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¡5Ír'¿4'i’l6fc\
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Autores —		
Prólogo .	
CavitlÜo I ' América, un mundo nuevo
Argentina		—;	
3
5
Uruguay			 79 	
Brasil 	92
Paraguay 			148
Bolivia 	_	 140
Chile	 196 	
Perú 		 		 	—:		225
Ecuador 	:	 253
Colombia 		270
Venezuela 		327
El Istmo Mesoamericano 		363
El Caribe 		408
México 		438
Estados Unidos y Canadá 	.	515
.’Ca
ít^.ill> El mundo titristico ^yOcédnia . 585
El mtíndo turístico cle C
Archipiélago de Galápagos (Ecuador) 		586
Isla de Pascua (Chile) 		594
Archipiélago de Hawaii (EE.UU.) 		599
Polinesia Francesa: Islas de la Sociedad 			604
Australia 		608
Nueva Zelanda 		642
 		 	
Alemania	 	
Suiza
815
828
Austria 		835
Grandes ciudades de Europa Centrah 	
Praga (República Checa)
Budapest (Hungría)
Cracovia (Polonia)
Varsovia (Polonia)
Grandes ciudades de Europa Oriental: 	
Kiev (Ucrania)
Moscú (Rusia)
San Petersburgo (Rusia)
Dinamarca 			
Suecia 	
844
859
869
875
Noruega 		881
Capdülo IV* Africa, misterio y áveniuras
887
Marruecos 		888
Egipto 	 ' 906
Africa Oriental: Kenia y Tanzania 		918
Islas Seychelles 		932
Sudáfrica 		937
Gapitlllo V * Asia y siis cultjiras.milettarias
961Á
Israel 		962
India - Nepal - Islas Maldivas 		 972
El Sudeste Asiático Continental: Indochina: 		1018
Cílpüulo III • Europa, un destino universal
	Portugal
	666
	Thailandia
	
	España
	671
	Extensión a Camboya: el sitio de Angkor
	
	Italia
	700
	E.l Sudeste Asiático Insular:
	1032
	Grecia
	752
	Singapur
	
	Estambul (Turquía Europea!
	761
	Indonesia: Bali
	
	Francia
	767
	Extensión a Java: el sitio de Borobudur
	
	Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte
	786
	China
	1041
	Bélgica
	803
	lapón
	1073
	Países Bajos
	810
	Bibliografía
	1097
Oceaína
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Australia
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¿Australia
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En el ángulo sudoeste del Pacífico meridional surge
un territorio que por
sión se lo referencia
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insulary enorme excen-
como un continente-isla; es necesa-
rio aclarar que debe sumársele Nueva Zelanda y nume-
rosos archipiélagos del Pacífico, para que quede integra-
do el novísimo continente de Oceanía, el último en ser
explorado y colonizado por el hombre blanco.
Relativamente próximo al Ecuador y atravesado por el
trópico de Capricornio, el país acusa rasgos distintivos co-
mo una gran superficie escasamente poblada y ubicada en
las antípodas, más allá de las importantes aglomeraciones
humanas del Sudeste asiático, en los confines oceánicos.
Cubre una superficie de 7.682.300 km^ que abarca,
además de la enorme masa territorial, a varias islas; algu-
nas son muy extensas como Tasmanía, y otras muy pe-
queñas, de carácter volcánico o coralino, deshabitadas o
sólo pobladas con núcleos puntuales. Por otra parte, rei-
vindica soberanía sobre un sector antártico denominado
Territorio Antártico Australiano.
Limita al norte con Indonesia y Papúa Nueva Gui-
nea, separadas por el mar deTimor y Arafura; hacia el es-
te con el Océano Pacífico y d territorio francés de Nue-
va Caledonia, al sudeste con d mar de Tasmania y Nue-
va Zelanda, mientras que al sur y al oeste confina con los
océanos Pacífico e Indico.
El espacio australiano, considerado durante mucho
tiempo una Tierra Incó^ñra, está cambiando paulatina-
mente su condición debido a los progresos de la aviación
comercial, a la intensidad de las frecuencias, y a los logros
económicos que ha podido exhibir en las últimas décadas.
Lo que sí debe aclararse, quizás porque la imagen más
difundida es la de una superficie calcinada por el sol po-
blada de numerosas ovejas, es que Australia resulta ser un
país esencialmente urbanizado; lejos está entonces de ser
una comunidad rural; lo asevera más del 70 % del total
poblacional, viviendo en sus ciudades.
El fector distancia sí es una constante; el viajero debe
someterse a esta realidad; basta decir que se necesitan ca-
si tres jornadas para recomer en tren el trayecto entre
Perch y Sidney.
Siivia Susana FerranS
El país es una monarquía democrática parlamente^
miembro de la Commonwealth de Naciones; la reina dé
gíaterra está representada por un Gobernador General nort3
brado a instancias del Primer Ministro, que cumple su ma^
dato por voluntad popular. La organización poKtica admirU^i
rrariva descansa en una Federación de seis estados y dos
rritorios. Uno de ellos es el que corresponde a Canberra, aii-í
dad planificada expresamente para ser capital de la Nación^
Este es un país de inmigrantes. La población está
constituida por una mayoría de blancos de origen euró^
peo, británicos e italianos, a quienes siguen los alemanesi
griegos, y numerosos asiáticos, además de los indígena J
que conformaron su población original, y que hoy sólo
llegan a representar un 10 % del total.	•:? r.
Su distribución es muy irregular; las ciudades de Mel- ’
bourne y Sidney concentran gran parte del conjunto po-
blacional, mientra^ que los grandes vacíos se registran en
el inmenso Territorio del Norte; algunos pequeños po-^
blados del interior, muy puntuales, están situados a esca= ''
sas dos horas de la costa.	• '
Otra de las características significativas de la pobla-
ción reside en el aspecto religioso. El rigor de las estadísr
ticas apunta a pensar que éste no constituye un problema
preocupante para la mayoría de los australianos, ya que
un buen número de ellos se proclama ateo. El luteranis-
mo y la iglesia ortodoxa griega han ido manteniéndose
con firmeza, basados en su apego a la Emilia y a las tra-^
diciones, conceptos que ayudaron a otorgarle mayor co-
hesión y permanencia.
El idioma oficial es el inglés, pero hay que destacar la
incorporación de más de tres mil vocablos regionales, he-
redados de los aborígenes y de los inmigrantes, con nota-
bles variaciones en la fonética.
Su moneda es el Dólar Australiano.
El país dispone de numerosos aeropuertos, siendo los
más importantes aquellos ubicados en Melbourne y Sid-r
ney, ciudades que congregan los vuelos internacionales.
Las grandes distancias a cubrir en su interior, posibilita-
ron desde temprano las conexiones aéreas, incluyendo
además de los centros turísticos, a los pueblos pequeños.
INDONESIA
Mar de Timar
1
2
M e s et
3Ó'
OCÉANO
INDICO
N
O
J Golfo de
'^ÚCaipentaría\
Gzan Saneza
Australiana
Occidental
OCEANO
PACÍFICO
OSO
9
NUEVA
CALEDONIA
Mar de Tasmania
NUEV^
ZELANDA
140®
	1. -Kimberley
2. - Gran Desierto de Arena
3. - MacDonell Ranges
4. - Desierto Gibson
-5.-Desierto Victoria
	6. - Desierto Simpson
7. - Gran Cuenca Artesiana
8. - Lago Eyre
9. -Cordillera Flinders
10.- Gran Cordillera Divisoria
Guolucwn hisiórico-culíaral
La población aborigen de Australia pertenece al tipo
melano australoide, un grupo racial propio y relativa-
mente homogéneo, que ha podido conservarse debido al
aislamiento impuesto por las condiciones naturales. No
hay certeza absoluta sobre el origen, pero las teorías más
aceptadas al presente, admiten que estos pueblos confor-
man a los más antiguos del mundo. Los científicos esti-
man que el territorio albergó una población humana qui-
zas numerosa, desde hace 40.000 a 120.000 años atrás.
Grandes cementerios han sido hallados en el sudeste;
recién en el transcurso del Siglo XX han comenzado las
excavaciones sistemáticas; hacia 1990, en las cercanías del
lago Victoria, se descubrió un enorme espacio funerario,
contabilizando miles de enterratorios; el lugar indica que
fue un sitio cererñonial, además de una encrucijada para
el trueque de gran importancia.
Ha sido revelado un sistema de rutas comerciales, y
otros lugares dedicados a expresiones culturales, deste-
rrando la idea de que estos pueblos sólo eran nómadas,
faltos de una organízacióh social; hoy es posible aseverar
que los grupos tribales desarrollaron una sociedad fuerte-
mente ritualizada, cuidadosa de la tierra y de su entorno.
o ce anía
Se calcula que los primeros grupos que llegaron al
norte de la isla, lo hicieron cuando los hielos del Pleisto-
ceno habían atrapado fantásticas cantidades de agua, y en
consecuencialos mares descendieron de nivel. Este hecho
posibilitó la existencia de un puente a lo largo del Sudes-
te asiático, que permitió el arribo a la gran extensión de
tierra australiana. Al retirarse, los niveles marinos subie-
ron y tornaron peligrosos los pasos, quedando los aborí-
genes muy aislados; el proceso, que duró miles de anos,
determinó la falta de contacto con otros pueblos hasta fi-
nales del siglo XVIII,
Pero en todo ese larguísimo tiempo el ambiente se vio
muy alterado; fueron desapareciendo los bosques primi-
tivos a consecuencia de las altas temperaturas junto a los
lagos, muchos de ellos convertidos en huellas de erosión
o depresiones salitrosas. En esta época de tránsito crucial,
desaparecieron los grandes herbívoros, el emú y el cangu-
ro gigante; luego, los nativos soportaron un período de
adaptación y aprendieron a vivir en relación con la tierra.
La sociedad y su cultura también sufrieron cambios drás-
ticos; el hecho de someterse a un espacio muy diverso,
ayudó a desarrollar un pluralismo cultural que dio como
resultado singularidades tribales, numerosas lenguas y ri-
tos, pero sin la interferencia de influencias externas.
De los hallazgos que revelan la antigua presencia, se
destaca cronológicamente el del lago Mungo, al oeste de
Nueva Gales del Sur; en 1959 la datación científica arro-
jó unos 30.000 anos, y correspondió a un cuerpo de mu-
jer mutilado, hecho que hace suponer la existencia de re-
glas y códigos sociales; quince años después, fueron des-
cubiertos restos masculinos enterrados cuidadosamente,
en la vecindad del sitio.
En el estudio de estratificación de cuevas, también ha si-
do posible establecer la dieta alimentícia de las tribus, com-
puesta por pescado, huevos, carne de emús y otras aves.
A principios de 1990 en el río Murray, pantano dé
Know Swamp, un cuerpo masculino arrojó 60.000 años
de andg^iedad; investigaciones realizadas en campamen-
tos abiertos, aleros y cavernas, permiten estimar que los
aborígenes llevan unos 100.000 años de permanencia en
el espacio australiano.
Utensilios y armas, como cestos, redes y lanzas, sim-
ples pero eficaces, debieron ser adaptados a la vida etran-
tc. Destacan las lanzas, aunque se presume que los com-
bates tribales no fueron frecuentes; numerosas piezas ha-
lladas eran arrojadas para leer los signos totémicos del
clan. Es posible que sí fueran usadas en la lucha personal.
Para estos casos, resultó muy útil el escudo corto y angos-
to, realizado en madera dura.
El bumerang o palo arrojadizo, que por su dinámica
regresaba al lanzador, quizás fue útil no sólo para la caza.
sino también para el deporte, cavar, y acompañar a los’
hombres en sus danzas. Hay que advertir que pocas trt^
bus contaron talladores de bumerang con retorno Géne^
raímente, era y es todavía utilizado para describir una trá^
yectoria recta, de manera que debe ser clasificado coth^
maza arrojadiza o de combate personal.
Actualmente, los aborígenes que siguen aferrados áE
nomadeo, han incorporado algunas herramientas de lo/
blancos, como hachas de hierro, leznas y punzones
Australia noroccidental, las tribus de Kimberley contf^
núan facturando hermosas lanzas, a veces de más dedeí
metros de longitud; como para asegurar la memoria cp?
lectiva, también otros pueblos del norte siguen labrando
instrumentos de piedra, para tallar armas personales.*
deben hacer los jóvenes, durante el período de iniaaciónl
Ha sido revelada la enorme importancia que tuvo el-'
comercio intertribal, a través de una especie de red qúS
permitía intercambiar alimentos, herramientas, y bién¿*'
espirituales como danzas y prácticas mágico-religiosas; 5
De grupo en grupo, pero ligado a reglas estrictas, es^í
ta singularidad no ha desaparecido totalmente.
Las viviendas estaban realizadas con cortezas de árbo--
les, sencillas y bajas, fáciles de transportar; podían aJber-^
gar hasta toda una familia, pero las crónicas cuentan que;
también fueron observadas aquéllas destinadas a uso in-i
dividual.	.5.
Existen evidencias que hacia los 4000 a.C., comenzó?
el cultivo rudimentario de la tierra, y que los sitios reci<
bían riego por medió de pequeñas represas relacionadas;
con un sistema de canales; el taro, una raíz comesriblé,;
ocupó algunas extensiones junto a otros tubérculos
Son considerados de gran interés los aportes artísticos-
concentrados en el sector septentrional, aún cuando exis-í
ten numerosas manifestaciones en otros lugares. La piii^
tura simple y compleja de carácter figurativo, junto a lósl
grabados, señalan sitios que debieron tener singular im-^
portancia para las prácticas tribales ritualizadas, en parti--
cular ligadas con historias que simbolizan la ensoñación
y el mundo de los espíritus.
Entre los dibujos figurativos se incluyen aquellos rea-
lizados en “rayos x” denominados rüntge-, que reflejan el
esqueleto y los órganos internos; otra particularidad ar-;
tístíco-ceremonial son los postes funerarios llamados
kamini que cuentan historias de los clanes y confirman
aquellos que recrean los tótems.
Hombres y mujeres decoraban sus cuerpos con ocres
y sangre para ceremonias especiales; estos estilos de pin-:
tura corporal se han perdido casi totalmente.
Subsisten hoy en algunos grupos que danzan para cier-^
tas ocasiones, como así también la realización por encargo
de tótems y postes. Aquellos que han adquirido capacidad
•
■
^¿(¿'íácturarlos, son altamente considerados dentro de su
comunidad por acceder al secreto de linajes íámiliares.
-La datación de los yacimientos australianos resulta
“i.. Qoa tarea de enorme complejidad; a pesar de que cuan-
Jo son descubiertos pasan a ser catalogados y los lugares
son objeto de investigaciones profundas, el patrimonio es
* tan van ido y numeroso, que obliga a rever una y otra vez
Jas conclusiones.
fe' ‘ “ Sin embargo, todo parece apuntar con seguridad que
los sitios denominados secretos, sólo fueron usados para
ceremonias exclusivas, arrastrando unos 40.000 años de
K*"'‘'‘ántigüedad.
■ -En síntesis, dibujos, pinturas, grabados, tatuajes, pos-
®- ?tes funerarios y tótems, permanecen ligados ínrimamen-
fe te a los orígenes, linajes y creencias de toda una comuni-
-dad. que Jos interpreta a través de códices transmiridos
¿ de generación en generación. Fueron usados para migrar
y abrir caminos en los nuevos territorios de cacerías, ase-
’■ gurando de este modo los vínculos grupales y la trascen-
dencia del clan.
Quizás por eso, los lazos que unen al aborigen con la
tierra no sean sólo de carácter material, sino que existe
S una íntima vinculación con los antepasados míticos que
en un tiempo remoto, crearon la totalidad del entorno.
• Distintas expresiones artísticas en la actualidad están
basadas en estas manifestaciones antiquísimas. Desde
1992. resulta evidente el esfuerzo por otorgar al arte abo-
rigen, la importancia que tiene como vínculo legítimo
con el de sus ancestros. Es posible que ayuden a descifrar
Ja íntima relación que ha ido sustentando Ja vida entre
wií: los clanes tribales y la naturaleza.
j Hoy los grupos que subsisten han sufrido grandes
^ adaptaciones, aún cuando todos comparten la ensoñación
mí- 0 tiempo del ensueño, verdadero intríngulis de la cultura
nativa para quien desee interpretarla.
Este tiempo está referido a los orígenes, cuando los
antepasados Je dieron forma al universo; el mundo de los
7?^ espíritus guía a los vivos por el buen camino, y los muer-
igr tos pertenecen a otro, imponante pero invisible^ Se com-
prende el paisaje a través de un sistema de signos, de mo-
5^; do que el entorno inmediato los provee de complicadas
historias; la edad del ensueño no debe tomarse como algo
ilusorio o una quimera, sino que exige estar plenamente
consciente del espacio que transita, para llegar a iransmí-
?? tir los signos que el entorno le envía.
C}¿ Hacia el siglo XVIII se intensificaron los intercam-
bios con los pueblos de Nueva Guinea, y fueron conoci-
dos algunos animales domésticos junto a herramientas
K; mejor elaboradas; el uso de la cerámica está reladonado
'fr a estas últimas etapas culturales, antes dela irrupción del
gr hombre blanco.
	Australia
Mientras tanto, y durante siglos, el contorno con que
se representaba el inmenso territorio era bastante impre-
ciso; es posible que mercaderes chinos y malayos hayan
incursionado por las costas septentrionales. Luego, los
portugueses y holandeses dibujaron la costa occidental y
la del norte en el siglo XVH; pero fue recién con los via-
jes de James Cook en 1770, que fueron obtenidos datos
valiosos sobre el oriente australiano. El notable viajero re-
clamó el territorio para Gran Bretaña; fue necesario un
acontecer histórico, la guerra de independencia de las co-
lonias norteamericanas, para que la corona pensara for-
malmente en aquellas lejanas posesiones, aptas para deri-
var los reclusos que antes recibía América.
En 1787 llegó una flota que transportó una guarni-
ción militar y presos que purgaban distintos delitos; co-
menzó una historia difícil, el sitio no sólo era desconoci-
do, sino que la población civil y militar vivían enfrenta-
das, soportando hambrunas derivadas de la gran apatía
resultante de la falta evidente de organización, unida a la
pobreza de recursos; el primer establecimiento penal fue
fundado sobre la costa sudeste de la bahía de Sidney,
donde la naturaleza no llegó a mostrarse muy pródiga.
Meses interminables minaron Jas voluntades, basta
que llegaron provisiones de India; las viviendas y el penal
estaban diagramados según pautas inglesas, y el capitán
Arthur Phillíp trató de vencer la indiferencia de los pena-
dos que purgaban condenas más breves, cediéndoles tie-
rra con Ja intención de convertir aquella cárcel de Jas an-
típodas, en una colonia penal agrícola.
El descubrimiento del paso que permitió cruzar la
cordillera Divisoria fue significativo, pues alcanzar las
tierras más fértiles supuso un incentivo importante; arri-
baron colonos con sus rebaños, y unos cincuenta años
después la sociedad estaba conformada por familias y
hombres libres, subsistiendo el penal que siguió recibien-
do convictos hasta 1868.
Fueron contabilizados más de 150.000 presos, desti-
nados a Tasmania y Nueva Gales del Sur; para muchos de
ellos, la vida resultaba mejor que en las prisiones inglesas,
pues un número importante que purgaba cárcel por deli-
tos menores, terminaron siendo absorbidos como mano
de obra necesaria para la consriucción. Aquéllos peligro-
sos, condenados a cadenaperpetua, permanecían aislados.
En 1850 se descubrió oro en cantidad, y el aconteci-
miento determinó que muchos colonos abandonaran las
tierras de labor, para plegarse a los grupos formados por
gente de distintos lugares del mundo, que acudían tra-
tando de hacer fortuna. Pufuíaron las barracas donde
convivían los buenos con los malos, pobres y no canto,
aventureros y especuladores, todos soñando con grandes
riquezas.
Oceanía
Australia
El lugar donde surgió la mayor cantidad de yacimien-
tos fue Victoria, que vivió una verdadera fiebre; en pocos
anos se cuatriplicó la población. Comenzaron a levantar-
se bellos edificios costeados con un dinero cuya fuente
parecía inagotable. Las comunicaciones cobraron impul-
so, extendiéndose el ferrocarril y también la red camine-
ra. Las colonias fundadas en Australia Occidental y del
—Sur estaban separadas por grandes distancias, de manera
que se acuñaron modos de vida independientes.
Los ovinos comenzaron a extenderse de manera signi-
ficativa, y la necesidad de pasturas y aguadas enfrentó a ios
ganaderos con los aborígenes. Fueron expoliados grandes
territorios de caza que pertenecían a numerosas tribus.
Las matanzas fueron reiteradas, llevadas a cabo por
colonos usurpadores llamados squatíers, que habían aca-
parado las mejores tierras para la actividad pastoril.
Hacia 1880, habían sido completadas casi todas las
exploraciones, y el ganado ocupaba grandes espacios. El
traslado de Jas reses para consumo representó otro pro-
blema que exigió soluciones costosas debido a la lejanía.
La estructura del poder fue resintiéndose; Sidney no
sólo era la sede de las autoridades británicas, sino que
concentraba también la Bolsa de Valores. Brisbane, que
no tenía convictos, estaba dedicada a la cría de ganado
ovino en las llanuras interiores; Melbourne crecía a ex-
pensas del oro, pero la idea de que Sidney lo hiciera a
cuenta de su riqueza agitó los ánimos, hasta que se logró
el status sobre la forma básica de un gobierno federal, y
la distribución de autoridades tal como es conocida hoy
día. Como un verdadero triunfo de la paciencia y de la
tolerancia, surgió una constitución que mantenía lazos
estrechos con Londres, pero que otorgó al gran territorio
colonial el rango de nación.
El 1 de enero de 1901, Australia surgió como un nue-
vo país soberano, integrante del Imperio Británico. En
consecuencia, entró en los dos conflictos mundiales; en Ja
Primera Guerra, la aplastante derrota sufrida por los alia-
dos contra los turcos en Gallipoli, cobró más de 8.000 vi-
das australianas, y al final de la Guerra, tuvo una mayor
proporción de víctimas que cualquiera de los aliados. En
la segunda contienda no le fue mejor; muchos, millares de
sus jóvenes quedaron en los campos de batalla.
Luego, fue necesario superar los años de depresión y
la postguerra; surgieron entonces las bases de Ja indus-
trialización, apoyada en sus notables recursos mineros.
Comenzó a fortalecerse la ¡dea de que sólo poblando el
inmenso territorio podría concretarse un futuro promi-
sorio. El país abrió sus puertas, y cuando muchas perso-
nas de la Europa devastada buscaron una tierra de espe-
ranza, Australia se constituyó en uno de los destinos ele-
gidos. Surgió un fenómeno de inmigración con antece-
dentes culturales muy variados; casi el 50 % eran de orí’’
gen británico, y también numerosos griegos arribaron'
principalmente a Melbourne. Les siguieron, pocos añJs'
después, filipinos, malayos y polinésicos.
El ingreso de Gran Bretaña al Mercado Común Eiírí?^
peo determinó un duro revés económico, que supuso lá
búsqueda de nuevos clientes; comenzaron a reafirmarse
los lazos con los países asiáticos, y en especial con Japón^
Después de 1970 empezó una etapa más difícil: hásá"
ese momento, la prosperidad había liderado la vida del país;;
las grandes exportaciones basadas en sus notables recursos^
ganaderos y mineros generaron los años de bonanza,
Hoy, el mercado internacional es más compecitivojí
exige mejores precios, y también los productos manufec^i
turados enfrentan el problema debido al ingreso de mer^
caderías del sudeste asiático, elaboradas con salarios osj
tensiblemente más bajos en su mercado laboral. - 0^
Australia de hoy debe aceptar el desafío que exige en^
frentar la globalización internacional. El objetivo es re^
ducir el gasto público y desregular el sector privado, asuíi
miendo el cosco social que esto significa. La población-
radicada de origen asiático y los aborígenes pueden que-'
dar en franca desventaja; desde 1997, el país ha vuelto:^'
privilegiar la llegada de inmigrantes que cuentan con me-?
dios propios o aquellos calificados profesionalmente: sin
embargo, sigue exhibiendo notables conquistas de políti-¿
ca social frente a la comunidad internacional.
Mejorar la integración de sus enormes espacios, sps^í
teniendo los logros del multiculturalismo, supone el gran?
tero que le depara el nuevo siglo.
El turismo se ha convertido en una fuente de iñgreij
sos muy importante; sus playas soleadas, los panoramas,
inmensos junto al interés que despierta su fauna y flot^
cuando no el de sus gentes, le ha deparado en los últimos?
años un movimiento de excepción. No es ajeno
mo, la alta tecnología en materia de comunicación .
extensión de destinos de sus líneas aéreas, que han ido;:
minimizando el problema del aislamiento.
espado geográfico
Es conveniente recordar que en el Mesozoico, Austra-
lia, junco con Sudaméríca, Antártida, Africa, India, y una
parte del Sudeste asiático, formaba parte del supercontU
nente de Gondwana; sucedió una fragmentación a lo Jarr,
go de un extenso período de tiempo, que origino la deri-
va de las placa.s que comenzaron aalejarse en direcciones,
opuestas. Australia se separó de la Antártida y quedó:
conformada la placa Indoaustraliana; el resto de las ma-
sas desgajadas, fueron adoptando la posición y forma que
muestran actualmente.
1 ? En consecuencia, el área es zona de encuentro de tres
de las mayores placas continentales, como son la Euroa-
siática, la del Pacífico sur, y la Indoaustraliana; todas se
juntan cerca de una más pequeña, que es ia de Filipinas.
Alcas cadenas montañosas, profundas fosas oceánicas,
son el resultado de una considerable actividad geofísica
que ha generado además, extensas cordilleras submarinas
orladas por terrenos insulares de carácter volcánico.
J Al norte de Australia está ubicada la fosa de Java, jun-
to a una gran hilera de volcanes activos; curiosamente, su
gcan masa territorial no escá afectada por la presencia de
volcanes, y tampoco es un área sísmica. Muy bien ha si-
do denominado “un continente tranquilo”.
Todo parece indicar que al principio de la Era Ceno-
zoica, Australia fue un área de tierras altas y planas, con
rííimerosas corrientes de agua que vagaban más o menos
definidas hacia el sur.
Cuando la formación de montañas jóvenes afectó la
zona del HimaJaya y sus derivaciones llegaron hasta Nue-
va Guinea, el territorio sufrió una elevación de conjunto;
es lógico suponer que la amplitud del espacio afectado ha-
ya ocasionado diferencias regionales; así, el sector occi-
dental se elevó unos 300m, quedando como una penilla-
nura más erosionada en los bordes que en el resto del área.
El centro-este acusó el fenómeno de empuje, pero los
terrenos respondieron con notables fracturas y ascendie-
ron pilares cuya altura no fue pareja, sino que osciló en-
tre 6Ü0 y 2.100 m.
Una zona más o menos central, poco afectada por el
movimiento, formó una gran depresión recibiendo las co-
rrientes fluviales que drenaron consecuentemente al lugar.
La glaciación del Pleístoceno y la diferencia de nive-
les que acusaron los mares circundantes, conformó los
puentes de enlace que permitieron el pasaje de diversas
formas de vida; mientras, lluvias abundantes colmaron
Jos depósitos lacustres y las superficies boscosas ocuparon
grandes extensiones.
La retirada de los glaciares produjo notables alteracio-
nes; comenzaron a escasear las precipitaciones y se instaló
la aridez; algunos lagos desaparecieron por filtración;
otros. Ja sequedad los convirtió en superficies salitrosas.
Los ríos labraron y profundizaron pequeños cañones, gar-
gantas y desfiladeros, tallando los bordes de las tierras al-
tas; aquí fue cuando se originaron los curiosos panoramas
naturales que maravillan al viajero, como la escarpa dellía-
wara ai sudoeste de Sidney, el Mundaring Weir cercano a
Perth, o las gargantas talladas en ia meseta de Kimberley.
La erosión ensanchó el área central deprimida, y se
hundió la barrera coralina en la costa oriental; finalmen-
te, el drenaje resultó muy afectado, pues abandonó cau-
ces y algunas cabeceras captaron pequeños cursos en el
sudeste; el divagar de la red hidrográfica señaló Ja deser-
tización de enormes rerritorios, que hoy singularizan
buena parte del espacio australiano.
La relación entre el clima, la formación de suelos y la
vegetación natural, unida a la diferenciación de altura, de-
termina la división espacial en tres grandes ambientes; la
gran diversidad de matices ofrece una nutrida gama de pa-
ñóf^ás, protegidos por los numerosos Parques Naturales
y Reservas muy numerosos a lo largo y ancho del país.
EL SECTOR OCCIDENTAL
Surge como una extensa meseta que descansa sobre un
escudo o basamento antiguo. Se extiende desde la costa del
nordeste, sobre el centro y gran parte de los territorios nor-
te y sur de Australia, hasta Queensland. Abarca cerca de
3.000.000 de km’. Orientada hacia el extremo norte de la
región se ubica KimberJey, con notables pasos intermonta-
nos muy estrechos hacia el oeste, y cadenas de rocas sedi-
mentarias elevadas sobre el perfil amesecado en el oriente.
Allí, antiguas montañas de areniscas se han derrumbado;
son las Bungle Bungle, y han creado un mundo muy curio-
so de formas redondeadas de colores intensos; los aboríge-
nes guardan un celo particular por el sitio, al que le atribu-
yen poderes espirituales. El sobrevuelo dd Pai^tie Nacional
/\tmu/ídu permite observarlas en plenitud.
Aún cuando la altura media es de 300 m, a lo largo
del trópico aparecen afloramientos como las montañas
Hammersley, ubicadas a 1.600 km al norte de Perth; allí
escá el Parque Nacional Karijinh con notables desfilade-
ros que muestran pinturas rupestres y grabados, pueblos
mineros, y un ambiente natural que los entendidos ase-
guran que éste es uno de los secretos mejor guardados de
Australia Occidental.
Otra notable variación de altura en la monotonía de
la meseta occidental resultan los montes Macdonneíl,
formados por un conjunto de rocas mesozoicas que des-
cienden en suave pendiente hacia la depresión central,
muy erosionadas por la intensa denudación en climas
áridos. Culminan en el monte Heughlin, de 1.460 m.
Bajan algunas corrientes temporarias^y-en el sector meri-
dional, la cubera del lago Amadeus ofrece una. des/um-
brante extensión de sal rodeada de colinas arenosas que
el viento dominante ayuda a instalar. Los pasos y gargan-
tas labradas cobijan variada vegetación xerófila que depa-
ra panoramas de formas y colores particulares.
Hacia el sudoeste otras elevaciones aisladas constitu-
yen verdaderos “montes-islas” o hinselberg, que vuelven
a mostrar extraños paisajes formados por la erosión dife-
rencial en ambientes de extrema aridez. En el denomina-
do desierto de Gibson se ubica el Parque Nacional Ulu-
Oce anía
Australia
TUi extensas
3
SLiperhcies pobladas de dunas y aluviones en-
zona amesetada central, donde se encuentran
los montes Olga y el famoso uluru o Ayers rock, mono-
lito de cima aplanada que emerge a 3.400 m, como un
^gantesco domo rocoso alargado y de fuerte pendiente.
Se caracteriza por la intensa coloración rojiza; sin duda,
un emblema de las formas extrañas que exhibe Australia.
A una distancia de 32 km al oeste, los montes Olga
resultan no menos singulares, pues hay numerosos do-
mos formados por conglomerados y flancos abruptos que
superan los 500 m sobre la meseta.
Extendidos por 3.500 ha, sus aleros han sido lugares
mágicos para diversas tribus, de modo que están relacio-
nados a numerosas cavernas pintadas y a sitios ceremo-
niales. El Consejo de Administración del parque cuenta
con algunos aborígenes, que cuidan con celo estos luga-
res sagrados.
Gran parte del territorio occidental está ocupado por
desiertos, cuyos suelos esqueléticos sólo sustentan man-
chas de pastos duros; las corrientes de agua permanente
están ausentes, sólo aparecen algunos ríos temporarios
denominados “creelts” en las áreas marginales. Pueden
ubicarse en la cartogr^ía, al norte, el Gran desierto de
Arena, el Gibson al centro con formaciones pedregosas, y
extendido hacia el sur, el Gran desierto de Victoria.
El sector sudoeste, si bien conforma parte de la penilla-
nura occidental, presenta una topografía distinta, con un
interior muy erosionado por numerosos ríos de breve reco-
rrido y torrenteras, formadas en la época de lluvias de in-
vierno. Se observan algunos lagos, y muestras evidentes de
movimientos de ascenso que afectaron el desagüe regional.
El litoral marítimo abarca unos 1.500 km de ancho;
resulta muy variado, aún cuando a lo largo de intermina-
bles kilómetros ofrece una imagen compacta; sin embar-
go, resulta necesario señalar diferencias que se establecen
entre el norte y sur, desde Darwin hasta las proximidades
de Ceduna.
El primer sitio y su hínterland cuenta con ríos nave-
gables como el Victoria, Ord, Brysdale y Fitz Roy; rico en
cultura aborigen, numerosas propuestas se relacionan a
realizar itinerarios para disfrutar un entorno de lagunas,
cascada^ y desfiladeros que posibilitan ser navegados, co-
mo el paseo en barco que desde Katherine permite ingre-
sar ai Parque Nacional Nittnilukf con cuevas pintadas y
íaruásúcos panoramas naturales.Cruzando el río Adelaida se encuentra el sitio más H-
moso del norte, también un parque nacional, Kakaduy
que debido a su importancia, será tratado en especial con
el patrimonio turístico.
Al sur del río Fitz Roy la costa surge recortada por estre-
chos golfos y profundas rías, originadas por el hundimien-
to de valles fluviales que permitieron el ingreso del
continente. La marea acusa diferencias de hasta 7,50
manera que los buques de gran calado deben esperar la-ofí-
da de pleamar. En el área se encuentra Broome, sitio fanid^
so por sus ostras perlíferas; esta particularidad atrajo buzí^
de distintas nacionalidades, especialmente filipinos y
yos, de modo que hoy congrega parcialidades éüiicas en el
conjunto de una población muy poco numerosa.
Las playas de la región son magníficas; se destaca IS
bahía Shark en un área de belleza natural cuya profondi^
dad oscila entre 9 y 30 m; casi encerrada por islas, la sá®
Unidad registra tres grados diferentes; desde la normal déf
agua del mar, hasta la hipersalína que casi la dobla en
proporción; son reconocidas tres zonas bióticas que in-^
fluyen en la distribución de los organismos. Extens^
praderas sumergidas sustentan más de 60 especies de al^
gas, hábitat idóneo para las serpientes marinas y refugio’
de numerosos peces de edad juvenil. Tiburones, rayas, la-3
gartos y reptiles que habitan las islas lo hacen junto a m.ás?i
de 80 especies de corales y 230 de aves; la ballena juhar-r^
ta llega desde las aguas frías del sur para aparearse duran^3
te la primavera austral. En la tierra fírme que rodea la ba^í
hía, se encuentra el límite de la distribución fitogeográfi¿^^
ca del sudoeste y la Provincia Botánica del norte.
LA DEPJRESIÓN CENTRAL
Está ceñida eñtre la gran escotadura del golfo de Car¿^
pentaria hacia el norte, y el golfo de Spencer al sur; se tra:^j
ta de una estructura sencilla ubicada entre tierras altásij
que conforman sus bordes marginales al este y oeste res-
pectivamente; esta notable zona deprimida, siempre infeí^
rior a Iosl50 m de altitud, permaneció rezagada con res^
pecto a los movimientos de ascenso, y su cuenca ha sidói
receptora de sedimentos procedentes de invasiones maritií
ñas, junto a los aportes fluviales y eólicos.
Durante el Cretácico, Australia quedó dividida por la''
invasión de los mares, en dos partes; una oriental, menos?j
extensa, y otra occidental, más amplia y más seca. Cuan-
do el espacio volvió a conformar un solo bloque, quedó^^
la región central hundida con respecto al r?sto.
Hoy, el paisaje se presenta como una planicie baja y
muy dilatada, observándose sectores diferenciados como.
el área septentrional, cubierta de terrenos cretácicos que
absorben todo el escurrimiento superficial; las aguas in-
filtradas se acumulan en profundidad, de modo que con-
dicionan la localización de la Gran Cuenca ArtesianOi
considerada la mayor en su tipo a nivel mundial. Bom-
bas y molinos extraen el líquido vital en medio de un te-
rritorio muy árido salpicado de matas xerófilas y poblar
do por rebaños de ovejas.
En el centro oeste está ubicado el Desierto de Simp-
son. luia amplia zona deshabitada cubierta de colinas
‘¿íehósas. Hacia el oriente aparecen una serie de espejos
de agua, receptores de hidrografía temporaria, que conti-
■jiiián al sur donde surge la presencia del lago Eyre, cuya
superficie abarca 8.800 km^ mientras que el fondo está
a i3 m bajo el nivel del mar. Esta es una zona muy seca,
registrándose sólo 30 mm de agua caída y un porcentaje
in'uy elevado de evaporación. La superficie de las vertien-
tes que rodean las cuencas lacustres es extensa, pero ge-
líetalmente los ríos desaparecen antes de desembocar en
el'lago. Largas alineaciones de arenas forman serranías
bajas que encierran llanos pedregosos o arcillosos; en es-
te.último caso, cuando llega el agua temporaria, quedan
cólmatados de fango.
Los demás lagos. Gregory. Blanche. Callabonna y Eró-
me ubicados hacia el oriente; Torrens, Gairdner y Everard
al oeste, están separados por mesetas pedregosas y acumu-
laciones de arenas. Esto último no permite la comunica-
pión entre las cuencas, que la mayor parte del año presen-
tan sus orillas cubiertas de una gruesa costra de sales; pue-
den ser comparados con los “chotts” de Africa del Norte.
I Hacia el sur. y en tiempos del Terciario, el área sufrió
el hundimiento que permitió el ingreso de los mares y con
ellos, una notable carga de sedimentos; luego, un ascenso
posterior originó las formas actuales, dando lugar a una se-
rie de tierras altas que corren de norte a sur, entre fosas tec-
tónicas cuya parte más baja ha sido ocupada por el mar.
í Entre los pilares se destaca la cordillera. Flingers, eleva-
da hasta cerca de los 1.200 m en las inmediaciones de los
lagos Torrens y Rome; a lo largo de 400 km, y enrique-
cida por grabados aborígenes muy antiguos, conforma
una serie de panoramas extraños de colores encendidos,
casi ocultos, debido a que está seccionada en angostos
pasajes por donde han sido trazados los caminos de tie-
rra. Un fantástico anfiteatro natural formado por acanti-
lados de paredes erosionadas de 35 km de extensión,
constituye la sorpresa del viajero; es Wilpena Pound, re-
corrido por senderos peatonales, estrechos, y poblados de
, arbustos con flores y pequeñas áreas boscosas.
El perfil costero de la depresión central es el más va-
nado de Australia. El sector septentrional hundido pre-
senta el gran golfo de Carpen taria, entre las penínsulas de
Gove y de York; esta última remata en el cabo homóni-
mo, punto extremo septentrional del país, y uno de sus
lugares más agrestes. El viajero sólo puede acceder desde
junio hasta septiembre, cuando se produce la sequía; só-
lo es posible en vehículos todo terreno, concretando un
verdadero “safari” de hasta quince días de duración.
La muy accidentada sección costera meridional no se
ve en ningún otro lugar del enorme territorio australia-
no; de oeste a este, se suceden la península de Eyre, el
golfo de Spencer, la península de Yorke, el golfo de Saint
Vincent, y la península de Fleurieu, seguida del golfo de
Murray Outlet. Aquí es donde desemboca la cuenca del
Murtay, depositando una enorme caiga de aluvión.
En medio de esta particular geografía, se sitúan pe-
queños enclaves históricos, puertos pesqueros y comer-
ciales, y la progresista ciudad de Adelaida, la más impor-
tante de Australia meridional.
La península de Fleurieu se sumerge en el océano, en'
el promontorio del cabo Jarvis; su estructura reaparece en
la isla de los Canguros, lugar destacado de flora y fauna
en medio de ambientes naturales de gran atractivo; a una
sola bota de ferry desde tierra firme, esperan sus parques
nacionales que ofrecen numerosos servicios para alojar.
EL REBORDE MONTAÑOSO ORLENTAL
Constituye la última unidad morfológica, una serie
de suaves colinas y mesetas que se extienden desde la pe-
nínsula de York hasta la isla de Tasmania. El conjunto
abarca unos 3.000 km de largo y cerca de 300 de ancho
máximo.
Acusan baja altura y están dispuestos a manera de
cordones tabulares, con algunas montañas que alcanzan
su cota máxima en la sección meridional, como el mon-
te Towsend o Kosciusko de 2.230 m. El conjunto des-
ciende suavemente hacia el interior del territorio, pero lo
hace abruptamente al litoral, por medio de amplios bor-
des escarpados y valles profundos recorridos por ríos cor-
tos que vierten al Pacífico.
Aún cuando visto desde el mar aparece como un alto re-
borde montañoso que denominan Alpes Australianos, nada
tienen que ver con las a>rdilleras Terciarias de Europa.
Se trata de un sector plegado en el Paleozoico Supe-
rior, arrasado por Ja erosión, levantado posteriormente y
dislocado en el Terciario; la glaciación del Pleistoceno lo
cubrió sólo en parte, pero hoy carece de nieve permanen-
te. En cambio, cuando ingresa en la isla de Tasmania, se
observan huellas notables en los valles y circos glaciarios.
La zona que quedó deprimida fue. invadida por el mar,
configurando el actual estrechó de Bass.
El todo reprcs'ehta una región montañosa que ad-
quiere enel país características notables con respecto a las
otras dos unidades descritas, de modo que es justificada
la denominación de Gran Cordillera Divisoria. Sólo pre-
senta perfiles abruptos en la sección meridional, donde
se yergue la cima del Kosciusko y los ríos han labrado ca-
jones de gran belleza.
El espacio liderado por estas tierras altas ha jugado un *
papel fundamental en el poblamiento, debido a que es-
o ce anta
Australia
tablecen una divisoria dimádca muy marcada; las ciuda-
des se ubican en la franja costera oriental, mientras que
al occidente los vacíos demográficos son notorios.
En síntesis, estos terrenos plegados y fallados, erosio-
nados y vueltos a ascender, es lógico que alojen panora-
mas naturales muy diversos, teniendo en cuenta que el
fenómeno abarcó unos 3.000 km. El desagüe original se
vio afectado/y hubo derrames de lavas que originaron zo-
nas características al oeste de Victoria.
Desde el occidente, vierten numerosas corrientes flu-
viales que concurren a formar la única gran cuenca exo-
rreica del país, la del río Murray.
Se origina en las Snowy Mountains y baja abriéndose
paso formando una amplísima red fluvial pues recibe nu-
merosos tributarios, hasta ocupar una superficie que su-
pera el millón de km^. El Murray es un río que recorre
2.560 km, pero su mayor contribuyente, el Darling, lo
supera alcanzando 2.800. Este último abarca una amplia
cuenca, aunque muchas veces sus afluentes se pierden en
los suelos arenosos o por infiltración. El colector va em-
pobreciendo su caudal aguas abajo, y el desagüe se com-
plica por la falta de pendiente; de este modo, cuando la
red trae mayores volúmenes, aparecen aguas empantana-
das y un conjunto de meandros dibujan cauces que lue-
go quedan abandonados; desemboca en Australia Meri-
dional, en medio de lenguas arenosas y lagunas litorales,
hacia el este de Adelaida.
Cabe considerar ahora el clima australiano, caracteri-
zado por el calor y la aridez generalizada.
Lo primero que hay que recordar es que el país desa-
rrolla unos 3700 km de norte a sur, y cerca de 4000 de
oeste a este; situado entre los 10® S y los 43° S, el centro
de su territorio queda atravesado por el trópico de Capri-
cornio, características que Ic confieren singularidades
muy interesantes.
Los promedios térmicos oscilan entre los 16°C y
29’’C durante el mes de enero, registrados en Hobart y
Danvin respectivamente. Sin embargo, durante el invier-
no austral, el país queda afectado en su área meridional
por las borrascas del frente polar en su avance hacia el
norte; es cuando las temperaturas medias acusan 7°C y
25°C en las mismas estaciones de referencia.
Las zonas ubicadas en el centro de la Depresión del
Eyre muestran rasgos de contínentalidad, de manera que
la amplitud térmica anual es notoria, llegando a los 17°C.
La diaria en los desiertos centrales son importantes, en
consecuencia los viajeros deben tomar precauciones.
Durante el verano casi coda la superficie australiana
soporta días continuos de altas temperaturas en los que el
termómetro alcanza a superarlos 32®C; por su condición
de contínentalidad, las regiones del interior pueden sufrir
IB I .MTÍliBimiiMaBni
estas “tandas de calor” durante más de tres meses conse
cutivos; sin embargo, las zonas más densamente pobladas*»
hacia el sur y sudeste, sólo se ven afectadas durante quia-<7
ce o veinte días.
Si hay un rasgo dominante en el clima del país es la *
sequedad; sólo la periferia aparece con registros pluvio 2‘j
métricos que superen los 1.000 mm. Aún así, esto no su-"-'-”
cede en" todo el contorno, pues son "escasas las lluvias*'
anuales desde Broome, situada al noroeste, hasta Adelai s
da en el sector meridional; a lo largo de esta gran exteii-^
sión, sólo hay una excepción en el extremo sudoeste pu^i
la ciudad de Perth, durante los meses de invierno, recib¿«
1.100 mm, y 750 sus alrededores.	i
A manera de anillos concéntricos, la lluvia va decre-/
ciendo muy rápido, de tal forma que el interior registra^
en Alice Springs y William Creek, entre 280 y 120 mnf^
anuales respectivamente.
Esta anormalidad pluviométrica se explica porque el ‘
país está situado en la zona de altas presiones subtropica-'^í
les que dominan durante gran parte del año; en consc-j§
cuencia, la atmósfera permanece bastante estable y las A
lluvias escasean. En la zona septentrional, debido al cam^i^
bio e.stacional de los centros de presión, se producen du- *
rante el verano precipitaciones copiosas como en el áreaj^
de Danvin y de Cairns; allí se anotan 1.500 mm y másV^
de 2000 de media anual respectivamente, pero las bajas^Q
presiones estivales determinan que la concentración se‘A
anote en los primerós meses del año.	. ^3
Es importante tener en cuenta además, la circuiación-^í
de las corrientes marinas que bañan las costas del país. Laá
totalidad del espacio septentrional recibe aguas cálidas de-’**
la corriente Ecuatorial del Sur; su derivación recorre
costa de la Gran Divisoria con el nombre de comente^
Australiana del Este. A la latitud de Tasmania varía'S®
temperatura, al encontrarse con las aguas frías que sclí
trasladan impulsadas por los fuertes vientos del oeste^?
que generan las corrientes frías del litoral al oeste y sur|á
respectivamente.
Este sistema de circulación puede sufrir notables in--«
terrupciones provocadas por la llegada de la corriente del|v
Niño, que según los expertos, ha ido variando en inten-^
sidad a medida que progresa el calentamiento general del^^
planeta.	-fe*
La suma de los factores considerados y su mecanís-¿
mo, permite diferenciar en el espacio diferentes tipos cli<'
máticos.
El clima tropical incluye el norte y noreste del país, ^*5
ambos sectores sometidos a la llegada del monzón. Es
cuando el calor y la humedad se tornan agobiantes^ pues^^
coincide con fuertes lluvias; el invierno, seco y menos cá-
lido, resulta la estación más agradable.
Hacia el sur de Capricornio y considerando el litoral
qué respalda la Gran Divisoria, se presenta el tipo subtro-
pical sin estación seca, que pasa paulatinamente al tem-
plado con influencia oceánica en el extremo sur. Llueve
todo el año, pero la tendencia es que los inviernos regis-
tren los promedios más altos.
Desde Adelaida hasta Perth, la variedad es el tipo me-
diterráneo, con veranos cálidos y secos, e inviernos tibios
y húmedos.
El resto del inmenso espacio interior queda domina-
do por el tipo desértico cálido, con acentuados rasgos de
sequedad y fuerte amplitud térmica estacional y diaria.
Estos caracteres que definen el clima australiano y el
desmembramiento sufrido en el Mesozoico, han condi-
cionado formas y asociaciones vegetales diversas, rela-
cionados con los suelos regionales y la altura del relieve.
Un mapa muy simplificado, permite al observador veri-
ficar que los principales componentes de la flora están
asociados a las formaciones de hierbas y arbustos, que
prevalecen sobre las arbóreas. Así es posible localizar des-
de el cabo Melville hasta el norte de Sidney, una angosta
franja de bosques tropicales de lluvia, emparentados con
las especies malayas. Estos bellos representantes encuen-
tran el mejor espacio al norte de Queeiisland, favorecidos
por la intensidad de las precipitaciones. Se presentan
acompañados de enredaderas, parásitas y heléchos.
Entre los árboles más característicos se encuentran el
adro blanco y rojo, ambos cedrelas de gran importancia
económica, junto al denominado rosewood y también al
pino kauri; todos son componentes de la gran familia de
las Meliáceas, planifolios que abarcan casi 100 especies y
más de 50 géneros.
El dominio lo ejercen las coniferas en el estrato más
altó, ocupando la zona amesetada y montañosa. Son pi-
nos kauríes y araucarias, de los que el país cuenta con
ocho especies endémicas.
Hacia el sur se desarrolla una variedad de palmera cu-
yo nombre indígena es cabbage tree; llegando a la latitud
de Sidney, sólo pueden encontrarse representantes de es-
te tipo de bosque a manera de islas, con la diferencia de
que la superficie ocupada por los heléchos es mucho ma-
yor. Alternan con algunasespecies de Fiáis como las hi-
gueras, y también con el lilli pilii, precursor de los singu-
lares eucaliptus. Comienzan entonces a dominar los ár-
boles de madera blanda, acompañados de heléchos arbo-
rescentes; estos últimos en las colinas al este de Melbour-
ne forman manchas extensas casi puras, alcanzando des-
de 1, 80 m hasta 2, 30 de altura. La variedad Dicksonia
progresa hasta la isla de Tasmania, más allá de Hobart.
Una línea imaginaria que comienza en el oeste a la al-
tura de Broome, se desplaza más o menos a esa latitud
hasta alcanzar el piedemonte occidental de la Gran Divi-
soria, y continúa con rumbo oeste nuevamente rematan-
do en Perth. Constituye la denominada zona forestal ex-
terna. En todo el espacio considerado los eucaliptus do-
minan ampliamente; alternan con grandes superficies
herbosas y otras especies arbustivas.
El viajero no observará una densa agrupación de ár-
boles como en los bosques de coniferas, sino que resulta ’
una formación similar a la sabana.
Si bien se encuentran mezclados con la flora malaya •
en el área de los bosques húmedos, los euc^iptus están
siempre asociados a los suelos más bien estériles, y existe
una fuerte tendencia por parte de algunas especies a ocu-
par los espacios arenosos; sin embargo, tampoco desde-
ñan los suelos calizos o arcillosos. Esta variedad de am-
bientes parece estar relacionada a una clase de substancia
aceitosa que producen las hojas; éstas son coriáceas y
punteadas, de modo que sugieren una aclimatación a cli-
mas áridos o condiciones de sequedad.
Australia es la cuna de la especie perteneciente a la
gran familia de las Mirtáceas, que contiene más de 4.000
clases de árboles y arbustos con frecuencia aromáticos y
perennifolios. Silvestres, sólo hay cuatro especies de eu-
caliptus en Nueva Guinea, otras cuatro en Timor, y una
en Filipinas.
Según bibliografía específica, los lilli pilli de los nati-
vos, llamados Eugenia por los botánicos, evolucionaron
después que Australia, al separase de la masa de Gondwa-
na, se fue convirtiendo gradualmente en una superficie
más seca y arenosa. Ai finalizar el Terciario, el enorme te-
rritorio soportaba un clima más cálido, pero ya varias cla-
ses de eucaliptus estaban adaptadas y ocupaban diferen-
tes nichos ecológicos.
Hoy en Australia son reconocidas más de 350 espe-
cies, y su difusión en el mundo es notoria; en todas ellas
se desarrolla algo así como una tapa sobre la flor joven
denominada opérenlo, y resulta probable que esta singu-
laridad haya contribuido a la aclimatación en climas y
suelos distintos.
Lo cierro es que el viajero que se desplace en cualquie-
ra de los destinos turísticos que ofrece el país, podrá ver
eucaliptus de diferente altura, con hojas de forma redon-
deada, lanceolada, de colores distintos; verde brillante, os-
curo, azul intenso o variedades de grises. La corteza pue-
de presentarse gris y blanca, gris y verde o anaranjada,
parduzca, pero siempre desprendiéndose en láminas o
placas. Claro está que los del norte de Perth, los “karri”,
quizás sean los más particulares; allí, en la denominada re-
gión de Swanland, estos eucaliptus se cuentan entre los
árboles más altos del mundo. {Eucaliptos diversi color).
Gradualmente, y hacia el corazón del territorio, avan-
o ce anía
				A ustralia
7^ hasta el enorme espacio central ocupado por las acumu-
laciones de arenas, una zona intermedia caracterizada por
las acacias. Su dominio es total; se contabiliza un mayor
número de especies en comparación con los eucaliptus.
La Acacia pertenece a una familia muy prolífica, las
Le^unúnosasy que contienen unos 700 géneros y más de
15-000 especies. Su diversidad es muy amplia, de modo
que sería imposible pretender generalizarlas. Por su por-
te y tamaño hay árboles, arbustos y plantas. Las flores
amarillas, diminutas y redondeadas, se presentan agrupa-
das en cabezuelas y son perfumadas. La mimosa es una
de las especies más conocidas, muy adaptada a las regio-
nes templadas del hemisferio sur.
Hacia el interior, y ensanchándose en dirección a la
costa occidental, son característicos los suelos arenosos y
las costras de sales instaladas en las depresiones. Esra es la
tierra de pastos duros como el salbush^ que crece en sue-
los salitrosos, la hierba Spinifix que habita en las dunas
fijas, y la Mulga árida, nombre otorgado a una especie de
acacia que crece muy dispersa y que alimenta al ganado;
por último, cerca de Adelaida y su región, y detrás de los
bosques templados del sudoeste, surge la zona de mallee
donde abundan eucaliptus bajos de la especie dumosa,
que alternan con pastos pobres.
Cabe considerar por último a la isla de Tasmania,
donde el bosque húmedo llega a su clímax; la influencia
que tiene la lluvia sobre la distribución de géneros y es-
pecies es mucho más notable que en cualquiera de los
otros territorios del país.
Donde precipita más de 1.300 mm, área que abarca el
occidente de la isla, existe un claro dominio de Nothofagus
llamados también “hayas antárticas”. Aquí el bosque exhi-
be árboles que llegan hasta los 45 m, y la masa arbórea re-
sulta espectacular alcanzando pleno desarrollo a los 600 m
de aiácud; más allá, comienza el dominio del matorral.
Los Nothofegus son comunes a la vegetación domi-
nante en el sur de Nueva Zelanda, Argentina y Chile,
junto a los fósiles estudiados en el continente antartico;
eí todo contribuye a probar que en un remoto pasado
geológico, el macro-concinente de Gondwana alojó vas-
tos territorios que una vez separados, comenzaron a de-
sarrollar nuevas formas de vida, adaptadas a condiciones
ambientales específicas. Lo cierto es que el viajero que re-
corra el oeste y sur de Tasmania, puede asociar sus esplén-
didos bosques a otros lugares lejanos como laTierrji del
Fue^, o la más cercana Isla Sur neocelandesa.
Ya en el sudoeste tasmano, aparecen las grandes man-
chas de pinos apropiándose del espacio; de los ocho en-
demrsmos de coniferas que existen en la isla, aquí se con-
tabilizan tres. Los ríos ven pobladas sus márgenes por el
denominado pino Huon, que depara una madera de ex-
celente calidad; es un árbol muy longevo, cuya aparien-^iiS
cia foliar es similar a la del ciprés; han sido clasificado^íS
varios ejemplares que superan 1.500 años de antígüedád-S^
También en la cosca y en los profundos valles del
ce es posible observar la presencia de una magnífica corií^S
fera, anchamente cónica y de hasta 10 m de altura; mues4^,
tra la corteza pardo-rojiza y hojas muy pequeñas. / ;
Pertenece a la familia de las Taxodiáceast con 10 géríe^J^
ros y 15 especies distribuidas en el mundo; esta es exclií-l^
siva de Tasmania, y su nombre nativo es pino IGng Wi^S
lliam. Puede resultar útú saber que son parientes de las fá^^
mosas sequoias de la costa y las Rocosas norteamericaná¿;i^3
El llamado pino Celery-top ocupa grandes espaciós'^r.^
en las montañas del sur; en realidad se trata de una espe^^
cíe de tejo, vale decir, no presenta la semilla en forma déí^
conos como las demás coniferas; puede elevarse hasta los-^
18 m, y su follaje denso y apretado, verde todo el añoj;^
engalana las laderas de los parques nacionales ubicados''^
en este sector de la isla.	•-•áS
Otros árboles propios comparten el espacio con las^^
coniferas y los nothofagus; un laurel nativo muy curioso’^^
es llamado “scrub horizontal”, pues desarrolla una masa?r^
compacta densa y enmarañada de tallos y ramas, hastaí^
conformar una especie de plataforma a 10 m del suelo; la^
trama permite que una persona pueda desplazarse camii:^
nando sobre ella. Se suman además nothofegus de uná¿|3
variedad enana y caduca, amén de arbustos cubiertos en--¿s
el verano por una profusión de flores blancas.	-
El lado oriental y centro de Tasmania está ocupado{-‘g
por eucaliptus, que pueden ser exuberantes y altísimos,’?ó;jv:^
achaparrados y ralos. Todo está relacionado a los terrenos
y a la altura del relieve; los árboles gigantescos, de hastay^
60 m de altura, crecen en una zona muy amplia que ll**- "
ga a los 1200 m. Son achaparrados en el límite de la ni
ve, y más ralos en los suelos arenososy terrenos graníi
eos. En la profundidad de las hondonadas nuevamen^-
aparecen bellos ejemplares de porte majestuoso.	’
Las acacias no presentan como en el resto del país'íjjj
tantas especies pero igual están presentes, compartiéndolas
el área donde las lluvias son menos copiosas, hasta los <
900 mm anuales.
En esta importante superficie que constituye TasmarL^ívi^
nia oriental, hay abundancia de laureles indígenas que¿!
llegan a formar matorrales densos, pero sin la particula-’,^^
ridad que muestra el “scrub horizontal”.
Si la flora aporta enorme cantidad de endemias y ese
pecializaciones, la fauna resulta por demás extraña. Tras*!
la intensa fragmentación de Gondwana y la separación .i -
que condicionó el aislamiento, las especies animales evo-r’¿.í
lucionaron hasta ocupar todos los nichos ecológicos. Pa-
ra el viajero, nada es más sorprendente que la rareza y va-:.’
^eúad que aquí se conserva, única en el mundo junto a
J4uéva Zelanda, ya que las formas similares que hubo en
otras partes, han desaparecido.
i; Australia es la tierra de los marsupiales, mamíferos
sin placenta que la suplen con un repliegue de la piel lla-
Vjnado marsupia, donde están las mamas y se aloja la cría
qué nace a los pocos días de ser gestada, en un estado fe-
¿1 incipiente.
.Comprenden ocho Emilias de las que sólo dos residen
'en América; el resto son australianas. Como por las cir-
huhstancias apuntadas aquí no entraron en competencia
con los mamíferos placentarios, se fueron adaptando de
juanera que están ampliamente distribuidos, además de
ser observados en los Parques Nacionales y Reservas. Los
hay saltadores, corredores, arborícolas, acuáticos y excava-
dores; su modo de alimentación arroja numerosas espe-
cies herbívoras, pero también se contabilizan carnívoros,
insectívoros, y omnívoros. De acuerdo a estas especializa-
dones, cambia el número y la estructura de sus dientes.
A este orden pertenecen los canguros, de los que son
reconocidas 50 variedades. Se los divide en tres grupos:
los grandes saltadores, los arborícolas y ualabís, confor-
inan el primero; el segundo, las; ratas-canguro de tamaño .
variable, pero que ninguna supera al de un conejo. Y por
último, la rara almizclera marsupial, que se diferencia en
la alimentación y presenta Ja cola desnuda.
; El canguro rojo {Macropus rufits) prefiere Jas zonas
llanas y está ampliamente distribuido; se trata de un ani-
mal muy veloz, pues en cortas distancias llega a los 88
km/h, y sus saltos alcanzan los 9 m. Cuando ramonea, la
cola le sirve de quinta pata; esta última es robusta, de
modo que soporta los 60 kg que puede alcanzar un ma-
cho adulto.
' El segundo canguro gigante es el de color gris (Aín-
cwpta gíganteusiy que habita en la región oriental dcl
país. Resulta un poco más grande que el anterior, pues
a medir 1, 50 m de largo y su altura alcanza los 2
m; pesa hasta 70 kg, pero es necesario aclarar que estas
dimensiones las logra gradualmente. No tan veloz como
el anterior, en la carrera no supera los 50 km/h, pero sí es
capaz de saltar en largo hasta los 13 m. Habita las selvas
abiertas y los bosques xerófilos, y sus hábitos, igual que
el rojo, son nocturnos. Ambas especies se congr^an en
grupos numerosos.
También de gran tamaño es el canguro ualarú euro
W^cropw robíístus), de pelaje enere beige y gris, con al-
gunas tonalidades rojizas. Prefiere los terrenos áridos y
ambién es una especie gregaria.
La distribución es muy amplía, y ha sido y es objeto
de una caza intensa, debido al valor de su piel y también
porque el agricultor lo considera un invasor en los cam-
pos de forrajeras. Permanece oculto al abrigo de los re-
querios en las horas de máximo calor, y su resistencia a la
sed resulta notoria. Parece que su aparato reproductor es-
tá asociado estrechamente al período de lluvias, pues los
nacimientos se registran durante el invierno.
Los ualabís son canguros de tamaño pequeño; por lo
demás, sus características resultan muy similares a los
grandes de la misma familia. El área de distribución ha
mermado considerablemente desde el arribo de la colo-
nización, pues compite por los pastos con el ganado bo-
vino, y son presa fácil de los mamíferos placentarios que
fueron introducidos en su hábitat.
En zonas puntuales de la depresión central habita el
ualabí rupestre {PetrogalepeniciUatd^^.tpie prefiere las zo-
nas secas y pedregosas buscando abrigo en las cuevas. Es
enorme su tolerancia a la sed; a tal punto que, si la gruta
es húmeda, puede resistir un tiempo indefinido sin beber.
Su pariente cercano, el ualabí {Thylogale biHardierí^,
vive solamente en Australia meridional y Tasmania; aquí
ha elegido un hábitat muy particular constituido por
matorrales y bosques densos, donde se mimetiza muy
bien. Ambas especies son de tamaño pequeño, hasta 80
cm, con una larga cola y un peso entre 4 a 8 kg.
Los marsupiales canguros arborícolas difieren dentro
de la familia por su magnitud y por las extremidades, que
han ido adaptando a la vida en los bosques; son herbívo-
ros, y muestran características similares a los rumiantes;
vale decir, estómago en forma de bolsa, y un esófago que
le permite regurgitar eí contenido gástrico para una se-
gunda masticación. Pertenecen al género Dendrolagus^ y
sólo quedan siete especies; cinco habitan los bosques de
Nueva Guinea, y dos los del nordeste de Australia. Se di-
ferencian entre sí, por el color del pelo que presentan en
el dorso y en la base de la cola. Ella le ayuda a soportar
el peso del cuerpo, y a menudo la usa como balancín. Se
alimenta de corteza, hojas y frutos de los. árboles. Las ex-
tremidades anceriores y posteriores presentan patas almo-
hadilladas, característica que Ies permite saltar horizontal
y verticalmente, aterrizando sobre estas mullidas bases de
apoyo. Cuando lo hacen hasta el suelo, donde bajan en
busca de agua, resultan muy vulnerables, pues los nativos
los cazan porque su carne Ies resulta muy sabrosa.
Como dato curioso, Hace algunos años que Australia
exporta al Sudeste Asiático colas de canguros, pues la car-
ne es base de platos elaborados en la gastronomía regional.
No es fécil observarlos pues viven ocultos en la espe-
sura, y la amenaza de la colonización los ha hecho migrar
a las áreas más elevadas.
En cuanto a los canguros-rata, muy numerosos, ya se
ha hecho mención que su característica reside en el tama-
ño, muy pequeño. El mayor de ellos es el de color rojizo,
o ce anta
Australia
{Aepyprymntís rufescens}^ que habita en las zonas costeras
de Queensland y la parte septentrional de Nueva Gales
del Sur. Se alimenta de raíces y excava con sus poderosas
uñas. Bsca especie es solitaria, de hábitos nocturnos, y co-
mo no aguanta demasiado tiempo sin beber, hace aguje-
ros en la base de los torrentes durante la época de sequía,
para llegar a la napa de agua. Igual que sus congéneres de
- gran tamaño, presenta un diformismo acentuado entre la
longitud de las extremidades anteriores y posteriores. Mi-
de sólo entre 40 a 50 cm, la cola puede llegar hasta los 40
cm, y pesa unos 3 kg aproximadamente. Es la víctima
preferida de los zorros, introducidos por el hombre.
Los koalas (Phascolarctos cinereiís} también pertenecen
al orden de los marsupiales; igual que los grandes cangu-
ros, se han transformado en el símbolo de Australia. La fe-
milia de estos simpáticos animales corresponde a los Fa-
langériíioíf vale decir que ha sido usada la característica de
los huesos que forman los dedos, para poder agruparlos.
Vive en Australia oriental, y comparte el hábitat con el
canguro gigante gris. Entre los ^angéridos, es el de ma-
yor tamaño; puede llegar a medir unos 80 cm y pesar has-
ta 16 kg. Carece de cola y el marsupio se abre en la parte
posterior. El pelo es suave, lanoso, gris ceniza en el dorso
y blanquecino en las partes inferiores; esta distribución de
color le otorga en sus movimientos, una apariencia de ani-
mal canoso o nevado. Su bello pelaje casi lo llevó al exter-
minio, de manera que hoy están severamente protegidos.
Tiene la cabeza más bien grande y redondeada, al
igual que sus orejas; presentasacos para almacenar el ali-
mento a cada lado de la boca, y posee dedos oponibles a
los restantes en las patas anteriores y posteriores.
De hábitos arborícolas, vive en los bosques de euca-
liptus y se alimenta de sus hojas; como éstas son pobres
en proteínas y el consumo resulta venenoso, el koala tie-
ne un sistema digestivo especializado. Sólo en raras oca-
siones desciende a tierra, pues lamer la superficie lo ayu-
da a no tener problemas estomacales. Es común observar
a la única cría adherida a la espalda de la madre, hábito
que recién abandona a los cuatro años, cuando alcanza la
madurez sexual. Conforma grupos pequeños, y muchas
veces vive aislado.
Otros ^langéridos son el de cola anillada, el petauro
del azúcar, el cuscós manchado, el falángero lirón, el de
Leadbeater, el listado, el mielero, y la chinchilla de Ade-
laida, sólo para nominar algunos de los más importantes.
Las características que presentan todos estos diminutos
representantes de los marsupiales son similares, pero ha
sido su espléndido pelaje, la causa que los llevó casi al ex-
terminio. Todos viven en áreas boscosas, y hay especies
planeadoras; entre ellos, se destaca el planeador grande
{Schoinobates vola?i^, de larga cola y unos 1,2 kg de pe-
so. y el pigmeo. (Acrobatespyffna.et¿i¡, de 7 cm de lar^j
16 g; a este último, sólo es posible observarlo cuando®
derribado alguno de los árboles donde habita. .
Entre los marsupiales carnívoros hay que destacaría
gato-tigre (DiaynTai culatuíi\ parecido a la marta. seísiffi
gulariza por no perder el rastro de su presa y ser muyá^
loz. A pesar de su agresividad, tratado con dedicación.!^
tranquilidad, puede ser domésticadó.
El diablo de Tasmania (Sarcophilus hamisiij^ ñiide
unos 50 cm y presenta dimorfismo sexual en cuanto al
peso; el macho llega a los 9 kg, mientras que la hembi?
alcanza 5,5 l^. Tiene una cola corta, y el pelo es aprecd
do, castaño oscuro o negro, con manchas blancas locali^
zadas en la garganta y hacia los costados; su hocico es de
un vago color rosa.
Devora todo tipo de estructuras, no importa cuá;i
plumas, cueros, huesos. Su aparato mordedor es muy efe
caz, especialmente los robustos molares. En las patas pos-
teriores carece del primer dedo.	ídíj
Su nombre de diablo responde a que se torna muy
agresivo ante cualquier molestia.	-
El lobo marsupiaJ (Thylacinus cynocephalus) origináis
mente ocupó también la totalidad de la isla, pero hoy sÓ^
lamente es posible observarlo en la rica vegetación del siíí
doeste, registrándose avistajes en la zona de Perth
Alcanza 1,30 m de largo y posee una gruesa cola de
hasta 60 cm; debe su nombre vulgar al hocico, parecido;
al de un perro, LaS^ articulaciones son más bien cortí^/^y^
se desplaza a los saltos sin alcanzar velocidad; su técnica
de caza está basada en la tozudez con que persigue a;su,
presa, pues la llega a agotar para luego ultimarla con Eierr.
tes mordiscos. Como no desdeña aves de corral ni ovejas,-
el ganadero ha sido uno de los principales agentes de su
casi desaparición. Durante una cacería “oficial” en 1888;’.
murieron 2.200 ejemplares.	t*-
Australia y Nueva Guinea constituyen los únicos luga-,
res del mundo donde existen los monotremas, que reprer:
sentan a mamíferos muy primitivos, cuyas característica^;
se acercan a la transición reptiliana de la especie. Conser¿;
van una estructura esquelética que así lo testifica, rieneii'
un solo orificio donde desembocan los productos délas,,
vías urinarias y digestivas, y son ovíparos. Sin embargó,^
alimentan a sus crías por medio de glándulas mamaria,
extremadamente rudimentarias. Carecen de dientes, pero-
están dorados de placas córneas que pueden cumplir «a,
función. Su temperatura oscila entre los 27 y 32° C
Estas curiosas criaturas están muy bien representad^ ;
por el ornitorrinco y el equidna.
El ornitorrinco {Omithorhynchtis anaíinus), se en^,
cuentra en Australia oriental, meridional, y Tasmania, en
los riachuelos de la montaña y también en las aguas calb
de las zonas más llanas. Excava con sus largas uñas el
^Wndo para procurarse el alimento, como pequeños pe-
larvas de insectos acuáticos, crustáceos y moluscos.
Dormita buena parre del día en su cubil subterráneo,
I^Qnde la hembra pone los huevos en un nido forrado de
^¿jas; cava su madriguera a la orilla de ríos y arroyos, y
S^or la tarde se zambulle en busca de alimento. Las crías
Sibandonan el lu^r déspués dé cuatro meses, lapscTeíTel"
son alimentadas con la leche materna.
? El cuerpo es más bien alargado y mide unos 45 cm.
ly^esenta un pico córneo a manera de hocico, lugar en
ha desarrollado el sentido del tacto. En la parte su-
l^pCrior están ubicadas las dos fosas nasales; esta particula-
Sridad la usa para proveerse de alimento, ya que cuando se
iísuinerge, los ojos y oídos tienen una película que los pro-
Se halla recubieno por una especie de lanilla densa
•$de color pardo, la cola es corta y poderosa, a manera de
; ¿timón, y las patas son palmeadas. En la parte interna de
.1^ posteriores, los machos poseen un espolón unido a
r'glándulas venenosas.
^A.;, El equidna {Tachyglossus aculeatus), tiene una gran
cj^stribución en todo el territorio australiano y en Nueva
fvGuiiiea. Es pequeño, unos 35 cm de largo, y pesa entre
^ 4 a 6 kg. Su forma es ligeramente redondeada; la cabeza
^ recuerda a un ave, pues presenta un hocico alargado, tu-
ribular, con una abertura bastante estrecha. No tiene dien-
í. tes, pero una substancia córnea le sirve para triturar el
^ alimento. La lengua es pegajosa, característica que le per-
mite capturar insectos y termites.
Lo más significativo es que está recubieno de pelo, pe-
i ro también tiene largas espinas o púas amarillentas con el
; ottremo de color negro. Cuando siente el peligro, se enros-
r ca como una pelom o excava un agujero para ocultarse.
r Esta singularidad le ha valido diversos nombres po-
J pulares, tales como puerco espín nativo, y también hor-
7 miguero espinoso, dada la exclusividad de su dieta, basa-
da en hormigas y termites.
< Su esperanza de vida es larga, pues ha habido casos de
equidnas en zoológicos, como uno en Filadelfia, que ví-
f; vió cincuenta años.
p El dingo (Canis dingo}, es el más importante depre-
•' dador australiano. Su origen es incierto, pero las teorías
más aceptadas se refieren al dhole, muy extendido en el
íj Sudeste Asiático. Domesticado por el hombre, es alta-
; mente probable que haya ingresado con las oleadns hu-
manas que avanzaron hacia el territorio australiano. Lo
* cierto es que, cuando llegó la colonización blanca, el din-
. go o lobo era el único carnívoro placentario. Asevera es-
ta teoría el hecho de que han sido hallados ejemplares de
? 5000 años de antigüedad.
Acompañando entonces al hombre primicivo, mu-
chos de ellos tornaron a la vida salvaje, integrándose con
facilidad al nuevo medio; la ausencia casi de competido-
res favoreció su proliferación en todo el continente,
constituyéndose en fector desequlibrante frente a la
enorme cantidad de herbívoros.
Semejante al perro pastor, quizás la variante sea su pe-
laje, que va del color pardo hasta el amarillento oscuro;
“sírs“aftes de cazador son muy similares al que demuestran
los lobos, mediante tropas integradas por uno o dos gru-
pos familiares. Su dieta no acusa grandes preferencias, y
prácticamente no tiene enemigos. Puede ser presa de ser-
pientes, cocodrilos, o del águila audaz, que ha sido vista
capturando ejemplares viejos o enfermos. El ganadero ha
intentado acabar con ellos, pues el dingo también arre-
mete con vacas y ovejas; sin embargo, las manadas tienen
una distribución muy amplia; salvo el área central desér-
tica, ocupan a manera de anillo todo el territorio, a ex-
cepción de Tasmania.
Con la enorme extensión de cierras desérticas o cu-
biertas de matorrales, resulta lógico esperar una gran can-
tidad de reptiles. Diurnos y nocturnos, silenciosos o rui-
dosos, llegaron a través del arcliipiélago del Sudeste Asiá-
tico en las denominadas balsas vegetales. Otras singulari-
dades se explican por el aislamiento y posterior extinción
de Jos demás lugares delmundo.
Entre Jos del primer grupo, se encuentra el temido
cocodrilo de mar (Crocodylusporosu^\ desplaza hasta una
tonelada de peso y con sus 7 m de largo, está considera-
do como uno de los más grandes del mundo; puede ata-
car al hombre, y ha sido comprobado que algunos ejem-
plares se desplazan cubriendo grandes distancias de isla
en isla, favorecidos por las aguas cálidas que rodean al te-
rritorio australiano y los archipiélagos.
El none cálido y las zonas pantanosas cubiertas de
manglares, son el hábitat de numerosas tortugas; el grupo
de las Chelydaey de las que Australia cuenta más de trece es-
pecies diferentes, no es v^etariano, sino que se alimentan
de caracoles, insectos y gusanos. Se denominan cuello de
serpiente^ porque no repliegan la cabeza bajo su caparazón,
sino que la protegen con el reborde dcl mismo.
El medio desértico también acusa.singuiaridadcs y
endemismos.	-
No podían foJear los vaiánidos, que incluye a los la-
gartos más grandes del mundo; las cuatro especies que vi-
ven en Australia miden más de 2 m de longitud. Dota-
dos de una gruesa cabeza, potente cuello, un cuerpo pe-
sado seguido de fuertes patas y robusta cola, estos anima-
les poseen todos los componentes físicos para ser muy
agresivos; son carnívoros pero no desdeñan la carroña;
sus costumbres son nocturnas, pasan gran parte del día
en la madriguera que cavan con sus potentes garras.
Australia
í
(
('
(=.-
('
I.
(
í
(.
(
f
I
o ce anta 	
Entre los miembros de la familia existe además el pe-
queño varano de cola corta (Voranus brevicau¿iat^', vive
en Australia occidental y sólo alcanza 0, 20 m de longitud.
Pero el desierto se especializa en brindar ejemplos de
camuflaje. Habita en él el lagarto espinoso {Malach horri-
¿ius}-, extraño y grotesco, mide 0, 20 m de longitud y se
encuentra recubierto de espinas distribuidas en todo el
cuerpo; la cabeza parece más grande, pues está armado
con una espina en un abultamiento que tiene sobre los
ojos. Esta fiera apariencia, oculta a un inofensivo animal
que come hormigas, ayudado por una lengua muy rápida.
Se destacan los lagartos serpientes del grupo pygog-
pódicos, que se desplazan con movimientos ondulantes
pues han perdido sus extremidades. El denominado la-
garto de gorgnera (Chlamydosaurus	resulta muy
curioso cuando enfrenta un peligro, pues un pliegue cu-
táneo que rodea la cabeza, hace parecer su figura más
grande mientras emite un largo silbido.
Las serpientes son numerosas, pero gran parte de
ellas han adecuado la posición de sus colmillos y la po-
tencia del veneno, paca cazar a sus presas.
El grupo que pertenece a las elapinas mayores, sí po-
see un veneno muy potente. La serpiente-tigre o taipán
{Oxyuramis acuteUatusit/yxnt'O con la cobra real de la In-
dia y la mamba negra de Africa, es una de las tres serpien-
tes venenosas más grandes del mundo. Vive en Australia
septentrional y Nueva Guinea; de hábitos terrestres, se
oculta en madrigueras durante el día pues sale al amane-
cer y durante el crepúsculo. Sumamente peligrosa, su po-
tente veneno es capaz de matar a un caballo en menos de
cinco minutos. En cambio, la pitón de las rocas con sus
6 m de longitud es inofensiva; sus presas favoritas son los
conejos que espera cerca de las charcas.
Las aves presentan un mundo muy rico, consecuencia
de la posición de Australia, entre la zona tropical y tem-
plada; los lagos de la depresión central están habitados por
las garzas cariblancas, patos exclusivos como el llamado
carirrojo, y el hermoso cisne negro (Cygnus aímíus).
Pero en este mundo íáunístico, lo insólito resulta ser el
denominador común. El magapodio ocelado {Leipoa oce^
¡laíai, incuba los huevos en un enorme nido que el ma-
cho cava hasta 1,20 m de profundidad, y un gran diáme-
tro que alcanza los 4,50 m. Lo llena de materia vegetal y
lo tapa con arena, fiscalizando que alcance la temperatura
adecuada; el calor que desprende la materia orgánica ayu-
da a la incubación, hasta que nacen los pichones, que a las
24 h son capaces de volar y nunca conocen a sus padres.
Son abundantes las aves del paraíso, de espectaculares
colores y elaboradas colas, además del ave lira real (Afe-
m/m novaehoUandia^, cuyas paradas nupciales resultan
muy curiosas. La cola del macho luce dos plumas princi-
pales externas curvadas hacia fuera, de manera-
confiere un aspecto que recuerda el instrumento
pues las despliega verticalmente durante el cortéíS^^^H
testo del plumaje forma un manto marrón y negra-^^^S
rados, que hace del lira real un ave ornamental porgf^^ffl
lencia. Se lo reconoce además por la gama de llama^^^m
cuando reclama su amplio territorio.
El emú (Dromiceius novaehollandiae\y resulta-
más grande después del avestruz. Ha perdido la
dad de volar, pero su conformación lo habilita paraW^^M
plazarse en terrenos de todo tipo.
Mide 1,80 m de alto y pesa 55 kg. Vive en
grupos que nomadean en busca de sustento, consticffi^^H
por frutos, bayas, pastos tiernos e insectos. La disfeS^SS
ción es grande, aún cuando es perseguido por ganadZ^H^
y agricultores. Igual que sus congéneres de otros cbií^^S
nentes como el ñandú y el avestruz, la hembra ex^y^SB
nido pero el macho es el que lo incuba; cuando naceiíí^^S
polluelos, permanecen con el padre cerca de seis meses'^^S
En las zonas selváticas, aparece otra de las aves giga^^o|
tescas emparentadas con el emú.	..
Se trata del casuario (Casuarius casuariu^, que álrán^^g
za hasta 1,30 m de altura y pesa cerca de 50 kg. Preseí^^S
sobre la cabeza una cresta córnea que remata hacia
ba, y las plumas cortas que visten su largo y delgado
lio son de color amarillo, con la parce externa de la cab^^^^
za turquesa; el resto del plumaje que cubre el cuerpón^^S
espeso y de colóf negro brillante. Su comportamiento¿^^g
tranquilo, sosegado, y sus hábitos son nocturnos.
Una de las curiosidades es que Australia no tiene bu^^S
tres, de modo que el papel de carroñera lo cumple
águila audaz
Pero sin duda la imagen más bella que puede presén^^
ciar el viajero son las enormes bandadas de psitácidq^^S
aunque no son privativos del territorio australianoi-i^^®’®
desarrollado una gran diversificación, Cotorrasyperiqm^^
tos, loros, papagayos y cacatúas, conforman un rriundfg
cromático excepcional.
Entre los papagayos se contabilizan unas 55 espeei^
Los hay terrestres, parecidos en su comportamiento^,^!!?
su estructura corporal a los faisanes; permanecen eríi,ü¿^
rra, valiéndose de sus largas y potentes patas con las qüej
pueden correr a gran velocidad; sólo echan a volar sl'lps^
acecha un peligro inminente, desplazándose unos 200;í^
para volver a pisar el suelo.
De plumaje hermoso y muy diverso, constituyen
te de las maravillas de este reino animal ubicado enrl^í
antípodas.	‘
Economía y sociedad resultan también muy caracr^
terísticas.	•
*
¿lima y la vegetación han condicionado la oiganiza-
espacio desde ios tiempos de la colonia; los prime-
lj^^tó^'¿últores llamados comenzaron a desarrollar la
desde 1797, en que llegaron los primeros
al país. El rendimiento fue tan promisorio, que no
pasado nada más que 40 años que ya contabihza-
millón de cabezas; inmensos espacios poblados de
hirsutos eran reconidos por colosales rebaños que
^^^fi^li7ában unos pocos hombres de a caballo. Se los llamó
o usurpadores de la tierra, y junto a los colonos
aferrados a sus parcelas cerealetas, se convirrie-
la imagen del forzado hombre australiano.
HM^i^Wsada la fiebre del oro, el territorio comenzó a tener
B^^^-^orización, pues muchos de los que habían llegado
J^^p^obar suerte, se afincaron reclamando tierras de la-
l^^b^nza, de modo que se procedió a la redistribución; las
H^^ljóres parcelas, de generoso tamaño, quedaron dedica-
a la explotación cerealera, en especial el trigo; el res-
^Bctójas enormes superficies interiores, siguieron especiaJi-
BES^cíóse en Ja ganadería de carácter extensivo, comenzan-
|Bp(ld también la explotación del vacuno en las áreas margi-
i^^náles a la ocupada por los lanares, con mejores condicio-
humedad y pasturas.
B^^?.'--E1 ganado lanar ha sido durante mucho tiempo el
j^^émbíema económico

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