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Diagnóstico del prematuro Es necesario atender diferentes aspectos diagnósticos: 1. diagnóstico clínico de prematuridad, que se fundamenta en el peso, la edad gestacional y los síntomas descritos; se utilizan tablas de desarrollo (Ballard, etc), así como varios rasgos clínicos para evaluar la edad gestacional; 2. diagnóstico del grado de prematuridad en función de su edad gestacional y su peso; 3. diagnóstico etiológico, mediante la anamnesis familiar e historia obstétrica; 4. diagnóstico de las posibles complicaciones, buscando con especial interés: membrana hialina, sufrimiento cerebral, hiperbilirrubinemia, tendencia hemorrágica (intracraneal, pulmonar), e infección, cuya presencia modificará tanto el pronóstico inmediato como el lejano y el tratamiento; 5. diagnóstico diferencial, que se planteará ante todo con los enanismos en la edad neonatal, en especial los llamados intrauterinos y esenciales, los RN de bajo peso y el RN a término “límite” con edad gestacional de 37-38 semanas y peso al nacer de 2.500 a 3.000 g. Éstos llegan a comprender el 16% de los RN vivos y, aunque se definen como niños a término, presentan algunos desórdenes funcionales: mal control de la temperatura corporal, dificultad de succión, pérdida de peso prolongada, hiperbilirrubinemia y distrés respiratorio (la enfermedad de la membrana hialina aparece en un 8% de los niños con 37-38 semanas de gestación, si nacen por cesárea, y en menos de un 1%, en partos por vía vaginal). Pronóstico Es difícil sentar el pronóstico de un prematuro. No es prudente establecerlo hasta el cuarto día de vida o más tardíamente en los prematuros extremos. La mortalidad sigue siendo elevada en los pacientes de menor edad gestacional, aunque también depende de los recursos y la experiencia de los equipos asistenciales. Como referencia, según los datos del registro SEN1500 de prematuros españoles menores de 1.500 g, la mortalidad en el 2006 fue del 49% para los prematuros de 25 semanas, del 37% para 26 semanas, del 19% para 27 semanas, del 13% para 28 semanas y del 6%, posteriormente. El pronóstico próximo o vital se establece teniendo en cuenta los siguientes puntos: 1. Etiología. Los prematuros obstétricos puros, sin factores patológicos sobreañadidos, son en general de mejor pronóstico. 2. Complicaciones. Siempre lo agravan, en especial los trastornos respiratorios y neurológicos. 3. Posibilidades terapéuticas. Los medios asistenciales apropiados y los avances científicos y tecnológicos mejoran su supervivencia con el paso de los años. 4. Peso. La supervivencia en los prematuros de menos de 500 g es muy baja. Los ocasionales casos que sobreviven, usualmente son retrasos de crecimiento intrauterinos. En cuanto al pronóstico a largo plazo o funcional, desde el punto de vista somático, un prematuro con más de 2.000 g se recupera dentro del primer año; si tiene un peso superior a 1.500 g e inferior a 2.000 g puede tardar dos o tres años; los prematuros de 1.000 g a veces no se recuperan hasta los 5 años, si bien se considera en general que la época de catch-up es hasta los tres años. Sin embargo, gracias a los continuos progresos en el tratamiento, al mismo tiempo que disminuye la mortalidad, se consigue una más rápida normalización del niño prematuro en su desarrollo corporal, valorado en relación con el peso, la talla y la morfología general. Un deficiente tratamiento motiva una talla corta (hasta un 25% en los menores de 1.500 g), así como deformidades óseas de tipo raquítico. Los prematuros extremos tienen riesgo de presentar secuelas a largo plazo, por lo que deben ser controlados según un protocolo de seguimiento de alto riesgo para detectarlas y tratarlas en lo posible. En nuestro medio presentan secuelas mayores (moderadas y graves) el 30% de los menores de 25 semanas, el 20% de los de 25 semanas, el 14% de los de 26 semanas, el 9% de los de 27 semanas, el 6% de los de 28 semanas, el 4% de los de 29 semanas y el 2% de los de 30 semanas. El porcentaje de secuelas puede aumentar al mejorar la supervivencia de los prematuros más extremos. Los ex-prematuros tienen también un mayor riesgo de rehospitalización sobre todo por problemas respiratorios y de malos tratos. Prevención de la prematuridad Aparte de los importantes aspectos sociales, es labor primordial del obstetra. El pediatra debe conocer y defender que el mejor entorno para el feto es el útero materno. Ocasionalmente estará indicada la finalización del embarazo; en ese momento es importante valorar los pros y los contras para la madre y el feto, y la comunicación y toma de decisiones de forma multidisciplinar contribuirá a adoptar la mejor solución para ambos. En general es posible esperar hasta que el feto muestre indicios de madurez pulmonar, que se puede valorar mediante amniocentesis (FLM, relación L/E, niveles de fosfatidilglicerol). La amenaza de parto puede ser combatida con reposo y relajantes uterinos. Las indicaciones de inducción del parto por ruptura precoz de membranas dependen del relativo riesgo de infección en comparación con el riesgo de la prematuridad. Sólo si hay signos de corioamnionitis franca con fiebre materna o líquido amniótico maloliente estará indicado el parto prematuro antes de las 35 semanas. La detención del parto prematuro permite también el tratamiento de la gestante con corticoides prenatales (betametasona), los cuales maduran, no sólo el pulmón fetal, sino también todo su organismo (cerebro, etc). Los pediatras pueden prevenir futuros partos prematuros promoviendo un buen estado nutricional y educando sobre todo a las adolescentes para que eviten el tabaquismo y otras drogas, el embarazo y las relaciones sexuales desprotegidas y mejoren en autoestima y comunicación social. Tratamiento Debe comenzar en el momento del parto, seguir durante su traslado y continuar, siempre que sea posible, en un centro especializado. Asistencia durante el parto Siempre que se espere el nacimiento de un niño prematuro deberá estar presente en la sala de partos un equipo especializado (pediatra, enfermera, comadrona, anestesiólogo) entrenado en reanimación neonatal. La sala deberá estar equipada con el material necesario para la reanimación (cuna térmica, fuente de oxígeno y aire ambiente, material para la asistencia respiratoria, para la canalización umbilical y para la administración de fármacos). Respecto a la viabilidad del neonato, para una edad gestacional < 24 semanas es ético no iniciar medidas de reanimación, Se evitará siempre el “trauma químico” por dosis elevadas de vitamina K, occitócicos, analgésicos, anestesia general y cualquier fármaco con algún peligro para el RN. Se disminuirá al máximo posible el “trauma físico” del parto (cesárea electiva en las presentaciones podálicas o de nalgas, evitar partos instrumentados) y se recibirá al niño con suavidad, envuelto en una bolsa de polietileno si es un prematuro de extremado bajo peso, o en toalla seca, caliente y estéril, para disminuir el “trauma térmico”. Aunque no es fácil de compaginar con la necesidad de reanimación, la ligadura tardía (30-60 segundos de vida) del cordón umbilical parece ser beneficiosa como se ha comentado anteriormente, y debería ser valorada. Se aspirarán las secreciones bucofaríngeas si motivan obstrucción de la vía aérea, y se dará soporte respiratorio si es preciso, teniendo en cuenta que es prioritaria la ventilación y que la administración excesiva de oxígeno es perjudicial. La valoración de la puntuación de Apgar tiene una utilidad limitada para determinar el grado de depresión en un prematuro y no debe esperarse al minuto para iniciar las medidas de reanimación. Finalmente, el niño será introducido en una incubadora caliente para su traslado. No se olvidará la administración de 1 mg de vitamina K 1 y la profilaxis ocular, en sala de partos o, al ingreso, en la unidad neonatal.Traslado al centro de prematuros Una vez superadas las dificultades del parto, la asistencia del niño prematuro, dada su complejidad, difícilmente se podrá realizar adecuadamente en el domicilio, ni siquiera en una clínica, hospital o maternidad rurales. El ideal es que anexo a cada maternidad importante exista un centro especializado para la asistencia de prematuros. En su defecto se enviarán estos niños al centro más próximo, con todas las precauciones antes señaladas (asepsia, calor, soporte respiratorio). Se adjuntará siempre una hoja de traslado completa y una muestra de 10 mL de sangre materna coagulada. Sin embargo, debe recordarse que el mejor medio de transporte del prematuro es el útero materno, y por ello debería trasladarse la gestante al hospital de referencia cuando se reconociera que el parto prematuro está próximo. Alimentación Requiere una serie de características específicas dependiendo, no sólo de las necesidades, sino de las peculiaridades digestivas y anatómicas relacionadas lógicamente con el grado de prematuridad. Los prematuros más extremos se benefician de una fase inicial de nutrición trófica entre 3-5 días. Posteriormente se puede realizar lactancia materna, que se beneficiará de una suplementación adecuada con preparados comerciales (fortificantes) que contienen proteínas, hidratos de carbono, calcio, fósforo, sodio, magnesio y algunas vitaminas. La lactancia artificial se realiza como alternativa cuando la madre no puede o no quiere lactar a su hijo. En los menores de 1.800 g se preferirá una fórmula específica para prematuros. Cuando el prematuro se alimenta por sonda gástrica, la orogástrica es preferible sobre la nasogástrica y se mantendrá hasta un peso aproximado de 1.800 gramos y una edad corregida igual o superior a 32 semanas; mientras se utilice, es conveniente estimular la succión mediante tetina o chupete durante la toma (succión no nutritiva) y comprobar si hay residuos gástricos antes de las tomas. Control de la termorregulación y medidas generales Dada la tendencia a la hipotermia del prematuro y también la facilidad para la hipertermia, es importante colocar a estos niños en las condiciones ambientales adecuadas con cuna térmica o incubadora, cuya temperatura será variable entre 31 y 36 °C, según el grado de prematuridad, y además se colocará al prematuro en un “nido” para su contención, para asegurar su confort. Tras la exploración y comprobar su estabilidad, puede estar cubierto o tapado, mientras esté bien monitorizado. La temperatura ideal parece ser una temperatura neutra en relación con el peso. En la actualidad son útiles las incubadoras con servocontrol de temperatura por medio de un electrodo cutáneo, regulado alrededor de 36,5 °C y en los RN de muy bajo peso las incubadoras de doble pared que alcanzan un mejor aislamiento térmico. Para el manejo correcto de la incubadora, debe tenerse en cuenta la conveniencia de mantener una atmósfera húmeda proporcional al grado de inmadurez. Asimismo, es de gran importancia su limpieza muy cuidadosa, que debe efectuarse de forma periódica con solución antiséptica y siempre que haya un nuevo ingreso. Además de mantener caliente al niño y posibilitar la oxigenoterapia ambiental, la incubadora permite aislarlo de los demás niños (profilaxis de infecciones) y visualizarlo completamente desnudo (observación precoz de distrés, cianosis, convulsiones). Los prematuros, en especial los más extremos y en las primeras horas de vida, deben ser manejados con mucho cuidado y molestados lo menos posible. Aparte de pesar, colocar una perfusión endovenosa y monitores de frecuencia cardiaca, respiratoria y temperatura cutánea, los restantes procedimientos (cultivos, radiología) pueden ser pospuestos varias horas hasta la estabilización de la temperatura y respiración. Las gasometrías y análisis pueden obtenerse en la primera hora de vida, tras la colocación de un catéter umbilical. La posición ideal es en ligero anti-Trendelenburg y decúbito prono en prematuros con distrés respiratorio o alimentación por sonda gástrica. Al superar estas condiciones y una vez alcanzados los 1.800 gramos, se acostumbrará a la posición de decúbito supino, que será la recomendada al alta. Son vulnerables a la sobrecarga sensorial, por lo que deberán recibir un número limitado de estímulos adecuados, los cuales serán secuenciales. Ello significa que durante la alimentación puede ser mejor no hablarle, mirarle o acunarle, dejando estos estímulos para otros momentos. Tratarán de evitarse ruidos intensos superiores a 45 dB (para el prematuro puede serlo el simple hecho de cerrar las ventanas de la incubadora sin delicadeza), manipulaciones bruscas o exceso de luz en la habitación. De noche es recomendable disminuir la luz de la misma. Cuando el niño demuestra intranquilidad tras alguno de estos estímulos indeseables, puede ser de utilidad el calmarlos con un balanceo suave o tomándolos en brazos para mecerlos de forma circular, en especial por parte de los padres. A ser posible, la mayoría de manipulaciones (vestirlo, desnudarlo, etc) se agruparán a la misma hora, respetando el sueño del niño. Conviene que las realice la misma persona y se facilitará, tan pronto como sea posible, que la madre colabore en el cuidado de su hijo para desarrollar imprescindibles estímulos y lazos afectivos. Una forma óptima de hacerlo es mediante el método canguro. Los cambios posturales se realizarán coincidiendo con la toma de constantes, cuando el prematuro no se mueva espontáneamente o se le mantenga fijada la posición (férulas, sondas) por algún motivo. En estos casos, si es preciso, se valorará la colocación de un colchón de agua para reducir las deformaciones posturales de la cabeza, así como la realización de masajes para evitar escaras. Conviene efectuar un baño rápido diario en agua tibia o la limpieza por partes en la misma incubadora. Cuando el prematuro se encuentre estable y monitorizado puede vestirse en la incubadora, abriendo los manguitos. Con ello se encontrará más abrigado y perderá menos calor con las manipulaciones. Los objetos que se encuentren en el interior de la incubadora serán los mínimos imprescindibles (se contaminan con la flora autóctona y vehiculan gérmenes) y serán sustituidos con regularidad (chupetes, juguetes, bolsas de sujeción, ropa de ajuar, ropita del niño). Evitar el chupete durante los primeros 15 días de vida y, sobre todo, en caso de niños que toman lactancia materna. Posteriormente, si el niño está más calmado con él, se permitirá su utilización. Prevención de las infecciones Los prematuros tienen una gran susceptibilidad frente a las infecciones por los motivos ya citados, generalizándose rápidamente, sin dar signos clínicos evidentes. A menudo vienen señaladas en su comienzo sólo por desmejoramiento del estado general, hipo- hipertermia, aparición de apneas y pérdida de peso. Para el diagnóstico precoz de la sepsis en el prematuro se seguirán las mismas normas señaladas en los capítulos de infecciones neonatales pero, ante la mínima sospecha de infección, se practicarán cultivos y se administrarán antibióticos. La asociación más recomendada es ampicilina + gentamicina cuando la infección es perinatal; cefotaxima o ceftazidima + amikacina ante la sospecha de infección nosocomial, y vancomicina + amikacina cuando hay antecedentes de catéteres endovenosos. De todas formas los antibióticos empíricos a utilizar pueden variar según la flora más frecuentemente aislada en la unidad neonatal. Es útil el control sérico de niveles de antibióticos, sobre todo en caso de utilizar la gentamicina por su posible afectación ótica. En general se debe evitar la profilaxis de infecciones con administración sistemática de antibióticos, limitándolos a los casos en que la infección sea muy probable o ya declarada. Tampoco se debe actuar en este sentidocon la administración sistemática de gammaglobulina endovenosa. Un aspecto importante en la lucha antiinfecciosa es rodear al prematuro de un ambiente aséptico; para ello, la medida más eficaz es la higiene adecuada de manos y antebrazos antes y después de manejar cada niño y al dejar su entorno. Los otros pilares de la prevención de la infección nosocomial son la correcta manipulación de las vías centrales, el diagnóstico conciso de infección y el uso apropiado de antibióticos. Control de los trastornos respiratorios y cardiacos La anoxia inicial y las posibles neumopatías se combatirán según el esquema señalado en los capítulos correspondientes. La tendencia a presentar alteraciones respiratorias requiere la vigilancia periódica de los parámetros gasométricos durante los primeros días de vida. Pueden efectuarse gasometrías obteniendo muestras por punción del talón tras arterializar la sangre capilar (calentamiento del talón durante 5 minutos con agua o gel a 42-43 °C). El oxígeno se administrará solamente si las gasometrías o el pulsioxímetro lo indican (PaO2 < 40 mmHg, saturación de O2 < 85-88%); en caso contrario, es suficiente aplicar aire ambiente. Las modernas incubadoras están bien preparadas para estos cambios. Se aplicará en atmósfera húmeda (humedad del 60% en los prematuros de mayor peso, elevándola a medida que el peso disminuye, hasta 90- 100%) y se vigilará la saturación de O2 para evitar la hiperoxia (aumenta el riesgo de retinopatía del prematuro, displasia broncopulmonar). La monitorización se hace mediante pulsioximetría y, si es necesario un control más ajustado, también mediante sensores transcutáneos de PaO2. Los prematuros más pequeños requieren con frecuencia algún tipo de soporte respiratorio (CPAP, ventilación no invasiva, ventilación mecánica). Es conveniente no retrasar su aplicación cuando está indicada, por el fácil agotamiento respiratorio de estos pacientes. Crisis de apnea primaria Suelen ser apneas centrales, y deben ser tratadas con estimulación cutánea difusa, lo que es suficiente en el 80-90% de los episodios apneicos. Todo prematuro que haya presentado una crisis apneica o que pese menos de 1.800 g debe ser monitorizado. Si con la estimulación no se inicia la respiración, se utilizará, previa aspiración de mucosidades, la ventilación con bolsa y mascarilla. La concentración de oxígeno será igual a la respirada por el niño con anterioridad, debiéndose vigilar en las apneas prolongadas la presencia de acidosis para su correcto tratamiento. Si estas crisis son importantes (duración superior a 20 segundos, bradicardia inferior a 100 latidos por minuto, cianosis, acidosis) y repiten dos o más veces al día, estarán indicadas otras medidas: mantener la hemoglobina alrededor de 12 g/dL, administrando si es preciso transfusiones de sangre; ambiente térmico en el límite inferior del rango de temperatura neutra; uso de camas oscilantes; y dar cafeína citrato endovenosa a una dosis inicial de 20 mg/kg y, posteriormente, a 5 mg/kg cada 24 horas, conservando unos niveles séricos de 10-20 μg/mL. En cuanto al soporte ventilatorio para las apneas, puede establecerse una CPAP nasal (5-7 cm H2O de presión), y añadirse ventilaciones de rescate (nIPPV), idealmente sincronizadas (sIPPV nasal); se ajustará la FiO2 a la mínima necesaria para mantener la PaO2 en valores normales (por pulsioximetría, el rango de referencia es una saturación de 85-93%). Persistencia del ductus arterioso Anatómicamente puede tardar semanas en cerrarse, pero lo importante es su cierre funcional y conseguir evitar una repercusión hemodinámica. El tratamiento conservador consiste en la restricción de líquidos, el uso de diuréticos y el soporte ventilatorio para mantener el reclutamiento alveolar y disminuir la derivación izquierda-derecha a nivel ductal, además de tratar otras alteraciones que pueden estar presentes como la acidosis y la anemia (mantener la hemoglobina por encima de 12 g/dL). Si el ductus es hemodinámicamente significativo, se utiliza una tanda de indometacina (inhibidor de la prostaglandina E) por vía parenteral (existen diferentes pautas de dosis e intervalos). Un fármaco alternativo es el ibuprofeno por vía endovenosa, de efectos similares pero con menos repercusión a nivel renal, aunque no se conoce su repercusión a largo plazo. Están contraindicados si existen hemorragias activas, alteración renal o hiperbilirrubinemia. Si no hay respuesta tras 2 tandas de tratamiento y no se puede retirar el soporte respiratorio, se recomienda la ligadura quirúrgica. Otros tratamientos Hipocalcemia Es una situación metabólica prácticamente presente en todos los prematuros. Se administrarán un mínimo de 40 mg/kg/día de calcio elemental endovenoso durante los primeros días, lógicamente adecuándolo a los controles de calcemia. Posteriormente, para prevenir la osteopenia del prematuro, aparte de dar vitamina D 3 (400-800 U/día), se indicarán fórmulas adaptadas para el prematuro (que ya contienen altas cantidades de calcio y fósforo) o la leche materna convenientemente fortificada. La administración excesiva de calcio favorece la aparición de lactobezoar, esteatorrea y nefrocalcinosis. Anemia Las transfusiones de sangre son útiles en su tratamiento pero, al deprimir la respuesta hematopoyética, solamente deben ser empleadas siguiendo un protocolo transfusional restrictivo. En general son necesarias cuando la Hb es inferior a 6-7 g/dL con unos reticulocitos por debajo de 100.000/mm³, cuando hay signos clínicos de anemia aún sin patología subyacente, o Hb inferior a 12 g/dL si coinciden crisis apneicas, ductus arterioso persistente, sepsis o displasia broncopulmonar. Es preciso utilizar concentrado de hematíes (10-15 mL/kg), a ser posible procedente de una sola donación guardada en tres o cuatro bolsas pequeñas, que serán útiles para sendas transfusiones en un mismo prematuro antes de su caducidad. La administración de eritropoyetina humana recombinante asociada a hierro disminuye el número de transfusiones pero no reduce la exposición a un donante y quizás puede aumentar el riesgo de retinopatía del prematuro. Para rellenar los depósitos y prevenir la anemia ferropénica, a partir de las 6 semanas de vida es conveniente la administración de 2-4 mg/kg/día de hierro por vía oral, de preferencia asociado con ácido fólico. Hiperbilirrubinemia Su tratamiento principal es la fototerapia, acompañada de una buena hidratación. Dependiendo de la intensidad y la evolución, puede valorarse la inducción enzimática con fenobarbital y seroalbúmina. Como guía para el escalonamiento terapéutico se utilizan unas gráficas específicas que tienen en cuenta la edad gestacional, los días de vida y la patología subyacente o causante de la hiperbilirrubinemia. Aspectos a controlar en el prematuro en recuperación Desarrollo somatométrico La pesada debe ser diaria, en la misma báscula, teniendo en cuenta la tara o con el niño desnudo y, a ser posible, realizada por la misma persona. Algunas incubadoras tienen báscula incorporada. El estacionamiento ponderal (3 días sin ganar peso o ganancia inferior a 100 g semanales) en un prematuro estabilizado y sano obligará a descartar un déficit de aporte calórico, temperatura de la incubadora inferior a la neutra, anemia del prematuro y acidosis metabólica tardía. La recuperación del peso puede compararse con curvas de crecimiento intrauterino o bien con curvas neonatales, considerando siempre la edad corregida en vez de la cronológica. El perímetro craneal debe ser medido semanalmente, excepto en aquellos prematuros con antecedente de hemorragia intracraneal en los que, por el mayor riesgo de presentación de una hidrocefalia, la medición se realizará cada 2-3 días. Si existe hidrocefalia activa, el perímetro craneal debe medirse diariamente. La longitud del prematuro se controlará semanalmente.La medida de la somatometría semanal permite hacer una valoración global de la curva de crecimiento y establecer una estrategia nutricional más adecuada. Ecografía cerebral Se indicará en todos los prematuros de 32 semanas o menos, peso de nacimiento inferior a 1.500 gramos o retraso de crecimiento intrauterino importante. También en los que hayan presentado alguna patología grave o bien una ecografía cerebral alterada en las primeras exploraciones. Es importante descartar la leucomalacia periventricular pasadas las 2-3 primeras semanas. Cribado de la retinopatía del prematuro (fondo de ojo) Se practicará a los RN de peso < 1.500 g o edad gestacional < 31 semanas y a los que presentan factores de riesgo, como hemorragia intraventricular, sepsis, oxigenoterapia prolongada, síndromes polimalformativos, sospecha de infección intrauterina, reflejo de fondo de ojo anormal, anomalías de los párpados o del iris y patologías con probables alteraciones asociadas del fondo de ojo. La exploración por el oftalmólogo se iniciará entre las 4-6 semanas de vida, con controles posteriores cada 1, 2 ó 4 semanas, según los hallazgos. Cribado auditivo Mediante potenciales evocados auditivos del tronco cerebral, se solicitará a todos los neonatos con peso de nacimiento < 1.500 g. Alta del prematuro y cuidados posteriores Alta Se dará cuando el prematuro se alimente correctamente cada 3 horas, gane el peso adecuado y no presente apneas. Generalmente supone una edad gestacional de 35-36 semanas y un peso corporal de 2.000-2.100 g pero dependerá de la edad gestacional al nacimiento y de la patología durante el ingreso. También es posible el alta precoz del prematuro hacia los 1.800-1.900 g, siempre que vaya acompañada de una estrecha vigilancia domiciliaria (médica y de enfermería) y la situación familiar lo permita. En estos casos se constata un mejor aumento de peso y una relación padres-hijo más estrecha. Normas de conducta Deben ser facilitadas a los padres, sobre todo para prevenir la sobreprotección, así como para informar sobre la conveniencia de valorar al niño según su “edad corregida” (al menos durante los primeros 18-24 meses de vida) y alertar de la posible patología, en especial las frecuentes hernias inguinales e infecciones respiratorias en los que han sido ventilados o presentan una displasia broncopulmonar. Existe también un mayor riesgo de muerte súbita por apnea, pudiendo estar indicada la monitorización domiciliaria durante el sueño (en especial de la frecuencia cardiaca), en los seis primeros meses o hasta un mínimo de 3 meses sin apneas ni bradicardias, si algún hermano ha fallecido de muerte súbita o el niño presenta una displasia broncopulmonar o antecedentes de intubación prolongada o apneas recurrentes rebeldes al tratamiento. Dormirá en decúbito supino. Alimentación La leche se administrará como lactancia materna o una fórmula adaptada normal, no superando la cantidad de 200 mL/kg/día o 130-150 mL/kg/día cuando se padezca una displasia broncopulmonar. Si coexiste un síndrome de intestino corto (por una enterocolitis necrotizante previa) podrá ser necesario indicar una leche sin lactosa e incluso una dieta elemental. Cuando al alta el peso sea inferior al percentil 10 para la edad corregida será mejor indicar una fórmula para prematuros, como mínimo hasta que doble el peso de alta. La alimentación complementaria se introducirá según tolerancia y orientándose por la edad corregida. Suplementos farmacológicos Se mantendrá la vitaminoterapia D a 400-800 UI/día, como mínimo durante los 3-4 primeros meses de crecimiento rápido, la A a 2.000 UI/día si existe displasia broncopulmonar y la ferroterapia a 2-4 mg/kg/día, bajo control clínico y de la hemoglobina, sobre todo cuando ésta no alcance los valores normales al alta. Aumentan las necesidades de vitamina D, la administración de anticomiciales, el raquitismo del prematuro (hasta 10.000 UI/día), las infecciones crónicas, la hepatopatía colestásica (mejor administrar 1 μg/día de calcidiol) y la insuficiencia renal (es preferible indicar 0,5-1 μg/día de calcitriol). Seguimiento neuropsicológico y somatométrico En los prematuros extremos y siempre que haya existido una patología grave sobreañadida, se practicará un programa de seguimiento, el cual permite detectar prontamente alteraciones habitualmente transitorias que pueden beneficiarse de programas de estimulación precoz y rehabilitación. También es útil como “control de calidad” del hospital de referencia. Al año de edad corregida ya es posible conocer si existen secuelas neurológicas mayores (sobre todo una diplejía espástica) y a los 2-3 años suele haber finalizado el fenómeno de recuperación del crecimiento. Esta recuperación del crecimiento depende de la inexistencia de retraso de crecimiento intrauterino, de una correcta nutrición en las primeras 4-6 semanas de vida, de una estimulación ambiental satisfactoria y del control adecuado de las afecciones frenadoras del desarrollo (sobre todo displasia broncopulmonar, síndrome de intestino corto y anemia). Durante el seguimiento se vigilará especialmente la posible aparición de alteraciones visuales, como estrabismo, defectos de refracción (sobre todo, miopía) y retinopatía del prematuro (controles después del alta hasta la finalización de la vascularización retiniana, en especial si ha habido alteraciones durante el ingreso). También se descartarán alteraciones auditivas, como hipoacusia de conducción en los que estuvieron intubados durante largo tiempo e hipoacusia neurosensorial global o sólo a frecuencias altas en los que padecieron anoxia grave, hemorragia intraventricular, hiperbilirrubinemia y tratamiento con fármacos ototóxicos (aminoglucósidos, furosemida). La audición se valorará con potenciales evocados auditivos. Prevención de infecciones respiratorias Se indicará a la familia que conviene lavarse las manos frecuentemente, cualquiera que toque al niño; usar pañuelos de un solo uso y tirarlos una vez usados; limpiar los juguetes del niño; preparar si es posible habitaciones separadas para el niño y sus hermanos; evitar las guarderías y fiestas infantiles; evitar que se le acerquen personas resfriadas; evitar ambientes con humo lo mismo que espacios llenos de gente durante la temporada invernal; administrar anticuerpos monoclonales antivirus respiratorio sincitial (palivizumab) en prematuros con enfermedad pulmonar crónica, edad gestacional de 32 semanas o menos, o de entre 32 y 35 semanas con factores de riesgo importantes sobreañadidos, durante el periodo epidémico del VRS (habitualmente aquí entre el 1 de octubre y el 31 de marzo), indicando la primera dosis 3-5 días antes del alta, a 15 mg/kg IM, y repetir mensualmente hasta un máximo de 5 dosis. En caso de enfermedad pulmonar crónica, además de las vacunas sistemáticas, son convenientes la vacunación antineumocócica y antigripal (administrar también a los adultos que contacten con el exprematuro menor de 6 meses). Vacunaciones para los prematuros Durante su ingreso se vacunará de la hepatitis B a los neonatos cuyas madres sean HBsAg positivas, al nacimiento o en los 7 primeros días; además se les administrará una dosis de 0,5 mL de IgHB antes de las 12 horas de vida, independientemente del peso y la edad gestacional. También se vacunará de la hepatitis B (sin IgHB) a los hijos de madre VIH positiva. El calendario vacunal siguiente es el habitual, incluyendo la vacuna antipoliomielítica tipo Salk, la vacuna antitosferina acelular, la antimeningocócica y la vacuna frente al Haemophilus b. Se administrará según la edad cronológica. Las vacunaciones en el prematuro no provocan reacciones adversas especiales, si bien pueden aumentar las apneas. Los títulos vacunales alcanzados son más bajos pero suficientes, si bien algunos autores recomiendan dar una dosis adicional dela vacuna de la hepatitis B. La vacunación contra la gripe está contraindicada en menores de 6 meses pero, a partir de esta edad, se recomienda en niños con enfermedades respiratorias crónicas, cardiacas, displasia broncopulmonar, defectos inmunitarios, enfermedades renales y metabólicas. Diagnóstico del prematuro Pronóstico Prevención de la prematuridad Tratamiento Asistencia durante el parto Traslado al centro de prematuros Alimentación Control de la termorregulación y medidas generales Prevención de las infecciones Control de los trastornos respiratorios y cardiacos Crisis de apnea primaria Persistencia del ductus arterioso Otros tratamientos Hipocalcemia Anemia Hiperbilirrubinemia Aspectos a controlar en el prematuro en recuperación Desarrollo somatométrico Ecografía cerebral Cribado de la retinopatía del prematuro (fondo de ojo) Cribado auditivo Alta del prematuro y cuidados posteriores Alta Normas de conducta Alimentación Suplementos farmacológicos Seguimiento neuropsicológico y somatométrico Prevención de infecciones respiratorias Vacunaciones para los prematuros
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