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Ficha_2._Berger_y_Luckmann._La_construccion_social_de_la_realidad

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Ficha Nº 2
Berger y Luckmann (1968). La construcción social de la realidad.
La sociedad como realidad objetiva
Los autores plantean la hipótesis de que existe un orden social que nos precede, que nos atraviesa y que nos trasciende. Este orden social no se da naturalmente sino que es producto de la actividad humana. La realidad tal cual la conocemos es una construcción. Y los autores se preguntan cómo es que construimos esta realidad. En ese orden de ideas señalan que la construcción de la realidad se da en un proceso dialéctico de tres momentos:
Externalización – Objetivación – Internalización
Entendemos por proceso dialéctico a las interacciones que se dan entre estos tres momentos y de lo que ese mismo movimiento se construye y perpetúa en el tiempo. Así, la externalización es interesante pensarla desde las conductas que resultan de la subjetividad de cada integrante de un grupo social determinado. Dicen los autores: “El ser humano no se concibe dentro de una esfera cerrada de interioridad estática; continuamente tiene que externalizarse en actividad” (Berger y Luckmann, Capítulo II). 
El segundo paso es la objetivación, entendiendo por esta a la institucionalización de una norma externalizada en su momento. Esta externalización al repetirse con frecuencia da lugar al proceso que los autores denominan habituación, esto es aquello que se repite con frecuencia puede luego reproducirse con economía de esfuerzos siendo esta una ventaja psicológica ya que restringe las opciones ante situaciones similares. La habituación es la antecesora a la institucionalización apareciendo esta última toda vez que se da una tipificación recíproca de acciones habitualizadas por tipos de actores. Estas tipificaciones (clasificaciones) de acciones se construyen en el curso de una historia compartida, no se crean en un instante. Las instituciones tienen una historia y por el solo hecho de existir controlan. Algo que ha sido institucionalizado ha sido sometido al control social. Las acciones habitualizadas se clasifican y así a lo largo del tiempo se institucionalizan, y al ser institucionalizadas se transmiten como verdades objetivas de generación en generación. Este que se transmite está bajo el control social y es internalizada por las nuevas generaciones que a partir de su externalización las transmitirán objetivadas a las próximas generaciones. El canal principal será el lenguaje.
El proceso de institucionalización descripto hasta aquí requerirá de una legitimación cuyo formato podrá ser una explicación mitológica, por ejemplo. La legitimación dará legitimidad a aquello que se externalizó de manera habitual llegando a objetivarse e internalizarse como realidad objetiva. 
El cuarto nivel de legitimación y matriz de todos los significados objetivados socialmente y subjetivamente reales lo llamaremos Universos Simbólicos. Toda realidad de un/a sujetx se perciben como hechos que ocurren dentro de ese universo. A partir de los significados que integran este universo simbólico se puede explicar porque el mundo se percibe como tal. El mito de Adan y Eva nos explicará (¿legitimará?) el porque del rol de la mujer en occidente por ejemplo y será una herejía ir contra el. Los universos simbólicos se transmiten de generación en generación. Podemos pensarlo como lo hegemónico siendo una amenaza aquello que lo contradiga. Cuando dos universos simbólicos diferentes entran en conflicto, históricamente se dirimió por la fuerza.
La sociedad como realidad subjetiva
Dicen Berger y Luckmann al comenzar el capítulo: “La aprehensión o interpretación inmediata de un acontecimiento objetivo en cuanto expresa significado, o sea, en cuanto es una manifestación de los procesos subjetivos de otro, que en consecuencia, se vuelven subjetivamente significativos para mi (…) Esta aprehensión no resulta de creaciones autónomas de significado por individuos aislados. Sino que comienza cuando el individuo “asume el mundo en el que ya viven otros (…) yo no solo comprendo los procesos subjetivos momentáneos del otro: comprendo el mundo en que él vive, y ese mundo se vuelve mío” (Berger y Luckman, Capítulo III).
La socialización primaria es la primera socialización. Se atraviesa durante la niñez y a partir de este tránsito el o la sujetx se convierte en miembrx de la sociedad. La socialización secundaria por su parte es un proceso posterior a la socialización primaria y al ser un proceso posterior permite que aquellxs que han sido socializados puedan acceder a nuevos niveles de socialización, a nuevos sectores del mundo objetivo de su sociedad. La socialización primaria no solo comporta a aquellos aprendizajes cognoscitivos sino que también a cuestiones identitarias. Por otro lado permite que se vayan produciendo abstracciones progresivas creando lo que los autores denominan otro generalizado. El y la niña internaliza el mundo como el único posible y existente. El mundo que se internaliza primariamente se implanta en la conciencia con mayor firmeza que los internalizados secundariamente. “El mundo de la infancia es masivo e indudablemente real” dirán los autores.
Los procesos inherentes a la socialización secundaria deberán tratar con el proceso previo correspondiente a la socialización primaria. Hay un yo que ya ha sido conformado y ahora deberá implantarse en otras realidades, por ejemplo las laborales. Por lo general se generan conflictos ya que las realidades y sus exigencias se contraponen unas a otras. Al conocerse otras realidades se producen crisis que manifiestan que el mundo no era tal cual se lo creía, o en todo caso la realidad que se había internalizado con tanta firmeza, es una realidad y o la realidad.

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