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las Jornadas Internacionales Discurso y poder: Foucault, las ciencias sociales y lo jurídico , organizadas por la Universidad Nacional de Lanús, Lanús, 1-3 de julio de 2015. Universidad Nacional de Lanús, Lanús, 2015. La eterna vigilancia es el precio de la libertad. Vigencia de Vigilar y Castigar de Michel Foucault. Luis García Fanlo. Cita: Luis García Fanlo (2015). La eterna vigilancia es el precio de la libertad. Vigencia de Vigilar y Castigar de Michel Foucault. las Jornadas Internacionales Discurso y poder: Foucault, las ciencias sociales y lo jurídico , organizadas por la Universidad Nacional de Lanús, Lanús, 1-3 de julio de 2015. Universidad Nacional de Lanús, Lanús. Dirección estable: https://www.aacademica.org/luis.garcia.fanlo/50 Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons. Para ver una copia de esta licencia, visite http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/4.0/deed.es. Acta Académica es un proyecto académico sin fines de lucro enmarcado en la iniciativa de acceso abierto. Acta Académica fue creado para facilitar a investigadores de todo el mundo el compartir su producción académica. Para crear un perfil gratuitamente o acceder a otros trabajos visite: http://www.aacademica.org. https://www.aacademica.org/luis.garcia.fanlo/50 http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/4.0/deed.es http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/4.0/deed.es 1 “La eterna vigilancia es el precio de la libertad. Vigencia de Vigilar y castigar en el siglo XXI” Luis García Fanlo El drone es el ejemplo más paradigmático de la vigencia del panoptismo en nuestra actualidad. Se trata de una tecnología de gobierno de los cuerpos y las almas que convierte al dispositivo panóptico en la sinapsis de la nueva red de poder y saber que permite la subsunción de las sociedades de soberanía y disciplinaria en la de seguridad y control (Foucault, 2002:36; Foucault, 2006). El drone lleva una videocámara que puede servir tanto para vigilar poblaciones, manifestaciones o insurgencias como para darnos un plano cenital del estudio de televisión que está emitiendo el “Bailando por un Sueño”; y además, puede llevar armas de guerra para aniquilar individuos o posiciones enemigas al mismo tiempo que también sirve para que lleguen medicamentos o alimentos o comunicaciones o señal de Internet a poblaciones aisladas por catástrofes naturales, epidemias, hambrunas, guerras civiles o encerradas en campos de refugiados. Usan drones las cadenas informativas de televisión e incluso la hinchada del club Boca Juniors para burlarse de su eterno rival River Plate en medio de un partido de fútbol. Próximamente cada automóvil vendrá con un drone que proveerá al conductor de información clara y precisa sobre el tránsito. Ayer estuve en un negocio de electrodomésticos y un joven de clase media-media se compraba un drone vaya uno a saber para qué, lo hizo en 12 pagos con tarjeta de crédito. El drone vigila y castiga, hace morir y deja vivir, hace vivir y deja morir, y también puede hacer morir y hacer-hacer morir, hace pasar simulacros por realidad todo ello convenientemente manejado a distancia por un operador que se siente jugando un videojuego. El drone es el dispositivo técnico que hace posible pasar de la sociedad disciplinaria a la sociedad de seguridad, vigilancia y control implementando el panoptismo, al que Michel Foucault define como “la vigilancia permanente, exhaustiva, omnipresente que hace todo visible a condición de volverse invisible” (Foucault, 2002: 217). 2 En la sociedad disciplinaria, la que Michel Foucault analiza en Vigilar y castigar y que está íntimamente asociada al panóptico y el panoptismo, los sistemas de circuito cerrado de televisión (CCTV) se empleaban para videovigilancia de emplazamientos de encierro o cerrados: prisiones, bancos, comisarías, supermercados, hospitales psiquiátricos (Foucault, 2002:212-214). En la actualidad ya no queda ningún espacio cerrado sin cámaras de vigilancia que se han derramado hacia escuelas, edificios públicos y privados, oficinas y fábricas, shopping, almacén, etc. y, además, se expande a entornos y espacios abiertos como plazas, calles, estadios de fútbol, rutas, etc. (Wajcman, 2011). La etapa superior del panóptico y el panoptismo haciendo omnipresente y omnisciente al Gran Hermano orwelliano porque es la población la que solicita que la vigilen, que coloquen más y más cámaras de videovigilancia, y hasta los delincuentes, contraventores e infractores menores no pueden resistirse a la tentación de ofrecerse a la mirada de las cámaras (Foucault, 2002: 215). Sin embargo, que existan cámaras de videovigilancia no implica que éstas funcionen o que haya alguien mirando lo que éstas captan o que finalmente lo que capten tenga algún valor jurídico o legal. Hasta en eso, la actual sociedad de vigilancia opera como un panóptico de Bentham (Foucault, 2002: 215-216). Drones y cámaras de videovigilancia omnipresentes. Panoptismo. Vale la pena recordar que en el proyecto original del panóptico, Bentham dice que lo ideal sería que todos los ciudadanos se turnaran para ocupar el lugar del vigilante en la Torre Central para de esa manera democratizar el sistema. Los programas de televisión basados en las “cámaras ocultas” muestran lo que registran las cámaras de videovigilancia incluso desde el mismísimo centro municipal, policial o sencillamente de control de tráfico (Arteaga Botello, 2009). Ahí vemos los paneles con decenas de televisores, cada uno de los cuales tiene su pantalla cuadriculada en una decena de pequeñas pantallas, monitoreadas por antiguos trabajadores de call center (Foucault, 2002: 210-211). Y esto es solo el comienzo ya que desde hace por lo menos una década, tanto en nuestro país como en casi todos los grandes centros urbanos del mundo surgen las comunidades de vecinos que implementan en sus barrios cerrados, semicerrados o abiertos todo tipo de dispositivos panópticos de vigilancia, sin control del Estado, sin relación con los organismos de seguridad ni de gobierno, por fuera de la Ley. No solo se ha 3 democratizado el panóptico sino que individuos comunes y corrientes implementan su propio panóptico (García Fanlo, 2011; García Fanlo, 2015). El panoptismo que describe Michel Foucault en Vigilar y castigar pone en juego estas nuevas realidades que van emergiendo en las formas de organización de la vida urbana en el siglo XXI y que sin embargo más que producir una novedad es la reactualización de prácticas tan antiguas como las que caracterizaron la subsunción del poder soberano en el disciplinario (Foucault, 1973). Me refiero a esos movimientos sociales, vecinalistas, que aparecieron en Francia e Inglaterra en la transición del feudalismo al capitalismo que en nombre de la moral, la religión o sencillamente por temor a las represalias por parte de los Señores o la Corona, se dedicaban a identificar, combatir y exponer ante las autoridades a libertinos, vagabundos, locos, borrachos, pervertidos, brujas, apóstatas, revolucionarios o extranjeros de dudosas costumbres (Foucault, 2002: 217). Para que exista panoptismo tiene que instalarse en el alma de las poblaciones la figura del “individuo peligroso”: el panoptismo consiste en vigilar a los individuos peligrosos, hacerlos visibles e inscribirlos en una grilla de inspección permanente (Foucault, 1996). En la era del Circuito Cerrado de Televisión (CCTV) el individuo peligroso es básicamente el encerrado en una prisión u hospital psiquiátrico, en la era en que el CCTV se ha expandido a toda la sociedad y a toda la población gracias a los dispositivos de videovigilancia masiva, el individuo peligroso somos todos (García Fanlo, 2013). Todos somos el individuo peligroso del Otro, y el Otro somos todos. Individuos peligrosos son también los gobernantes, los policías y agentes de la Ley, los Jueces y losTribunales, los maestros de escuela y los sacerdotes, el marido ejemplar y el novio de juventud, el padre o la madre, etc. Ya no se trata de hacer justicia por mano propia sino también vigilancia por mano propia (García Fanlo, 2014). En la actualidad, cuando hablamos de comunidades de vecinos que se autoconvocan para garantizar sus condiciones de seguridad nos referimos a un fenómeno que abarca unos 60 barrios del Gran Buenos Aires con una superficie aproximada de 100km2 y una población estimada de 50.000 personas. Son 1.200 calles que tienen circulación nula o 4 restringida y que están totalmente vigiladas por dispositivos de videovigilancia que van desde los más simples y caseros CCTV a sofisticadas redes que incluyen personal técnico y de seguridad privado (García Fanlo, 2015). Los ilegalismos que suponen estas comunidades de vecinos vigilantes implican ganancias extraordinarias que hacen las inmobiliarias ya sea para valorizar como para desvalorizar propiedades, terrenos, etc. También generan un desarrollo desigual y combinado de inseguridad ciudadana en términos territoriales y una redefinición de las fronteras entre Estado y sociedad civil y entre lo público y lo privado. El ilegalismo, es su acepción foucaultiana, es la administración o gestión de lo ilegal. En este vasto territorio lo que se define como espacio público está claramente en una zona de indeterminación e indefinición. Ni público ni privado (Foucault, 2002: 217). El avance o retroceso de estas configuraciones urbanas de vigilancia hace aparecer muros de concreto, ladrillos o enrejados de metal que establece una frontera entre los que se deciden a vigilar y auto-vigilarse y los que resisten. Instalación de garitas de vigilancia, despliegue de alambres de púas en la vía pública, instalación de vallas electrificadas como si fuera un campo de concentración o un cuartel militar la casa de clase media conurbana (Arteaga Botello, 2009; Bruno et.al.,2010) El espacio abierto y público se va encerrando a sí mismo convirtiéndose en un espacio de encierro y privado, y los habitantes se transforman en vigilantes-vigilados constituyendo un panóptico foucaultiano. Se va delimitando un afuera y un adentro que constituye al antiguo barrio abierto en un cuartel que impone nuevas reglas y procedimientos de convivencia cotidiana a quienes ahí habitan y también las relaciones entre éstos y quienes los rodean. La sociedad se va convirtiendo un patchwork que semeja a esas celdas transparentes del panóptico de Bentham en el que eran encerrados los prisioneros para mejor ser vigilados (Bentham, 2013). Y la famosa torre de observación es ahora el centro de control y monitoreo de la policía, el municipio o la comunidad de vecinos. Se trata de círculos concéntricos de vigilancia que se contienen mutuamente y que operan en red (Foucault, 2002: 217-222). Las imágenes del panóptico, ahora bajo formato digital, se almacenan, se editan, se agrandan, identifican rostros y personas, se integran en bases de datos y construyen 5 cartografías humanas y geográficas de peligrosidad social. Ya estamos acostumbrados a ello porque nosotros mismos somos los que etiquetamos y nos dejamos etiquetar en las millones de fotografías que publicamos en Facebook, Twitter o Instagram diariamente. Solicitamos ser etiquetados y etiquetamos y las así llamadas redes sociales de Internet nos acostumbran a convivir con dispositivos de control de imágenes que clasifican rostros, ubicaciones y locaciones, que identifican y hacen público, con mínima interferencia humana quienes somos, donde y con quién estamos y que estamos haciendo (García Fanlo, 2013). Se atribuye a Thomas Jefferson, que fue presidente de los Estados Unidos entre 1801- 1809 la frase: “la eterna vigilancia es el precio de la libertad”. Jefferson fue quien redactó la Declaración de la Independencia y uno de los padres fundadores de la nación. Liberal, republicano y defensor a ultranza de las libertades. Era un ilustrado que apoyó la separación de la Iglesia y el Estado. Jefferson se consagrará, entre otras cosas, como un horticultor, líder político, arquitecto, arqueólogo, paleontólogo, músico, inventor y fundador de la Universidad de Virginia. Nunca vetó una Ley del Congreso. Un reformista. “Las disciplinas fueron el precio de la libertad” dice Foucault en Vigilar y Castigar (Foucault, 2002: 224-230). La producción de libertad tiene un costo: la seguridad. Y la seguridad implica la vigilancia eterna de Jefferson, la personificación de ese umbral entre poder soberano, disciplinario y de seguridad y control: el padre de la libertad que explota esclavos y no registra en ello ninguna contradicción. Jefferson intercambió algo más que correspondencia con Bentham, leyó el libro sobre el panóptico e incluso diseñó su mansión señorial, rodeada de plantaciones que crecían gracias al trabajo esclavo, con un magnífico panóptico por terraza al efecto de poder vigilar, desde allí, sus propiedades territoriales y humanas. La mansión de Jefferson está considerada como un ícono de la arquitectura norteamericana y en la actualidad funciona allí un Museo en homenaje al padre de las libertades norteamericanas. De Jefferson al Acta Patriótica de George Bush. De Bentham a Foucault. El dispositivo “Vigilar y castigar” nos introduce en ese pliegue entre el adentro y el afuera que según Michel Foucault se sitúa en lo que él describe como “sociedad disciplinaria”. Sociedad disciplinaria que no es otra cosa que el precio que hay que pagar por las libertades que nos otorga la revolución francesa, la modernidad capitalista 6 y el liberalismo. Sociedad disciplinaria pero no disciplinada, por eso debe asumir una forma panóptica. La sociedad disciplinaria es la sociedad del panóptico y el panoptismo generalizado es el umbral hacia la sociedad de seguridad (Mattelart, 2009; Mathiesen, 1997). “Vigilar y castigar. El nacimiento de la prisión”. La prisión, como dispositivo de encierro del delincuente, y la prisión como modelo de sociedad. El adentro, el panóptico es un pliegue del afuera, el panoptismo. El alma es la cárcel del cuerpo: solicitamos la vigilancia y nos sometemos a ella como si fuera un derecho constitucional y natural (Foucault, 2002: 214). Bibliografía Arteaga Botello, Nelson (2009), Sociedad de la vigilancia en el Sur-Global, México, Porrúa. Bentham, Jeremy (2013), El panóptico, Buenos Aires, Quadrata. Bruno, F., Kanashiro, M. y Firmino, R. (2010), Vigilancia e Visibilidade, Porto Alegre, Editora Sulina. Foucault, Michel (2006), Seguridad, territorio y población, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica. Foucault, Michel (2002), Vigilar y castigar. El nacimiento de la prisión, Buenos Aires, Siglo XXI. Foucault, Michel (1996), “La evolución de individuo peligroso en la psiquiatría legal”, en La vida de los hombres infames, Buenos Aires, Caronte, pp. 157-178. Foucault, Michel (1973), La verdad y las formas jurídicas, Madrid, Gedisa. García Fanlo, Luis (2015), “Sociedad de seguridad y comunidades de vecinos que implementan dispositivos de vigilancia en el Gran Buenos Aires (2010-2014)”; Ponencia presentada en III Simposio Internacional LAVITS, Vigilancia, Tecnopolíticas y Territorios, 13-15 Mayo 2015. Río de Janeiro, Brasil García Fanlo, Luis (2014), “Gestión de la identidad y procesos de subjetivación en la Argentina actual (2001-2013)”, en Trazos Universitarios, disponible en http://revistatrazos.ucse.edu.ar/articulos_con_referato/id_fanlo.htm García Fanlo, Luis (2013), “Vigilar e identificar. Formas actuales de la sociedad de vigilancia en la Argentina”, en Trazos Universitarios, disponible en http://revistatrazos.ucse.edu.ar/13o_000.htm García Fanlo, Luis (2011), “¿Qué es un dispositivo? Foucault, Deleuze y Agamben”, en A Parte Rei Revista de Filosofía, Número 74, Madrid, http://serbal.pntic.mec.es/~cmunoz11/fanlo74.pdfMattelart, Armand (2009), Un mundo vigilado, Barcelona, Paidós. Mathiesen, Thomas (1997), “The Viewer Society: Michel Foucault's `Panopticon' Revisited”, Theoretical Criminology, N° 1; pp. 215-234. Wajcman, Gérard (2011), El ojo absoluto, Buenos Aires, Manantial. http://revistatrazos.ucse.edu.ar/articulos_con_referato/id_fanlo.htm http://revistatrazos.ucse.edu.ar/13o_000.htm http://serbal.pntic.mec.es/~cmunoz11/fanlo74.pdf
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