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alimentacion y salud (87)

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CCAP  Volumen 8 Número 3 ■ 5
Impacto psicosocial del cáncer 
Claudia Marcela Salcedo Melo
Residente de psiquiatría 
Universidad Militar Nueva Granada
Roberto Chaskel
Coordinador 
Psiquiatría infantil y adolescencia 
Hospital Militar Central 
Profesor asociado 
Universidad Militar Nueva Granada 
Universidad El Bosque
Resumen
El módulo tiene como objetivo describir los fac-
tores epidemiológicos, aspectos biopsicosociales, 
la presencia de la familia y las consecuencias 
a corto, mediano y largo plazo. El proceso del 
cáncer en niños y adolescentes se estudiará a la 
luz de los diferentes momentos del desarrollo.
Introducción
El cáncer es considerado como una de las pato-
logías más importantes en la infancia, ocupando 
la principal causa de muerte por enfermedades 
distintas de las presentadas por alteraciones 
congénitas en la niñez y la adolescencia1,2. Se 
diferencia de los cánceres de adultos en su tipo 
de tejido de origen embrionario, en la presunción 
de factores causales y en las tasas mayores de 
supervivencia debido a la presencia de distintas 
opciones terapéuticas.
Epidemiología
Los tipos más frecuentes de cáncer en la infancia 
son: leucemias, linfomas, sarcomas y tumores 
neurales, siendo estos últimos los tumores sólidos 
que más ocurren durante la niñez3; cada uno de 
ellos con una prevalencia diferente determinada 
por la edad, el sexo, la raza y la distribución. 
La reducción significativa en la mortalidad por 
cáncer pediátrico entre 1975 y 1995 ha gene-
rado una mayor tasa de supervivencia, lo que 
se evidencia aproximadamente en un 40% de 
la mortalidad general.
La Sociedad Americana del Cáncer reporta 
la tasa global de curación del cáncer infantil 
cercana al 80%, en donde el porcentaje aproxi-
mado de la tasa de supervivencia discriminada 
para cada uno de los tumores más frecuentes 
en los menores de 20 años es:
■ Leucemia linfocítica aguda: 80%.
■ Linfoma Hodgkin: 91%.
■ Linfoma no Hodgkin: 72%.
■ Tumores neurales: 67%.
Esto ha generado una búsqueda en el recono-
cimiento de efectos secundarios, alteración física 
permanente y secuelas psicológicas incluyendo 
disfunción cognitiva tras el tratamiento de sobre-
vivientes de cáncer en la infancia, haciendo de 
esta potencialmente una condición crónica, más 
que letal3. Además, constituye a largo plazo una 
incertidumbre para los pacientes y sus familias 
en niños y adolescentes
I m p a c t o p s i c o s o c i a l d e l c á n c e r 
e n n i ñ o s y a d o l e s c e n t e s
6 ■ Precop SCP
Impacto psicosocial del cáncer en niños y adolescentes
de una posible reaparición de la enfermedad 
o de la segunda neoplasia. En cuanto más 
largo es el período fuera de la terapia, menos 
preocupación por la posible recaída y el mejor 
ajuste psicológico.
Presentación de casos
A manera de ilustración se presenta una serie 
de casos atendidos en los servicios de pediatría, 
oncología y psiquiatría infantil del Hospital 
Militar Central. Descripción realizada por edades 
de menor a mayor:
• Caso 1: paciente masculino de dos meses de 
edad, quien acude remitido de Cúcuta con 
diagnóstico de cáncer hepático para la rea-
lización de estudios con el fin de practicarle 
un trasplante. En los padres inicialmente se 
evidencia presencia de negación, aduciendo 
la imposibilidad de estar en Bogotá, argu-
mentando la posibilidad de no aceptar el 
trasplante como tratamiento definitivo. El 
manejo se enfocó en darle apoyo a la familia 
para que aceptaran el diagnóstico.
• Caso 2: paciente masculino de cuatro 
años de edad con diagnóstico de leucemia 
linfocítica aguda, padres con disfunción de 
pareja. Manejo con quimioterapia en donde 
se evidencia que el menor tiene entendi-
miento del proceso diciendo: “Por la cabuya 
me colocan jugo de piña para recuperarme, y 
se cayó el cabello porque me metieron una cosa 
por la columna para sanarme” y “Mami, no 
llores que yo le pedí a Diosito que me ayude”, 
refiriéndose a las transfusiones que requirió 
y a la quimioterapia intratecal, mientras en 
los padres se evidencia rechazo y negación, 
manifestado en la dificultad para participar 
en el cuidado del menor, dando respon-
sabilidades a terceros e incumplimiento 
inicialmente en el tratamiento.
• Caso 3: paciente de nueve años de edad, 
género masculino, con diagnóstico de astro-
citoma en región frontal inferior izquierda, 
que causó compresión a nivel del nervio 
óptico, ocasionando la ceguera del menor, a 
pesar del manejo con radioterapia. Durante 
la hospitalización se realizó psicoterapia de 
apoyo con adecuada aceptación de su enfer-
medad y complicaciones presentes. Padres 
con presencia de comunicación abierta, 
red social confortable, lograron realizar el 
proceso de duelo con adecuada aceptación 
ante la muerte del menor.
• Caso 4: paciente de 10 años de edad, género 
femenino, padres separados hace 10 años, 
actualmente bajo cuidado de la madre, 
con diagnóstico de tumor de tallo cerebral, 
con limitación para la marcha, deglución, 
control de esfínter y lenguaje; su medio de 
expresión era el dedo índice. Remitida de 
Cúcuta para la realización de quimiote-
rapia con fines paliativos, inicialmente se 
evidencia negación del paciente y madre 
refiriendo: “Es solo esperar la radioterapia para 
que yo pueda irme caminando para Cúcuta”, 
asociado a reacciones de frustración ante el 
equipo multidisciplinario dada por frases 
como: “A quién no le da rabia verle los tenis a 
una niña que un año antes caminaba”, “Para 
qué molestarla tanto si igual es poco lo que 
se puede hacer”. Se requirió identificación 
de emociones por parte de la paciente, la 
familia y el equipo tratante, para lograr la 
aceptación de la enfermedad.
• Caso 5: paciente de 16 años con pérdida 
progresiva de la fuerza muscular en miembros 
inferiores. Al hospitalizarlo se le encuentra 
una gran masa que abarca L1-L2. Se debe 
retirar del colegio y comenzar tutoría para 
terminar su undécimo grado durante el 
tiempo que dure su tratamiento con quimio 
y radioterapia.
Diagnóstico
La Sociedad Americana de Oncología Clínica 
(ASCO, por su sigla en inglés) ha descrito que la 
información sobre el diagnóstico de cáncer debe 
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Claudia Marcela Salcedo Melo - Roberto Chaskel
ser “centrada en la familia y enfocada en el niño”4, 
siendo de esta forma importante establecer una 
relación de confianza a través de una atención 
individualizada, en donde se pueda dar lugar 
a la expresión emocional libre de los padres, 
ya que la participación del niño y la familia es 
clave e influirá posteriormente en la adecuada 
toma de decisiones respecto al plan terapéutico 
planteado por el equipo médico5.
Durante el proceso de diagnóstico es impor-
tante tener en cuenta el concepto de lo que 
podría llamarse “la teoría de la fase”; en la que 
se explica que no solo un diagnóstico de cáncer 
precipita una crisis, sino que cada fase nueva de 
la enfermedad perturba la homeostasis, forzando 
al paciente y a la familia a adaptarse a nuevas 
tareas. La mayoría de las categorizaciones han 
incluido las siguientes fases6:
a) Prediagnóstico: conocido como el período 
de incertidumbre, categorizado por muchas 
familias como el peor tiempo; donde puede 
ser valioso para la familia empezar a calcular 
e identificar recursos disponibles concretos 
y emocionales.
b) Diagnóstico: el salto emocional de tener un 
niño sano a tener un niño con cáncer es casi 
imposible de aceptar por la mayoría de las 
familias. El diagnóstico puede venir como 
un shock en donde la respuesta se va a ver 
interferida dependiendo de las circunstancias 
que rodean la presentación de la enfermedad. 
Trae consigo la pérdida de experiencias nor-
males, en donde son problemas constantes la 
“disolución del sueño”, el desvanecimiento 
de ciertas esperanzas y la incapacidad de 
alcanzar metas apropiadas, viéndose obli-
gados a crear nuevas alternativas.
 Entre los obstáculos que afronta la familia, 
está el tener que comunicar la noticia al resto 
de la familiay a los amigos, asociado en algu-
nos casos a reconocer el apoyo de otros en 
situaciones similares, pues les lleva tiempo 
aceptar que su hijo tenga cáncer; mientras 
para otros, el impacto del diagnóstico les 
hace querer conectarse inmediatamente 
con alguien que esté pasando por la misma 
situación.
c) Inducción: es durante este período cuando 
las familias empiezan a aceptar que ahora son 
parte del mundo médico. Deben comprender 
y afrontar la enfermedad y su tratamiento, 
que generan por sí mismos agotamiento, y es 
difícil pensar más allá de las tareas del día. 
Es un momento de mucha incertidumbre 
sobre la patología, el personal médico, los 
procedimientos y el futuro. La impredic-
tibilidad del curso vuelve más doloroso el 
proceso, siendo importante en este preciso 
instante realizar la mayor educación de la 
familia acerca de la enfermedad; de igual 
forma, afirmar y subrayar las habilidades 
del paciente y la familia de tener esperan-
za, puede ayudar al médico y a la misma a 
desarrollar un punto de vista positivo que 
no tiene que ver con el diagnóstico.
 Dentro de las intervenciones estratégicas 
que benefician a las familias, se contempla 
el ayudarles a anticipar y a aceptar la situa-
ción, soportar la necesidad de información, 
fortalecer recursos existentes, facilitar su 
entrada de nuevo en actividades de la vida 
anterior, soportar el manejo de la enferme-
dad y ayudar a los niños a adaptarse a ella, 
mientras les ofrecen el ambiente emocional 
en el que se pueden alcanzar hitos apropia-
dos a la edad.
d) Remisión: para muchas familias esta etapa 
representa un nuevo estado que, siendo 
consciente de la enfermedad pero no consu-
mido por ella, permite que la vida continúe. 
Para otros que se mantenían juntos durante 
la crisis inicial, este es el momento en el 
que el impacto de la situación difícil y su 
longevidad llega a casa, haciéndose impor-
tante dirigir las preocupaciones familiares 
sobre dejar el hospital y readaptar la vida 
en casa, y ayudarles en sus esfuerzos para 
8 ■ Precop SCP
Impacto psicosocial del cáncer en niños y adolescentes
implicarse en otros sistemas de apoyo (por 
ejemplo, grupos de padres dentro y fuera 
del hospital).
e) Recaída: es una fase que refuerza la natura-
leza amenazante que tiene la enfermedad con 
respecto a la vida. Una de sus características 
inherentes es la fragilidad de la vida, presen-
tándose en las familias frustración, rechazo 
y aislamiento del grupo social porque sus 
hijos han recaído.
 Además, este es el período más delicado 
para el personal médico, ya que pueden 
ver la recaída como un fallo profesional o al 
menos como una experiencia de decepción 
personal, e incluso en algunas ocasiones ser 
tomado como un gran reto el recuperar el 
optimismo después de una recaída, siendo 
importante identificar estos sentimientos 
para no generar mayores expectativas a las 
esperadas.
f) La ejecución del tratamiento: la terminación 
con éxito de la quimioterapia parece ser un 
suceso deseado, sin embargo, durante un 
período de tiempo el niño puede sentir que 
no pertenece ni al mundo de la salud ni al de 
la enfermedad. Incluso, aunque no quisieran, 
la medicación y la atención de los miembros 
del equipo proporcionan una rutina y una 
estructura de apoyo. Cuando termina el 
tratamiento y el personal profesional pasa 
menos tiempo con el paciente y la familia, 
pueden incrementarse los requerimientos 
de apoyo externo e información, y se rea-
vivan sentimientos que pueden haber sido 
suprimidos desde el momento del diagnós-
tico inicial, trayendo consigo miedo ante 
la posibilidad de una recaída; así, cuando 
finaliza el curso del tratamiento y el contacto 
personal es menos frecuente, se pierde una 
“protección percibida” desde el cáncer y se 
puede acentuar la ansiedad.
g) Supervivencia: durante años, y para algunos 
siempre, la supervivencia puede permanecer 
como un período ambiguo, en donde se inclu-
yen efectos psicológicos, cognitivos y psicoso-
ciales, heridas que permanecen y recuerdos 
de otros niños que mueren. Es fundamental 
ver cómo ellos manejan estos recuerdos y las 
preguntas del porqué sobrevivieron y otros 
no, además de servir como pilar para aquellos 
que inician el proceso con intervenciones 
de ayuda, planeadas para quienes, de otra 
manera, no buscarían cuidado psicosocial.
h) Muerte: sin tener en cuenta la edad en la 
que ocurre la muerte, esta se percibe como 
un visitante no querido, a pesar de que debe 
ser una posibilidad contemplada por el niño 
y por las familias. Así también es fundamen-
tal para el personal profesional empezar a 
reconocer sus sentimientos personales de 
pérdida del niño.
 Explicar los aspectos que involucran la muerte 
va a depender de la edad del niño y de su 
capacidad cognitiva. Las familias que sirven 
de soporte para el menor la mayoría de las 
veces intentan evitar este tema; sin embargo, 
es necesario abordarlo, pues, aunque es un 
asunto muy difícil de hablar con un hijo, 
es esencial especialmente en el contexto 
de un cáncer en la familia. En todo caso, si 
un padre quiere proporcionarle a su hijo la 
oportunidad de aclarar sus preocupaciones, 
puede pedirle a un profesional o familiar 
cercano que lo ayude.
 Para los niños más pequeños, el concepto de 
“irse al cielo” es menos amenazante y sencillo 
de entender que hablar directamente sobre 
la muerte. En el caso de niños de edad más 
avanzada, no es tan difícil aceptar la muerte 
como sí lo puede ser la separación de sus 
padres (Die-Trill, 1989)1,2. La voluntad de 
ciertas familias de trabajar en la resolución de 
problemas íntimos mientras sus hijos se están 
muriendo, hace el proceso recompensador.
i) Aflicción: el camino para los miembros 
familiares que pierden un ser querido no es 
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Claudia Marcela Salcedo Melo - Roberto Chaskel
fácil. La carga de la pérdida parece incluso 
más difícil cuando un niño se muere de una 
enfermedad de la que se han curado muchos, 
siendo importante identificar esta fase para 
dejar un proceso de comunicación abierta 
en los familiares que deseen volver a recibir 
apoyo por el grupo de salud. Sin embargo, 
no todas las familias se sienten a gusto 
volviendo a la institución donde murieron 
sus hijos; mientras otras encuentran alivio y 
descanso en los consejos sobre la aflicción, 
ofrecidos por miembros del personal que 
conocían a su hijo bien7,8.
Factores psicosociales
Estudios realizados por Eiser y Vance9,10 
encontraron problemas con el funcionamiento 
social, que limita el liderazgo y las habilidades 
sociales que se evidencian en el entorno aca-
démico del niño afectado con cáncer, donde el 
50% de los niños sobrevivientes de leucemia 
presentó dificultades académicas a cinco años 
de seguimiento a pesar de tener un coeficiente 
intelectual normal (Deasy-Spinetta y Spinetta, 
1980; Parsons y Brown, 1998).
De acuerdo con esto, es fundamental tener 
en cuenta que, aunque los niños con cáncer a 
menudo pueden volver a la escuela en una etapa 
temprana, es decir, en la fase de tratamiento 
ambulatorio, es frecuente que aspectos como 
los temores acerca del no ser capaz de ponerse 
al día con la carga académica, el interrogante 
del cómo sus compañeros o personal de la 
escuela va a reaccionar a su enfermedad y sus 
manifestaciones físicas van a ser factores de 
vital importancia en su adaptación. Teniendo en 
cuenta lo anterior, las altas tasas de ausentismo 
escolar se encuentran divididas en cuatro grupos 
según su dificultad, las cuales son importantes 
tener presentes durante una valoración clínica 
con el fin de preparar y orientar al niño para 
su regreso a la escuela:
1. Los pacientes presentan ansiedad para in - 
corporarse a la escuela debido a los efectos 
generados por la enfermedad y/o por el tra-
tamiento (pérdida de pelo, cambios de peso, 
náuseas y vómitos, desfiguración quirúrgica). 
2. Los padres y los profesores de las escuelas 
tienen dificultades para la reinserción de 
los pacientes a la vidaestudiantil después 
de prolongadas ausencias.
3. Los pacientes tienen una enfermedad rela-
cionada con el aprendizaje que requiere la 
evaluación psicológica y posibles acuerdos 
con la escuela.
4. Nuevos diagnósticos de los pacientes requie-
ren la intervención preventiva y orientación 
para reintegrarse.
Las principales dificultades se plantean en 
el primer año después del diagnóstico; especial-
mente en los niños que se someten a trasplante 
de médula ósea (TMO) es mayor el ausentismo 
en relación con otras enfermedades crónicas.
Factores que afectan al niño 
psicológicamente
Una de las áreas de gran preocupación en la com-
prensión de los factores psicológicos de los niños 
con neoplasia es la imagen corporal, que incluye 
la pérdida del cabello, cambios de peso, presencia 
de catéteres en diversos orificios, amputaciones, 
alteraciones en el color de la piel y cicatrices qui-
rúrgicas; cambios que se acompañan en los niños 
con expresiones de vergüenza y miedo, los cuales 
finalmente llevan a la pérdida de la autoestima 
y, a su vez, pueden generar aislamiento social y 
regresión. De esta forma, Varni10,11 considera el 
estrés como el más importante factor de riesgo 
potencialmente modificable para inadaptación 
psicosocial después del cáncer.
Según la edad, va a existir una prevalencia 
de algunos factores psicológicos, como1,2:
■ Preescolares: los niños más pequeños son más 
vulnerables a las secuelas neuropsicológicas, 
10 ■ Precop SCP
Impacto psicosocial del cáncer en niños y adolescentes
en donde los sobrevivientes de tumor cerebral 
diagnosticados antes de los seis años requieren 
de una educadora especial en el colegio12,13. La 
ansiedad social y la timidez pueden generar ado-
lescentes aislados y pueden ser más susceptibles 
de desarrollar trastornos de ajuste.
■ Escolares: son más vulnerables a los cambios a 
nivel del desarrollo físico, a presentar trastorno 
de estrés postraumático y a experimentar más 
ansiedad social y timidez.
■ Adolescentes: la principal vulnerabilidad es-
tá en la búsqueda de un sentido de identidad, 
siendo más susceptibles a problemas de ajuste y 
a las secuelas psicosexuales que generan reper-
cusiones físicas, psicológicas e interpersonales. 
Entre ellas la pérdida de los hitos previamente 
adquiridos, tales como la pubertad, la fertilidad, 
la menstruación, la libido, la erección y el vello 
púbico (Grant y Demetriou, 1988; Woolverton 
y Ostroff, 1998).
■ Adultos: los sobrevivientes de cáncer infantil se 
definen como más inseguros en sus relaciones en 
general y más ambivalentes en su relación con 
sus padres. Este comportamiento podría estar 
conectado con los patrones de vinculación en 
la infancia14,15. En un estudio de sobrevivientes 
de cáncer infantil dirigido por la Universidad 
de Minnesota en adultos jóvenes sobrevivientes 
de cáncer, el 17% tenía depresión, síntomas so-
máticos o ansiosos, y aproximadamente el 10% 
informó dolor moderado, y el 13% temores fre-
cuentes a su experiencia con el cáncer16.
Los tres grupos etarios son igualmente 
vulnerables a la presencia de episodios de 
depresión. La alteración en la autoestima y la 
confianza son equivalentes a la persistencia 
y la flexibilidad a la hora de hacer frente a la 
adversidad (Rutter, 1985).
Factores que influyen en las 
reacciones de ajuste en la familia
La familia influye en la mayor parte del impacto 
del cáncer en los niños, en donde la comunica-
ción con ellos es uno de los pilares fundamentales 
en el entendimiento y manejo del proceso de la 
enfermedad, al ser las figuras parentales, en la 
mayoría de los casos, el soporte que brindará 
seguridad al menor.
La mayoría de los padres de los niños con 
cáncer tienen dos objetivos: uno primario que es 
la cura de la enfermedad y el segundo relacionado 
con la comodidad de reducir el sufrimiento14. 
Los padres a menudo presentan mayores pro-
blemas de ajuste que sus hijos, evidenciando 
en un 30% síntomas depresivos (Manne et al., 
1993) en la etapa tras el diagnóstico, trastorno 
emocional agudo durante la fase inicial del 
mismo, incluyendo una intensa ansiedad de 
separación, y alteración del patrón de sueño 
(Magni et al., 1986).
En una cuarta parte de los padres se pre-
senta aumento de conflicto conyugal17. Algunas 
familias se vuelven más coherentes y desarrollan 
una mayor fuerza y una redefinición positiva 
de los valores18.
Además, las transiciones a menudo implican 
importantes experiencias de estrés y ansiedad 
en el paciente y sus familias, tales como cambios 
en los procedimientos de acompañamiento tanto 
de personal como de esquemas de manejo. Los 
obstáculos en el éxito de la negociación de las 
transiciones pueden incluir la falta de recono-
cimiento en los diferentes factores psicológicos 
de negación y dependencia por los que pasan 
los pacientes y sus familias (MacLean et al., 
1996)1,2.
Die-Trill y Stuber (1998)2,6 examinaron 
dos modelos de respuesta de los padres tras el 
diagnóstico de cáncer:
1. “Reacción de ajuste”, que consiste en una 
serie de etapas similares a las presentes 
durante un proceso de duelo. Kluber las 
describe así: inicialmente ansiedad y des-
organización causadas por el impacto del 
diagnóstico; posteriormente, negación y 
dolor, centrando la atención en la situación, y 
cierre o finalización, que incluye la aceptación 
CCAP  Volumen 8 Número 3 ■ 11
Claudia Marcela Salcedo Melo - Roberto Chaskel
de la enfermedad y una comprensión del 
significado de esta por parte de la familia.
2. “Reacción crónica”, dada por posibles patro-
nes de respuesta de dolor crónico (Busch-
mann, 1988). Se caracteriza por profundos 
sentimientos de pérdida del “completo 
bienestar del niño” y de su esperanza en el 
largo plazo.
El reconocimiento de estos dos modelos de 
afrontamiento se considera vital para el enten-
dimiento y la forma de comunicación que se 
instaurará con las familias.
Enskär y colegas (1997) describen ocho 
categorías de los problemas que enfrentan las 
familias con niños y adolescentes que padecen 
cáncer, incluyendo:
a) Sentimientos de impotencia asociados con el 
sufrimiento del niño o reacción a la enfermedad 
o el tratamiento.
b) Vidas regidas por la enfermedad del niño (por 
ejemplo, con respecto al trabajo y las finan-
zas).
c) Cambio de la dinámica familiar, como la falta 
de intimidad o de integridad en la relación ma-
trimonial, no dedicar el tiempo suficiente a los 
hermanos y la tendencia a estropear o sobrepro-
teger al niño enfermo.
d) Transformaciones significativas de los padres en 
su propia imagen, gobernadas por un cambio en 
las prioridades, sentimientos de desesperación, 
tristeza e incertidumbre.
e) Intentos fallidos de hacer frente a la enfermedad. 
f) Preoc upación por las reacciones de los demás.
g) Búsqueda de apoyo de otras personas (incluidos 
los familiares, amigos, padres de otros niños y 
personal sanitario).
h) Evaluación de la calidad de la atención, con énfasis 
en la profesionalidad del personal, la organización 
de la prestación de la atención, la información 
suministrada y los tipos de equipos disponibles 
para las actividades (por ejemplo, video).
Sin embargo, el reconocimiento de antece-
dentes familiares sobre comunicación y red de 
apoyo se constituye en un factor predictor del 
pronóstico de aceptación de la enfermedad, 
en el cual se ha evidenciado que familias que 
presentan preexistentes de estrés, antecedente 
de enfermedad psiquiátrica, disfunciones entre 
padres e hijos, barreras lingüísticas y culturales, 
múltiples pérdidas dentro de la familia, abandono 
o abuso de niños, divorcio o conflictos conyuga-
les, predisponen a dificultades de ajuste (Brown 
et al., 1992, 1993; Barbarin y Chesler, 1986; 
Cassileth et al., 1985; Die-Trill y Stuber, 1998; 
Kupst et al., 1984; Spiegel et al., 1983)1,2.
Consecuencias del cáncer
Dolor
Los niños con frecuencia son submedicados 
en relación con los adultos, debido a sus difi-
cultades para expresar lossíntomas dolorosos, 
generalmente relacionados con el tratamiento 
o los procedimientos, con el fin de evitar los 
procedimientos médicos, no preocupar a sus 
padres o tener un sentido de culpabilidad por 
ser responsable de alguna manera del dolor.
Los padres también pueden minimizar o 
negar la magnitud del dolor del niño, ya que 
simbólicamente anuncia un pronóstico más 
ominoso para el cáncer. La negación también 
los protege de experimentar el impacto de su 
dolor1,2.
La evaluación del dolor es el primer paso en el 
alivio. Frager y Shapiro (1998) recomiendan las 
siguientes directrices: a) incluir a toda la familia 
en la intervención para el dolor; b) visualizar el 
dolor como una “emergencia”; c) hacer frente a 
los efectos fisiológicos, emocionales y sociales 
del dolor; d) facilitar la participación de los 
padres en el manejo del dolor; e) calcular el 
dolor y con frecuencia el éxito de intervencio-
nes; f) utilizar estrategias farmacológicas y no 
farmacológicas y; g) estar atento para el manejo 
del dolor asociado tanto previo al tratamiento 
como durante el mismo. Esto no es una tarea 
12 ■ Precop SCP
Impacto psicosocial del cáncer en niños y adolescentes
fácil, porque el dolor es un fenómeno complejo 
y subjetivo que carece de una clara base teórica, 
y en los niños las limitaciones cognitivas y de 
lenguaje pueden impedir la comprensión y el 
autoinforme.
El tratamiento, además de medidas farmaco-
lógicas, incluye otras no farmacológicas, en las 
que están presentes métodos como la psicoedu-
cación, el biofeedback, la hipnosis, la distracción 
de comportamiento y la relajación19.
Secuelas cognitivas del tratamiento del 
cáncer
El cáncer puede afectar directamente la función 
cerebral, como en el caso de tumores y metástasis 
cerebral, pero también por efectos indirectos 
tales como infecciones, fiebres, medicamentos 
e intervenciones (irradiaciones intratecales), 
factores que se consideran importantes causas 
de las distorsiones cognitivas.
Las alteraciones a nivel de deterioro cognitivo 
son más comunes en los grupos de edad más 
jóvenes. Estas deficiencias se observan princi-
palmente en el rendimiento, la percepción de las 
habilidades motoras, de procesamiento visual, 
la integración visual motora, la capacidad de 
secuenciación y la memoria a corto plazo, así 
como en la alteración de la atención, el déficit en 
la resolución de problemas y las discapacidades 
de aprendizaje, que pueden ser evidentes a partir 
de 4 a 5 años después del tratamiento.
Síntomas psiquiátricos
■ Trastorno de estrés postraumático1,2:
El desarrollo del trastorno de estrés postrau-
mático (TEPT) se determina por:
1. La apreciación subjetiva de la amenaza de la 
enfermedad y las experiencias traumáticas 
relacionadas con el tratamiento e interven-
ciones dolorosas.
2. El nivel de ansiedad del niño.
3. La historia de otros traumas. 
4. El género femenino. 
5. La red de apoyo familiar y social. 
Stuber observó los niños con TEPT, notando 
síntomas somáticos como dolores de estómago, 
pesadillas, alteraciones en el juego y patrones 
repetitivos de malestar.
El papel de la madre en la percepción de 
amenaza para la vida del niño y los niveles de 
ansiedad de esta igualmente pueden contribuir 
a predecir el desarrollo del TEPT. De ahí la 
importancia de las intervenciones dirigidas a 
la madre, a las reacciones de la familia y a los 
amigos, como factores en la génesis de este 
trastorno en niños con cáncer.
■ Depresión:
La depresión y la ansiedad son comunes en 
niños con enfermedades médicas crónicas, 
incluido el cáncer. La depresión está altamente 
correlacionada con la falta de cumplimiento con 
el tratamiento médico de todo tipo20, además 
se asocia con mayor morbilidad y prolongación 
de la estancia hospitalaria, al interferir con dis-
función del sistema inmunológico y reducir las 
posibilidades de supervivencia, lo cual puede ser 
explicado por interacción a través del sistema 
de citoquinas en el cerebro.
• Factores etiológicos: la depresión puede 
ser el resultado de enfermedades relacio-
nadas con el estrés, complicaciones de 
la medicación, alteraciones neurológicas 
vinculadas con la nutrición o condicio-
nes médicas (deficiencia de ácido fólico 
o vitamina B12), deficiencias endocrinas, 
como hipotiroidismo, metástasis al sistema 
nervioso central, perturbaciones leptome-
níngeas, preexistentes o exacerbación de 
enfermedad mental.
• Factores predisponentes: incluyen un 
deteriorado estado físico, dolor intratable, 
enfermedad en estado avanzado e historial 
de importantes pérdidas anteriores.
CCAP  Volumen 8 Número 3 ■ 13
Claudia Marcela Salcedo Melo - Roberto Chaskel
castigos por faltas realizadas, y pueden atribuir 
intenciones malévolas a los proveedores de 
atención médica, especialmente en el contexto 
de un procedimiento.
La angustia presente en la infancia se 
manifiesta llorando, gritando, pidiendo apoyo 
emocional, contacto físico, verbal, búsqueda 
de información y solicitud de retrasos en la 
administración del procedimiento. Temores 
comunes incluyen la desfiguración, la pérdida 
de toda su sangre o de ser sobrecargado durante 
las transfusiones y la muerte. Los niños mayores 
frecuentemente sienten vergüenza por no poder 
controlarse a sí mismos (Die-Trill y Stuber, 
1998, p. 899).
Los síntomas fóbicos pueden desarrollar reac-
ciones traumáticas de procedimientos médicos, 
los cuales pueden responder a intervenciones 
como la hipnosis2,23,24.
■ Delirio y psicosis:
Existen múltiples factores determinantes del 
delirio en los pacientes de cáncer pediátrico21, 
incluidos los tumores del sistema nervioso cen-
tral, alteraciones metabólicas, retirada de drogas, 
infección, dolor inadecuadamente tratado, fiebre, 
efectos de la radiación, quimioterapia, agentes 
anticolinérgicos y narcóticos. El delirio debe ser 
considerado como un proceso subyacente en 
cualquier cambio repentino en la conducta del 
niño. Este cambio puede ser evaluado formal-
mente con el miniexamen del estado mental, las 
pruebas neuropsicológicas o la dependencia de 
observaciones por parte de la familia.
Instrumentos de evaluación
Evaluaciones de la calidad de vida. Como el 
inventario de calidad de vida de los niños incluye 
módulos para enfermedades específicas (por 
ejemplo, dolor y náuseas) y el tratamiento de 
síntomas específicos de los módulos, Feeney 
(1998) desarrolló una herramienta diseñada 
para evaluar sistemáticamente el estado de 
• Factores farmacológicos: los medicamen-
tos que pueden inducir a la depresión en 
pacientes oncológicos son: glucocorticoste-
roides, interferón, interleuquina-2, aciclovir, 
agentes narcóticos, barbitúricos, propanolol, 
vincristina, vinblastine, procarbazine y 
L-asparaginas, entre otros21.
El diagnóstico en los niños con cáncer es difí-
cil, porque muchos de los síntomas somáticos de 
la depresión (anorexia, fatiga y pérdida de peso) 
son comunes en esta patología. El diagnóstico en 
estos casos se basa en síntomas cognitivos, como 
la anhedonia, la desesperanza, la desesperación, 
la inutilidad, la culpabilidad y las tendencias 
suicidas. La pancitopenia puede producir fatiga 
similar a la observada en la depresión en las 
últimas etapas de la quimioterapia.
Existe un mayor riesgo de suicidio en los 
pacientes con cáncer en comparación con la 
población general22. Pensamientos suicidas 
pasivos son relativamente comunes y permi-
ten al paciente una sensación de control y una 
alternativa teórica. Es difícil determinar lo 
que es suicida y lo que es la falta de cumpli-
miento. Los factores de riesgo de suicidio son 
similares a los de la población en general y son 
especialmente prevalentes en el primer año de 
enfermedad23.
■ Ansiedad:
Diversos síndromes de ansiedad se pueden desa-
rrollar en el contexto de enfermedad neoplásica, 
tales como fobia a procedimientos, ansiedad de 
separación y trastorno de estrés postraumático 
ya mencionado anteriormente. La angustia es de 
5 a 10 veces mayor en niños menores de sieteaños de edad (Jay et al., 1985; Redd, 1994). 
Algunos de estos síndromes pueden atribuirse 
al nivel cognitivo del niño, la comprensión de 
la enfermedad y los procedimientos a los que se 
ve sometido (Perrin y Gerrity, 1981)24.
Los niños pequeños sienten a menudo que la 
enfermedad y/o los procedimientos representan 
14 ■ Precop SCP
Impacto psicosocial del cáncer en niños y adolescentes
• Psicoterapia individual 
Puede abordar temas relacionados con el trau-
ma ante la amenaza contra la supervivencia y 
la experiencia de la enfermedad, la pérdida y 
la impotencia, y la necesidad de reconstruir la 
vida después del tratamiento (Sourkes, 1998). 
La normalización de la experiencia emocional 
puede facilitar la aceptación de la terapia y 
las estrategias de afrontamiento, autonomía y 
control.
• Psicoterapia breve 
Se realizará con el niño y su familia, enfocada 
en las relaciones con sus padres, el estado 
psicológico y los sentimientos ambivalentes 
de los hermanos, los aspectos simbólicos de la 
desfiguración, imagen corporal y autoconcep-
to, y la pertinencia de los miedos y fantasías 
intensas28.
• Distracción y técnicas de relajación 
Parece ser especialmente útil para los efectos 
secundarios de la quimioterapia, como son las 
náuseas y los vómitos.
La hipnosis se puede utilizar para lograr la 
relajación, superar el insomnio, ayudar a los 
pacientes a lograr el alivio del dolor y enseñar-
les a trabajar con familiares y demás personas 
cercanas a ellos, porque los cuidadores en una 
relación especial pueden ser una importante 
fuente de alivio para los niños6,26,27.
Psicofarmacología pediátrica 
en el paciente con cáncer
Los agentes psicotrópicos se utilizan con fre-
cuencia en las unidades de oncología21,28.
■ Antidepresivos: no hay estudios sistemáticos 
de la utilización de estos medicamentos en 
el cáncer pediátrico en parte debido a la 
preocupación acerca de la interacción de 
drogas, lo cual ha limitado la investigación 
salud en los supervivientes de cáncer infantil 
de siete años de edad y mayores que utiliza siete 
atributos, entre ellos los sentidos, la movilidad, 
la emoción, la cognición, el autocuidado, el 
dolor y la fertilidad.
La evaluación psiquiátrica de los niños con 
cáncer requiere la recopilación de información de 
múltiples fuentes, siendo importante entrevistar 
a los niños, familiares y profesores, además de 
a los proveedores de atención médica.
La evaluación debe ser longitudinal. Los 
dominios que deben incluirse en ella son el 
desarrollo socioeconómico y cultural, la cohe-
sión familiar y la comunicación, la familia y la 
historia personal, y la imagen corporal. Otras 
áreas que pueden ser evaluadas son los sentidos, 
la movilidad, la cognición, el autocuidado, el 
dolor y la fecundidad25.
Tratamientos
• Intervenciones
Existe una creciente aceptación de la necesidad 
de programas de manejo multidisciplinario en 
las unidades de oncología26.
Los puntos más destacados incluyen la 
importancia de la adecuada prestación de aten-
ción psicosocial, el respeto mutuo, la educación, 
las reuniones regulares del equipo psicosocial, 
que trata de cuestiones de reentrada después 
del tratamiento (en la escuela, el trabajo y con 
los amigos), el enlace entre los equipos médicos, 
las asociaciones de padres (que deberían ser 
organizadas y dirigidas por los padres) y los 
esfuerzos basados en la comunidad27.
• Psicoterapia
El terapeuta debe tener una buena relación 
con el equipo de tratamiento dentro del res-
peto de las cuestiones de confidencialidad y el 
reconocimiento e identificación por el equipo 
multidisciplinario.
CCAP  Volumen 8 Número 3 ■ 15
Claudia Marcela Salcedo Melo - Roberto Chaskel
farmacocinética, pero puede producir con- 
fu sión y dependencia. 
■ Hidrato de cloral: es uno de los más antiguos 
agentes hipnóticos. Buen inductor del sueño, 
aunque no es tan eficaz como las benzo-
diacepinas, con pobre tolerabilidad digestiva 
y una estrecha ventana terapéutica.
■ Estimulantes: hay dos indicaciones para estos 
compuestos. La primera es contrarrestar los 
efectos sedantes de los opiáceos y la segunda, 
paliar la fatiga y la depresión en pacientes 
con cáncer avanzado. En comparación con 
los antidepresivos clásicos, tienen una acción 
rápida. También pueden mejorar la atención 
en niños con deterioro cognitivo y aumentar 
la acción analgésica de los opiáceos.
Conclusión
El cáncer pediátrico tiene una cantidad impor-
tante de efectos psicológicos en el paciente y su 
familia. Con la evolución de la comprensión de 
este fenómeno que abarca el concepto de calidad 
de vida cuando se define en términos generales, 
se ha logrado un manejo multidisciplinario que 
permite una mejor reacción de ajuste, compren-
sión de la enfermedad y expectativas en el plan 
de manejo de los niños. El diagnóstico de cáncer 
ante la presencia de sofisticados instrumentos es 
cada vez más oportuno y a la vez ha contribuido 
a la mayor supervivencia del mismo, lo que 
conlleva a una gran población de sobrevivientes 
con alteraciones psicológicas, sociales, educativas 
y profesionales a corto, mediano y largo plazo, 
que es importante abordar e investigar.
de rutina y el uso de antidepresivos en 
pacientes con cáncer1,2.
■ Inhibidores selectivos de la recaptación de 
serotonina: son el tratamiento de elección 
para la depresión en los pacientes de cán-
cer pediátrico, debido a la amplia ventana 
terapéutica. Hay que recordar, sin embargo, 
que estos agentes son metabolizados en el 
hígado, que puede estar alterado en algunos 
de estos pacientes. La sertralina puede tener 
una cierta ventaja respecto a otros inhibidores 
selectivos de la recaptación de serotonina, 
debido a la relativamente corta vida media 
de este compuesto.
■ Sedantes, hipnóticos, ansiolíticos: son usa-
dos con frecuencia, debido a que muchos 
enfermos de cáncer tienen dificultades para 
dormir.
■ Hipnóticos: debe limitarse a la adminis-
tración de corto plazo, por los peligros de 
habituación y tolerancia.
■ Benzodiacepinas: son los fármacos más 
populares cuyos efectos secundarios incluyen 
sedación diurna residual, amnesia anterógra-
da, delirio, agitación, reacciones paradójicas 
e interacciones medicamentosas.
■ Análogos de las benzodiacepinas: agentes 
de segunda línea, zolpidem y zopiclona. 
El primero es considerado para la induc-
ción del sueño sin causar resaca en la 
mañana; mientras que la zopiclona, para 
despertares nocturnos debido a su lenta 
16 ■ Precop SCP
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Referencias
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Claudia Marcela Salcedo Melo - Roberto Chaskel
1. De los siguientes tipos de 
cáncer ¿cuál no es de los más 
frecuentes en la infancia?
A. leucemias
B. linfomas
C. tumores neurales
D. hepatocarcinoma
2. ¿Cuál de las siguientes 
afirmaciones no es verdadera 
respecto a los aspectos 
psicológicos individuales en 
niños y adolescentes?
A. los niños en etapa preescolar son en 
primer lugar más vulnerables a las secuelas 
neuropsicológicas
B. los niños en etapa escolar son más 
vulnerables a los cambios a nivel del 
desarrollo físico y a presentar trastorno de 
estrés postraumático
C. la principal vulnerabilidad de los 
adolescentes está en la búsqueda de 
un sentido de identidad, siendo más 
susceptibles a problemas de ajuste y a las 
secuelas a nivel psicosexual, que generan 
repercusiones físicas, psicológicas e 
interpersonales
D. las repercusiones neuropsicológicas en las 
diferentes etapas del desarrollo cronológico 
de los niños y adolescentes con cáncer se 
evidencian principalmente a corto plazo
3. ¿Cuál de las siguientes 
directrices hacen parte de 
la evaluación del dolor en 
los niños y adolescentes con 
cáncer?
A. incluir a toda la familia en la intervención 
para el dolor
B. visualizar el dolor como una “emergencia”
C. hacer frente a los efectos fisiológicos, 
emocionales y sociales del dolor
D. todas las anteriores
18 ■ Precop SCP
Impacto psicosocial del cáncer en niños y adolescentes
ex
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en
 c
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su
lt
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o
4. Son factores de riesgo para 
trastorno de estrés postraumático 
en niños y adolescentes con 
cáncer, excepto:
5. Son factores predisponentes 
para desarrollar depresión en 
niños y adolescentes con cáncer:
A. la apreciación subjetiva de la amenaza de 
la enfermedad
B. el nivel de ansiedad del niño
C. la historia de otros traumas
D. el género masculino
A. el dolor intratable
B. la etapa de la enfermedad en estado 
avanzado
C. el historial de importantes pérdidas 
anteriores
D. todas las anteriores

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