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ensayo sobre enfoque andragogico

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San Felipe, Septiembre de 2022
ENSAYO
Muchas definiciones se han dado sobre la educación de adultos, tratando de precisar el alcance y función que la misma ha de cumplir en la formación del hombre. Analizando el contenido filosófico de estas definiciones, todas con pequeñas diferencias, coinciden en aceptar que dicho proceso está destinado a hacer del individuo un ser más útil al desarrollo general de la sociedad. Este carácter utilitario de la educación de adultos, toma en cuenta tanto al hombre como individuo que se desarrolla integrado a una comunidad; y, al hombre que trabaja profesionalmente para mejorar la calidad de vida no solo de él y su familia sino a la sociedad misma; a través de sus experiencias y desarrollo de habilidades descubiertas y adquiridas durante su aprendizaje anagógico.
La educación de adultos, desde la ciencia de la andragogía ofrece una serie de planteamientos conceptuales, que van a confirmar que el proceso educativo con toda intencionalidad debe responder a la propia naturaleza y situación del hombre. Eso significa, que el acto educativo está llamado a configurar el proceso de humanización que requiere el ser humano en cada una de las etapas que le corresponde vivir dentro de la sociedad; bien para que el hombre conozca, comprenda y logre prepararse en cada una de ellas, a fin de lograr su propia autogestión y realización educativa.
Desde el deber ser, la adultez, es considerada como etapa de plenitud de las capacidades humanas y por lo tanto la andragogía, desde sus principios no escapa al trascendente hecho de contribuir notablemente en el proceso liberador que empodera al adulto ante la existencia de su propia vida. Es por ello, que el hecho o proceso andragógico, ve al adulto como un sujeto desarrollado en los planos físico, psicológico, económico-antropológico y social; capaz de proceder con autonomía en la sociedad en que vive y de definir metas a lograr, es decir, gestionar su propia educación con la finalidad de mejorar su calidad de vida y alcanzar su máxima felicidad plena. Su condición de adulto, le permite en el campo educativo distinguir, conceptualizar, diseñar y desarrollar un hecho o proceso andragógico.
El hecho Andragógico, adquiere dimensión práctica en la acción de la formación de adulto; ya es un. Proceso de orientación individual, social y ergológica para lograr sus capacidades de autodeterminación En la actividad andragógica podrían señalarse fácilmente las condiciones que la caracterizan:
1. Desde el punto de vista cultural, profesional y social, existe la confrontación de la experiencia de dos adultos del que educa y del que es educado, existiendo una retroalimentación en el aprendizaje.
2. Desde la racionalidad, el adulto posee elementos de juicio para reflexionar en sus justos términos sobre los contenidos que se le suministran; ya que su desarrollo es en pro de su mejora profesional y acorde con la situación actual que vive dentro de la sociedad.
3. Desde la capacidad de abstracción, esta se hace presente en la actividad andragógica, ya que el adulto tiene conciencia lógica y dialéctica, sabe por qué estudia y puede fácilmente apreciar en forma inductiva o deductiva, debido a que su necesidad de aprendizaje se basa en sus deseos de superación y mejora profesional.
Por otro lado, el aprendizaje del adulto va acompañado de la mano del facilitador; ya que es el experto en el área, este posee sólidas competencias para acercarse, comunicarse, aproximarse, llegar y contactar a su complejo auditorio a fin de cautivarlo, entusiasmarlo y estimularlo para que sea capaz de procesar y perfeccionar lo que se le transmite, en aprendizaje real, pertinente, efectivo y de utilidad inmediata, para que mejore métodos, aptitudes, destrezas, actividades, tareas, hábitos, habilidades y competencias; todo ello respetando el proceso educativo que desarrolla entre los estudiantes y en sostener su esfuerzo; además de proporcionarles técnicas y recursos adecuados que faciliten su aprendizaje.
Aunado a ello, está el participante quien es el centro de atención en el aula y es también un proveedor de conocimientos y experiencias a considerarse dentro de la clase, ocurriendo un intercambio de saberes entre los participantes, provocando un enriquecimiento de perspectivas hacia un tema.
Para Lindeman citado por Knowles (2006), “la educación de adultos es un proceso por el cual los alumnos cobran conciencia de sus experiencias más
importantes. El reconocimiento de la importancia nos lleva a la evaluación. Los significados a la experiencia cuando sabemos lo que sucede y qué importancia tiene ese suceso en nuestra personalidad (p. 42).
La horizontalidad se fundamenta en el hecho de que tanto el facilitador como el participante poseen, entre otros aspectos, adultez y experiencia, factores tales que al interactuar con criterio andragógico contribuyen a propiciar acciones relevantes para un aprendizaje efectivo. Tanto el andragogo como el participante poseen conocimientos y experiencias que son considerados durante la actividad educativa.
En la praxis andragógica, el facilitador deja de ser la figura central del proceso de aprendizaje; a tal efecto, destierra la jerarquía lineal y rígida a la que el estudiante está acostumbrado para pasar a desempeñar un nivel compartido con el adulto en situación de aprendizaje, interacción que debe caracterizarse por ser motivante, intercambiable y dinámica. Ademes, el participante es el principal experto de su aprendizaje, por lo que es necesario que la responsabilidad de la evaluación no recaiga en el facilitador.
Para la capacitación del adulto, es de tomar en cuenta que el facilitador, al impartir o trasmitir el conocimiento al grupo que asume el papel de participante y/o receptor, debe tener objetivos claros en cuanto a aprendizaje se refiere. El facilitador, debe guardar correspondencia en cuanto a lo que trasmite, y debe tener claro con lo que el receptor está disponible a escuchar. Para tener éxito se debe tener en cuenta que el aprendizaje del adulto debe ser encaminado no solo con el propósito de que aprenda, sino que debe considerarse que para que esto suceda, primero el participante tiene que estar o sentirse interesado en lo que aquel debe aprender. Debe infundirse estabilidad emocional en el participante por parte del facilitador, ayudándole alcanzar objetivos claros como parte de su desarrollo e inteligencia emocional.

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