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69 - Psicopatologia infantil

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Psicopatología infantil 
 
Adriana Bugacoff 
 
 
El punto de partida será una perspectiva histórica a propósito de la infancia y el abordaje de la 
misma desde la Psicopatología. El objetivo no es enciclopedista, sino ético en tanto el recorte 
histórico nos permitirá ubicar cuestiones atinentes al diagnóstico en la infancia. 
Luego abordaremos algunos aspectos de “lo infantil” en la obra de Freud. 
Posteriormente haremos un recorrido por la(s) Psicosis infantil y el Autismo, para finalmente 
retomar el modo en que la infancia tiene lugar en el DSM IV. 
 
Algo de historia… 
Comienzo por una obviedad: se requiere de la noción de infancia entendida como una etapa 
separada de la adultez, con singularidades y necesidades propias, para que se inaugure una 
disciplina que se ocupe de los problemas psicopatológicos de la infancia. Esto implica decir, 
que no hemos contado desde siempre con la noción de infancia, y que contamos con dicha 
noción a partir de un determinado momento fechable históricamente. Esta idea se la debemos 
al cuestionado historiador P. Ariès, quien sitúa el comienzo de la infancia en el siglo XVIII, en 
Francia, en el pasaje del Antiguo Régimen al Estado Moderno. El movimiento que se requirió 
para que la noción de infancia surgiera, se produjo en paralelo con el nacimiento del Estado, ya 
que implicó un reordenamiento de lo público y lo privado. 
En otros términos, sólo pudieron surgir disciplinas como la Pediatría, o más específicamente la 
Psiquiatría infantil, a partir de que el niño fue tomado como objeto de cuidados singulares, y 
en paralelo a una nueva modalidad de relación entre lo público y lo privado. No es que antes 
no existieran los niños, sino que se produjo un pasaje del niño como objeto de la mimosería 
del adulto, que si sobrevivía , rápidamente ingresaba al mundo laboral; hacia el paradigma del 
niño frágil e inocente al que hay que preservar y educar en tanto ciudadano del mañana. 
En el plano de lo jurídico, surgieron leyes (Leyes de Potestad) e instituciones (Patronato de la 
infancia) para proteger a los niños en peligro, como asimismo leyes (Imputabilidad e 
inimputabilidad) e instituciones (institutos de menores), para protegerse de los niños 
considerados peligrosos. 
En el plano de la educación nace la Pedagogía cuyo interés se orienta hacia el retraso mental. 
El interés por dicho cuadro tuvo consecuencias ligadas a la distribución etaria, es decir a la 
distribución por edades para el desarrollo de la vida escolar, surgiendo hacia el año 1900, los 
primeros Tests de inteligencia (Ejemplo: el test de Simon y Binet). 
En el plano de la salud: la Pediatría. En el cruce entre lo pedagógico, lo jurídico, y lo médico (a 
partir del viraje a partir del cual la locura pasa a ser objeto de la medicina) la Psicopatología 
infantil nace como campo. 
 
La Psiquiatría se ocupa de la infancia 
Es pertinente preguntarse si el descubrimiento de la infancia por parte de la Psiquiatría es un 
fenómeno precoz o tardío en el desarrollo de su historia. 
Durante el período de la Psiquiatría, que P. Bercherie denomina de la clínica sincrónica, la 
locura de la infancia no ha tenido un lugar más que marginal. Las referencias durante este 
período son escasas. 
Pinel introduce el idiotismo, en particular el cretinismo, cuyo comienzo es en la infancia y se 
extiende a lo largo de la vida. 
 
 
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Esquirol distinguió dentro del idiotismo, uno que es congénito al que denomina idiocia, de otro 
adquirido y curable. La idiocia inaugura el campo del Retraso mental, y el otro el de las locuras 
de la infancia. 
El comienzo de la Psiquiatría infantil es situable en lo que P. Bercherie denomina Clínica 
diacrónica. Lo singular es que su surgimiento no coincide con el descubrimiento de una 
patología propia de la infancia, sino a raíz de la preocupación por el pasado de los criminales y 
los alienados. Es decir, cuando se instalan en relación a la enfermedad mental y para 
establecer categorías nosográficas, parámetros que atañen a la evolución, al desenlace, y a la 
causa específica. 
Si coincidimos con la idea de que la Psiquiatría surge como consecuencia de un 
reordenamiento del campo social, la Psiquiatría infantil no escapa a ello, y es producto de los 
apetitos psicoprofilácticos y de las exigencias disciplinarias de los aparatos sociales. En otros 
términos, no comenzó como una disciplina cuya preocupación era la locura infantil, sino con 
fines profilácticos escondidos tras las preguntas por la causa o la etiología. 
El psiquiatra Sante de Sanctis (1905) aísla la demencia precocísima, que es un antecedente 
fundamental de la esquizofrenia infantil, cuyo descubrimiento se produce recién en 1926. Con 
su descubrimiento, la Psiquiatría infantil nace con un objeto de estudio propio, y se consolida 
en la década del 40 con la postulación del Autismo infantil. Para ello se requirieron de los 
descubrimientos del Psicoanálisis, y de los aportes de la Psicología Evolutiva. 
 Desde esta perspectiva, es posible afirmar que el surgimiento de la Psiquiatría infantil, 
entendida como una disciplina con un objeto propio, es tardío en la historia de la Psiquiatría 
general. Sin embargo la preocupación por la infancia está desde un comienzo. M. Foucault en 
su texto: “Los anormales” afirma que la inclusión de lo infantil es un fenómeno precoz, y lo 
sitúa en 1876. Afirma que la infancia no es un territorio que se anexó a la Psiquiatría a partir de 
determinado momento, sino que ha sido una de las condiciones históricas de la generalización 
del saber y del poder psiquiátrico. El recurso a la infancia fue el instrumento que permitió 
responder cuestiones atinentes a la causa, en términos de: predisposición, herencia, estigma, 
etc. La psiquiatría, de la mano de la infancia, comienza a ser una medicina que más que 
ocuparse de la enfermedad, se dedica a la anomalía; es decir, aquello que se desvía de una 
norma. De allí, según Foucault, se deriva, entre otras cosas, su relación con el poder. 
 
Lo infantil en la obra de S. Freud: algunas referencias imprescindibles 
Recorrer el lugar que lo infantil tiene en la obra de Freud nos llevaría un tiempo que excede 
nuestras posibilidades, y nuestro interés específico. 
No hay demasiadas referencias estrictamente psicopatológicas respecto a la infancia. 
Fundamentalmente, se refiere a las fobias infantiles. Sin embargo, es innegable que el niño y lo 
infantil, están presentes desde los orígenes y crecen, valga la metáfora, en el interior del 
corpus teórico del Psicoanálisis. 
La primera referencia en la que nos vamos a detener es en el “Proyecto de una psicología para 
neurólogos”. Freud plantea que a propósito de la indefensión originaria, se requiere de la 
asistencia ajena. La necesidad biológica se transforma, a partir de esa intervención, y se pierde 
como tal, produciéndose una primera forma de comunicación y un circuito que habilita la 
construcción de un objeto fantaseado. 
Podemos extraer algunas consecuencias imprescindibles: Se requiere del Otro para la 
constitución de un niño. En tanto, la infancia no es un dato meramente biológico, podemos 
afirmar que no hay niño de entrada. 
Otra referencia podemos situarla en interior de la teoría traumática de la seducción. La 
sexualidad proviene del Otro, y en tanto el suceso ocurrió durante los años infantiles, éstos 
cobran particular relevancia. El estallido de la neurosis es posterior, pero la causa se sitúa, 
retroactivamente, en la infancia. (Esta concepción la reencontramos en los Historiales de Dora, 
 
 
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del Hombre de las Ratas y en el Hombre de los Lobos. Lo infantil entendido como Neurosis 
infantil, es decir nódulo y prototipo de la neurosis adulta y reconstruida en el transcurso del 
análisis) 
La caída parcial de la teoría traumática abre las puertas a un revolucionario descubrimiento: la 
existencia de satisfacción sexual durante la infancia. Cabe destacar, que éste es sólo un 
aspecto del descubrimiento, ya que la sexualidad infantil es la llaveque le permite a Freud 
postular el concepto de pulsión, y con ello subvertir completamente el modo de abordar la 
sexualidad humana (anudada a la fantasía y al cuerpo, pero profundamente “desbiologizado”) 
El descubrimiento de la sexualidad infantil le permite a Freud definir al niño como perverso 
polimorfo. El niño construye teorías sexuales, pero “infantiles”, es decir afectadas por la 
pulsión, y por ende destinadas a “ficcionalizar” lo imposible de la estructura. 
Otra definición de niño, es aquella que lo ubica como término de la ecuación simbólica, cuya 
importancia radica en que permite introducir al niño, como una de las salidas edípicas posibles 
para la mujer: el niño como falo de la madre. En ese caso, estamos hablando más 
precisamente de “hijo”, que de niño, e introduce las cuestiones atinentes al deseo del Otro 
Si al comienzo decíamos que no hay niño de entrada, y que se requiere del Otro para su 
constitución, ahora agregamos que ese Otro está afectado por la dimensión falo-castración. Es 
desde esta perspectiva, que podemos situar los avatares y las dificultades de los niños en el 
camino de la constitución subjetiva. Algunas de esas dificultades por las que atraviesan los 
niños, o los padres, o ambos, conducen a que nos consulten. 
Hace unos años, algunos psicoanalistas preferían el término “neurosis de infancia” para 
nombrar las dificultades de los niños antes de la pubertad, y reservaban “neurosis infantil” 
para referirse al nódulo de la neurosis adulta, constituido retroactivamente en análisis. A los 
fines prácticos, voy a sumarme a dicha distinción. 
 
Las fobias infantiles: paradigma de las neurosis de la infancia 
Por último, retomaré las escasas referencias freudianas estrictamente psicopatológicas. Las 
referencias están ligadas a las fobias infantiles o histeria de angustia (términos a los que en 
este espacio y provisoriamente equiparamos) En el capítulo 3 de la “Epicrisis” del Historial de 
Hans, Freud plantea que la histeria de angustia es la neurosis más frecuente, porque basta con 
una constitución psíquica muy simple para su emergencia. Por ello, además, es la neurosis de 
aparición más temprana en la vida individual. Se trata de la neurosis de la infancia, por 
excelencia. Las fobias son harto frecuentes en los niños, independientemente, según Freud, de 
la educación que éstos reciban, o del papel que los detractores del Psicoanálisis pretendan 
atribuirle a la herencia y a la degeneración. 
Después de discutir las particularidades del caso de Hans, Freud eleva su neurosis a la 
categoría de típica y ejemplar: encuentra en los análisis de los adultos los mismos complejos 
infantiles presentes en la fobia. Aquello que fue transitado como neurosis durante la infancia, 
cobra entidad de neurosis infantil durante el transcurso del análisis en la madurez. 
Cito a continuación, un párrafo del apartado II de la Epicrisis del Historial: La fobia al caballo 
impide a Juanito salir de casa, y facilita su permanencia al lado de la madre. En este punto se 
impone pues, victoriosamente el amor a la madre. La fobia enlaza más estrechamente al 
enamorado con el objeto de sus deseos, pero al mismo tiempo se cuida muy bien de que no 
pueda satisfacerlos. En estos dos efectos se nos revela la verdadera naturaleza de la 
enfermedad neurótica. 
Me parece pertinente que nos detengamos en ese párrafo. Por un lado, porque permite leer 
un antecedente de lo que Lacan ubica del síntoma fóbico haciendo las veces de Nombre del 
Padre; pero, por otro lado (y esto es fundamental para nuestro tema) porque Freud encuentra 
en “los dos efectos” la verdadera naturaleza neurótica. Freud aísla dos efectos: el enlace con 
el objeto (más precisamente con un objeto incestuoso) y la distancia que no permite la 
 
 
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satisfacción plena, y estos elementos se hallan en todo síntoma neurótico. En otros términos, 
nos reencontramos con la frase presente en el Historial de Dora: Los síntomas son la práctica 
sexual de los neuróticos. Es decir, que el síntoma es un modo de satisfacción, de naturaleza 
sexual, y que por ende no es plena y precipita al conflicto y al malestar. 
Retomando nuestros comienzos por este acotado recorrido por las referencias freudianas, nos 
reencontramos con su revolucionario descubrimiento: lo infantil de la sexualidad humana 
desdibujando las fronteras entre normal y patológico, e introduciendo las paradojas de la 
satisfacción en todo síntoma neurótico, más allá de las discusiones nosográficas. 
 
La infancia en el DSM IV 
Transcribo a continuación, de manera fragmentaria, el modo en que la infancia se presenta en 
el DSM. 
TRASTORNOS DE INICIO EN LA INFANCIA O ADOLESCENCIA 
a) Retraso mental 
b) Trastorno de Aprendizaje. 
c) Trastorno de desarrollo de la Coordinación 
d) Trastorno de la Comunicación 
e) Trastorno Generalizado del Desarrollo 
f) Trastorno por Déficit Atencional y Comportamiento Perturbado 
g) Trastorno de la Ingestión y de la Conducta alimentaria 
h) Trastorno de tics 
i) Trastorno de la Eliminación 
j) Otros trastornos: mutismo selectivo, Trastorno de ansiedad por separación, etc. 
 
La infancia está reducida en el DSM IV a una edad de comienzo de diversos trastornos. Es 
decir, que se trata de algo cronológico y responde a un criterio biologicista. Lo sexual corre la 
misma suerte, y de allí que aparece mencionado en términos de “Trastorno de la identidad 
sexual” 
Las fobias infantiles ocupan un lugar completamente secundario. Están difuminadas dentro de 
los “Trastornos de ansiedad” que se pueden presentar en la infancia o en cualquier momento 
de la vida. 
Cuando nos dediquemos a Psicosis infantil y Autismo retomaremos el tema. En esta 
oportunidad, el objetivo era simplemente presentar el tema, subrayando algunos ejes.

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