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Reporte del texto de Cabrero Piquero, "Los etruscos"

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Taboada Ordaz Ian Israel
Cabrero Piquero, Javier y Pilar Fernández Uriel, "Los etruscos" en Historia Antigua II. pp. 44-61
Tarea 3
La poca cantidad de fuentes literarias que se han conservado hasta nuestros días, siendo estas en su totalidad escritas por autores romanos o griegos, y tomando en cuenta las precauciones pertinentes que se deben tomar cuando se aborda a un escritor de la antigüedad, son factores que han hecho que los estudios sobre los Etruscos sean ampliamente especulativos o formados con teorías que no dan la satisfacción que ciertamente se querría sobre el tema. A este predicamento los vestigios arqueológicos dan cierta luz, pero no terminan de resolver el conflicto.
Por lo tanto, el autor aborda las características que conformaron a este pueblo siempre dando aviso de lo poco o mucho que se tiene constancia para asegurar lo que dice. Empieza explicando las tres grandes teorías acerca del origen de los Etruscos: la oriental; la autóctona; y la septentrional.
La oriental, al ser la más aceptada, es en la que mayor énfasis pone. Ya que hay evidencias epigráficas que muestran similitudes entre la cultura etrusca y los pueblos que encontramos en aquella zona de lo que hoy es Turquía; así como la evidencia arqueológica que da cuenta del posible comercio entre ambas locaciones que cuando menos indicaría una fuerte afluencia; sin mencionar la práctica de la inhumación humana, costumbre fúnebre que rompía con el resto de las costumbres itálicas que consistían en la incineración de cuerpos.
Esta primera teoría tiene sus primeros defensores en el mismo Heródoto que nombra a los lidios como el pueblo responsable de emigrar a la península itálica para después adoptar el nombre de su nuevo líder, Tirseno; así como en Helánico de Lesbos, quien por su lado identifica a los emigrantes como pelasgos.
En las dos teorías restantes encontramos la autóctona, cuyo más antiguo defensor es Dionisio de Halicarnaso, que lo hace a través de refutar la de Helánico diciendo que prácticamente no compartían ninguna similitud con los pelasgos. Y en la actualidad, los argumentos de dicha teoría son de naturaleza lingüística sacando al debate la existencia de un grupo preindoeuropeo tirrénico.
La última y la menos aceptada es la septentrional; es decir, la defensa de que fueron grupos que llegaron a través de los Alpes a la península, esto gracias a ciertas afinidades culturales. Dicha teoría surge con Tito Livio, cuando menciona que hay pueblos alpinos de origen etrusco.
Sin embargo, el autor rescata y me parece importante enfatizar en el pensamiento de Máximo Pallotino, que de cierta forma es autóctono, pero al no ser tan radical, abre un debate sobre hasta qué punto las influencias culturales de otros lados ayudaron a construir la civilización etrusca.
En cuanto a las ciudades etruscas se refiere, el autor delimita su historia en 3 periodos; la formación y desarrollo: es decir, su expansión y auge gracias a su poderío naval que contaba con grandes avances técnicos; su debilitamiento gracias a su derrota frente a Siracusa y a su exposición a la piratería, que mermó su estabilidad económica y finalizó su poder en el mar; y finalmente su decadencia; que se firmó mayormente por sus numerosos enemigos atacando por distintos frentes, que finalizó con su subyugación definitiva a Roma.
La organización de las ciudades etruscas, era similar a las polis griegas; es decir, que eras entidades independientes una de otras, pero compartiendo rasgos culturales casi iguales, con la variante que de los etruscos eligieron formar una liga, con una ciudad representante y que concentraba cierto peso en las decisiones, pero aún así, no ejerció control sobre las otras.
En cuanto a lo político, podemos ver grandes similitudes con el mundo romano, tanto en su periodo de monarquía, con toda la parafernalia que los monarcas conservaron en ambas culturas; tanto con su periodo de magistraturas; donde tenemos figuras como el zilath, comparado con el pretor; el purth, con el dictador, el macstereuc, con el magister equitum.

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