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RESUMENES HISTORIA DEL MUNDO CONTEMPORANEO HB - El Tercer Mundo y la revolución Parte I El tercer mundo, difería del primero en un aspecto fundamental: formaba una zona mundial de revolución, realizada, inminente o posible. El primer mundo se mantuvo estable política y socialmente cuando comenzó la guerra fría. Por otro lado, pocos estados del tercer mundo pasaron los años cincuenta sin revolución, sin golpes militares para reprimir, prevenir o realizar la revolución, o cualquier otro tipo de conflicto armado interno. ➢ Inestabilidad social - política proporciona al tercer mundo su común denominador La inestabilidad resultaba también evidente para USA, protectores del statu quo global, que la identificaban con el comunismo soviético o, por lo menos, la consideraban como un recurso permanente y potencial para su contendiente en la lucha global por la supremacía. USA intentó combatir este peligro por todos los medios, desde la ayuda económica y la propaganda ideológica, pasando por la subversión militar oficial o extraoficial, hasta la guerra abierta. Esto es lo que mantuvo al tercer mundo como una zona de guerra, mientras el primero y el segundo iniciaban la más larga etapa de paz desde el siglo XIX. El potencial revolucionario del tercer mundo resultó también evidente para los regímenes comunistas, aunque sólo sea porque los líderes de la liberación colonial tendían a verse a sí mismos como socialistas, comprometidos en un proyecto de emancipación, progreso y modernización como la Unión Soviética, y con unas directrices semejantes. Los que habían recibido una educación de tipo occidental puede que hasta se consideraran inspirados por Lenin y Marx, si bien los partidos comunistas no eran frecuentes en el tercer mundo y (excepto en Mongolia, China y Vietnam) ninguno de ellos se convirtió en la fuerza dominante en los movimientos de liberación nacional. Durante varias décadas la Unión Soviética adoptó una visión pragmática de sus relaciones con los movimientos de liberación radicales y revolucionarios del tercer mundo, puesto que ni se proponía ni esperaba ampliar la zona bajo gobiernos comunistas más allá de los límites de la ocupación soviética en Occidente, y de la de intervención china en Oriente. Esto no cambió ni siquiera durante el periodo de Kruschev (1956-1964), cuando algunas revoluciones locales, en las que los partidos comunistas no tuvieron un papel significativo, llegaron al poder por sus propios medios, especialmente en Cuba (1959) y Argelia (1962). La descolonización de África llevó también al poder a líderes nacionales que no deseaban otra cosa que el título de antiimperialistas, socialistas y amigos de la Unión Soviética, especialmente cuando ésta aportaba tecnología y otros tipos de ayuda sin condiciones de viejo colonialismo. Entre ellos está Patrice Lumumba en el antiguo Congo belga, cuyo asesinato lo convirtió en símbolo y mártir del tercer mundo. Cuando uno de los nuevos regímenes, el de Fidel Castro en Cuba, se declaró oficialmente comunista, la Unión Soviética lo puso bajo su protección, pero no a riesgo de poner en peligro permanente sus relaciones con los Estados Unidos. Cuando el liderazgo soviético del movimiento comunista internacional fue amenazado en 1960s por China, los partidarios de Moscú en el tercer mundo mantuvieron su opción política de estudiada moderación. El enemigo no era en estos países el capitalismo, si es que existía, sino los intereses locales precapitalistas y el imperialismo (estadounidense) que los apoyaba. La forma de avanzar no era la lucha armada, sino la creación de un amplio frente popular o nacional en alianza con la burguesía y la pequeña burguesía «nacionales». El tercer mundo se convirtió en la esperanza de cuantos seguían creyendo en la revolución social. El tercer mundo no sólo era importante para los viejos revolucionarios en la tradición de octubre. La izquierda, necesitaba algo más que leyes de seguridad social y aumento de los salarios reales. El tercer mundo podía mantener vivos sus ideales. Esto llevó a los liberales europeos de la segunda mitad del siglo XX a apoyar a los revolucionarios y a las revoluciones del tercer mundo. Parte II Después de 1945, la forma más común de lucha revolucionaria en el tercer mundo fue la guerra de guerrillas. La imagen de la revolución emergiendo exclusivamente de las montañas no era exacta. Subestimaba el papel de los golpes militares izquierdistas y subestimaba el potencial revolucionario de las acciones de masas urbanas al viejo estilo. En el tercer cuarto del siglo todos los ojos estaban puestos en las guerrillas. Sus tácticas fueron ampliamente propagadas por ideólogos de la izquierda radical, críticos de la política soviética. Mao Tse-tung (tras su ruptura con la Unión Soviética) y Fidel Castro después de 1959 (+ Che Guevara) sirvieron de inspiración a estos activistas. Los 1950s estuvieron llenos de luchas guerrilleras en el tercer mundo, casi todas en países coloniales donde las antiguas potencias o sus partidarios locales se resistieron a una descolonización pacífica: Malasia, Kenia, Chipre de UK; y, Vietnam y Argelia de Francia. Fue un movimiento relativamente pequeño el que llevó la estrategia guerrillera a las primeras páginas de los periódicos del mundo entero: la revolución que se apoderó de la isla caribeña de Cuba el 1 de enero de 1959. ➢ Rebelión contra el gobierno de Batista que había tomado el poder de nuevo en 1952 y había derogado la Constitución. ➢ Fidel siguió una línea activista: ataque a un cuartel del ejército en 1953, prisión, exilio e invasión de Cuba por una fuerza guerrillera que, en su segundo intento, se estableció en las montañas de la provincia más remota. ➢ Fidel ganó porque el régimen de Batista era frágil, carecía de apoyo real, excepto del nacido de las conveniencias y los intereses personales. Se desmoronó en cuanto la oposición de todas las clases, desde la burguesía democrática hasta los comunistas, se unió contra él y los propios agentes del dictador, sus soldados, policías y torturadores, llegaron a la conclusión de que su tiempo había pasado. ➢ La mayoría de los cubanos vivió la victoria del ejército rebelde como un momento de liberación y de ilimitadas esperanzas. En los años cincuenta los rebeldes latinoamericanos no sólo se nutrían de la retórica de sus libertadores históricos, desde Bolívar hasta el cubano José Martí, sino de la tradición de la izquierda antiimperialista y revolucionaria posterior a 1917. Estaban a la vez a favor de una «reforma agraria» e, implícitamente al menos, contra los Estados Unidos. Todo empujaba al movimiento castrista en dirección al comunismo, desde la ideología revolucionaria de quienes estaban dispuestos a sumarse a insurrecciones armadas guerrilleras, hasta el anticomunismo del imperialismo estadounidense en la década de McCarthy, que hizo que los rebeldes antiimperialistas latinoamericanos miraran a Marx con más simpatía. ➢ En marzo de 1960, mucho antes de que Fidel descubriera que Cuba tenía que ser socialista y que él mismo era comunista, USA había decidido tratarle como tal, y se autorizó a la CIA a preparar su derrocamiento. En 1961 lo intentaron mediante una invasión de exiliados en Bahía Cochinos, y fracasaron. Sobrevivió una Cuba comunista, aislada por el bloqueo de USA y cada vez más dependiente de la Unión Soviética. Ninguna revolución podía estar mejor preparada que esta para atraer a la izquierda del hemisferio occidental y de los países desarrollados al fin de una década de conservadurismo general. O para dar a la estrategia guerrillera una mejor publicidad. ➢ Al poco tiempo Cuba empezó a alentar una insurrección continental, animada especialmente por Guevara. Todo lo que se necesitaba era llevar pequeños grupos de militantes armados a las montañas apropiadas y formar «focos» para luchar por la liberación de lasmasas. En toda América Latina grupos de jóvenes entusiastas se lanzaron a unas luchas de guerrillas condenadas de antemano al fracaso, bajo la bandera de Fidel, de Trotsky o de Mao. Excepto en América Central y en Colombia, donde había una vieja base de apoyo campesino para los resistentes armados, la mayoría de estos intentos fracasaron casi de inmediato. Las guerrillas fueron pocas veces un movimiento campesino. Fueron sobre todo llevadas a las zonas rurales del tercer mundo por jóvenes intelectuales que procedían de las clases medias de sus países. También la acción guerrillera se trasladaba de las zonas rurales al mundo de las grandes ciudades. Incluso en América Latina las fuerzas que resultaban más importantes para promover el cambio eran los políticos civiles y los ejércitos. La ola de regímenes militares de derecha que empezó a inundar gran parte de Suramérica en los años sesenta, no era, en principio, una respuesta a la existencia de rebeldes armados. (pag 440-441 da ejs de sudamerica) Aunque había logrado éxitos espectaculares en América Latina, Asia y África, la vía guerrillera a la revolución no tenía sentido en los países desarrollados. Sin embargo, a través de sus guerrillas, rurales y urbanas, el tercer mundo servía de inspiración a un número creciente de jóvenes rebeldes y revolucionarios, disidentes culturales del primer mundo Lo que movilizaba por encima de todo a la izquierda, aparte del rechazo de las armas nucleares, era el apoyo a las guerrillas del tercer mundo y, en los Estados Unidos, después de 1965, la resistencia a ser enviado a luchar contra ellas. La imagen de los guerrilleros de tez oscura en medio de una vegetación tropical era una parte esencial, tal vez su mayor inspiración, de la radicalización del primer mundo en los años sesenta. El «tercermundismo», la creencia de que el mundo podía emanciparse por medio de la liberación de su «periferia» empobrecida y agraria, explotada y abocada a la «dependencia» de los «países centrales» de lo que una creciente literatura llamaba «el sistema mundial», atrajo a muchos de los teóricos de la izquierda del primer mundo.
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