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Educación emocional de la actividad física

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Educación emocional de la actividad física 
 
En la sociedad actual, se ha incrementado el conocimiento y la información, 
pero se ha descuidado el conocimiento y control de nuestras emociones. Vivimos 
en una sociedad llena de datos y estímulos que nos agobian y nos dificultan 
gestionar nuestras emociones. 
 
Ante esta situación, es necesario que los agentes de cambio, incluyendo 
educadores, padres y políticos, no sean indiferentes a la crisis económica y de 
valores que atraviesa el mundo y América Latina en particular. La educación y el 
sistema educativo tienen el desafío de responder a estas dificultades y 
necesidades. 
 
Tradicionalmente, se ha dado más importancia al desarrollo cognitivo que al 
desarrollo emocional en la práctica educativa. Sin embargo, es crucial enseñar a 
los estudiantes a resolver no solo problemas matemáticos, sino también los 
problemas de la vida cotidiana. 
 
La inteligencia emocional, es fundamental para el desarrollo pleno de las 
personas. A través de programas científicamente probados de educación 
emocional, se pueden desarrollar habilidades para la vida que complementen las 
habilidades cognitivas. La educación emocional ha ganado importancia en los 
últimos años, reconociendo su relevancia para vivir una vida plena. 
 
La actividad física es un contexto propicio para el desarrollo de la 
afectividad, la emocionalidad y el equilibrio emocional. A través de la actividad 
física, se pueden cultivar habilidades sociales, mejorar la relación con los demás y 
encontrar respuestas adecuadas ante situaciones negativas. El cuerpo refleja 
nuestro estado emocional, y la actividad física puede contribuir significativamente 
a nuestro equilibrio psicológico y bienestar. 
 
Durante la actividad física, se pueden trabajar los aspectos físicos, 
motrices, afectivos y sociales, pero los aspectos afectivo-sociales están más 
vinculados a la inteligencia emocional y son especialmente relevantes en las 
acciones propuestas. Estas acciones incluyen adquirir conciencia y predisposición 
a la recepción, aceptación y respuesta, adopción de valores, deseo de ayudar a 
los demás y desarrollo de actitudes sociales positivas. 
 
A través de sesiones dinámicas de actividad física, se puede vivenciar y 
interiorizar la inteligencia emocional, permitiendo a los identificar, controlar y 
gestionar sus emociones, así como mejorar habilidades sociales. 
 
La educación emocional y el desarrollo de la inteligencia emocional 
son fundamentales para el desarrollo integral de las personas. La actividad 
física ofrece un espacio propicio para trabajar estos aspectos.

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