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Muñoz Rivas, Redondo Rodriguez, Fernandez Gonzalez y Gamez Gaudix - Las nuevas adicciones

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Las nuevas adicciones
MARINA I. MUÑOZ-RIVAS 
NATALIA REDONDO RODRÍGUEZ 
LIRIA FERNÁNDEZ GONZÁLEZ 
MANUEL GÁMEZ-GUADIX
1. INTRODUCCIÓN
El desarrollo y la generalización de las nuevas 
tecnologías en nuestra sociedad han generado im­
portantes cambios a nivel individual, social y eco­
nómico. Son numerosos los beneficios surgidos a 
raíz del desarrollo de estos nuevos recursos, que han 
posibilitado nuevas vías para el acceso a la informa­
ción, la comunicación y la creación de entornos so­
ciales (Castells, 2001).
Aunque la mayor parte de los individuos hacen 
un uso positivo y saludable de estos recursos, las 
pruebas empíricas disponibles hasta el momento, 
aunque todavía escasas, han puesto de manifiesto la 
aparición, en algunos de ellos, de un patrón de uso 
problemático que ha sido asociado a distintos ries­
gos y consecuencias negativas y que podría concep- 
tualizarse como una nueva adicción conductual/ 
tecnológica. Tal patrón se caracteriza por una pér­
dida de control sobre la conducta de uso y un fuerte 
impulso para llevarla a cabo a pesar de las conse­
cuencias perjudiciales derivadas de ella que podrían 
afectar al ámbito interpersonal, económico, laboral 
y/o académico.
En este sentido, el uso desadaptativo de las nue­
vas tecnologías constituye un patrón de conducta 
que parece estar afectando cada vez a más personas 
y que mantiene características similares a otras 
adicciones conductuales y a las adicciones quími­
cas. Asimismo, la pérdida de control sobre ellas 
puede conducir al desarrollo de otras adicciones, 
como el juego patológico, las compras compulsivas, 
la adicción al sexo o la aparición de parafilias. Estas 
conductas adictivas se ven favorecidas por la facili­
dad de acceso, la inmediatez y, en algunos casos, el
anonimato que proporcionan este tipo de disposi­
tivos.
Siendo ésta una realidad clínica cada vez más 
frecuente en la labor asistencial de los profesionales 
de la salud, parece necesario profundizar en el co­
nocimiento de las peculiaridades de estas nuevas 
adicciones con el fin de desarrollar un adecuado 
marco teórico y de investigación de las actuaciones 
tanto preventivas como de intervención necesarias 
para tratar a las personas que las padecen.
2. CONCEPTUALIZACIÓN Y DIAGNÓSTICO
Las denominadas «adicciones conductuales» 
(adicción al juego, al sexo, a las compras, a la comi­
da, al ejercicio físico) se definen como todas aquellas 
conductas repetitivas que resultan placenteras al 
menos en sus primeras fases y que generan depen­
dencia psicológica y pérdida de control del indivi­
duo (Echeburúa, 1999; Holden, 2001). En este con­
texto, las adicciones tecnológicas hacen referencia a 
las conductas relacionadas con el uso de diversos 
medios tecnológicos (Internet, móvil, videojuegos) 
y se caracterizan por la presencia de sintomatología 
psicológica y comportamental (Brown, 1997; Grif­
fiths, 2005).
En estos casos, en los que existe una adicción sin 
sustancia química, lo que caracteriza el proceso de 
dependencia no es la conducta en si (p. ej., el hecho 
de conectarse a la red o realizar una llamada por el 
móvil), sino la forma en la que la persona se rela­
ciona con ella, llegando a configurarse como una 
necesidad subjetiva centrada en la realización impe­
rativa de la conducta aun a pesar de la interferencia
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Las nuevas adicciones / 587
que pueda producir en la vida diaria o en la modi­
ficación del estilo de vida subsecuente.
Una de las cuestiones más controvertidas en 
el ámbito profesional y en la literatura científica 
es el diagnóstico de los problemas adictivos en los 
que no existe una sustancia química mediadora. 
En el momento actual, las adicciones conductuales 
no son reconocidas como enfermedades mentales 
por el Manual diagnóstico y estadístico de los tras­
tornos mentales (Diagnostic and statistical manual 
o f mental disorders; American Psychiatric Associa­
tion [APA], 2000) ni por la Clasificación internacio­
nal de las enfermedades (Organización Mundial
de la Salud [OMS], 1992), a excepción del juego 
patológico, incluido en el grupo de los trastornos 
del control de los impulsos (véase el capítulo 18 de 
este libro).
Una aproximación inicial a su inclusión dentro 
de estas clasificaciones fue la adaptación de los cri­
terios empleados para la descripción de las adiccio­
nes a sustancias debido a las similitudes existentes 
entre ambas (tabla 20.1). Una segunda aproxima­
ción fue la adaptación de los criterios del DSM-IV- 
TR para los trastornos del control de los impulsos 
y, más concretamente, los criterios para el juego pa­
tológico.
TABLA 20.1
Adaptación de los criterios para la dependencia de sustancias según el DSM-IV-TR 
para el diagnóstico de las adicciones conductuales
Patrón desadaptativo que conlleva un deterioro o m alestar clínicam ente significativo caracterizado por la presencia 
de tres o más de los siguientes síntom as en los últim os 12 meses:
1. Tolerancia:
— N ecesidad de increm entar la cantidad de tiem po invertida para lograr satisfacción.
N otable disminución de los efectos placenteros con el uso continuado.
2. Abstinencia:
— C uando el individuo no tiene la posibilidad de utilizar el recurso tecnológico, aparición de dos o más síntom as 
como: agitación, ansiedad, pensam ientos obsesivos y/o fantasías o sueños acerca en to rno a él.
La conducta de uso se dirige a aliviar o evitar los síntom as de abstinencia.
3. Uso mayor del que se pretendía inicialmente. Para muchas personas, la conducta de uso de las nuevas tecnologías 
puede iniciarse exclusivamente como herram ienta de apoyo en sus com unicaciones y pasar a ser, en poco tiempo, 
un recurso absolutam ente indispensable en el que se invierten más horas de las deseadas.
4. Deseo persistente y esfuerzos infructuosos por con tro lar o in terrum pir su uso.
5. Reducción de im portantes actividades sociales o recreativas.
6. Realización de la conducta a pesar de tener conciencia de los efectos negativos que conlleva.
3. CAMBIOS DEL DSM-5 CON RESPECTO
AL DSM-IV-TR
El único cambio producido en el DSM-5 (APA, 
2013) con respecto al DSM-IV-TR (APA, 2000) ha 
sido la adición del término «trastornos adictivos» a 
la categoría de «trastornos relacionados con sustan­
cias», con el fin de englobar, además de los trastor­
nos por consumo de sustancias, a aquellas otras 
adicciones sin sustancias. Sin embargo, bajo esta
nueva denominación de «trastornos no relacionados 
con sustancias» sólo fue incluido el «juego patoló­
gico», mientras que otros patrones de comporta­
miento excesivos, como las «adicciones tecnológi­
cas» (internet, móvil, videojuegos), la «adicción al 
sexo», la «adicción al ejercicio» o la «adicción a las 
compras», no formaron parte de este nuevo grupo. 
Según la APA (2013), la investigación sobre estos 
síndromes de comportamiento no cuenta con prue­
bas claras y suficientes para establecer los criterios
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diagnósticos y descripciones de los cursos necesarios 
para identificar estos comportamientos como tras­
tornos mentales.
4. TIPOS DE «NUEVAS» ADICCIONES
4.1. Adicción a Internet
La utilización de esta herramienta tecnológica 
es, sin duda, uno de los comportamientos más ex­
tendidos en el momento actual, por lo que la iden­
tificación y el diagnóstico de aquellas personas que 
mantienen un uso abusivo de ella constituyen uno 
de los grandes retos de la psicología clínica. En de­
finitiva, en estos casos, se observa un uso menor de 
esta herramienta como vía para obtener informa­
ción y más como un recurso de escape psicológico 
para afrontar los problemas de la vida cotidiana.
A pesar de que los criterios diagnósticos para 
esta adicción están todavía pendientes de perfilar, 
como veíamos en apartados anteriores, las caracte­
rísticas clínicas de aquellas personas que realizan un 
uso patológico de Internet sin que esté relacionado 
con aspectos laborales o académicos pueden resu­
mirse en: a) el empleode un tiempo excesivo que 
oscila entre las cuatro y las ochenta horas a la se­
mana con sesiones que pueden prolongarse hasta las 
veinte horas; b) la alteración de los patrones del sue­
ño; c) el uso de estimulantes con el fin de prolongar 
las sesiones de conexión; d) la presencia de fatiga 
excesiva; e) el deterioro del rendimiento académico 
o laboral;/) la ocultación del comportamiento adic- 
tivo, y g) un mayor número de problemas de salud 
(p. ej., síndrome del túnel carpiano).
Es importante considerar que la mayoría de los 
adictos a Internet lo son a una aplicación en par­
ticular que actúa como desencadenante del uso ex­
cesivo de esta herramienta (Young, 2005). Así, po­
demos distinguir algunas formas adjetivas específicas 
como:
- La adicción cibersexual. El uso de Internet 
para ver, descargar o intercambiar material 
pornográfico es uno de los comportamientos 
más frecuentes en nuevos usuarios. Young et 
al. (2001) explican este tipo de adicción a 
través del modelo ACE basado en tres ele­
mentos fundamentales: a) anonimato (el
usuario percibe que sus conexiones son anó­
nimas y, por tanto, se encuentra en una si­
tuación de encubrimiento real); tí) asequible 
(el acceso a este tipo de material a través de 
Internet es gratuito y variado), y c) escape 
(forma de evadirse de los propios problemas 
psicológicos y emocionales).
- La adicción a sistemas de mensajería instan­
tánea y salas de chats. En estos casos, los 
adictos utilizan estos ambientes interactivos 
con el fin de buscar apoyo, seguridad y acep­
tación derivados del hecho de pertenecer a 
un grupo de forma no amenazante (Young,
2005). El tipo de relaciones que se configu­
ran a través de esta clase de recursos tienen 
un potencial adictivo importante puesto 
que: a) posibilitan entrar en contacto con 
personas de otros países, culturas y estratos 
sociales muy diferentes de los del usuario; b) 
favorecen la desinhibición al establecer una 
comunicación electrónica que no implica la 
presencia física, por lo que el usuario se sien­
te más libre y espontáneo para expresar sus 
emociones, y c) potencian el sentimiento de 
intimidad.
El mantenimiento del uso compulsivo de In­
ternet tiene también consecuencias clínicas impor­
tantes, y está asociado al aumento del aislamiento 
social, al fracaso académico o laboral, a la presen­
cia de trastornos del estado del ánimo, a un ma­
yor número de problemas familiares y al incremento 
de deudas derivadas de la participación del usuario 
en juegos de azar, compras o videojuegos por In­
ternet.
4.2. Adicción al móvil
Es ésta otra de las llamadas adicciones tecnoló­
gicas puesto que el número de personas que recono­
cen ser dependientes de este recurso es cada mayor. 
En este caso, es especialmente relevante atender a 
una serie de factores o componentes adictivos espe­
cíficos del teléfono móvil a la hora de conceptualizar 
y diseñar un programa de intervención (Muñoz-Ri- 
vas, Gámez-Guadix y Fernández, 2009).
De entre ellos, los más importantes son: a) la 
función comunicativa, puesto que genera continuas
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recompensas al ofrecer la posibilidad de mantener­
se constantemente informado y en contacto con 
otras personas, recibir estímulos de todo tipo o lla­
mar la atención de cualquier persona del entorno, 
todo ello en tiempo real y con absoluta inmediatez; 
b) las características físicas de los terminales, que 
son diseñados con el fin de posibilitar una gama 
intensa y amplia de estímulos agradables que in­
crementa la posibilidad de hacer un uso cada vez 
más frecuente del terminal (p. ej., personalización 
de llamadas a través de tonos musicales suscepti­
bles de ser renovados en cualquier momento y dis­
positivos de carcasas y complementos cada vez más 
elaborados y percibidos como muy agradables por 
los usuarios); c) la posibilidad de emplearse como 
vía de acceso y soporte para el desarrollo de otras 
conductas adictivas, lo que hace más compleja la 
intervención en estos casos puesto que el teléfono 
móvil se configura como un elemento adictivo mó­
vil que puede, si no se tiene en cuenta, obstaculizar 
el uso de estrategias terapéuticas como el control 
de estímulos o la prevención de respuesta, y d) la 
obtención demorada de las consecuencias negati­
vas de su uso.
4.3. Adicción a la comida
Más allá de los trastornos de la conducta alimen­
taria bien conocidos e incluidos en los manuales de 
clasificación de los trastornos mentales (y sobre los 
que puede obtenerse más información en el capítu­
lo 21 de este manual), desde el campo de la investi­
gación, y especialmente en el campo clínico, son cada 
vez más frecuentes los casos de personas que estable­
cen fuertes relaciones adictivas con la comida que 
derivan, en la mayoría de los casos, en una elevación 
importante del peso corporal. Así, son muchos los 
obesos que responden a las denominadas «adiccio­
nes hiperfágicas», que se caracterizan por cuatro cri­
terios fundamentales: a) la ingesta voraz (mucho más 
rápida de lo normal); b) comer grandes cantidades 
de alimento sin sentir hambre física; c) continuar co­
miendo hasta sentir una sensación de plenitud desa­
gradable, y d) sentirse culpable y/o desolado tras la 
sobreingesta (Alonso-Fernández, 2003).
En estos casos, es fundamental atender a los fac­
tores desencadenantes y de mantenimiento de la 
adicción que subrayan la importancia de los aspec­
tos emocionales. Así, en gran parte de los casos, la 
hiperfagia suele ser consecuencia de estados ansio­
sos sostenidos en el tiempo (hiperfagia adictiva psi­
cosomàtica o por estrés) y/o de estados depresivos 
(hiperfagia adictiva depresiva) en los que el indivi­
duo busca en la sobrealimentación una modificación 
neuroquímica inmediata que bloquea la tensión 
emocional negativa. Por ello, los alimentos preferi­
dos suelen ser los hidrocarbonados de metaboliza- 
ción rápida (p. ej., dulces, lácteos), que estimulan la 
actividad serotoninérgica en el sistema nervioso cen­
tral liberando de forma rápida endorfinas y seroto­
nina, responsables del mantenimiento del cuadro 
adictivo.
4.4. Adicción al ejercicio físico
La adicción al ejercicio físico se ha definido 
como la intensa necesidad de actividad física que 
lleva a los individuos a realizar un ejercicio físico 
excesivo e incontrolable que cursa con alteraciones 
conductuales, emocionales y físicas, como: a) la pre­
ocupación excesiva por el ejercicio (pensamientos 
obsesivos); b) realización voluntaria de ejercicio 
(normalmente sujeto a un patrón ritualizado) más 
de una vez al día a pesar de lesiones o enfermedades 
potenciales, y c) la presencia de síntomas de absti­
nencia (p. ej., alteraciones del estado del ánimo, irri­
tabilidad, insomnio) en aquellas ocasiones en las 
que la práctica del ejercicio es imposible o se impide 
su realización.
La investigación realizada sugiere que la prác­
tica de ejercicio excesivo puede entenderse como un 
proceso potencialmente adictivo atendiendo a fac­
tores de diversa índole (Adams y Kirkby, 2003). Por 
una parte, es importante atender a la denominada 
«motivación intrínseca» puesto que la práctica de 
ejercicio físico está, sin duda, asociada a poten­
tes recompensas tanto psicológicas (p. ej., mejora 
del estado de ánimo) como sociales (p. ej., reco­
nocimiento, desarrollo de amistades y relaciones 
sociales). Por otra, también hay que atender a los 
aspectos fisiológicos que subyacen a los efectos de 
refuerzo del ejercicio. En este sentido, se relaciona 
la dependencia del ejercicio físico con tres vías ex­
plicativas: a) la estimulación que éste produce en 
los opioides endógenos; b) la implicación del sis­
tema nervioso simpático y el aumento de los nive­
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5 9 0 / Manual de psicopatologia y trastornos psicológicos
les de catecolaminas consecuencia del ejercicio re­
gular, y c) la activación de las estructuras cerebrales 
específicas responsables de los procesos de recom­
pensa.
4.5. Adicción a las compras
Definida comoel impulso incontrolable por la 
adquisición de objetos superfluos e innecesarios, 
la adicción a las compras es otra de las nuevas adic­
ciones en estudio que genera, en las personas que 
la padecen, importantes consecuencias negativas 
(p. ej., endeudamiento, deterioro de las relaciones 
sociales, problemas con la justicia y profundo ma­
lestar emocional).
El proceso adictivo, en estos casos, sigue las si­
guientes fases: a) estado de ánimo disfórico (p. ej., 
inquietud, tristeza); b) excitación ante la expectativa 
de comprar; c) adquisición placentera de objetos su­
perfluos; d) arrepentimiento por el dinero gastado 
y por la pérdida de control, y e) repetición del ciclo 
para la superación del malestar (Fernández-Mon- 
talvo y López-Goñi, 2010).
Atendiendo a los estudios de casos, el perfil tí­
pico de los compradores compulsivos se caracteri­
zaría por: a) mujer de entre 30-40 años; b) inicio de 
la adicción alrededor de los 18-20 años con curso 
continuo, y c) alta comorbilidad con otros trastor­
nos psiquiátricos, especialmente ansiedad, depre­
sión, dependencia de sustancias psicoactivas y tras­
tornos alimentarios (Rodríguez, 2005).
4.6. Adicción al trabajo
La adicción al trabajo, de forma global, se deri­
va de una irresistible necesidad o impulso de traba­
jar constantemente que provoca una implicación 
excesiva y desadaptativa en el trabajo, al que se le 
dedica más esfuerzo y horas de los que la actividad 
requiere (incluso festivos y fines de semana). Los 
síntomas más comunes son: a) presencia de pensa­
mientos recurrentes sobre la necesidad de producir; 
b) distorsiones cognitivas al respecto de las deman­
das laborales; c) tolerancia, y d) irritabilidad, ansie­
dad y estado de ánimo lábil en las ocasiones en las 
que la realización del trabajo se ve obstaculizada 
(períodos vacacionales).
Es posible identificar algunas variables psicoló­
gicas que subyacen a la presencia del trastorno y 
que, en muchos casos, aparecen en su inicio y mante­
nimiento, como: a) problemas de autoestima funda­
mentada exclusivamente en función del rendimien­
to; b) necesidad de control y de reconocimiento 
social; c) intenso miedo al fracaso, y d) personalidad 
insegura.
Como otras, esta adicción conlleva un descuido 
importante de otras áreas de la vida del adicto fue­
ra del ámbito laboral que desemboca en relaciones 
familiares deterioradas, aislamiento social, desinte­
rés por las relaciones interpersonales «no producti­
vas», relaciones sexuales programadas y no espon­
táneas y debilitamiento de la salud (p. ej., frecuentes 
alteraciones cardiovasculares relacionadas con el 
estrés) (Salanova, Del Líbano, Llorens, Schaufeli y 
Fidalgo, 2008).
4.7. Adicción al sexo
Se trata de la presencia constante de conductas 
sexuales impulsivas que la persona que las padece 
es incapaz de controlar a pesar de no desear reali­
zarlas. En estos casos, la gratificación personal y 
emocional queda sujeta exclusivamente a la práctica 
del sexo tanto a través de relaciones consentidas con 
adultos como mediante cualquier conducta parafí- 
lica (p. ej., exhibicionismo).
Dependiendo de los casos, este tipo de conduc­
tas puede tener diversas formas, pero son frecuentes 
las referidas a la búsqueda persistente de relaciones 
amorosas y amantes diferentes, la utilización abu­
siva de teléfonos eróticos, la masturbación com­
pulsiva y, como se comentó anteriormente, el uso 
obsesivo de recursos como Internet para acceder 
a páginas eróticas y dar respuesta a las fantasías 
sexuales.
Puesto que se trata de un comportamiento irre­
frenable pero no deseado, suele generar consecuen­
cias negativas para el individuo (mayoritariamente 
varones) que lo padece. Así, suelen ser frecuentes 
los problemas de carácter psicológico (p. ej., depre­
sión, problemas de autoestima, sentimientos de 
culpa), físico (p. ej., infecciones de transmisión se­
xual) y sociales (p. ej., problemas de pareja y labo­
rales).
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5. CARACTERÍSTICAS CLÍNICAS
Desde esta perspectiva, y teniendo claro que las 
adicciones conductuales no producen los mismos 
cambios fisiológicos en el organismo a corto plazo 
ni deterioro orgánico a largo plazo como ocurre en 
las adicciones a sustancias, se establecen varios sín­
tomas nucleares derivados de las similitudes que 
guardan con ellas (Echeburúa, 1999; Griffits, 2005; 
Morahan-Martin y Schumacher, 2000; Muñoz-Ri- 
vas y Agustín, 2005; Young, 2005):
1. Pérdida de control sobre la conducta. El in­
dividuo realiza la conducta a pesar de sus 
intentos por controlarla y/o se siente inca­
paz de controlarla una vez iniciada.
2. Dependencia psicológica. Hace referencia 
al impulso (craving) o deseo de realizar la 
conducta, que se configura como la más im­
portante dentro del repertorio, al dominar 
los pensamientos y sentimientos del indi­
viduo.
3. Tolerancia. Se caracteriza por la necesidad 
de incrementar progresivamente la cantidad 
de tiempo dedicada a la actividad adictiva.
4. Abstinencia. Presencia de reacciones fisioló­
gicas o emocionales como, por ejemplo, la 
aparición de alteraciones del humor, irrita­
ción, impaciencia, inquietud o angustia 
como consecuencia de reducir o de inte­
rrumpir la actividad adictiva.
5. Efectos perjudiciales graves derivados de la 
ejecución de la conducta tanto en el ámbito 
personal como social y laboral (p. ej., aban­
dono de actividades, reducción en la canti­
dad y calidad de las relaciones de amistad).
Asimismo, se ha identificado un conjunto de alte­
raciones que también aparecen en aquellas personas 
que establecen una relación patológica con los recur­
sos tecnológicos (tabla 20.2) (Adés y Lejoyeux, 2003; 
Babín, 2009; Castellana, Sánchez-Carbonell, Graner 
y Beranuy, 2007; Griffits, 1995; Jenaro, Flores, Gó­
mez-Vela, González-Gil y Caballo, 2007; Muñoz- 
Rivas, Navarro y Ortega, 2003; Viñas et al., 2002).
Finalmente, conviene decir que los estudios clíni­
cos disponibles señalan que las adicciones conduc­
tuales y/o tecnológicas presentan una alta comorbi- 
lidad tanto con otros trastornos psicopatológicos
TABLA 20.2
Alteraciones asociadas con las adicciones 
conductuales! tecnológicas
Tipo de alteraciones Descripción
Fisiológicas
D ificultades p ara descansar o 
para relajarse, ansiedad, deterioro 
del estado general, alteraciones en 
la alim entación y el sueño, agita­
ción e irritabilidad (m ucho más 
intensa en adolescentes).
Cognitivas
Polarización atencional hacia la 
conducta, preocupación recurren­
te y obsesiva, pensamiento mági­
co, razonam iento restringido, con­
fusión mental.
Emocionales
Sentim ientos de culpa, negación 
y/o ocultación de la conducta de 
uso frente a uno mismo y ante los 
demás, cam bios bruscos de hu ­
mor, em pobrecim iento afectivo.
En el entorno
A islamiento, disminución o desa­
parición de actividades de ocio 
saludables, desm otivación, bajo 
rendim iento escolar o profesio­
nal, pérdida de relaciones signifi­
cativas, problem as económicos.
(p. ej., trastornos del estado del ánimo, déficit de 
atención con hiperactividad, trastorno obsesivo com­
pulsivo, abuso de sustancias y trastornos de la perso­
nalidad) como con otras adicciones conductuales 
(como ocurre frecuentemente en adictos a Internet y 
al sexo) (Bianchi y Phillips, 2005; Shapira, Goldsmith, 
Keck, Khosla y McElroy, 2000; Shaw y Black, 2008).
Siendo éstas las características clínicas comunes 
de las nuevas adicciones, pasaremos a continuación 
a detallar los elementos clínicos más específicos de 
aquellas que más interés tanto clínico como investi­
gador han suscitado en los últimos años.
6. ETIOLOGÍA Y FACTORES DE RIESGO
Como se ha comentado, en las adicciones con­
ductuales, a pesar de que no exista una sustancia 
química que medie, es posible hablar de una clara
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5 9 2 / Manual de psicopatologia y trastornos psicológicos
dependencia psicológica que limita la vida de los 
individuos que las padecen. En estos casos, muchas 
de las conductas que llevana cabo los adictos no 
son patológicas en sí e incluso, en muchos casos, son 
socialmente aceptadas y valoradas (p. ej., las con­
ductas de uso de las nuevas tecnologías).
El hecho de que este tipo de conductas lleguen a 
configurarse como eje fundamental de la pérdida de 
control y se conviertan en desencadenantes de pro­
cesos de dependencia responsables de respuestas de 
abstinencia cuando el individuo no las realiza tiene 
que ver fundamentalmente con aspectos operantes.
Así, una conducta en el repertorio de la persona 
que provee un estado de gratificación inmediata (fí­
sico y/o psicológico) tenderá a repetirse tal y como 
nos ocurre con la mayor parte de los comportamien­
tos que realizamos a diario (escuchar música, leer, 
hablar con amigos, conducir). El problema se inicia 
cuando esta conducta toma relevancia frente a todas 
las demás del repertorio y se configura como fuente 
principal y exclusiva de gratificación, llevando a la 
persona a ejecutarla no sólo por el placer que pueda 
provocar en sí misma (refuerzo positivo) sino tam­
bién como forma de aliviar sensaciones negativas 
provocadas por la disminución progresiva de otras 
conductas que también eran inicialmente gratifi­
cantes (refuerzo negativo).
Siguiendo a Echeburúa, Corral y Amor (2005a), 
la secuencia habitual que se sigue en cualquier adic­
ción conductual podría resumirse en: a) la conducta 
es inicialmente recompensante y placentera; b) se 
incrementan los pensamientos referidos a la ejecu­
ción de esa conducta cuando no se realiza; c) la con­
ducta tiende a realizarse con mayor frecuencia; d) 
aparece un acentuado deseo de realización a la es­
pera de acceder de forma inmediata a las consecuen­
cias positivas derivadas de su ejecución; e) la reali­
zación persistente de la conducta es justificada por 
el individuo a pesar de la aparición de posibles con­
secuencias negativas (exclusividad); / ) conforme el 
balance de las experiencias negativas se incrementa, 
el individuo comienza a llevar a cabo diversas actua­
ciones para controlar la conducta, obteniendo en la 
mayor parte de esos intentos resultados negativos; 
g) la conducta pierde su capacidad recompensante 
puesto que el individuo sigue realizándola pero, aho­
ra, con el fin de aliviar el malestar generado por su 
realización; h) los períodos de alivio son cada menos 
intensos y de menor duración, e i) el individuo se ve
sometido a la ejecución continua de la conducta 
adictiva, que se escapa de su control aun a pesar de 
generar una grave interferencia en su vida diaria.
Siendo éste el proceso típico por el que una con­
ducta inicialmente adaptativa puede constituirse en 
una conducta patológica y, por ello, ser considerada 
adictiva, es necesario atender a otra serie de factores 
que puedan explicar por qué unos individuos y no 
otros desarrollan este problema conductual.
En esta línea, deben considerarse una serie de 
factores de riesgo o de vulnerabilidad que consisten­
temente se han reconocido en los estudios realiza­
dos como precursores y/o mantenedores de las adic­
ciones conductuales aunque, como puede verse, son 
también factores de predisposición para las adiccio­
nes químicas (tabla 20.3) (Becoña, 2009; Caplan, 
2003; Echeburúa, 1999; Meerkerk, Van den Eijden 
y Garretsen, 2006).
Además de todo ello, y especialmente en las 
adicciones tecnológicas o en aquellas que se desa­
rrollan a través de recursos tecnológicos (p. ej., adic­
ción a páginas pornográficas, adicción al juego en 
línea), debe considerarse que, a pesar de que la crea­
ción y el desarrollo de las tecnologías de la informa­
ción y de la comunicación (TIC) tienen objetivos 
bien diferentes, características relativas a su diseño, 
accesibilidad y formato hacen que sean susceptibles 
de afectar también a la voluntad de control de aque­
llos individuos que poseen determinadas rasgos o 
variables de predisposición.
Así, es importante considerar aquellas peculia­
ridades inherentes a las nuevas tecnologías que aña­
den a su uso propiedades especialmente reforzantes 
(casi comparables a las de las sustancias químicas), 
mucho más para aquellos individuos vulnerables 
(Saldaña, 2001; Sánchez-Carbonell y Beranuy, 2007): 
a) facilidad de acceso a los contenidos adictivos 
(sexo, juegos, apuestas, relaciones); b) inmediatez del 
acceso, velocidad y variedad de las actividades a las 
que se accede; c) bajo coste (tarifas asequibles para 
una gran mayoría); d) intimidad; e) presencia de 
múltiples componentes estimulares (luces, sonidos, 
canciones);/) posibilidad de personalizar el recurso 
(carcasas, colores); g) anonimato, posibilidad de 
construir identidades ficticias (avatares); h) facili­
dad para socializar y sentirse miembro de un grupo; 
i) posibilidad de estar en contacto continuo y per­
manente con otros o con contenidos adictivos (esti­
mulación social inmediata); j) consecuencias nega-
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Las nuevas adicciones / 593
TABLA 20.3
Factores de riesgo!predisposición asociados a las adicciones conductualesltecnológicas
Tipo de factor Descripción
Individual
— > Presencia de limitaciones físicas o de movimiento.
— Déficit en habilidades sociales/falta de estim ulación social.
— Presencia de trastornos de la personalidad.
— Abuso de sustancias o ex adictos.
— C aracterísticas de la personalidad: baja autoestim a, búsqueda de sensaciones, impulsividad, in­
troversión.
Variables emocionales: carencias afectivas, sentim ientos de inadecuación, timidez o retraimiento, 
infelicidad, necesidad de afecto.
— Déficit cognitivos (atención dispersa).
— Rasgos obsesivos compulsivos.
Familiar
— Separación, divorcio, jubilación.
— Relaciones familiares desestructuradas.
— Cohesión fam iliar débil.
Social — Nivel de estudios medio.
— Presión social.
tivas derivadas de uso demoradas (facturas); k) po­
sibilidad de incrementar la percepción de control 
sobre otros, y /) posibilidad de combinar dos tipos 
de comunicación al tiempo (oral y escrita).
7. EVALUACIÓN
Como en todos los casos, la evaluación clínica 
de las adicciones conductuales debe realizarse con 
el tin de recoger la información necesaria para poder
efectuar un adecuado análisis funcional de la/s con- 
ducta/s adictiva/s que aporte datos suficientes para 
entender el mantenimiento de ésta y la función que 
cumplen en la vida del individuo.
Debe ser completada con aquellos datos relevan­
tes sobre su origen, configurando así una formula­
ción de clínica que se adecúe al caso y que facilite el 
diseño de los objetivos de intervención (figura 20.1).
Para llegar a este fin, el clínico puede utilizar, 
además de las técnicas de evaluación clínica habi-
Variables
históricas
t Calidad y cantidad 
\ de reforzadores 
esperados
Variables
familiares
ANÁLISIS FUNCIONAL 
DE LA CONDUCTA ADICTIVA Grado de 
interferencia
Variables ,
personales \ / Función que cumple
FORMULACIÓN CLÍNICA DEL CASO
Figura 20.1.—Finalidad del proceso de evaluación de la conducta adictiva.
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5 9 4 / Manual de psicopatologia y trastornos psicológicos
tuales, como la entrevista conductual, la observa- forma expresa para la evaluación de las adicciones 
ción directa y/o los autorregistros, algunos instru- conductuales y/o tecnológicas. En las tablas 20.4 y 
mentos estandarizados y protocolos diseñados de 20.5 se recogen algunos de los más utilizados.
TABLA 20.4
Instrumentos diseñados para la evaluación de las adicciones conductuales
Adicciones
conductuales Instrumentos de evaluación
D ependencia 
del ejercicio 
físico
- «Escala de dependencia del ejercicio» (Exercise Dependence Scale; H ausenblas y Down, 2002). 
C onsta de 21 ítems que recogen siete dimensiones (tolerancia, abstinencia, afectación de la inten­
ción, pérdida de control, tiempo, reducción en otras actividades, continuidad).
- «Inventario de adicción al ejercicio-Form a breve» (Exercise Addiction Inventory-Short form; Terry, 
Szabo y Griflfits, 2004). M ide una única dim ensión sobre el grado de riesgo para la adicción alejercicio.
Adicción 
al sexo
- «Test de cribado de la adicción sexual» (Sexual Addiction Screening Test, SAST; Carnes, 1991). 
C onsta de 25 preguntas y ayuda al profesional a discrim inar entre com portam ientos adictivos y 
no adictivos.
- «Inventario de dependencia sexual-revisado» (Sexual Dependency Inventory-revised, SD I-R; C ar­
nes y Delm onico, 1996). Consiste en seis secciones que evalúan la presencia de com portam ientos 
específicos y adem ás valoran la historia sexual del adicto y la evolución del problema.
Adicción 
al trabajo
- «Test de riesgo de adicción al trabajo» ( Work Adiction Risk Test, WART; Robinson, 1998). A dap­
tación al castellano por Fernández-M ontalvo y Echeburúa (1998). C onsta de 28 ítems tipo Likert 
que inform an de ausencia del problema, presencia media y presencia clara de adicción al trabajo.
Adicción 
a las 
com pras
- «C ribado clínico para com pradores compulsivos» (Clinical Screenerfor Compulsive Buying, CSCB; 
Faber y O ’G uinn, 1992). Escala unidimensional con adecuados puntos de corte para el diagnós­
tico de la adicción.
TABLA 20.5
Instrumentos diseñados para la evaluación de las adicciones tecnológicas
Adicciones
tecnológicas Instrumentos de evaluación
Adicción 
a Internet
- «Problemas relacionados con Internet» (PRI; De G racia, Vigo, Fernández y M arcó, 2002). Cons­
ta de 19 ítems que recogen los criterios adaptados del D SM -IV del abuso de sustancias y juego 
patológico.
— «Cuestionario de experiencias relacionadas con Internet» (C ER F Beranuy, Cham arro, G raner y 
Carbonell, 2009). C onsta de 10 ítems que evalúan repercusiones individuales del uso de Internet, así 
como la inversión temporal-progresiva y los conflictos sociales-relacionales que se derivan de su uso.
Adicción 
al teléfono 
móvil
— «C uestionario de experiencias relacionadas con el móvil» (C E R M ; Beranuy, C ham arro, G raner 
y C arbonell, 2009). C onsta de 10 ítems que evalúan los conflictos intra e interpersonales derivados 
del uso abusivo del móvil, así com o la com unicación problem ática.
- «Escala de uso problem ático del teléfono móvil» (Mobile Phone Problem Usage Sacie, MPPUS; 
Bianchi y Phillips, 2005). C om puesta de 27 ítems, que evalúan aspectos relacionados con el uso 
problem ático del móvil (tolerancia, escape para otros problemas, abstinencia, ansia y consecuen­
cias negativas).
Adicción 
a los
videojuegos
- «Problem as con los videojuegos» (Problem Video Game Playing, PVP; Tejeiro y M orán, 2002). 
M ide aspectos relativos al uso de los videojuegos (p. ej., frecuencia y duración del juego, tipo del 
sistema de videojuego utilizado).
© Ediciones Pirámide
Las nuevas adicciones / 595
8. TRATAMIENTO
Puesto que las adicciones conductuales compar­
ten con las adicciones químicas aspectos comunes 
en cuanto a su inicio y mantenimiento, los progra­
mas de intervención propuestos son similares (Ca- 
rroll, 2005; Pérez de Cobos, Valderrama, Cervera y 
Rubio, 2006).
Para las adicciones conductuales en general, el 
programa propuesto por Echeburúa, Corral y Amor 
(2005a) y Echeburúa (2009) es el más detallado, y se 
asienta en objetivos coherentes con los programas 
de tratamiento al uso para las adicciones a sustan­
cias. Además, propone como finalidad última de la 
intervención conseguir no la abstinencia total, como 
ocurre en las adicciones químicas, sino el reaprendi­
zaje del control de la conducta por parte de los pa­
cientes al tratarse de conductas que resultan nece­
sarias para la vida cotidiana (p. ej., seria poco 
adaptativo e incluso poco realista plantear como 
objetivo terapéutico que un adolescente no volviera 
a utilizar el móvil para comunicarse o dejara de co­
nectarse a la red).
En líneas generales, este programa consta de los 
siguientes elementos: a) motivación para el cam­
bio; b) análisis de los estímulos asociados a la adic­
ción; c) control de estímulos asociados a la adicción; 
d) exposición a estímulos; e) aprendizaje de estra­
tegias de solución frente a problemas específicos, y 
f ) prevención de recaídas.
Además de este programa aplicable al tratamien­
to de las adicciones conductuales en general, existen 
algunas indicaciones específicas para el caso de las 
adicciones tecnológicas, como la adicción a Inter­
net, aunque aplicables a otras adicciones similares 
(Young, 1999). Éstas son:
Romper los hábitos de conexión. Después de 
conocer detalladamente los hábitos de cone­
xión del paciente (p. ej., número de veces, 
lugar, tiempo total de conexión), pueden 
proponerse cambios concretos cuya finali­
dad es alterar la rutina y promover la adap­
tación a un nuevo estilo de vida. Así, por 
ejemplo, si el hábito que se mantenía es co­
nectarse nada más llegar a casa después del 
trabajo, podemos sugerir que lo haga des­
pués de cenar o pasado un tiempo suficiente 
que rompa la secuencia.
- Fijar metas. Establecer un horario de cone­
xión que sea realista incorporando espacios 
de conexión cortos pero frecuentes que fo­
menten la sensación de control.
- Utilizar interruptores externos. Elaborar una 
lista de recursos que el paciente puede utili­
zar para ayudarle a controlar el tiempo de 
conexión (p. ej., alarmas de tiempo, relojes).
- Uso de tarjetas recordatorias. Consiste en la 
elaboración de tarjetas en las que aparezcan 
los beneficios de la reducción del uso del 
recurso junto con las consecuencias deriva­
das de él con el fin de utilizarlas justo antes 
de la conexión o exponerlas delante del te­
clado.
- Abstinencia de la aplicación especifica. En el 
caso de que el paciente esté enganchado a 
una aplicación concreta, puede sugerirse que 
deje de utilizarla sin abandonar el uso del 
recurso en sí. Así, en el caso de adictos a 
chats, podemos bloquear estas entradas, 
pero no otras como los navegadores web o 
el uso del correo electrónico.
Incorporar herramientas y recursos de preven­
ción. Utilización de programas específicos 
instalables en el ordenador que bloquean el 
acceso a contenidos, limitan el tiempo de 
conexión y/o facilitan un registro de las 
webs que se visitan en cada conexión (p. ej., 
Firefox).
9. CONCLUSIONES Y TENDENCIAS 
FUTURAS
El estudio de las nuevas adicciones es, sin duda, 
uno de los grandes retos de la psicología de nuestros 
días. Prácticamente inexistentes hasta hace pocos 
años, se han configurado en la actualidad como una 
realidad clínica y social que cada vez demanda ma­
yor atención no sólo en el campo de la investigación 
sino también en el marco de la intervención clínica.
A pesar de que cuando hablamos de este tipo de 
adicciones nos centramos en conductas constante­
mente llevadas a cabo por millones de personas 
(p. ej., comprar, practicar sexo, utilizar Internet o 
hacer uso del móvil) y que, inicialmente, son consi­
deradas adaptativas puesto que forman parte del 
desarrollo y de la vida social, en la práctica clínica
Ediciones Pirámide
5 9 6 / Manual de psicopatologia y trastornos psicológicos
cada vez es mayor el número de personas que se 
sienten incapaces de ejercer un control sobre ellas 
con graves consecuencias personales.
Aunque todavía el conocimiento de las claves 
explicativas de estos fenómenos se encuentra en de­
sarrollo, el reto futuro de los investigadores y de los 
profesionales de la salud se centra es dos aspectos 
fundamentales. Por una parte, el desarrollo de estu­
dios clínicos que aporten datos suficientes para de­
terminar los criterios diagnósticos de este tipo de
trastornos que faciliten su adecuada categorización 
(bien dentro de la categoría de trastornos adictivos, 
bien dentro de los trastornos relativos al control de 
los impulsos). Y, por otra, sin duda, responder a las 
demandas clínicas existentes estableciendo pautas 
de actuación útiles y eficaces para su tratamiento 
siendo conscientes de que, en el caso que nos ocupa, 
nuestras intervenciones deberán adaptarse con rapi­
dez a los cambios sociales y tecnológicos, en conti­
nuo desarrollo.
LECTURAS RECOMENDADAS
Adès, J. y Lejoyeux, M. (2003). Lasnuevas adicciones: 
Internet, sexo, deporte, compras, trabajo, dinero. Bar­
celona: Kairós.
Echeburúa, E. (1999). ¿Adicciones sin drogas? Las nuevas 
adicciones (juego, sexo, comida, compras, trabajo. 
Internet). Bilbao: Desclée de Brouwer.
Echeburúa, E., Labrador, F. J. y Becoña, E. (2009). Adic­
ción a las nuevas tecnologías en adolescentes y jóvenes. 
M adrid: Pirámide.
Gómez-Peña, M ., Sans, B., Á lvarez-M oya, E. M ., Ayma- 
mi, M. N. y Jiménez, S. (2005). Tratam iento cogniti- 
vo-conductual de la com pra compulsiva. Análisis y 
Modificación de Conducta, 135, 25-56.
Muñoz-Rivas, M. J. (dir.) (2005). Nuevas adicciones: ac­
tualización, descripción y tratam iento . Psicología 
Conductual, 13. M onográfico.
Ediciones Pirámide
Las nuevas adicciones / 597
CASO CLÍNICO DE ADICCIÓN A LOS VIDEOJUEGOS
Natalia Redondo Rodríguez y Marina J. Muñoz-Rivas
1. Presentación del caso
Datos sociodemográficos
Laura es una mujer de 42 años, viuda y dedica­
da a las tareas del hogar. Vive con sus tres hijos (dos 
hijas de 23 y 10 años respectivamente y un niño de 
7 años). Económicamente no necesita trabajar, ya 
que su marido tenía un buen empleo y su situación 
económica es buena.
No tiene hermanos. Su padre murió hace 12 
años y su madre tiene 71 años y vive en otra provin­
cia, por lo que el contacto es básicamente telefónico. 
Con sus cuñados y suegros desde que murió su ma­
rido no ha tenido contacto físico, aunque sí llaman 
a menudo para preguntar y hablar con sus hijos.
Cursó bachillerato con buenas notas. Era muy 
buena estudiante y llegó a realizar la selectividad. 
Según ella, de no haberse casado en ese momento, 
habría estudiado Biología.
Análisis de la situación actual
La paciente informa de que se siente «engancha­
da» a un videojuego de rol multijugador masivo en 
línea, llamado World o f Warcraft. El juego consiste 
en controlar a un personaje que va explorando el 
entorno luchando contra monstruos y contra otros 
jugadores mientras completa diferentes misiones 
que se van planteando.
La paciente sufre este problema desde hace un 
año y medio aproximadamente, coincidiendo con el 
momento en que se queda viuda. Aunque inicial­
mente sólo jugaba un par de horas al día antes de 
acostarse cuando sus hijos ya se habían ido a la 
cama, desde hace cinco meses dedica gran parte del 
día a jugar.
Acude a consulta en primer lugar porque ve que 
la situación «se le está yendo de las manos». Está 
descuidando el cuidado de sus hijos pequeños hasta 
tal punto que es incapaz de madrugar (se acuesta 
muy tarde debido al juego) y, ya en las últimas se­
manas, han tenido que ir solos al colegio. Desde el 
centro escolar se han puesto en contacto con ella,
ya que han advertido que los niños han disminuido 
su rendimiento académico y se están comportando 
de manera más conflictiva.
En segundo lugar, es su hija mayor la que le ha 
hecho ver que la situación no puede continuar así 
y la ha instado a acudir a terapia. No quiere ver a 
sus hermanos desatendidos, y tampoco quiere verse 
sobrecargada con tareas de la casa que su madre ya 
no realiza, ya que ella trabaja y estudia.
La paciente se encuentra completamente aislada 
del mundo real. No sale, no tiene amigos, no realiza 
actividades agradables fuera de casa de ningún tipo. 
Una de las pocas actividades que sigue realizando 
es ir a comprar una vez cada 15 días con su hija 
mayor, que le lleva en coche, y también sale si tiene 
que llevar a alguno de sus hijos al médico. Por lo 
demás, está totalmente aislada en su mundo «vir­
tual».
2. Análisis funcional del problema
Antecedentes
Situacionales
Estar en casa en el ordenador de la habita­
ción de su hija mayor cuando ella no está.
- Cualquier lugar de la casa (con el portátil) 
cuando su hija mayor está en casa.
Todos los días de la semana. No hay dife­
renciación entre días de diario y fines de se­
mana.
Contextúales
Conectarse y hablar con otros jugadores a 
través de redes sociales en Internet.
- Recibir llamadas de otros jugadores conoci­
dos de su misma «hermandad» (término uti­
lizado en el juego).
- Al levantarse por las mañanas.
Después de comer a mediodía.
- Cuando sus hijos se van a dormir por la 
noche.
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598 / Manual de psicopatologia y trastornos psicológicos
Conducta problema
A n iv e l m o to r
- Ritual de juego: en la actualidad juega unas 
14 horas diarias, los siete días de la semana. 
Se levanta más o menos a las 11 de la maña­
na y directamente se conecta para jugar. A 
las 15 horas, cuando llegan sus hijos peque­
ños del colegio, para el juego para hacerles 
algo rápido de comida, fundamentalmente 
latas o platos precocinados. Termina de co­
mer a las 15:30 y vuelve a jugar durante toda 
la tarde. En algunas ocasiones ni siquiera 
para a comer y en las últimas semanas les ha 
dicho a sus hijos pequeños que se abrieran 
ellos mismos unas latas y comieran «lo que 
pillaran de la nevera». Aproximadamente a 
las 21 horas para de jugar para hacer algo de 
cena y bañar a los niños. A esta hora llega su 
hija mayor de trabajar, por lo que ya no vuel­
ve a jugar hasta que sus tres hijos se van a 
dormir. Así evita las reprimendas de su hija 
mayor, aunque estas horas en que no puede 
jugar las pasa con mucho nerviosismo. Desde 
las 12 de la noche, hora en la que todos están 
acostados, hasta las cinco de la madrugada 
continúa jugando, hasta que se va a la cama.
A n iv e l c o g n it iv o
— Expectativas sobre los efectos: sentimientos 
de placer y bienestar cuando está jugando. 
Eliminación de la ansiedad, el malestar y el 
nerviosismo que aparecen cuando no juega.
- Creencias y mitos: desde hace un mes, que 
empezaron a llamar del colegio, asume que 
tiene un problema y que debe reducir el 
tiempo que dedica a jugar y a estar conecta­
da a Internet. Hasta ese entonces, pensaba 
que controlaba las horas que dedicaba a ju­
gar al día y opinaba que era totalmente nor­
mal que tuviera una afición como tantas 
otras personas la tienen: «en algo tengo que 
entretenerme y no hago daño a nadie». 
Pensamientos antes del juego:
• Referentes a su familia: «por qué no se 
irán a la cama de una vez», «voy a bañar 
al niño rápido a ver si se acuestan y puedo 
jugar sin ruido y sin que me molesten».
• Referentes al juego: «¿qué estará pasando 
con la batalla mientras no juego?», «hay 
que conseguir defender la Fortaleza de 
Conquista de Invierno como sea».
- Pensamientos durante del juego:
• Referentes a su familia: «ya han llegado, 
tengo que parar, con la racha tan buena 
que llevaba», «bueno, hago la comida en 
un momento y en media hora estoy aquí».
• Referentes al juego: «tengo que conseguir 
completar la misión», «no hemos conse­
guido nada, ¡este equipo es un lastre!».
— Pensamientos después del juego:
• Referentes a su familia: «si se acostaran 
ya, estaría jugando», «he parado en el me­
jor momento, a ver si comen rápido...».
• Referentes al juego: «¡cómo he podido fa­
llar!, en cuanto vuelva después de la cena 
tengo que capturar al menos tres zonas 
clave...».
A nivel fisiológico
— Antes del juego: taquicardia, aumento de la 
temperatura corporal y nerviosismo.
- Durante el juego: tensión muscular, rigidez 
en las mandíbulas, ojos resecos y se muerde 
el labio.
- Después del juego: cansancio, dolor muscular 
(sobre todo en la espalda) y desorientación.
A nivel afectivo
— Enfado si la interrumpen.
— Euforia y placer durante el juego.
— Irritabilidad y tristeza cuando no juega.
Consecuencias
- Placer y sensación de bienestar (refuerzo po­
sitivo).
— Excitación (refuerzopositivo).
- Alivio del malestar (tristeza, irritación, ner­
viosismo) ocasionado por la abstinencia (re­
fuerzo negativo ).
— Desaparición de los pensamientos relaciona­
dos con la necesidad de jugar (refuerzo ne­
gativo).
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Las nuevas adicciones / 599
- Desaparición de los pensamientos relaciona­
dos con sus problemas de la vida diaria (re­
fuerzo negativo).
- Desaparición de la sensación de soledad (re­
fuerzo negativo ).3. Instrumentos de evaluación
Además de diversas entrevistas clínicas, se utiliza­
ron los siguientes instrumentos de evaluación clínica:
«Inventario de depresión de Beck» (Beck 
Depression Inventory, BDI; Beck, Ward, 
Mendelson, Mock y Erbaugh, 1961). Eneste 
cuestionario la paciente obtuvo una puntua­
ción de 19 (riesgo de depresión clínica).
- «Inventario SCL-90-R» (Symptom Checlist- 
90-R; Derogatis, 1994). Los percentiles obte­
nidos en las subescalas fueron los siguientes: 
somatización = 40 (1,57); obsesivo com­
pulsivo = 90 (3,5); sensibilidad interperso­
nal = 95 (3,25); depresión = 99 (3,91); an­
siedad = 75 (2,5); hostilidad = 95 (3,6); 
ansiedad fóbica = 85 (2,6); ideación paranoi- 
de = 55 (1,4); psicoticismo = 90 (2,6); GSI 
(índice somático general) = 90 (2,91).
- «Evaluación internacional de los trastornos 
de la personalidad» (International Persona­
lity Disorder Examination, IPDE; Loranger 
et al., 1994). El punto de corte es 3, y las 
puntuaciones obtenidas por Laura fueron: 
á) paranoide (3); b) esquizoide (1); c) diso­
cial (4); d) impulsivo (5); e) límite (4);/) his- 
triónico (3); g) anancástico (2); h) ansioso 
(3), e i) dependiente (4).
«Escala de evaluación del cambio de la Uni­
versidad de Rhode Island» (University o f 
Rhode Island Change Assesment Scale, URI­
CA; McConnaughy, DiClemente, Prochaska 
y Velicer, 1989). Estadios de cambio (escala 
de 1-5). Se encuentra en el estadio de con­
templación (puntuación = 4,75).
- Autorregistros. Se le solicitó a la paciente que 
llevara a cabo dos tipos de autorregistro por 
15 días. El primero sobre todas las activida­
des que realiza a lo largo del día y el tiempo 
que dedica a cada una de ellas; y el segundo, 
sobre qué ocurre, qué piensa, qué siente y 
qué hace, antes, durante y después de jugar.
Respecto a variables de la adicción propia­
mente dicha, podemos decir que desde hace 
cinco meses juega a diario una media de 14 
horas. El máximo de horas que ha jugado en 
un solo día han sido 18 horas, no ha tenido 
ningún período de abstinencia y sólo juega a 
un videojuego concreto. Gasta en esta adic­
ción 60 euros al mes, que es el precio de la 
conexión a Internet de alta velocidad.
4. Análisis histórico
Hasta la aparición de la adicción, la paciente 
siempre había sido una persona muy responsable, 
desde muy joven, con gran capacidad de trabajo y 
compromiso con su familia. Siempre ha sido una 
mujer muy tímida. Le cuesta hacer nuevas amistades 
y abrirse a los demás. A pesar de todo ello, posee 
buenas habilidades sociales y de comunicación, aun­
que sí le cuesta iniciar conversaciones con gente que 
no conoce, e incluso cuando conoce a las personas 
prefiere escuchar y mantenerse en un segundo plano 
en las interacciones sociales.
Su primera relación sentimental fue con el que 
luego se convertiría en su marido. Se casó embara­
zada de su primera hija (19 años) y nunca llegó a 
trabajar fuera de casa, aunque sí terminó el bachi­
llerato. Desde entonces, se dedicó plenamente a su 
familia. Al casarse tan joven y adquirir responsabi­
lidades tan pronto, su vida social se redujo, abando­
nando las amistades del colegio y del instituto por 
falta de contacto con los años.
Antes de la muerte de su marido, su grupo de 
apoyo social se reducía a los amigos del trabajo de 
su marido y a algunas vecinas y madres de otros 
niños del colegio de sus hijos, con las que de vez en 
cuando tomaba un café, pero que en ningún caso se 
podían considerar amigas. Tras la muerte de su ma­
rido, dejó de salir y de frecuentar a las antiguas amis­
tades, ya que eran todos conocidos de su marido. 
Así, poco a poco, fue aislándose cada vez más, aun­
que cuenta con el apoyo de su madre y sus tres hijos.
Adquisición del problema
La paciente no había jugado nunca a videojue­
gos de los que podemos llamar «clásicos», aunque 
sí los conocía y estaba habituada al manejo de «vi­
© Ediciones Pirámide
6 0 0 / Manual de psicopatologia y trastornos psicológicos
deoconsolas», ya que sus hijos sí las tienen y las 
utilizan habitualmente y alguna vez ha jugado con 
ellos, pero simplemente para ayudarles o estando 
con ellos, nunca ella sola. Tampoco había sido nun­
ca usuaria de Internet, salvo para buscar informa­
ción para ayudar a sus hijos con trabajos de clase o 
para hacer algún tipo de trámite.
Es al morir su marido cuando empieza a dispo­
ner de mucho tiempo libre, sobre todo cuando su hija 
mayor comenzó a trabajar y sus otros dos hijos se 
iban al colegio. Es en esos momentos cuando más 
sola se sentía y era más consciente de la muerte de 
su marido. Al sentirse sola, la tristeza la invadía, no 
tenía ganas de nada y, con el juego, se evadía de esa 
tristeza. Según ella, «al entretenerse al menos no pen­
saba en otras cosas», se quedaba absorta y plena­
mente concentrada en el juego. El número de horas
que dedicaba al juego ha ido aumentando progresi­
vamente, desde un par de horas al día al principio, 
por las mañanas, cuando estaba sola, hasta las 13-14 
horas que juega en la actualidad.
5. Diagnóstico del trastorno según el DSM- 
IV-TR y formulación clínica del caso
Diagnóstico multiaxial
Eje I: F 63.9 Trastorno de control de impulsos
no especificado [312.30],
Eje II: Z03.2 Ausente [V71.09],
Eje III: Sin diagnóstico.
Eje IV: Problemas relativos al grupo primario 
de apoyo (relaciones problemáticas con 
madre e hijos), al ambiente social (re-
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Las nuevas adicciones / 6 0 1
ducción extrema de red social y falta de 
amigos.
Eje V: EEAG = 50.
Formulación clínica del caso
La adicción al juego que sufre la paciente tiene 
un punto de partida claro con la muerte de su ma­
rido. En ese momento se ponen de manifiesto las 
carencias en la vida social de la paciente; existían 
antes del fallecimiento de su marido, pero es a par­
tir de ese acontecimiento cuando toman máxima 
relevancia y predisponen a la conducta problema. 
Esos factores de predisposición son el hecho de que 
desde que contrajo matrimonio, muy joven, siempre 
se ha relacionado socialmente con los amigos y el 
entorno de su marido, no teniendo amistades pro­
pias y no habiendo trabajado nunca fuera de casa, 
ya que su única ocupación siempre fue cuidar de su 
familia. Todo ello desencadena que la paciente ten­
ga problemas a la hora de relacionarse a nivel social 
y de entablar nuevas amistades, lo que a su vez in­
fluye en que aparezcan pensamientos negativos re­
lacionados con su estado de soledad y con su inca­
pacidad para hacer amigos.
Cuando muere su marido, disminuye su estado 
de ánimo, viéndose afectada también su autoestima, 
lo que la lleva a reforzar sus pensamientos y creen­
cias negativas sobre sí misma, que a su vez empeo­
ran cada vez más su estado de ánimo.
A partir de ahí, con su nueva situación vital sin 
su marido (y sus correspondientes amistades) y con 
un bajo estado de ánimo, deja de implicarse en ac­
tividades agradables, se aísla y empieza a jugar, in­
crementando con el paso del tiempo el número de 
horas dedicadas para sentirse bien, evitar sentirse 
sola, evadirse y dejar de pensar en sus problemas 
cotidianos, así como para aliviar el síndrome de abs­
tinencia que aparece cuando no juega. A su vez, el 
juego hace que su vida gire en torno a él y que cada 
vez se aísle más y evite implicarse en otras activi­
dades que no sean jugar, lo que refuerza que la 
conducta problema se mantenga en el tiempo (figu­
ra 20.2).
6. Resumen del tratamiento
En la tabla 20.6 se presenta un resumen de los 
objetivos fundamentales del tratamiento junto con 
las técnicas y recursos utilizados.
TABLA 20.6
Plan de tratamiento y recursos clínicos utilizados
Área a trabajar Objetivos Técnicas
Personal
D eshabituación psicológica:
- Superar el deseo de jugar.
— C ontrol fam iliar para la paciente.
— Diseño am biental.
- Devolución de inform ación.
- Explicación del análisis funcional.
- C ontrol de estímulos.
- Autoexposición con prevención de respuesta.
Cam bio de estilo de vida:
- Program ación d iaria de actividades.- Fom entar actividades placenteras. 
— C am biar autoim agen.
- M ejorar la autoestim a.
- M ejora en solución de problemas.
- Entrenam iento en solución de problemas.
- E ntrenam iento en autoinstrucciones.
- Program ación de actividades diarias.
- R eestructuración de pensam ientos irraciona­
les sobre el juego.
Prevención de recaídas. - Entrenam iento en identificación de situacio­
nes de riesgo.
- Análisis de situaciones de riesgo.
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6 0 2 / Manual de psicopatologia y trastornos psicológicos
TABLA 20.6 (continuación)
Area a trabajar Objetivos Técnicas
Familiar
- Fom entar la abstinencia.
- M ejora de la com unicación familiar.
- M ejora de la solución de problem as fam i­
liares.
- Apoyo fam iliar y emocional.
Prevención de crisis y recaídas.
- E ntrenam iento en control estimular.
- E ntrenam iento en habilidades de com unica­
ción: asertividad, realizar críticas, escucha 
activa.
- E ntrenam iento en solución de problemas fa­
miliares y resolución de conflictos.
- E ntrenam iento en la identificación de crisis.
O tras áreas
— M ejorar su red social.
— E vitar aislam iento.
- Im plicación en actividades de ocio fuera de 
casa: culturales, deportivas.
— Entrenam iento en habilidades sociales y de 
comunicación.
Planificación diaria de actividades.
- Program ación semanal de actividades de ocio 
fuera de casa.
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