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WILLIAM H. CORMIER y L. SHERILYN CORMIER con colaboradores ESTRATEGIAS DE ENTREVISTA PARA TERAPEUTAS Habilidades básicas e intervenciones cognitivo-conductuales 3.' Edición BIBLIOTECA DE PSICOLOGÍA DESCLÉE DE BROUWER 7 Conceptualizar los problemas del cliente Paciente internado: ¿Por qué la gente siempre trata de evitarme? Estudiante: Ni siquiera puedo hablar con mi madre. ¡Vaya situación! Persona incapacitada: Desde que sufri este accidente de tráfico y tuve que cambiar de trabajo parece que no consigo establecerme. Anciano: Me parece que ya no puedo hacer nada bien, y me siento muy deprimido todo el tiempo. Estas declaraciones de clientes son representativas de los tipos de problemas que presentan diariamente los clientes al terapeuta. Uno de los aspectos en común de estos y otros clientes es que la presentación inicial de su problema es frecuen- temente vaga o ambigua. El terapeuta puede traducir la afirmación vaga del cliente en una descripción más específica del problema mediante ciertas destrezas asociadas a la evaluación de los problemas. En el Capítulo 8 se muestra una forma de aplicar este marco de trabajo en la situación de entrevista. OBJETIVOS Al finalizar este capítulo, dadas dos descripciones de casos de clientes, usted será capaz de identificar por escrito: l. Los problemas de conducta del cliente. 2. Si los problemas de conducta son visibles o encubiertos. 3. Las condiciones antecedentes que contribuyen. 4. Las consecuencias y efectos secundarios. 5. La forma en que cada consecuencia influye sobre las conductas proble- máticas. 202 CONCEPTUALIZAR LOS PROBLEMAS DEL CLIENTE ¿EN QUÉ CONSISTE LA EVALUACIÓN? La evaluación de problemas consiste en procedimientos e instrumentos que se emplean para recoger y procesar la información de la cual se derivará todo el programa terapéutico. La evaluación persigue seis objetivos: 1. Obtener información sobre el problema que plantea el cliente y sobre el resto de los problemas relacionados con él. 2. Identificar las variables determinantes asociadas al problema. 3. Detenninar las expectativas/metas del cliente para los resultados de la terapia. 4. Obtener los datos de línea base con la que se compararán los resultados siguientes para evaluar el progreso del cliente y los efectos de las estrategias de tratamiento. Esta evaluación facilita al terapeuta la decisión de continuar o modificar el plan de tratamiento o la estrategia de intervención. 5. Educar y motivar al cliente compartiendo con él sus puntos de vista sobre el problema, aumentando la receptividad del cliente al tratamiento y contribuyendo al cambio terapéutico mediante la reactividad (es decir, cuando cambia el comportamiento como consecuencia de la entrevista o procedimiento de evaluación más que como resultado de una acción particular o estrategia de cambio). 6. Para emplear la infonnación que se ha obtenido del cliente en planificar estrategias e inter- venciones terapéuticas efectivas. La información que se obtiene durante el proceso de eva- luación debería ayudamos a responder la siguiente pregunta: «¿Qué tratamiento, desarrollado por quién, es más conveniente para este individuo con ese problema específico y bajo qué circunstancias?» (Paul, 1967, p. 111). Este capítulo se centra fundamentalmente en los dos objetivos primeros de la evaluación que se han citado anteriormente: definir el problema e identificar las variables determinantes asociadas al problema. El próximo apartado presenta di- versas formas de conceptualizar los problemas del cliente. MÉTODOS PARA CONCEPTUALIZAR LOS PROBLEMAS DEL CLIENTE Entrevistar al cliente o implicarle en otros procedimientos de evaluación es sólo una parte del proceso general de evaluación en la terapia. Igualmente importante es la actividad mental manifiesta o encubierta del terapeuta durante el proceso. Normalmente el terapeuta obtiene gran cantidad de información sobre el cliente durante esta fase de la terapia. La información es de poco valor o uso salvo que el terapeuta pueda integrarla y sintetizarla. Las tareas del terapeuta durante el proceso de evaluación consisten en saber qué información obtener y cómo con- seguirla, integrarla de alguna forma significativa y utilizarla para generar presen- timientos clínicos o hipótesis sobre los problemas del cliente (supuestos que con- ducen a ideas sugerentes para planificar tratamientos). Esta actividad mental del terapeuta se denomina «conceptualización», que hace referencia simplemente a la forma de pensar del terapeuta sobre la configuración del problema del cliente. ESTRATEGIAS DE ENTREVISTAS PARA TERAPEUTAS 203 Los métodos de evaluación que describimos más adelante en este capítulo y en el próximo, y en particular nuestro modelo de entrevista de evaluación, se basan en un modelo de conceptualización que venimos empleando durante años en la práctica docente y clínica. Kanfer y Saslow (1969) describieron inicialmente los orígenes de este modelo. Antes de describir en detalle nuestro modelo, nos gustaría describir otros tres modelos de conceptualización de casos o clientes propuestos por Swensen (1968), Seay (1978) y Lazarus (1976, 1981) que han influido sobre el desarrollo de nuestro modelo clínico de conceptualización de problemas. Los cuatro modelos de conceptualización que presentamos en este capítulo tienen algunas características distintivas pero son también similares en algunos aspectos. En primer lugar, representan un marco de trabajo que puede utilizar el terapeuta para generar presentimientos (suposiciones elaboradas) sobre el problema que presenta el cliente. En segundo lugar, todos ellos reconocen que un problema de conducta normalmente es multifactorial y afecta tanto al comportamiento como a la forma de pensar y sentir de las personas. Por último, proporcionan información sobre el problema que el terapeuta puede utilizar para seleccionar y planificar tratamientos relevantes. Aunque la mayor parte del capítulo se centre en nuestro modelo de conceptualización de casos, presentamos otros tres diferentes porque históricamente son importantes en la evolución de los modelos de conceptualización de casos y porque ésto permite al lector observar los problemas del cliente desde diferentes perspectivas. Modelo de Conceptualización del Problema de Sweuseu: En base a los trabajos de Lewin (1951) y Pascal (1959), Swensen elaboró un modelo de conceptualización de casos que sigue la siguiente fórmula: Conducta desviada (sintomatología; resultados no deseados) = Función del grado de estrés, conductas, hábitos y defensas desajustadas versus capacidades, apoyos y hábitos y defensas adaptadas Conducta desviada. La conducta desviada hace referencia a cualquier conducta que sea diferente de lo típico u ordinario y sería lo esperado en una persona con un rol similar y puede incluir una sintomatología como sentimientos de ansiedad o depresión o más raramente (en el sentido negativo) conductas como una ingesta excesiva y vómitos o alucinaciones. Estrés. El estrés incluye situaciones que son opresivas o tensas o incómodas para el cliente, que normalmente provocan sensaciones psicológicas perceptibles como taquicardias, mareos, sofocos o molestias gástricas. 204 CONCEPTIJALIZAR LOS PROBLEMAS DEL CLIENTE Conductas, hábitos y defensas desajustadas. Las conductas, hábitos y de- fensas desajustadas son defensas y comportamientos habituales. negativos o des- tructivos porque impiden a los clientes lograr la meta de tener una vida satisfactoria. En otras palabras, los hábitos y defensas desajustados son los factores que contri- buyen a las conductas desviadas. Por ejemplo, un adolescente es trasladado a la clase de trastornos de comportamiento por los problemas de comportamiento con- tinuos y repetitivos como iniciar peleas con otros alumnos, robar propiedad ajena e insultar a los profesores. Al comentarlo con los padres, usted descubre que este chico de 15años casi nunca ha recibido ningún castigo de sus padres como con- secuencia de sus comportamientos irresponsables. Los padres señalan también que el comportamiento del hijo ha provocado dificultades continuas en su propia relación marital. También dicen que la conducta de este hijo les resulta especialmente difícil de soportar porque el hijo mayor, que es un «chico modelo», se ha portado siempre de forma excelente. No entienden por qué el hijo pequeño no puede ser tan res- ponsable como el mayor. Las entrevistas con el joven sugieren que se siente muy inferior a su hermano mayor y a muchos de sus compañeros. El cliente afirma también que sus padres se separarían si no tuvieran que pelear con él, porque discuten continuamente sobre él. En este caso, el resultado no deseado, o conducta desviada, se representa en las conductas inapropiadas aprendidas que le involucran en los problemas escolares como las peleas, robos e insultos. Las defensas/hábitos comportamentales desajustados son su falta de responsabilidad en casa y su posible creencia de que su «problema» proporciona a sus padres una buena razón para mantenerse unidos. Apoyos y capacidades. Los apoyos incluyen los medios de que dispone el cliente, a saber, las personas o situaciones en el entorno del cliente que le apoyan o son útiles. Las capacidades incluyen las hazañas o ejecuciones positivas del cliente en algún área. Las capacidades son indicadores de las «habilidades o talentos básicos» y «sugieren áreas donde puede trabajar el psicoterapeuta con ciertas ex- pectativas de éxito ... [Sin embargo], las capacidades no se pueden evaluar sin alguna ejecución satisfactoria de algún tipo. La capacidad se evidencia mediante los éxitos previos de alguna tentativa» (Swensen, 1968, p. 57). Conductas, hábitos y defensas adaptadas. Las conductas, hábitos y defensas adaptadas o ajustadas incluyen las defensas o conductas habituales constructivas que ayudan al cliente a lograr las metas y a llevar una vida satisfactoria. Las conductas ajustadas se aprenden, son adecuadas en el contexto y finalmente pro- ducen éxitos o refuerzos para el cliente. Por ejemplo, en el caso del adolescente previamente mencionado, el cliente es miembro del equipo de natación de la escuela. Los éxitos en la natación son reforzadores para el cliente. Las conductas que contribuyen a este logro como acudir a los entrenamientos diarios, ser puntual y seguir las instrucciones del entrenador son hábitos o patrones de conducta que contribuyen al éxito o refuerzo de este cliente en este área. El modelo de conceptualización de casos de Swensen puede ser aplicado de diversas formas. En primer lugar es un instrumento para ayudar al terapeuta a ver, ESTRATEGIAS DE ENTREVISTAS PARA TERAPEUTAS 205 oír o captar lo que sucede al cliente para elaborar algunas hipótesis o suposiciones sobre el problema del cliente. Por ejemplo, considere el apálisis del caso repre- sentado en la Figura 7 .1 del joven adolescente descrito anteriormente. Al analizar el esquema obtenemos la imagen de un chico que muestra «problemas de com- portamiento» relacionados con la escuela y que recibe una gran presión de su hermano mayor y de sus padres, así como de ayudar a sus padres a mantenerse juntos a pesar de la relación marital deteriorada de éstos. El mismo chico ha aprendido a responder a estos estresores o presiones con defensas y patrones con- ductuales desajustados como son las constantes comparaciones desfavorables con su hennano mayor, la falta de responsabilidad en casa y la ansiedad en las situa- ciones desestructuradas, especialmente en la escuela. Sin embargo, en la escuela dispone de dos personas que están deseando trabajar con él --el terapeuta y el entrenador de natación-. También cuenta con muchos otros factores positivos a su favor como la buena salud, inteligencia y participación en el equipo de natación de la escuela. Y ha mostrado patrones de conducta y defensas ajustadas en ciertas situaciones como son las competiciones de natación y en las situaciones de pruebas. Podemos utilizar esta información para generar algunas hipótesis sobre la sinto- matología conductual que presenta el cliente, incluida (pero no limitada a) la siguiente: Conductas Desviadas • Inicia peleas con otros niños • Roba pertenencias de otras personas • Insulta a profesores • Ha sacado malas notas (Suficientes e Insuficientes) en cuatro de sus cinco asignaturas Apoyos • El terapeuta escolar está deseando trabajar con él y su familia • El entrenador de natación quiere ayudar para que permanezca en el equipo de natación Estresores • Su hermano mayor que es educado, se comporta bien, muy querido en la escuela y en cualquier otro sitio • La relación de sus padres, en continua tensión • Clases desestructuradas en la escuela Capacidades • Miembro del club de natación, sus resultados son buenos especialmente en las competiciones • Buena salud, buen apetito y patrones de sueño • Obtiene puntuaciones altas en los tests de inteligencia Defensas y Hábitos de Conducta Desajustados • Se compara negativamente con su hermano • Falta de responsabilidad en las tareas de casa • Siente ansiedad en las situaciones no estructuradas especialmente en la escuela Hábitos y Defensas Adaptados • Acude diariamente puntual a los entrenamientos en el club de natación • Respeta las instrucciones del entrenador de natación • Muestra interés en las situaciones de pruebas (inteligencia); sigue las instrucciones del test • Normalmente se siente cómodo y se maneja bien en las situaciones competitivas y estructuradas FIGURA 7.1. Análisis de caso según el modelo de conceptualización de casos de Swensen. 206 CONCEPTUALIZAR LOS PROBLEMAS DEL CLIENTE l. Hay mucha competitividad entre él y su hermano por la atención de sus padres. La mayoría de las veces, el cliente siente que su hermano mayor gana ésta. 2. El cliente nunca ha tenido la necesidad de ser responsable de sí mismo o de su conducta. 3. El cliente siente que sus problemas proporcionan a sus padres un motivo para mantenerse unidos. 4. El cliente se siente incómodo.en situaciones desestructuradas y muestra respuestas ajustadas en situaciones estructuradas y competitivas. De hecho, el cliente parece prosperar en las competiciones donde puede demostrar que es capaz de ganar. En segundo lugar, este modelo proporciona al terapeuta formas de decidir el enfoque para el tratamiento (o combinación de estrategias) que utilizará para asistir a un cliente particular. A menudo, esta decisión se hará en base a los modelos teóricos, sesgos y capacidades. Por ejemplo, un terapeuta centrado en el cliente puede centrarse en la carencia de consciencia, congruencia y auto-actualización de este cliente que no parece haber generado sus propias ideas sobre cómo vivir su propia vida. El terapeuta realista puede centrarse en la conducta irresponsable que prevalece en el cliente y en cómo puede aprender a adoptar la responsabilidad de sus acciones. El terapeuta adleriano querría ahondar más en la competitividad existente entre el cliente y su hermano así como en ayudar al cliente a adquirir interés social o mejorar su sensación de pertenencia a la casa y a la escuela. El terapeuta de TA observaría la relación del cliente con los otros en base a su estado de ego correspondiente a «adaptado al niño» y podría centrarse en cómo puede éste aprender a utilizar otros estados del ego para producir resultados diferentes. El terapeuta de la Gestalt se centraría en las rupturas o incongruencias de algunos sentimientos, acciones y también ideas que el cliente ha introyectado y/o proyec- tado. El terapeuta cognitivo o TRE analizaría las cogniciones, pensamientos in- ternos o autoenunciados que subyacen a algunos hábitos de conducta desajustados del cliente y le ayudarían a eliminarlos. El terapeuta familiar se centraría en los roles y límites de la familia del cliente y en larelación marital entre ellos. El terapeuta conductual se interesaría en cambiar las causas determinantes (hábitos desajustados de conducta) y en fortalecer los hábitos ajustados de conducta del cliente para producir un cambio en los síntomas que presenta. Teóricamente, la decisión de adoptar un enfoque debería estar basada en diversos factores, no sólo en la inclinación o preferencia particular del terapeuta por un modelo terapéutico determinado (ver también el Capítulo 11). Seleccionar los enfoques de intervención vinculados a los problemas y objetivos identificados y que tienen más posibilidades de ser útiles al cliente para resolver esos problemas, es también muy importante. Una tercera forma, más general, de utilizar el modelo de conceptualización de casos de Swensen consiste en examinar el ratio de factores entre el numerador y el denominador de la fórmula. Según Swensen (1968, p. 31), «Cualquier reducción en el número de factores del numerador de la fórmula (estrés, hábitos y defensas desajustadas) debería reducir el déficit psicológico del mismo modo que aumentaría el número de factores del denominador (apoyos, defensas y hábitos ajustados, capacidades)». ESTRATEGIAS DE ENTREVISTAS PARA TERAPEUTAS 207 Modelo de Conceptualización del Problema de Seay El modelo de conceptualización de Seay ( 1978) integra contenidos temáticos y técnicas terapéuticas. Se basa en temas vitales (y estilos de vida) importantes derivados de tres modalidades primarias de funcionamiento humano: cognición, afecto y conducta (CAC). Seay (1978) propone las siguientes categorías para describir los problemas de los clientes: 1. Principales contingencias ambientales-incluidos los sucesos del entorno, las consecuencias, la historia. 2. Temas cognitivos: consisten en conceptos falsos e irracionales de que dispone el cliente. 3. Temas afectivos: consisten en barreras o conflictos emocionales que interfieren o son con- traproducentes. 4. Patrones de conducta: consisten en conductas abiertas, observables. Pueden incluir conductas verbales y no verbales que muestra el cliente durante la terapia como el ritmo al hablar o la frecuencia de gestos así como patrones de conducta que muestra fuera del entorno tera- péutico y a menudo en situaciones relacionadas con el problema, como ingesta excesiva, alcoholismo o adicción a drogas o las dificultades de aprendizaje. Como ejemplo del modelo de conceptualización de Seay, considere el caso de una cliente que tiene pocas ofertas porque teme conducir; también manifiesia depresión causada por las constantes críticas de su marido durante los últimos 20 años. Tienes dificultades de sueño (se despierta y no puede volver a dormirse) y recientemente ha perdido bastante peso. La historia revela que creció en una casa con un padre déspota. La cliente se acerca a los 40 años de edad y no sabe si quiere pasar Jos próximos 20 años como ha vivido Jos 20 últimos. La cliente declara que hasta el momento siempre ha tenido la suerte de que alguien le lleve de un lado a otro pero no puede salir sola de la ciudad o hacer cosas a su conveniencia. También afirma que, de niña, toleraba los castigos de su padre. Con su marido, ella escucha las críticas y después se retira, bien dejando la habitación donde se encuentra éste o no diciendo nada. Aunque manifiesta sentirse «harta» y «molesta» con el continuo proceder indebido de su marido, también declara que se considera un fracaso e incapaz de adoptar por sí misma buenas decisiones, aunque de hecho los datos de los tests revelan que su inteligencia es superior y que ha tenido un puesto de mucha responsabilidad en una empresa durante los últimos 15 años. Durante la entrevista inicial, llora con frecuencia y habla lenta y suavemente, muy titubeante. En la Figura 7 .2 se muestra el análisis de este caso según el modelo de conceptualización de Seay. La información que revela el modelo de conceptualización de Seay puede utilizarse para elaborar hipótesis sobre el cliente y establecer un programa de tratamiento comprensivo. Por ejemplo, en el caso anterior, uno de los temas fun- damentales es cognitivo e implica las percepciones negativas de la cliente sobre ella misma, especialmente en relación a los hombres. Este tema se originó pro- bablemente en los abusos de su padre y se mantiene a través de las constantes críticas de su marido. 208 CONCEPTIJALIZAR LOS PROBLEMAS DEL CLIENTE Se puede especular Ja posibilidad de que Ja cliente buscaba como marido un tipo detenninado de hombre que reforzara su autoimagen negativa. Aunque el constante castigo verbal puede parecer doloroso para ella, le sirve también para confirmar sus autopercepciones de dependencia y de fracaso y le ayuda a evitar las situaciones que provocan ansiedad como conducir sola. Las barreras afectivas de ansiedad y depresión representan el enfado/insatisfacción que ha dirigido hacia sí. Estas emociones, como el tema afectivo, subrayan su falta de confianza o la forma en que se desaprueba. Estas emociones se producen por las contingencias ambientales y por falsas percepciones cognitivas. Las conductas observables como el llanto, los patrones de discurso, las dificultades para conciliar el sueño y la pérdida de peso corroboran su autoinforme de depresión. Tanto las percepciones cognitivas falsas como las barreras afectivas son condiciones que le conducen a retirarse de las críticas de su marido y a no conducir sola. Para el plan de tratamiento, las áreas de interés inicial pueden referirse a las contingencias ambientales y a las malinterpretaciones cognitivas que producen los patrones conductuales y emocionales desajustados. Por ejemplo, la cliente puede beneficiarse de las estrategias Gestalt y TA y/o entrenamiento en asertividad para analizar sus sentimientos relacionados con el abuso y para ayudarle a cambiar sus reacciones a las críticas de su marido. Las técnicas racional-emotiva y cognitivo- conductual pueden ser útiles como tratamientos de intervención para las falsas percepciones cognitivas. También sería importante manejar algunos de los patrones conductuales problemáticos que muestra, como es no conducir sola. Apuntarse en una auto-escuela y conducir varias veces con el terapeuta (ver también modelado participativo, Capítulo 13) son dos formas de tratar este patrón determinado de conducta. Contingencias ambientales E1 Abusos de su padre E2 Crítica constante de su marido E3 Próxima a los 40: período de evaluación de la mitad de la vida E4 Exito y responsabilidad en el trabajo con un patrón de trabajo estable Malinterpre- taciones Cognitivas C1 Pensamientos de fracaso C2 Percepciones y manifestaciones negativas o desaprobadoras C3 Falta de confianza en sus decisiones C4 Inteligencia superior Barreras Afectivas A1 Ansiedad/ dependencia emocional A2 Depresión A3 Enfado - dirigido hacia sí y hacia su marido Patrones de Conducta B1 No conduce sola B2 Se retira ante las críticas de su marido B, Llanto periódico durante la sesión 84 Patrón de discurso lento y titubeante 85 Patrón de sueño con interrupciones 86 Pérdida de apetito y peso FIGURA 7 .2. Análisis de caso con modelo de conceptualización de casos de Seay. El modelo de Seay es similar a otras conceptualizaciones propuestas recien- temente por Hutchins (1979 - el PSA o modelo de «pensamiento, sentimiento y ESTRATEGIAS DE ENTREVISTAS PARA TERAPEUTAS 209 acción») y por L'Abate (1981 - el ERA o modelo «emocional, racional, activo»). Estos dos modelos también subrayan la interrelación de los pensamientos, los sentimientos y las acciones (conductas manifiestas) y la importancia de seleccionar intervenciones diseñadas para centrarse en uno o más de estos elementos lo que maximizará la probabilidad de obtener los resultados deseados y «aumentará la probabilidad de una conexión óptima entre la conducta y el método empleado para mejorar dicha conducta» (L' Abate, 1981, p. 263).Modelo de Conceptualización de Problemas de Lazarus: BASIC ID Según Amold Lazarus, que está asociado a la terapia de conducta de amplio espectro y con el «eclecticismo técnico» (1971), las personas son «Seres que se mueven, sienten, imaginan, piensan y se relacionan» (1976, p. 4)*. Cada vez que surge el estrés o un desequilibrio psicológico, estas funciones quedan afectadas. Según Lazarus (1976, 1981), en la evaluación e intervención deben explorarse siete modalidades. Para referirse a estas siete áreas de evaluación y tratamiento de forma abreviada, Lazarus emplea el Acrónico «BASID ID»**. A continuación se presenta un breve resumen de cada uno de los componentes del BASIC ID. Al utilizar este modelo de conceptualización es importante recordar que cada modalidad descrita por Lazarus interactúa con las modalidades restantes y no debería tratarse aisladamente. B: Conducta. La conducta incluye actividades y destrezas psicomotoras simples y complejas como sonreír, hablar, escribir, comer, fumar o mantener relaciones sexuales. En la mayoría de las entrevistas clínicas el terapeuta necesita inferir lo que hace o no hace el cliente en base al autoinforme del cliente, aunque ocasio- nalmente otras medidas pueden corroborar el informe verbal del cliente. Lazarus (1976) señala que es imprescindible estar al tanto de los excesos y déficits de la conducta -aquello que el cliente hace con exceso o con defecto-. A: Afecto. El afecto incluye los sentimientos o emociones manifestados. Según Lazarus, esta es clásicamente el área mas trabajada en la psicoterapia y también una de las más desconocidas (p. 33). En esta categoría se incluiría la presencia o ausencia de determinados sentimientos así como de sentimientos encubiertos o distorsionados. S: Sensación. La sensación incluye los cinco sentidos principales mencionados en el Capítulo 2 en referencia al procesamiento sensorial de la información: visual * Nota del Traductor: del inglés Behaviour = conducta, Affcct = afecto, Sensation = sensación, Imagery = capacidad imaginativa, Cognition = cognición, Interpersonal rela- tionships = relaciones interpersonales y Drugs = fármacos. ** Nota del Traductor: del inglés Antecedcnts = antecedentes, Behavior = conducta y Consequences = consecuencias. 210 CONCEPTUALIZAR LOS PROBLEMAS DEL CLIENTE (vista), kinestésica (tacto), auditiva (oído), olfativa (olfato) y gustativa (gusto). El interés por los elementos de la experiencia sensitiva es importante para lograr la satisfacción personal. Algunas veces, también presentan problemas como las sen- saciones de molestias gástricas o mareos (Lazarus, 1976). El terapeuta necesita estar al tanto de todas las sensaciones, agradables y desagradables, manifestadas así como de las sensaciones que parecen inconscientes para el cliente. I: Capacidad imaginativa. Según Lazarus, la capacidad imaginativa com- prende varias «imágenes mentales» que ejercen influencias sobre la vida del cliente (1976, p. 37). Por ejemplo, un marido que fue criticado por sus repetidas ideas de infidelidad de su mujer (aparentemente sin ninguna base real) estaba preocupado porque tenía constantes imágenesmentales de su mujer acostada con otro hombre. Lazarus (1976) cree que esta modalidad es especialmente útil con los clientes que tienden a abusar de la modalidad cognitiva y a racionalizar los sentimientos. C: Cognición. Las cogniciones son pensamientos y creencias y Lazarus se muestra muy interesado en explorar las ideas erróneas del cliente, las ilógicas e irracionales. Normalmente trata de identificar tres suposiciones falsas que en su opinión son frecuentes y más perjudiciales que otras: l. La tiranía del DEBERA (Horney, I 950). A menudo esta idea puede inferirse de las acciones y conductas del cliente así como del autoinforme. 2. Perfeccionismo: formas de entender, los clientes esperan perfeccionismo o infalibilidad, a menudo no sólo de sí mismos sino también de los otros. 3. Atribuciones externas: los mitos que los clientes verbalizan cuando se sienten víctimas de personas o circunstancias ajenas y no tienen control o responsabilidad sobre ellas respecto a lo que les está sucediendo. I: Relaciones interpersonales.Muchos terapeutas (incluidos Sullivan, Horney y Fromm) han subrayado la importancia de las relaciones interpersonales o «interés social» (Adler, 1964). Lazarus (1976) señala que los problemas de los clientes al relacionarse con otros pueden detectarse no sólo mediante el autoinforme y el role- play sino también mediante la observación de la relación terapeuta/cliente. La evaluación de esta modalidad incluye la observación de la forma en que el cliente expresa y acepta los sentimientos que le transmiten otras personas así como la forma en que reacciona ante ellos. Fármacos. Lazarus asegura que esta es una modalidad no psicológica impor- tante que debe ser evaluada (y posiblemente tratada), porque los factores neuro- lógicos y biológicos pueden afectar sobre la conducta, las respuestas afectivas, las cogniciones, las sensaciones, etc. Además de las peticiones específicas de medi- cación psicotrópica, la evaluación de esta modalidad incluye: 1. Aspecto general: porte, piel, tics, trastornos motores y errores de dicción. 2. Molestias psicológicas o enfermedad diagnosticada. 3. Estado general de salud o bienestar: bienestar físico, ejercicio, dieta y nutrición, intereses no vocacionales y hobbies y actividades de tiempo libre. ESTRATEGIAS DE ENTREVISTAS PARA TERAPEUTAS 211 Para la evaluación de esta modalidad puede necesitarse la ayuda de un examen médico u otro tipo de consulta profesional. Lazarus (1976) asegura que la mayoría de los terapeutas, incluidos los ecléc- ticos, no evalúan y tratan las siete modalidades. Por el contrario, manejan sólo una o dos modalidades dependiendo de sus preferencias personales y orientación teórica aunque «los resultados duraderos están en proporción directa al número de modalidades específicas deliberadamente provocadas en el sistema terapéutico» (p. 13). El modelo de conceptualización de casos BASIC ID se aplica al siguiente caso y se resume en esquema (Lazarus 1976, 1981) de la Figura 7.3. Modalidad B: Conducta A: Afecto S: Sensación 1: Capacidad imaginativa C: Cognición 1: Relaciones interpersonales D: Fármacos Observaciones • Respuesta pasiva; algo alejada de la conversación • Ritmo lento de conversación • Encoge los hombros con frecuencia • Sobreingesta • Soledad • No querida • Niega preocupación por su sobrepeso • Tensión muscular - en el torso superior particularmente • Frecuentes fantasías sobre el cambio a un estilo de vida diferente • Sueños persistentes de ser rescatada • Autoverbalizaciones y percepciones negativas • Modelos perfeccionistas • Atribuye los problemas a fuerzas ajenas a ella • Le explotan su ex marido, hijas, jefe • Sumisa en las interacciones con otros • Buen aspecto • Bien vestida • 25 a 35 kilos de sobrepeso • Acicalada • Molestias gástricas - semanales • Buena salud - actividad sedentaria en su mayoría • Poco tiempo libre FIGURA 7 .3. Modelo esquemático de caso de cliente según el BASIC ID (Lazarus, 1976, 1981). La cliente es una mujer de 35 años de edad con unos 25 a 35 kilos de sobrepeso, aunque con buen aspecto, bien vestida y complementada. La cliente declara que normalmente disfruta de buena salud, realiza poco ejercicio físico y trabaja en su empleo o en casa y dispone de poco tiempo libre. Destina su tiempo libre a 212 CONCEPTUALIZAR LOS PROBLEMAS DEL CLIENTE actividades básicamente sedentarias como leer o ver la televisión. La cliente está divorciada y tiene dos hijas en edad escolar. Manifiesta sufrir de vez en cuando molestias gástricas --con una frecuencia de una o dos veces por semana-. El problema que presenta es «insatisfacción general con mi propia persona y mi vida». La cliente señala que vive en un pueblo pequeño y no ha sido capaz de hallar pareja adecuada.Le gustaría mantener una buena relación con un hombre. Se divorció hace cuatro años y manifiesta que su marido se interesó por otra mujer y que «voló». Añade también que la relación con sus dos hijas, a quienes describe como «irresponsables y vagas», no es buena. Al preguntarle parece que la cliente se deja explotar con facilidad y es bastante sumisa en la mayoría de sus relaciones con las personas significativas. En su trabajo acepta trabajo extra que debe hacer en casa aunque no recibe por ello ningún dinero extra. Se describe a sí misma con sentimientos de soledad y a veces no querida ni deseable. Añade también que con frecuencia piensa que su vida ha sido un fracaso y que no es el tipo de persona que podría ser aunque se describe como víctima de circunstancias (divorcio, trabajo, pequeña ciudad) más allá de su control. Sin embargo también manifiesta fantasías frecuentes de cambiar y vivir en un pueblo diferente con un empleo diferente. Describe sueños repetitivos en los que recuerda perfectamente la imagen de estar siendo rescatada. Durante la sesión se comporta con mucha pasividad: habla con lentitud, se encoge de hombros y a veces abandona la conversación. Se advierte tensión muscular, especialmente en el tronco superior. Afirma que su exceso de ingesta es el problema principal que ella atribuye a la falta de satisfacción en la vida y a no ser capaz de mejorar esta situación. Al mismo tiempo, parece negar cualquier preocupación con respecto al sobrepeso, añadiendo que si a ella que es la interesada no le preocupa, tampoco debería preocupar a nadie más. Al planificar el tratamiento, las áreas iniciales de interés son las modalidades que más preocupan a la cliente: la afectiva y la interpersonal. Si se selecciona la interpersonal como primer área de cambio, es probable que los cambios en esta modalidad provoquen cambios también en la modalidad afectiva porque los sen- timientos de soledad de la cliente son el resultado directo de la falta de relaciones interpersonales apropiadas. Los programas de entrenamiento de destrezas (ver Ca- pítulo 12) como el entrenamiento en asertividad y en habilidades sociales pueden ser los más adecuados para facilitar a la cliente el establecimiento de nuevas relaciones y evitar la explotación a que la someten las relaciones actuales. Tal entrenamiento de destrezas podría dirigirse también hacia las conductas abiertas que muestra la cliente y que pueden interferir en sus propósitos de establecer nuevas relaciones, a saber, su ritmo al hablar y su estilo al responder durante las conver- saciones. Aunque la cliente niega preocupación alguna por su sobrepeso, este factor puede influir en sus interacciones y relaciones sociales. Las estrategias como el diálogo Gestalt, el trabajo de redecisión TA y el cambio de marco de referencia NLP pueden ayudarle a examinar sus sentimientos conflictivos relativos al peso. Cuando la reducción de peso sea una de sus metas, serán útiles las estrategias cognitivas (como la reestructuración cognitiva, Capítulo 16) destinadas a modificar ESTRATEGIAS DE ENTREVISTAS PARA TERAPEUTAS 213 los problemas derivados de las percepciones cognitivas falsas, del mismo modo que las estrategias conductuales (como el automanejo, Capítulo 16) pueden ser útiles para modificar la conducta de sobreingesta y las contingencias· ambientales que favorecen dicha conducta. NUESTRAS TEORIAS SOBRE LA EV ALUACION Y LA TERAPIA COGNITIVA DE LA CONDUCTA Al igual que los modelos de conceptualización de casos previamente descritos, nuestro modelo de evaluación en el consejo y la terapia se basan en multitud de suposiciones que tenemos con respecto a los clientes, los problemas y la conducta. Estas teorías se han extraído del enfoque cognitivo conductual. La terapia cognitiva de la conducta incluye variedad de técnicas y estrategias que se basan en los principios de aprendizaje y que están diseñadas para producir modificaciones cons- tructivas en las conductas humanas. Este enfoque que tiene sus orígenes en los años 50 y se denominaba «terapia de la conducta» fue originalmente elaborado por Skinner, Wolpe, Lazarus y Krumboltz. Los primeros terapeutas conductistas se centraron en la importancia del cambio de la conducta observable de los cliente. Desde 1950, la terapia de la conducta ha evolucionado significativamente. Entre otros aspectos ha surgido la terapia cognitiva de la conducta, cuyo origen se remonta a los años 70 como fruto del trabajo de personas como Meichenbaum y Beck. La terapia cognitiva de la conducta subraya los efectos de acontecimientos privados como las cogniciones, las creencias y el diálogo interno sobre los sentimientos o las conductas. Esta orientación en el consejo reconoce ahora que tanto las respuestas abiertas (conducta observable) como las respuestas encubiertas (sentimientos y pensamientos) son objetos importantes de modificación siempre que puedan ser claramente especificados (Rimm & Masters, 1979, p. l). La mayor parte de las conductas conflictivas son aprendidas Las conductas conflictivas (desajustadas) se generan, se desarrollan y están sujetas a alteraciones o modificaciones del mismo modo que las conducta normales (ajustadas). Tanto las conductas sociales como las desajustadas se supone que se originan y desarrollan a consecuencia de los acontecimientos o claves situacionales externas o por refuerzos externos o por procesos internos como la cognición, la mediación y la resolución de problemas. En general muy pocas veces se cree que las conductas desajustadas estén en función de una enfermedad física o de conflictos intrapsíquicos que subyacen. Esta suposición básica implica que no dedicamos mucho tiempo a los conflictos tempranos no resueltos o a estados patológicos subyacentes. Sin embargo, esto no significa que eliminemos o pasemos por alto posibles causas orgánicas o psicológicas del problema de conducta. Por ejemplo, los clientes que se quejan de «ansiedad» y manifiestan principalmente síntomas 214 CONCEPTUALIZAR LOS PROBLEMAS DEL CLIENTE somáticos como palpitaciones, molestias gástricas, dolores de pecho y ahogos pueden ser hiperventilantes (Lum, 1976), aunque esto debe ser considerado una vez que el cliente haya sido examinado por un médico y éste haya diagnosticado la cardiopatía. Los diagnósticos médicos también pueden revelar la presencia de una disfunción de la válvula mitral en algunos sujetos que sufren «ataques pánicos». Otros síntomas somáticos que sugieran ansiedad, como la sudoración, las taqui- cardias, los mareos, también pueden derivarse de trastornos orgánicos como la hipoglucemia, hipertiroidismo u otros trastornos endocrinos o una infección leve. Las variables psicológicas deberían de ser examinadas siempre, especialmente cuando los resultados de la evaluación no sugieren la presencia de otros estímulos específicos que provoquen el problema de conducta. Es también importante re- conocer la necesidad de tratamiento médico ocasional para algunos problemas psicológicos: por ejemplo en el tipo de trastornos previamente mencionados. En tales casos puede ser necesaria una medicación adicional al tratamiento psicológico. Normalmente se recomienda el uso de antidepresivos para algunas formas de de- presión, especialmente las de tipo endógeno frente a las más reactivas (situacio- nales). Se han demostrado útiles como suplemento de un tratamiento para algunos momentos de la agorafobia, o trastorno caracterizado por el temor a permanecer solo o en espacios públicos. Los ataques de pánico o de ansiedad se tratan a menudo con antidepresivos pero además también con bloqueadores beta y/o agentes ansio- líticos. Por otra parte, un elemento biológico como algún desequilibrio químico parece estar presente en muchas psicosis como la esquizofrenia, y esta condición requiere normalmente fármacos antipsicóticos para mejorar el nivel general de funcionamiento del cliente. La Causas de los Problemas y consecuentemente los Tratamientose Intervenciones, son Multidimensionales Un problema rara vez está ocasionado por un solo factor y rara vez un programa de tratamiento unidimensional, simple funciona en la práctica real. Por ejemplo, en un cliente que manifiesta depresión podemos encontrar muestras de factores orgánicos contribuyentes como la enfermedad de Addison (disfunción de la glándula adrenal), de condiciones ambientales contribuyentes como haber sido abandonado por su mujer después de trasladarse a otra ciudad y de factores internos contri- buyentes como los pensamientos e imágenes de desprecio hacia sí mismo. La mayoría de los problemas que presentan los clientes tienen causas y condiciones contribuyentes múltiples e incluyen conductas abiertas, acontecimientos ambien- tales, relaciones con otros, conductas encubiertas como creencias, imágenes, cog- niciones, sentimientos y sensaciones orgánicas y posiblemente condiciones psi- cológicas/orgánicas. Las intervenciones suelen ser más eficaces cuando se dirigen hacia todos estos factores múltiples. Respecto al cliente anteriormente aludido, su equilibrio endocrino debe ser restablecido, también debe ser asistido en el manejo de los sentimientos de rechazo y agresividad derivados del abandono de su mujer, ESTRATEGIAS DE ENTREVISTAS PARA TERAPEUTAS 215 necesita desarrollar medios y apoyos alternativos y requiere ayuda para aprender a modificar sus pensamientos e imágenes de desprecio hacia sí mismo. Además le convendrían algunas destrezas de resolución de problemas para decidir la dirección que quiere dar a su vida. Mientras más comprensivo y completo sea el tratamiento, más éxito tendrá la terapia y menor será la posibilidad de recaer. Según Lazarus (1976, pp. 13-14), El tratamiento comprensivo requiere como mínimo la corrección de los pensamientos irracio- nales, de las conductas desajustadas, de los sentimientos dolorosos, de las imágenes intrusivas, de las relaciones estresantes, de las sensaciones negativas y de los posibles desequilibrios bioquímicos. Siempre que la identificación del problema (diagnóstico) examine sistemáticamente cada una de estas modalidades, y en base a ésto, que las intervenciones terapéuticas remedien los déficits y patrones desajustados, los resultados del tratamiento serán positivos y duraderos. Ignorar alguna de estas modalidades implica practicar una terapia incompleta. Los Problemas deben ser analizados con Amplitud Nosotros sugerimos una forma de analizar los problemas del cliente que defina los problemas actuales de conducta del cliente y algunas condiciones que contri- buyen al problema. Este enfoque propone la ~efinición «operativa» o «Objetiva» del problema. Una definición operativa del problema funciona como una medida, un barómetro o una escala conductual. Las definiciones operacionales muestran algunos problemas de conducta muy específicos; no infieren rasgos o etiquetas ambiguas del informe del cliente. Mischel (1968, p. 10) ha contrastado estos dos enfoques de conceptualización de problemas: «El énfasis está en lo que hace la persona en determinadas situaciones más que en las inferencias sobre los atributos globales que tiene». A continuación se presenta un ejemplo de análisis operacional del problema que presenta un cliente. Al trabajar con el cliente «depresivo», trataremos de definir con precisión el significado que atribuye el cliente al término «deprimido» para evitar cualquier malinterpretación de su autoinforme. En vez de considerar el problema del cliente como «depresión», trataremos de especificar algunos pensa- mientos, sentimientos, acciones, situaciones y personas que son motivo de pro- blemas y que se asocian con la depresión del cliente. Trataremos de descubrir si el cliente experimenta algunos cambios psicológicos durante la depresión, qué piensa el cliente mientras está deprimido, qué actividades y conductas suceden durante los períodos de depresión. En otras palabras, el terapeuta, junto con el cliente, identifica una serie de referentes que son indicativos del estado de depresión, ansiedad, alejamiento, soledad, etc. La ventaja de observar el problema de este modo es que se traducen los fenómenos vagos en experiencias específicas y observables. Cuando sucede ésto, no sólo tenemos una mejor idea de lo que está sucediendo al cliente, sino que además hemos convertido el problema en potencialmente medible, permitién- donos de este modo evaluar los progresos y resultados terapéuticos (ver también Capítulo 10). 216 CONCEPTUALIZAR LOS PROBLEMAS DEL CLIENTE La Mayoría de los Problemas se Originan en Contextos Sociales y se Relacionan Funcionalmente con Antecedentes y Consecuencias Internas y Externas Los problemas no surgen del vacío, normalmente se relacionan con sucesos observables (respuestas verbales, no verbales y motoras) y con hechos menos visibles, encubiertos o indirectos (pensamientos, imágenes, estados de ánimo, sentimientos y sensaciones orgánicas) que precipitan y mantienen el problema. Estos sucesos internos y externos se denominan «antecedentes» y «Consecuencias». Están relacionados funcionalmente con el problema en la medida que ejercen control sobre él, por lo tanto un cambio en una de estas variables a menudo conlleva otra modificación en el resto de las variables. Por ejemplo, la incapacidad de un niño para comportarse asertivamente con su profesor puede estar en función de un llanto aprendido, de una carencia de habilidades sociales y el hecho de que se ha trasladado a una escuela nueva y tiene por primera vez un profesor de sexo masculino. Cambiar una parte de su problema general -por ejemplo, ayudándole a reducir y manejar sus temores- ejercerá efecto sobre todo el resto de las variables en la situación. Como se señala en el Capítulo 9, con respecto a los objetivos, el terapeuta debe prestar atención no sólo a la relación que existe entre todas las partes del problema sino también al impacto que produce el cambio de una variable sobre el resto. A veces, un síntoma puede desempeñar una función muy útil para el cliente y eliminarlo puede empeorar las cosas. Por ejemplo, en el ejemplo anterior, añada al caso el hecho de que el niño hubiera sufrido un abuso sexual de un intruso masculino. El síntoma de miedo puede desempeñar la función de protegerle en sus relaciones con hombres desconocidos. Eliminar el síntoma sin considerar las partes del problema empeoraría el problema presente y podría ocasionar el origen de otros conflictos. Describimos la relación funcional entre la conducta y los antecedentes y consecuencias con más detalle en la próxima sección. EL MODELO ABC DE CONDUCTA Una forma de identificar la relación entre la conducta problema y los aconte- cimientos ambientales es el modelo ABC* (Goldiamond, 1965; Goodwin, 1969; Kanfer & Saslow, 1969; Mahoney & Thoresen, 1974; Thoresen & Mahoney, 1974). El modelo de conducta ABC sugiere que la conducta (B) está influida por los sucesos que la preceden, denominados «antecedentes» (A) y por algunos sucesos que la siguen «consecuencias» (C). Un suceso antecedente (A) es una clave o señal que advierte a la persona cómo debe comportarse en una situación. Una conse- * Nota del Traductor: del inglés Behaviour = conducta, Affcct = afecto, Sensation = sensación, Imagery = capacidad imaginativa, Cognition = cognición, Interpersonal rela- tionships = relaciones interpersonales y Drugs = fármacos. ESTRATEGIAS DE ENTREVISTAS PARA TERAPEUTAS 217 cuencia (C) se define como un acontecimiento que fortalece o debilita la conducta. Como puede verse, estas definiciones de antecedentes y consecuencias sugieren que la conducta de un individuo está directamente relacionada o influida por ciertos acontecimientos. Por ejemplo, una conducta que parece estar causada por sucesos antecedentes como el enfado puede mantenerse o fortalecerse mediante conse- cuencias como las reacciones de las otras personas. Las entrevistas de evaluación se dedican a identificar los antecedentesy consecuencias particulares que influyen o están funcionalmente relacionados con el problema de conducta definido por el cliente. Un ejemplo muy simple del modelo ABC es una conducta (B) muy frecuente en todos nosotros: hablar. Nuestra conducta de hablar está ocasionada generalmente por ciertas claves como iniciar una conversación con otra persona cuando nos han formulado una pregunta o ante la presencia de un amigo. Los antecedentes que pueden reducir la probabilidad de que hablemos son la preocupación de que estén o no de acuerdo con nosotros, cómo contestamos a la pregunta o tener prisa para marcharse. Nuestra conducta de hablar puede mantenerse con la atención verbal y no verbal que recibimos de la otra persona, la cual es una consecuencia fuerte o reforzadora. Otras consecuencias positivas que pueden mantener nuestra conducta pueden ser los sentimientos de bienestar o felicidad o iniciar autoenunciados o evaluaciones positivas sobre la utilidad o la relevancia de lo que decimos. Nosotros podemos hablar menos cuando el contacto ocular de la otra persona nos elude o cuando esta persona nos dice más explícitamente que hemos hablado suficiente. Hay también otras consecuencias negativas (C) que disminuyen la conducta como las sensaciones de fatiga o los pensamientos e imágenes de que lo que decimos es de poco valor para atraer el interés de los otros. Como podrá ver en las próximos tres apartados los componentes de la conducta problema varían según los clientes y sobre todo los elementos que funcionan como antecedentes o consecuencias de la conducta. Conducta La conducta incluye las cosas que hace y sobre las que piensa el cliente. La conducta manifiesta incluye las conductas visibles o observables como la conducta verbal (hablar), la conducta no verbal (asentir, sonreír) o la conducta motora (iniciar alguna acción como apostar, andar o beber). La conducta encubierta incluye sucesos que normalmente son internos --ocurren dentro del cliente- y no son visibles para un observador, el cual debe confiar en el auto informe del cliente y en su conducta no verbal para detectarlos. Los pensamientos, las opiniones, las imágenes, los sentimientos, los estados de ánimo y las sensaciones orgánicas son ejemplos de conductas encubiertas. Como se ha señalado anteriormente, la conducta conflictiva que ha presentado el cliente rara vez ocurre en un contexto aislado. La mayoría de los problemas que se presentan son parte de una larga cadena o serie de conductas. Además, cada 218 CONCEPTUALIZAR LOS PROBLEMAS DEL CLIENTE conducta problema que se presenta normalmente consta de más de un componente. Por ejemplo un cliente que se queja de «ansiedad» o «depresión» utiliza la etiqueta para referirse a una experiencia que consiste en, una experiencia que consta de un componente afectivo (sentimientos, estados de ánimo), de un componente somático (sensaciones fisiológicas y relativas al organismo), un componente conductual (lo que hace o no hace el cliente) y de un componente cognitivo (pensamientos, opiniones, imágenes o diálogo interno). Además, la experiencia de ansiedad o depresión puede variar para el cliente dependiendo de los factores contextuales (tiempo, lugar, sucesos concurrentes) y de factores relacionales como la presencia o ausencia de otras personas. Todos estos componentes pueden estar relacionados con el problema particular presentado. Por ejemplo, suponga que el cliente que manifiesta sentir «ansiedad» teme salir a cualquier local público, salvo al trabajo o su domicilio porque su ansiedad y/o «ataques de pánico» aumentan. La ansiedad que manifiesta puede ser parte de una cadena que se inicia con un componente cognitivo, el tiene pensamientos de preocupación e imágenes donde se ve solo e incapaz de superar la situación o de obtener ayuda de otros si fuera necesario. El componente cognitivo conduce a la incomodidad y tensión somáticas y a senti- mientos de aprensión y horror. Estos tres componentes trabajan conjuntamente para influir sobre su conducta manifiesta -durante los últimos años ha evitado con éxito la mayoría de los locales públicos como carnicerías, tiendas, teatros o iglesias y funciona bien sólo en casa o en el trabajo--. Consecuentemente depende de la ayuda de la' familia y los amigos para funcionar debidamente en casa y en el trabajo y especialmente en las escasas ocasiones que debe atender al público o utiliza un transporte público. Es conveniente determinar la importancia que corresponde a cada componente de la conducta problema presentada para seleccionar las estrategias de intervención adecuadas (ver también Capítulo 11). En el Capítulo 8 se detallan las formas de obtener las descripciones de los diferentes componentes de la conducta problema mediante el método de entrevista de evaluación. La mayoría de las veces puede ser muy valioso hacer un listado escrito de los diversos componentes identificados en cada una de las conductas problemáticas. Antecedentes Según Mischel (1968), la conducta está determinada por la situación. Esto implica que ciertas conductas tienden a ocurrir sólo en ciertas situaciones. Por ejemplo, la mayoría de nosotros nos cepillamos los dientes en un baño particular o público pero rara vez en un concierto o durante un oficio religioso. Los antecedentes pueden provocar reacciones emocionales y psicológicas como agresividad, miedo, alegría, dolores de cabeza o aumento de la presión sanguínea. Los antecedentes influyen sobre la conducta aumentando o disminuyendo la pro- babilidad de su ocurrencia. Por ejemplo, un niño puede comportarse de distinto modo en clase y en casa, o con el profesor regular y el sustituto. ESTRATEGIAS DE ENTREVISTAS PARA TERAPEUTAS 219 Los sucesos antecedentes que ocurren inmediatamente antes que la conducta problema ejercen influencia sobre ella. Los sucesos que no tienen proximidad temporal con la conducta problema pueden aumentar o disminuir indistintamente la probabilidad de ocurrencia de dicha conducta. Los antecedentes que ocurren inmediatamente antes que la conducta problema se denominan sucesos estímulo (Bijou & Baer, 1961) e incluyen cualquier acontecimiento o condición que favorece la conducta o reduce la probabilidad de su. aparición bajo esas condiciones. Los antecedentes alejados temporalmente del problema reciben el nombre de sucesos mediadores (Kantor, 1970) e incluyen las condiciones conductuales que ha vivido anteriormente la persona. Los sucesos mediadores pueden haber finalizado mucho antes de que aparezca la conducta y sin embargo facilitarla o inhibirla al igual que los sucesos estímulo. Los sucesos mediadores que deben tenerse en cuenta al evaluar los problemas de los clientes son la edad, la etapa de desarrollo, el estado psico- lógico del cliente, las características de su trabajo, de su casa o del medio escolar y las conductas que emergen y afectan a las conductas siguientes (Wahler & Fox, 1981). Las condiciones antecedentes mediadoras y estimulares deben ser identi- ficadas y definidas para cada cliente. Los antecedentes incluyen más de una fuente o tipo de sucesos. Las fuentes de antecedentes pueden ser afectivas (sentimientos, estados de ánimo), somáticas (sensaciones fisiológicas y orgánicas), conductuales (respuestas verbales, no ver- bales y motoras), cognitivas (pensamientos, opiniones, imágenes, diálogo interno), contextuales (lugar, tiempo, acontecimientos concurrentes) y relacionales (presen- cia o ausencia de otras personas). Por ejemplo, en la cliente que manifiesta «an- siedad» pueden existir fuentes antecedentes de variables que generan cada uno de los aspectos de la conducta conflictiva, como el temor a perder el control (cognitiva/ afectiva), autovaloraciones e interpretaciones negativas sobre sí misma y sobre los demás (cognitiva), conciencia de aprehensión relacionada con sensaciones orgá- nicas, fatigas y tendencias hipoglucémicas (somáticas), mantenerse despierta hasta horas avanzadas dela noche o eliminar algunas comidas (conductual), presencia de locales públicos o necesidad de cumplir funciones públicas (contextual) y la ausencia de otros significativos como la familia o los amigos (relacional). También existen diversas fuentes de antecedentes que disminuyen la probabi- lidad de aparición de algunos componentes en la ansiedad, como sentirse relajada (afectiva), estar descansada (somática), comer con regularidad (conductual), dis- minuir la dependencia de la cliente sobre su marido (conductual), disminuir el temor a la separación del cónyuge (afectiva). expectativas de ser capaz de manejar situaciones (cognitiva), ausencia de necesidad de acudir a locales o funciones públicas (contextual) y acudir a un local público en compañía de una persona significativa (relacional). La influencia que tienen los antecedentes sobre nuestra conducta puede variar de una persona a otra dependiendo de nuestra historia de aprendizajes. Es también importante recordar que los antecedentes son sucesos manifiestos y encubiertos que influyen en algún grado sobre Ja conducta conflictiva, bien favoreciéndola o bien disminuyendo la probabilidad de su aparición bajo ciertas condiciones. En 220 CONCEPTUALIZAR LOS PROBLEMAS DEL CLIENTE otras palabras, no todo lo que precede a una conducta puede considerarse auto- máticamente como un antecedente -sólo aquello que influye sobre la respuesta conductual de alguna forma-. La conducta conflictiva sin embargo, puede estar afectada por otros factores situacionales (reforzadores) que normalmente se pre- sentan en la situación conflictiva pero no influyen directamente sobre la conducta. Esto se aprecia de forma especial cuando uno de estos factores situacionales cambia radicalmente (Goldiamond & Dyrud, 1967). Por ejemplo, la conducta de un nifio en la escuela puede verse afectada al menos temporalmente si su único hermano sufre un accidente de automóvil y debe ser hospitalizado o si su madre, que durante los últimos 10 años se ha dedicado a las labores del hogar, empieza a trabajar en jornada completa. A lo largo de la fase de evaluación en la terapia, es importante identificar estas fuentes antecedentes que facilitan las conductas deseables y las que se relacionan con las respuestas inapropiadas. El propósito durante la fase de intervención (tra- tamiento) es seleccion"E.r las estrategias que sólo faciliten la ocurrencia de conductas deseables y reducir la presencia de claves que mantienen la conducta no deseada. En el siguiente capítulo describimos e ilustramos formas para elicitar información de las fuentes antecedentes y sus efectos sobre la conducta problema mediante un enfoque de entrevista de evaluación. Consecuencias Las consecuencias de una conducta son acontecimientos que siguen a dicha conducta y ejercen alguna influencia sobre ella o están funcionalmente relacionadas con ella. En otras palabras, no todo lo que sigue a una conducta se considera automáticamente una consecuencia. Por ejemplo, suponga que está atendiendo a una mujer obesa que de vez en cuando sale a picar canapés. Ella manifiesta que después de haberlos comido se siente culpable, se considera incluso aún menos atractiva y tiende a sufrir insomnio. Aunque estos sucesos sean los resultados de su conducta, no son consecuencias salvo que la determinen de forma indirecta, manteniendo o disminuyendo la probabilidad de que vuelva a comerlos. En este caso otros sucesos que siguen a la ingesta pueden ser las consecuencias reales. Por ejemplo, la conducta de la cliente se mantienen por la satisfacción que le produce comer los canapés, quizá se reduzca por un tiempo cuando alguien como su marido lo nota y le recrimina por ello o se niega a salir con ella en la salida regular de los fines de semana. Las consecuencias se describen como positivas o negativas. Las consecuencias positivas técnicamente se denominan refuerzos y las negativas castigos. Del mismo modo que los antecedentes, la naturaleza de las consecuencias variará según los clientes. Por definición, las consecuencias positivas (los acontecimientos refor- zantes) mantienen o aumentan la conducta. Las consecuencias positivas con fre- cuencia mantienen o fortalecen la conducta mediante refuerzos positivos, lo que implica la presentación de un hecho manifiesto o encubierto que sigue a la conducta ESTRATEGIAS DE ENTREVISTAS PARA TERAPEUTAS 221 y que aumenta la probabilidad de que dicha conducta ocurra de nuevo en el futuro. Las personas tienden a repetir las conductas que producen efectos satisfactorios. La gente también se dedica a reproducir conductas que conllevan alguna bo- nificación o valor incluso aunque ésta no sea muy funcional (tales bonificaciones reciben el nombre de (refuerzos secundarios). Por ejemplo, un cliente puede abusar del consumo de alcohol y continua haciéndolo incluso después de perder su empleo o su familia porque le gustan las sensaciones que tiene después de beber y porque la bebida le ayuda a evitar responsabilidades. Otro cliente puede seguir insultando a su mujer a pesar del daño que esto origina a su relación porque la conducta de abuso verbal le proporciona un sentimiento de poder y control. En estos dos ejemplos, la conducta problema es a menudo difícil de cambiar porque las con- secuencias inmediatas producen en la persona una sensación de bienestar. Con- secuentemente la conducta indeseable se refuerza a pesar de que sus efectos a largo plazo sean desagradables. En otras palabras, en estos ejemplos, el cliente «valora» la conducta que trata de eliminar. Con frecuencia el refuerzo secundario, la bo- nificación derivada del problema existente, es la tapadera de problemas más serios que no siempre presenta el cliente directamente. Según Fishman y Lubetkin (1983), es importante que el terapeuta considere este hecho para prestar atención al problema central, el cual una vez resuelto generalizará también los efectos de mejoría a otras áreas conflictivas. Por ejemplo, supongamos que una cliente obesa quiere «perder peso» como objetivo de su terapia. La evaluación de este problema manifiesto revela que la obesidad de la cliente le permite evitar las interacciones sociales, especialmente con los hombres. En este caso la terapia irá dirigida no sólo al problema manifiesto (sobrepeso e ingesta abusiva) sino también al problema nuclear o subyacente que enmascara el peso, a saber eludir las interacciones sociales, especialmente con las personas del otro sexo. De lo contrario, los intentos por mantener los programas de reducción de peso probablemente tendrán poco éxito. Del mismo modo, el cliente que abusa del consumo de alcohol con el propósito de eludir responsabilidades necesitará un programa de tratamiento dirigido a eli- minar el abuso de alcohol y a cambiar el patrón de eludir responsabilidades. Como señalan Fishman y Lubetkin, muchos terapeutas cognitivo-conductuales «se aferran al aspecto inicial de los problemas que plantean los clientes en la terapia. Hemos observado en nuestra experiencia clínica qué «material escondido» puede ser res- ponsable del mantenimiento" de la conducta manifiesta» (1983, p. 27). Los clientes no siempre conocen las razones que les conducen a involucrarse en las conductas problemáticas. Una parte de la terapia implica explicitar más las razones o refuerzos secundarios. Las consecuencias positivas también pueden mantener una conducta por re- fuerzo negativo, eliminar un suceso desagradable que sigue a la conducta, au- mentando la probabilidad de que dicha conducta vuelva a ocurrir. Las personas tienden a repetir las conductas que eliminan sucesos o efectos dolorosos o molestos. También emplean refuerzos negativos para establecer las conductas de evitación y escape. La conducta de evitación se mantiene cuando se elimina un suceso desa- gradable esperado. Por ejemplo, permanecer en casa elimina los temores de la 222 CONCEPTUALIZAR LOS PROBLEMAS DEL CLIENTE agorafobia. Al eliminar estos temoresesperados se mantiene la conducta de evitar los lugares públicos. La conducta de escape se mantiene cuando un suceso negativo (desagradable) que ya está ocurriendo se elimina o termina. Por ejemplo, el maltrato a un niño bloquea temporalmente las conductas aversivas o molestas del niño. La finalización de las conductas molestas del niño mantienen la conducta de escape de los padres. Las consecuencias negativas debilitan o eliminan la conducta. Una conducta se debilita o disminuye normalmente (al menos temporalmente) si va seguida por un estímulo o suceso desagradable (castigo), si se elimina o finaliza un suceso positivo o reforzante (coste de respuesta) o si la conducta ya no va seguida de los sucesos reforzantes (extinción operante). Por ejemplo, la mujer con sobrepeso puede mantener su tendencia a comer canapés por la sensación de satisfacción que recibe de ello (una consecuencia positiva reforzante), o puede mantenerse porque le permite escaparse de su aburrido trabajo (consecuencia negativa reforzante). Por el contrario, el rechazo, sarcasmo o negativa de su marido a salir con ella puede reducir temporalmente su conducta (consecuencia punitiva). Aunque el empleo de contingencias negativas para modificar la conducta plantea muchas desventajas, en los entornos de la vida real como la casa, el trabajo y la escuela, el castigo se emplea frecuentemente para influir sobre la conducta ajena. Los terapeutas deben ser conscientes de la presencia de consecuencias negativas en la vida del cliente y sus efectos sobre éste. Los terapeutas también deben evitar el uso de cualquier conducta verbal o no verbal que pueda parecer punitiva para el cliente porque tal conducta puede conllevar problemas innecesarios en la relación terapéutica y a que el cliente dé por finalizada (escape de) la terapia Las consecuencias también proceden de diversas fuentes o tipos de sucesos. Al igual que los antecedentes, las fuentes de consecuencias pueden ser afectivas, somáticas, conductuales, cognitivas, contextuales y/o relacionales. Por ejemplo, la cliente que manifestaba «ansiedad» evita lugares y funciones públicas y esta conducta reduce sus sensaciones de ansiedad (afectiva), la tensión corporal (so- mática) y la preocupación (cognitiva). Otras consecuencias que pueden ayudar a mantener el problema son las conductas repetitivas de evitación ( conductual) y el aumento de atención de la familia y de Jos amigos (relacional). No sería correcto preguntar simplemeñte sobre los hechos que siguen a la conducta y clasificarlos automáticamente como consecuencias sin determinar sus efectos particulares sobre la conducta. Como señala Cullen (1983, p. 137), «Si se supone que las variables se relacionan funcionalmente con la conducta, cuando de hecho no lo hacen, entonces la manipulación que haga el terapeuta de esas variables, en el mejor de los casos no tendrá ningún efecto sobre las dificultades presentes pero en el peor de los casos, creará incluso más dificultades». A veces los estudiantes tienden a confundir el concepto de consecuencias cómo aquí las presentamos con el tipo de consecuencias que normalmente son producto de la conducta conflictiva, por ejemplo, Julie frecuentemente posterga la decisión de estudiar y consecuentemente, obtiene malas notas. Aunque las malas notas sean el resultado de su falta de estudio, no son la consecuencia tal como la hemos ESTRATEGIAS DE ENTREVISTAS PARA TERAPEITTAS 223 definido, salvo que las malas notas aumenten, disminuyan o mantengan la conducta de no estudiar. Las malas notas son solamente el resultado de estudiar poco. Una forma de diferenciar las consecuencias de los meros efectos de la conducta con- flictiva consiste en recordar una regla básica que recibe el nombre de «gradiente de refuerzo». Según el gradiente de refuerzo las consecuencias que ocurren poco después de la conducta tienden a desempeñar un impacto más fuerte que las con- secuencias que ocurren mucho tiempo después (Hull, 1952). Las malas notas se hallan tan alejadas del estudio día a día (o falta de estudio diario) que probablemente no ejercen mucha influencia sobre la conducta diaria del estudiante. Durante la fase de evaluación terapéutica, es importante identificar estas con- secuencias que mantienen, aumentan o disminuyen las conductas deseables y las indeseables. En la fase de intervención (tratamiento), esta información te ayudará a seleccionar las estrategias y enfoques que se mantendrán y aumentarán las con- ductas deseables y debilitarán o reducirán las indeseables como los déficits o excesos conductuales. La información sobre las consecuencias es también útil para planificar los enfoques de tratamiento que se basan en el empleo de consecuencias para facilitar la modificación de la conducta. En el Capítulo 8 se describen e ilustran modelos para elicitar información sobre las consecuencias y sus efectos sobre la conducta conflictiva mediante un enfoque de entrevista de evaluación. Es importante reiterar que los antecedentes, consecuencias y componentes del problema deben ser diagnosticados e identificados de forma particular para cada cliente. Dos clientes pueden quejarse de ansiedad o «nervios» y sin embargo las evaluaciones pueden revelar componentes diferentes en sus conductas conflictivas y diferentes antecedentes y consecuencias. También conviene recordar que existe cierta relación entre los antecedentes, los componentes de la conducta conflictiva y las consecuencias. Por ejemplo, los autoenunciados negativos o los pensamientos irracionales pueden funcionar en algunos momentos como antecedentes y como consecuencias indistintamente para un componente dado del problema identificado. Pensemos en un estudiante que asegura deprimirse después de las situaciones en que recibe peores resultados que los deseados, como pedir a una chica que salga con él y recibir una respuesta negativa, recoger un examen con un Notable o un Bien o presentarse a una entrevista de trabajo y no ser seleccionado. Los pensa- mientos irracionales en forma de estandars perfeccionistas pueden funcionar como antecedentes facilitando, estableciendo o provocando sentimientos de depresión, por ejemplo, «Aquí tengo una solución que no coincide con lo que yo quería; es horrible; me siento mal». Los pensamientos irracionales en la forma de pensa- mientos de autotortura pueden funcionar como consecuencias manteniendo los sentimientos de depresión durante algún tiempo después de que ocurra la situación, por ejemplo, «cuando las cosas no salen como deberían, yo soy un fracaso». CLASIFICACIÓN DIAGNÓSTICA DE PROBLEMAS DE CLIENTES A lo largo de este capítulo estamos poniendo mucho énfasis en la necesidad de practicar una entrevista precisa y global para poder definir los problemas del cliente de modo muy concreto. Además, los terapeutas deben ser conscientes de 224 CONCEPTUALIZAR LOS PROBLEMAS DEL CLIENTE que los problemas del cliente pueden organizarse en forma de taxonomía (clasi- ficación) diagnóstica. El sistema de clasificación oficial que se emplea con mayor frecuencia se halla en el DSM-III-R (Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders, tercera edición revisada) de la Asociación Americana de Psiquiatría (1987). Se aconseja al lector consultar este manual así como el Libro de Casos DSM-III-R (Spitzer, Gibbon, Skodc\l, Williams & First, 1989). Nuestro propósito es resumir los códigos y categorías diagnósticas básicas que se describen en el DSM-III-R para que el lector no se sienta «fuera de juego» si un colega menciona el «Eje I, 11», etc. El DSM-111-R incluye extensas descripciones de varios trastornos mentales y psicológicos divididos en 16 clases diagnósticas cada una de las cuales incluye a su vez otras subcategoría~. Cada categoría dispone de criterios diagnósticos es- pecíficos. Estos criterios proporcionan al terapeuta una forma de evaluar y clasificar los problemas del cliente. El sistema de evaluación que utiliza el DSM-III-Rse denomina «multiaxial» porque consiste en una evaluación realizada en base a cinco códigos o «ejes»: Eje I, Síndromes clínicos. Estados no atribuibles a trastorno mental, que merecen atención o tratamiento y códigos adicionales. Eje 11, Trastornos de personalidad y trastornos específicos del desarrollo. Eje III, Estados y trastornos somáticos. Eje IV, Intensidad del estrés psicosocial. Eje V, Máximo nivel de adaptación en el transcurso del último año. Los Ejes 1 y II incluyen la clasificación completa de los trastornos mentales y además los estados no atribuibles a trastorno mental pero que merecen la atención o tratamiento. En el Eje 111 el terapeuta indica cualquier estado o trastorno somático del cliente. El Eje IV proporciona un código para evaluar la intensidad total del estrés que se considera responsable del desarrollo o exacerbación del trastorno actual. El pronóstico de un sujeto puede ser mejor cuando el trastorno aparece como consecuencia de un estrés intenso que cuando se presenta tras un mínimo, o en ausencia de estrés previo. Esta información puede ser útil para elaborar un plan de tratamiento que reduzca la intensidad y frecuencia de «estresores» en la vida del cliente. El Eje V permite al clínico hacer constar su juicio sobre el máximo nivel de adaptación (de al menos algunos meses) en el transcurso del último año. Esta información tiene valor pronóstico con frecuencia porque, generalmente, el sujeto acostumbra a volver al nivel previo de funcionamiento adaptativo tras un episodio de su enfermedad. Tal y como se usa aquí, el funcionamiento adaptativo está compuesto de tres áreas principales: relaciones sociales, vida laboral y empleo del tiempo libre. En este capítulo se incluyen algunos ejemplos del sistema de evaluación mul- tiaxial al final del análisis de los casos de clientes. En la Tabla 7. l se describen las 16 categorías diagnósticas fundamentales del DSM-III-R que se clasifican en los Ejes 1 y 11. ESTRATEGIAS DE ENTREVISTAS PARA TERAPEUTAS 225 Taylor (1983) señala que a pesar de las aparentes limitaciones prácticas y conceptuales del diagnóstico, este proceso puede ayudar a los terapeutas a evaluar las conductas problema y a seleccionar las intervenciones adecuadas_ para el tra- tamiento. Por ejemplo, puede ser útil disponer de conocimientos generales sobre las características específicas de distintos tipos de patología clínica como la edad típica de aparición o si el trastorno es más común en hombres que en mujeres. En el estudio de un caso que describe Evans (1970), el terapeuta se hallaba trabajando con un «exhibicionista». La conducta exhibicionista se había iniciado a los 30 años, precisamente una edad en la que normalmente esta conducta desaparece más que se inicia. El terapeuta que procedió con la suficiente cautela y sentido común, se percató de esta discrepancia e inició la evaluación con sumo cuidado. La eva- luación reveló un estado orgánico de hipoglucemia (descenso anormal del nivel de azúcar en sangre), que provocaba episodios de confusión, momentos en los que el cliente se exhibía. En este caso, el tratamiento se dirigió a corregir la hipoglucemia aunque ésta no fuera originalmente visible para el clínico. Nelson y Barlow ( l 981) señalan que las características seleccionadas por el DSM-lll-R son útiles para añadir información sobre las conductas que son objeto de evaluación y las variables que las controlan. Por ejemplo, el criterio operacional que se encuentra en el DSM-111-R a menudo indica otras conductas asociadas a un trastorno particular que deberían ser también evaluadas y las características aso- ciadas a un trastorno sugieren frecuentemente la evaluación de variables que con- tribuyen o colaboran en el trastorno. Pongamos por caso, un cliente describe conductas relacionadas con la depresión, el terapeuta puede utilizar los criterios operacionales que se emplean en los casos de episodios severos de depresión para preguntar sobre las conductas relacionadas con la depresión que el cliente no ha mencionado. Los terapeutas también pueden guiarse por las características asocia- das a este trastorno para preguntar al cliente sobre las posibles variables mediadoras típicamente asociadas con el trastorno (en el caso de la depresión, sucesos como cambios vitales, pérdida de refuerzos y historia familiar de la depresión). Nelson y Barlow (1981) también señalan que los diagnósticos pueden ser útiles para planificar los tratamientos que han resultado válidos con problemas similares. Por ejemplo, los clientes con fobias normalmente se benefician con el modelado (ver también Capítulos 13 y 14) o enfoques para reducción del temor como la desensibilización sistemática (ver Capítulo 18) y también pueden necesitar alguna medicación ansiolítica(ver también Capítulo l l ). TABLA 7.1. Las principales clases diagnósticas del DSMMIII-R 1. Trastornos de inicio en la infancia, fa niiiez o la adolescencia. Trastornos conductuales, intelectuales, emocionales, físicos y evolutivos que normalmente se observan por pri- mera vez en la infancia, niñez o adolescencia. 2. Trastornos mentales orgánicos. Trastornos conductuales o psicológicos relacionados con una disfunción cerebral temporal o permanente. 226 CONCEPTUALIZAR LOS PROBLEMAS DEL CLIENTE 3. Trastornos por uso de sustancias. Trastornos por abuso y/o dependencia ocasionada por el consumo de sustancias como el alcohol, las drogas y el tabaco que afectan al sistema nervioso central. 4. Trastornos esquizofrénicos. Cinco subtipos de esquizofrenia; en todas ellas se presenta alguno da de las siguientes características: ideas delirantes, alucinaciones y desajustes de pensamiento. 5. Trastornos paranoides. Cinco tipos de trastornos que se caracterizan por las ideas delirantes de persecución, ideas delirantes de celos no atribuibles a ningún otro trastorno psicótico. 6. Trastornos psicóticos no clasificados en otros apartados. Incluye otras tres categorías que no se corresponden con ninguna de las anteriores. 7. Trastornos afectivos- Incluye dos clases de trastornos caracterizados por los desajustes afectivos y la sintomatología asociada a cada uno de ellos. 8. Trastornos por ansiedad. Cuatro categorías cuyo síntoma común predominante es la ansiedad. 9. Trastornos somatoformes. Trastornos donde están involucrados los síntomas físicos pero sin ninguna muestra de enfermedad orgánica. 10. Trastornos disociativos. Incluye una variedad de trastornos que se caracterizan por la alter~ció~ aguda y normalmente temporal de la identidad de la persona y/o de la conc1enc1a. 11. Trastornos psicosexuales. Trastornos que implican alguna disfunción o desajuste de la identidad y/o función psicosexual. 12. Trastornos del sueño y de la vigilia. Trastornos crónicos (de más de un mes de duración) del sueño; incluye dos grandes subgrupos: insomnios, con siete tipos y parasomnias con cuatro tipos. 13. Trastornos ficticios. Trastornos con síntomas físicos y psicológicos producidos por el cliente y bajo el control voluntario de éste. 14. Trastornos del control de impulsos no clasificados en otros apartados. Trastornos no clasificables en ningún otro lugar y que se caracterizan por el fracaso a resistir un impulso, a ejecutar un acto perjudicial para uno mismo o para los otros. 15. Trastornos adaptativos. Ocho trastornos caracterizados por una reacción desajustada a un estresor social identificado, que suceden durante los tres meses siguientes a la instauración del estresor y que provocan deterioros en el funcionamiento social o laboral o síntomas excesivos para una reacción normal a dicho estresor. 16. Factores psicológicos que afectan al estado físico. Aunque las condiciones físicas se evalúan en el Eje III, esta categoría se emplea para describir los factores psicológicos que tienen cierta proximidad a la condición física y parecen precipitarla o exacerbarla. 17. Trastornos de personalidad. Incluye tres clases de trastornos
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