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Hamra - Descolonizar 1 parte

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Departamento de Cultura y Arte 
Historia de la Cultura 
 
 
Aportes para descolonizar el pensamiento 
Primera parte 
 
Lic. Diana Hamra 
 
 
Contenidos: La realidad social y sus dimensiones. Dimensión temporal de las 
sociedades. Dimensión espacial de las sociedades. 
 
Dimensiones de la realidad social1 
 
La realidad social construida por los sujetos sociales se desarrolla en el 
entrecruzamiento del tiempo histórico y el espacio geográfico; esto lo vivenciamos en la 
cotidianeidad, a partir de la acción transformadora que las sociedades realizan sobre su 
ambiente, en la producción de los recursos que posibilitan su supervivencia. 
 
Pero también, en esa construcción vivenciamos una diversidad de vínculos sociales, de 
modos de organización, de conflictos que, a la hora de analizar cuestiones referidas a las 
sociedades como un todo complejo, debemos tener en cuenta. 
 
En la realidad de la vida social, es imposible fragmentar a los individuos de las 
estructuras, a la sociedad de la naturaleza, a la tecnología de las creaciones artísticas e 
intelectuales. Ya sea que en una investigación abordemos a los sujetos, a colectivos 
sociales, a ambientes naturales, a los procesos de la técnica, la cultura, las 
representaciones religiosas no podremos dejar de tener en cuenta las interacciones que 
existen entre estas dimensiones sociales. 
 
Ponderar estas cuestiones nos permitirá abordar no sólo los síntomas, los indicios -
aquello que, tal vez, es observable a simple vista- de la trama social, sino avanzar en su 
comprensión, su interpretación y superar las lecturas simplificadas y reduccionistas. 
 
Veamos un esquema de las dimensiones de la realidad socio-ambiental: 
 
 
1 El texto forma parte del Diseño Curricular de la Educación General Básica de Adultos – Hamra, Diana: 
Ciencias Sociales, La Plata, Dirección General de Cultura y Educación de la Provincia de Buenos Aires, 
2004. 
 
 
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Historia de la Cultura 
 
 
 
1. La dimensión temporal de las sociedades: La vida de las sociedades se desarrolla 
en el tiempo, en él se producen los acontecimientos y los modos de pensar que forman 
la historia del mundo. De ahí que las sociedades, desde su origen, hayan tratado de 
“manejar el tiempo” a través de calendarios, relojes, periodizaciones. 
 
Pero no todas las sociedades piensan el tiempo del mismo modo, tampoco lo miden de 
la misma forma. Por ejemplo, para los cristianos el tiempo comienza en el momento de 
la Creación que dios lleva adelante. Ese sería el inicio de los tiempos, luego habría un 
transcurrir en el que los mortales desenvuelven sus vidas y un final de los tiempos que 
llegará en el momento del segundo advenimiento de Cristo a la Tierra, la llamada 
parusía. Desde la creación, la vida realiza un recorrido lineal que se dirige hacia la 
purificación, hacia la redención que marcará el final de los tiempos. 
 
Esta concepción lineal contrasta con la adoptada por pueblos como el egipcio, griego, 
maya, azteca; para quienes el tiempo se vinculaba a la naturaleza y a las actividades 
productivas que desarrollaban. Tenían en cuenta las etapas en los que se sembraba, se 
cuidaba la siembra y se cosechaba; épocas de inundaciones y sequías que se reiteraban 
cíclicamente. Su concepción del tiempo era circular. 
 
Lo mismo acontece con los calendarios. Producto del proceso de conquista y 
colonización hemos heredado el calendario gregoriano, según el cual, el año 1 coincide 
con el nacimiento de Cristo. Para los musulmanes el año 1 coincide con el momento en 
que Mahoma huyó de La Meca en dirección a Medina. Este viaje, la Hégira, se produjo 
16 de julio del año 622 de la era cristiana. Además, el año musulmán tiene 12 meses de 
29 y 30 días alternos porque, a diferencia del gregoriano, se basa en ciclo lunar. 
Advertimos cómo en los ejemplos señalados, existe una estrecha relación entre las 
concepciones religiosas y la idea de tiempo. 
 
 
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Historia de la Cultura 
 
Así como las sociedades, los individuos tampoco perciben el tiempo de igual forma. 
Pensemos un día en la vida de una persona que habita el ámbito rural, trabaja mucho, 
pero también puede dormir la siesta, participar de actividades sociales, de actividades 
con su familia. Parece que en ese contexto el tiempo tuviera una duración mayor. 
Ahora, pensemos en un día en la vida de una persona que habita en una ciudad, viaja 
hasta su trabajo, trabaja buena parte del día, viaja de regreso a casa, ya es de noche… 
pareciera que para realizar las actividades que se propone necesitará un día con una 
duración de más de veinticuatro horas. Otro ejemplo para advertir la percepción 
subjetiva del tiempo es que cuando estamos a gusto en una actividad parece que “el 
tiempo pasó volando”. Sin embargo, cuando nos contraría esa actividad decimos que 
“fue eterna”. 
 
“La temporalidad es una dimensión de la existencia humana. Nuestro ser vivo percibe la 
regulación física de su entorno: el día y la noche, el sol y la luna, el nacimiento y la 
muerte. Somos los únicos dotados de una percepción consciente —la memoria— que 
nos permite establecer un continuum entre el pasado, el presente y el futuro así como el 
espacio finito de nuestras vidas. La conciencia de la finitud del hombre es 
simultáneamente el reconocimiento del plano temporal en que se desarrolla su 
existencia”.2 
 
Como hemos visto, cada cultura construye la representación de su finitud, de la 
trascendencia de los sujetos sociales y su concepción de tiempo. Según las concepciones 
que hemos analizado, tan sólo Dios puede mover los resortes y el péndulo del reloj que 
rige la vida de los mortales. Pero Dios no necesita del tiempo porque existe fuera de él 
y, es más, es quien lo determina. “Nos acercamos así a la relación del tiempo y el poder. 
En efecto, los sujetos más cercanos a las entidades divinas e inmortales, es decir, los 
intermediarios entre los habitantes de la Tierra y los moradores de la eternidad son los 
que por lógica detentan el monopolio del saber sobre el tiempo: son los que deciden 
cuándo sembrar y cosechar, cuándo ayunar, cuándo festejar y, por lo tanto, subvertir 
excepcionalmente las reglas sociales; son los que convocan desde lo alto de un minarete 
o con la campana a toda la comunidad para que se congregue a ciertas horas del día. Los 
ejemplos referidos dan cuenta del alcance contenido en el monopolio del saber y control 
del tiempo. Éste significa el poder sobre la sincronización de los individuos para la 
realización de actividades sociales así como sobre la movilización de las energías 
sociales. 
 
[…] Todo poder se legitima mediante la naturalización y ésta consiste en la capacidad 
de 
convencer que dicho poder se pierde en la memoria de los tiempos. La inmemorialidad 
del 
origen del poder o de las pretensiones a él es una pieza clave de su proyecto 
legitimador. Por ello, el dominio del tiempo como estrategia del poder implica la 
confección de una historia oficial y, por consiguiente, de una mitología del poder que 
remonta su genealogía a un lejano pasado que sólo sus ideólogos conocen puesto que 
lo inventan. En la diálectica del poder, el tiempo se vuelve uno de los símbolos en 
 
2 Rajchenberg S., Enrique y Héau-Lambert, Catherine: “Tiempo, calendarios y relojes” en México, Estudios 
sociológicos, V. 20, N° 59, (mayo-ago. 2002), p. 287-303. 
 
 
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disputa. La polisemia de la palabra significa tanto eventos físico-naturales como 
duraciones imaginarias”.3 
 
Veamos. Uno de los primeros obstáculos con los que nos topamos cuando nos 
disponemos a trabajar con la noción de tiempo histórico es que los estudiantes, el 
público, lo confunde con las condiciones climáticas. Otra representación ligada al 
tiempo, se vincula al uso de expresiones como: “en 1807 se producela expulsión de los 
ingleses y después la caída del virrey Liniers y luego el advenimiento de Cisneros”. La 
expresión y después o y luego, remite a la construcción del tiempo y la historia como 
una sumatoria de hechos, cada momento constituye un sistema cerrado y se explica en sí 
mismo, imposibilitando el establecimiento de conexiones entre estos hechos, de 
establecer las continuidades y discontinuidades en el proceso social en estudio. 
 
Volvamos a la afirmación de que el dominio del tiempo como estrategia del poder 
implica la confección no sólo de una historia oficial, sino también, de periodizaciones 
que pretenden dar homogeneidad a los acontecimientos socio-históricos, como si éstos 
se produjeran al mismo tiempo y de la misma manera en todo el mundo. En la diálectica 
del poder, el tiempo se vuelve uno de los símbolos en disputa, cuestión que los europeos 
del siglo XV ya tenían en claro. Por eso, los poderosos europeos del siglo XVII, luego 
de haber alcanzado gran esplendor mediante la expansión ultramarina y el incremento 
de los intercambios comerciales, instalan a propuesta del historiador alemán Cristóbal 
Cellarius (1638-1707, profesor de Retórica e Historia en la Universidad de Halle), la 
división clásica de las Edades de la Historia. 
 
Teniendo como parámetros al mundo clásico y al renacimiento como pilares y dejando 
de lado civilizaciones como las de Oriente, dividieron a la Historia en Antigua, Media y 
Moderna. Luego de la Revolución Francesa (1789) se agregó la Edad Contemporánea y, 
el concepto de Prehistoria, apareció recién en el siglo XIX debido a la influencia que 
mantuvieron las Sagradas Escrituras que afirmaban que las huellas de los primeros 
hombres se habían destruido con el Diluvio. Podemos bucear en libros de texto de 
Argentina desde el siglo XIX (desde la puesta en marcha de la Ley 1420 de 1884 que 
establecía la educación común, gratuita, laica) y en el resto de América Latina y hasta la 
actualidad y encontraremos con el título “Las edades de la Historia” gráficos como el 
siguiente: 
 
 
 
 
3 Ibidem. 
 
 
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Resulta claro que los europeos llevaron su concepción de la Historia a cada lugar al que 
fueron y la mostraron como la periodización de la Historia Universal. Lo mismo 
hicieron con el calendario gregoriano. La Europa económicamente pujante de la 
expansión ultramarina, es la que fijó la concepción de tiempo en todas las sociedades en 
el mundo que fueron conquistadas y colonizadas. Es decir, instalaron como única y 
universal su concepción de tiempo, pero para lograrlo, debieron destruir primero la 
memoria histórica de los pueblos conquistados. 
 
La concepción eurocéntrica de la Historia continúa imperando como si fuera única. No 
se trata de descartar esta mirada. Sólo hay que tener presente que no representa a la 
Historia Universal y que sólo se reduce a la Historia de Europa y de los pueblos de la 
cuenca mediterránea que mantuvieron contacto con ella (por eso se incorpora a las 
sociedades del Cercano Oriente y el norte de África). Los procesos históricos no afectan 
a todos los pueblos y regiones del mundo. El acontecer humano americano no puede 
subordinarse ni a la periodización de la prehistoria europea ni a sus edades de la 
historia. La ocupación y colonización europea sólo marcó la finalización del desarrollo 
independiente de las poblaciones nativas, pero no su desaparición. El contacto entre 
estas culturas dará como resultado realidades socio-culturales nuevas, adaptadas a 
medios diferentes, desarrollando sus propias particularidades. Sería interesante no 
perderlo de vista e incorporar nuevas miradas en torno de la temporalidad, que permitan 
desnaturalizar la idea de un tiempo lineal y univoco. 
 
 
La concepción del tiempo a partir de la industrialización. 
 
Decíamos que, para muchas sociedades, la concepción del tiempo se hallaba 
estrechamente ligada a los fenómenos de la naturaleza y a los procesos productivos. La 
utilización de calendarios y relojes sol, permite deducir que, para esas sociedades, no 
era necesario un alto desarrollo tecnológico vinculado a contar el tiempo, puesto que la 
manufactura de un bien, se realizaba en el intermedio entre la siembra y la cosecha o 
viceversa, teniendo en cuenta la conmemoración de tal o cual festividad religiosa, la 
llegada de mercaderes y la organización de ferias. Había mucho tiempo para la 
confección de las manufacturas. 
 
 
Sin embargo, “En el mundo moderno, el perfeccionamiento de las tecnologías de 
medición del tiempo nos inculca un sentimiento de impotencia. El tiempo parecería no 
solo pasar, sino volar. Cuanto más lo detallamos y desagregamos en millonésimas de 
segundos, menos lo dominamos y domesticamos. La digitalización de los relojes nos 
rinde ante la conciencia de su velocidad y de nuestra dificultad en acompasar su 
movimiento, aparentemente cada vez más autonomizado de la voluntad social. El 
advenimiento del mundo moderno está acompañado de la obediencia estricta al paso del 
tiempo”4. 
 
Si bien, en la Modernidad la idea de tiempo se basó en el tiempo cristiano rectilíneo e 
irreversible pero desde una concepción laica a la que se le sustrajo toda idea de un 
finalidad de salvación. En la época del desarrollo industrial, fueron los hombres de 
 
4 Ibidem. 
 
 
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ciencia –tomando sobre todo, el modelo de las ciencias naturales- ligados al 
empresariado, los que estructuraron la concepción de tiempo conforme al antes y 
después y a la idea de progreso, de desarrollo, de evolución. 
Hasta la actualidad, es habitual utilizar la formulación antes-ahora como modo de 
comparar lo acontecido en una misma sociedad en tiempos distintos, para mostrar las 
mutaciones de costumbres sociales o de ciertos objetos tecnológicos. ¿Qué ideas se 
conforman en los individuos y sociedades a partir de esta presentación? Conciben que si 
hay cambios en esas situaciones, costumbres sociales, se explican por la diferencia de 
tiempos, es decir, que si se observan modificaciones, es sólo porque hay momentos 
diferentes. 
A estas formulaciones se asocia la idea de que lo de antes era rudimentario, elemental, 
primitivo en relación a lo de ahora. Se escuchan afirmaciones que expresan que si no 
tenés tal o cual teléfono, televisor, etc. “vivís en la prehistoria”. Esta concepción vincula 
al desarrollo de las sociedades con una mirada evolucionista, la historia como un lento y 
gradual perfeccionamiento del saber en general que genera la convicción de que la 
historia consiste en avanzar, mejorar y perfeccionarse tecnológicamente, sin poner el 
acento en quién/es produce/n las transformaciones y por qué se deciden esas 
modificaciones. 
En conversaciones, revistas, libros de texto, muchas veces se presentan imágenes que 
dicen: antes se utilizaba el calentador a kerosén o la cocina a leña para cocinar, ahora 
contamos con la cocina a gas natural o el microondas; antes se viajaba en carretas 
tiradas por caballos o canoas y balsas, ahora tenemos automóviles, colectivos, aviones. 
Esta idea evolucionista de la historia incluye una fórmula de exclusión social, de 
selección y jerarquización social, debido a que, en tanto la tecnología es sinónimo de 
progreso, quienes acceden a ella se ubican en una posición diferenciada, que 
posiblemente les procure derechos también diferenciados. Cuando planteamos estas 
ideas nos preguntamos ¿cuántas de los personas que tenemos frente a nosotros 
continúan viviendo en el antes? ¿Qué producimos en ellos con estas afirmaciones? 
Robert Nisbet plantea que “La esencia de la idea de progreso imperante en el mundo 
occidental puede enunciarse de manera sencilla: la humanidad ha avanzado en el 
pasado, avanza actualmente y puede esperarse que continúe avanzando en el futuro. 
Pero cuando preguntamos quésignifica "avanzar" las cosas se tornan necesariamente 
más complejas. Sus significados abarcan todo el espectro que va desde lo 
espiritualmente sublime hasta lo absolutamente físico o material. En su forma más 
común, la idea de progreso se ha referido, desde los griegos, al avance del conocimiento 
y, más especialmente, al tipo de conocimiento práctico contenido en las artes y las 
ciencias. Pero la idea de progreso se ha aplicado también al logro de lo que los 
primitivos cristianos llamaban el paraíso terrenal: un estado de tal exaltación espiritual 
que la liberación del hombre de todas las compulsiones físicas que lo atormentan se 
torna completa. A nuestro entender, la perspectiva del progreso es usada, especialmente 
 
 
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en el mundo moderno, para sustentar la esperanza en un futuro caracterizado por la 
libertad, la igualdad y la justicia individuales. Pero observamos también que la idea de 
progreso ha servido para afirmar la conveniencia y la necesidad del absolutismo 
político, la superioridad racial y el estado totalitario. En suma, casi no hay límite para 
las metas y propósitos que los hombres se han fijado a lo largo de la historia para 
asegurar el progreso de la humanidad […]”5 
Veamos de qué manera se promocionaban las ideas de progreso en el siglo XIX y 
deduzcamos a quiénes beneficiaban y a quiénes desfavorecían: 
 
Pareciera que los seres humanos quedan sometidos al progreso histórico como si fuera 
inevitable, perdiendo la posibilidad de acceder a la historicidad, al tiempo vivido, en 
beneficio del conocimiento científico. Pero, tal como planteaba Chamberlain y aunque 
fuera presentado como la posibilidad de acceder a la civilización, sabemos que el 
mentado progreso iba a afectar de forma bien distinta a las metrópolis que a las 
colonias. 
Retomando y para cerrar la idea del antes y después, diremos que, presentar el tiempo 
de ese modo, imposibilita la construcción de la idea de proceso, es decir, qué pasó 
durante, ya que un proceso histórico es más que una secuencia ordenada de 
acontecimientos, más que una serie de cambios que a su vez generan otros cambios. El 
instante fugaz se transforma en el tiempo humano en sí mismo, y el antes y después se 
presenta como el sentido de la historia, el proceso a través del tiempo. Pero dado que 
este proceso se da en una sucesión de instantes en fuga o en un ahora puntual, que ya no 
responden a ningún proceso de salvación –como en la mirada cristiana-, al otorgarle un 
nuevo sentido más racional, se introduce la idea de un progreso infinito y continuo. 
En las sociedades industriales la necesidad del incremento de la productividad, puso a 
los científicos a trabajar buscando alternativas para optimizar el tiempo de producción. 
El dueño de la tecnología, es decir, el propietario de la fábrica, sería el encargado –en 
forma directa o mediante el desarrollo de jerarquías (gerente, capataz)- de disciplinar y 
 
5 Nisbet, Robert: Historia de la idea de progreso, Buenos Aires, Gedisa, 1981. 
Es la británica la más grande de las razas dominantes que el mundo ha conocido y, por 
consiguiente, el poder determinante en la historia de la civilización universal. Y no puede 
cumplir su misión, que es crear el progreso de la cultura humana, si no es merced a la expansión 
de la dominación inglesa. El espíritu del país tendrá fuerzas para cumplir esta misión que nos ha 
impuesto la Historia y nuestro carácter nacional. [...] El Imperio británico, firmemente unido, y 
los Estados Unidos deben juntos asegurar la paz del mundo y asumir la pesada responsabilidad 
de educar para la civilización a los pueblos retrasados. 
 
Joseph Chamberlain al frente del Ministerio de Colonias Británico, en 1895. 
 
Joseph Chamberlain (1836-1914), empresario y político liberal inglés, fue Ministro de Asuntos Exteriores 
y se destacó como un gran defensor de los intereses imperialistas británicos. 
 
 
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supervisar a los operarios. Se promueve la división del trabajo, a fin de alcanzar una 
economía de trabajo; aunque esa división destruye las capacidades de los operarios, la 
especialización de los mismos en cierta operación en el proceso productivo, genera un 
aumento en la calidad de los productos terminados. 
Se desarrolló una nueva cultura del trabajo y, para ello, fue necesario: la asistencia 
regular al empleo, puntualidad, realización estrictas de las tareas en un tiempo 
determinado. La producción en serie fue posible en virtud de un plan de mecanización. 
Cuando hablamos de mecanización no sólo nos referimos a la utilización de maquinaria 
en la producción, sino a la sistematización del trabajo de los operarios en relación al 
tiempo: acudir al reloj fichador que controlaba horario de ingreso y egreso del 
personal6; controlar el tiempo en el que los operarios tenían frente a sí el producto en 
elaboración que era trasladado por la cinta de montaje. Cada etapa del proceso de 
trabajo en la fábrica fue analizado y estandarizado, ajustando el trabajo de los obreros a 
las exigencias de las máquinas y a la ambición de sus dueños. 
 
Imagen de la película Tiempos Modernos7 de Charles Chaplin en la que un obrero metalúrgico estresado 
por el exigente ritmo de la cadena de montaje termina perdiendo la razón. 
El tiempo comenzó a jugar un papel fundamental en la vida productiva de las personas. 
Frederick Taylor estudió con detalle los movimientos de los trabajadores, calculó el 
tiempo que demandaba cada operación y estableció normas que buscaban la máxima 
eficiencia. Así lo explicaba: “Se adoptó un sistema más perfeccionado de remuneración 
diaria que consistía en pagar en función de la cantidad y la calidad de lo que se 
producía. Al cabo de un tiempo relativamente corto el supervisor estimuló la producción 
de todas las trabajadoras aumentando el sueldo de las que producían más y mejor y 
 
6 En la actualidad, la ciencia ha desarrollado equipos biométricos que miden e identifican alguna característica propia 
de la persona. Entre las técnicas más empleadas de autenticación biométrica se encuentran el reconocimiento de 
huella dactilar, facial, escáner de retina y reconocimiento de iris, por ejemplo. Algunos de ellos son utilizados para el 
control del personal en sus empleos. 
7 Recomendamos el visionado de la película. 
 
 
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reduciéndolo a las que se mostraban inferiores a las otras. Finalmente, despidieron a las 
obreras cuya lentitud y falta de atención era incorregibles. También se hizo un estudio 
detallado con un cronómetro del tiempo necesario para hacer cada operación. Se 
escogió la forma más sencilla de ejecutarlas para eliminar todos los movimientos lentos 
o inútiles y reunir en una secuencia los más rápidos y los que permitían una mejor 
utilización de los instrumentos y de los materiales. Este estudio demostró que las 
trabajadoras perdían charlando una parte considerable del tiempo. Se les impidió hablar 
durante las horas de trabajo colocándolas a una distancia considerable. Las horas de 
trabajo fueron reducidas de diez y media a nueve y media y luego a ocho y media [...]. 
Se introdujo también el trabajo a destajo y cada hora se informaba a las trabajadoras si 
su ritmo era normal o si iban atrasadas. Los resultados finales de este sistema fueron los 
siguientes: a. 35 obreras hacían el trabajo que antes realizaban 120. b. Las obreras 
ganaban 35,5 francos por semana en lugar de los 17,5 anteriores. c. Se trabajaban ocho 
horas y media en lugar de diez y media. d. La precisión en el trabajo había aumentado 
un tercio.”8 
El operario ya no sería más el artesano que elaboraba todo el producto sino que estaría 
encargado sólo de una parte, a veces mínima, de todo el proceso. Esta parcelación del 
trabajo, divididoen actos precisos, simples y repetitivos, fue lo que permitió aumentar 
la productividad. La producción en serie y el trabajo en cadena, propuesto por Taylor y 
perfeccionado por Henry Ford, se generalizó en las grandes industrias. 
 
“La trillada consigna ´time is money´ expresa el imperativo de una sociedad cuyo motor 
fundamental gira en función de la reducción incesante del tiempo de trabajo necesario y 
la 
ampliación del tiempo de trabajo excedente, tal como fue demostrado por Carlos Marx. 
Puesto que el capital en sí mismo, vale decir, no enfrentado a la fuerza creadora del 
trabajo, está muerto, todo tiempo de no-rentabilidad queda penalizado. En efecto, el 
capital no descansa”9. 
 
A partir de la utilización de nuevos sistemas de comunicación, la concepción del 
tiempo, en especial, aquel aplicado al trabajo ha tenido transformaciones. Si bien, 
continúa existiendo un horario de trabajo real y efectivo, con un desarrollo aún mayor 
de los controles de personal; se continúa conectado a las actividades laborales mediante 
los teléfonos e internet. 
 
Nuestra vida gira en torno a la obediencia estricta al paso del 
tiempo. Si observamos a nuestro alrededor, en las estaciones 
ferroviarias, en las plazas, en las iglesias, en algún sitio de las 
casas, en nuestras muñecas encontramos un reloj. 
 
El tiempo forma parte de los mecanismos de institucionalización sociales, del 
establecimiento de conductas que se realizan con regularidad, todo acto humano se 
vincula a mediciones estrictas. Constantemente necesitamos saber qué hora es; pero 
 
8 Texto tomado de García, Margarita y Gastell, Cristina, "Actual. Historia del Mundo Contemporáneo – Bachillerato 
Primer Curso." Barcelona, Editorial Vicens Vives, 2000, p. 80. 
9 Rajchenberg S., Enrique y Héau-Lambert, Catherine, Op. cit. 
 
 
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también hay horarios que se encuentran establecidos socialmente como la hora de 
comer, de dormir, etc. 
Algo que parece natural como el horario en que necesitamos comer o dormir, forma 
parte de una construcción social: el llamado reloj biológico. Se trata de un mecanismo 
de disciplinamiento y autocoacción que hasta parece tan "inevitable y coactivo como la 
estructura genéticamente determinada de una persona"10. Se nos prepara para ocupar 
cierto lugar en el aparato productivo, se nos prepara para "no desperdiciar el tiempo"; y 
quien no respeta esos cánones se encuentra fuera de los parámetros de la normalidad, 
porque en esta la concepción moderna del tiempo y la producción, no hay espacio para 
el ocio. 
 
El tiempo es tan importante en nuestras vidas que, incluso, quienes manejan la 
construcción de discursos respecto de él han instalado construcciones tales como: 
“Con el paso del tiempo, la población americana, las actividades económicas y la 
competencia de España con otras potencias europeas fueron aumentando”; 
“Con el tiempo, se modificó el sistema del monopolio comercial”; 
“Después de un tiempo, los criollos adquirieron poder”. 
 
¿Qué idea generan estas expresiones? Se le asigna al tiempo el rol de transformador de 
las situaciones sociales. Si las modificaciones se producen es por el paso del tiempo y 
no por las decisiones de las personas. Es decir que, expresiones como las citadas aluden 
a un devenir social independiente de las acciones humanas, producido tan sólo por el 
transcurso del tiempo y como si esa senda estuviera predeterminada. Así, es el tiempo el 
que se transforma en motor de la historia y no las decisiones humanas. 
 
Continuando este razonamiento, se entiende que las transformaciones sociales son una 
cuestión de maduración, asimilando los fenómenos sociales a los que se producen en la 
naturaleza. Así, son entendibles frases que se repiten frecuentemente como es cuestión 
de tiempo; el tiempo cura todos los males; con el tiempo las cosas mejorarán, etc. 
 
Estas frases no son sólo construcciones erróneas del lenguaje, sino que tienen una 
significación simbólica que define conductas sociales, un modo de ser en la sociedad. Si 
los males de la sociedad se solucionan por el accionar del tiempo y dejando que el 
tiempo transcurra, ¿qué deben hacer los sujetos sociales? Tan sólo sentarse y esperar, 
cultivar la paciencia y la tolerancia, ya que no hay nada que puedan hacer, nada que 
puedan modificar porque la historia seguirá el camino naturalmente preestablecido. 
Como vemos, esta concepción anima a los sujetos a adquirir comportamientos pasivos 
ante las distintas situaciones, a aceptar ese natural devenir en el que se hallan inmersos 
como algo inevitable. 
 
Esta concepción acerca del tiempo se convierte en un obstáculo para el desarrollo de 
una mirada crítica de nuestra propia realidad, porque nos lleva a concebirnos como 
sujetos sociales viviendo por el tiempo y no, haciendo el tiempo. Este pensamiento no 
aporta para que las personas conciban al tiempo histórico como una construcción social 
inherente a los seres humanos organizados en sociedad. 
 
 
10 Elias, Norbert: Sobre el tiempo, México, Fondo de Cultura Económica, 1989, p. 25. 
 
 
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Es el tiempo histórico el que hace comprensibles las transformaciones que se producen 
en el interior de una sociedad. “[...] El tiempo es una relación creada para coordinar y 
dar sentido a los cambios producidos en cada sociedad, en cada cultura, en cada 
civilización”. No se trata sólo de una cronología de los hechos sociales sino de 
comprender cuál fue el alcance, la injerencia, los condicionamientos que conformaron el 
presente tal como es. La construcción del concepto de tiempo histórico requerirá de 
situaciones de enseñanza que posibiliten el reconocimiento de cambios y de 
permanencias. A partir de los recortes seleccionados se posibilitará la comparación entre 
el pasado y el presente (sin perder la idea de proceso), la caracterización de las formas 
de vida presentadas permitirá a los alumnos ubicar elementos y actividades humanas en 
distintos momentos, reconocer rupturas, regularidades, ritmos de cambio, duraciones 
diversas (tiempo corto, medio, largo) y avanzar en la comprensión del devenir histórico. 
Recordemos, los cambios no se producen por el tiempo sino a través del tiempo por la 
acción y decisión de los sujetos sociales. 
 
Para analizar lo que acontece en la sociedad es imprescindible tener en cuenta la 
dimensión temporal. Ella nos permite advertir el eje temporal de la intención, el tiempo 
en el que nos proponemos, planeamos o tratamos de realizar algo; la segunda es el eje 
temporal de la sucesión. Las ideas de pasado, presente y futuro, transcurso y dirección, 
flujo y cambio, se asocian exclusivamente con el eje temporal de la intención. Son 
expresiones de nuestro campo de experiencia en el presente que fluye. En cambio, las 
ideas de anterior y posterior, antes, durante y después, cambios, discontinuidad, 
constancia y permanencia, se asocian exclusivamente con el eje temporal de la sucesión. 
Además, permite encarar el estudio sincrónico de las sociedades identificando sus 
rasgos económicos, políticos, tecnológicos, culturales, en el contexto de una época 
determinada. Y, la perspectiva diacrónica que promueve las capacidades de 
representación y medida del tiempo, identificación de factores de cambio y permanencia 
y de las repercusiones de los acontecimientos, coyunturas y procesos a corto, mediano y 
largo plazo. 
 
 
 Plaza de Mayo, fines siglo XIX. Plaza de Mayo, 1950. 
 
Las fotografías son una herramienta interesante que, en este caso nos permiten realizar 
un análisis diacrónico del espacio de la Plaza de Mayo, observando con detenimiento las 
imágenes podemos advertir cambios, permanencias. Pero también podemos poner en 
juego el eje temporal de la sucesión, incorporando al análisislas ideas de anterior y 
posterior y las del eje temporal de la intención. Si indagamos un poco más, en el 
 
 
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 Mapa griego 700 a.C. 
contexto histórico en el que fueron tomadas las fotografías podremos explicarnos mejor 
los motivos de los cambios y permanencias que se advierten a partir de la observación. 
 
 
2) La dimensión espacial de las sociedades: Todas las sociedades se establecen en un 
espacio, que se concreta en paisajes algunas veces más naturales, otras más culturales. 
Es el ámbito donde las poblaciones despliegan su vida, donde se manifiestan las 
interacciones entre el ámbito físico y la actividad humana y donde quedan al 
descubierto los efectos de sus decisiones. Estas sociedades modifican, conforme a sus 
necesidades políticas, sociales, económicas, el marco natural en que se establecen y el 
contenido humano existente, sirviéndose para ello de la ciencia y la técnica. 
 
Así los integrantes de la sociedad, organizan el espacio, cuyos cambios y permanencias 
pueden ser percibidos a través del tiempo; porque el paisaje, la organización espacial 
actual no siempre fue como se presenta actualmente, resulta imprescindible reconocerle 
un pasado y será la indagación del mismo, la que permita explicar la naturaleza de los 
cambios, las decisiones que se tomaron para estructurarlo de esa forma, los motivos que 
justifican las decisiones, los mecanismos utilizados y los problemas que sobrevienen a 
partir de ellas. 
 
El espacio como producto social, da cuenta de los procesos, relaciones y decisiones 
humanas, por lo tanto su conocimiento debe superar la visión empirista que se centra en 
el análisis del paisaje o la utilitaria que lo coloca como escenario de los 
acontecimientos, para ser concebido como un producto social de construcción histórica, 
pasible de ser interpretado y modificado ya que cuando hombres y mujeres ordenan el 
entorno le otorgan valores y significados propios. Las representaciones son un medio 
para transmitir ideas y conocimientos sobre el espacio. En estas representaciones no 
sólo aparecen ilustrados tierras y mares sino también la conexión entre un mundo 
mental interno y un mundo físico externo y se devela a través de ellas el bagaje cultural 
que pesa sobre cada uno de nosotros. 
 
La geografía tradicional ligaba la enseñanza del espacio en el contexto escolar al 
manejo de las técnicas cartográficas (conocer la función de las líneas y puntos 
imaginarios, el sistema de coordenadas, la distancia entre un lugar y otro); y mostraba, a 
través de los mapas, un espacio absoluto, supuestamente objetivo. Esos mapas, en tanto 
representaciones gráficas del espacio, contienen implícita o explícitamente una 
connotación ideológica que se vincula con la visión de quien los dibujó y con la época 
que le dio origen. 
 
Los documentos cartográficos atestiguan la historia de 
la cultura humana. El material cartográfico permite 
percatamos de las formas e ideas que las sociedades 
han tenido sobre su entorno y el planeta. Los mapas 
son mediadores entre un mundo físico y uno mental, 
porque cuando se elabora un mapa se lo construye 
de acuerdo a los valores de vida, símbolos, avances 
técnicos que pertenecen a cierta época y lugar. 
 
 
 
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Historia de la Cultura 
 
Entre los pueblos antiguos, los mapas se realizaban para decir a otros pueblos los 
espacios o lugares que les pertenecían y que ellos habían experimentado. 
En este mapa griego fechado en el año 700 a.C., el océano marca los límites de las 
tierras conocidas, concebidas como un disco circular con Grecia en su centro, y es 
también el mar el que baña los contornos de los reinos y ciudades míticas. El mar 
Mediterráneo queda prácticamente encerrado por las tierras europeas, del norte de 
África y el Asia Menor. 
 
El Nilo en Egipto parece que por entonces era el más importante río conocido. También 
se detallan las islas ubicadas en el Mar Mediterráneo; islas que los griegos conocían 
bien debido al desarrollo de actividades marítimas y comerciales. En esas islas, habían 
fundado puertos y pequeños poblados. 
 
Para confeccionarlo, el cartógrafo debió tener acceso a la información generada por 
distintos viajeros, comerciantes, marinos y aventureros que quizá la recogieron de otros 
personajes igualmente anónimos e inquietos que recorrieron esas tierras y mares. 
 
Pasando al continente americano, antes de la llegada de los europeos, muchos pueblos 
registraron su historia en libros llamados códices. Guaman Poma de Ayala (Perú, 1530-
1616) fue el primer cronista, que escribió "Nueva crónica y buen gobierno" para 
enviarla al rey de España informando sobre los abusos de los conquistadores. 
 
El mapa muestra el este arriba 
con Los Andes y más allá Brasil, 
el oeste abajo con el Océano 
Pacífico, a la izquierda el norte, 
hacia la derecha el sur y en el 
centro el Tahuantinsuyu. 
Alrededor del mapa hay una 
leyenda: “Mapamundi del Reino 
de las Indias Un reino llamado 
Antisuio hacia el derecho de la 
Mar del Norte. Otro Reino 
llamado Collasuio sale so(l). Otro 
Reino llamado Consesuio hacia 
la Mar del Sur, llanos. Otro 
Reino llamado Chincaisuio 
Puni(en)te sol”. 
 
 
 
El mapa presenta al Tahuantinsuyu (Imperio de los Incas) como si fuera una gran isla. 
El territorio posee un área montañosa que lo bordea en la parte superior dejando un área 
de mar y otra de cielo. El territorio tiene una zona montañosa y boscosa que bordea toda 
la región superior de la gran isla y desde donde fluyen ríos que bañan todo el espacio. 
En el cielo pueden observarse a la izquierda una luna en cuarto menguante con su cara y 
rodeada de estrellas y, a la derecha, el sol también con cara y abundantes rayos. Lo que 
indicaría que mientras en un sector es de noche en el otro extremo es de día. El mar 
rodea todo el espacio representado y aparecen en él distintas especies marinas, ballena, 
 
 
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Historia de la Cultura 
 
pez espada, lobo marino, también dos barcos, una barcaza y una sirena. Se pueden 
observar pequeños dibujos que representan a hombres y mujeres que en parejas 
simbolizan a los habitantes de la región. A derecha e izquierda del eje central están el 
escudo papal y el escudo Real de Castilla. Aunque Lima era, por entonces, la capital del 
Virreinato del Río de la Plata, para Guamán Poma el Cusco seguía siendo el centro del 
mundo andino, y por tanto, del universo. 
 
Como vemos, la concepción de espacio difiere para las 
distintas sociedades, aunque podemos advertir una 
coincidencia: la tendencia hacia el etnocentrismo. 
Etnocentrismo que se ha expresado de muchas 
maneras y la cartografía ha sido uno de los soportes de 
esas expresiones. 
 
 
 
Cuando pensamos en la Tierra la 
primera idea que nos viene a la mente 
es la de este mapa: Como venimos 
desarrollando, los mapas surgieron a 
partir del surgimiento de la 
organización social. ¿Por qué este 
mapa será el que llevamos impreso en nuestras 
mentes? ¿Estará impregnado de etnocentrismo? ¿Es la 
representación más fiel a la Tierra? 
 
 
Etnocentrismo 
 Según el Diccionario de la Real Academia Española, es la “tendencia emocional que 
hace de la cultura propia el criterio exclusivo para interpretar los comportamientos de otros 
grupos, razas o sociedades”. 
 El etnocentrismo es el acto de ver y analizar al mundo de acuerdo con los parámetros 
de la cultura propia. El etnocentrismo suele implicar la creencia de que el grupo étnico 
propio es el más importante, o que algunos o todos los aspectos de su cultura son superiores 
a los de otras. Dentro de esta ideología, los individuos juzgan a otros grupos en relación a su 
propia cultura o grupo particular, especialmente en lo referido al lenguaje, las costumbres, 
comportamientos, religión, creencias; buscando la conservación de un espacio o territorio 
bien delimitado y de intereses propios.Esos elementos son los que van configurando la 
identidad cultural. 
 En situaciones donde se presentan conflictos entre culturas, las concepciones 
etnocéntricas de superioridad se vinculan a sentimientos de desconfianza y temor y con 
acciones que son diseñadas para limitar el contacto con integrantes de otros grupos para 
ejercer discriminación. 
 En medio de conflictos culturales, el etnocentrismo es acompañado por xenofobia, 
discriminación, prejuicios, separación física de los grupos y la construcción de estereotipos 
negativos hacia el otro. 
 
 
 
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Historia de la Cultura 
 
Gerhard Kremer (1512-1594), alias Mercator, estudió filosofía, matemática y geografía 
y fue un eminente cartógrafo; realizó trabajos para el emperador Carlos V. En pleno 
proceso 
de expansión ultramarina de los países de Europa, los navegantes necesitaban llevar su 
barco de un lugar a otro y, para eso, tenían que poder calcular fácilmente la distancia 
más corta entre dos puntos sobre la superficie esférica de la Tierra. La proyección de 
Mercator creó mapas más exactos y útiles para la navegación que ninguno hasta 
entonces. Su uso se extendió durante el siglo XVIII e incluso ha llegado hasta nuestros 
días. 
 
Mercator diseñó un mapamundi en el año 1569 
como resultado de dibujar el mapa del mundo 
sobre la superficie de un globo, recortarlo en 
gajos y luego completar los espacios vacíos. 
Las zonas cercanas al Ecuador son las que 
quedarán más fieles a la realidad. Pero hacia el 
norte y hacia el sur, cuanto más se aleje del 
Ecuador, las distorsiones aumentarán. Por ese 
motivo, los polos no serán representables en el 
mapa. Los meridianos están dibujados como 
líneas rectas al igual que los paralelos, siendo perpendiculares a los primeros. 
 
El mapa quedaba armado por cuadrículas que favorecían la ubicación de la ruta entre un 
lugar y otro, el marinero podía dibujar una línea recta en el mapa, determinar el rumbo y 
zarpar hacia su destino. 
 
En tiempos en que “descubrían” amplias zonas del mundo en un breve lapso, extendían 
su comercio, obtenían riquezas metalíferas, dominaban grandes extensiones de tierra y 
de personas que servían como mano de obra, su autoestima, la valoración que tenían de 
sí mismos como europeos fue plasmada en la representación del espacio elaborada por 
Mercator, como una elección política, ideológica, cultural. Como otros pueblos, los 
europeos, también se colocaron en el centro del mapa. Es decir, mantuvieron la postura 
etnocentrista característica de las representaciones espaciales de todas las sociedades. 
 
Treinta años después de la muerte de Mercator, su mapa se había extendido por Europa 
y por todos los territorios conquistados como el standard clásico de la percepción 
geográfica 
del mundo hasta nuestros días. 
 
En el proceso de creación del paradigma de Mercator estaban presentes dos cuestiones: 
una metodológica y no resoluble del todo y otra de carácter eurocentrista. La primera 
tiene que ver con el problema de proyectar la superficie de un cuerpo esférico sobre un 
plano. Al tratar de realizar tal tarea, el cartógrafo determina las propiedades del cuerpo 
redondo que quiere privilegiar en su representación plana, es decir, escoge entre una 
serie de criterios de proyección los que considera más importantes, debido a que es 
imposible mantener todas las propiedades originales del objeto. 
 
 
 
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Historia de la Cultura 
 
 
 
Obviamente se privilegió la zona del globo 
donde se encontraba situada Europa, 
colocándola como centro del mundo y por 
ende, también se privilegió el tamaño del 
mundo ubicado hacia el norte del Ecuador, es 
decir, la región donde se encuentra ubicada 
Europa, generando una importante distorsión, 
del tamaño relativo de las masas 
continentales, inflando las zonas del norte a 
costa de las regiones ecuatoriales. En realidad 
el norte mide 52.000.000 km2 y el sur, lo 
duplica, tiene una extensión de 100.000.000 
km2. Pero eso en el mapa no se ve. 
 
 
Según el mapa, Europa parece más grande que 
Sudamérica, cuando en realidad tiene poco más 
de la mitad de su tamaño. Europa tiene una 
extensión de 9.700.000 km2 y América del Sur 
17.819.100 km2. Las deformaciones del mapa 
Mercator no parecieron sorprender a los europeos 
en la época de la expansión del imperio colonial 
europeo y ratificaron su carácter eurocentrista. 
 
 
 
El mapa Mercator llegó a América al mismo 
tiempo que los conquistadores. Fue impreso en 
libros, pasó al sistema escolar, es utilizado 
como “la” imagen de la Tierra. Lo usamos 
acríticamente y lo tomamos como si fuera la 
Tierra misma. Es más, se nos enseñó a mirarlo 
de una determinada manera, por eso, nos 
sentimos molestos cuando vemos este mapa 
que está al costado. 
Seguramente pensamos que está al revés, patas 
para arriba. Lo cierto es que no hay un modo correcto de ver el mundo porque en la 
inmensidad del cosmos no hay arriba o abajo, derecho o revés, norte o sur. Pero, tantos 
años de escolarización, tantos años de mostrarnos el mapamundi de una forma 
determinada grabaron en nuestra mente una imagen como la correcta e inhibieron la 
posibilidad de pensar que se puede concebir el espacio de otros modos. 
 
Como pueblo conquistado y colonizado por los europeos, a la herencia colonial del 
idioma y la religión católica, tenemos que agregar la concepción que los 
latinoamericanos tenemos del espacio geográfico, y de nosotros en el mundo. La 
utilización hegemónica del mapa Mercator con una Europa pujante en el centro del 
mundo continúa estando presente hasta la actualidad. En el siglo XVI y XVII 
predominaron España y Portugal en usufructo de su expansión; en el siglo XVIII y XIX 
la Gran Bretaña en desarrollo industrial, a la que se sumaron otras potencias europeas 
 
 
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Historia de la Cultura 
que iniciaron -a mediados del siglo XIX- ese proceso, convirtiéndose en competidoras 
de los británicos e iniciando una nueva etapa de expansión y dominio colonial sobre 
América, África y grandes sectores del Asia que se manifestó en el curso de la primera 
mitad del siglo XX. Esta primacía europea continuó reflejándose en la cartografía y 
también fue justificada a través de discursos orales y escritos y de la transmisión 
cultural que se realizó, tanto en los países europeos como en sus dependencias. La 
supremacía europea fue adoptando distintos nombres en el siglo XIX se reconocieron 
como los civilizadores que debían luchar contra la barbarie. En el siglo XX se 
denominaron primer mundo en contraposición al tercer mundo y, también países 
desarrollados en oposición a los subdesarrollados, a los que se estaban llamados a 
dominar. 
 
 
 
Analicemos el caso Malvinas a través de la cartografía en uso. 
 
Escuchamos comentarios respecto de porqué dos pequeñas islas generan a la Argentina 
tantos problemas, qué sentido tiene –dicen los comentarios- seguir reclamando unos 
territorios tan pequeños y sin ninguna importancia para el país. 
 
Generalmente, en la escuela y los medios de comunicación, se nos plantea la 
importancia geoestratégica del archipiélago al ser la vía de comunicación entre el 
Océano Atlántico y el Pacífico; también se destaca que junto a las islas Shetland y 
Sandwich del Sur son la continuidad de la plataforma continental submarina argentina y 
del mar territorial; otra cuestión que se destaca es que son un puente natural que nos une 
con la reserva de agua potable más importante del mundo: la Antártida y que además, 
conforman casi un tercio de nuestro territorio nacional. Mire el mapa de la izquierda, 
que es el que está acostumbrado a ver en libros, revistas, televisión y vea si el mapa le 
permite verificar los enunciados anteriores. Luego mire el mapa de la derecha y saque 
sus propias conclusiones. Se entiende cómo la cartografía genera representaciones 
mentales y su discurso de poder nos lleva a sostener ciertas afirmaciones que sonconvicciones sociales. 
 
La Ley N° 26.651, promulgada el 15 de noviembre de 2010, establece la obligatoriedad 
de utilizar en todos los niveles y modalidades del sistema educativo como así también 
en su exhibición pública en todos los organismos nacionales y provinciales, el mapa 
bicontinental de la República Argentina el cual muestra la Antártida Argentina en su 
real proporción con relación al sector continental e insular. El artículo 4º de la ley 
26.651 establece que: “Las editoriales deberán incluir el mapa bicontinental de la 
República Argentina, referido en la presente, en las nuevas ediciones de los libros de 
texto. Los textos editados con anterioridad deberán incorporar el mapa bicontinental en 
caso de reimpresión o reedición”. 
 
 
18 
 
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Historia de la Cultura 
 
 
 
 
 
Mercator diseccionó a la Tierra para representarla como 
imagen cognoscible, le quitó su tridimensionalidad para 
perpetuarla en la bidimensión. En la concepción impuesta, el 
mundo es bidimensional, no porque la Tierra lo sea, sino 
porque la representación que perpetuaron los europeos lo es. 
Hemos sido educados en la idea de que Europa es el centro del 
mundo y esto ha influido en la consideración de que allí se 
desarrolla un pensamiento, acción y sociedades a las que es 
imprescindible imitar. 
 
Mediante los mapas se impone un modo de ver y entender el mundo; el mapa estructura, 
ordena nuestro modo de concebir el espacio, de concebirnos en el espacio y en el 
mundo. Las sociedades ubican sus territorios en el centro de sus mapas del mundo, y de 
esa manera demarcan el espacio propio, delimitan el espacio en relación a “los otros”. 
El ubicarse en el centro contribuye a que los integrantes de la sociedad desarrollen una 
identidad social positiva y una alta autoestima. Arturo Jauretche en su libro “Los 
profetas del odio”, planteaba en 1957: 
 
 
“He propuesto una visión del mundo desde aquí, 
desde nuestro lugar. Ello nos ayudará a ver el 
mundo desde nuestro propio ángulo y a comprender 
nuestro papel. El de América Latina es otro 
planisferio, que arroja a las grandes potencias a los 
arrabales del planeta. Es preciso incorporar a los 
hábitos del pensamiento argentino la capacidad de 
ver el mundo desde nosotros, por nosotros y para 
 
 
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Historia de la Cultura 
 
Sala de hospital a comienzos del siglo XX. 
nosotros. Para pensar como argentinos necesitamos ubicarnos en el centro del mundo y ver el 
planisferio desarrollado alrededor de ese centro […] nunca seremos nosotros mismos si 
continuamos colocándonos en el borde del mapa, como un lejano suburbio del verdadero 
mundo”. 
 
 
 
Puesto que las coordenadas de nuestro universo son espacio-
temporales, el planteamiento sobre el tiempo implica 
necesariamente la dimensión espacial. Este universo espacio-
temporal no es una abstracción, sino un mundo habitado que 
construye socialmente estas coordenadas. El espacio habitado 
se vuelve entonces territorio. Éste y el tiempo transforman 
nuestra simple geometría en complejas relaciones de poder. 
Tiempo y espacio socialmente construidos devienen el objeto 
de conflicto cuando los grupos sociales o los Estados 
nacionales se apoderan de ellos e imponen su unidad de 
medida. 
 
Al igual que con el tiempo histórico, hay una tendencia a la homogeneización de la 
mirada en relación al espacio: Europa en el centro del mundo, el modo de concebir el 
aula de clases. Recuerde los contenidos de la clase 3, al trabajar el tema “Escuela y 
control social”. 
 
En la escuela, la disposición espacial de los pupitres, del escritorio del docente, las 
ventanas internas y puertas vidriadas, tienen la finalidad de promover una capacidad de 
disciplinamiento y autocontrol que los individuos luego reproduzcan en su accionar 
cotidiano: generando temor, inhibiendo el hacer 
fuera de lo estrictamente establecido. 
 
La distribución espacial de las máquinas y los 
trabajadores en la fábrica; de las camas en la sala 
de un hospital; de las celdas en la cárcel, tienen 
la misma finalidad. Siempre hay un espacio 
destinado al capataz, a los enfermeros, a los 
centinelas que le permiten ver todo, controlar 
todo. Ese es el espacio al que llamamos 
panóptico. 
 
La utilización del espacio en una casa y la ubicación de 
la casa en el barrio, brinda elementos interesantes a 
tener en cuenta para el análisis de la realidad social en 
la que debemos desarrollar nuestra actividad. 
 
Continuando con el ejemplo el proceso de revolución industrial iniciada en Europa a 
fines del siglo XVIII y comienzos del siglo XIX, diremos que provocó mejoras en la 
alimentación, el aumento de la población, la aplicación de tecnología industrial en la 
producción agrícola y, por ende, la desocupación y la emigración masiva de campesinos 
a la ciudad en busca de trabajo en las industrias. Las familias necesitaban alojamiento y 
 
 
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Historia de la Cultura 
 
Vista de un barrio obrero de Londres. 
comenzaban a instalar sus viviendas en los alrededores de las industrias, con una 
distribución concentrada y sin planificación previa. 
 
 
 
Los dueños de las fábricas 
construyeron casas de alto, con 
innumerables habitaciones, para 
arrendarlas a las familias trabajadoras 
y ejercer el tutelaje de las mismas. 
Estos barrios no contaban con agua 
potable, drenaje, alumbrado, calles, ni 
otros servicios. El hacinamiento y las 
pésimas condiciones de higiene, 
provocaron un deterioro creciente del 
ambiente y de la salud de las personas. 
 
“Es indudable que parece existir algo 
en las grandes ciudades, y hasta en las 
de mediano tamaño, particularmente 
desfavorable para la vida humana en 
sus primeras etapas. La parte de la comunidad sobre la que recae principalmente la 
mortalidad, parece que se debe a la falta de ventilación y al aire contaminado, que puede 
suponerse perjudiciales a los tiernos pulmones de los niños, así como el mayor grado de 
encierro al que tienen que someterse casi por necesidad. Un matrimonio con la mejor 
salud, que lleva una larga vida regular y tranquila pocas veces halla que sus hijos gocen 
de la misma salud en las ciudades que en el campo. Según cálculos anteriores, en 
Londres la mitad de los que nacen, mueren antes de llegar a los 3 años; en Viena y 
Estocolmo antes de los 2, en Manchester antes de los 5”. 
 
Así describía Thomas Robert Malthus las consecuencias que provocaba el hacinamiento 
en las ciudades surgidas durante el proceso de industrialización en su “Ensayo sobre el 
principio de población” escrito en 1798. 
 
Como vemos, la organización espacial se vincula 
directamente al desarrollo de la vida de la sociedad, a 
los sectores sociales que se instalarán en ese espacio –
incluso al componente étnico que se establecerá en 
ellos-, a los problemas que se presentan en cada 
comunidad, a las decisiones gubernamentales o sociales 
para solucionar esas problemáticas. 
 
El espacio del barrio. 
 
“Como asiento de una determinada comunidad, el barrio sirve como marco de vida para 
el desenvolvimiento de la actividad humana. Su escala permite la interacción y 
solidaridad entre individuos, el aprendizaje, la expresión política, el desarrollo de una 
base económica y diversos niveles de privacidad necesarios para la vida familiar y 
doméstica. 
 
 
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Historia de la Cultura 
 
La supervivencia de las comunidades en especial de las más débiles, se garantiza a 
partir de las redes de solidaridad y resistencia que se forman en el territorio del barrio 
que sirve como escenario y facilitador de dichas relaciones. 
 
Como estructura física atiende las necesidades de diversos grupos por edad e interés y 
favorecen el intercambio y la comunicación, la expresión social y política y la 
formación de esquemas de autogestión y organización. 
 
Pero también satisface las necesidades individuales y sus derechos, tales como la 
privacidady personalización, brindando al individuo un referente y una posición en el 
mundo”.11 
 
Para analizar los barrios de una ciudad, es importante tener en cuenta la posición 
relativa que cada uno de ellos ocupa en la estructura urbana, el carácter de la comunidad 
que lo habita y la base económica que lo sustenta. 
 
La escritora francesa Flora Tristán (1803-1844) nos ayuda a entender, a partir de los 
criterios que expresáramos precedentemente, la distribución espacial de la ciudad de 
Londres en el siglo XIX. 
 
Decía: “Londres tiene tres sectores bastante diferentes: La cité, el west end y los 
faubourgs. 
 
La primera es la antigua ciudad (La cité), que, a pesar del incendio ocurrido bajo el 
reinado de Carlos II, ha conservado gran número de pequeñas callecitas estrechas, mal 
alineadas, mal construidas, y los bordes del Támesis obstruídos por casas bañadas en 
sus cimientos por las aguas del río. […] Se ve una multitud de iglesias y de capillas 
pertenecientes a todas las religiones, a todas las sectas. Los habitantes de esta división 
son considerados por aquellos del west end como los John Bull de pura sangre; son, en 
su mayor parte, excelentes mercaderes que se equivocan raramente acerca de sus 
intereses y a quienes nada afecta, salvo estos mismos intereses. Las tiendas, donde 
muchos de ellos han hecho grandes fortunas, son tan sombrías, tan frías y tan húmedas, 
que la aristocracia del west end desdeñaría semejantes locales para guardar sus caballos. 
Los hábitos, las costumbres y el lenguaje de la cité se hacen notar por sus formas, sus 
matices, sus usos, sus locuciones que los elegantes del west end llaman vulgarity. 
 
El west end está habitado por la corte, la alta aristocracia, el comercio elegante, los 
artistas, la nobleza provinciana y extranjeros de todos los países -esta parte de la ciudad 
es soberbia-; las casas están bien construidas, las calles bien alineadas, pero 
extremadamente monótonas. Allí se encuentran los brillantes coches, las damas 
magníficamente engalanadas, los dandys caracoleando sobre caballos magníficamente 
enjaezados, un mundo de criados cubiertos de ricas libreas y armados de largas varas 
con empuñadora de oro y de plata. 
 
 
11 Buraglia, Pedro G.: “El barrio desde una perspectiva socio-espacial. Hacia una redefinición del concepto” en Barrio 
Taller, Serie Ciudad y Habitat, N°5, Bogotá, 1998. 
 
 
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Historia de la Cultura 
Los faubourgs, arrabales a causa de los arrendamientos baratos, encierran a los obreros, 
las mujeres públicas y aquella turba de hombres sin destino que la falta de trabajo y los 
vicios de toda clase conducen al vagabundaje, o a quienes la miseria y el hambre 
fuerzan a convertirse en mendigos, en asaltantes, asesinos. El contraste que presentan 
los tres sectores de esta ciudad es aquel que la civilización ofrece en todas las grandes 
capitales; pero es más chocante en Londres que en ninguna otra parte. Se pasa de esa 
activa población de la cité que tiene por el único móvil el deseo de ganar, a aquella 
aristocracia altanera y despectiva, que viene a Londres cada año para escapar a su tedio 
y hacer muestra de un lujo desenfrenado, o para gozar del sentimiento de su grandeza a 
través del espectáculo de la miseria del pueblo. 
 
Finalmente, en los arrabales está aquella masa de obreros tan flacos, tan pálidos y cuyos 
niños tienen un semblante tan lastimoso. Enseguida los enjambres de las prostitutas de 
andar desvergonzado, de miradas lúbricas; aquellas brigadas de hombres ladrones de 
profesión que, como aves de presa, salen cada noche de sus guaridas para lanzarse sobre 
la ciudad, donde roban sin temor y se entregan al crimen, seguros de poder desaparecer 
de la persecución de la policía, que es insuficiente para alcanzarlos en tan inmensa 
extensión”12. 
 
 
La descripción de Flora Tristán nos permite adentrarnos en la 
estructura de una ciudad. La escritora advierte a partir de la 
existencia de zonas bien diferenciadas en su aspecto 
morfológico y por las funciones y actividades que se llevan a 
cabo en ellas. En la actualidad, en las ciudades podemos 
distinguir: centro, periferia, suburbana, rururbana. 
 
 
El centro: Suele ser la zona más antigua de las ciudades. Las ciudades de larga tradición 
tienen un casco histórico con edificios emblemáticos combinados con otros nuevos. 
Mantienen funciones residenciales y se especializan en actividades terciarias 
(administrativas, financieras, turísticas y de servicios). Sus ensanches del siglo XIX y 
principios del XX se incorporan al centro histórico. 
 
Las ciudades nuevas tienen un distrito central de negocios organizados en plano regular 
y 
con fuerte desarrollo en altura de los edificios. Es el centro comercial y financiero. En 
los últimos años aparecen nuevos distritos centrales de negocios en la periferia 
perdiendo influencia el distrito central. En ambos modelos la concentración de 
actividades y población provoca problemas de congestión de tráfico y de 
contaminación. 
 
La periferia urbana: El fuerte desarrollo de los transportes y comunicaciones favorece la 
expansión de la periferia de la ciudad. Las zonas suburbanas son las periféricas de la 
ciudad que mantienen la continuidad urbana. En ellas se han creado abundantes barrios 
de viviendas unifamiliares para la población de nivel económico medio y alto. Este 
modelo es típico de las ciudades estadounidenses. 
 
12 Tristán, Flora: Paseo por Londres, Lima, Biblioteca Nacional del Perú, s/f edición, p. 15-16. 
 
 
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Historia de la Cultura 
 
Para satisfacer las necesidades de esa abundante población han proliferado los centros 
de ocio y las superficies comerciales. También se han desarrollado junto a polígonos 
industriales tradicionales parques empresariales, tecnológicos y científicos. Todas estas 
instalaciones convierten estos barrios dormitorios o fabriles en auténticos “centros 
alternativos". 
 
La zona rururbana: La población de alto nivel económico y elevada cualificación exigen 
mayores calidades medioambientales para vivir. Huyendo de los centros, crean 
urbanizaciones de casas unifamiliares espaciadas o barrios cerrados. 
 
Con las facilidades para la deslocalización, surgen empresas terciarias o industriales que 
cumplen con las exigencias de calidad de vida en el trabajo. Hay también parques 
empresariales, industriales de alto valor añadido y complejos científicos. 
 
A la vez perviven explotaciones agrícolas y ganaderas que se ven rodeadas por estas 
nuevas zonas urbanas por lo que tienden a desaparecer. 
 
 
También, en un barrio se puede distinguir un centro y 
una periferia, ciertas funciones que desempeña y unos 
elementos que lo componen. 
 
 
Entre las funciones que desempeña mencionamos: 
• Albergar de diversos estratos sociales, modos y estilos de vida. 
 
• Sostener una determinada actividad económica particular y diversa. 
 
• Mantener unos componentes urbanos a determinada escala: cobertura y acceso 
a los servicios comunitarios construidos por el Estado en el barrio; el valor de la 
tierra en función de la ubicación del predio y su vinculación con la prestación de 
servicios, equipamiento, tipo de viviendas existentes en las cercanías. 
 
Además, en todo barrio podemos advertir los siguientes componentes: 
“El territorio: Todo barrio posee unos límites identificables y precisos, que pueden ser 
encontrados en cambios morfológicos o espaciales o a través de la percepción de sus 
habitantes; a veces coincidiendo con accidentes físicos, bordes naturales o barreras 
creadas, definen un territorio específico. 
 
La malla de circulación: Dependiendo de su forma y organización espacial, la malla de 
circulación determina los elementos de la agrupación en manzanas y regula la 
intensidad y tipo de relaciones físicas que se pueden dar en un determinado espacio 
urbano ya quepuede favorecer o inhibir la articulación, el intercambio o el desarrollo de 
ciertas actividades de servicios comerciales o institucionales, la circulación de 
transportes o favorecer o evitar las posibilidades de encuentro y socialización y el 
intercambio de información y valores. 
 
 
 
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La centralidad: Aún en forma rudimentaria o embrionaria, todo barrio posee al menos 
un centro de actividad social y comunitaria identificable como tal. Su importancia y 
necesidad como parte componente de la estructura del barrio se hace evidente por el uso 
y transformaciones que la comunidad le asigna a una parte del espacio urbano, 
generalmente un área libre, un cruce vial o un sitio que concentra varias tiendas, etc., 
donde comienzan a darse reuniones públicas, se asienta el mercado semanal, tienen 
lugar manifestaciones religiosas o políticas, y se convierte en lugar de encuentro para 
diversos grupos sociales. La centralidad es uno de los elementos que más impacto 
ejercen sobre los cambios en el barrio y respecto al crecimiento de la ciudad. 
 
Los equipamientos sociales: El barrio se caracteriza igualmente por la presencia de 
estructuras de apoyo a la actividad residencial, ya sea alojadas en viviendas, ya como 
edificaciones singulares, sueltas o formando parte de las manzanas. A menudo, son la 
materialización de diversas reivindicaciones laicas como la escuela, la recreación o el 
centro de gobierno local. Incluye además, la capacidad de autonomía o 
autoabastecimiento que posee un barrio para permitirle al usuario encontrar lo que se 
necesita cuando se necesita. Esto se logra atendiendo la demanda del barrio, primero 
social y luego económica, para autoabastecerse en las actividades cotidianas y en casos 
de emergencia y previendo la posibilidad de apoyar otros asentamientos o barrios 
vecinos. 
 
Los referentes o hitos: Estos son […] lugares donde han ocurrido eventos o situaciones 
históricos de valor o interés local que han quedado registrados en las efemérides de sus 
habitantes y que le asignan un significado particular al sitio, monumento o edificación 
los cuales se distinguen por su nombre, localización o forma. El referente sirve de 
memoria y de articulación entre el presente y el pasado, pero también como punto de 
localización y orientación al usuario. Este componente se vincula al concepto de 
arraigo, entendido como la necesidad existencial de poseer “un punto de referencia” 
espacio-temporal. 
 
La vivienda: Todo barrio se caracteriza por […] la existencia de una proporción 
significativa de espacio urbano destinado a la actividad residencial. Pero también, se 
presentan en él construcciones […] con funciones específicas distintas a la vivienda, 
como edificios industriales, comerciales, religiosos o institucionales. 
 
Las vinculaciones en el espacio urbano se generan a voluntad del usuario. Se producen 
diversas relaciones de contacto con sus vecinos sin sacrificar su privacidad, no a la 
disolución de los niveles de privacidad. Existe una cierta paradoja en este aspecto ya 
que la sociabilidad depende igualmente de la clara definición entre los dominios público 
y privado. Se oponen al logro de esta cualidad, los espacios cerrados, los muros ciegos 
de las urbanizaciones y conjuntos. Ayuda la disposición de equipamientos, espacios 
libres y sitios de reunión, los espacios mediadores o interfaces de comunicación entre 
los dominios públicos y privados y la construcción de una malla urbana accesible e 
intensa en contactos y conexiones. 
 
El espacio urbano posee, por lo tanto, características y atributos que favorecen el 
desenvolvimiento de la vida social, pero es también el medio que permite su regulación 
y control, a partir de la naturaleza material de sus componentes físicos y de la forma 
como estos se organizan. 
 
 
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Desde este punto de vista, la forma edificada no es solamente un “envoltorio” de 
cualidades estéticas, sino una forma sutil de organización espacial, para controlar y 
perpetuar una organización social y el desarrollo de sus relaciones […]. 
 
El punto de partida para entender la relación entre forma urbana y relaciones sociales es 
el de aceptar que dicha forma, dependiendo de la manera como se organiza, cumple un 
papel importante tanto en la regulación como en la cualificación de las relaciones 
sociales de un determinado grupo humano. Es decir, que puede favorecerlas o inhibirlas, 
sirviendo de soporte para su mantenimiento y reproducción. 
 
En cierta medida, a pesar que dichas relaciones no se generan por razón del espacio 
construido, éste opera como catalizador y en ciertos casos, como regulador de dichas 
relaciones. 
 
[…] el espacio construido es en realidad una sofisticada forma de organizar la estructura 
social. La manera como se distribuyen las paredes, puertas, ventanas, manzanas y calles 
no es producto del azar ni, a pesar de su importante contribución, de la febril 
imaginación del proyectista. 
 
En realidad responde a una cierta lógica que busca reproducir, regular y controlar las 
relaciones sociales de un grupo dado y sus manifestaciones simbólicas o culturales, 
determinando a dónde se puede ir, qué se puede hacer, quién y cuándo y ejerciendo 
control sobre las representaciones y sus símbolos”.13 
 
 
 
13 Buraglia, Pedro G.: Op. Cit. 
 
 
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 Vista aérea de Quilmes, 1940. Imagen satelital Barrio Los Tilos, Daireaux 
 Pcia. Buenos Aires. 
 
Las imágenes aéreas y las satelitales son recursos a partir de los cuales podemos obtener 
información acerca de los componentes del barrio. Su observación permite advertir el 
territorio, la malla de circulación, la vivienda.

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