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Teología I
Unidad I – Introducción a la teología
SENTIDO DE LA PALABRA TEOLOGÍA
La palabra “teología” proviene del griego Θεό [theos] “Dios” y Λογότυπα [logos], “estudio”, “razonamiento”. Podemos decir entonces que es “el estudio de Dios”.
Al ser un término griego, la palabra responde a la mentalidad y cultura de ese pueblo, quienes llamaban “teólogos” a los poetas que narraban las gestas de los dioses y por teología entendían el estudio de las criaturas más excelentes y del ser supremo.
No existe en la Biblia una palabra que se corresponda con aquella voz griega. El pueblo de Israel habla de la Palabra de Dios, de la Ley y su conocimiento, de profecías. La perspectiva es completamente diferente a la griega, porque sus términos designan un conocimiento entregado por Dios a su pueblo.
En el Pueblo Cristiano, que congrega a judíos y gentiles, ambos conceptos son aceptados: el griego (la teología como el decir humano de Dios), y el bíblico (la sabiduría divina comunicada por Yahvé a su pueblo para salvarlo). Por lo tanto, la teología es el estudio racional de Dios. Hay dos características que la definen: el objeto de estudio, el tema, que es Dios y el modo de tratarlo, es decir que incluye la elaboración intelectual.
La teología es la ciencia por la cual, la razón del cristiano se esfuerza, mediante la reflexión, en comprender lo que cree, es decir, los misterios revelados, con sus consecuencias.
La teología cristiana es el fruto del discurso racional sobre las realidades reveladas, fundado en la Palabra de Dios y ejercitado por la razón bajo la luz de la fe.
La teología nace de la fe que busca entender. La fe otorga un verdadero conocimiento de la realidad divina y de otras que Dios ha querido manifestar. Como éste está en armonía con la naturaleza humana, el hombre puede trabajar intelectualmente sobre lo creído. Por eso decimos que es posible hacer un discurso racional sobre Dios inspirado en la fe cristiana.
El trabajo intelectual lo comenzó la Iglesia desde el primer momento. Ya los Apóstoles utilizaron la razón y los conocimientos naturales para exponer la doctrina, defenderla, comprenderla en profundidad, ilustrar sus consecuencias teóricas y prácticas.
El desarrollo de este trabajo asumió en cada época los rasgos que imponían la cultura del momento y del lugar, según las necesidades de la evangelización. Así, en el siglo II, se presenta un carácter apologético, defendiendo la verdad cristiana ante los paganos y las primeras herejías de tinte gnóstico. En el siglo III, comienza a sistematizarse la doctrina, con Clemente de Alejandría y Orígenes, que se valen de las doctrinas de los filósofos. También hay un gran desarrollo de la contemplación mística. En los siglos IV y V, adquieren auge los comentarios a las escrituras y las obras dedicadas a tratar con detalle aspectos concretos del dogma o la moral. En los siglos VIII – XI, sucede una centralización en la exposición de las Escrituras, tomando más tarde nuevamente impulso el aspecto especulativo y sistemático.
OBJETO Y LIMITES DE LA TEOLOGIA
El objeto de la teología son las verdades reveladas por Dios y conocidas a través de la fe. Su interés se centra en Dios y en su actividad salvadora a favor de los hombres; Él se ha ido revelando a lo largo de la historia. Sus afirmaciones están centradas en Dios. A diferencia de la filosofía, que parte de lo que el hombre observa y descubre a su alrededor, la teología parte de la Revelación, su objeto de estudio es Dios tal como Él se fue mostrando a la humanidad.
Sus límites tienen que ver con la finitud de la razón humana, que tiene por objeto a Dios, que es infinito. Dado que en el misterio de Dios nunca puede ser abarcado totalmente por la razón humana, se debe afirmar que la teología es susceptible de un progreso que nunca termina.
Se halla condicionada por los límites de:
● La razón. Consigue captar la realidad divina en alguna medida.
● El lenguaje. Consigue expresarla en palabras humanas, pero tanto la razón como el lenguaje, que son presupuestos de la teología, se quedan siempre cortos cuando se trata de conocer los misterios divinos y hablar de ellos con palabras humanas.
FUENTES DE LA TEOLOGIA
Si la teología parte del hecho de que Dios se ha revelado, las fuentes son los lugares donde se haya depositado esa revelación. Las fuentes son numerosas, pero se concentran en:
Las sagradas escrituras
Es la palabra de Dios en cuanta estricta inspiración del Espíritu Santo. Los libros del Antiguo Testamento y Nuevo Testamento ocupan en la Iglesia un lugar de especial preeminencia y veneración. Contienen el mensaje divino de la Salvación, que bajo la inspiración del mismo Espíritu Santo fue redactado por escritores sagrados:
Hagiógrafos. Estos fueron inspirados por el Espíritu Santo a escribir las verdades reveladas por Dios, son verdaderas porque el Espíritu Santo comunica la verdadera existencia de Dios e incentiva la profecía, por lo que, los hagiógrafos al ser inspirados por este, siguen la enseñanza sólidamente, fielmente, manteniendo la verdad que Dios quiso transmitir al hombre.
La sagrada tradición de la iglesia
Tradición, en latín Tradere, que significa: “transmitir”, nos remite aquel proceso vivo por el cual la Iglesia transmite el contenido de la revelación cristiana.
La Sagrada Escritura y Sagrada Tradición son inseparables en la concepción católica. Son como dos caras de una misma moneda. Protegidas y desarrolladas por la Iglesia.
En sentido teológico, la Tradición de la Iglesia debe aceptarse como Palabra de Dios no escrita. Es entendida como la transmisión viva de la Palabra de Dios mediante la interpretación que, bajo la inspiración del Espíritu Santo, hace la Iglesia de la Escritura
Nuestra fe proviene enteramente de la revelación divina, y la revelación nos viene transmitida por la Iglesia.
Dei Verbum – Sagrada Tradición
La predicación apostólica expuesta en los libros inspirados, debía conservarse hasta el fin de los tiempos por una sucesión continua.
Los Apóstoles amonestan a los fieles que conserven las tradiciones que han aprendido o de palabra o por escrito y que combatan por la fe que se les ha dado una vez para siempre. Ahora bien, lo que enseñaron los Apóstoles encierra todo lo necesario para que el Pueblo de Dios viva santamente y aumente su fe, y se transmite a todas las generaciones.
Esta Tradición progresa en la Iglesia con la asistencia del Espíritu Santo: va creciendo en la comprensión de las cosas y de las palabras transmitidas, ya por la contemplación y el estudio de los creyentes, que las meditan en su corazón ya por la percepción íntima.
La Iglesia tiende constantemente a la plenitud de la verdad divina, hasta que en ella se cumplan las palabras de Dios.
Las enseñanzas de los Santos Padres testifican la presencia vivificante de esta Tradición.
Por esta Tradición conoce la Iglesia el Canon íntegro de los libros sagrados, y la misma Sagrada Escritura se va conociendo en ella más a fondo y se hace incesantemente operante; el Espíritu Santo, por quien la voz del Evangelio resuena viva en la Iglesia, y por ella en el mundo, lleva a los creyentes a toda verdad.
Mutua relación entre la Sagrada Tradición y la Sagrada Escritura
La Sagrada Tradición y la Sagrada Escritura están íntimamente unidas y compenetradas. Porque, procediendo ambas de la misma fuente divina, tienden a un mismo fin. La Sagrada Escritura es la palabra de Dios en cuanto se consigna por escrito bajo la inspiración del Espíritu Santo, y la Sagrada Tradición transmite íntegramente a los sucesores de los Apóstoles la palabra de Dios a ellos confiada por Cristo Señor y por el Espíritu Santo, para que, a la luz del Espíritu, de la verdad.
MAGISTERIO DE LA IGLESIA
El oficio de interpretar auténticamente la palabra de Dios oral o escrita, ha sido encomendado por solo al Magisterio vivo de la Iglesia, el cual lo ejercita en nombre de Jesucristo.
El Magisterio es el ejercicio de la función docente de la Iglesia. La enseñanza y protección de la fe recibida en la SE es una actividad esencial del Magisterio de la Iglesia.El Espíritu Santo es quien asiste a los titulares del magisterio, mantiene a la iglesia en la fe verdadera y protege de cualquier desviación.
Dei Verbum – Relación de una y otra con toda la Iglesia y con el Magisterio
Deposito sagrado de la fe . La Sagrada Tradición, pues, y la Sagrada Escritura constituyen un solo depósito sagrado de la palabra de Dios, confiado a la Iglesia. Pero el encargo de interpretar auténticamente la palabra de Dios escrita o transmitida ha sido confiado únicamente al Magisterio vivo de la Iglesia, cuya autoridad se ejerce en nombre de Jesucristo. Este Magisterio no está sobre la palabra de Dios, sino que, enseñando solamente lo que le ha sido confiado, la sirve en cuanto que por mandato divino y con la asistencia del Espíritu Santo la oye con piedad, la guarda con exactitud y la expone con fidelidad.
Es evidente que la Sagrada Tradición, la Sagrada Escritura y el Magisterio de la Iglesia, están entrelazados y unidos de tal forma que no tiene consistencia el uno sin el otro, y que juntos bajo la acción de un único Espíritu Santo, contribuyen eficazmente a la salvación de las almas.
Los dogmas de la fe . El Magisterio de la Iglesia ejerce plenamente la autoridad que tiene de Cristo cuando define formas, es decir, cuando propone, de fe, verdades contenidas en la Revelación divina o también cuando propone de manera definitiva verdades que tienen con ellas un vínculo necesario.
METODO DE LA TEOLOGIA
Objeto de estudio: es todo lo que Dios ha revelado a los hombres a lo largo de la historia.
Método: (Analogía de las fuentes de la Iglesia): busca la comprensión de la revelación a través de dos caminos que se unen en un mismo resultado. Como ciencia de la fe, la teología se organiza positiva y sistemáticamente a la luz de un doble principio metódico: el auditus fidei y el intelectus fidei.
1) Auditus fidei: es el primer momento de la teología. Escucha e investiga el dato revelado formalmente desde las fuentes (la Escritura y la Tradición). Pretende mostrar cómo el dogma creído y enseñado de la Iglesia se encuentra formalmente en la Biblia o en la Tradición.
2) Intelectus fidei: es el segundo momento de la teología. Tiende a una comprensión más orgánica del dato revelado mirándolo desde el conjunto de la Revelación.
O bien, resumido:
a. Conocimiento e interpretación del contenido de la Revelación cristiana.
b. Compresión y síntesis ordenada de ese contenido.
La teología examina el conjunto de datos, afirmaciones y comunicaciones que forman del depósito revelado, para analizarlos con detalle y descubrir el sentido preciso de cada uno; y por otra, se ocupa de comprender los datos y articularlos en un edicto intelectual coherente.
Anexo 1: Juan Pablo II, Fides et. Ratio 64-69.
Dei Filius 4: “Cuando la razón iluminada por la fe busca con cuidado, piedad y moderación, llega, por don de Dios, a una cierta inteligencia fructuosa de los misterios, ya sea por analogía de las cosas que conoce naturalmente (analogía de los entes), ya sea por las conexiones que unen unos misterios con otros (analogía de la fe) y con el fin último del hombre. En todo caso, la teología es el pensar iluminado por la fe y el método teológico propuesto es triple:
- La analogía: la razón iluminada por la fe que llega a penetrar los misterios por semejanza con las realidades naturales. Por ejemplo, la atribución a Dios como Padre, amor, etc.
- Por la conexión recíproca de los misterios entre sí. Por ejemplo, la Trinidad conlleva el misterio de la Encarnación y éste al de Redención.
- Por la relación de algún misterio con el fin último del hombre. Por ejemplo, la inhabitación divina, la unión en el Cuerpo místico de Cristo, etc.
Es importante que la razón no puede dejarse de lado en la teología, ya que nuestra fe es razonable (de acuerdo con la razón), aunque no sea racional (porque agota el misterio en la razón).
LA TEOLOGIA COMO CIENCIA
“La teología es una ciencia porque posee principios propios (la fe), un método propio, y puede ser comunicada.” “La teología es la ciencia que nace de la fe y que se desarrolla en el ámbito de la fe y al servicio de la fe’’.
La Teología es la ciencia que tiene Dios de sí mismo y del mundo creado. Dios tiene como objeto propio de su ciencia a sí mismo; se conoce intuitivamente y conoce a los demás objetos como participaciones suyas, y este conocimiento lo comunica de una forma gratuita a los hombres, de una manera perfecta en la visión beatífica de los santos, de manera imperfecta, pero no por eso menos maravillosa, en la revelación y en la fe. Alcanza a Dios por la palabra y el testimonio de Dios sobre sí mismo, y por la luz de la razón iluminada por la fe.
A cada una de estas formas de Teología le corresponde un conocimiento de Dios cada vez más profundo: por la Teología natural conocemos a Dios como principio y fin del universo; por la Teología propiamente dicha conocemos los misterios de su vida íntima a través de su Palabra; y por la Teología de la patria veremos finalmente el Misterio al descubierto, en una visión cara a cara. La Teología propiamente dicha es la ciencia de Dios, pero de Dios tal como se nos ha dado conocer por la revelación, y en la medida en que esta revelación.
El teólogo se esfuerza, por medio de la reflexión, en llegar a una inteligencia más profunda de los misterios que ya ha aceptado por su fe; pero lo que para un simple fiel es objeto de asentimiento, para el teólogo se convierte en objeto de reflexión, y lo que el simple fiel afirma como verdadero, el teólogo lo considera como objeto de inteligibilidad.
TEOLOGIA Y FILOSOFIA
El trabajo teológico necesita de la filosofía como instrumento intelectual. La filosofía proporciona a la teología el lenguaje preciso que necesita para satisfacer las expectativas legítimas de la razón humana.
Durante los tiempos medievales se acuño la idea de “filosofía, sierva de la teología”. No se quería decir que la filosofía hubiera de subordinarse a la teología. La condición auxiliar de la filosofía quería indicar su gran comportamiento para la teología y un modo de hablar que era propio de una época en la que predominaba la fe cristiana y que consideraba a la teología como reina de las ciencias.
Pero no toda filosofía sirve para la teología. Hace falta en primer lugar una actitud filosófica que acepte la existencia de la Verdad y la capacidad de la razón humana para conocerla y expresarla en el lenguaje. Debe admitirse que los aspectos religiosos de la existencia y las doctrinas de la fe son susceptibles de verdadero conocimiento y no son captados únicamente por el sentimiento y las emociones. Afirme el mundo como algo real y no como producto mental de la razón humana. Estos principios filosóficos son las bases elementales de una filosofía que pueda entrar en relación fecunda con las creencias cristianas y permita un equilibrio entre la razón y fe.
RELACION ENTRE RAZON Y FE (Fides et Ratio)
La fe y la razón son como las dos alas con las cuales el espíritu humano se eleva hacia la contemplación de la verdad. Dios ha puesto en el corazón del hombre el deseo de conocer la verdad y, en definitiva, de conocerlo a él para que, conociéndolo y amándolo, pueda alcanzar también la plena verdad sobre sí mismo
La teología es una disciplina en relación de razón y fe.
La fe y la razón no pueden contradecirse. La fe perfecciona a la razón, porque es liberada de la desobediencia del pecado y encuentra la fuerza para elevarse al conocimiento de Dios uno y trino. Es decir, que la fe no rebaja a autonomía de la razón, sino que la ayuda a comprender al hombre que Dios se hace presente, libera a la razón en cuando que le permite acceder al conocimiento del mismo.
En las Sagradas Escrituras se nos presenta esta relación a lo largo de las mismas, debido a que la razón no puede llegar al Conocimiento de Dios por si sola. Ambas se complementan porque permite que nuestro espíritu se eleve hacia la verdad, por consecuencia conocer a Dios; son medio que el hombre dispone para contemplar a la verdad.
La razón busca entender hallando la verdad, en permanentebúsqueda, y la fe pretende ofrecer y ayudar a comprender la verdad.
Santo Tomas de Aquino: Razón y Fe .
El sistema tomista se basa en la determinación rigurosa de la relación entre la razón y la revelación. Al hombre cuyo fin último es Dios. Fue necesario que el hombre fuera instruido convenientemente y con mayor certeza por la revelación divina.
La razón natural está subordinada a la fe. La razón no está libre de errores. La verdad misma que la razón puede alcanzar no es alcanzable por todos los hombres. Fue necesaria la revelación para instruir a la razón. Sin embargo, la gracia no elimina la naturaleza, sino que la perfecciona. Esto significa que la revelación no inutiliza la razón. La razón no puede demostrar lo que pertenece a la fe, en este sentido la fe perdería todo sentido. Pero si puede servir de auxiliar a la fe de tres maneras distintas:
1) Demostrando los preámbulos de la fe. Verdades cuya demostración es necesaria a la fe misma. No podemos creen en lo que Dios ha revelado, si no sabemos que Dios existe. La razón natural demuestra que Dios existe, que es uno y que tiene los atributos que pueden inferirse de las cosas que ha creado.
2) La filosofía puede utilizarse para aclarar mediante comparaciones las verdades de la fe.
3) La razón puede rebatir las objeciones contra la fe, demostrando que son falsas o al menos que no tienen fuerza demostrativa.
La razón natural en cuanto creada por Dios no puede contradecir la verdad revelada.
La razón cuenta con principios intrínsecos que fueron infundidos por Dios. Cuando aparecen verdades que contradicen la revelación no es porque sean verdades sino falsas conclusiones. La verdad de razón nunca puede ser opuesta a la verdad revelada. La fe es la regla del recto proceder de la razón.
Suma Teológica: Es imposible que por la razón natural se llegue al conocimiento de la trinidad de las personas divinas. Ya se demostró que por la razón natural el hombre no puede llegar al conocimiento de Dios más que partiendo de las criaturas. Así pues, con la razón natural solo se puede conocer de Dios lo siguiente: que le corresponde necesariamente ser principio de todo lo existente. (…) por razón natural se puede llegar a tener conocimiento de lo que pertenece a la unidad de la esencia, no lo que pertenece a la distinción de Personas.
La razón humana puede elevarse hasta Dios. Las criaturas conducen al conocimiento de Dios, como el efecto lleva a la causa. Por consiguiente, gracias a la razón natural, solo podemos llegar a conocer de Dios lo que le corresponde necesariamente por ser el principio de todas las cosas que existen.
De las dos demostraciones que puede lograr la razón: la A Priori y la A Posteriori, solo la segunda puede ser utilizada para conocer a Dios. Porque de acuerdo con el principio aristotélico conocemos a partir de las cosas sensibles.
Los verdaderos artículos de la fe que la razón puede aclarar y defender, pero no demostrar. Mientras que la existencia de Dios y otras cosas acerca de Dios, que la razón con sus propias fuerzas puede llegar a demostrar son los preámbulos de la fe.
Santo Tomas define el acto de fe como “creer, como un pensar con sentimiento, entendido por pensar la consideración investigadora del intelecto y consentimiento de la voluntad. Incluye la adhesión firme del creyente”.
LA TEOLOGIA Y LAS DEMAS CIENCIAS
Inicios del siglo XX, eran numerosos los autores que, al describir el desarrollo de la ciencia moderna, hablaban de su enfrentamiento con la tecnología y la visión religiosa del mundo.
Nueva relación entre la fe y la ciencia. Son dos caminos para conocer, los que no pueden ignorarse mutuamente, y que se ayudan y complementan. La ciencia puede purificar la religión de posibles errores y supersticiones, mientras que la religión puede liberar a la ciencia nuevas idolatrías.
Juan Pablo II: entre la ciencia y la fe no pueden existir contradicción verdadera, toda realidad procede en última instancia de Dios Creador.
La ciencia hace posible que el hombre pueda llevar una vida más humana y digna. Pero la técnica no es neutral. Tiene un carácter conflictivo/confuso y encierra una triste capacidad destructiva del hombre al que debe servir. Puede ponerse al servicio de causas y vincularse en exceso al ejercicio del poder y a las peores ambiciones humanas.
La humanidad no ha logrado aun suficientemente desarrollar una conciencia ética que sea proporcionada al impresionante nivel técnico adquirido durante los últimos decenios.
La teología debe y puede contribuir a que los cultivadores de la ciencia vivan y desarrollen su trabajo como acción moral que verdaderamente ayude a elevar las condiciones de vida de la humanidad.
GRADOS DE CERTEZA TELOGICA
La teología es una ciencia, que procede por razonamiento. A lo largo de la historia de la Iglesia, se han arribado a conclusiones erróneas. La tarea del magisterio sea precisamente velar por la fidelidad a esa Revelación, de modo que las conclusiones de la teología no contradigan la verdad de la fe.
Enunciados de Fe:
- Dogma. Es el enunciado de una verdad contenida en las Sagradas Escrituras, que la Iglesia específica para que sea creída como divinamente revelada. Tienen el supremo grado de certeza las verdades reveladas inmediatamente. El ascenso de la fe que en ellas se presta, radica en la misma autoridad del Dios revelador. Cuando son propuestas por medio de una decisión solemne del Papa o de un Concilio Universal, entonces son verdades de fe definida.
- Verdades católicas. Sobre las que ha fallado de forma definitiva hay que admitirlas como verdades de fe que se apoyan en la autoridad de la Iglesia.
- Verdades próximas a la fe. Es una doctrina considerada casi universalmente por los teólogos como verdad revelada.
- Sentencia cierta. Doctrina sobre la cual no ha hecho todavía manifestaciones definitivas el magisterio, pero cuya verdad está garantizada por su conexión íntima con la doctrina revelada.
- Sentencia común. Es la doctrina que todavía cae dentro del campo de la libre discusión, es sostenida generalmente por todos los teólogos.
- Sentencias probables. Opiniones teológicas de inferior grado. Por sus débiles fundamentos son simplemente toleradas por la Iglesia, ya que no producen ningún daño a la fe.
- Herejía. Es una doctrina que se opone a lo que está declarado como perteneciente a la fe.
- Error. Se opone a una verdad tenida por el conjunto de los teólogos como conecta con lo revelado.
- Doctrina temeraria. Contradice una opinión común sin razones suficientes.
Guía de clase
Existen diferentes grados de certeza en las proposiciones teológicas:
- De fe divina: están contenidas en la Revelación divina, en las Sagradas Escrituras o la Tradición. Ejemplo, “El Verbo se hizo carne”.
- De fe divina y católica: además de ser fe divina, la Iglesia la propone como revelada por Dios y como algo que debe ser creído. Ejemplo, los dogmas de la fe (dados ex cathedra), o el magisterio ordinario de los obispos.
- Conclusiones teológicas o verdad teológicamente cierta: cuando se deducen de una premisa revelada o de la fe y de otra premisa de la filosofía o de la razón humana. Ejemplo, Hay que seguir las indicaciones de la liturgia.
- Proposiciones de doctrina católica: aunque no haya una definición ex cathedra, debe ser aceptado por todos los fieles. Se encuentran presentes en documentos del Concilio o pontificios. Se requiere asentimiento religioso e intelectual.
Fides et Ratio – Juan Pablo II
Introducción.
Un camino que ha llevado a la humanidad a encontrarse progresivamente con la verdad y a confrontarse con ella.
La Iglesia, en el misterio pascual, ha recibido como don la verdad última sobre la vida del hombre se ha hecho peregrina por los caminos del mundo para anunciar que Jesucristo es “camino, la verdad, la vida”. La diaconía de la verdad. Esta misión hace participe, a la comunidad creyente, del esfuerzo común que la humanidad lleva a cabo para alcanzar la verdad. El hombre tiene muchos medios para progresar en el conocimiento de la verdad, de modo que puede hacer cada vez más humana lapropia existencia.
Se destaca la filosofía: contribuye directamente a formular la pregunta sobre el sentido de la vida y a trazar la respuesta, se desarrolló desde el momento en que el hombre comenzó a interrogarse sobre el porqué de las cosas y su finalidad.
Movido por el deseo de descubrir la verdad última sobre la existencia, el hombre trata de adquirir los conocimientos universales que le permiten comprenderse mejor y progresar en la realización de sí mismo.
La Iglesia aprecia el esfuerzo de la razón por alcanzar objetivos que hagan cada vez más digna la existencia personal. Ella ve en la filosofía el camino para conocer verdades fundamentales relativas a la existencia del hombre. Considera a filosofía como una ayuda indispensable para profundizar la inteligencia de la fe y comunicar la verdad del Evangelio a cuantos aun no la conocen.
Cap. I. Revelación de la Sabiduría de Dios.
El Concilio Vaticano I enseña que la verdad alcanzada a través de la reflexión filosófica y la verdad que proviene de la revelación no se confunden ni una hace superflua la otra: “Hay un doble orden de conocimiento, distinto no solo por su principio, sino también por su objeto; uno conocemos por medio de la razón natural, y en otro la fe divina; por su objeto, también porque, aparte aquellas cosas que la razón natural puede alcanzar, se nos proponen para creer misterios escondidos en Dios los que no podía tener noticia”
La fe pertenece efectivamente a un orden diverso del conocimiento filosófico.
La filosofía y las ciencias tienen su puesto en el orden de la razón humana, mientras que la fe, iluminada y guiada por el Espíritu, reconoce en el mensaje de la salvación la plenitud de gracia y de verdad que Dios ha querido revelar en la historia y de modo definitivo por medio de su Hijo Jesucristo.
Concilio Vaticano II. El plan de la revelación se realiza por medio de obras y de palabras intrínsecamente ligadas; las obras que Dios realiza en la historia de la salvación manifiestan y confirman la doctrina y las realidades que las palabras significan. La verdad profunda de Dios y de la salvación del hombre que transmite dicha revelación, resplandece en Cristo, mediador y plenitud de toda la revelación.
Dei Verbum “Dios hablo a nuestros padres en muchas ocasiones y de diversas maneras por los profetas. Ahora en este tiempo final nos ha hablado por el Hijo. Pues envió a su Hijo, la Palabra eterna, que ilumina a todo hombre, para que habitara entre los hombres y les contara la intimidad de Dios. Jesucristo, Palabra hecha carne, hombre enviado a los hombres, habla las palabras de Dios y realiza la obra de la salvación que el Padre le encargo.
La historia es para el pueblo de Dios un camino que hay que recorrer por entero. Dei Verbum manifiesta que “la Iglesia camina a través de los siglos hacía la plenitud de la verdad, hasta que se cumplan en ella plenamente las palabras de Dios.”
El Concilio enseña que “cuando Dios revela, el hombre tiene que someterse con la fe”. La fe es la respuesta de obediencia a Dios. Ello conlleva reconocerlo en su divinidad, trascendencia y libertad suprema. Desde la fe, el hombre da su asentimiento a ese testimonio divino, reconoce plena e integralmente la verdad de lo revelado.
En la fe, la libertad no solo está presente, sino que es necesaria. La fe es la que permite a cada uno expresar mejor la propia libertad. La libertad alcanza la certeza de la verdad y decide vivir en la misma.
La revelación introduce en nuestra historia verdad universal y ultima que induce a la mente del hombre a no pararse nunca; más bien la empuja a ampliar continuamente el campo del propio saber. La verdad de la revelación cristiana que se manifiesta en Jesús, permite a todos acoger el misterio de la propia vida. Como verdad suprema, a la vez que respeta la autonomía de la criatura y su libertad, la obliga a abrirse a la trascendencia. Aquí la relación entre libertad y verdad llega al máximo y se comprende en su totalidad la palabra del Señor: Conocerán la verdad y la verdad los hará libres.
Cap. II. Creo para entender.
La sabiduría lo sabe y comprende todo (Sab 9, 11)
La Sagrada Escritura presenta el vínculo entre el conocimiento de la fe y el de la razón. Una profunda e inseparable unidad entre el conocimiento de la razón y el de la fe.
La fe agudiza la mirada interior abriendo la mente para que descubra, en el sucederse de los acontecimientos la presencia operante de la providencia.
El hombre con la luz de la razón sabe reconocer su camino, pero solo lo puede recorrer de forma libre, sin obstáculos y hasta el final, si con un ánimo sincero fija su búsqueda en el horizonte de la fe. La razón y fe no se pueden separar sin que se reduzca la posibilidad del hombre de conocer de modo adecuado a sí mismo, al mundo y a Dios.
En definitiva, el hombre, con la razón, alcanza la verdad porque, iluminado por la fe, descubre el sentido profundo de cada cosa y, en particular, de la propia existencia. Por lo tanto, con razón, el autor sagrado fundamenta el verdadero conocimiento precisamente en el temor de Dios: “El temor del Señor es el comienzo de la sabiduría”.
Adquiere la sabiduría, adquiere la inteligencia (Prov.4, 5)
El hombre bíblico ha descubierto que no puede comprenderse sino como “ser en relación”: consigo mismo, con el mundo y con Dios. Esta apertura al misterio, que le viene de la revelación, ha sido al final para él la fuente de un verdadero conocimiento.
San Pablo: a través de la creación, los ojos de la inteligencia pueden llegar a conocer a Dios.
Se reconoce a la razón del hombre una capacidad que parece superar casi sus mismos limites naturales: no está limitada al conocimiento sensorial, sino que puede incluso alcanzar la causa que da lugar a toda realidad sensible.
Según el Apóstol, la razón tenía la capacidad de superar fácilmente el dato sensible para alcanzar el origen mismo de todo: el Creador. Debido a la desobediencia con la cual el hombre eligió situarse en plena y absoluta autonomía respecto a aquel que lo había creado, quedo mermada esta facilidad de acceso a Dios creador.
En el NT, hay un dato que sobresale con mucha claridad: la contraposición entre la sabiduría de este mundo y la de Dios, revelada en Jesucristo. La profundidad de la sabiduría revelada rompe nuestros esquemas habituales de reflexión.
El Hijo de Dios crucificado es el acontecimiento histórico contra el cual se estrella todo intento de la mente de construir, sobre argumentaciones solamente humanas una justificación suficiente del sentido de la existencia.
El verdadero punto central, que desafía toda filosofía, es la muerte de Jesucristo en la cruz.
La razón no puede vaciar el misterio de amor que la cruz representa, mientras que esta puede dar a la razón la respuesta última que busca. No es la sabiduría de las palabras, sino la Palabra de la Sabiduría lo que San Pablo pone como criterio de verdad y a la vez, de salvación.
Cap. III. Entiendo para creer
Camino en busca de la verdad.
San Pablo pone de relieve una verdad que la Iglesia ha conservado siempre: en lo más profundo del corazón del hombre está el deseo y la nostalgia de Dios.
Todos los hombres desean saber y la verdad es el objeto propio de este deseo. El hombre es el único ser, en toda la creación visible, que no solo es capaz de saber, sino que sabe también que sabe y, por eso, se interesa por la verdad real de lo que se le presenta.
Encíclica Veritatis splendor: “no existe moral sin libertad. Si bien existe el derecho de ser respetados en el propio camino de búsqueda de la verdad, aun antes existe la obligación mora, grave para cada uno, de buscar la verdad y seguirla una vez conocida”
Es necesario que los valores elegidos y que se persiguen con la propia vida sean verdaderos, perfeccionan a la persona realizando su naturaleza. El hombre encuentra esta verdad de los valores no encerrándose en si mismo, sino abriéndose para acogerla incluso en las dimensiones que lo transcienden. Esta es una condición necesaria para que cada uno llegue a ser el mismo y crezca como persona adultay madura.
Si es posible o no alcanzar una verdad universal y absoluta. De por si, toda verdad, incluso parcial, si es realmente verdad, se presenta como universal. Lo que es verdad, debe ser verdad para todos y siempre. Además de esta universalidad, el hombre busca un absoluto que sea capaz de dar respuesta y sentido a toda su búsqueda. Algo que sea lo último y el fundamento de todo lo demás. Busca una explicación definitiva, un valor supremo, más allá del cual no haya ni pueda haber interrogantes o instancias posteriores.
Diversas facetas de la verdad en el hombre.
Siempre es la verdad la que influencia su existencia.
Cuando un científico, siguiendo una intuición suya, se pone a la búsqueda de la explicación lógica y verificable, confía desde el principio que encontrara una respuesta y no se detiene ante los fracasos. Esto también es válido para la investigación de la verdad en el ámbito de las cuestiones últimas.
Las verdades religiosas, en cierta medida, hunden sus raíces también en la filosofía. Estas están contenidas en las respuestas que las diversas religiones ofrecen en sus tradiciones a las cuestiones últimas.
Las verdades filosóficas, hay que precisar que no se limitan a las meras doctrinas. Cada hombre es, en cierto modo, filósofo y posee concepciones filosóficas propias con las cuales orienta su vida.
Desde el nacimiento, el hombre está inmerso en varias tradiciones, de las cuales recibe no solo el lenguaje y la formación cultural, sino también muchas verdades en las que, casi instintivamente cree. En la vida del hombre, las verdades simplemente creídas son mucho más numerosas que las adquiridas mediante la constatación personal.
El hombre, ser que busca la verdad, es pues también aquel que vive de creencias. Cada uno, al creer, confía en los conocimientos adquiridos por otras personas. El conocimiento a través de una creencia parece una forma imperfecta de conocimiento, que debe perfeccionarse progresivamente mediante la evidencia lograda personalmente; por otra, la creencia, con frecuencia, resulta más rica desde el punto de vista humano, incluye una relación interpersonal.
La perfección del hombre no esa en la mera adquisición del conocimiento abstracto de la verdad, sino que consiste también en una relación vida, de entrega y fidelidad hacia el otro.
El hombre por su naturaleza busca la verdad. Su búsqueda tiende hacia una verdad ulterior que pueda explicar el sentido de la vida; por eso, es una búsqueda que no puede encontrar solución si no es en el absoluto. Esta verdad se logra no solo por la vida racional, sino también mediante el abandono confiado en otras personas, que pueden garantizar y la autenticidad de la verdad misma. La razón necesita ser sostenida en la búsqueda por un dialogo confiado y una amistad sincera. La fe cristiana lo ayuda ofreciéndole la posibilidad concreta de ver realizado el objetivo de esta búsqueda.
Esta verdad que Dios nos revela en Jesucristo no está en contraste con las verdades que se alcanzan filosofando. Los dos órdenes de conocimiento conducen a la verdad en su plenitud. La unidad de la verdad es ya un postulado fundamental de la razón humana, expresado en el principio de no contradicción. La revelación da la certeza de esta unidad, mostrando que Dios creador es también Dios de la historia de la salvación. El mismo e idéntico Dios, que fundamenta y garantiza que sea inteligible y racional el orden natural de las cosas sobre las que se apoyan los científicos confiados, es el mismo que se revela como Padre de nuestro Señor Jesucristo.
La relación entre la verdad revelada y la filosofía impone una doble consideración: en cuanto que la verdad que nos llega por la revelación es una verdad que debe ser comprendida a la luz de la razón.
Cap. IV. Relación entre la fe y razón.
Novedad perenne del pensamiento de Santo Tomas de Aquino.
Argumentaba que la luz de la razón y la luz de la fe proceden ambas de Dios, por lo tanto, no pueden contradecirse entre sí.
La fe no teme la razón, sino que la busca y confía en ella. La fe supone y perfecciona la razón. Esta última, iluminada por la fe, es liberada de la fragilidad y de los límites que derivan de la desobediencia del pecado y encuentra la fuerza necesaria para elevarse al conocimiento del misterio de Dios uno y trino. La fe es de algún modo ejercicio del pensamiento, una opción libre y consciente.
El Espíritu Santo realiza haciendo madurar en sabiduría la ciencia humana: aquella sabiduría que es un Don del Espíritu Santo y que introduce en el conocimiento de las realidades divinas. Su teología permite comprender la peculiaridad de la sabiduría en su estrecho vínculo con la fe y el conocimiento de lo divino. Presupone la fe y formula su recto juicio a partir de la verdad de la fe misma: “La sabiduría, el don del Espíritu Santo, difiere de la que es una virtud intelectual adquirido. Pues esta se adquiere con esfuerzo humano y aquella viene de arriba. De la misma manera difiere también de la fe, porque la fe asiente a la verdad divina por sí misma.”
“Todo lo verdadero, donde quiera que este, es el Espíritu Santo.”
Separación entre razón y fe.
Ante las líneas de transformaciones cultuales, algunos filósofos, abandonando la búsqueda de la verdad por sí misma, han adoptado como único objetivo lograr la certeza subjetiva o la utilidad práctica. De aquí se desprende, como consecuencia, el ofuscamiento de la auténtica dignidad de la razón, que ya no es capaz de conocer lo verdadero y de buscar lo absoluto.
En este último período se constata aun progresiva separación entre la fe y la razón filosófica. En la reflexión filosófica de aquellos que han contribuido a aumentar la distancia entre la fe y la razón aparecen a veces gérmenes de pensamiento que pueden ayudar a descubrir el camino de la verdad.
La razón, privada de la aportación de la revelación, ha recorrido caminos secundarios que tiene el peligro de hacerse perder de vista su meta final.
La fe, privada de la razón, ha subrayado el sentimiento y la experiencia, corriendo el riesgo de dejar de ser una propuesta universal.
Cap. V. Intervenciones del magisterio en cuestiones filosófica.
El Magisterio es su deber reaccionar de forma clara y firme cuando tesis filosóficas discutibles amenazan la compresión correcta del dato revelado y cuando se difunden teorías falsas y parciales que siembran graves errores confundiendo la simplicidad y la pureza de la fe del pueblo de Dios.
El Magisterio eclesiástico puede y debe ejercer con autoridad, a la luz de la fe, su propio discernimiento critico en relación con las filosofías y las afirmaciones que se contraponen a la doctrina cristiana.
La Iglesia tiene el deber de indicar lo que, en un sistema filosófico, puede ser incompatible con su fe. Recta Ratio:
razón que reflexiona correctamente sobre la verdad.
La Iglesia sabe que los tesoros de la sabiduría y de conocimiento están ocultos en Cristo; por eso interviene animando la reflexión filosófica, para que no se cierre el dominio que condice al reconocimiento del misterio.
Las intervenciones del magisterio se han ocupado no tanto de la tesis filosófica concreta como de la necesidad del conocimiento racional, y por lo tanto filosófico, para la inteligencia de la fe.
El Concilio de Vaticano I, las enseñanzas del magisterio pontificio habían propuesto de forma ordinaria y constante a los fieles, puso de relieve lo inseparables y, al mismo tiempo, irreducibles que son el conocimiento natural de Dios y la revelación, la razón y la fe. “Hay un doble orden de conocimiento, distinto no solo por su principio, sino también por su objetivo.”
Ninguna verdadera disensión puede jamás darse entre la fe y la razón, puso dentro del alma humana la luz de la razón, y Dios no puede negarse a sí mismo, ni la verdad contradecir jamás a la verdad.
Dei verbum, Dios está presente tanto en los textos sagrados como la tradición, la tradición y la escritura constituyen el depósito sagrado de la palabra de Dios, confiado a la Iglesia. Fiel a dicho depósito, el pueblo cristiano entero, la SE, por tanto,no es solamente punto de referencia para la Iglesia. En efecto, la suprema norma de su fe proviene de la unidad del espíritu puesto en la ST la SE y el Magisterio de la Iglesia en una reciprocidad tal que los 3 no pueden subsistir de forma independiente.
Cap. VI. Interacción entre teología y filosofía.
La teología se organiza como ciencia de la fe a la luz de un doble principio metodológico:
1. Auditus fidei (Escucha la fe). Los contenidos de la revelación tal y como han sido explicitados progresivamente en la Sagrada Tradición, SE y el Magisterio vivo de la Iglesia. La filosofía ofrece a la teología al tratar sobre la estructura del conocimiento y de la comunicación personal. Usando conceptos y formas de pensamiento tomados de una determinada tradición filosófica. Conocer a fondo y los sistemas filosóficos que han influido.
2. Intellectus fidei (Inteligencia de la fe). La teología quiere responder a las exigencias propias del pensamiento mediante la reflexión especulativa. Verdad divina, las estructuras lógicas y conceptuales de la Iglesia, el significado de salvación para el individuo y para la humanidad. Participa con su asentimiento de fe.
Teología dogmática . Debe ser capaz de articular el sentido universal del misterio de Dios uno y Trino y de la economía de la Salvación. La razón del creyente tenga un conocimiento natural, verdadero y coherente de las cosas creadas, de mundo y del hombre. La teología dogmática especulativa presupone e implica una filósofa del hombre, del mundo y del ser, fundada sobre la verdad objetiva.
Teología fundamental . Misión de dar razón de la fe, justificar y explicitar la relación entre la fe y reflexión filosófica. Debe mostrar la íntima compatibilidad entre la fe y su exigencia fundamental de ser explicitada mediante una razón capaz de dar su asentimiento en plena libertad. La fe sabrá mostrar plenamente el camino a una razón que busca sinceramente la verdad.
Teología moral . Debe acudir a una visión filosófica correcta.
Teología. Punto de partida , fuente original debe ser siempre la Palabra de Dios revelada en la historia, el objetivo final la inteligencia de esta, la Palabra de Dios es verdad. La razón en cierto modo guiada, para evitar caminos que podrían conducir fuera de la verdad revelada. La Palabra de Dios, la filosofía sale enriquecida porque la razón descubre nuevos e inesperados horizontes.
La expresión filosofía cristiana, con ella no se pretende aludir a una filosofía oficial de la iglesia, puesto que la fe como tal no es una filosofía. Una especulación filosófica concebida en unión vital con la fe.
Los aspectos de la filosofía cristina:
- Subjetivo. La purificación de la razón por parte de la fe. La fe libera la razón de la presunción, tentación típica: a la que los filósofos están fácilmente sometidos.
- Objetivo. La necesidad de explorar el carácter racional de algunas verdades expresadas por la SE. Son tareas que llevan a la razón a conocer que lo verdadero racional supera los estrechos con fines dentro de los que ella tendería a encerrarse.
Necesita de la filosofía como interlocutora para verificar la inteligibilidad y la verdad universal.
La revelación cristina llega a ser el verdadero punto de referencia y de confrontación entre el pensamiento filosófico y el teológico en su reciproca relación.
El mismo acto de fe no es otra cosa que el pensar con el asentimiento de voluntad. La fe, si lo que se cree no se piensa, es nula. Sin asentimiento no hay fe, porque no se puede creer en nada.
Cap. VII. Exigencias y cometidos actuales.
La Sagrada Escritura contiende, de manera implícita o explícita, una serie de elementos que permiten obtener una visión del hombre y del mundo de gran valor filosófico.
De ellas se deduce que la realidad que experimentamos no es el absoluto. Solo Dios es el absoluto. De las páginas de la Biblia se desprende una visión del hombre como imago Dei, que contiene indicaciones precisas sobre su ser, su libertad y la inmortalidad de su espíritu. Puesto que el mundo creado no es autosuficiente, toda ilusión de autonomía que ignore la dependencia esencial de Dios de toda la criatura lleva a situaciones dramáticas que destruyen la búsqueda racional de la armonía y del sentido de la existencia humana.
La palabra de Dios plantea el problema del sentido de la existencia y ofrece su respuesta orientada al hombre hacia Jesucristo, el Verbo de Dios, que realiza en plenitud la existencia humana.
La palabra de Dios revela el fin último del hombre y da un sentido global a su obrar en el mundo. Verificar la capacidad del hombre de llegar al conocimiento de la verdad.
“La inteligencia no se limita solo a los fenómenos, sino que es capaz de alcanzar con verdadera certeza la realidad inteligible, aunque a consecuencia del pecado se encuentre parcialmente oscurecida y debilitada”.
Unidad II – Revelación de Dios
La dimensión religiosa en el hombre. Búsqueda de Dios en el hombre hoy.
El hombre se ha manifestado como un ser que, en la búsqueda de sentido de su existencia, vivía la experiencia de lo sagrado, lo último, que se le manifestaba de múltiples maneras y circunstancias.
La experiencia de la vida, la muerte, el devenir, y la de su propia finitud lo remitía constantemente a un universo sagrado con el cual trataba de comunicarse.
El concepto de mito apuntaba a describir el relato en el cual se narraban los hechos que tenían como protagonistas a seres sobrenaturales. Era el mito, la narración de una historia sagrada verdadera, en el sentido que otorgaba una primera aproximación racional al mundo circundante.
A lo largo de la historia de la humanidad, la realidad sagrada era percibida de distintas maneras:
- Un ser supremo, legislador. Henoteísmo.
- Una multitud de seres superiores. Politeísmo.
- Una dualidad divina. Principio del bien y del mal. Dualismo.
- Una realidad última, impersonal y totalizante. Leyes del universo o del cosmos. Panteísmo.
- Ser único, trascendente y personal, creador y providente. Monoteísmo.
Deseo de Dios (CIC).
El hombre ha sido creado por Dios y para Dios, es el deseo de Dios. La razón más alta de la dignidad humana consiste
en la vocación del hombre a la comunión con Dios. El hombre es invitado al diálogo con Dios; pue son existe sino porque, creado por Dios por amor, es conservado siempre por amor, y no vive plenamente si no reconoce libremente aquel amor y entrega a su Creador.
De múltiples maneras, en su historia y hasta el día de hoy, los hombres han expresado su búsqueda de Dios por medio de sus creencias y sus comportamientos religiosos. A pesar de las ambigüedades que pueden entrañar, estas formas de expresión son tan universales que pueden llamar al hombre un ser religioso.
“Se alegre el corazón a os que buscan a Dios”. Esta búsqueda exige del hombre todo el esfuerzo de su inteligencia, la rectitud de su voluntad y el testimonio de otros que le enseñen a buscar a Dios. La revelación es una demostración al hombre como alguien que nos ama.
VIAS DE ACCESO AL CONOCIMIENTO DE DIOS
El hombre que busca a Dios descubre ciertas vías para acceder su conocimiento. También se las llaman pruebas de la existencia de Dios, en el sentido de argumentos convergentes y convivientes que permiten llegar a verdaderas certezas.
Tienen como punto de partida:
- Mundo material. A partir del movimiento y del devenir, de la contingencia, del orden y de la belleza del mundo se puede conocer a Dios como origen y fin del universo. “Lo invisible de Dios, desde la creación del mundo se deja ver a la inteligencia a través de sus obras: su poder eterno y su divinidad.
- Persona humana. Con su apertura a la verdad y a la belleza, con su sentido del bien moral, con su libertad y la voz de su conciencia, con su aspiración al infinito y a la dicha, el hombre se interroga sobre la existencia de Dios. En esas aperturas, percibe signos de su alma espiritual.
Por las diversas vías, el hombre puede acceder al conocimiento de la existencia de una realidad que es la causa primera y el fin último de todo: Dios.
El conocimiento de Dios según la Iglesia.(CIC)
La Iglesia enseña que Dios puede ser conocido mediante la luz natural de la razón humana. El hombre tiene esa capacidad porque ha sido creado a imagen de Dios. Necesita ser ilumina por la revelación de Dios, no solamente acerca de lo que supera su entendimiento, sino también sobre las verdades religiosas y morales que de suyo no son inaccesibles a la razón, a fin de que puedan ser, en el estado actual del género humano, conocidas de todos sin facultad y con certeza firme.
¿Cómo hablar de Dios? La iglesia expresa su confianza en la posibilidad de hablar de Dios a todos los hombres y con todos los hombres. Todas las criaturas poseen una cierta semejanza con Dios, especialmente el hombre. Las múltiples perfecciones de las criaturas reflejan la perfección infinita de Dios. Dios trasciende toda criatura.
Tesis sobre la existencia de Dios diferentes a aquella presentada por la Iglesia:
- Deísmo: Dios se presenta como un ingeniero universal que luego de la creación-construcción de su máquina la abandona a merced de sus funciones y leyes. No interviene a posteriori. Dios que se desentiende de su creatura.
- Ontologismo: Dios es el principio inmediatamente evidente no sólo por el orden ontológico, sino también en el orden lógico.
- Ateísmo: niega la existencia de Dios. Puede ser asertórico, cuando dice que Dios no existe porque no hay nada más que la naturaleza, o postula torio, que dice que Dios no debe existir si queremos que el hombre sea libre. ●
Agnosticismo: se niega la posibilidad de conocer a Dios.
- Tradicionalistas: la razón del hombre está debilitada por el pecado original por eso sólo se puede conocer a Dios por vía de tradición.
DIOS SALE AL ENCUENTRO DEL HOMBRE Y LE REVELA SU DESIGNIO DE AMOR
La Revelación es la comunicación de Dios a darse a conocer a sí mismo, motivado por su gran amor para hablar con los hombres e invitarlos a estar en comunión con Él, con el fin de la salvación en favor de los hombres.
Mediante la razón natural, el hombre puede conocer a Dios con certeza a partir de sus obras. Pero existe otro orden de conocimiento que el hombre no puede de ningún modo alcanzar por sus propias fuerzas, el de la Revelación divina. Por una decisión libre, Dios revela y se da al hombre, y lo hace revelando su misterio, su designo benevolente que estableció desde la eternidad en Cristo en favor a todos los hombres. Revela plenamente su designio enviando a su Hijo amado.
La Santa Iglesia, mantiene y enseña que Dios, principio y fin de todas las cosas, puede ser conocido con certeza mediante la natural de la razón humana a partir de las cosas creadas. El hombre tiene esta capacidad porque ha sido creado a imagen de Dios. Las verdades que se refieren a Dios y a los hombres sobrepasan absolutamente el orden de las cosas sensibles y cuando deben traducirse en actos y proyectarse en la vida exigen que le hombre se entregue y renuncie a sí mismo.
El hombre necesita ser iluminado por la revelación de Dios, sobre las verdades religiosas y morales que de suyo no son inaccesibles a la razón, a fin de que puedan ser, en el estado actual del género humano, conocidas de todos sin dificultad, con una certeza firme y sin mezcla de error.
Dios revela su designio amoroso. “Dispuso Dios en su bondad y sabiduría revelarse a sí mismo y dar a conocer el misterio de su voluntad, mediante el cual los hombres, por medio de Cristo, Verbo encarnado, tienen acceso al Padre en Espíritu Santo y se hacen partícipes de la naturaleza divina.”. Dios, que “habita una luz inaccesible”, quiere comunicar su propia vida divina a los hombres libremente creados por él, para hacer de ellos, en su Hijo único, hijos adoptivos. Al revelarse a sí mismo, Dios quiere hacer a los hombres capaces de responderle, de conocerle y de amarle más allá de lo que ellos serían capaces por sus propias fuerzas.
El designio divino de la revelación se realiza a la vez “mediante acciones y palabras”, íntimamente ligadas entre sí y que se esclarecen mutuamente. Este designio comporta una “pedagogía divina” particular: Dios se comunica gradualmente al hombre, lo prepara por etapas para acoger la Revelación sobrenatural que hace de sí mismo y que culminará en la Persona y la misión del Verbo encarnado, Jesucristo.
La revelación como fuente de conocimiento de Dios .
La palabra Revelación se deriva del latín [Revelare], que significa remover el velo, quitar el velo. Es la manifestación amorosa que Dios hace de sí mismo y de su misterio en orden a nuestra Salvación. Dios rompe su silencio y se hace cercano, aunque siga siendo un misterio. El objeto de la revelación es Dios mismo. La finalidad de la revelación no es el conocimiento, sino la Salvación, la participación de la vida misma de Dios.
La Revelación es la comunicación que Dios hace de sí mismo y de su plan de salvación en favor de todos los hombres, para darse a conocer e invitarlos a la comunión con Él. Dios no da mensajes intemporales, sino que se dirige personalmente a un interlocutor en una cultura e historia vivas: Abraham, Moisés, etc. A la luz de la historia del Pueblo de Israel vemos el constante darse a conocer de Dios que toma la iniciática y actúa salvando.
El evento de la Revelación es indisociable de esta intervención divina. La Revelación de Dios a los hombres no es una simple comunicación de noticias o conocimientos. Dios comunica su propio misterio con el propósito de dar un vuelco a la vida humana.
La Revelación como Palabra – Encuentro – Presencia.
Funciones clasificadas por la lingüística son:
a. Informativa. Es una función objetiva en la que se usa la tercera persona. Función típica de la ciencia, didáctica y la historiografía.
b. Expresiva. Se maneja en relación con el interior del ser humano. Se usa en primera persona, función subjetiva. Función en la épica y poesía.
c. Interpelativa. Apelamos al interlocutor provocando su respuesta. Función intersubjetiva.
Concepto teológico de Revelación:
a. Dimensión dinámica. Dios actúa, por la cual crea y actúa realizando signos milagrosos en el cosmos y en la historia personal y colectiva del pueblo de Dios.
b. Dimensión noetica. Dios enseña por la cual revela y enseña, desde la ley, la profecía y la sabiduría hasta las bienaventuranzas y el Reino de Dios.
c. Dimensión personal. Dios se autocomunica por la cual progresivamente se autocomunica de una manera total. La palabra posee la triple dimensión de autoexpresión, testimonio y encuentro.
- Palabra como Autoexpresión.
La palabra divina es perfecta manifestación de la verdad que es Dios mismo.
- Palabra como Encuentro.
Requiere la reciprocidad que se encuentra en una relación constituida por dos personas libres. Esta relación interpersonal reclama también intimidad entre las personas que se encuentra. Se trata de una verdadera relación partiendo de un intercambio subjetivo. Conlleva a un encuentro personal. La gran obra de Israel no es solamente mostrar un único Dios verdadero, sino invocarlo como un Tú, haber estado con El: voluntad de comunicación, de acercamiento, de llamada por parte de Dios. Y en Jesucristo esta relación interpersonal llega a la plenitud como comunión con Dios y con los hombres. En el NV, acentúa el carácter personal de la Revelación de Dios en Jesús, verdadero camino, verdad y vida.
Dei Verbum: en esta Revelación, Dios invisible movido de amor, habla a los hombres como amigos, trata con ellos para invitarlos y admitirlos a la comunión con él.
- Palabra como Presencia.
La palabra humana interpela la confianza del oyente, solicita su adhesión personal al testimonio que le ha sido confiado.
Características de la Revelación.
a. Es una auto manifestación de la vida íntima de Dios. Dios se revela a Si mismo de manera soberana, libre y gratuita.
b. La Revelación es Histórica. Ocurre en el seno de la historia humana. Dios se revela no solo con la Palabra sino también con acciones, obras y gestos.
c. La Revelación se despliega gradualmente (Progresiva) hasta culminar en la predicación y la obra de Jesús.
d. La Revelación es Salvadora, apunta primariamente a rescatar a hombredel pecado y a comunicarle la vida nueva de la gracia. La intensión profunda y ultima de la manifestación de Dios, que es vencer el mal moral, conceder una participación en la santidad divina, y hacer posible un destino eterno de gozo y amor.
e. La Revelación es Don divino inestimable, al que se refiere Jesús como algo precioso y único en algunas palabras.
La religión judeo-cristiana es una religión revelada, que se apoya en hechos o acontecimientos realizados por Dios a lo largo de la historia humana. Es y se comprende a sí misma como una religión revelada. Parte de lo que Dios dijo de sí mismo y manifestó a través de hechos y palabras.
Objeto y finalidad de la Revelación.
Dei Verbum. Naturaleza y Objeto de la Revelación.
Dios en su bondad y sabiduría relevarse a sí mismo y dar a conocer el misterio de la voluntad, por medio de Cristo, los hombres tienen acceso al Padre en Espíritu Santo y se hacen consortes de la naturaleza divina, movido por su gran amor, habla a los hombres para invitarlos y recibirlos a la comunión con El este plan de la revelación se realiza con palabras y hechos intrínsecamente conexo entre sí.
La verdad intima acerca de Dios y de la salvación humana se nos manifiesta por la Revelación en Cristo, que es a un tiempo mediador y plenitud de toda la revelación.
Preparación de la revelación evangélica.
Dios, creando y conservándolo todo por su Verbo, da a los hombres testimonio perenne de sí en las cosas creadas y, queriendo abrir el camino de la salvación sobrenatural, se manifestó, además, personalmente a nuestros primeros padres ya desde el principio. Después de su caída los animó a la esperanza de la salvación con la promesa de la redención, y tuvo incesante cuidado del género humano, para dar la vida eterna a todos los que buscan la salvación con la perseverancia en las buenas obras.
A su tiempo llamó a Abraham para hacerlo padre de un gran pueblo, al que después de los Patriarcas instruyó por Moisés y por los Profetas para que lo reconocieran Dios único, vivo y verdadero, y para que esperaran al Salvador prometido, y de esta forma, a través de los siglos, fue preparando el camino del Evangelio.
Cristo, culmen de la revelación.
Envió a su Hijo, al Verbo eterno, que ilumina a todos los hombres, para que viviera entre ellos y les manifestara los secretos de Dios; Jesucristo, pues, el Verbo hecho carne, «hombre enviado a los hombres», «habla palabras de Dios» y lleva a cabo la obra de la salvación. Jesucristo, - con toda su presencia y manifestación de sí mismo, con sus palabras y obras, señales y milagros, y con su muerte y resurrección gloriosa de entre los muertos, finalmente, la revelación y confirma con testimonio divino que Dios está con nosotros para librarnos y resucitarnos a la vida eterna.
Las verdades reveladas.
Mediante la revelación divina quiso Dios manifestarse a sí mismo y manifestar los eternos decretos de su voluntad acerca de la salvación de los hombres. Dios, principio y fin de todas las cosas, puede ser conocido con seguridad por la luz natural de la razón humana, partiendo de las criaturas; hay que atribuir a su revelación «el que todos puedan conocer con firme certeza y sin ningún error, las cosas divinas que por su naturaleza no son inaccesibles a la razón humana.
ETAPAS DE LA REVELACION
Desde el origen, Dios se da a conocer ; Dios da a los hombres testimonio perenne de si en las cosas creadas, y queriendo abrir el camino de la salvación sobrenatural, se manifestó personalmente a nuestros primeros padres ya desde el principio. Los invito a una comunión íntima con El revistiéndolos de una gracia y de una justicia resplandecientes.
Dios, después de su caída, alentó en ellos la esperanza de la salvación con la promesa de redención, y tuvo incesante cuidado del género humano, para dar la vida eterna a todos los que buscan la salvación con la perseverancia.
Alianza con Noé ; Dios decide desde el comienzo salvar a la humanidad a través de una serie de etapas. Al alianzar con Noé después del diluvio expresa el principio de la economía divina con las naciones. Este orden está destinado a limitar el orgullo de una humanidad caída a causa del pecado. La alianza con Noé permanece en vigor mientras dura el tiempo de las naciones, hasta la proclamación universal del Evangelio.
Dios elige a Abraham ; Dios elige a Abraham llamándolo fuera de su tierra y de su casa. El pueblo nacido de Abraham será el depositario de la promesa hecha a los patriarcas.
Dios forma parte a su pueblo Israel ; Después de la etapa de los patriarcas, Dios constituyo a Israel como su pueblo salvándolo de la esclavitud de Egipto. Estableció con él una alianza de Sinaí y le dio por medio de Moisés su Ley, como al único Dios vivo y verdadero.
Por los profetas, Dios forma a su pueblo en la esperanza de la salvación, en la espera de una Alianza nueva y eterna destinada a todos los hombres, los profetas anuncian una rendición radical del pueblo de Dios, la purificación de todas las infidelidades y la salvación.
Dios ha dicho todo en su verbo ; Cristo, el Hijo de Dios hecho hombres, el a Palabra única, perfecta e insuperable del Padre. En Él lo dice todo.
No va haber otra revelación ; La económica cristina, por ser alianza nueva y definitiva, nunca pasara; ni hay que esperar otra revelación publica antes de la gloriosa manifestación de Jesucristo.
TRANSMISION DE LA REVELACION; LA SAGRADA TRADICION Y LAS SAGRADAS ESCRITURAS
Dios “quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad”, es decir, al conocimiento de
Cristo Jesús. Es preciso, pues, que Cristo sea anunciado a todos los pueblos y a todos los hombres y que así la
Revelación llegue hasta los confines del mundo.
La transmisión del Evangelio, según el mandato del señor, se hizo de dos maneras:
- Oralmente: “los apóstoles, con su predicación, sus ejemplos, sus instituciones, transmitieron de palabra lo que habían aprendido de las obras y palabras de Cristo y lo que el Espíritu Santo les enseñó”.
- Por escrito: “los mismos apóstoles y otros de su generación pusieron por escrito el mensaje de la salvación inspirados por el Espíritu Santo”.
Para que este Evangelio se conservara siempre vivo y entero en la Iglesia, los Apóstoles nombraron como sucesores a los obispos, "dejándoles su cargo en el magisterio"». En efecto, «la predicación apostólica, expresada de un modo especial en los libros sagrados, se ha de conservar por transmisión continua hasta el fin de los tiempos». Esta transmisión viva, llevada a cabo en el Espíritu Santo, es llamada la Tradición en cuanto distinta de la sagrada Escritura, aunque estrechamente ligada a ella. Por ella, "la Iglesia con su enseñanza, su vida, su culto, conserva y transmite a todas las edades lo que es y lo que cree". "Las palabras de los santos Padres atestiguan la presencia viva de esta Tradición, cuyas riquezas van pasando a la práctica y a la vida de la Iglesia que cree y ora". Así, la comunicación que el Padre ha hecho de sí mismo por su Verbo en el Espíritu Santo sigue presente y activa en la Iglesia: "Dios, que habló en otros tiempos, sigue conservando siempre con la Esposa de su Hijo amado; así el Espíritu Santo, por quien la voz viva del Evangelio resuena en la Iglesia, y por ella en el mundo entero, va introduciendo a los fieles en la verdad plena y hace que habite en ellos intensamente la palabra de Cristo".
La relación entre la Tradición y la Sagrada Escritura.
La Tradición y la Sagrada Escritura "están íntimamente unidas y compenetradas. Porque surgiendo ambas de la misma fuente, se funden en cierto modo y tienden a un mismo fin". Una y otra hacen presente y fecundo en la Iglesia el misterio de Cristo que ha prometido estar con los suyos "para siempre hasta el fin del mundo". "La sagrada Escritura es la palabra de Dios, en cuanto escrita por inspiración del Espíritu Santo". "La Tradición recibe la palabra de Dios, encomendada por Cristo y el Espíritu Santo a los Apóstoles, y la transmite íntegra a los sucesores; para que ellos, iluminados por el Espíritu de la verdad, la conserven,la expongan y la difundan fielmente en su predicación". De ahí resulta que la Iglesia, a la cual está confiada la transmisión y la interpretación de la Revelación "no saca exclusivamente de la Escritura la certeza de todo lo revelado. Y así las dos se han de recibir y respetar con el mismo espíritu de devoción" (DV 9).
Tradición apostólica y tradiciones eclesiales.
La Tradición de que hablamos aquí es la que viene de los apóstoles y transmite lo que éstos recibieron de las enseñanzas y del ejemplo de Jesús y lo que aprendieron por el Espíritu Santo. En efecto, la primera generación de cristianos no tenía aún un Nuevo Testamento escrito, y el Nuevo Testamento mismo atestigua el proceso de la Tradición viva. Es preciso distinguir de ella las "tradiciones" teológicas, disciplinares, litúrgicas o devocionales nacidas en el transcurso del tiempo en las Iglesias locales. Estas constituyen formas particulares en las que la gran Tradición recibe expresiones adaptadas a los diversos lugares y a las diversas épocas. Sólo a la luz de la gran Tradición aquéllas pueden ser mantenidas, modificadas o también abandonadas bajo la guía del Magisterio de la Iglesia.
LA FE COMO RESPUESTA A LA REVELACION
La Revelación es un acto libre y amoroso de Dios que quiere que los hombres sean sus hijos y los llama a la gloria. Dios se revela para que los hombres no caminen por las sendas de la ignorancia y el error, pueda ascender a verdades más altas y conocer el amor de Dios. La fe es una respuesta del hombre a Dios. Reconoce la verdad del testimonio divino porque el mismo Dios se lo dice. Creer es un suceso personal, Dios se auto comunica.
La fe es la aceptación de toda la Revelación y el libre asentimiento. Por su revelación, Dios invisible habla a los hombres como amigos, movido por su gran amor y mora con ellos para invitarlos a la comunión consigo y en ella recibirlos. La respuesta adecuada a esta invitación es la fe. Por la fe, el hombre somete completamente su inteligencia y su voluntad a Dios. Con todo su ser, el hombre da su asentimiento a Dios que revela: la obediencia de fe. Obedecer es someterse libremente a la palabra escuchada, porque su verdad está garantizada por Dios, la verdad misma. La fe es ante todo una adhesión personal del hombre a Dios. En cuando adhesión personal a Dios y asentimiento a la verdad que él ha revelado, la fe cristiana difiere de la fe en una persona humana.
- Por su revelación, «Dios invisible habla a los hombres como amigos, movido por su gran amor y mora con ellos para invitarlos a la comunicación consigo y recibirlos en su compañía». La respuesta adecuada a esta invitación es la fe.
- Por la fe, el hombre somete completamente su inteligencia y su voluntad a Dios. Con todo su ser, el hombre da su asentimiento a Dios que revela. La sagrada Escritura llama «obediencia de la fe» a esta respuesta del hombre a Dios que revela.
LA OBEDIENCIA DE LA FE
Obedecer (ob-audire), en la fe, es someterse libremente a la palabra escuchada, porque su verdad está garantizada por Dios, la Verdad misma. De esta obediencia, Abraham es el modelo que nos propone la Sagrada Escritura. La Virgen María es la realización más perfecta de la misma.
Abraham, padre de todos los creyentes.
La carta a los hebreos, en el gran elogio de la fe de los antepasados, insiste particularmente en la fe de Abraham: «Por
la fe, Abraham obedeció y salió para el lugar que había de recibir en herencia, y salió sin saber a dónde iba». Por la fe,
vivió como extranjero y peregrino en la Tierra prometida. Por la fe, a Sara se le otorgó el concebir al hijo de la
promesa. Por la fe, finalmente, Abraham ofreció a su hijo único en sacrificio. Abraham realiza así la definición de la fe
dada por la carta a los Hebreos: ‘’La fe es garantía de lo que se espera; la prueba de las realidades que no se ven’’.
‘’Creyó Abraham en Dios y le fue reputado como justicia’’. Y por eso, fortalecido por su fe, Abraham fue hecho ‘’padre
de todos los creyentes’’.
María: ‘’Dichosa la que ha creído’’.
La Virgen María realiza de la manera más perfecta la obediencia de la fe. En la fe, María acogió el anuncio y la promesa que le traía el ángel Gabriel, creyendo que ‘’nada es imposible para Dios’’ y dando su asentimiento: ‘’He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra’’. Isabel la saludó: ‘’¡Dichosa la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!’’. Por esta fe todas las generaciones la proclamarán bienaventurada. Durante toda su vida, y hasta su última prueba, cuando Jesús, su hijo, murió en la cruz, su fe no vaciló. María no cesó de creer en el ‘’cumplimiento’’ de la palabra de Dios. Por todo ello, la Iglesia venera en María la realización más pura de la fe.
"Yo sé en quién tengo puesta mi fe”.
- Creer solo en Dios: La fe es ante todo una adhesión personal del hombre a Dios; es al mismo tiempo e inseparablemente el asentimiento libre a toda la verdad que Dios ha revelado. En cuanto adhesión personal a Dios y asentimiento a la verdad que Él ha revelado, la fe cristiana difiere de la fe en una persona humana. Es justo y bueno confiarse totalmente a Dios y creer absolutamente lo que Él dice. Sería vano y errado poner una fe semejante en una criatura.
- Creer en Jesucristo, el Hijo de Dios: Para el cristiano, creer en Dios es inseparablemente creer en Aquel que él ha enviado, ‘’su Hijo amado’’, en quien ha puesto toda su complacencia (Mc 1,11). Dios nos ha dicho que los escuchemos. El Señor mismo dice a sus discípulos: ‘’Creed en Dios, creed también en mí’’. Podemos creer en Jesucristo porque es Dios, el Verbo hecho carne: ‘’A Dios nadie le ha visto jamás: el Hijo único, que está en el seno del Padre, él lo ha contado’’. Porque ‘’ha visto al Padre’’, él es único en conocerlo y en poderlo revelar.
- Creer en el Espíritu Santo: No se puede creer en Jesucristo sin tener parte en su Espíritu. Es el Espíritu Santo quien
revela a los hombres quién es Jesús. Porque nadie puede decir: "Jesús es Señor" sino bajo la acción del Espíritu Santo. ‘’El Espíritu todo lo sondea, hasta las profundidades de Dios [...] Nadie conoce lo íntimo de Dios, sino el Espíritu de Dios’’. Sólo Dios conoce a Dios enteramente. Nosotros creemos en el Espíritu Santo porque es Dios.
La Iglesia no cesa de confesar su fe en un solo Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo.
CARACTERISTICAS DE LA FE
1) La fe es una gracia. Es un don de Dios, una virtud sobrenatural infundida por él. Es necesaria la gracia de Dios, que se adelanta y nos ayuda, junto con el auxilio interior del Espíritu Santo.
2) La fe es un acto humano. Solo es posible creer por la gracia y los auxilios interiores del Espíritu Santo. Presentar por la fe, la sumisión plena de nuestra inteligencia y voluntad al Dios que revela, y entrar así en comunión íntima con El. En la fe, inteligencia y voluntad humana cooperan con la gracia divina: Santo Tomas de Aquino: “Creer es un acto entendimiento que asiente a la verdad divina por imperio de la voluntad movida por Dios mediante la gracia.”
3) La fe es Inteligente. Creemos a causa de la autoridad de Dios mismo que revela y que no puede engañarse ni engañarnos.
4) La fe es Cierta. Porque se funda en la Palabra misma de Dios que no puede mentir, ya que es pura bondad y omnipotente. La certeza que da la luz divina es mayor que la que da la luz de la razón natural.
5) La fe trata de Comprender. Es inherente a la fe que el creyente desee conocer mejor a aquel en quien ha puesto su fe, y comprender mejor lo que le ha sido revelado; un conocimiento más penetrante suscitara a su vez una fe mayor. La gracia de la fe abre “los ojos del corazón “para una inteligencia viva de los contenidos de la Revelación. S. Agustín: “creo para comprender y comprendo para creer mejor”.
6) Fe y ciencia. Jamás puede haber desacuerdo entre ellas, puesto que el mismo Dios que revela los misterios y comunica la fe ha hecho descender en el espíritu humano la luz de la razón, Dios no podría negarse a sí mismo; está como guiado por la mano de Dios, sosteniendo todas las cosas, haceque sean lo que son.
7) La fe es un acto libre. El hombre, al creer, debe responder voluntaria a Dios; nadie debe estar obligado contra su voluntad a abrazar la fe. El acto de fe es voluntario por su propia naturaleza. Cristo invito a la fe y a la conversión, El no forzó jamás a nadie. Dio testimonio de la verdad, pero no quiso imponerla por la fuerza.
8) La necesidad de fe. Creer en Dios salvador es necesario para obtener esa salvación. “Puesto que sin la fe…es imposible agradar a Dios”
9) La perseverancia en la fe. Un don gratuito.
10) La fe, comienzo de la vida eterna. Nos hace gustar de antemano el gozo y la luz de la visión definitiva de Dios, fin de nuestro caminar aquí abajo. La fe es pues ya el comienzo de la vida eterna.
11) La fe nos une en comunidad. Es un acto personal: la respuesta libre del hombre a la iniciativa de Dios que se revela.
La fe no es un acto aislado. Nadie puede creer solo. El creyente ha recibido la fe de otro, debe transmitirla a otro. Cada creyente es como un eslabón en la gran cadena de los creyentes. Yo no puedo creer sin ser sostenido por la fe de los otros, y por mi fe yo contribuyo a sostener. Una clara tarea de la tecnología hoy consiste en responder al desafío del hombre moderno, lleno de dudas y temores, dando razón de la fe.
La fe en Dios tiene que tener un apoyo claro en razón. Ahora bien, la razón humana no se puede reducir a la pura razón empírica, porque no podemos seguir afirmando que lo que no ve, toca o percibe con sus sentidos, no exista.
LA FE DE LA IGLESIA
La fe es un acto personal: la respuesta libre del hombre a la iniciativa de Dios que se revela. Pero la fe no es un acto aislado. Nadie puede creer solo, como nadie puede vivir solo. Nadie se ha dado la fe a sí mismo, como nadie se ha dado la vida a sí mismo. El creyente ha recibido la fe de otro, debe transmitirla a otro. Nuestro amor a Jesús y a los hombres nos impulsa a hablar a otros de nuestra fe. Cada creyente es como un eslabón en la gran cadena de los creyentes. Yo no puedo creer sin ser sostenido por la fe de los otros, y por mi fe yo contribuyo a sostener la fe de los otros.
"Creo" (Símbolo de los Apóstoles): Es la fe de la Iglesia profesada personalmente por cada creyente, principalmente en su bautismo. "Creemos" (Símbolo de Nicea-Constantinopla, en el original griego): Es la fe de la Iglesia confesada por los obispos reunidos en Concilio o, más generalmente, por la asamblea litúrgica de los creyentes. "Creo", es también la Iglesia, nuestra Madre, que responde a Dios por su fe y que nos enseña a decir: "creo", "creemos". "Mira, Señor, la fe de tu Iglesia".
La Iglesia es la primera que cree, y así conduce, alimenta y sostiene mi fe. La Iglesia es la primera que, en todas partes, confiesa al Señor, y con ella y en ella somos impulsados y llevados a confesar también: "creo", "creemos". Por medio de la Iglesia recibimos la fe y la vida nueva en Cristo por el bautismo. En el Ritual Romano, el ministro del bautismo pregunta al catecúmeno: "¿Qué pides a la Iglesia de Dios?" Y la respuesta es: "La fe". "¿Qué te da la fe?" "La vida eterna".
La salvación viene solo de Dios; pero puesto que recibimos la vida de la fe a través de la Iglesia, ésta es nuestra madre: "Creemos en la Iglesia como la madre de nuestro nuevo nacimiento, y no en la Iglesia como si ella fuese el autor de nuestra salvación". Porque es nuestra madre, es también la educadora de nuestra fe.
Una sola fe.
Desde siglos, a través de muchas lenguas, culturas, pueblos y naciones, la Iglesia no cesa de confesar su única fe, recibida de un solo Señor, transmitida por un solo bautismo, enraizada en la convicción de que todos los hombres no tienen más que un solo Dios y Padre. San Ireneo de Lyon, testigo de esta fe, declara: "La Iglesia, diseminada por el mundo entero hasta los confines de la tierra, recibió de los Apóstoles y de sus discípulos la fe [...] guarda diligentemente la predicación [...] y la fe recibida, habitando como en una única casa; y su fe es igual en todas partes, como si tuviera una sola alma y un solo corazón, y cuanto predica, enseña y transmite, lo hace al unísono, como si tuviera una sola boca".
"Porque, aunque las lenguas difieren a través del mundo, el contenido de la Tradición es uno e idéntico. Y ni las Iglesias establecidas en Germania tienen otra fe u otra Tradición, ni las que están entre los iberos, ni las que están entre los celtas, ni las de Oriente, de Egipto, de Libia, ni las que están establecidas en el centro el mundo...". "El mensaje de la Iglesia es, pues, verídico y sólido, ya que en ella aparece un solo camino de salvación a través del mundo entero". "Esta fe que hemos recibido de la Iglesia, la guardamos con cuidado, porque sin cesar, bajo la acción del Espíritu de Dios, como un contenido de gran valor encerrado en un vaso excelente, rejuvenece y hace rejuvenecer el vaso mismo que la contiene".
LAS REVELACIONES PRIVADAS
El valor de las revelaciones privadas.
El Catecismo de la Iglesia Católica enseña que: “a lo largo de los siglos hubo revelaciones llamadas privadas, algunas de las cuales han sido reconocidas por la autoridad de la Iglesia. Sin embargo, no pertenecen al depósito de la fe. Guiados por el Magisterio de la Iglesia, los fieles deben discernir y acoger lo que en estas revelaciones constituye una llamada auténtica de Cristo o de sus santos a la Iglesia”.
Y el mismo Concilio Vaticano II en su constitución dogmática sobre la Iglesia afirma: “El Romano Pontífice y los Obispos, por razón de su oficio y la importancia del asunto, trabajan celosamente con los medios oportunos para investigar adecuadamente y para proponer de una manera apta esta Revelación; y no aceptan ninguna nueva revelación pública como perteneciente al divino depósito de la fe”. Que no pertenezcan al depósito de la fe, quiere decir que no hay por qué creer en ellas.
“Las revelaciones privadas, aunque hayan sido aprobadas por la Iglesia, no se les debe atribuir un asentimiento obligatorio. Por lo tanto, uno puede rechazarlas y negarse a aceptarlas” (Benedicto XIV).
San Juan de la Cruz escribió al respecto: “Si la fe ya está fundada en Cristo y en el Evangelio, no hay para qué preguntar más. En Cristo, Dios ya dijo todo lo que tenía que decir. Y buscar nuevas revelaciones y o visiones sería una ofensa a Dios, pues sería como sacar los ojos de Cristo, buscando alguna otra novedad”. (Subida al Monte Carmelo).
¿Cuál es su autoridad?
Ninguna. No tienen autoridad para la fe de los católicos, son solo una ayuda para la fe y la vida espiritual, para recordar lo ya revelado en la Palabra de Dios y enseñado por la Iglesia. Por esta razón no es adecuado citarlos como una fuente de doctrina, ya que su función es llamar a la conversión, a la oración, a una vida más devota, a una mayor fidelidad a Cristo y a la Iglesia, pero no legislar sobre liturgia o dar cátedra de teología dogmática explicando los misterios de la fe. Para enseñar está el Magisterio, no los videntes.
Si una revelación privada incluye la manifestación de una verdad contenida en el depósito de la fe, lo que está haciendo es repetir algo ya revelado (revelación pública), pero no agrega ni amplía nada. Si con el tiempo algo que comenzó como una revelación privada, como el caso del “Sagrado Corazón de Jesús”, termina siendo asumido por el Magisterio auténtico, comienza a gozar de autoridad no por su origen, sino porque ha sido presentado para ser creído por quien tiene autoridad para hacerlo.
La Iglesia cuando dice que “aprueba” una revelación privada, no obliga a creer en ella, sino que autoriza la devoción, como en los casos de Fátima o Lourdes.
Unidad III – La Sagrada Escritura
La sagrada escritura: memoria de la fe de un pueblo.
“La sagrada Escritura es la Palabra de Dios en cuanto escrita por inspiración del Espíritu Santo”. La Biblia es un libro de fe. La Iglesia primitiva ha descubierto en Cristo al Mesías anunciado y esperado en el Antiguo Testamento, y nos ha transmitido a través de los escritos del Nuevo Testamento la experiencia fundamental de la resurrección

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