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LIBRO LA MEDICINA EN ARAGON Pedro Laíri Entralgo ciña en Aragón, ateniéndonos exclusivamente a los datos que las investigaciones hasta ahora efectua das nos suministran, obliga a iniciar nuestra expo sición a partir de la Edad Media, concretamente de la baja Edad Media, por ser entonces cuando sobre la medicina aragonesa comienzan a existir para nosotros noticias fidedignas. Por otra parte, entre los siglos XII y XIII los territorios del Aragón actual fueron cayendo definitivamente en manos cristianas, a la vez que se organizaba lo que había de ser un reino más o menos autónomo dentro de la confederación de la Corona de Aragón. Dos aspectos serán principalmente objeto de nuestra atención: la existencia de instituciones en las que se forman los profesionales, se asiste a los enfer mos. se incorporan los avances de la medicina y se gestan novedades de interés a veces universal -así, como veremos, ocurre en el Hospital de Nuestra Señora de Gracia, en un doble aspecto: la labor asistencial, anatomopatológica, epidemio lógica y estadística que J. T. Porcell llevó a cabo en él, y la repetidamente citada y alabada asisten cia a los enfermos mentales, practicada de modo ejemplar desde fechas muy tempranas- y. por modo sumario, la vida y la obra de los hombres que en ellas se formaron o trabajaron. l,a Baja Edad Media. La presencia en territorio aragonés de población musulmana, judia y cristiana -esta última en un plano dominante- plantea una situación muy similar a la del resto de la Corona de Aragón. que nos interesa tener presente por conlle var la existencia de otras tantas formas de transmi sión de la enseñanza de la medicina. Junto a éste, otro factor va a pesar de forma decisiva en la evolu ción y características de la ciencia y la medicina aragonesa: su condición de territorio fronterizo do tará a la Corona de Aragón de una gran precocidad en materias científicas con respecto a la Corona de Castilla (1). Durante la primera mitad del siglo xii vivió en Zaragoza Abü Bark Muhammad bn Yahyá bn Al- Sa’iga, (ca. 463-533H/1070-1138 d. C.) el Avempace de los latinos, autor del famoso Régimen del Soli tario. que con Abú al-Hasan Sulyan al-Andalusi escribió un tratado sobre las drogas, hoy perdido: sólo en parte fue recogido por ibn Al-Baitar, y asi (I) Para un mayor esclarecimiento del problema ver BEAU- JOUAN, G.: I.a science en Expugne aux XIV e el XV Csiécles. París, 1967; MILLAS. J. M.’. La ciencia entre los sefardíes hasta su expulsión de España, en The Sefardí Heritage. ed. por BARNETT, vol. 1, Ncw York, 1971. págs. 112-185; RIBE RA. .1.; La enseñanza entre los musulmanes españoles, en Di sertaciones y Opúsculos. Madrid. 1928, vol. I. págs. 229-359; GARCIA BALLESTER, L.: Historia social de la medicina hajomedievalen España. Madrid. Ed. Akal, 1975. 179 ha podido llegar hasta nosotros el profundo cono cimiento que sobre el tema poseían sus autores (2). En el siglo Xlll se inicia la creación de las uni versidades en España, coincidiendo la incorpora ción a ellas de los estudios de medicina con el cierre de las escuelas árabes existentes, como con secuencia de la expulsión de gran parte de la pobla ción musulmana. No obstante, la influencia de es tas escuelas árabes en los nuevos estudios de medi cina es evidente; así nos lo muestra el hecho de que en algunos de estos estudios fueran árabes los pro fesores, y árabes los libros con que se enseñaba (3). Junto a esta pervivenda e incorporación de la me dicina árabe en las Facultades de Medicina que se iban creando en las distintas universidades, pode mos asegurar con certidumbre documental la existencia de centros similares en la morería de la Zaragoza de la segunda mitad del siglo XV y la per sistencia de una escuela islámica -madrasa-, que constituía un auténtico núcleo cultural de la mino ría intelectual mudéjar de Aragón. Dicho núcleo se va desintegrando a lo largo del siglo XV, llegándose incluso hasta el olvido de la lengua árabe, y a perder con ello la posibilidad de una conexión directa con su propia tradición escrita. La medicina practicada se convierte en folkmedicina, y el profesional for mado en la tradición científico-médica es sustituido por el curandero. Por su parte, la minoría judía desempeñó un importante papel dentro del contexto que estamos describiendo. Ya en el siglo XII hay que mencionar a Pedro Alfonso (Moses Sephardí), nacido en Hues ca en 1062, autor de la Disciplina Clericalis, obra literaria muy difundida en toda Europa, y médico de Enrique I, rey de Inglaterra (4). Especialmente famosa fue la alhama de Zaragoza, que cuenta en tre sus miembros figuras destacadas de la ciencia española bajomedieval. Muchos de ellos fueron médicos, por ser ésta una actividad profesional que les permitía vivir con cierta holgura, a la vez que les servia como medio para mantener su in fluencia en la corte. Su saber se mantuvo vivo, por que su conocimiento del árabe y del hebreo (idio ma al que habían sido traducidos gran parte de los escritos médicos y científicos grecoárabes) les per mitía un acceso a las fuentes de que no disponían los médicos cristianos. La formación de los futuros (2) Encyclopédie de ¡'Islam. Paris, T. III. pág. 750-752; CRUZ HERNANDEZ. M.: Visión sinóptica de la cultura islámica, en l.AIN ENTRALGO (direct.); Historia Universal de la Me dicina. 6 T. Salvat, Barcelona, 1972-1975, T. 111, pág. 41-56; MOREJON, T. 1, pág. 160; y especialmente consultar UL- t.MANN, M.: Die Medizin im Islam, Leiden/Kóln, E. J. Bril, 1970, VI. I, pág. 276. (3) JIMENEZ CATALAN, M.: Memorias para la historia de la Universidad literaria de Zaragoza. Reseña bio-bibliográfica de todos sus grados mayores en las cinco facultades, desde 1583 a 1845. Zaragoza, 1925, pág. 427. (4) GRANJEE. L. S.: Historia de la Medicina española. Barce lona. Sayma, 1962, pág. 26; Médicos novelistas v Novelistas médicos. Salamanca, 1973, pág. 7. médicos estaba en gran parte en sus manos; de aquí que la enseñanza de la medicina en los estu dios generales estuviese en cierta medida descui dada (5). Las condiciones sociales de la Península y del Reino de Aragón a partir de finales del si glo XIV y a lo largo del siglo XV, hicieron que esta minoría se exiliase o se convirtiese, con el grave problema social de los judíos conversos como secuela. Tras el alejamiento de Montpellier de las fron teras de la Corona de. Aragón, se crean Facultades de Medicina en Lérida (1300), Huesca (1354), Per- pignan (1379) y Barcelona (1401). En la Zaragoza del siglo XV van a actuar una serie de tensiones, todavía no satisfactoriamente estudiadas, entre las que sobresalen ‘Tos obstáculos y dificultades pues tos por Huesca” (6), que hacen que haya que es perar hasta el último tercio del siglo XV! para que tenga lugar la fundación de la Facultad de Medi cina en su Universidad. Pese a que la Universidad de Huesca fuera creada en 1354 por Pedro IV, la débil estructura económica con que se la dotó hizo que llevase una vida lánguida, y que prácticamente no existiese hasta que Juan II la revitalizó en 1461. Pero apenas cinco lustros más tarde, los propios profesores y alumnos están acordes en manifestar que la vida académica es más retórica que efec tiva. Esta casi total ausencia de estudios universita rios de medicina en Aragón hasta fechas muy tar días, hace que los profesionales que asisten a la población aragonesa, o bien se formen fuera (una minoría), o bien adquieran sus conocimientos en las escuelas judías o árabes, revalidando sus cono cimientos ante los examinadores, tal como se había establecido en 1283 en las Cortes de Monzón y en 1359 en las de Cervera (7). Existía en Zaragoza la Cofradía de San Cosme, San Damián y San Valentín, “clamada de los bar beros o cirugianos de la Ciutat de Çaragoça”, fun dada “a efecto piadoso hoc encare que la dita co- fraria a tenido a devoción e tiene el spital de los enfermos de la dita Ciutat, clamadode Santa Ma ria de Gracia” (8). El hospital de Nuestra Señora de Gracia había sido fundado en 1425 a iniciativa de algunos vecinos, apoyados por los jurados de la capital, siendo uno de sus más decididos protecto res el rey de Aragón Alfonso V (9), y en él eran (5) JIMENEZ CATALAN. M. y SINUES URBIOLA, J.; Historia de la Real v Pontificia Universidad de Zaragoza. 2 vol. Zaragoza. 1922-24,' T. II, págs. 315-340; GRANJEL. L. S.: Historia de la med..., págs. 24-25; véase también GARCIA BALLESTER, L.: Op. cit. (6) PESET, M. y J. L.: La Universidad española ¡siglos XVIII- XIX). Madrid, Taurus, 1974, págs. 70-71. (7) JIMENEZ CATALAN, M.: op. cit., págs. 427 y ss. (X) JIMENEZ CATALAN, M. y SINUES URBIOLA, J.: op. cit., pág. 345. (9) HERNANDEZ MOREJON. A.: Historia bibliográfica de la medicina española. New York, Johnson Reprint, 1967, T. 1., pág. 245. 180 admitidos todo tipo de enfermos, incluso ios pesti lentes y los enfermos mentales. Es ésta una de las primeras instituciones médicas en que se recoge y asiste a los enfermos mentales, aventajada en anti güedad por el Hospital de Santa Cruz de Barce lona (1404). y por el "hospital dels folls e innoscents" de Valencia (1409), este último exclusivamente de dicado a tales pacientes (10). El papel de la Cofradía de San Cosme y San Damián y del Hospital de la Virgen de Gracia va a ser clave en la historia de la medicina aragonesa. (10) ESPINOSA IBORRA. J.: /.« asistencia psiquiátrica en la España del siglo Xl\. Valencia. 1966. págs. 31-32. sobre todo a partir de la concesión por Fernando el Católico (1488) del privilegio de efectuar disec ciones anatómicas -el nuevo método de acerca miento a la realidad del cuerpo humano que co menzaba a generalizarse por toda Europa-, gracias al cual va a desarrollarse en este Centro la anato mía normal y patológica moderna. A la vez, se encarga a esta Cofradía del examen de todos los médicos, cirujanos y boticarios de la ciudad, y pos teriormente de todo el territorio de Aragón (11); función que desempeñó hasta que. erigida por (11) HERNANDEZ MOREJON: op. cit..T. I. pág. 252. 181 Carlos V en Universidad la escuela de medicina que creara el obispo Pedro Cerbuna, surgió la ne cesidad de llegar a una concordia entre ambas instituciones. Asi, desde 1584 la Universidad se encargaba de la enseñanza y de conceder los gra dos de Bachiller, Licenciado y Doctoren Medicina, cuidándose el Colegio Imperial de Medicina y Ci rugía de San Cosme y San Damián del ejercicio de la profesión (12). Siglos XVI y XVII. La instauración de la Facul tad de Medicina en el último cuarto del siglo XVI y su débil existencia durante los primeros años de su vida, hicieron que en esa centuria el panorama médico aragonés girase en torno del Hospital de Nuestra Señora de Gracia, que mantendrá hasta el siglo xvin especial atención por los temas morfo lógicos. En los años que preceden a la fundación de la Universidad trabajó en dicho hospital y fue profe sor de su Estudio General, Juan Tomás Porcell, y en él llevó a cabo su obra más importante: Infor mación y curación de la peste de Zaragoza y preser vación de la peste en general, publicada en Zaragoza en 1565 (13). Juan Tomás Porcell había nacido en 1528 en Cagliari, capital de la provincia aragonesa de Cer- deña. Cursó medicina en Salamanca, donde fue discípulo de Lorenzo de Alderete, por los mismos años que allí enseñaba la nueva anatomía vesalia- na Cosme de Medina (a partir de 1551), que la aprendió en Valencia de su maestro Luis Collado, discípulo directo de Vesalio en Padua. Se unen en él su participación en el movimiento vesaliano español -cuyo desarrollo en la primera mitad del siglo ha sido recientemente estudiado por López Piñero- y la tradición morfológica del propio Hos pital de Gracia, donde trabajaba. Al concluir sus estudios de medicina, él mismo nos dice que "(escogió) el mejor y más hermoso lugar en donde hubiese de hacer (su) asiento y morada, la famosa y leal ciudad de Zaragoza”, donde debió de morir en una fecha anterior a 1583. El motivo de su obra fue la peste que azotó a la ciudad de Zaragoza en 1564 y las circunstancias extremas en que se hizo cargo de los apestados que se hacinaban en las salas del hospital. El re sultado de su trabajo, expuesto en su Información dedicada a Felipe II, constituye una de las cumbres de la epidemiología renacentista, con la introduc ción de hábitos clínicos modernos, indicadores de una nueva actitud ante la enfermedad, y la utili zación de datos anatomopatológicos como funda- (12) JIMENEZ CATALAN, M. y SINUES URBIOLA, J.: op. cit., págs. 350 y ss. (13) MOREJON. A.: op. cit., T. 111, pág. 110; Es fundamen tal el trabajo de LOPEZ PINERO, J. M? y TERRADA FE- RRANDIS, M.a L.: "La obra de Juan Tomás Porcell (1565) y los orígenes de la anatomía patológica moderna”. Medicina e Historia. XXXIV. junio 1967. mentó de su propia experiencia clínica. Porcell no sólo asistió a estos enfermos, sino que realizó un sistemático estudio anatomopatológico de los apes tados fallecidos, adquiriendo con ello un mejor co nocimiento de esta enfermedad epidémica, así como una base que le permitió modificar la orientación terapéutica tradicional, oponiéndose a las sangrías, a las purgas y a la precoz e indiscriminada apertura de los abscesos. Otro rasgo de su modernidad es el continuo recurso que hace de los datos estadís ticos para fundamentar sus opiniones. Por su parte, la Facultad de Medicina comenzó a funcionar en 1583, caracterizándose por su aire renovador -el propio de las Facultades de Medici na creadas durante este período- y por un mani fiesto rechazo del galenismo arabizado. Al mismo tiempo incorpora la tradición morfológica que tan celosamente había sabido guardar el Hospital de Nuestra Señora de Gracia, y cuya máxima expre sión hemos centrado en la obra de Porcell. En sus estatutos fundacionales son bien patentes ambas notas: "que los cathedraticos de medicina hayan de leer (sic) de los libros del Arte de Medicina y Ipo- crates y Galeno, repartiendo entre sí los dichos libros y lecturas que dentro de cuatro años que es el curso entero de medicina, lean los libros que tratan de la materia y doctrina medicinal más prác tica y necesaria y hagan alguna anatomía de algún cuerpo humano o parte dél, procurándose por par te de la Universidad de haber cuerpos humanos de algunos ajusticiados con licencia del virrey o del hospital de los regidores, y faltándolo, muestren en las figuras y estampas que dello hay...” (14). No obstante, habrá que esperar hasta los años centrales del siglo xvn para que esta Facultad alcance un nivel considerable en el panorama ge neral de la medicina española. Fueron sus primeros catedráticos Juan Valero Tabar, Gerónimo Gimé nez y Juan Sanz. No podemos finalizar nuestro rápido examen de la medicina aragonesa de esta centuria sin hacer mención de dos de los muchos médicos que en Aragón nacieron o vivieron. El primero, Miguel Servet, vio la luz en Villa- nueva de Sigena -Huesca- en 1511. Consta que entre los 14 y 15 años se encontraba en Barcelona, donde conoció al humanista franciscano Juan de Quintana, y que a los 17 fue enviado por su padre (que era notario) a Tolosa de Francia a estudiar leyes; allí entró en contacto con la literatura reli giosa reformadora. Servet, pues, está vinculado a Aragón por su nacimiento, pero ni la vida ni la obra de este médico humanista se desarrollaron en (14) Tal como se establece en todas las facultades de medici na de la época y que claramente se manifiesta en el Estatuto del 26 de octubre de 1561 en que se dictan normas sobre la enseñanza en Salamanca, ver al respecto: GRANJEL, L. S.: Discurso de apertura, en 4cra.r del II.“ Congreso Español de Historia de la Medicina. Salamanca, 1965, vol. 1, págs. 27-28. 182 su patria. Junto a los períodos que pasó en Francia, donde se naturalizó en 1548, su vida transcurre en tre numerosos viajes por Europa,al principio for- mativos y de toma de contacto con distintos gru pos, principalmente los teólogos de la Reforma, y al final huyendo de las continuas acusaciones de heterodoxo que recibía por parte de sus contem poráneos, católicos o protestantes, y especialmente de Calvino, cuya enemistad, como es bien sabido, le llevó a la muerte en la hoguera. Tres fueron sus principales obras: De Trinitatis Erroribus libri octubre de 1553; con lo cual el nombre de Servet ha pasado a la historia en un doble aspecto; como redescubridor de la circulación menor de la sangre, hecho anatomofisiológico ya consignado en el si glo XIII por el árabe Ibn al-Nafis, y totalmente olvidado durante tres siglos, y también como már tir de la libertad religiosa (15). Merece asimismo mención la valiosa aportación a la literatura pediátrica por parte de Gerónimo Soriano, que nació y ejerció la medicina en Teruel. Su experiencia como clínico le sirvió de base para septem (1531), libro en el cual se ocupa del dogma de la Trinidad y que le valió la enemiga de católicos y protestantes, que le persiguen como hereje. Su única obra médica la publica en 1537, cuando toda vía no había iniciado sus estudios médicos, bajo el título de Syruporum universa ratio; en ella se ma nifiesta claramente su condición de humanista galénico opuesto al galenismo arabizado. La terce ra de dichas obras es su Christianismi Restitutio. cuyo manuscrito envió en 1546 a Calvino, quien escribió: si Servet entra en Ginebra, "no toleraré... que salga vivo". No sólo le valió dicho envío esta amenaza, sino también que fuese cumplida el 27 de escribir, entre otros libros, su Modo y orden de curar las enfermedades de los niños, editado en Zaragoza en 1600 (16). Esta obra nos introduce resucítamen os) De la extensa bibliografía existente sobre Servet reco mendamos BARON FERNANDEZ, J.: Miguel Servet: su vida v su obra. Madrid, Espasa Calpe. 1970; BAITON. R. II.: Ser vet. el hereje perseguid». Madrid, Taurus. 1973: ALBARRA CÍN TEUÍ.ON, A.: Renacimiento: Fisiología, en I.AIN EN TRA 1 GO. B. (direct.): Historia Universal de la Medicina. 6 vol.. Barcelona, Salvat. 1972-1975, T. IV, págs. 78-80. (16) MOREJON: op. cit.. T. III, pág. 421; GRAN.IEL. L. S.: Historia de la med.... pág. 56; PESF.T, .1. L. y GRACIA, D.: Renacimiento: Obstetricia, ginecología y pediatría, en LA1N (direct.): Historia Universal de la Medicina. T. IV, pág. 174. 183 te en el siglo XVII, cuya característica principal en el viejo reino de Aragón, sobre todo durante su segunda mitad, será la existencia de un ambiente general favorable a la renovación -equiparable a la que en el campo económico-mercantil representa Juan Pablo Dormer-, y que proporcionará a su Universidad y a sus hospitales medios favorables para que Zaragoza pueda distinguirse, junto con Barcelona y Valencia, por mantener un nivel de cierta dignidad en el pobre panorama general de la medicina española (17). El Hospital de Nuestra Señora de Gracia, que hasta entonces había sido el eje de la medicina aragonesa, mantuvo una actitud firmemente reno vadora; así lo demuestran las “ordinaciones” dic tadas en 1655 por el obispo de Lérida (18) y la mo dificación de esas "ordinaciones” en 1681, por el obispo de Albarracín, fray Pedro Tris, por man dato de Carlos II. Enormemente significativa será la forma en que se dividió el personal asisten- cial, ordenado en médicos principales, encargados de las salas y servicios, médicos internos, que debían permanecer continuamente en el hospital, vigilando el estado de los enfermos y los trata mientos administrados, cirujanos maestros y ayu dantes, así como un boticario responsable de la farmacia y del jardín botánico. Igualmente consta que había secciones de cirugía, obstetricia, enfer medades venéreas, "enfermos tinosos" y de “locos y locas”. Ya hemos comentado la importancia de esta temprana y racional asistencia a ios enfermos mentales, motivo suficiente para que este hospital ocupe un lugar destacado en la historia de la asis tencia en general y de la psiquiátrica en particular. Pero mayor relieve le confiere el hecho de que, desde su creación, y las nuevas “ordinaciones" lo mantienen, se señale su condición de enfermos, y la necesidad de ser asistidos médicamente. Aparece asimismo en estos reglamentos una explícita refe rencia a la práctica de ciertas tarcas por parte de tales enfermos: “Dentro de la casa darán trabajo a los locos en todos los ministerios y servicios que pudieran hacer conforme a su disposición, y a las locas en hilar, coser, hacer roscadas, y otros exer- cicios...” (19). Esta misma actitud de renovación se aprecia en el hospital que los franciscanos poseían en su con vento de Zaragoza, ligada al nombre de quien fue su enfermero mayor Juan de Bercebal (+1707), co tí 7) LOPEZ PINERO, J. M.’: Introducción de la ciencia mo derna en España. Barcelona, Ariel. 1969, págs. 76-89, estudia la existencia de un grupo abierto a las novedades de la cien cia moderna en la Zaragoza de la segunda mitad del siglo xvii. (18) ESPINOSA IBORRA, J.: "La asistencia al enfermo mental en España durante la Ilustración y el reinado de Fer nando Vir. Cuadernos Hist. Med. Esp., V. pág. 191. (19) ZUBIRI VIDAL, F.: "Ordinaciones del Hospital Real y General de Nuestra Señora de Gracia de Zaragoza". Zara goza. 24. 95-124, (1966): López Pinero. J. M.a: op. cit.. púa. 77 y ss. nocedor de las doctrinas iatroquímicas, como bien puso de manifiesto la publicación post-mortem de su Recetario medicinal espagírico, en el que ofrece información de interés acerca de la asistencia mé dica de la Zaragoza de la época (20). En el hospital de Capuchinos efectuó José Stiche (21) una labor similar a la que Porcell llevara a cabo en la centuria anterior, dejando testimonio escrito de la peste que afectó a Zaragoza en 1652. De 1669 data la funda ción del Hospicio provincial (hospicio e inclusa), que completará el cuadro de los centros asisten- ciales. La Facultad de Medicina, de cuyo nacimiento en el último tercio del siglo XVI ya hicimos men ción, va a desempeñar durante la presente centuria un papel primordial, gracias a la abierta actitud frente a la medicina moderna por parte de algunos de sus catedráticos, que en ciertas ocasiones llega ron a oponerse con clara resolución al galenismo imperante en la medicina española. En los años centrales del siglo XVII será Matías de Llera su pro fesor más distinguido; con la permanente fidelidad a la medicina tradicional, bien manifiesta en sus comentarios a los textos galénicos titulados Manus medica dextera quinque digitos continens (1666), jún tase en él una destacada minucia como observador clínico (22). La práctica de las disecciones anatómicas, ini ciada en el siglo XV, se mantuvo, llegando a efec tuar Juan Bautista Juanini en el anfiteatro anató mico del hospital, autopsias demostrativas de la circulación de la sangre, doctrina introducida en la enseñanza por Francisco San Juan y Campos, que ocupó la cátedra de anatomía en 1686. La favorable disposición de la Facultad ante el progreso de la medicina moderna tuvo su máximo representante en el sucesor de Llera en la cátedra de Prima de Medicina (1677), José Lucas Casalete (23), que rompió abiertamente con los esquemas tradicio nales, tanto en el orden teórico corno en el práctico, denunciando el abuso de las sangrías por parte de los galenistas y proponiendo un nuevo método cu rativo de las fiebres. Sus propuestas fueron califi cadas como falsas y nefastas para la salud por los claustros de distintas Facultades médicas. Discí pulos suyos fueron Nicolás Francisco San Juan y Domingo (24), galenista moderado, iniciador en (20) PORTELA. E.: "La obra química de Juan de Bercebal (+1707) en. Acias del Congreso de Historia de la Medicina. Sa lamanca, 1965, Vol. I, págs. 431-438. (21) GRANJEE. L. S.: "Las epidemias de peste en España durante el siglo xvn". Cuad. Hist. Med. Esp.. 3, pág. 32-33.HERNANDEZ MOREJON; op. cit., V, 341-345. (22) ZUBIRI VIDAL, F.: "La medicina aragonesa en el si glo xvn”. Clin. Lab.. 65. 203-215, (1958); MOREJON: op. cit., T. VI. pág. 37-40; LOPEZ PINERO, J. M.’: op. cit., pág. 81. (23) MOREJON: op. cit.. T. VI, págs. 246-247; LOPEZ PI NERO, J. M.a: op. cit., pág. 83. (24) MOREJON: op. cit.. T. VI, págs. 241-245; LOPEZ PI NERO. J. M.a: op. cit. pág. 85. 184 autor de Cirugía racional, obra dedicada casi por completo al tratamiento de las heridas de la cabe za, en la que recomendaba la vía seca y unitiva so bre la húmeda de los antiguos, según las enseñan zas de Hidalgo de Agüero, Pedro López de León, etc. (30). La segunda gran institución médica, la Facul tad, permanece a lo largo de estos años libre de acontecimientos relevantes que alteren su marcha y funcionamiento, si bien durante el siglo XV] 11 el claustro une sus protestas al resto de la Univer sidad, quejándose de que se les paga tarde y mal. Esta Facultad, que desde su fundación estuvo prin cipalmente mantenida por los fondos legados por su fundador Cerbuna (31). empieza a reflejar la situación económica general, a la que igualmente fue sensible el Hospital de Gracia, que según Gimeno Riera (32), comenzó a padecer penuria económica a partir de 1750. La obra de los médicos ilustrados aragoneses enriquece principalmente dos campos de la medi cina: la epidemiología y las ya citadas “topografías médicas". Cultivador destacado de la literatura loimológica fue José Amar y Argucdas, catedrá tico de Anatomía y Aforismos en Zaragoza, autor de Instrucción curativa de las viruelas, 1774, decidi damente opuesto a la práctica de la inoculación, introducida durante aquellos años (33). También el segundo tema tiene destacados cultivadores, de dicándose la mayoría al estudio de los centros hi drológicos aragoneses, bien sea en monografías o en estudios generales, como los de Antonio Ased y Latorre, inspector de epidemias del Reino de Ara gón por nombramiento real, o los de Manuel Lay y Anzano. Luis Laborda. Antonio Campillo y Marzo, etc. (34). Junto a todos ellos hay que recor dar el tratado de medicina publicado en Zaragoza en 1776 por Gaspar Romeo, examinador del Real Protomedicato de Aragón (35). No podemos finalizar este comentario sin citar a otros dos médicos aragoneses, aunque, como ve remos a continuación, ninguno de ellos se formó o trabajó en su tierra: Virrey y Mange y Andrés Piquer. Pascual Virrey y Mange. natural de Pedrosas, cursó sus estudios de medicina en la Universidad de Valencia, donde desempeñé) la cátedra de Lec ción extraordinaria; murió en 1746 dejando escrita una gran obra dividida en cuatro partes: Tirocinio Practico Medico-Chimico-Galenico, Palma Febril. (30) MOREJON: op. cit.. T. VI. pág. 449: GRANJEE. L. S.: op. cit.. pág. 112. (31) PESET. M. y J. L.: op. cit.. págs. 359-360. (32) ESPINOS,3 IBORRA, J.: arte. cit.. pág. 205. (33) MOREJON: op. cit.. T. Vil, pág. 345;"gRANJEL. L. S.: op. cit.. pág. 115. (34) MOREJON: op. cit.. T. Vil, págs. 389. 306, 44. 79: MA LAGA GUERRERO, S.: “La hidrología española del si glo XVlll". Cuati. Hist. Metí. Esp„ VIII. 169-221, (1969). (35) MOREJON: op. cit., T. Vil. pág. 352; GRANJEE: op. cit.. pág. 110. Manual de Cirugía Práctica r Promptuario Aphoris- lico. en la que intenta ofrecer un panorama com pleto del saber médico, de acuerdo con las doctri nas iatroquímicas de que era partidario (36). Andrés Piquer y Arrufat, máxima figura de la medicina española del período, nació en Fórnoles el 6 de noviembre de 1711. pero al igual que había acaecido con Servet, abandonará su tierra muy joven, a los 16 años, para establecerse en Valencia, primero en calidad de estudiante y más tarde como profesor, ocupando la cátedra de Anatomía desde 1742 hasta 1751, fecha ésta en que se trasladó a Madrid, al ser nombrado medico de la Real Cá mara (37). Su compleja formación, la pluralidad de sus inquietudes intelectuales y la diversidad de sus escritos, hacen que recuerde -como ha señalado S. Granjel- a nuestros médicos humanistas del Renacimiento. De acuerdo con Vicente Peset (38), los tres rasgos que mejor le caracterizan son: el rápido ascenso de su prestigio profesional, el cam bio de matiz de su eclecticismo -de la iatromecá- nica a un neohipocratismo, con el que trató de con ciliar el pensamiento médico tradicional y la medi cina de la época-, y el carácter enciclopédico de su producción literaria, consecuencia de su honda vo cación educadora, que podemos agrupar en: a) Obra médica: Medicina vetus et nova (Valen cia, 1735); Tratado de las calenturas (Valencia, 1751); Institutiones medicae (Madrid, 1762); Praxis médica (Madrid 1764-66). b) Obra no estrictamente médica: Física moder na racional y experimental (Valencia, 1745); Lógica moderna (Valencia, 1747); Filosofía moral (Madrid, 1755); Discurso sobre la aplicación de la filosofía a los asuntos de la religión (Madrid, 1757). c) Traducciones: Las obras de Hipócrates más selectas, con el texto griego r latino puesto en caste llano (Madrid, t. 1, 1757; t. II, 1761; t. III, 1770). Siglo XIX, Los acontecimientos políticos que tienen lugar en la España de la primera mitad del siglo XIX y la gran depresión económica que les acompaña van a repercutir directamente en las ins tituciones asistenciales y docentes que nos ocupan. Durante estos años, los centros asistenciales se en cuentran en situación lamentable, debido en gran parte a la carencia de medios económicos. Anali zando este proceso en el Hospital de Zaragoza, todo parece agravarse, habida cuenta de su comple ta destrucción consecuencia del asedio de la ciudad (36) MOREJON: op. cit., T. Vil, pág. 81; GRANJEL: op. cit., págs. 109. 112. (37) MOREJON: op. cit.. T. Vil. pág. 135; GRANJEL: op. cit.. págs. 96. 101, 107, 111: PESET LLORCA. V.: “Andrés Piquer y la psiquiatria de la Ilustración''. Clin. Lab.,LXIII. 153-160. (1957): PESET LLORCA. V.: Gregori Mavans i la cultura tic la Ilustrado. Barcelona-Valencia, 1975. págs. 229- 392. Se recomienda también la breve reseña que ALBARRA CÍN TEULON hace sobre Piquer en la Enciclopedia de la Cul tura,T. IV. 791-792. (38) PESET LLORCA, V.: arte, cit., págs. 153-154. 186 por las tropas francesas. Los enfermos fueron en tonces recogidos en el Hospital de Convalecientes, que si en principio no reunía las condiciones míni mas requeridas para su asistencia, posteriormente (1829), y siguiendo la tradición del viejo Hospital, lleva a cabo la construcción de un departamento especial dedicado a estos enfermos (39). Sin embar go, los informes acerca de su funcionamiento y con diciones son de carácter desfavorable, llegando en 1864 a decirse que los pacientes en él alojados eran "peor tratados que ios mayores criminales" (40). En realidad, con el Hospital de Gracia muere gran centralismo -dicen los hermanos Peset- pesó siempre agobiadoramente sobre las universidades de provincias; así. la Universidad de Zaragoza se quejaba en 1860 del privilegio con que era tratada la Central y del olvido de las restantes” (41). Por su parte, la Facultad de Medicina sufrió dos clau suras, y se vio sometida a diferentes planes de estu dios. El primer cierre va a tener lugar en 1807, mo tivado por el plan del ministro Caballero (42), si bien en 1813 los claustros se reestableccn siguiendo el plan vigente en las universidades desde 1771 (seis años de carrera más los estudios de cirugía). MEMORIA INSTRUCTIVA DE LOS MEDIOS DE PRECAVER LAS MALAS resultas de un Temporal excesivamente húmedo , co mo el que se ha observado desde principios de Setiembre de 1783 , hasta ultimos de Abril de 1784. Leld« e» Junta general de la Real Sociedad Akaconua de Ami- gos dkl Paíi el día 7, de Mayo. POR DON ANTONIO DE ASED, Y LArORRE, Dr. en Medicina, del Colegio de San Cosme y San Damian de ¡a Ciudad de Zaragoza , è Individuo de la Real Sociedad Económica Aragonesa. CON LICENCIA: En Zaragoza: En la Imprenta de Blas Miedes.parte de su tradición, y va a ser años después cuan do se intenta reanudarla con la creación del Hospi tal de Nuestra Señora del Pilar, que incorpora las novedades asistenciales y terapéuticas que durante el siglo XIX se están produciendo en Europa. La vida de la Universidad, y no es excepción la de Zaragoza, va a estar sujeta a los numerosos decretos que durante esos años son dictados. "El (39) ESPINOSA IBORRA: arte, cit., en Citad. Hist. Med. Esp.. pág. 110. (40) RUBIO. P. M.“: "Exposición sobre el establecimiento de un hospital modelo de dementes". Crac. Med., 2, 506-508, (1846); ESPINOSA IBORRA: arte, cit., pág. 212. En 1843 vuelve a desaparecer, quedando como úni cas Facultades para el estudio de la Medicina, la de Cirugía y la de Farmacia de Madrid y Barcelo na, estableciéndose cinco colegios en Sevilla, Va lencia, Zaragoza, Valladolid y Santiago, para ense ñar lo que se denominaría “práctica del arte de curar", desaparecidos dos años después (43). La definitiva reapertura de la Facultad de Medicina (41) PESET. M. y .1. I..: op. cit.. pág. 438. (42) JIMENEZ CATALAN. M.: op. cit. pág. 430 y ss. (43) PESET. M. y J. L.: op. cit., pág. 655. 187 de Zaragoza -Escuela desde 1869- se establece por Real Decreto del 29 de septiembre de 1876 (44). Un sólo nombre bastaría para llenar el panora ma médico de esta segunda mitad del s.glo: el de Santiago Ramón y Cajal, nacido el 1 de mayo de 1852 en Petilia de Aragón (Navarra). Su niñez trans currió en el Alto Aragón, pasando sucesivamente de Petilia a Larrés, Luna, Valpalmas y Aycrbe, si guiendo las vicisitudes profesionales de su padre el médico don Justo Ramón. En 1861 comienza su bachillerato en Jaca, que prosigue en Huesca desde 1864. Dos son durante este tiempo sus aficiones, posteriormente mantenidas a lo largo de toda su vida: la pintura y la literatura. Realizó sus estudios médicos en Zaragoza, de 1869 a 1873, en la Escuela de Medicina Aragonesa. Su llegada a esta ciudad la recuerda posteriormente con un sentimiento de “...alegría de verme en una ciudad nueva, populosa y ennoblecida por grandes recuerdos históricos” (45). Allí, junto a su padre -profesor interino de disección-, surgirá su inclinación al estudio de la anatomia y a la práctica de las disecciones anató micas, que le valdrán, al finalizar el segundo curso de carrera, una plaza de ayudante de disección y el Premio de Anatomia Topográfica. “Imperaba entonces en las escuelas médicas el vitalismo de Barthez, inspirado en el hipocratis- mo...” Pero Ramón y Cajal supo estar ai tanto de las novedades biológicas de su época; entre ellas recordará luego “había (yo) leído la citada Pato logía Celular de Virchow y algunos otros libros anatomo-patológicos” (46), que supo unir a las en señanzas de los que durante aquellos años fueron sus maestros: Daina, G. Casas, P. Cerrada, Comin, M. Fornés, Córrale, E. Fornés, Ferrer, Valero..., nombres que años después seguían en su memoria y de los que nos dirá “Todos sembraron algo útil en mi espíritu y a todos estoy cordialmente agradeci do.” ¡Lástima que la ausencia de laboratorios y el insuficiente material clínico esterilizasen en par te sus desvelos! (47). Afirmación en la que vuelve a insistir con motivo de la deficiente situación de la Universidad zaragozana de estos años, y que será motivo suficiente para que Cajal no elija Zaragoza como lugar de trabajo futuro (48), pese a que, según él mismo confiesa, “Zaragoza es algo mío, muy íntimo, que llevo embebido en mi corazón y en mi espíritu, y palpita en mi carácter y en mis actos” (49). (44) Colección Legislativa. Vol. 177, pág. 488; ALBARRA CÍN TEUI.ON, A.: La titulación médica en España durante el siglo XIX. Cuad. Hist. Med. Esp., XII. 15-80, (1973); RA MON Y CAJAL, S.: Recuerdos de mi vida, Madrid, 3.“ ed 1923, pág. 153. (45) RAMON Y CAJAL. S.: op. cit.. pág. 103. (46) RAMON Y CAJAL, S.: op. cit., pág. 110. (47) RAMON Y CAJAL, S.: op. cit., pág. 112. (48) RAMON Y CAJAL, S.: op. cit., pág. 195. (49) RAMON Y CAJAL, S.: op. cit., pág. 323. Tras licenciarse en medicina oposita a Sanidad Militar, se incorpora como médico segundo al Regi miento de Burgos en la provincia de Lérida, y en abril de 1874 recibe orden de trasladarse al ejército expedicionario de Cuba como Primer Ayudante Mé dico; tras su malograda estancia en la isla-enfermo la mayor parte de su permanencia en ella- regresa a Zaragoza en 1875, y aquí vuelve a dedicarse a los estudios de Anatomia, comenzando su preparación para oposiciones de cátedra, empeño que le obliga a doctorarse en Madrid, donde Maestre de San Juan y sus discípulos le muestran unas bellas prepara ciones anatómicas; asi se inició su dedicación a la histología. En 1883 obtiene la Cátedra de Anato mía de Valencia, tras haber opositado en dos oca siones sin éxito y haber sido nombrado Director de Museos Anatómicos de la Facultad de Medicina de Zaragoza, instalándose en la ciudad del Turia en enero de 1884, después de haber contraído ma trimonio. En 1887 pasa a Barcelona, a la cátedra de Histología normal y Patológica, y en 1892 obtiene por unanimidad la plaza de Madrid, donde residirá hasta su muerte el 17 de octubre de 1934. Sumariamente expuesta, su vida como histó logo puede dividirse en dos grandes etapas cuyo punto de inflexión se corresponde con el aprendi zaje del método de la impregnación cromoargénti- ca ideada por Golgi, tras lo que sus investigacio nes van a centrarse en el estudio del sistema ner vioso. que le ocupará desde 1888 hasta el fin de su vida. En esta “etapa neurona?’ cabe también dife renciar tres periodds de acuerdo con la distinta técnica en cada uno empleada, y por el objeto y el propósito de la investigación. El primero de ellos, desde 1888 hasta 1903, se caracteriza por el uso de una modificación personal del método de Golgi -proceder de la doble impregnación-, para estu diar la morfología normal del sistema nervioso, dejando conclusa la doctrina morfológica de la neurona. El segundo (1903-1913) se centra en el estudio de la estructura intima del protoplasma nervioso, mediante el proceder del nitrato de plata reducido, iniciándose a la vez en la práctica del experimento fisiológico. El tercer período discurre desde el hallazgo de los métodos del nitrato de urano (1912) y del sublimado-oro (1913), que hasta su muerte le permitieron estudios detallados del aparato de Golgi y de la estructura y conexiones de la glía. Su trabajo de investigación continuada y su vocación de maestro creó en torno a él una verda dera escuela integrada entreoíros por Pedro Ramón y Cajal, Domingo Sánchez, Jorge Francisco Tello, Pió del Río-Hotega, Nicolás Achúcarro, Gonzalo R. Lafora, José María Villaverde, Fernando de Castro, Rafael Lorente de No, Julián Sanz Ibáñez... De ellos fueron aragoneses su hermano Pedro, Tello, Lorente de No y Sanz Ibáñez. 188 Históricamente, la obra de Cajal representa la primera y, al parecer, la definitiva ruptura con la hipótesis galénica de la continuidad morlblógico- funciona) en la masa de la sustancia nerviosa, al afirmar la continuidad como forma de conexión entre las células nerviosas. Y desde el punto de vista de la teoría, cuyos cuatro hitos cardinales estarían señalados por los nombres de Sclileidcn. Schwann, Virchow y Cajal. La obra escrita de este último está constituida por dos apartados: científico y literario. Al primero pertenecen el Manual de Histología normal y técnica micrológica (1884-1889). el Manual de Anatomía Pa tológica general (1890-91), los Elementos de Histo logía normal y de técnica micrográfica (1897) y la Textura del sistema nervioso del hombre y los ver tebrados (1897-1904). Junto a ellos, y también en orden cronológico. La fotografía de los colores. Fundamentos científicos y reglas prácticas (1912), Degeneración y regeneración del sistema nervioso (1912-1914), su capítulo sobre "la doctrina de la neurona" en el Handbuch der .Neurologie de Bumke y l'oerster,las Reglas y consejos sobre la investiga ción biológica y el Manual técnico de Anatomía Pato lógica (1918). amén de cientos de artículos apare cidos en la prensa española y europea. Su obra lite raria la componen Cuentos de Vacaciones (1905). Recuerdos de mi vida (1901-1917), Charlas de café (1923) y £7 mundo visto a los ochenta años (1934) (50). Pedro Ramón y Cajal, hermano y compañero de Santiago, nace en Larrcs (Huesca) en 1854, y desde muy temprano muestra clara inclinación ha cia el estudio y la medicina, si bien durante un pe ríodo de ocho o diez, años lo abandona, para vivir en Uruguay una experiencia azarosa y novelesca. De regreso a España, finaliza sus estudios y cola bora con su hermano en algunos trabajos sobre la estructura del sistema nervioso en distintos anima les (reptiles, aves, peces, batracios), centrándose posteriormente en el conocimiento y práctica de la ginecología, para llegar a ser catedrático en la Fa cultad de Medicina de Zaragoza, donde muere en 1950. Su nombre se recuerda también por ser fun dador de la Real Academia de Ciencias de esta ciudad (51). (50) l)e la extensa bibliografía sobre Cajal y sil obra reco mendamos: I.AIN ENTRALGO. 1’.: Grandes médicos. Barce lona. Salvat. 1961: LAIN ENTRALGO, l< y ALBARRACÍN rtiULON. A.: b'uestro Cajal. Madrid. 1967; TE1.I.O. I'.: Cajal i1 su labor histológica. Madrid. 1935: IGUAL UBEDA, A.: l'ida de Ramón r Cajal. Barcelona. 1935: I.OREN. S.: Cajal: Historia de im hombre. Barcelona. 1954; DURAN MU ÑOZ. G. y ALONSO BURON. F.: Ramón y Cajal. Vida y obra. Inst. Lentando el Católico, Zaragoza, 1960. (51) ALVAREZ SIERRA. J.: Historia de la Cirugía española. Madrid, 1961, pág. 513. 189 Durante los primeros decenios de nuestro siglo, rigieron la medicina aragonesa Ricardo Lozano y Royo Villanova. Ricardo Royo Villanova (1868- 1943) fue catedrático de Patología médica, gran internista y brillante profesor. A su obra didáctica, cristalizada en un manual escolar varias veces edi tado. únese la que como patricio de su ciudad llevó a cabo: fue fundador y presidente de la Academia Médico-Quirúrgica Aragonesa, Rector de la Uni versidad, eficaz promotor de la lucha antitubercu losa y personalidad, en suma, de gran relieve local y nacional. Ladislao Ricardo Lozano García (1872- 1935), catedrático de Patología quirúrgica y gran cirujano, fue uno de ios introductores del método aséptico y autor de varias obras importantes, tales como su Patología quirúrgica, Las fracturas articu lares, La cirugía intratorácica, etc. (52). A su lado deben ser recordados en esta concisa enumeración -entre otros- el internista Aznar Molina, el oftal mólogo Palomar, el psiquiatra Gimeno Riera y el ginecólogo Horno Alcorta. Tras ellos, la historia de la medicina aragonesa se convierte ya en puro presente. (52) ALVAREZ SIERRA. .1.: op. cit., pág. 370. BIBLIOGRAFIA (1) ALBARRACÍN TEULON, A.: Renacimiento: Fisiología, en LAIN ENTRAI.GO (direct.): Historia Universal de la Me dicina. 6 vols. Barcelona. Salvat. 1972-1975. T. IV. págs. 78-80. (2) ALBARRACÍN TEULON. A.: ”l.a titulación médica en España durante el siglo XIX". Citad, Hist. Med. Esp.. XH. 15- 80.(1973). (3) ALBARRACÍN TEULON. A.: Ramón y Cajal. en Enci clopedia de la Cultura Española. Madrid. 1963, T. V, 21-23 y G.E.R. vol. XIX. págs. 656-57. (4) ALBARRACÍN TEULON. A.: Andrés Piquer, en Enci clopedia de la Cultura Española. Madrid, 1963. T. IV, 791-792. (5) ALVAREZ SIERRA, J.: Historia de la cirugía española. Madrid. 1961. (6) BAINTON, R. 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