazo de izquierda a derecha, movimiento progresivo natural; el 
ejecutado de derecha a izquierda, regresivo. 
 
Plano de las estructuras formales 
Se refiere a la interacción recíproca de los elementos y el marco inmóvil o animado en que 
actúan. 
 
Plano del contenido 
Aquí el psicólogo, con el conocimiento de la historia del niño, interpretará, según los 
personajes, el contenido del dibujo. 
El “yo” se defiende de la angustia creada por una situación exterior o interior dolorosa, 
valiéndose de diferentes mecanismos. El aspecto creador del dibujo tiende a acentuar la defensa a 
través de diversos recursos gráficos. Para el niño, el hecho de actuar como creador le permite 
tomar la situación en sus manos; toda vez que existe un conflicto, puede hacer las deformaciones 
de las situaciones existente que más lo favorezcan, como por ejemplo, negación de existencia, 
inversión de papeles, identificación, regresión, desplazamiento. En fin, frente a un dibujo, el 
psicólogo se pregunta primero a qué nivel superficial o profundo se sitúa la proyección; luego, con 
los antecedentes que ya conoce del niño, hace convergencia de indicios, utiliza el dibujo para 
corroborar o ampliar la información que ya posee. 
La importancia que asumen el dibujo y el modelado para el niño bajo esta óptica, es la 
de convertirse en zona franca donde poder adaptar la realidad a sus interés y poder 
experimentar y ensayar nuevas conductas. Esto es indispensable para su equilibrio afectivo e 
intelectual, función que comprarte con el juego simbólico. 
 
 
Bibliografía 
 
CARLÉ, Soledad (1987) “La expresión plástica y el niño” Ed. Estrada. Argentina 
 
Nota: Transcripción para ser usada como documento de estudio en la Asignatura “Educación 
Artística: Educación Visual y Plástica” de la Facultad de Ciencias Humanas. UNSL (2020)