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sangre

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¿qué es la sangre? GLALIUSKA 
La sangre es tejido vivo formado por líquidos y sólidos. La parte líquida, llamada plasma, contiene agua, sales y proteínas. Más de la mitad del cuerpo es plasma. La parte sólida de la sangre contiene glóbulos rojos, glóbulos blancos y plaquetas.
Los glóbulos rojos suministran oxígeno desde los pulmones a los tejidos y órganos. Los glóbulos blancos combaten las infecciones y son parte del sistema inmunitario del cuerpo. Las plaquetas ayudan a la coagulación de la sangre cuando sufre un corte o una herida. La médula ósea, el material esponjoso dentro de los huesos, produce nuevas células sanguíneas. Las células de la sangre constantemente mueren y su cuerpo produce nuevas. Los glóbulos rojos viven unos 120 días y las plaquetas viven cerca de seis. Algunos glóbulos blancos de la sangre viven menos de un día, pero otros viven mucho más tiempo.
Hay cuatro grupos de sangre: A, B, AB y O. Asimismo, la sangre es Rh positivo o Rh negativo. Así, si su tipo de sangre es A, es A positivo o A negativo. Su tipo de sangre es importante si necesita una transfusión de sangre. Y su factor de sangre puede ser importante si usted queda embarazada, ya que la incompatibilidad entre su tipo de sangre y el de su bebé puede crear problemas.
Los análisis de sangre como las pruebas de conteo sanguíneo ayudan a los médicos a analizar ciertas enfermedades y afecciones. También ayudan a comprobar la función de los órganos y muestran qué tan bien están funcionando los tratamientos. Algunos problemas de la sangre pueden incluir problemas de coagulación, coágulos sanguíneos y desórdenes plaquetarios.
La sangre es en realidad un tejido. Es espesa porque está compuesta de una variedad de células, cada una de las cuales tiene una función diferente. La sangre consiste en un 80 % de agua y un 20 % de sustancias sólidas
El aparato circulatorio es la ruta por la cual las células del organismo reciben el oxígeno y los nutrientes que necesitan, pero es la sangre la que transporta el oxígeno y los nutrientes. La sangre está compuesta principalmente de plasma, un líquido amarillento que contiene un 90 % de agua. Pero además de agua, el plasma contiene sales, azúcar (glucosa) y otras sustancias. Y lo que es más importante aún, el plasma contiene proteínas que transportan nutrientes importantes a las células del organismo y fortalecen el sistema inmunitario para que pueda combatir las infecciones.
El hombre medio tiene entre 10 y 12 pintas de sangre en el cuerpo. La mujer media tiene entre 8 y 9 pintas. Para darle una idea de la cantidad de sangre que esto representa, 8 pintas equivalen a un galón (piense en un galón de leche).
Sabemos que la sangre está compuesta principalmente de plasma. Pero hay 3 tipos principales de células sanguíneas que circulan con el plasma:
Plaquetas, que intervienen en el proceso de coagulación sanguínea. La coagulación detiene el flujo de sangre fuera del cuerpo cuando se rompe una vena o una arteria. Las plaquetas también se denominan trombocitos.
Glóbulos rojos, que transportan oxígeno. De los 3 tipos de células sanguíneas, los glóbulos rojos son las más numerosas. Un adulto sano tiene alrededor de 35 billones de estas células. El organismo crea alrededor de 2,4 millones de estas células por segundo y cada una vive unos 120 días. Los glóbulos rojos también se denominan eritrocitos.
Glóbulos blancos, que combaten las infecciones. Estas células, que tienen muchas formas y tamaños diferentes, son vitales para el sistema inmunitario. Cuando el organismo combate una infección, aumenta su producción de estas células. Aun así, comparado con el número de glóbulos rojos, el número de glóbulos blancos es bajo. La mayoría de los adultos sanos tiene alrededor de 700 veces más glóbulos rojos que blancos. Los glóbulos blancos también se denominan leucocitos.
La sangre contiene además hormonas, grasas, hidratos de carbono, proteínas y gases.
Adaptaciones Sanguíneas DIANA 
Al realizar un ejercicio, se produce un desplazamiento de líquido, reduciendo el volumen plasmático (líquido que “lleva” las células sanguíneas) y aumentando la concentración de las células rojas (hematocrito). Esta situación se normaliza al poco tiempo de finalizar el ejercicio, variando en función de la forma física de la persona y de la reposición de líquidos que haya realizado.
Cuando la persona realiza ejercicio de una forma mantenida puede aparecer un proceso de aumento del plasma, manteniendo las células rojas sanguíneas, lo que va a permitir una mayor fluidez en la distribución.
Una vez da comienzo el ejercicio físico el flujo de sangre se redistribuye a lo largo del organismo de una manera muy distinta a las situaciones de reposo. Lo primero que ocurre es un rápido aumento de la velocidad de la sangre y por tanto del flujo sanguíneo. Esta acción es producida por el sistema nervioso simpático, el cual se encarga de alejar la sangre de las áreas donde está ya no es esencial y la redirige hacia las que están activas durante el ejercicio. Distribución de la sangre en las diferentes partes del cuerpo 
Distribución de la sangre a los diferentes territorios en condiciones de reposo y durante el ejercicio. Extraído de López Chicharro y Fernández Vaquero 
Como se puede observar, los cambios más importantes se dan en los lechos vasculares renales y esplácnicos, dirigiéndose la sangre hacia los músculos y la piel metabólicamente activos, El corazón mantiene un volumen de plasma muy similar en estados de actividad, reduciéndose en algunos casos en un 1% en ejercicios de alta intensidad. Esto es algo lógico, ya que es el motor de la circulación, por lo que el riego sanguíneo al miocardio deberá mantenerse en los mismos niveles. El cerebro es un órgano que pierde una gran cantidad de sangre, lo cual es importante en deportes cíclicos, especialmente en aquellos de larga duración y de intensidad elevada (>60%VO2máx), ya que se debe mantener la concentración durante tiempos prolongados (7). Por otra parte, los riñones pasan de un aporte total del 20% a valores cercanos a un 1% en esfuerzos muy intensos. Esto ocurre con la intención de que el organismo retenga la mayor cantidad de sustratos posibles. Otro punto importante es el tubo digestivo, el cual pasa de un 20% de la sangre total a un 4-5%. Este aparato es el sitio ideal para obtener sangre que se dirigirá hacia el tejido muscular. Debemos tener este apartado en mente a la hora de planificar la toma de alimentos en aquellos deportes de larga duración, ya que puede producir inconvenientes durante la prueba, ya que aparecerá una competencia entre la musculatura implicada y el sistema digestivo por la sangre disponible. Por último, se debe resaltar la función del bazo, el cual contiene una cantidad aproximada de 50 ml de glóbulos rojos concentrados, por lo que durante el ejercicio físico estos se liberan al torrente sanguíneo con el fin de transportar una mayor cantidad de oxígeno hacia los músculos,
Como ya hemos mencionado anteriormente, estas variaciones del flujo sanguíneo dependerán de la intensidad del esfuerzo. Merí (2) utiliza un gráfico para explicar cómo la intensidad del ejercicio físico modificará la distribución de la sangre en el organismo. Redistribución de la sangre a diferentes intensidades. Extraído de Merí, 2005
efecto del ejercicio en los glóbulos rojos GLALIUSKA 
Cuanto más oxígeno consumen los músculos de un deportista, más trabajo mecánico pueden realizar. Por ejemplo, las piernas de un ciclista pueden generar más potencia, con la consiguiente mejora en su rendimiento. Lo malo es que la capacidad que tienen los músculos de consumir el oxígeno que les llega por la sangre a través de los vasos sanguíneos (arterias), y que viaja protegido dentro de unas células llamadas glóbulos rojos, supera con creces la capacidad que tiene el corazón de bombear sangre. Además, con elejercicio intenso se destruyen millones de glóbulos rojos a diario.
Por las citadas razones, la cantidad de glóbulos rojos que hay en la sangre de un deportista es uno de los principales factores que limitan su rendimiento. Por ejemplo, en competiciones tan exigentes como una contrarreloj, donde los músculos necesitan consumir mucho oxígeno, hasta casi cinco litros por minuto, para mover los pedales a toda velocidad. Así, si conseguimos aumentar la cantidad de glóbulos rojos en la sangre de un deportista, sus músculos consumirán más oxígeno y rendirán más.
EL EJERCICIO FÍSICO Y LA RESPUESTA HEMATOPOYÉTICA
hematopoyéticas: Célula inmadura que se puede transformar en todos los tipos de células sanguíneas, como glóbulos blancos, glóbulos rojos y plaquetas. Las células madre hematopoyéticas se encuentran en la sangre periférica y en la médula ósea. También se llama célula madre sanguínea.
¿Ventaja o desventaja para el deportista?
El ejercicio físico es un evento desarrollado por el humano en donde se describen resultados tanto positivos como negativos para el estado de salud del que lo practica. Dentro de este contexto se describe mejoría de las condiciones cardiovasculares, musculares, así como a nivel óseo y pulmonar; sin embargo, de otro lado se encuentran modificaciones potencialmente graves en la función renal, gastrointestinal, así como en el tejido hematopoyético. Este último ha sido abordado desde el punto de vista de la anemia o se ha relacionado con el doping por hormonas como la eritropoyetina en deportistas de alto rendimiento, sin que haya sido tenido en cuenta cotidianamente ya que al parecer es obnubilado por los definitivos hallazgos asociados a mejoría de otros sistemas como el cardíaco o el respiratorio, mencionados anteriormente, y que se relacionan con una menor morbimortalidad. Por tales hechos este documento pretende resaltar el compromiso en células sanguíneas como los eritrocitos, leucocitos y plaquetas, asociado a ejercicio de moderado a exhaustivo y de larga duración (más de una hora). Así como plantear y resaltar el tema de la anemia del deportista, el estrés oxidativo (cuando la defensa antioxidante de la célula es superada por la producción de radicales libres del oxígeno y del nitrógeno durante el ejercicio) y la respuesta inflamatoria sistémica asociada (en tejidos como el músculo, por ejemplo) que se presentan en un individuo frente al tipo de ejercicio ya mencionado y que se han relacionado a nivel celular con condiciones tan desfavorables como un politraumatismo o una quemadura severa llevando a poner en tela de juicio los hallazgos favorables que tanto se han divulgado con respecto a la práctica de una actividad física.
Evidencia asociada a la respuesta hemática por el ejercicio
Respuesta aguda a una sesión de ejercicio Es necesario hacer una serie de precisiones antes de entrar en los efectos del ejercicio sobre algunos aspectos de importancia sobre el sistema hematopoyético.
Inicialmente es importante distinguir dos tipos de respuestas sistémicas al ejercicio, una es la aguda y la otra es la crónica. La primera tiene que ver con el aumento en el consumo de oxígeno (VO2), y la crónica con cambios adaptativos, dados a largo plazo y que se pueden evidenciar aun en reposo (1).
Igualmente es necesario precisar que al desarrollar una actividad deportiva una medida de la capacidad aeróbica es el consumo máximo de oxígeno (VO2max), el cual varía de acuerdo con la masa corporal magra, la edad, el género y las características genéticas (2). Por múltiples razones es difícil lograr una medición adecuada del VO2max, especialmente en individuos no entrenados, por lo que habitualmente el ascenso gradual de la curva de VO2 se interrumpe bruscamente, este punto de mayor consumo se conoce como VO2pico, que se presenta antes del mencionado VO2max. Ahora, aun así, la mayoría de las veces se hace referencia es al VO2máx, y en la literatura los valores normales para un hombre adulto (20 a 30 años) no entrenado están alrededor de 40-45 ml O2/min/kg, decreciendo posteriormente con la edad, así como con la altura sobre el nivel del mar (3, 4). Finalmente, el entrenamiento físico sistemático aumenta el VO2máx, que es el signo característico del sujeto sometido a entrenamiento dinámico. El entrenamiento físico de predomi- nio estático tiene como resultado un menor aumento del VO2máx (2).
Así mismo, El VO2máx es la medida utilizada para hablar de la intensidad de un ejercicio, determinando que el ejercicio exhaustivo esté por encima del 70% y el leve por debajo del 40% (2).
Teniendo en cuenta lo expuesto anteriormente, y al evaluar los múltiples cambios fisiológicos asociados al ejercicio, a nivel hematológico las modificaciones encontradas varían con el ejercicio agudo y crónico, así como con la intensidad y el tiempo utilizado en el mismo.
Inicialmente, como respuesta aguda al ejercicio se ha documentado que durante y hasta una hora después de un esfuerzo físico extenuante –menor de 1 hora–, existe deshidratación y hemoconcentración con aumento en la concentración de Hb, en el hematocrito (Hcto), en el conteo de eritrocitos y una disminución en el volumen sanguíneo total (VS), a expensas de la disminución principalmente del volumen plasmático (VP) (5-8), la cual puede llegar a ser, con respecto a los valores previos al ejercicio, de hasta de un 18% (9-10). Estos cambios son mayores entre más largo e intenso sea el ejercicio, y menores entre mayor sea el grado de entrenamiento; así mismo, si el ejercicio es menor a un 40% del VO2máx durante las sesiones de entrenamiento no suelen alterarse los parámetros hematológicos mencionados (11).
Si la sesión de ejercicio dura de 1 a 10 horas, por ejemplo, una maratón, los cambios relatados para los parámetros hematológicos dependen principalmente de la alteración en dos factores, uno es el VP (12), el cual depende del consumo de líquidos, sudoración, pérdidas por sistema respiratorio, producción de agua metabólica (7); y el otro la hemólisis intravascular, asociada a factores mecánicos, oxidativos, etc.
Los parámetros hematológicos durante y después de una maratón tienen un comportamiento variado; así, durante la misma se ha observado que existe una disminución en el conteo eritrocitario evidenciable en los primeros kilómetros de la carrera; sin embargo, al final de la misma se han documentado conteos eritrocitarios equivalentes a aquellos precompetencia. No hay cambios en el volumen eritrocitario ni en la concentración de Hb corpuscular media (CHCM) (13, 14), así como tampoco en el VP (15).
Inmediatamente después de una maratón existe una disminución del VP que puede ir desde 6,5 al 13,3%, con respecto a los valores preejercicio (16-19), la cual se asocia con un aumento en el conteo eritrocitario debido a la hemoconcentración (20), así como un aumento en la concentración eritrocitaria de 2,3-difosfoglicerato (2,3-DPG) (21). Pasada una hora de finalizada la maratón se suele encontrar un aumento en el VP (el cual ha sido relatado hasta tres días después de la competencia) asociado a un aumento en el contenido de albúmina plasmática (9, 18, 22-24) y a una disminución en la excreción de sodio y agua por el riñón (25, 26). Además, se acompaña de una disminución progresiva en la concentración de Hb, Hcto, conteo eritrocitario (27) y de la CHCM. La magnitud de la disminución en estos parámetros alcanza su máximo entre 2 y 3 días luego de la carrera. Posteriormente, retornan a valores equivalentes a aquellos precompetencia, incluso la CHCM que retorna a valores previos a la carrera hacia el tercer día (18).
También se ha podido determinar que el ejercicio es un factor importante que modifica la eritropoyesis; se ha documentado un aumento de la eritropoyetina (Epo) desde las 3 primeras horas y hasta 31 horas post-maratón (20), situación que no se pudo demostrar en ciclistas luego de una hora de ejercicio (28), así como también se modifica el conteo de reticulocitos, ya que se aumenta por 2 ó más días luego de una maratón (18, 20).
Con referencia a la hemólisisintravascular – sitio inusual para que ocurra, ya que usualmente es extravascular en el sistema retículo-endotelial esplénico–, en ejercicios de resistencia se ha documentado una disminución significativa en la concentración de Hp (29-31) evidenciable entre 1 a 6 horas después de terminado el ejercicio y persistiendo hasta por 72 horas; asociado a este evento y posterior a un ejercicio extenuante existe un aumento en los niveles de Hb plasmática (7), sugiriendo que probablemente que estos eventos que nos ayudan a demostrar hemólisis persisten aun después de terminado el ejercicio y hasta por tres días, es decir, estos cambios se mantienen a pesar de haber quitado el estímulo desencadenante.
Respuesta crónica
Como respuesta crónica al ejercicio, es decir, asociada al entrenamiento, se ha referido, en ciclistas y corredores, un aumento sostenido en el VP, volumen eritrocitario y masa de Hb circulante y, por tal hecho, aumento en el volumen sanguíneo total, en comparación con no entrenados (32, 33). Estos cambios se han relacionado con una mejoría en el transporte de oxígeno y las propiedades reológicas en los individuos entrenados en ejercicio aeróbico dinámico (34, 35).
Sin embargo, algunos autores han encontrado disminución entre el 4 al 10% en la concentración de Hb, Hcto y en el conteo eritrocitario en sangre periférica en ambos sexos, especialmente durante las primeras semanas de entrenamiento de resistencia intenso (maratonistas), sin cambios iniciales en la Hb corporal total (36- 38). Estos cambios reflejan un incremento en el volumen sanguíneo dependiente de la expansión del plasma, situación que se observa menos en el volumen eritrocitario (39-44), ya que los individuos entrenados (maratonistas) presentan incremento en la Epo, lo que les significa un aumento en la tasa eritropoyética con un incremento en la masa de glóbulos rojos y una disminución de la reserva corporal de hierro (45). Este rápido recambio eritrocitario conlleva que los individuos entrenados, principalmente entrenamiento de resistencia, tengan una población de eritrocitos más jóvenes que cursa con niveles elevados de 2,3-difosfoglicerato (2,3- DPG) (46), situaciones que determinan, en su orden, que se mantenga la masa eritrocitaria, que se disminuyan los niveles de hierro corporal y que se transporte más oxígeno.
Otros eventos que influyen sinérgicamente con el entrenamiento en cuanto a la modificación de los parámetros hematológicos son la altitud y el proceso del desentrenamiento. Con respecto a la altitud, se ha notificado que favorece una expansión del volumen sanguíneo y el aumento de la masa total de Hb (47, 48), pero estos cambios altitudinales también desaparecen con la permanencia a nivel del mar, al igual que en el curso de 4 a 12 semanas luego se suspender las sesiones de ejercicio (49, 50, 51).
Los glóbulos blancos también presentan cambios asociados a sesiones de ejercicio agudo y entrenamiento, dentro de los que se destaca la leucocitosis post-ejercicio, la cual depende de la duración e intensidad del mismo (52, 53). Es así como se ha logrado demostrar que el ejercicio de menor duración y mayor intensidad se asocia con una mayor leucocitosis (54). Existe un documentado aumento de los neutrófilos en la circulación durante y después de una sesión de ejercicio el cual se ha asociado con el desplazamiento de éstos desde los pools localizados intra y extravascularmente; sin embargo, parte de estos neutrófilos pueden sufrir procesos de extravasación hacia el músculo esquelético (55).
Se ha podido establecer que el estrés oxidativo del ejercicio exhaustivo, así como el de intensidad moderada, determinan la liberación de mediadores (citoquinas) pro-inflamatorios, como la interleuquina 1â (IL1â), el factor de necrosis tumoral alfa (TNF á), así como citoquinas de respuesta inflamatoria como la IL-6. Esta respuesta igualmente es controlada por la liberación de otras citoquinas que pueden controlar la actividad inflamatoria como el antagonista del receptor de IL-1 (IL-1ra), el receptor soluble 1 y 2 del TNF (sTNF-r1 y sTNF-r2), y la IL-10. Estas linfoquinas favorecen que linfocitos, neutrófilos y monocitos sean atraídos y desarrollen una respuesta no sólo local sino sistémica llamada fase de respuesta aguda, algo muy parecido a lo que ocurre en los procesos inflamatorios severos, tal es el caso de las quemaduras, las infecciones o el trauma (56, 57).
El origen de estas citoquinas ha sido materia de discusión (57, 58), pero se ha podido establecer su presencia en miofibrillas luego de ejercicio excéntrico. Esta situación hace prever que la producción de las citoquinas esté asociada a lesión muscular post-ejercicio (59, 60).
La inmunidad celular también se ve comprometida y en mayor intensidad que la humoral ya que posterior a un ejercicio intenso y de larga duración (55) existe una disminución de los linfocitos T (61), con disminución de la proporción CD4/CD8, a expensas de la disminución de CD4+ y aumento de los CD8+. Pero si existe o no linfopenia post-ejercicio depende de la intensidad y la duración del mismo. De igual manera las células natural killer (NK) presentan un comportamiento bifásico el cual depende de la duración e intensidad del ejercicio y de la acción de moléculas como las catecolaminas (55, 62).
En cuanto a la producción de inmunoglobulinas, se ha establecido que en ejercicios de elevada intensidad se disminuyen debido a una supresión en la función de los linfocitos B, lo que en mucosas representa una disminución de hasta un 70% en la cantidad de inmunoglobulina A luego de un ejercicio extenuante (55, 63).
El recuento plaquetario periférico también se modifica ya que se aumenta transitoriamente durante una sesión de ejercicio físico agudo, debido a una liberación de plaquetas del pool esplénico y de otros lugares de atrapamiento temporal, como la médula ósea y el lecho vascular pulmonar. Además de aumentar en número también lo hacen en tamaño, principalmente en entrenados, lo cual se asocia con una mayor actividad y, al parecer, se corresponde con una mayor cantidad de plaquetas jóvenes (64, 65). Sin embargo, a la fecha no se ha podido dilucidar realmente el comportamiento de las plaquetas asociado al ejercicio y se sugieren una mayor cantidad de estudios enfocados hacia la hiperagregabilidad plaquetaria y la hiperfunción asociada al ejercicio (66).
ADAPTACIONES AGUDAS AL EJERCICIO AGUDO 
Tras la realización de un ejercicio de máxima intensidad se produce la activación transitoria de la coagulación sanguínea y de la agregación plaquetaria, entre otros debido a la formación de trombina, la hiperreactividad plaquetaria y el incremento de actividad de varios factores de la coagulación, especialmente el factor VIII y el factor de von Willebrand (Lippi y Maffulli, 2009). Estas variaciones están compensadas con el aumento de la fibrinólisis inmediatamente tras el ejercicio y la disminución de la sensibilidad plaquetaria a la prostaciclina (PGI₂), inhibidora de la activación plaquetaria. Estas alteraciones no suponen un mayor riesgo de trombosis aguda en personas sanas, de hecho, de mantenerse dan lugar a adaptaciones beneficiosas a largo plazo protegiendo contra el riesgo de trombosis y eventos cardiovasculares en individuos entrenados. En mujeres con factores de riesgo (tabaquismo, anovulatorios…) y sobre todo en pacientes con enfermedad coronaria, el ejercicio físico intenso puede provocar la lesión de una placa ateroesclerótica facilitando la formación de un trombo plaquetario sobre ella. Para evitarlo, las personas con enfermedad coronaria deberían evitar los esfuerzos físicos intensos (Chicharro y Fernández Vaquero, 2006).
· FUNCIÓN PLAQUETARIA El ejercicio físico aumenta el recuento plaquetario periférico debido a la liberación de plaquetas del pool esplénico, médula ósea y lecho vascular pulmonar. Es un aumento transitorio, recuperándose los valores de reposo unos 30 minutos tras la finalización del ejercicio. La intensidad del ejercicio es determinante del recuento de plaquetas, ya que para que estasaumenten de forma significativa se necesitan altas intensidades de ejercicio por encima del 85% de la frecuencia cardiaca máxima (Taniguchi y cols., 1984). Las plaquetas también aumentan de tamaño, correspondiendo este aumento a subpoblaciones jóvenes con mayor actividad.
La activación plaquetaria permite su interacción entre sí y con la pared de vasos sanguíneos, provocando un mayor reclutamiento y adhesión entre ellas y con el epitelio vascular. Los resultados de los estudios que tratan de averiguar si el ejercicio causa o no una activación plaquetaria son incongruentes, sin embargo, se ha demostrado que dicha activación plaquetaria es más evidente en actividades anaeróbicas, relacionando este hecho con la acidosis metabólica, la respuesta a las catecolaminas y las microlesiones endoteliales (Chicharro, 1995). Tras el ejercicio agudo la sensibilidad de las plaquetas a la PGI₂ está disminuida, siendo este hecho mucho más pronunciado tras el ejercicio anaeróbico. En cuanto a la agregación plaquetaria, la respuesta varía dependiendo del tipo de ejercicio y del nivel de entrenamiento del sujeto, siendo mayor con la práctica de ejercicio anaeróbico y en sujetos no entrenados (Lippi y Maffulli, 2009). Se postula que esta aumenta por mecanismos tales como la lesión endotelial producida por el aumento del flujo sanguíneo y su turbulencia; el aumento de la sensibilidad plaquetaria al ADP y su unión al colágeno endotelial (Dimitriadou y cols. 1977), el aumento de catecolaminas; el aumento de temperatura corporal; la acidosis láctica y el metabolismo anaerobio y la destrucción mecánica de los eritrocitos en ejercicios de larga duración. Estas modificaciones han sido estudiadas (Chicharro y cols., 1994) en base a la intensidad del ejercicio concluyendo que cuando la intensidad de trabajo supera los 4 mM de lactato en sangre correspondientes al umbral anaeóbico, como expone el método de Mader en la figura 10, aumenta la agregación plaquetaria (figura 11).
· COAGULACIÓN SANGUÍNEA La activación de la coagulación sanguínea es el resultado de la formación de trombina y tiene como consecuencia la formación de fibrina. La ruta principal de este suceso es la extrínseca, que se activa por una lesión vascular, siendo el papel de la vía intrínseca menos relevante fisiológicamente pero no por ello menos importante en relación al ejercicio físico, puesto que es la vía que más se modifica en relación al mismo. La mayoría de los estudios han demostrado cómo la coagulación es más rápida tras la realización de un ejercicio físico con respecto al estado basal (Wannamethee y cols., 2002) (Lippi y Maffulli, 2009). La activación de la vía intrínseca se refleja en el acortamiento del tiempo de tromboplastina parcial activada (TTPA) entre un 7 a 33% tras ejercicios submáximos y máximos, siendo necesaria una gran intensidad y duración del ejercicio para provocar estos cambios (Mandalaki y cols., 1960). Dicha activación persiste una hora postejercicio, tanto en sujetos entrenados como no entrenados (van der Burg y cols., 2000). En cuanto a la vía extrínseca no se han observado modificaciones importantes, puesto que el tiempo de protrombina (TP) permanece estable tras cualquier tipo de ejercicio. No está claro el mecanismo por el cual se altera la vía intrínseca sin modificación de la extrínseca.
ADAPTACIONES CRÓNICAS DEL SISTEMA DE COAGULACIÓN AL EJERCICIO 
En contrapartida a la respuesta inicial aguda al ejercicio físico y como se expone en la tabla 3 el entrenamiento físico aeróbico a moderada intensidad provoca la disminución de la activación y agregación plaquetaria como adaptación principal, aumentando la sensibilidad a la PGI₂ y la actividad fibrinolítica. Por otra parte, el entrenamiento físico regular a intensidades moderadas provoca una disminución del número de plaquetas circulantes y de su amplitud de distribución, lo que indica que la población de trombocitos es homogénea, de menor tamaño y menos activos que tras el ejercicio agudo (Ferguson y Guest, 1974). Con esto se concluye que el entrenamiento regular provoca un descenso de la agregabilidad plaquetaria (Coppola y cols., 2004) y consecuentemente de la coagulación, lo cual resulta beneficioso a largo plazo contra eventos cardiovasculares (Lee y Lip, 2004). Asimismo, en sujetos sedentarios la actividad fibrinolítica es menor que en atletas, mejorando tras someterse a programas de entrenamiento con la suficiente duración para dar lugar a la aparición de estas adaptaciones. Se observa que los niveles de tPA y PAI-1 en reposo se relacionan con los valores del VO₂max, lo que sugiere que un aumento de la capacidad aeróbica puede incrementar el potencial fibrinolítico (aumento de la actividad del tPA y descenso del PAI-1) tras tres meses de entrenamiento (Gris y cols., 1990). En diversos estudios, no se observaron diferencias entre atletas entrenados e individuos sedentarios en los niveles de factores de la coagulación (factor VII, factor de von Willebrand y factor VIII). Esto apoya la hipótesis de que el ejercicio físico únicamente provoca cambios transitorios en la coagulación (Watts, 1991). Sin embargo, otros estudios exponen que las variaciones de los factores X, XII y VII no están claras (van der Burg y cols., 1995, 1997) habiendo estudios que sostienen una disminución del factor de von Willebrand, el fibrinógeno y los factores VIII y IX tanto mayor cuanto mayor sea la actividad física regular del sujeto (Mora y cols., 2007; Myint y cols., 2008; Hamer y Steptoe, 2008). Aunque en reposo los niveles de factor VIII no se diferencian entre sujetos sedentarios y deportistas, se ha demostrado que en pacientes que han sufrido un infarto de miocardio, tras cuatro semanas de entrenamiento aeróbico los valores del factor VIII descienden en reposo.
1. ABREVIATURAS
2,3 – DPG: ácido 2,3 difosfoglicérico IL: interleucina
ADE: amplitud de distribución eritrocitaria INR: International Normalized Ratio
ADH: hormona antidiurética NK: linfocitos Natural Killer
AR: artritis reumatoide O₂: oxígeno
AT₃: antitrombina III OMS: Organización Mundial de la Salud
CHCM: concentración de hemoglobina
corpuscular media
PAI-1: inhibidor del activador tisular del
plasminógeno
CO₂: dióxido de carbono PaO₂: presión arterial de oxígeno
Cols: colaboradores PDF: productos de la degradación de la
fibrina
DM2: diabetes mellitus tipo 2 PFA: proteínas de fase aguda
(Eje) HHSR: eje hipotálamo-hipófisissuprarrenal
PGI₂: prostaciclina
(Eje) RAA: eje renina-angiotensinaaldosterona
PO₂: presión de oxígeno
Epo: eritropoyetina PVC: presión venosa central
EPOC: enfermedad pulmonar obstructiva
crónica
ROS: especies reactivas de oxígeno
FCmax: frecuencia cardiaca máxima TNF-α: factor de necrosis tumoral alfa
GH: hormona del crecimiento TP: tiempo protrombina
Hb: hemoglobina tPA: activador tisular del plasminógeno
HCM: hemoglobina corpuscular media TTPa: tiempo de tromboplastina parcial
activada
HTA: hipertensión arterial VCM: volumen corpuscular medio
Hto: hematocrito VO₂máx: consumo máximo de oxígeno

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