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UNIVERSIDAD NACIONAL MAYOR DE SAN MARCOS (Universidad del Perú, DECANA DE AMÈRICA) FACULTAD DE PSICOLOGÍA ESCUELA ACADÉMICA DE PSICOLOGÌA GENERAL “ÚLTIMO TRABAJO: DISFUNCIONES SEXUALES” PSICOLOGÍA DE LA SEXUALIDAD Turno 1 2:00 pm – 5:30 pm Profesor: Levano Muchotrigo, José Estudiante: Carlos Godines César Daniel 2019-II PREGUNTAS: Las respuestas deben estar acompañadas de al menos una cita bibliográfica para cada pregunta, a excepción de la pregunta 1. 1. Definición de las disfunciones sexuales. (Citar a 3 autores) Las disfunciones sexuales son problemas frecuentes que afectan a muchas personas, tanto a hombres como mujeres, por lo que su estudio resulta necesario para promover la salud sexual de todos los individuos. Tiene muchas definiciones que se han ido actualizando con los años, por ser un tema de sumo interés, y algunos de ellos son los siguiente: Según Rubio (1994; citado por Sánchez, Carreño, Martínez & Gómez., 2005), las disfunciones sexuales hacen referencia a una serie de síndromes en los que los procesos eróticos de la persona sexual resultan no deseables para el individuo o para el grupo social que lo padece, y que se presentan de forma persistente y recurrente. Además de ello, propone la presencia de cuatro características presentes en todas las disfunciones sexuales: i) son procesos de naturaleza erótica, donde la calidad placentera de estas vivencias, así como las construcciones mentales alrededor de ella están disminuidas; ii) son procesos que se consideran indeseables; iii) son procesos que se presentan en forma recurrente y persistente en la vida erótica de las personas, y iv) se presentan en forma de síndromes (grupo de síntomas que permiten la identificación de grupos de personas con síntomas similares), no así de las causas que las provocan, además de que las disfunciones pueden aparecer en una o más fases de la respuesta sexual humana. Por otro lado, Labrador (1994; citado por Labrador, 2001) nos menciona que las disfunciones sexuales son todas aquellas alteraciones (esencialmente inhibiciones) que se producen en cualquiera de las fases de la respuesta sexual, y que impiden o dificultan el disfrute satisfactorio de la sexualidad. Sin embargo, y, por último, un concepto que es más general y abarcativo, a criterio personal, es la otorgada por Helen Kaplan (1990, citado por Sánchez et al., 2005), estudiosa de las disfunciones sexuales y quien estructuró la llamada “nueva terapia sexual”. Ella los define como trastornos psicosomáticos que impiden al individuo realizar el coito o gozar de él, y las divide en tres síndromes para cada sexo: para el varón (trastorno de la erección, eyaculación retardada y eyaculación precoz) y para la mujer (vaginismo, deseo sexual hipo activo y trastorno del orgasmo). 2. ¿Qué son las disfunciones sexuales femeninas? Tomándose en cuenta las definiciones anteriormente citadas se colige que las disfunciones sexuales femeninas hacen referencia a todas aquellas disfunciones que afectan exclusiva y específicamente a la respuesta sexual de la mujer y a que esta pueda disfrutar del coito y de su sexualidad con normalidad. Según el Manual de Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-IV-TR, 2000; citado por Sanchez, Morales, Carreño & Martinez, 2005), las disfunciones sexuales femeninas se pueden clasificar de la siguiente manera: a. Deseo sexual hipoactivo: Ausencia o reducción de fantasías y deseos de actividad sexual de forma persistente o recurrente. b. Trastorno por aversión al sexo: Aversión extrema y recurrente hacía, y con evitación de todos o casi todos, los contactos sexuales genitales con una pareja sexual. c. Trastorno de la excitación sexual en la mujer: Incapacidad persistente o recurrente, para obtener o mantener la respuesta de lubricación propia de la fase de excitación, hasta la terminación de la actividad sexual. d. Trastorno orgásmico femenino: Ausencia persistente o recurrente del orgasmo tras una fase de excitación sexual normal. e. Dispareunia: Dolor genital persistente o recurrente en la mujer antes, durante y posterior a la relación sexual. f. Vaginismo: Aparición persistente o recurrente de espasmos involuntarios de la musculatura del tercio externo de la vagina, que interfieren con el coito. g. Disritmia: Incremento de la actividad sexual normal en uno de los miembros de la pareja, manifestada por la insatisfacción que provoca en el otro miembro de la pareja, que el otro desee, o no, demasiado las relaciones sexuales. 3. ¿Qué son las disfunciones sexuales masculinas? Asimismo, tomándose en cuenta la descripción de disfunción sexual brindada por el DSM-IV (1995), las disfunciones sexuales masculinas se pueden entender como aquellas disfunciones que afectan la respuesta sexual masculina, por una alteración o cambios psicofisiológicos en una de sus etapas, y que provoca malestar y/o problemas interpersonales en las relaciones sexuales-afectivas que puede establecer. Las disfunciones sexuales masculinas pueden clasificarse de la siguiente manera, según el manual Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (citado por Sánchez, Morales, Pimentel, Carreño & Guerra, 2002): a. Deseo sexual hipoactivo: se caracteriza por la ausencia o escaso interés sexual antes y durante la experiencia sexual. b. Trastorno por aversión al sexo: miedo extremo e irracional o incomodidad ante la actividad sexual c. Trastorno de la erección o “Disfunción eréctil”: Incapacidad consistente o recurrente, al menos durante tres meses, para tener o mantener una erección. d. Trastorno o disfunción orgásmico masculino: Incapacidad del hombre para eyacular durante la actividad sexual con su pareja. e. Eyaculación precoz: ocurre cuando un hombre con frecuencia eyacula rápidamente y es incapaz de controlar la expulsión del semen. f. Dispareunia: Dolor durante el coito. es disruptiva para el interés y la excitación sexual en hombres y mujeres g. Disritmia. 4. ¿Cuáles son las disfunciones sexuales más frecuentes en hombres y en mujeres? De acuerdo a diversos estudios estadísticos presentados en el libro “Sexualidad Humana” de Arango (2008), los trastornos o disfunciones sexuales más frecuentes, en hombres, son: La Eyaculación Precoz (EP) Es considerada la disfunción sexual más frecuente entre varones. Siendo exclusiva de este sexo, el mayor número de casos se visualiza en hombres menores de 45 años, con una prevalencia en varones estadounidenses que va de 30 a 70%; el National Health and Social Life Survey (NHSLS) indica una prevalencia de 30%, al margen de la edad. Sin embargo, varias encuestas demuestran que hay un subregistro debido a que muchos hombres no reportan la disfunción a su médico, quizá por vergüenza o temor a que no haya tratamiento disponible. A nivel internacional, la prevalencia en países de Europa y la India, reflejan lo que las estadísticas estadounidenses muestran, pero se desconocen las cifras de Asia, África y Australia. En relación a la raza, no hay estudios que demuestren que la prevalencia e incidencia de EP sean distintas entre grupos, aunque el análisis del NHSLS realizado por Laumann y colaboradores (citado por Arango, 2008) mostró que la EP es más prevalente en hombres afroamericanos (34%) y caucásicos (29%) que en hispanos (27%). En cuanto a la rapidez con la que un hombre eyacula, Waldinger y colaboradores (citado por Arango, 2008), estudiaron a 110 hombres con EP primaria y alrededor de 10% eyacularon entre 1 y 2 minutos después de la penetración vaginal, pero 90% eyaculó en el periodo de 1 minuto, 80% en 30 segundos y 60% en 15 segundos. Disfunción Eréctil (DE) La DE también es uno de los trastornos sexuales más frecuentes en los varones (Arango, 2008). Así, porejemplo, en el estudio MMAS (Massachusetts Male Aging Study), realizado en Estados Unidos, con 1 290 varones de edades comprendidas entre 40 y 70 años, la prevalencia de DE (de cualquier grado) fue de 52%. En el estudio EDEM (epidemiología de la disfunción eréctil masculina) se encontró que en una población española de 2 480 varones de edades entre 25 y 70 años, hubo una prevalencia para hombres entre 40 y 70 años de 12.1%, lo cual representa cifras menores a las registradas en EUA. En Francia, Virag y colaboradores describieron que la prevalencia de DE en una población comprendida entre 18 y 70 años fue de 39%. En cuanto a los estudios en países de Latinoamérica, la zona enunciada como DENSA que abarca el norte de América del Sur (Colombia, Ecuador y Venezuela) arroja una prevalencia de 53.4% en 1 946 varones de más de 40 años. En Brasil, de 1 286 varones de entre 40 y 70 años, 48.8% mostró alguna DE; en Argentina la prevalencia global para pacientes mayores de 50 años fue de 41.7%; en México se reporta una prevalencia de 55% en una población de varones comprendida entre 40 y 70 años, mientras que en otro estudio que abarca a una población entre 18 y 40 años, fue de 9.7% en cualquier grado de DE. Finalmente, en un estudio multinacional se abarcó una muestra de 27 000 hombres de 8 países. El estudio conocido como MALES (Men’s Attitudes Towards Life Events and Sexuality) arrojó que la prevalencia se incrementa con la edad: de un 8% entre los 20 y 29 años, hasta un 37% entre 70 y 75 años. Y en mujeres, las disfunciones más frecuentes son: La disfunción orgásmica femenina o anorgasmia Aquella dificultad o imposibilidad para alcanzar el orgasmo, en sus diferentes tipos, es la disfunción sexual más frecuente y común en mujeres (Arango, 2008), constituyendo, en estudios de Masters, Johnson y Kolodny, hasta 90% de la muestra de los pacientes que estudiaron. Estas mujeres logran un cierto nivel de excitación sexual, pero, a pesar de recibir un fuerte estímulo erótico, tienen dificultades para llegar al orgasmo. En relación a su prevalencia, resultados de diversas investigaciones muestran que Entre 6 y 11% de las mujeres nunca han tenido un orgasmo, entre 7 y 22% no lo alcanzan por medio del coito, aunque sí de otras maneras, y de 10 a 22% tienen orgasmos coitales, pero de manera irregular. Extrapolándolo a un margen más global lo informado por estos estudios, se puede inferir que un 10% de las mujeres nunca han tenido orgasmos durante el coito y quizá otro 10% experimente orgasmos coitales de forma irregular. Disfunción de la excitación sexual de la mujer En los reportes sobre esta disfunción se observa un rango amplio en la prevalencia, variabilidad que se explica en función de las distintas metodologías utilizadas. Se mencionan prevalencias que van de 6 a 49%; sin embargo, la mayoría de los reportes oscila entre 13 y 24%. Parece que la prevalencia del trastorno de la excitación en la mujer se incrementa con la edad, con un pico después de los 50 años, cerca de 25% de los casos de 50 años o más refieren disfunción en la lubricación, mientras que lo informan 6 a 11% de las mujeres en el grupo de 18 a 49 años. Vaginismo y Dispaurenia (“Trastornos por dolor sexual”) Otra disfunción recurrente en las mujeres es el vaginismo, síndrome que forma parte de los padecimientos relacionados con el dolor y que, en ese sentido, se acompaña de otra condición dolorosa, la dispareunia (dolor persistente o recurrente asociado con el intento de entrar en la vagina o al coito peneano/vaginal). La prevalencia de dispareunia es de 12 a 15% de las mujeres con vida sexual activa y de cerca de 45.3% de las mujeres posmenopáusicas. El vaginismo puede llegar a presentarse en 0.5 a 1% de las mujeres fértiles. Estos son algunas cifras estadísticas de los trastornos o disfunciones sexuales más frecuentes que padecen tanto hombres como mujeres. Para poder indagar en mayor cantidad datos estadísticos a nivel global sobre la prevalencia e incidencia, puede revisar el libro de Arango (2008), el capítulo 6: “Disfunciones y trastornos sexuales”. 5. Identifica las causas de las disfunciones sexuales en hombres y en mujeres. Determinar cuáles son las causas o factores que pueden desembocar en un trastorno o disfunción sexual tanto en hombres como en mujeres es relevante puesto que nos ayuda a poder generar modelos de atención, contar con elementos que nos permitan generar líneas de abordaje terapéutico más eficaces y con mayor especificidad, en los diferentes casos. Las causas pueden ser diversas, y varían de una persona a otro y de un tipo de disfunción a otro. Sin embargo, Hyde & De Lamater (2007) mencionan que las causas pueden relacionarse a diversos factores; los cuales son: a) Causas físicas (Factores orgánicos o fármacos) Incluyen a factores orgánicos (como enfermedades o lesiones) y el consumo de drogas. Trastornos como la Disfunción Eréctil (DE), que pueden deberse a enfermedades asociadas al corazón y al sistema circulatorio (Jackson, 1999; citado por Hyde & De Lamater, 2007), puesto que los problemas de la erección se deben a dificultades en la irrigación de la sangre; o la eyaculación precoz (este último si es que se trata de un trastorno adquirido, es decir, donde antes la persona tenía control eyaculatorio, pero después lo perdió) pueden deberse a causas orgánicas. El trastorno orgásmico masculino o femenino, producto de padecimientos quirúrgicos o médicos, como la esclerosis múltiple, la lesión a la médula espinal (Sipski et al., 2001; McMahon et al., 2004; citado por Hyde & De Lamater, 2007), la dispaurenia o el vaginismo también presentan causas orgánicas. Por otro lado, los fármacos también pueden tener efectos secundarios que causan trastornos sexuales (Segraves y Balón, 2003; citado por Hyde & De Lamater, 2007). Por ejemplo, algunos medicamentos utilizados para el tratamiento de la presión arterial elevada aumentan los problemas de erección en los hombres y de disminución del deseo sexual tanto en hombres como en mujeres. Otro ejemplo son las investigaciones que señalan que altos niveles de alcohol suprimen la excitación sexual y el uso repetido de cocaína se asocia con pérdida del deseo sexual, trastorno del orgasmo y problemas de erección (MacDonald et al., 1998; Segraves y Balón, 2003; Johnson et al., 2004; citados por Hyde & De Lamater, 2007). b) Causas psicológicas individuales En cuanto a las causas psicológicas, Hyde & De Lamater (2007) las subdividen en: (1) causas inmediatas, las cuales son cosas que suceden en el mismo acto de hacer el amor y que inhiben la respuesta sexual, y (2) causas de aprendizaje previo, que se refieren a cosas que las personas han aprendido en una etapa anterior de su vida, por ejemplo, en la infancia, y que ahora inhiben su respuesta sexual. Causas psicológicas inmediatas Aquellas causas inmediatas que pueden favorecer la aparición de trastornos sexuales son: - La ansiedad como temor al fracaso: Se le entiende como aquella ansiedad que la persona siente durante el coito y que está relacionado al desempeño que pueda tener en ese acto mismo. El miedo al fracaso, y la ansiedad en sí, bloquean la respuesta sexual y así tener un desempeño adecuado. Con frecuencia, la ansiedad puede crear el círculo vicioso de una profecía autocumplida en la que el temor al fracaso produce un fracaso, que a su vez provoca mayor temor, el cual produce otro fracaso, y así sucesivamente. - La interferencia cognitiva: Se refiere a los pensamientos negativos que distraen a la persona de enfocarse en la experiencia erótica. La persona se aleja mentalmente del acto sexual en la que participan para evaluar su desempeño. Emite frases como “Sigue así, está bien” o “lo estás haciendo mal”. - La incapacidad de los miembros de la pareja para comunicarse: una de lascausas inmediatas más importantes de los trastornos sexuales. Significa aquella dificultad para comunicar los deseos y necesidades sexuales a la otra persona, el querer que la pareja adivine lo que uno quisiese o desease. - La incapacidad para participar en comportamientos afectivos y sexualmente estimulantes: Que puede ser producto de la ignorancia de uno o ambos miembros de la pareja. Ej. Un desconocimiento de la localización del clítoris. Causas de aprendizaje previo Aquí se pueden encontrar aspectos que la personas ha aprendido anteriormente en su vida y que afectan en la actualidad su respuesta sexual. Ejemplos como una crianza estricta de una familia religiosa, una primera experiencia sexual sin haber logrado una erección adecuada, haber sufrido de abuso sexual en la infancia o ser castigados por masturbarse, representan causas de aprendizaje previo. Entre ellas encontramos: - Factores emocionales: El estado de ánimo es relevante a la que la persona deba rendir sexualmente. Por ejemplo, la depresión se asocia con trastorno de la erección y otros trastornos sexuales (Araujo et al., 1998; Frohlich y Meston, 2002; citado por Hyde & De Lamater 2007). Las emociones como el enojo y la tristeza pueden interferir con la respuesta sexual (Araujo et al., 2000). Como vimos antes, la ansiedad puede ser un poderoso impedimento para el funcionamiento sexual. - Factores conductuales o de estilo de vida: El tabaquismo, el consumo de alcohol y la obesidad se asocian con tasas mayores de trastornos sexuales y todos implican conducta (Derby et al., 2000; Segraves y Balon, 2003; citado por Hyde & De Lamater 2007). Sobre la misma línea, una vida saludable y sumergida en el deporte es un buen factor protector ante los trastornos sexuales. - Factores cognitivos y fisiológicos combinados: El cual liga procesos fisiológicos con procesos cognitivos. Es decir, ante una situación sexual erótica, el cuerpo puede responder excitadamente de forma biológica, pero se necesita que, cognitivamente, interpretemos dicha respuesta como excitación propiamente, y no como ansiedad o nerviosismo. Haciendo eso propiciamos a que la respuesta sexual no tenga dificultades. c) Factores interpersonales: Las perturbaciones en una relación de pareja son otra de las causas más importantes de los trastornos sexuales (Althof et al., 2004, citado por Hyde & De Lamater, 2007). El enojo y el resentimiento hacia la pareja no crean un ambiente óptimo para el disfrute sexual. Por otro lado, problemas en relación a la intimidad de la relación, el temor a la intimidad en uno de los miembros de la pareja, son otros de los aspectos visualizados. 6. Describe las consecuencias a nivel individual y para la pareja, de las disfunciones sexuales. En base a todo lo presentado anteriormente y a la revisión bibliográfica realizada, es que se puede decir que las disfunciones sexuales representan barreras que impiden el goce y disfrute pleno de la conducta sexual, intima o coital de las personas, y ese perjuicio es percibido no solo por la ellos mismos individualmente, sino también por la pareja, y ambos en su diada, como relación (Ortiz, 2012; Organización Panamericana de Salud, s/f). Individualmente, la persona que padece determinado trastorno sexual, ya sea, por ejemplo, disfunción eréctil o eyaculación precoz en el varón, o dispaurenia o disfunción orgásmica en la mujer, puede desarrollar emociones negativas, como impotencia, enojo y frustración ante el impedimento del disfrute sexual o que siente que no rinde sexualmente a su pareja, así como también puede llevarlo a tener problemas en la relación si es que su pareja no muestra una actitud comprensiva y empática consigo. En resumen, como dice Ortiz (2012), las disfunciones sexuales (DS) influyen y repercuten en la calidad de vida individual de la persona (no le permite gozar de una vida sexual activa y satisfactoria), así como también de la relación y la vida íntima que tiene con su pareja. Existen consecuencias negativas definitivamente, pero la forma en cómo estas se puedan presentar, su frecuencia e intensidad, va a depender del manejo y la capacidad resolutiva que la persona puede tener individualmente; y del apoyo que puede recibir de la pareja. 7. Explique la intervención psicológica para las disfunciones sexuales Existe una variedad de terapias para los trastornos sexuales, cada una de ellas, de una diferente comprensión teórica acerca de la causa de los diferentes trastornos que hay (Hyde & De Lamater 2007). Encontramos desde tratamientos biomédicos, con el uso principal de medicamentos (ej. Viagra) o cirujía, hasta el uso de terapias psicológicas. Sin embargo, en esta ocasión nos centraremos en abordar la intervención psicológica de las disfunciones sexuales y señalar los tipos de terapia que existen en relación a esta perspectiva de intervención. Es así que citamos a tres de los principales tipos de terapia psicológica que hay en el día de hoy: a. Terapia Conductual. Sistema de terapia basado en el conductismo y la teoría del aprendizaje, en el que la atención se coloca sobre el comportamiento problemático y la manera de modificarlo o cambiarlo. La suposición básica es que los problemas sexuales son resultado del aprendizaje previo (son aprendidos, como discutimos antes) y que se mantienen por reforzamientos y castigos continuos (causas inmediatas). De esto se deduce que tales comportamientos problemáticos pueden desaprenderse a través de nuevo condicionamiento. Una de las técnicas clave es la desensibilización sistemática en la que se conduce de manera gradual al paciente a través de ejercicios que reducen la ansiedad. Sus pioneros fueron Masters y Johnson. Ellos operaban desde un modelo de terapia conductual porque consideraban que los trastornos sexuales son comportamientos aprendidos en lugar de síntomas de enfermedad psiquiátrica. Si los trastornos sexuales son resultado del aprendizaje, pueden desaprenderse. Para ello emplearon un programa rápido de dos semanas de terapia intensiva que consistía principalmente de discusión y de ejercicios conductuales específicos, o “tareas en casa”. Utilizaron un equipo de terapia de hombre y mujer para tratar a parejas heterosexuales, de modo que cada miembro de la pareja tuviese un terapeuta de su propio género y no se sintiera superado en número. Una de las metas básicas de la terapia de Masters y Johnson era eliminar el desempeño sexual orientado a metas. Muchos clientes creen que en el sexo deben tener un desempeño y alcanzar ciertas cosas. Si el sexo es una situación de logro, también puede volverse escenario de fracaso y los fracasos percibidos conducen a las personas a creer que tienen un problema sexual. La idea es utilizar técnicas terapéuticas para reducir la ansiedad. En una técnica que diseñaron Masters y Johnson para eliminar la actitud orientada a metas en cuanto al sexo, a la pareja se le prohíbe tener coito hasta que lo permitan específicamente los terapeutas. Se les asignan ejercicios de enfoque en la sensación (donde un miembro de la pareja acaricia al otro, el otro comunica lo que es placentero y no se hacen demandas en cuanto al desempeño) que reducen las demandas sobre ellos. A medida que la pareja ejecuta con éxito cada uno de estos ejercicios, se aumenta de manera gradual el componente sexual de los ejercicios subsecuentes. La pareja se anota una serie de éxitos hasta que, en un momento dado, están teniendo coito y el trastorno ha desaparecido. Masters y Johnson obtuvieron datos sobre las tasas de éxito y fracaso de su terapia. En su libro Human Sexual Inadequacy informaron sobre el tratamiento de 790 personas. De estas, 142 todavía tenían un trastorno al final del programa terapéutico de dos semanas. Esto se traduce en una tasa de fracaso del 18 por ciento, o una tasa deéxito del 82 por ciento. Aunque la tasa de fracaso fue cercana al 18 por ciento para la mayoría de los trastornos, hubo dos excepciones: la terapia de la eyaculación precoz, que tuvo una tasa de fracaso muy baja (2.2 por ciento) y la terapia para el trastorno eréctil primario, que tuvo una elevada tasa de fracaso (40.6 por ciento). Es decir, la eyaculación precoz fue bastante fácil de curar y el trastorno eréctil primario fue muy difícil. Otra investigación muestra que las habilidades de comunicación de las parejas mejoraron de manera significativa durante el tratamiento (Tullman et al., 1981; citado por Hyde & De Lamater 2007). La tasa de éxito de Masters y Johnson es impresionante, aunque sus resultados se han puesto en duda. b. Terapia cognitivo-conductual Las teorías cognitivas y sus abordajes son cada vez más importantes en psicología. Es así que se presenta este modelo de terapia, el cual combina la terapia conductual, enseñada por Masters y Johnson, y la reestructuración de los patrones de pensamiento negativo. Se basa en la reestructuración cognitiva, la cual es una técnica importante en el enfoque cognitivo de la terapia sexual (Wincze y Carey, 1991; citado en Hyde & De Lamater 2007). Aquí el terapeuta ayuda al paciente a reestructurar sus patrones de pensamiento negativos, ayudándole a volverse más positivo. El terapeuta desafía las actitudes negativas del paciente, posturas que pueden ser tan generales como las actitudes negativas y de desconfianza de una mujer hacia todos los hombres, o tan específicas como las actitudes negativas de un hombre hacia la masturbación. La interferencia cognitiva es algo que idóneamente se trataría con esta forma de terapia. c. Terapia de pareja Como dijimos antes, una causa importante de los trastornos sexuales son las dificultades interpersonales, por ello es que surge este modelo de terapia como una alternativa de abordaje psicológico. Este abordaje se basa en la suposición de que existe una relación recíproca entre el conflicto interpersonal y los problemas sexuales. Dichos problemas sexuales pueden provocar conflictos y los conflictos pueden provocar problemas sexuales. En la terapia de pareja se trata la relación misma, con la meta de reducir el antagonismo y las tensiones entre los miembros. A medida que mejora la relación, debería reducirse el problema sexual. En la actualidad, los terapeutas sexuales más hábiles emplean técnicas combinadas o integradas (entre terapia conductual, cognitivo-conductual y de pareja) y el diseño de su programa dependerá del tipo de trastorno que se aborda y la situación específica de la pareja. Terapeutas sexuales como Raymond Rosen, Sandra Leiblum e Ilana Spector que utilizan un modelo de cinco partes para el tratamiento de los varones con trastorno de la erección (Rosen, Leiblum y Spector, 1994, citado por Hyde & De Lamater 2007): a. Reducción de la ansiedad sexual y del desempeño. Con frecuencia, los hombres con trastorno eréctil tienen gran cantidad de ansiedad en cuanto a su desempeño. Esto puede tratarse utilizando técnicas como los ejercicios de enfoque en la sensación que se analizaron antes en este capítulo. b. Educación e intervención cognitiva. A menudo, los hombres con trastorno eréctil carecen de información sexual y tienen expectativas poco realistas acerca del desempeño y la satisfacción sexuales. Por ejemplo, es posible que los hombres mayores no estén conscientes de los efectos naturales del envejecimiento sobre la respuesta sexual del varón. Las intervenciones cognitivas pueden ayudar al hombre a superar el pensamiento de “todo o nada”, es decir, la creencia de que, si cualquier aspecto del desempeño sexual no es perfecto, toda la interacción es un desastre. Un ejemplo es la creencia de que “fallé sexualmente porque mi erección no fue 100 por ciento rígida”. c. Evaluación y modificación del guión. El hombre con trastorno eréctil y su pareja tienen un guión sexual que actúan juntos. Es típico que las personas con trastornos sexuales tengan un guión restringido, repetitivo e inflexible y que utilicen un pequeño número de técnicas que nunca cambian. La novedad es uno de los principales factores de la excitación, de modo que la terapia se diseña para ayudar a la pareja a salirse de su guión restringido. d. Solución de conflictos y mejoría de la relación. Como hemos discutido, los conflictos en la relación de pareja pueden conducir a trastornos sexuales. En la terapia, estos conflictos se identifican y la pareja puede esforzarse en resolverlos. e. Capacitación para la prevención de recaídas. En ocasiones, ocurre una recaída —un regreso del trastorno— después de concluir la terapia. Los terapeutas han desarrollado técnicas para ayudar a las parejas a evitar o lidiar con tales recaídas. Por ejemplo, se les dice que realicen sesiones de enfoque en la sensación cuando menos una vez por mes. 8. Explica el papel que cumple la pareja en la terapia psicológica para las disfunciones sexuales. Por último, como ya lo habíamos comentado, la pareja cumple un papel relevante en la recuperación y evolución favorable de la persona que padece de un trastorno sexual determinado, no solo porque puede funcionar como apoyo o soporte psicológico durante todo el tratamiento, sino que su conducta, la actitud que asuma esta en relación al problema de su pareja (la cual puede ser de rechazo o compresión, desprecio, cólera, o empatía y paciencia), tiene un enorme impacto e influencia en las cogniciones que está elaborando esta persona con trastorno, cogniciones que pueden ser positivas o negativas, y que puedan utilizarse (si es que se quisiera trabajar bajo un enfoque cognitivo conductual) para la recuperación y evolución favorable de la persona. Bajo un enfoque conductual, la actitud predispuesta de la pareja y la paciencia es de suma relevancia. Todo lo contrario, y muy perjudicial, sería contar con una pareja que pueda resultar impaciente, no comprensiva o que rechaza la condición de su pareja. Este hecho pueda hacer que la persona con trastorno recaiga en su condición, estancar la mejoría alcanzada hasta el momento o, en el peor de los casos, hacer que el cuadro se agravie. La participación de la pareja es sustancial en la recuperación de la persona con disfunción sexual, así como también en el fomento de una vida sexual integra y plena (Ortiz, 2012), no solo de la persona individualmente, sino también para la diada, la relación. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS American Psychiatric Association. Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM IV). Madrid: Masson; 1995. Arango, I. (2008). Sexualidad humana. Editorial El Manual Moderno. Hyde, J. & DeLamater, J. (2007). Sexualidad humana. McGraw-Hill Interamericana Labrador, F. (2001). Tratamientos psicológicos eficaces para las disfunciones sexuales. Psicothema, 13(3). Recuperado de: https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=727/72713308 Sánchez, C., Carreño, J., Martínez, S. & Gómez, M. (2005). Disfunciones sexuales femeninas y masculinas: comparación de género en una muestra de la Ciudad de México. Salud mental, 28(4), 74-80. Recuperado de http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0185- 33252005000400074&lng=es&tlng=es. Organización Panamericana de la Salud (s/f). Disfunción sexual. Guía de diagnóstico y manejo. Recuperado de: www.sld.cu/galerias/pdf/sitios/gericuba/guia09.pdf Ortiz, Y. (2012). Disfunciones sexuales. Aten Fam, 19 (4):103-105. Recuperado de: http://revistas.unam.mx/index.php/atencion_familiar/article/view/33766/30791 Sánchez, C., Morales, F., Carreño, J., & Martinez, S. (2005). Disfunción sexual femenina su relación con el rol de género y el asertividad. Perinatología y reproducción humana, 19(3-4), 152-160. 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