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SKINNER B F - Conducta social

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1 
 
 
 
B.F. Skinner 
 
CIENCIA 
Y 
CONDUCTA 
HUMANA 
(Una psicología científica) 
 
Barcelona 1971 
 
 
 
 
 
269 
 
XIX. Conducta Social 
 
 
 
 
 
La conducta social puede definirse como la que mantiene dos o más 
personas cuando interactúan o las que mantiene un grupo de personas en sus 
relaciones con un medio ambiente común. A menudo se dice que esta 
conducta es distinta de la individual y que existen <<situaciones sociales>> y 
<<fuerzas sociales que no pueden ser descritas en el lenguaje de una ciencia 
natural. Debido a este corte aparente en la continuidad de la naturaleza, se 
cree necesario la existencia de una disciplina especial llamada <<ciencia 
social>>. Existen, desde luego, muchos hechos relacionados con gobiernos, 
guerras, migraciones, situaciones económicas, hechos culturales, etc.- que 
nunca hubiesen llegado a ser objetos de estudio por sí mismos si las personas 
no se hubiesen reunido o actuando en grupo, pero no está todavía demostrado 
que los datos básicos sean fundamentalmente distintos. Personalmente, nos 
interesan los métodos de las ciencias naturales de la misma forma en que se 
utilizan en física, química y biología, y, tal como hasta ahora los hemos 
utilizado en el estudio de la conducta. ¿Hasta qué punto pueden sernos útiles 
para el estudio de la conducta de los grupos? 
Muchas generalizaciones a nivel de grupo no se refieren necesariamente 
a la conducta. En economía existe una vieja ley llamada Ley de Gresham que 
afirma que la moneda mala expulsa a la buena de la circulación. Si podemos 
ponernos de acuerdo acerca de lo que es el dinero, sea bueno o malo, y de 
cuándo se halla en circulación, podemos expresar este principio general sin 
referirnos de un modo específico al uso del dinero por los individuos. 
Encontramos generalizaciones similares en sociología, antropología cultural, 
lingüística e historia. Pero una <<ley social>> debe ser generada por la 
conducta de los individuos. Siempre es un individuo quien actúa, y lo hace con 
el mismo cuerpo y siguiendo los mismos procesos que en una situación no 
social. Si un individuo que tiene dos monedas, una buena y otra mala, tiende a 
ganar y a quedarse con la buena- tendencia que puede explicarse en términos 
de contingencias reforzantes- y si esto es verdad para un gran número de 
personas, se produce el fenómeno descrito por la Ley de Gresham. La 
conducta individual explica el fenómeno del grupo. Muchos economistas 
sienten la necesidad de una explicación de este tipo para toda la ley 
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económica, aunque hay otros que aceptarían el nivel de descripción más 
elevado como válido por derecho propio. 
 En este momento nos interesa simplemente plantearnos hasta 
qué punto un análisis de la conducta individual que ha recibido validación 
sustancial de acuerdo con las reglas de una ciencia natural, pueda contribuir a 
la comprensión de los fenómenos sociales. Aplicar nuestro análisis a los 
fenómenos de grupo constituye un modo excelente de probar su adecuación, y 
si podemos explicar la conducta de la gente en grupo sin utilizar ningún término 
nuevo o sin presuponer ningún proceso o principio distintos, habremos 
descubierto en los datos una alentadora simplicidad. Esto no significa que las 
ciencias sociales deban, por ello, establecer inevitablemente sus 
generalizaciones en términos de conducta individual, puesto que otro nivel de 
descripción también puede ser válido y quizás incluso más conveniente. 
EL MEDIO AMBIENTE SOCIAL 
La conducta surge porque un organismo es importante para otro como 
parte de su medio ambiente. Por tanto, el primer paso consistirá en un análisis 
del medio ambiente social y de cualquiera de sus posibles rasgos distintivos. 
Refuerzo social 
Muchos refuerzos requieren la presencia de otras personas. En algunos 
de ellos, como ocurre en ciertas formas de conducta social y en el boxeo, la 
otra persona participa meramente como objeto. No podemos describir el 
refuerzo sin hacer referencia a otro organismo. Pero el refuerzo social suele ser 
un problema de intervención personal. Cuando una madre alimenta a su hijo, la 
comida, como refuerzo primario, no es social, pero sí lo es la conducta de la 
madre al darla. La diferencia es pequeña – como podemos ver comparando la 
alimentación proporcionada por el pecho de la madre con la suministrada por el 
biberón-. La conducta verbal implica siempre un refuerzo social, y sus 
propiedades características derivan precisamente de este hecho. La respuesta 
<<un vaso de agua, por favor>>, no tiene ningún efecto sobre el medio 
ambiente mecánico, pero en un medio ambiente verbal apropiado puede 
conducir a un refuerzo primario. En el campo de la conducta social se pone un 
énfasis especial en el refuerzo obtenido mediante atención, aprobación, afecto 
y sumisión. Estos importantes refuerzos generalizados son sociales porque el 
proceso de generalización requiere, a menudo, la mediación de otro organismo. 
El refuerzo negativo, especialmente en forma de castigo, la mayoría de las 
veces es administrado por otras personas en forma de estimulación aversiva 
incondicionada o de desaprobación, desprecio, burla, insulto, etc. 
La conducta reforzada a través de la intervención de otras personas se 
diferenciará en muchos sentidos de la conducta reforzada por el medio 
ambiente mecánico. El refuerzo social de un momento a otro, dependiendo de 
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la circunstancia de la instancia que refuerza. Por tanto, respuestas distintas 
pueden conseguir el mismo efecto, y una sola respuesta puede conseguir 
efectos diferentes según la ocasión. Como resultado comparable en un 
ambiente no social. Es también más flexible en el sentido de que el organismo 
puede pasar con más facilidad de una respuesta a otra cuando su conducta no 
es eficaz. 
Puesto que el organismo que refuerza puede, a menudo, no responder 
de forma apropiada, es probable que el refuerzo sea intermitente. El resultado 
dependerá del programa. Un éxito ocasional puede adecuarse al modelo de 
refuerzo de intervalo variable y la conducta mostrará una intensidad media 
bastante estable. Podríamos expresarlo diciendo que respondemos ante las 
personas con menos confianza que ante el medio ambiente inanimado, pero 
que no nos convencemos fácilmente de que el mecanismo reforzante <<No 
funciona>>. La conducta persistente que llamamos inoportuna es generada por 
un programa de razón variable que surge a partir del hecho de que la persona 
que proporciona el refuerzo responde solamente cuando una demanda ha sido 
repetida hasta el punto de convertirse en aversiva; es decir, cuando ha 
adquirido el poder de molestar. 
La contingencia establecida por un sistema social reforzante puede 
cambiar lentamente. Cuando importunamos a alguien, por ejemplo, el promedio 
de la razón entre las respuestas no reforzadas y las reforzadas puede 
aumentar. El niño que ha obtenido atención con tres demandas de promedio 
puede, más adelante, necesitar cinco, luego siete, etc., para obtener el mismo 
resultado. El cambio es debido a una tolerancia creciente de la persona que 
refuerza ante la estimulación aversiva. Las contingencias de refuerzo positivo 
pueden también orientarse a este sentido. Cuando la persona que proporciona 
el refuerzo aumenta gradualmente su nivel de exigencia, el refuerzo se hace 
contingente respecto de una conducta más extensa o altamente diferenciada. 
Empezando con un grado de exigencia razonable y aumentándola 
gradualmente, es posible que se nos diga que las contingencias que supongan 
un alto grado de exigencia lleguen a ser efectivas, lo cual, sin este proceso, 
sería prácticamente imposible. El resultado suele ser una especia de 
servidumbre humana. El proceso se demuestra fácilmente en la 
experimentación animal donde unas respuestas sumamente vigorosas, 
persistentes o complicadas que de otro modo serían casi imposibles, pueden 
establecersemediante un cambio gradual en las contingencias. Un caso 
especial se plantea en el trabajo a destajo. A medida que aumenta la 
producción, y con ella el dinero que se persigue, puede cambiarle la escala del 
trabajo a destajo de suerte que se requiera más trabajo por unidad de refuerzo. 
El resultado final puede ser un ritmo de producción mucho más elevado con 
sólo un ligero aumento en la capacidad de dinero percibido – una circunstancia 
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de refuerzo que probablemente no habría sido efectiva de no ser por este 
acercamiento gradual. 
Ya que hemos señalado otra peculiaridad del refuerzo social: el sistema 
que proporciona el refuerzo es raramente independiente de la conducta 
reforzada. Esto se ve claramente en el caso del padre indulgente pero 
ambicioso que retira el refuerzo cuando ve que el niño se muestra activo, ya 
sea para demostrar la habilidad del niño o para sacar el mayor partido de los 
refuerzos de que dispone, pero que refuerza un inicio de respuestas cuando el 
niño empieza a mostrar señales de extinción. Esta es una especie de refuerzo 
combinado de razón y de intervalo. Generalmente, los refuerzos educativos son 
de este tipo. Se rigen básicamente por programas de razón, pero que no dejan 
de estar afectados por el nivel de la conducta reforzada. Tal como ocurre en el 
trabajo a destajo, puede que se exija cada vez más para obtener un nuevo 
refuerzo a medida que mejora la realización, aunque puede precisarse etapas 
reparadoras para conseguir los objetivos propuestos. 
En el mundo inorgánico no se producen, a manudo, programas de 
refuerzo que se adapten al ritmo de la conducta reforzada. La instancia 
reforzante que modifica la contingencia en términos de conducta tiene que ser 
sensible y compleja. Pero un sistema reforzante de este tipo puede ser 
fácilmente vulnerable y adolecer de efectos inherentes que conduzcan a una 
conducta inestable. Esto puede explicar por qué las contingencias reforzantes 
de la sociedad ocasionan una conducta indeseable más a menudo que las 
contingencias, aparentemente comparables, del mundo inanimado. 
El estímulo social 
Otra persona suele ser una importante fuente de estimulación. Puesto 
que algunas propiedades de tales estímulos parecen rechazar una descripción 
física, ha resultado tentador suponer que existe un proceso especial de 
intuición o empatía cuando reaccionamos ante ellos. ¿Cuáles son, por ejemplo, 
las dimensiones físicas de la sonrisa? En la vida diaria identificamos las 
sonrisas con una exactitud y rapidez considerables, pero para el científico esto 
constituiría una difícil tarea. Tendría que seleccionar alguna respuesta 
identificable en el individuo sometido a investigación –quizá la respuesta verbal 
<<Esto es una sonrisa>>- y luego estudiar todas las expresiones faciales que la 
provocaron. Estas expresiones serían modelos físicos y probablemente 
susceptibles de ser sometidos a un análisis geométrico, pero tendrían que 
ponerse a prueba un gran número de modelos diferentes. Más aún, existirían 
casos límite en los que el control de los estímulos sería deficiente o variaría de 
un momento a otro. 
El hecho de que la identificación final del modelo llamado sonrisa sea 
mucho más complicada y lleve mucho más tiempo que la identificación 
cotidiana, no significa que la observación científica no tome en consideración 
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algunos medios importantes de que dispone el profano. La diferencia consiste 
en que el científico tiene que identificar un estímulo con respecto a la conducta 
de otra persona. No puede fiarse de su propia reacción personal. Al estudiar un 
modelo objetivo tan simple y conocido como <<triángulo>>, el científico puede 
utilizar con seguridad su propia forma de identificar el esquema. Pero un 
modelo como <<sonrisa>> es otra cuestión. Un estímulo social, como cualquier 
otro estímulo, llega a tener importancia para controlar la conducta, a causa de 
las contingencias en las que participa. Las expresiones faciales que agrupamos 
conjuntamente bajo el nombre de <<sonrisa>> son importantes porque son las 
ocasiones en las que ciertas clases de conducta social reciben ciertos tipos de 
refuerzos. Cualquier unidad en la clase de estímulos se desprende de estas 
contingencias. Y estas vienen determinadas por la cultura y por la historia 
particular de cada individuo. Incluso en la conducta de una misma persona 
pueden existir varios tipos de modelos llamados sonrisas si todos ellos están 
en la misma relación con respecto a las contingencias que refuerzan. El 
científico puede recurrir a su propia cultura o historia solamente cuando éstas 
se parecen a las del sujeto que está estudiando. Pero aun así, es posible que 
se equivoque, de la misma forma que puede ser errónea la rápida reacción 
práctica del profano, particularmente cuando intenta identificar una sonrisa en 
una cultura distinta. 
Este enfoque tiene mucha trascendencia porque puede aplicarse a 
muchos términos descriptivos tales como <<amistoso>> y <<agresivo>>, sin 
los cuales muchos estudiosos de la conducta social se sentirían perdidos. El 
no-científico que trabaje dentro del marco de su propia cultura puede, de forma 
satisfactoria, describir la conducta de los demás con expresiones de este tipo. 
Ciertos modelos de conducta se han convertido en importantes para él debido 
a los refuerzos que se desprenden de ellos: considera la conducta como 
amistosa u hostil por sus consecuencias sociales. Pero sus frecuentes aciertos 
no implican que existan aspecto objetivos de la conducta que sean tan 
independientes de la conducta del observador como lo son formas geométricas 
tales como cuadrados, círculos y triángulos. Ésta observando un hecho 
objetivo-la conducta de un organismo; no se plantea ahora un problema de 
status físico, sino solamente de significado de los términos clasificatorios-. Las 
propiedades geométricas de la <<amabilidad>> o <<agresividad>> dependen 
de la cultura, cambian con ella y varían, dentro de la misma cultura, de acuerdo 
con la experiencia de cada individuo. 
A menudo, se estudian separadamente algunos estímulos sociales 
porque parece que un hecho físico muy débil tiene un efecto sumamente 
intenso. Pero esto ocurre también con muchos estímulos no sociales; para 
alguien que haya sufrido quemaduras en un incendio, un ligero olor de humo 
puede ser un estímulo extraordinariamente poderoso. Los estímulos sociales 
son importantes porque son importantes los refuerzos sociales con los que 
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están correlacionados. Un ejemplo del sorprendente poder de un hecho 
aparentemente trivial es la práctica común de <<atraer las miradas de 
alguien>>. Bajo determinadas circunstancias, el cambio que se observa en la 
conducta posterior puede ser considerable y por ello se ha llegado a creer que 
hay una especie de <<comprensión>> no física que se transmite de una 
persona a otra. Pero las contingencias reforzantes nos ofrecen otra explicación. 
Nuestra conducta puede ser muy distinta en presencia o ausencia de una 
persona determinada. Por el simple hecho de ver a esta persona en medio de 
una multitud, nuestro repertorio disponible cambia inmediatamente. Sí, 
además, atraemos su mirada, caemos bajo el control de un estímulo todavía 
más restrictivo –no solamente está presente, sino que nos está mirando-. 
Puede producirse el mismo efecto sin atraer su atención en el caso de que le 
veamos mirarnos a revés de un espejo. Si nuestras miradas se cruzan, 
sabemos que él se da cuenta de que lo miramos. Un repertorio de conducta 
mucho más limitado se habla bajo el control de este estímulo específico: si 
hemos de comportarnos de un modo que él no aprueba, no solamente nos 
opondremos a sus deseos, sino que lo haremos descaradamente. Puede 
también que sea importante que <<sepamos que él sabe que sabemos que nos 
está mirando>>, etc. (El significado de <<saber>> -o <<conocer>> - en esta 
frase, está de acuerdocon el análisis de los capítulos VIII y XVI.) En resumen, 
al atraer la mirada de alguien, surge de repente un estímulo social importante a 
causa de los refuerzos de que de él dependen. Esta importancia variará según 
el momento. Podemos atraer la mirada de alguien en un coqueteo, en 
circunstancias divertidas, en un momento de culpabilidad común, etc. –
poniendo, en cada caso, el grado de control adecuado-. La importancia de este 
hecho queda patente en el uso que hacemos de la conducta <<mirar a alguien 
a los ojos>> para probar otras variables, responsables de características de la 
conducta tales como honradez, descaro, turbación o culpa. 
Los estímulos sociales son importantes para quienes el refuerzo social 
es importante. El vendedor, el cortesano, el animador, el seductor, el niño que 
quiere atraer la atención de sus padres, la persona que quiere pasar de una 
clase social a otra superior, el ambicioso en política, todos ellos son 
susceptibles de ser afectados por sutiles propiedades de la conducta humana 
que se asocian con la aprobación o la desaprobación y que, por lo general, 
pasan inadvertidas a muchas personas. Es significativo que el novelista, como 
especialista en la descripción de la conducta humana, muestra a menudo una 
historia en la que el refuerzo social ha sido, al principio, particularmente 
importante. 
El estímulo social, que es menos probable que varíe de una cultura a 
otra, es el que controla la conducta imitativa descrita en el capítulo VII. Las 
consecuencias finales de la conducta imitativa pueden ser peculiares de una 
cultura, pero la correspondencia entre la conducta del imitador y del imitado es 
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relativamente independiente de ella. La conducta imitativa no se halla 
totalmente libre de estilo o convencionalismo, pero los rasgos especiales del 
repertorio imitativo característico de un grupo son poco importantes. Una vez 
se ha desarrollado un repertorio de tamaño apropiado, la imitación puede ser 
tan hábil, tal fácil, tan <<instintiva>>, que probablemente la atribuiremos a 
algún tipo especial de contacto interpersonal como por ejemplo la empatía. Sin 
embargo, resulta fácil encontrar una historia de refuerzo que genera conducta 
de este tipo. 
 
EL EPISODIO SOCIAL 
Podemos analizar un episodio social considerando cada organismo 
separadamente. Entre las variables que habremos de tener en cuenta al 
estudiar un organismo se encuentra las generadas por un segundo organismo. 
Consideramos entonces la conducta del segundo organismo dando por 
supuesto que el primero es una fuente de variables. Al reunir los análisis, 
reconstruiremos el episodio. La descripción será completa si comprende todas 
las variables necesarias para describir la conducta de los individuos. 
Consideremos, por ejemplo, la interacción entre el ave de rapiña y la presa, 
llamada <<acecho>>. Podemos autolimitarnos al análisis de la conducta del 
ave de rapiña que reduce la distancia entre ella y su presa y a la conducta de la 
presa que aumenta la distancia entre ella y el ave de rapiña. Una reducción de 
la distancia constituye un refuerzo positivo para el ave y un refuerzo negativo 
para la presa; por el contrario, un aumento de la misma será negativamente 
reforzante para el ave y positivamente reforzante para la presa. Si el ave de 
rapiña es estimulada por la presa, pero no viceversa, aquella se limita a reducir 
la distancia tan rápidamente como puede. Sin embargo, si la presa es 
estimulada por el ave de rapiña, responderá aumentando la distancia. Entre 
ellas no es necesario que esto se traduzca en vuelo abierto, sino que es 
suficiente cualquier cumple movimiento que conserve la distancia en un punto 
crítico. En la conducta que llamamos estar al acecho, el ave de rapiña reduce 
la distancia lo más rápidamente posible, evitando estimular a la presa para que 
ésta no la aumente. En el momento en que la distancia sea lo suficientemente 
corta, el ave de rapiña puede iniciar una persecución abierta y la presa echar a 
volar. En este momento tiene lugar un tipo distinto de interacción. 
Puede aplicarse una formulación similar cuando la <<distancia>> no es 
algo tan simple como un mero movimiento en el espacio. Porque el otro 
difícilmente pueda rehuir. Es posible que podamos decir que el primero acecha 
al segundo si toca el tema de tal forma que evite estimular al segundo a 
escapar. Eliminamos el lenguaje al <<abordar un tema>>, analizando las 
propiedades reforzante y aversivas de los estímulos verbales. 
276 
 
Otro ejemplo de episodio social consiste en guiar y seguir. Generalmente 
surge cuando dos o más individuos son reforzados por un único sistema 
externo que requiere su acción combinada, por ejemplo, en el caso de dos 
hombres que tiran de una cuerda que ninguno de los dos, por separado, podría 
mover. La conducta de uno es similar a la del otro y la interacción puede ser 
débil. Sin embargo, si la sincronización es importante uno de los hombres 
guiará al otro. El primero fija una pauta rítmica relativamente independiente del 
segundo y éste ajusta su conducta a la del primero. El primero puede facilitar 
esta acción amplificando los estímulos que afectan al segundo, diciendo, por 
ejemplo, <<a la una, a las dos, a las tres, << ¡ahora!>> Una conducta adicional 
que posea una pauta temporal muy marcada –por ejemplo, una canción 
marinera- puede reducir la importancia del líder, pero no eliminarla. 
La naturaleza de guiar y seguir queda más clara cuando los dos tipos de 
conducta difieren considerablemente y la contingencia de refuerzo es compleja. 
Se quiere entonces, generalmente, una división del trabajo. El líder se halla 
principalmente bajo el control de variables externas, mientras que el seguidor 
se encuentra bajo el control del líder. Un baile constituye un ejemplo de ello. 
Las consecuencias reforzantes –positivas y negativas- dependen de una 
contingencia doble: 1) las personas que bailan deben dar ciertos pasos en 
determinadas direcciones en relación al espacio de que disponen, y 2) la 
conducta de uno debe sincronizarse con la del otro. Generalmente, esta doble 
contingencia se divide entre los que bailan. El líder fina una pauta y responde al 
espacio disponible y el seguidor es controlado por los movimientos del líder y 
responde de forma apropiada para satisfacer la segunda contingencia. 
Resulta fácil establecer situaciones de cooperación con dos o más 
organismos experimentales y observar cómo surgen situaciones de liderazgo y 
seguimiento. En un experimento demostrativo se colocan dos palomas en cajas 
adyacentes separadas por un cristal. A ambos lados del cristal se encuentran 
dos columnas verticales con tres pulsadores cada una, y una de ellas es 
asequible a una de las palomas. Este aparato está destinado a reforzar con 
comida a ambas palomas, pero solamente cuando picotean simultáneamente 
los pulsadores correspondientes. Aun cumpliéndose esta condición, solo un par 
de ellos son efectivos. La situación requiere una cooperación bastante 
complicada. Las palomas han de sondear los tres pares para descubrir cuál de 
ellos es efectivo, y tienen que picotear los dos pulsadores correspondientes al 
mismo tiempo. Estas contingencias tienen que repartirse. Una de las aves – el 
líder- sondea los pulsadores picoteándolos, siguiendo un orden característico o 
más o menos al azar. La otra paloma – el seguidor- picotea el pulsador opuesto 
cualquiera que sea el que picotee el líder. La conducta del seguidor es 
controlada, casi de forma exclusiva, por la conducta del líder, y la conducta de 
éste es, a su vez, controlada por el aparato que distribuye, al azar, refuerzos 
entre los tres pares de pulsadores. Dos seguidores o dos líderes colocados 
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juntos sólo pueden resolver el problema accidentalmente. La función del líder 
puede pasar de una paloma a la otra y puede producirse una situación 
temporal en la que ambas sean seguidores.Esta conducta se parece entonces 
a la de dos personas que, cuando se encuentran en unas circunstancias en las 
que existe flexibilidad en la norma de pasar por la derecha, dudan oscilando de 
un lado a otro antes de pasar. 
Entre un experimento de este tipo y la relación entre el líder y el seguir 
en política, por ejemplo, existe algo más que una simple analogía. La mayoría 
de culturas producen algunas personas cuya conducta se halla controlada 
principalmente por las exigencias de una situación dada. Estas mismas culturas 
producen también personas cuya conducta se encuentra controlada, 
principalmente, por la de los demás. Parece que en cualquier situación de 
cooperación se requiere una división de las contingencias en este sentido. Sin 
embargo, el líder no es absolutamente independiente del seguidor, puesto que 
su conducta requiere el apoyo de la conducta correspondiente por parte de los 
demás, y en la medida en que esta cooperación en necesaria, el líder es, de 
hecho, conducido por sus seguidores. 
Episodios verbales 
 La conducta verbal proporciona muchos ejemplos en los cuales se dice 
que una persona influye sobre otra más allá del alcance de una ciencia física. 
Se dice que hay palabras que <<simbolizan>> o <<expresan>> ideas o 
significados que son luego <<comunicados>> al que escucha. Una formulación 
alternativa nos extendería demasiado, pero un solo ejemplo puede ayudarnos a 
comprender como este tipo de conducta social puede situarse dentro del marco 
de una ciencia natural. Consideramos un episodio sencillo en el que A pide a B 
un cigarrillo y lo obtiene. Para describir la ocurrencia y el mantenimiento de 
esta conducta, hemos de demostrar que A proporciona estímulo y refuerzos 
adecuados para B y viceversa. La respuesta de A, <<Dame un cigarrillo>>, 
resultaría bastante ineficaz en un ambiente puramente mecánico. Se trata de 
una respuesta que ha sido condicionada por una comunidad verbal que, en 
ocasiones, la refuerza de una manera determinada. A ha elaborado desde hace 
tiempo una discriminación en virtud de la cual la respuesta es emitida en 
ausencia de un miembro de la comunidad. Probablemente habrá elaborado 
también discriminaciones más sutiles por las que es más probable que 
responda, si se halla en presencia de un <<contacto fácil>>. B ya reforzó esta 
respuesta en el pasado o se parece a alguien que lo hizo. El primer intercambio 
entre dos se produce en la dirección de B a A: B es un estímulo discriminativo 
en presencia del cual A emite la respuesta verbal. El segundo intercambio se 
produce en dirección de A a B: la respuesta genera estímulos auditivos que 
actúan sobre B. Si B ya ésta dispuesto a darle un cigarrillo a A –por ejemplo, si 
B <<tiene ganas de complacer a A>> o <<ésta enamorado de A>>- el modelo 
auditivo constituye un estímulo discriminativo para la respuesta de dar un 
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cigarrillo. B no ofrece cigarrillos de forma discriminada; espera una respuesta 
por parte de A como una ocasión en la que un cigarrillo será aceptado. El 
hecho de que A acepte depende de una situación de privación en la que el 
hecho de recibir un cigarrillo es reforzante. Esta es también la situación en la 
que A emite la respuesta <<Dame un cigarrillo>>, y de este modo, se establece 
la contingencia que controla la conducta de B. El tercer intercambio es la 
recepción por parte de A del cigarrillo que le da B. Éste constituye el refuerzo 
de la respuesta original de A y completa nuestra descripción de ella. Si B es 
reforzado simplemente por la evidencia del efecto del cigarrillo sobre A, 
podemos considerar también completa la descripción sobre B. Pero si estas 
evidencias se ponen de relieve, es más probable que esta conducta se 
mantenga como parte integrante y estable de la conducta. Si A no sólo acepta 
el cigarrillo, sino que dice también <<Gracias>>, tiene lugar un cuarto 
intercambio: el estímulo auditivo es un refuerzo condicionado para B y A lo 
produce precisamente por esto. B puede, a su vez, aumentar la probabilidad de 
futuras expresiones de <<Gracias>>, por parte de A, diciendo <<De nada>>. 
Cuando la conducta de B al responder a la respuesta verbal de A es ya 
intensa, llamamos <<petición>> a la respuesta de A. Si la conducta de B 
requiere otras condiciones, hemos de volver a clasificar la respuesta de A. Si 
<<Dame un cigarrillo>> no solo es la ocasión para una respuesta determinada, 
sino también para un estímulo aversivo condicionado del que B puede escapar 
tan sólo satisfaciendo dicha demanda, entonces la respuesta de A es una 
<<exigencia>>. En este caso, la conducta de B se ve reforzada por una 
reducción en la amenaza producida por la exigencia de A, y el <<Gracias>> de 
éste resulta eficaz, principalmente, como indicación de que la amenaza ha 
disminuido. 
Incluso un episodio tan breve como éste es sorprendentemente 
complejo, pero los cuatro o cinco intercambios entre A y B pueden 
especificarse en términos físicos y pueden ser difícilmente ignorados si hemos 
de tomar en serio un análisis de este tipo. El hecho de que el episodio entero 
dure solamente unos pocos segundos no nos exime de la responsabilidad de 
observar e identificar todos sus aspectos. 
Interacción inestable 
 Aunque muchos de estos sistemas sociales interconectados son 
estables, otros muestran un cambio progresivo. Un ejemplo trivial lo constituye 
la conducta de un grupo de personas que entran en una habitación que no les 
es familiar, donde hay carteles en los que se lee <<Silencio, por favor>>. Un 
estímulo verbal de este tipo es generalmente eficaz sólo en combinación con la 
conducta de otros miembros del grupo. Si muchas personas están hablando 
fuerte, es posible que los carteles tengan muy poco o ningún efecto. Pero 
supongamos que nuestro grupo entra silenciosamente. Al cabo de un 
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momento, dos personas, que se hallan <<muy poco controladas>> por el cartel, 
empiezan a cuchichear también. Esto, a su vez altera la de las dos personas 
menos afectadas por el control del cartel que se ponen a hablar en voz baja. 
Esto cambia la situación de los demás que empiezan también a hablar en voz 
baja. Finalmente, puede que acaben todos hablando en voz alta. Se trata 
simplemente de un proceso <<autocatalítico>> que surge del intercambio 
repetido entre los miembros del grupo. 
Otro ejemplo lo constituye una práctica muy común en navegación, en el 
siglo XVIII. Los marineros se divertían atando a algunos muchachos alrededor 
de un mástil por la mano izquierda, dejándoles libre la derecha. Les daban a 
cada uno un bastón o látigo y les decían que golpearan al muchacho que 
tenían delante cada vez que sintieran que el que estaba detrás de ellos les 
golpeaba. El juego empezaba golpeando ligeramente a un chico, entonces éste 
golpeaba al siguiente, éste a su vez al otro, etc. Aunque todos sabían que los 
golpes habían de ser suaves, el resultado final era una auténtica flagelación. 
Los elementos inestables de este sistema interconectado, son fáciles de 
identificar. No podemos suponer que cada muchacho diera precisamente el 
mismo tipo de golpe que recibía porque no es fácil hacer una comparación de 
este tipo. Es probable que infravalorara la intensidad de los golpes que daba. 
La menor tendencia a dar un golpe algo más fuerte que el recibido podría 
producir el efecto final. Más aún, probablemente los golpes repetidos generan 
una disposición emotiva en la que una persona, de forma natural, pega cada 
vez más fuerte. Una inestabilidad comprable se observa cuando dos individuos 
mantienen una conversación casual que desemboca en una fuerte discusión. El 
efecto agresivo de una observación puede ser infravalorado por quien la hace y 
los efectos repetidos pueden generar la agresión posterior. Esto puede resultar 
particularmente peligros cuando la conversación consiste en un intercambio de 
notas entre gobiernos. 
VARIABLES EN QUE SE APOYA EL EPISODIOSOCIAL 
 Aunque el intercambio entre dos o más individuos cuya conducta se 
halla interconectada dentro de un sistema social, debería ser explicada en su 
totalidad, es posible que ciertas variables permanezcan sin aclarar. Por 
ejemplo, a menudo observamos que una persona tiene predisposición a actuar 
con respecto a otra de ciertas maneras. La madre cuidando a su hijo es un 
caso bien conocido. Las emociones sociales se observan, por definición, 
simplemente como predisposiciones a actuar de formas que pueden ser 
positivas o negativamente reforzantes para los demás. Términos como 
<<favor>> y <<amistad>> se refieren a tendencias a administrar refuerzos 
positivos y podría considerarse al amor como la tendencia de dos individuos a 
reforzarse mutuamente, pudiendo dicho refuerzo ser, o no, de tipo sexual. 
280 
 
 A veces un intercambio mutuo explica la conducta en términos de 
refuerzo. Todo individuo tiene algo reforzante que ofrecer al otro y una vez ha 
sido establecido el intercambio, éste se mantiene a sí mismo. Podemos 
detectar un refuerzo mutuo en el caso de la madre y el niño. En lugar de una 
tendencia a comportarse de formas determinadas, puede mostrar una 
tendencia a comportarse de formas determinadas, pueden mostrar una 
tendencia a ser reforzados por ciertos estímulos sociales. Apartarse de esto. El 
grupo puede manipular variables especiales para generar tendencias a 
comportarse de formas que acaban reforzando a los demás. El grupo puede 
reforzar al individuo para que le digan la verdad, ayude a los demás, devuelva 
favores y, a su vez, reforzar a los demás para que hagan lo mismo. La regla de 
Oro es una proposición general sobre la conducta practicada y apoyada por el 
grupo. Muchos sistemas importantes de conducta social interconectados no 
podrían mantenerse sin la existencia de estas prácticas convencionales. Este 
es un punto importante para explicar el éxito de las prácticas culturales 
características de un grupo (capítulo XXVIII). 
En la medida en que este refuerzo previo por parte del grupo determina 
la conveniencia de la conducta del individuo para un sistema interconectado, el 
sistema mismo no se sostiene del todo por sí solo. La mutabilidad queda 
demostrada cuando un individuo que no se halla controlado de forma adecuada 
por la cultura, obtiene una ventaja temporal personal explotando el sistema. 
Miente, se niega a devolver un favor o quebranta una promesa, aunque esta 
explotación del sistema conduzca finalmente a su deterioro. El muchacho de la 
fábula grita << ¡Que viene el lobo!>>, porque ciertos sistemas de conducta 
social han sido establecidos por la comunidad y encuentran divertida la 
conducta resultante de sus prójimos. El agresivo vendedor a domicilio se 
impone por encima de las buenas maneras del alma de casa para mantener su 
atención. En cada caso, el sistema falla finalmente: el prójimo ya no responde 
al grito de << ¡Que viene el lobo!>> y el ama de casa cierra dando un 
portazo. 
La conducta de dos individuos puede encontrarse relacionada en un 
episodio social, no primariamente a través de un intercambio entre ellos, sino a 
través de variables externas comunes. El ejemplo clásico es la competición. 
Dos individuos compiten cuando la conducta de uno puede verse reforzada 
solamnte al precio de una pérdida de refuerzo por parte del otro. No está 
necesariamente implicada en ello la conducta social, tal como aquí la hemos 
definido. Coger un conejo antes de que se escape no es muy distinto de 
cogerlo antes de que lo haga otro. En el último caso, puede arse un 
intercambio social como subproducto si un individuo ataca al otro. La 
cooperación, en la que el refuerzo de dos o más individuo depende de la 
conducta de ambos o de todos ellos, no es, en modo alguno. Lo opuesto a la 
competición, puesto que parece requerir un sistema interconectado. 
281 
 
EL GRUPO COMO UNIDAD DE CONDUCTA 
 Es muy común hablar de familias, clanes, naciones, razas, y otros 
grupos como si se tratara de individuos. Conceptos como <<mentalidad de 
grupo>>, <<instinto gregario>> y <<carácter nacional>> han sido inventados 
para apoyar esta costumbre. Sin embargo, siempre es un individuo el que 
actúa. El problema que se plantea al estudia el grupo más amplio es explicar 
por qué muchos individuos actúan conjuntamente. ¿Por qué se incorpora el 
muchacho a una pandilla? ¿Por qué un hombre se hace socio de un club o 
participa en un linchamiento? Podemos responder a preguntas de este tipo 
examinando las variables generadas por el grupo que favorecen la conducta de 
unirse y adaptarse. No podemos contentarnos con decir, simplemente, que dos 
individuos van a actuar juntos cooperativamente si <<tienen un interés común 
en hacerlo>>. Hemos de señalar las variables específicas que afectan la 
conducta de cada uno de ellos. Desde un punto de vista práctico, como 
hacíamos al provocar una conducta cooperativa en el experimento de la 
paloma antes descrito, resulta también esencial un análisis de las variables 
relevantes. Las contingencias particulares que controlan la conducta de los 
cooperadores deber ser cuidadosamente mantenidas. 
Mediante el análisis de la imitación, se ha hecho algún progreso para 
explicar la participación en un grupo. En general, comportarse como los demás 
es probablemente reforzante. Detenerse a mirar un escaparate ante el que se 
ha ido congregando una multitud es más susceptible de verse reforzado que 
detenerse a mirar escaparates que no han atraído la atención de nadie. Utilizar 
palabras que ya han sido utilizadas por los demás, en lugar de términos 
extraños, es más probable que se vea positivamente reforzados o que se halle 
libre de consecuencias aversivas. Situaciones de este tipo mil veces repetidas, 
general y mantienen una enorme tendencia a comportarse como lo hacen las 
demás personas. 
 A este principio debemos añadir otro de importancia quizá mayor. 
Aunque es siempre el individuo quien actúa, sin embargo, es el grupo el que 
produce el efecto más intenso. Al incorporarse a un grupo, el individuo aumenta 
su capacidad para conseguir refuerzos. El hombre que tira de una cuerda se ve 
reforzado por el movimiento de ésta, independientemente del hecho de que 
otros estén tirando de ella al mismo tiempo. El soldado vestido de uniforme, 
desfilando marcialmente por la calle, se ve reforzado por las aclamaciones de 
la multitud, aunque dichas aclamaciones no se producirían si estuviera 
desfilando solo. El cobarde, en un linchamiento, obtiene refuerzo cuando su 
víctima se retuerce aterrorizada ante sus gritos, independientemente del hecho 
de que otros cientos de personas están haciendo lo mismo que él. Las 
consecuencias reforzantes producidas por el grupo exceden fácilmente las 
consecuencias que podrían conseguir sus miembros actuando separadamente. 
El efecto total reforzante queda enormemente aumentado. 
282 
 
Los intercambios dentro de un grupo y el elevado efecto del grupo sobre 
el medio ambiente deben ser estudiados dentro del marco de una ciencia 
natural. Han de ser explorados con mayor profundidad antes de que aceptemos 
la proposición de que son unidades sociales, fuerzas y leyes que requieren 
métodos científicos de un tipo fundamentalmente diferente. 
 
 
XX. Control personal 
 
 
 
 
 
CONTROL DE VARIABLES 
Consideramos un episodio social desde el punto de vista de uno de los 
participantes. Hemos visto que A puede generar importantes variables que 
afectan la conducta de B. El cambio que se opera en B puede no tener un 
efecto recíproco sobre A. Por ejemplo, B puede estar mirando un escaparate 
porque ve que A está haciendo, aunque es posible que A no se vea afectado 
pero la acción de B. Normalmente, sin embargo, tal como ocurre en mucho de 
los ejemplos que ya hemos analizado, el cambio resultante en la conducta de B 
suele tener un efecto sobre A. En el importante ejemplo que vamosa 
considerar ahora, el efecto es reforzante. A se comporta de forma que altera la 
conducta de B a causa de las consecuencias que la conducta de B tiene para 
A. Decimos, familiarizarse, que A está controlando a B de modo deliberado. 
Esto no significa que A sea necesariamente capaz de identificar la causa o el 
efecto de su acción. Cuando un niño llora para atraer la atención de su madre, 
genera un estímulo aversivo que él mismo retira cuando la madre le presta 
atención. Como resultado de ello, la conducta de la madre de prestar atención 
queda reforzada. Ni la madre no el niño puede comprender el proceso, pero 
podemos decir que el niño ha aprendido a controlar a su madre en este 
sentido., Hemos de investigar ahora esta relación social asimétrica. Nuestra 
tarea consistirá en valorar las distintas maneras como una persona controla a 
otra.

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