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Activación conductual La Activación Conductual es una terapia enmarcada dentro de las corrientes cognitivo-conductuales que se utiliza para tratar la depresión. Esta terapia se centra en romper el círculo vicioso de inacción y falta de actividad que caracteriza a la depresión. La falta de actividad contribuye al estado de ánimo deprimido, y a su vez, el estado de ánimo deprimido produce inacción. La Activación Conductual propone que ciertos tipos de depresión son formas elaboradas de evitación. El objetivo de esta terapia es que las personas deprimidas puedan organizar sus vidas y modificar su entorno para restablecer su relación con fuentes de estímulo que les brinden reforzamiento positivo. La terapia de Activación Conductual utiliza diversas intervenciones y métodos para disminuir los síntomas depresivos. Algunas de estas intervenciones incluyen la jerarquización de tareas, la programación de objetivos vitales, el refuerzo de conductas de contacto social y la realización de actividades gratificantes. La terapia se basa en prescribir actividades que rompan el ciclo de inactividad. Al principio, es importante que las actividades sean fáciles, gratificantes y graduales, y que estén bien planificadas, ya que pueden surgir dificultades en su realización. Estudios han demostrado que las intervenciones puramente conductuales son eficientes y efectivas en el tratamiento de la depresión, comparables a la medicación antidepresiva y a la terapia cognitiva. Entre las ventajas de la Activación Conductual se destaca su amplia evidencia científica, la obtención de resultados comparables e incluso mayores tasas de remisión y adherencia al tratamiento en comparación con la terapia farmacológica, y su simplicidad de aplicación, en comparación con otras propuestas terapéuticas que requieren más pasos o modificaciones de pensamientos. Dentro de la activación conductual puede incluirse la actividad física (AF), que ha demostrado tener efectos terapéuticos en el estado de ánimo en diferentes contextos clínicos como complemento de tratamientos farmacológicos y psicoterapéuticos para la depresión. Según las recomendaciones de la guía NICE (2009), los programas de AF supervisada son recomendados para el tratamiento de trastornos depresivos, incluyendo aquellos de carácter subclínico, leve y moderado. Estas recomendaciones se basan en la evidencia científica acumulada que demuestra la mejoría clínica y la mayor adherencia al tratamiento en personas con depresión que practican AF. Es importante destacar que la supervisión y adaptación gradual a las capacidades individuales del paciente son elementos clave en el uso de la AF, especialmente en personas mayores, mientras que la falta de supervisión se ha asociado con resultados negativos. Los programas de ejercicios aeróbicos estructurados y supervisados, realizados con una frecuencia relativamente elevada (al menos 3 veces por semana), con una duración de 45 minutos a 1 hora, y durante un período de 10 a 12 semanas, han mostrado un impacto clínicamente significativo en la mejoría de los síntomas depresivos en personas diagnosticadas con depresión, particularmente en casos de leve a moderada intensidad. Se sugiere personalizar la dosis de AF (tipo, intensidad, duración, frecuencia) según las características individuales de cada paciente, aumentándola de forma gradual si es necesario. Además, es importante realizar un seguimiento de la práctica de AF para mejorar la adherencia a largo plazo. La inclusión de la AF en el tratamiento de la depresión puede tener efectos terapéuticos en el estado de ánimo, y se recomienda la incorporación de programas de AF supervisada en casos de depresión subclínica, leve y moderada. La adaptación gradual, la personalización de la dosis de ejercicio y el seguimiento de la práctica son aspectos clave para maximizar los beneficios de la AF en el tratamiento de la depresión.
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