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Aplicación de las Tradiciones Cognitivo-Conductual y Sociocultural en el Ámbito Clínico

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Aplicación de las Tradiciones Cognitivo-Conductual y
Sociocultural en el Ámbito Clínico
Introducción
La psicología clínica es un ámbito de especialización dentro de la psicología,
interesado en la investigación de la conducta humana, y orientado al diagnóstico,
tratamiento y estudio de problemas tanto conductuales como emocionales (Arias,
2014, p. 3); este campo adapta los principios de la psicología a la situación
particular del individuo con el objetivo de disminuir los malestares y propiciar el
funcionamiento eficiente del sujeto ante las demandas cotidianas (Sotelo, 2016, p.
16). Esta rama basa su práctica en lo comprobable, lo objetivo y lo medible, y se
fundamenta en el conocimiento científico (Santos, 2016, pp. 22).
La psicología clínica nace a partir de la unión de la psicología médica, la
psiquiatría y la tradición psicométrica, consumada por Lightmer Witmer (Arias,
2014, p.3) y en respuesta a las crecientes necesidades de la sociedad por atender los
defectos físicos y mentales que interfierían con el progreso pedagógico (Juárez,
2016, p. 27), así como por el aparente acuerdo por parte de los hospitales mentales
estadounidenses sobre la importancia de entender y atender los malestares
emocionales con metodologías evaluativas, más allá de las concepciones médicas y
psiquiátricas (Fontaines, 2016, párr. 2). En la actualidad la psicología clínica resulta
indispensable para lograr el funcionamiento eficiente del individuo, apelando al
entendimiento, la predicción y el alivio de la desadaptación y aflicción intelectual,
emocional, psicológica, social, cognitiva y conductual (Santos, 2016, pp. 82).
Para definir el objeto de estudio de la psicología clínica es necesario tener en
cuenta la metodología y el modelo clínico utilizados dentro del paradigma de la
orientación que se esté considerando, ya que cada enfoque cuenta con un
mecanismo de intervención propio que opera respecto al sujeto y su malestar (Arias,
2014, p. 4).
Patiño (2018) señala que el enfoque cognitivo-conductual plantea los
fenómenos cognitivos como parte fundamental de las causas del comportamiento.
En este sentido, añade, si se pretenden alteraciones conductuales en el sujeto, deben
anteceder las alteraciones en la estructura del pensamiento (pp.14-85).
De acuerdo con Hernández (2013) este enfoque sostiene que la recepción,
acomodo, procesamiento y utilización de la información, siempre es mediada por
patrones individuales que el sujeto ha desarrollado a lo largo de la vida. Además,
afirma que se utilizan intervenciones terapéuticas cognitivas, conductuales y
emocionales que comparten lineamientos orientados al contexto actual y las
características individuales del sujeto para conocer la historia y la función que
desempeña el síntoma en las dinámicas del sujeto. Así, se propone una metodología
de contemplación, análisis y aceptación del síntoma como parte de la vida, que
constituye un pensamiento de novedosa flexibilidad y apertura sobre la enfermedad
(pp. 1-8).
Por su parte, el enfoque sociocultural permite entender las relaciones entre la
conducta humana y las situaciones culturales, institucionales e históricas donde
dicha conducta tiene lugar (Capelari y Erausquin. 2013, p.2). Esta corriente se
enfoca en la función que cumple la sociedad y la cultura en la producción y
mantenimiento de la salud mental (Corona, 2022, párr. 4-5). Su objetivo principal es
brindar un proceso auxiliar con modalidades y metas afines a la experiencia de vida
y cultura del individuo, de forma que se logren integrar los patrones culturales con
la situación individual del sujeto (OpenStax, 2022, El modelo sociocultural y la
utilización de la terapia, párr. 3-4).
Uno de los problemas actuales de la psicología clínica es la brecha entre la
investigación y la práctica, hay una falta de implementación de estos estudios en la
atención clínica diaria (Fernández et al, 2020, pp.81-82). Para abordar este problema
es importante la investigación respecto a las tradiciones psicológicas aplicadas a la
psicología clínica en la actualidad, así como promover la capacidad crítica tanto del
profesional como del público en general sobre este tema. Todo ello con la finalidad
de fomentar una cultura de evaluación y adaptación de las teorías psicológicas en la
psicoterapia (Fernández et al, 2020, pp.84-85).
Contrastar las tradiciones psicológicas es importante para entender las
perspectivas teóricas y prácticas empleadas en el estudio de la conducta humana;
esta contrastación permite obtener una comprensión más completa e integral de los
problemas clínicos. Parangonar las tradiciones psicológicas implica evaluar y
examinar críticamente la base empírica y la eficiencia de los diferentes enfoques y
técnicas psicoterapéuticas. Dentro de la formación profesional del psicólogo clínico,
la comparación de tradiciones psicológicas le permitirá al estudiante enriquecer su
perspectiva y capacidad para atender las necesidades de aquellos que lo consulten,
así como formar su identidad profesional. Como profesionales de la psicología
clínica, confrontar las tradiciones psicológicas contribuirá en la toma de decisiones
basada en evidencias y enriquecerá la práctica profesional. Para el público en
general, cotejar las tradiciones psicológicas resultará útil en la elección del
paradigma psicoterapéutico con base en sus necesidades, características y
preferencias individuales (Monroy y Álvarez, 2013, pp. 3-32).
Al respecto de la tradición sociocultural, las investigaciones y formas de
aplicación son escasa, y en muchas ocasiones poco claras; sin embargo, esta
tradición permite una atención culturalmente sensible y el desarrollo de
competencias esenciales para una práctica que pueda responder a las demandas
actuales de la sociedad globalizada (Contini, 2003, p. 103). Por su parte, la tradición
cognitivo-conductual es ampliamente utilizada en el campo, ya que proporciona
técnicas efectivas y herramientas valiosas para el trabajo psicoterapéutico; no
obstante, considera un enfoque altamente limitado que deja fuera aspectos
importantes como los factores culturales y sistémicos, lo que puede derivar en una
comprensión incompleta del contexto de la experiencia humana (Moragón, 2018).
El presente ensayo tiene como objetivo elaborar una contrastación y crítica
respecto a la teoría y aplicación de las tradiciones cognitivo-conductual y
sociocultural en el ámbito clínico de la Psicología. Demostrará de manera
argumentativa que la mejor tradición psicológica es aquella que se ajuste
efectivamente con las necesidades, características, motivaciones y finalidades de
cada caso en particular.
Desarrollo
La premisa sobre la que se estructura la aplicación de las tradiciones
psicológicas en el campo de la psicología clínica es el planteamiento
psicopatológico. A este respecto, tanto la tradición cognitivo-conductual como la
tradición sociocultural sitúan la psicopatología en una adaptación inadecuada al
medio en el que se encuentra el individuo, y afirman que es esta ineficiencia lo que
ocasiona el malestar psicológico y exacerbaciones de síntomas preexistentes; sin
embargo, dichas tradiciones atribuyen este evento a distintas situaciones. Por un
lado, el enfoque sociocultural plantea la desadaptación como un patrón de
comportamiento poco frecuente en el grupo de referencia (Contini, 2003, p.
95). Por su parte, la perspectiva cognitivo-conductual afirma que la
desadaptación al entorno se debe a la forma en que el sujeto estructura su
pensamiento: cómo percibe o interpreta su entorno, cómo piensa, cómo llega a
determinadas conclusiones, a qué le da mayor importancia, etcétera (Hernández,
2013, p. 3).
La concepción de psicopatología también constituye una gran diferencia
entre los paradigmas de las tradiciones en cuestión, pues mientras la práctica
sociocultural considera la patología como un constructo social definido a partir de
estándares válidos únicamente para un grupo particular y siempreque un profesional
tenga que intervenir para la solución de problemáticas teniendo cuidado de no
subdiagnósticar ni sobrediagnósticar especialmente por razones etnocéntricas
(Contini, 2003, p. 93-98), la aplicación cognitivo-conductual la relaciona con un
procesamiento inadecuado de la información que conduce al sujeto a interpretar
situaciones y llegar a conclusiones sesgadas de forma que devengan respuestas
igualmente parciales o inadecuadas (Hernández, 2013, p. 5).
Otro punto central que guía la actividad terapéutica son los principios de la
tradición en que se basa. En cuanto a este, la tradición sociocultural se centra en el
papel del contexto social y cultural en el desarrollo y la expresión de los malestares
psicológicos, se presta atención a cómo los factores sociales, culturales y
ambientales influyen en la salud mental de los individuos (Contini, 2003, p. 93-95).
Por otro lado, la tradición cognitivo-conductual se basa en la idea de que los
pensamientos, las emociones y los comportamientos desempeñan un papel central
en la salud mental y se enfoca en identificar y modificar los patrones de pensamiento
y comportamiento disfuncionales que contribuyen al malestar psicológico
(Hernández, 2013, p.4).
Como se ha expuesto, las afecciones psicológicas varían de acuerdo a qué
tradición psicológica nos estemos refiriendo, esta variación va desde la misma
concepción psicopatológica hasta sus factores subyacentes. No existe un enfoque
único que pueda abarcar todas las complejidades de todos los malestares
psicológicos en cualquiera de sus concepciones. Por lo tanto, es esencial adoptar un
enfoque personalizado que considere las características únicas de cada problemática
clínica, incluso si esta no entra dentro de la psicopatoligización. Esto implica
evaluar cuidadosamente los síntomas, el contexto individual del caso y los factores
de mantenimiento específicos para diseñar un tratamiento que se ajuste de manera
efectiva a las necesidades y pretensiones psicoterapéuticas.
Por otra parte, la tradición sociocultural asume al individuo y a sus
problemas en relación a su contexto histórico-cultural, es decir, le incumben los
factores culturales que afectan el comportamiento, entendiendo este como un
acontecimiento contextual en cuanto a que debe ser estudiado en las condiciones
particulares donde se produce, y no comparado con comportamientos ajenos a estas
condiciones (Contini, 2003, p. 93-95). Por el contrario el enfoque
cognitivo-conductual conceptualiza al paciente y a sus problemáticas en relación a
la estructuración de pensamientos, es decir, se interesa en los estímulos del medio
(cómo algunos son tomados en cuenta y otros no, cómo se procesan, por qué se
procesan de una manera en específico), en las conclusiones a las que puede llegar el
individuo y, sobre todo, en cómo se pueden generar cambios cognitivos para obtener
cambios conductuales (Hernández, 2013, p.4).
Siguiendo la línea anteriormente expuesta, cada individuo es entendido en
distintos términos según la tradición que se contemple, y por tanto así lo son todos
los aspectos sobreentendidos a dicha concepción, como la historia de vida, la
personalidad, las creencias y las circunstancias únicas. Sin embargo, ambas
tradiciones sostienen que estos aspectos, aunque entendidos e interpretados de
formas distintas, influyen significativamente en cómo se presentan y se atienden los
malestares psicológicos. Un enfoque personalizado permite adaptar las
intervenciones y técnicas terapéuticas para abordar las necesidades específicas de
cada caso en cualquier dimensión que este sea entendido, más aún, en la mayoría de
dimensiones en las que pueda entenderse. Por ello, reconocer las particularidades
tanto del caso como del individuo (en la mayoría de formas que podamos
entenderlo) y adaptar el tratamiento en consecuencia, promueve una mayor eficacia
en los resultados.
Por lo que concierne a la evaluación y el diagnóstico, en la tradición
sociocultural se busca comprender cómo los valores culturales, las normas y las
experiencias sociales pueden influir en la presentación y la interpretación de los
síntomas (Iglesias, s.f.). En contraste, la tradición cognitivo-conductual se enfoca en
la evaluación de los patrones de pensamiento y comportamiento problemáticos y se
utilizan herramientas como cuestionarios estandarizados y entrevistas estructuradas
para identificar los sesgos cognitivos y los comportamientos disfuncionales
(Hernández, 2013, pp.4-5).
Durante la intervención y el tratamiento la tradición sociocultural se centra
en el tratamiento holístico y culturalmente sensible, utiliza el conocimiento y la
comprensión de la cultura del individuo para adaptar las intervenciones terapéuticas
y se pueden utilizar enfoques como la terapia familiar, la terapia intercultural y la
terapia narrativa para abordar los factores sociales y culturales en la salud mental
(Contini, 2003, pp. 94-103). Al contrario, la tradición cognitivo-conductual utiliza
intervenciones basadas en evidencia para modificar la técnica del individuo para
procesar la información, se emplean técnicas como la reestructuración cognitiva, la
exposición y la prevención de respuestas, y el entrenamiento en habilidades para
abordar los síntomas y promover cambios (Hernández, 2013, p.8).
Encima, la relación terapéutica en la tradición sociocultural, es colaborativa
y respetuosa, reconociendo las diferencias culturales y promoviendo la
autodeterminación del cliente de forma que el terapeuta asume un papel de
facilitador y busque comprender la experiencia subjetiva del individuo dentro de su
contexto social y cultural. A diferencia del enfoque sociocultural, en la tradición
cognitivo-conductual, la relación terapéutica se centra en el aprendizaje y la
adquisición de habilidades, el terapeuta desafía los pensamientos y comportamientos
disfuncionales y trabaja de manera activa con el cliente para promover el cambio
(Báez, 2016, pp. 45-93).
Tal como se ha develado, en las tradiciones psicológicas que nos competen,
la relación terapéutica es un factor fundamental en el proceso de tratamiento para
lograr resultados exitosos. Al adoptar un enfoque personalizado, el terapeuta
muestra una atención genuina hacia las necesidades y preocupaciones del sujeto,
más allá de una devoción inamovible hacia una tradición psicológica, lo que
fortalece la relación y facilita un mayor compromiso y participación por parte del
individuo en su proceso de tratamiento.
Finalmente es importante mencionar el grado de efectividad comprobado
para las tradiciones que nos atañen. En 1998 la sección de la APA dedicada a la
psicología clínica, con base en los criterios de evaluación para la eficiencia de los
tratamientos psicológicos para los trastornos mentales, creó una lista de tratamientos
psicológicos con eficiencia avalada empíricamente de los cuales los tratamientos
con enfoque cognitivo-conductual componían el 85% (Hernández, 2013, p.3-4). En
cambio, hay pocos estudios que evalúen específicamente la efectividad de la terapia
sociocultural, sin embargo se ha demostrado que la consideración de factores
socioculturales en el tratamiento puede mejorar los resultados terapéuticos
(Fernández, 2018, pp. 81-102). A pesar de ello, es importante recordar que la
tradición cognitivo-conductual sigue la línea terapéutica etnocentrica que promueve
la homogeneización del comportamiento y desconoce la diversidad, este tipo de
terapias eurocéntricas presentan limitaciones para el resto de las poblaciones
(Contini, 2003, p. 103; Spielman et al, 2022, El modelo sociocultural y la utilización
de la terapia, párr. 2).
En la actualidad la sociedad ha adquirido un carácter multiétnico y
multirracial que va al alza (Spielman et al, 2022, El modelo sociocultural y la
utilización de la terapia, párr. 2). En consecuencia, los profesionales de la psicología
clínica deben contemplar dentro de sus enfoques competencias culturales que les
permitanabordar temas relacionados con la raza, cultura y etnia, así como
metodologías que permitan atender con especial ímpetu la diversidad de necesidades
de cada población sin perder validez empírica.
Conclusiones
Las tradiciones psicológicas han sido desarrolladas a lo largo del tiempo
para abordar diferentes aspectos de la salud mental, sin embargo no existe una única
tradición que sea universalmente efectiva para todos los casos ya que existe unicidad
tanto del individuo como de sus circunstancias, necesidades, pretensiones,
afecciones y respuestas al tratamiento. Por ello, resulta crucial considerar las
circunstancias específicas en cada caso clínico para determinar la tradición más
adecuada de acuerdo con el contexto, la historia y la situación del sujeto. Además
habrá que adaptar el enfoque terapéutico a las particularidades del caso para
maximizar las posibilidades de éxito del tratamiento.
El campo de la psicología clínica está en constante evolución, con nuevos
descubrimientos y avances científicos. En lugar de aferrarse rígidamente a una sola
tradición psicológica, es esencial mantenerse actualizado y estar dispuesto a integrar
nuevos conocimientos y enfoques basados en la evidencia. Un enfoque
personalizado permite al terapeuta utilizar las mejores prácticas y las intervenciones
más efectivas disponibles.
Cabe señalar que la elección de la tradición psicológica con base en el caso
clínico, en conjunto con la adaptación de su enfoque, no apunta necesariamente
hacia la práctica ecléctica, más bien se sugiere un trabajo multidisciplinar e
interdisciplinar.
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