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STALOGACIÓN EN LA PUBLICACIÓN UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA
Davis, Angela Yvonne, 1944-
Biack feminism : teoría critica, violencias y racismo / Angela Davis, Gina D ent;
M an Viveros Vigoya, editora. — Primera edición. — Bogotá : Universidad Nacional 
i : Colombia. Facultad de Ciencias Humanas, Vicerrcctoría de Investigación.
Editorial. 1019.
lt¡4 páginas : ilustraciones en blanco y negro.
Incluye referencias bibliográficas e indice
ISBN 978-938-783-831-2 (rústica). — ISBN 978-918-783-832-9 (e-book).
ISBN 978-938-783-833-6 (impresión bajo demanda)
. Davis. Angela Yvonne. 1944---- Pensamiento político y social 2. Dent, Gina, 1966----- Pensamiento
político y social j. Feminismo negro 4. Interscccionalidad 3. Feministas — Condiciones sociales — 
Estados Unidos
0 Discriminación racial 7. Movimientos de mujeres negras 8. Feminismo —
Condiciones sociales— Colombia 1. Dent, Gina, 1966- 11. Viveros Vigoya, Mara,
I9y6*. editor 111. Título 
CDD-23 303.48896073 / 2019
Black fem inhnr.
teoría crítica, violencias y racismo
<3 2019, Universidad Nacional 
de Colombia
Facultad de Ciencias Humanas 
Primera edición
Editorial Universidad Nacional 
de Colombia
O 2019, Mara Viveros Vigoya, editora
ISBN impreso 9-’ 8-9s8-783-83i-2 
ISBN-digital: 9~8-938--'83-831-9 
tSBN-tBO: 978-938-783-833-6
Universidad Nacional de Colombia 
Facultad de Ciencias Humanas
Comité Editorial
Luz Amparo Faiardo Uribe. Decana 
Nohra León Rodríguez. Vicedecana 
Académica
Jhon Williams Montoya Garay. Viccdecano 
de Investigación y Extensión 
Gerardo Ardtla Calderón. Director 
dd Centro de Estudios Sociales 
Rodolfo Suárcz Ortega, Representante 
de las Unidades Académicas
Jorge Aurelio Díaz, Representante 
de las Revistas Académicas 
Camilo Raquero Castellanos,
Director Editorial
Preparación editorial
Centro Editorial de la Facultad 
de Ciencias Humanas 
Camilo Raquero Castellanos, 
director
Diana Murda Molina, diseño 
de la colección
Juan Carlos Villamil Navarro, 
diseño de cubierta y maquctación 
Angic Bernal, corrección de estilo
cditorial_fcht2unal.edu.co
www.humanas.unal.edu.CO
Bogotá, 2019
Impreso en Colombia
Prohibida la reproducción total o parcial por 
cualquier medio.
sin la autorización escrita del titular 
de los derechos patrimoniales
http://www.humanas.unal.edu.CO
Contenido
y
Presentación
Un diálogo con el Black fem inism desde nuestras 
propias preguntas
Mara Viveros Vigoya
sa
Black fem inism e interseccionalidad de género, raza y clase
Angela Davis y Gina Dent
a
£1 color de la violencia contra las mujeres
Angela Davis y Gina Dent
Racismo de Estado y complejo industrial de las prisiones
Angela Davis
W
Dilemas conceptuales en el Black fem inism
Gina Dent
OH
Entrevista a Francia Márquez Mina
Black fem inism y solidaridad transnacional
Mara Viveros Vigoya
OBI
Discurso de recepción del Premio Goldman Environmental
Francia Márquez Mina
¡Es
Epílogo
Ochy Curiel y Franklin Gil Hernández
Presentación
Un diálogo con el Black feminism 
a partir de nuestras propias preguntas
MARA VIVER O S VIGO YA
Hace casi nueve años, entre el n y el 18 de septiembre del 2010, estuvieron en Bogotá Angela Davis y 
Gina Dent. La aceptación de la invitación que les hizo 
la Escuela de Estudios de Género de la Universidad 
Nacional de Colombia Ríe una noticia muy feliz desde 
su inicio. Un año antes, tuve la fortuna de conocerlas 
en Salvador de Bahía, en el marco de la edición de la 
XII Fábrica de Ideias, un curso avanzado internacio­
nal en estudios étnicos y raciales que compartimos. 
Allí se gestó esta invitación. Meses después de cruzar 
varias comunicaciones, se concretó la aceptación de su
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parte, y de inmediato constituimos con Ochy Curiel' 
y Franklin GiL, un equipo para coordinar y organizar 
con entusiasmo la cátedra inaugural de los posgrados 
en Estudios de Género, en torno a los aportes del 
Black fem inism , como una teoría social crítica que 
permite pensar dos temas de infortunada y persistente 
actualidad: las violencias y el racismo.
La expresión Black fem inism , que dejamos en su 
lengua original por considerar que es intraducibie, da 
cuenta del pensamiento y del movimiento feminista 
africano-americano en lo que éste se diferencia del 
feminismo estadounidense en general, criticando lo 
que Adricnne Rich llamó el “solipsismo blanco”, es 
decir, un movimiento de mujeres con tendencia “a 
pensar, hablar e imaginar que la ‘blanquidad’ describe 1 2
1 Ochy Curiel era la coordinadora de los posgrados de la Es­
cuela de Estudios de Género en el momento de la visita de 
Angela Davis y Gina Dent. Además de ser una destacada 
académica, Ochy es una importante líder del movimiento 
feminista, lésbico y antirracista de América Latina y el Cari­
be, y una cantautora que vincula su arte con las utopías y la 
transformación social.
2 Franklin Gil. antropólogo egresado de la LJniversidad Na­
cional de Colombia y docente de la Escuela de Estudios de 
Género, tuvo a su cargo la organización de la jornada acadé­
mica preparatoria, titulada “Diálogos con la obra de Angela 
Davis', que buscaba familiarizar a los estudiantes de nuestros 
posgrados con el pensamiento de esta autora, con el objetivo 
de que pudieran aprovechar mejor su presencia en el campus.
10
el mundo”(i979, 299). ¿Qué mejores representantes 
del Black feminism que estas dos pensadoras de ge­
neraciones y trayectorias distintas, pero igualmente 
comprometidas con la comprensión y transformación 
de las opresiones de género, raza y clase que construyen 
las experiencias vitales de las mujeres negras? Angela 
Davis es profesora emérita del Departamento de His­
toria de la Conciencia de la Universidad de California 
y una figura mítica del pensamiento progresista, an­
tisexista y antirracista estadounidense. Gina Dent es 
docente del Departamento de Estudios Feministas de 
la Universidad de California, Santa Cruz, exdirectora 
del Institute for Advanced Feminist Research de esta 
misma universidad y autora de numerosos artículos 
sobre raza, feminismo, cultura popular y arte visual. 
Además de ser militantes de la causa antirracista, 
Davis y Dent han abogado por la abolición de las 
prisiones y por los derechos humanos en Palestina3, 
personificando uno de los principios que comparten: 
la justicia es indivisible.
3 Debido a su posición política crítica ante Israel y su apoyo 
a la causa palestina, en enero del 2019, el Instituto de De­
rechos Civiles de Birmingham (b c r i ) revocó la entrega del 
premio de derechos humanos Fred L. Shuttlesworth, que 
había sido otorgado a Angela Davis.
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Aunque generalmente se sitúa el surgimiento 
del Blackfem inism en la segunda mitad de la década 
del setenta en los Estados Unidos, la historia de este 
movimiento hunde sus raíces en las luchas libradas 
por las mujeres negras estadounidenses durante 
el siglo x ix , que incluyen su participación en las 
redes clandestinas que organizaron la huida de los 
esclavos desde los estados sureños hacia el norte 
del país y en las campañas por el derecho al voto 
para la población afroamericana y para las mujeres. 
En la década de los ochenta esta corriente política 
re-elaboró su propia genealogía, identificando los 
puentes que la conectaban con estos movimientos y 
luchas decimonónicas y sistematizó sus bases con­
ceptuales alrededor del interrogante planteado por 
la exesclavizada Sojourner Truth en 1851, “¿Acaso no 
soy una mujer?”. Mediante esta pregunta, formulada 
de manera insistente al auditorio que la escuchaba 
en la Convención de Mujeres en Akron, Ohio, el 
29 de mayo de 1851, Truth confrontó la concepción 
burguesa de la feminidad con su propia experiencia 
como mujer negra, trabajadora incansable y madre 
de muchos hijos vendidos como esclavos.
En 1981, bell hooks retomó esa pregunta en su 
libro A i n t I a W om anlBlack Women and Feminism 
que examina losefectos del racismo y el sexismo en
12
las mujeres negras y que señala cómo el movimiento 
feminista de los setenta fue un asunto de mujeres de 
clase media y alta en su mayoría blancas que, al no 
articular al movimiento las necesidades de las mu­
jeres pobres y no blancas, reforzaron el sexismo, el 
racismo y el clasismo. La categoría “mujeres”, sujeto 
político del feminismo, fue socavada por el racismo 
de ciertas militantes feministas que al considerar 
que las luchas de las mujeres eran prioritarias res­
pecto a las de las personas negras confirmaban que 
las luchas por los derechos de las mujeres tenían un 
sesgo blanco, mientras que las luchas por los derechos 
de la gente negra tenían un bies masculino. Así lo 
describe el título de la antología editada en 1982 por 
Gloria Hull, Patricia Bell Scott y Barbara Smith: A ll 
the Women Are White, A ll the Blacks Are Men, But 
Some ofU s Are Brave: Black Women ’s Studies (Todas 
las mujeres son blancas, todos los negros son varones, 
pero algunas de nosotras somos valientes: estudios 
sobre mujeres negras).
Este antagonismo de intereses resurgió como un 
lugar de tensión frente a la propuesta de sororidad 
del movimiento de liberación femenina de los años 
setenta y ochenta, cuando, parafraseando el título 
provocador de un texto de Hazel Carby, “ ¡Mujer 
blanca, escucha!”, las mujeres feministas africanas-
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americanas exigieron que se reconociera el racismo que 
operaba en sus relaciones con las feministas blancas. 
Y al buscar construir herramientas para entender la 
forma en que las opresiones de género, raza y clase 
determinan las experiencias de las mujeres negras, el 
proyecto del Black feminism constituyó un verdadero 
giro teórico-político para el feminismo estadounidense. 
En este contexto, surgieron propuestas como las del 
documento pionero del Combahee River Collective, 
uno de los grupos más activos del Black fem inism de 
los años setenta que rechazaba toda esencialización y 
toda biologización (de sexo o color) de las políticas de 
identidad, a favor de un análisis político-económico 
de la dominación.
En ese mismo orden de ideas, el libro de Davis 
titulado Mujeres, raza y clase, publicado por primera 
vez en 1981, es una referencia insoslayable. Este libro 
documenta con rigor los esfuerzos de las mujeres 
negras por articular sus luchas y sus demandas con 
los movimientos políticos que protagonizaron la 
historia estadounidense desde comienzos del siglo 
x ix . Este periodo abarca hechos tan diversos como la 
implantación del sistema esclavista, los debates en el 
seno del movimiento abolicionista, la cruzada contra 
los linchamientos de hombres negros percibidos como 
presuntos violadores, la campaña por el sufragio
14
femenino, las luchas obreras anteriores a la Segunda 
Guerra Mundial y la segunda ola feminista. En este 
trabajo Davis analizó con perspicacia los límites y 
las contradicciones internas que llevaron a muchos 
de estos movimientos a invisibilizar el aporte de las 
mujeres negras a estas luchas. El estudio meticuloso 
y esclarecedor de Davis fue uno de los primeros en 
mostrar de qué manera trabajan conjuntamente dis­
tintas formas de opresión para construir la injusticia 
social y de qué modo los problemas de gestión de 
las diferencias siguen socavando los movimientos 
políticos actuales.
Un encuentro académico y festivo
El primer contacto que tuvieron Davis y Dent, en el 
campus de la Universidad Nacional de Colombia, con 
las mujeres negras, afrocolombianas, palenqueras y 
raizales, provenientes de distintas regiones del país, en 
la jornada '‘Encontrándonos en torno a Angela Davis”, 
fue inolvidable. Ese domingo 12 de septiembre hubo 
un corte de electricidad que nos obligó a continuar el 
encuentro a oscuras. El camino hacia el conservatorio 
de música de la Universidad Nacional, lugar donde 
transcurrió la jornada, estaba señalado con cintas de 
colores que ondeaban en las ramas de los árboles a 
manera de bienvenida. A la entrada del conservatorio
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estaba Ochy Curiel, coordinadora del encuentro, junto 
a otras compañeras visiblemente emocionadas por 
haber realizado un sueño que habíamos acariciado 
durante mucho tiempo: tener la oportunidad de co­
nocer a la mujer negra feminista que marcó nuestra 
juventud con su lucha por tantas causas sociales. En 
medio de la oscuridad, las palmas de las manos, las 
voces y los pies hicieron las veces de instrumentos 
musicales que dieron la bienvenida a las feministas 
afroamericanas, haciéndolas sentir parte de nosotras.
Perdurará igualmente en nuestras memorias el 
homenaje a Davis celebrado por la Escuela de Estudios 
de Género, el lunes 13 en el teatro e c c i El Dorado. A 
todas y todos nos invadió una alegría contagiosa, las 
mujeres afro sentimos que nuestra presencia ocupaba 
un lugar especial en este homenaje, tanto en el esce­
nario como fuera de él. Uno de los momentos más 
emocionantes del homenaje fue cuando alrededor de 
veinte mujeres afro subieron al escenario, cada una 
con un objeto en sus manos que simbolizaba la lucha, 
la resistencia histórica que han tenido en diferentes 
momentos y lugares, al tiempo que la maestra Nelly 
Murillo y la estudiante Loretta Meneces, leían un texto 
reconociendo el legado y el horizonte que representaba 
Davis para las mujeres afrocolombianas. Y mientras 
la cantaora Daira Quiñónez — oriunda de Tumaco,
16
perseguida por su lucha en la recuperación de tierras 
y obligada a huir a Bogotá en el 2001— alzaba su voz, 
entonando canciones con un contenido poderoso, la 
entonces estudiante de la Maestría de Estudios de 
Género, Natalia Santiesteban Mosquera, le entregó 
un presente en nombre de todas. El homenaje contó 
además con la participación artística de Alejandra 
Quintana Martínez, de Ochy Curiel, del grupo de 
rap M al de Ojo y del grupo Pambil, y tuvo como 
maestra de ceremonias a la egresada y encargada del 
área de comunicación de la Escuela de Estudios de 
Género, Nancy Prada Prada.
El nombre de Angela Davis evoca distintas rea­
lidades y temporalidades. La de la figura icónica del 
movimiento del orgullo negro de los años setenta; la 
de una teórica feminista que ha escrito algunos de los 
textos más inquietantes y vigentes del pensamiento 
feminista de los últimos treinta años; y la de la inves­
tigadora y militante que ha participado desde 1997 
en las actividades de la organización estadounidense 
Critical Resistance, dedicada al desmantelamiento 
del complejo carcelario-industrial.
A Angela Davis se le han dedicado muchos es­
critos y canciones. Para los jóvenes de la década del
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setenta ella fue la destinataria de la “Canción para 
Angela Davis” que compuso el cantautor cubano 
Pablo Milanés en 1971, de “Sweet Black Angel " de los 
Rolling Stones en 1972 y de “Angela" de John Lennon 
y Yoko Ono en el mismo año. Para los jóvenes de hoy 
ella es la mujer a quien Yannick Noah, el extenista y 
cantante francés, rinde homenaje con una canción 
y un videoclip, titulados simplemente “Angela". Sin 
embargo, lo que pocos saben o recuerdan es que un 
escritor colombiano también le rindió homenaje a 
su vida y obra, haciendo de ella un personaje de su 
última novela. Se trata de Manuel Zapata Olivella, 
uno de los más importantes representantes de la li­
teratura afrocolombiana, autor de la novela Changó, 
el gran putas, galardonada con distintos premios 
internacionales. En la quinta parte de esta novela, 
titulada “Los ancestros combatientes", Zapata Olivella 
narra la gesta libertaria de los africanos-americanos, 
la participación de sus líderes en las luchas populares 
y los esfuerzos de sus poetas, músicos y escritorespor conquistar una autonomía espiritual y estética.
A lo largo de este capítulo desfilan los personajes 
históricos que dan cuenta del papel de los Estados 
Unidos en la diáspora del pueblo africano durante el 
siglo xx . Los grandes héroes y las grandes heroínas 
del pueblo negro, como Nat Turner, Sojourner Truth,
18
Harriet Tubman, Frederick Douglas, Booker Wash­
ington, W. Dubois, Paul Robeson, Langston Hughes, 
Marcus Garvey y Malcom X, son fabulados por el 
narrador para dar voces de aliento y comunicar el 
anhelo de la libertad a la protagonista, Agne Brown, 
un personaje mítico inspirado en Davis, y a sus con­
temporáneos. Agne Brown es descrita en esta novela 
como la elegida de Changó para mantener despierta 
la memoria de las luchas por la libertad del Muntu, 
definido por Zapata Olivella como la fuerza que une 
en un solo nudo a los humanos, con su ascendencia 
y descendencia. Agne Brown representa la fuerza y la 
tenacidad de la memoria de las mujeres involucradas 
en las luchas de la diáspora negra y por ello es de­
signada como la interlocutora privilegiada de estos 
héroes y heroínas.
No obstante, el homenaje que realizó la Escuela 
de Estudios de Género y que titulamos “Angela Davis: 
un legado y un horizonte’’ buscó referirse menos a 
la leyenda viva que es, sin duda, Davis y más a la 
maestra que ha impartido y continúa impartiendo 
enseñanzas que han perdurado a través del tiempo, 
y a la activista comprometida con la justicia social 
en su más amplio espectro. Quisimos celebrar igual­
mente la forma en que ella ha inscrito sus reflexiones, 
prácticas teóricas y políticas, y su propia historia de
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vida, en una temporalidad de amplia duración y en 
una dimensión comunitaria y de lucha colectiva. La 
festejamos como una mujer feminista, portadora y 
creadora de un legado teórico y político que encuentra 
sus fuentes en el pensamiento crítico negro, y como una 
luchadora inspiradora. La celebramos por su empeño 
en transformar la sociedad, no sólo para las mujeres o 
para las y los afrodescendientes de las Américas, sino 
para todos los grupos sociales oprimidos.
Por esta labor, que no se puede desligar de su 
vida, Davis, una antigua enemiga del Estado nortea­
mericano, se ha convertido en una de las intelectuales 
públicas más importantes de los Estados Unidos. Su 
trabajo ha constituido y constituye un aporte funda­
mental a la teoría social crítica contemporánea. Su 
obra es un lugar de referencia obligado para todas 
aquellas personas que se dedican a la investigación 
social, y su relevancia trasciende incluso las paredes 
disciplinares del área social, para constituir un punto 
de reflexión necesario en el ámbito universitario.
Diálogos con la academia y los movimientos 
sociales
El martes 14 y el miércoles 15 de septiembre se llevaron 
a cabo seminarios que nos permitieron conocer de cerca 
el pensamiento de Davis y de Dent, y nos ofrecieron
20
la oportunidad de profundizar en sus perspectivas 
teóricas y políticas. El martes 14 se refirieron a la re­
lación entre el Blackfem inism y la interseccionalidad 
de género, raza y clase y el miércoles 15 a la discusión 
de las aproximaciones feministas a la comprensión de 
la violencia y de las luchas en contra de esta. En 
ambos seminarios las invitadas subrayaron que la 
justicia es indivisible y que por lo tanto no existen 
jerarquías en la justicia y en la igualdad. Asimismo, 
señalaron cómo las mujeres pobres y racializadas son 
producidas por las relaciones imbricadas de género, 
raza y clase. Para muchas y muchos de los asistentes 
era la primera vez que escuchaban a Dent y pudieron 
descubrir su claridad y brillantez intelectual, su ca­
pacidad pedagógica para dar a conocer los enfoques 
del Black fem inism y del pensamiento de Davis en 
relación con los temas escogidos.
El jueves 16, Davis impartió en el auditorio León 
de Greiff, frente a más de mil personas, su conferencia 
magistral titulada “ Racismo de Estado y complejo 
industrial de las prisiones”. En esta conferencia Davis 
subrayó las relaciones existentes entre lo que ella llama 
el complejo carcelario-industrial y el complejo militar- 
industrial. Para ella, reconocer estas inter-relaciones 
es un primer paso necesario para elaborar estrategias 
que permitan desarrollar un proyecto de democracia
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abolicionista de las instituciones que favorecen las 
dominaciones de unos grupos sociales sobre otros, 
como las cárceles. Desde su perspectiva, un proyecto 
de democracia abolicionista podría prolongar las ac­
ciones de los grandes movimientos abolicionistas de la 
historia y perm itir una reflexión sistemática sobre la 
forma en que persiste la esclavitud en las instituciones 
contemporáneas, por ejemplo, mediante de la pena 
de muerte y la prisión (cf. D avis 2005, 39).
C om o en todos los proyectos teóricos y políticos 
que D avis ha desarrollado a lo largo de su vida, la 
temática de la imbricación de los sistemas sociales 
estuvo presente en su reflexión sobre las cárceles. Davis 
insistió en que en las cárceles se utilizan los abusos 
sexuales para ejercer control social. Y señaló cóm o la 
m asculinidad agresiva de los detenidos, casi siempre 
pertenecientes a grupos raciales minorizados, compite 
con la coerción sexual ejercida por los guardianes y 
directores de las cárceles, de modo tal que el régimen 
carcelario se convierte en un conjunto de normas o 
reglas fundadas sobre una violencia sexual racial izada.
En la noche, todas y todos asistimos a una escena 
que hacía mucho tiem po no se presenciaba en la 
Universidad N acional de Colom bia: un auditorio 
abarrotado en torno a una figura intelectual y política, 
con las dificultades c incom odidades propias para
a
¿sistemes y organizadores. V ivim os juntos el susto 
v el rechazo frente a la irrupción en el escenario del 
crupo Encapucharte, que puso en evidencia las tenues 
equívocas fronteras que en Colom bia separan un 
acto violento de uno reivindicativo, un poema de una 
agresión, una voz disidente de una intolerante. Y todas 
v todos disfrutamos de las palabras de Davis, lúcidas y 
visionarias al mismo tiempo, sobre las interconexiones 
entre el complejo carcelario-industrial y el complejo 
militar-industrial. Escucham os su voz anim ada, al 
mismo tiempo, por la utopía de un m undo mejor, 
pero consciente e interesada en la identificación de 
nuevos terrenos posibles de justicia. A sí com o en la 
construcción de una propuesta de justicia restauradora, 
como la que funda su militancia por la abolición de las 
prisiones, instituciones que continúan produciendo y 
reproduciendo actualmente las desigualdades sociales, 
el racismo, el sexismo y la homofobia.
El viernes 17 de septiembre, Dent continuó expo­
niendo algunos elementos en relación con las cár­
celes, respondiendo a la pregunta sobre las posibles 
alternativas ante la abolición de las prisiones. En su 
conferencia exploró la relación entre los sistemas 
morales que sustentan la adm inistración de justicia 
y el uso social de las prisiones. Igualmente, hizo re­
ferencia a los dilemas contem poráneos que enfrenta
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una apuesta teórica y política com o el B lack feminismo 
a las consideraciones que se pueden hacer sobre el 
encuentro de agendas políticas de diferentes m ovi­
m ientos sociales; a la experiencia com o m ediación 
teórica y política y al m odo en que personas que no 
pertenecen a grupos dom inados pueden unirse a 
causas m inoritarias. N os recordó la im portancia de 
inscribir nuestros trabajos en genealogías propias, 
labor que ha realizado el B lack fem in ism , al señalar 
otras form as de producir conocim iento. A sim ism o, 
nos invitó a pensar que las luchas antirracistasdeben 
oponerse a toda form a de racialización y que, si bien 
han tenido un énfasis particular en la oposición al 
racism o antinegro, se debe evitar la creación de je­
rarquías en torno a los distintos racism os, así com o 
generar com petencias entre las distintas opresiones. 
Por ú ltim o, enfatizó la necesidad de anclar estas 
luchas en tareas colectivas cuyo ejercicio produzca 
felicidad, oponiendo la alegría, com o elemento cohe- 
sionador de luchas, a la usual solidaridad alrededor 
de la victim ización.
El sentido de esta publicación
C asi nueve años después de este encuentro se dio 
la oportun idad de publicar el contenido de estas 
charlas y conferencias, y no quise dejarla pasar. M e
era importante resistir al olvido, preservar y com partir 
.a m em oria de este encuentro. C o m o lo podrán 
jz g a r las y los lectores, las reflexiones planteadas 
rKDr D avis y D ent en estas páginas conservan toda su 
vigencia. E l B lack fem in ism , com o postura teórica y 
posición política, ha dem ostrado que no es exclusivo 
ni excluyente, y que por el contrario, fue una de las 
primeras corrientes fem inistas que invitó a entender 
v a percibir el racismo com o una cuestión fem inista. 
Ya lo señalaba en 1979 Barbara Sm ith:
el feminismo designa la teoría y la práctica 
políticas que luchan por la liberación de to­
das las mujeres. De color, obreras, pobres, 
discapacitadas, lesbianas, viejas, todas, in­
cluidas las mujeres blancas, las económ i­
camente privilegiadas y las heterosexuales.
Esta visión de una liberación total no so­
porta ninguna restricción, o entonces ya no 
se trata de feminismo sino de auto-glorifi­
cación femenina. (1979, 49)
La actitud autocrítica del B lackfem inism ha evi­
denciado la necesidad de ir más allá de lo que W endv 
Brown denom inó el “mantra m ulticulturalista” (1995) 
— raza, clase, género y sexualidad— . H oy sabemos
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que el reto teórico y político del feminismo consiste 
en llegar a una mejor comprensión de lo que significan 
las diferencias entre mujeres que no derivan de la 
matriz de opresión que las separa y a un aprovecha­
miento creativo de estas diferencias para enriquecer 
sus luchas comunes. También comprendimos que la 
identidad política no debe ser una condición previa 
al desarrollo de las acciones y luchas políticas, pues 
esta se construye en el proceso mismo en que estas 
acciones y luchas tienen lugar. La identidad en sí 
misma nunca ha constituido un criterio adecuado en 
torno al cual puedan organizarse luchas sociales. Las 
colectividades como el movimiento social de mujeres 
afrocolombianas, negras, raizales y palenqueras son 
un proyecto político que no puede apoyarse única­
mente sobre la identidad. Com o nos invitan a pensar 
Davis y Dcnt, más que intentar crear movimientos 
fundados en una supuesta unidad, que encubriría 
fisuras internas y heterogeneidad de intereses, valdría 
la pena intentar organizar luchas colectivas no en 
torno a un atributo identitario, sino esencialmente 
alrededor de objetivos políticos.
Con Davis y Dent aprendimos que una de las 
posibilidades más fructíferas de potenciar el alcance 
de estos movimientos es aumentar su capacidad de 
implicarse en un proyecto de emancipación colectiva
2 6
sin perder su poder de denuncia de las opresiones 
entretejidas en torno a ia raza, el género y la clase.
Creo que lo vivido durante este encuentro aca­
démico construyó en la práctica, y sin necesidad de 
hacerlo explícito, alianzas interesantes y deseables, 
como las que se dieron entre la Escuela de Estudios 
de Género y el movimiento social de mujeres negras, 
afrocolombianas, raizales y palenqueras. Uno de los 
mayores logros políticos de este evento fue haber 
conseguido que cerca de cien mujeres de estos mo­
vimientos y organizaciones de diferentes lugares de 
Colombia (Atlántico, Bolívar, Cauca, Chocó, Caldas, 
Nariño y Valle del Cauca), pudieran participar en 
esta cátedra, beneficiándose académicamente de ella 
y visibilizando al mismo tiempo sus aportes al mo­
vimiento social de mujeres en Colom bia. M e parece 
importante reconocer y enfatizar la importancia que 
tuvo la presencia de Davis y Dent para que estos 
puentes fueran tendidos y transitados. Sus enseñanzas 
fueron muy útiles para renovar los sueños de cambio 
y para remozar los deseos compartidos de un mundo 
mejor, más justo y amable para todas y todos.
Para la Escuela de Estudios de Género fueron im­
portantes tanto las aportaciones académicas de Davis 
y Dent como su curiosidad por nuestras realidades 
>ociales. Ellas nos hicieron partícipes desde el inicio
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de estas jornadas de su compromiso de acompañar el 
proceso de las comunidades de La loma, Suárez, en el 
departamento del Cauca para apoyar sus acciones en 
defensa de su territorio ancestral. Este fue un ejemplo 
concreto de sus perspectivas interseccionales y de 
los vínculos que se pueden tejer entre las múltiples 
violencias, como el sexismo, el racismo y la desterri- 
torialización de las comunidades negras colombianas.
A través de esta publicación, queremos compartir 
el testimonio de una experiencia que erosionó las 
fronteras entre lo académico y lo político, y renovó 
el sentido de nuestras perspectivas académicas, po­
líticas y éticas. En nueve años se han producido 
cambios en lo que respecta al movimiento de mujeres 
afrocolombianas, negras, raizales y palenqueras. El 
conflicto armado y la depredación capitalista induda­
blemente han afectado a todas las mujeres colombianas; 
sin embargo, las mujeres negras han pagado costos 
más altos en términos de desplazamiento, violencia 
sexual, asesinatos selectivos y persecución política, 
debido a su participación activa en la defensa de sus 
tierras ancestrales. Esto es cierto especialmente en la 
región del Pacífico colombiano, que dejó de ser una 
zona periférica exenta de violencia para convertirse 
en el escenario estratégico de un conflicto armado
28
cue aún no termina. Estas circunstancias enfatizan 
a importancia de considerar las especificidades de 
¿as experiencias de las mujeres afrodescendientes que 
el feminismo negro ha subrayado desde sus inicios.
Al mismo tiempo, es un hecho que las mujeres 
afrodescendientes participan cada vez más en las 
distintas movilizaciones sociales y políticas, formu­
lando demandas precisas que transforman su estatus 
de género dentro del movimiento afrocolombiano, 
en toda su diversidad. Hoy, las mujeres negras, afro- 
colombianas, raizales y palenqucras tenemos una 
presencia y una voz en la universidad que antes no 
teníamos y reivindicamos nuestro propio espacio en los 
discursos académicos para hablar de nosotras, desde 
los conocimientos acopiados en nuestras múltiples 
prácticas sociales y políticas.
Perseverar en este proyecto editorial me ha per­
mitido prolongar el eco de una experiencia que fue 
importante para mí y que desearía que les fuera útil 
v placentera a mujeres y hombres jóvenes que se están 
descubriendo hoy como “negras” y “negros”. Estoy 
convencida de que el encuentro con el pensamiento 
de estas dos autoras, visionarias y poderosas, puede 
propiciar y catalizar estos procesos y búsquedas de 
referentes, tanto identitarios, en términos personales 
v colectivos, como políticos.
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Agradecimientos
Sin duda, una de las grandes satisfacciones de haber 
podido realizar la cátedra inaugural de los estudios 
de posgrados en Estudios de Género de la Univer­
sidad Nacional de Colom bia y esta publicación es 
haberla hecho con un grupo de personas a las que 
me vinculan múltiples afectos y convicciones. La 
cátedra “Black feminisrrv. teoría crítica, violencias y 
racismo” no habría podido ser efectuada sin el trabajo 
constante y el entusiasmo de un equipoconvencido, 
como yo, de la importancia y del significado de estos 
eventos. Voy a acudir a una metáfora musical, la de 
la orquesta de jazz, para hablar del trabajo colectivo 
que se hizo en aquella ocasión, porque me siento 
identificada con ese modelo de organización del 
trabajo y con ciertas formaciones orquestales como 
las que se utilizan en muchos estilos musicales de 
la cultura afroam ericana. La cátedra exigió, como 
en los conciertos de jazz, acopio de imaginación y 
capacidad de improvisación para utilizar saberes 
y destrezas de modos inusuales. A sí puede ser 
descrito el trabajo del equipo organizador de este 
evento, que como una buena orquesta de jazz tuvo 
excelentes solistas, capaces de invención. Por eso 
quiero nombrar y reconocer sus contribuciones: a 
O chy Curiel y a Franklin G il quiero agradecerles
30
_na vez más su trabajo, porque sin ella y sin él, el 
evento no habría tenido el swing que lo caracterizó. 
Extiendo mi reconocimiento al equipo de la Escuela 
¿e Estudios de Género de ese momento, por sus 
distintos aportes para que esta orquesta de jazz
pudiera tocar en buenas condiciones.*
Para la compilación de este trabajo me beneficié 
del trabajo de traducción sim ultánea de las dos 
conferencias magistrales hecho por Laia Ribera; de 
la traducción y transcripción del texto “ El color de 
la violencia contra las mujeres” por parte de Lorena 
Aristizábal Farah; del trabajo de finalización de 
traducciones incompletas, revisión y preparación del 
primer borrador de este texto, efectuado por Mariana 
Calderón Jaram illo; de la generosidad y solidaridad 
“ancestral” de Francia Márquez M ina al brindarnos 
ia entrevista incluida en este volumen y compartirnos 
el discurso que im partió cuando recibió el Premio 
Goldm an Environm ental; de la transcripción de la 
entrevista a Francia M árquez realizada por Jenny 
Roncancio; del epílogo escrito por O chy Curiel y 
Franklin G il; del empeño y entusiasmo del equipo 
editorial de la Facultad de Ciencias H um anas de la 
Universidad Nacional de Colom bia para que este 
libro pueda ser publicado. ¡Que todas y todos se 
dientan reconocidos y agradecidos!
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Black feminism 
e interseccionalidad 
de género, raza y clase
ANGELA DAV1S
Quiero comenzar evocando la vida y obra de una feminista negra, poeta, activista y escritora de los 
Estados Unidos, me refiero a June Jordán'. Cuando 
¿lia se encontraba con alguien que estaba dispuesto a 
¿poyar el movimiento y las ideas antirracistas, y quizá 
también las estrategias antisexistas, pero que vacilaba 
¿n apoyar y expresar solidaridad con las campañas 
en contra de la homofobia, ella siempre afirmaba de 
manera tajante: “ La justicia es indivisible. La justicia 
¿s indivisible” . Y dado que la justicia indivisible no 
ruede reservarse para algunos y negársele a otros, no 
existen — señaló a lo largo de su vida— jerarquías en 
justicia y en la igualdad. Cualquiera que adopte una
June Jordán (1936-2002) fue una poeta, ensayista, maestra 
y activista caribeño-estadounidense interesada por las cues­
tiones de género, raza, inmigración y representación negras.
37
lucha por la justicia de una comunidad debe asumirla 
de la misma manera por todas las comunidades.
La justicia para las personas subordinadas por 
el racismo no puede aislarse de la justicia para las 
personas que son objeto de discriminación en virtud 
de su nacionalidad, su género o su sexualidad. Así, la 
justicia para las personas desplazadas está relacionada 
con la justicia para las personas indígenas, y esta se 
relaciona con la justicia para la comunidad l g t b i q , 
que está relacionada con la justicia para el pueblo 
palestino, etcétera, etcétera, etcétera.
Déjenme entonces repetir una vez más que no 
existen jerarquías en la justicia. Nuestro marco teórico 
y práctico de interpretación sobre la libertad debe ser 
lo suficientemente amplio para incluir a todas y cada 
una de las comunidades de seres vivos. Y quiero decir, 
tanto los humanos como los no humanos.
Al respecto del Blackfem inism quiero comenzar 
por señalar que las teorías académicas asociadas a 
este, y a aquello a lo que nos referimos en la academia 
norteamericana como el feminismo de las mujeres de 
color, han estado siempre profundamente asociadas 
a las estrategias de activismo del feminismo. Creo 
que puedo destacar este argumento de manera más 
convincente contándoles la siguiente historia, y voy 
a comenzar por m í misma: estuve presa por cargos
i ; secuestro y conspiración. Enfrenté la pena de 
- _erte por estos cargos y la gente de todo el mundo, 
■ fluyendo la de C olom bia, estuvo involucrada 
t~ la campaña por mi liberación. Mientras estaba 
i parcelada, alguien me llevó un periódico creado 
recientemente por un grupo de mujeres radicales de 
: : lor. Era 1970, el año de la guerra de Vietnam — es 
_nportante señalar la fecha— . El grupo que produjo 
periódico se llamaba Third World Women Alliance 
-..ianza de Mujeres del Tercer Mundo). El nombre 
cel periódico era Triple Jeopardy (Peligro Triple) y en 
 ̂parte de arriba estaba escrito: “ Racismo, sexismo e 
rr .p eria lism o Por supuesto, el triple peligro al que 
nacía referencia el eslogan era la subyugación del ra- 
: -mo, la discriminación del sexismo, la explotación 
csl capitalismo y la dominación del imperialismo. Ya 
la década de los setenta el objetivo de este grupo 
z : i considerar la interconexión e imbricación de todas 
r :as formas de dominación. Lo que resulta impor- 
-mte porque ocurrió mucho antes del surgimiento 
cel concepto “ interseccionalidad’• en la academia.
El concepto como ral fue acuñado por la abogada africano- 
americana Kimberlé Crenshaw, sin embargo, dentro del 
pensamiento feminista es ampliamente reconocido que 
la noción existía incluso antes de que recibiera este nom­
bre. Para una discusión al respecto ver: Viveros, Mara. “ La
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Ahora, como mencioné, el año en el que se tundo 
el periódico Triple Jeoparcly i ue 1970. Quiero presentar 
algunos elementos sobre el contexto de este periódico 
y la organización con la que era asociado. Para esto 
tenemos que devolver el reloj aún más. Tenemos que 
volver a la década del sesenta, especialmente a 1964. 
En este año se declaró el Verano de la Libertad. Fue 
el verano en el que un gran númerode estudiantes y 
trabajadores de los Estados Unidos decidieron pasar 
sus vacaciones organizándose en contra del racismo. 
Se organizaban, específicamente, en torno al derecho 
al voto en A labam a — estado en el que nací— , 
Georgia, Mississippi y Luisiana. Las mujeres eran las 
principales organizadoras, tanto en el movimiento 
estudiantil que se llamaba el “Com ité no violento 
de coordinación”, como en la Organización M artin 
Luther King, que era un escenario de confluencia de 
varias organizaciones. Ahora, todo el mundo conoce 
el nombre de M artin Luther K ing, ¿verdad? Pero, 
¿quién sabe algo de Ella Babar, o de Ruby Doris 
Smith Robinson, o d e jo Ann Robinson, quien fue la 
mujer que realmente organizó el primer gran evento 
en el movimiento de los derechos civiles, el boicot
40
interscccionalidad: una aproximación situada a la domina­
ción” . Debate Feminista 52 (2016): 1-17.
Montgomery? Lo que quiero destacar es que las 
mujeres estuvieron profundamente involucradas en 
la emergencia de este movimiento, ellas fueron las 
rrincipales organizadoras.
Durante el Verano de la Libertad de 1964, las 
mujeres negras empezaron a cuestionar por qué eran 
s hombres los únicos representantes públicos del 
movimiento. Empezaron también a cuestionar la 
.-structura patriarcal de estas organizaciones y por qué 
:> mujeres hacían tanto del trabajo pero recibían tan 
^oco del reconocimiento público. A partir de estos 
¿¿bates dentro de la organización estudiantil surgió 
_na formación que fue llamada el Black W omen’s 
Committee, y esa formación se estableció, eventual­
mente, como una organización autónoma que se llamó 
The Black W omen’s Alliance desde 1965 hasta 1970.
La guerra de Vietnam y, al mismo tiempo, la in- 
uustria farmacéutica dentro de la industria capitalista 
¿e los Estados Unidos se estaban extendiendo. En 
uerto Rico se puso en práctica una campaña para 
rmerilizar forzosamente a un gran número de mujeres 
muertorriqueñas en edad fértil; y a la vez, la industria 
'irm acéutica estaba llevando a cabo experimentos 
obre las pastillas anticonceptivas.
Entonces, se hizo claro para las activistas de la 
r.ack Women’s Alliance que era menester expandir su
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marco y cambiaron su nombre a Third World Women 
Alliance. Una de las primeras grandes campañas 
que llevaron a cabo fue en contra de la esterilización 
forzosa, particularmente de las mujeres de Puerto 
R ico, pero también de las mujeres indígenas de 
los Estados Unidos y de las mujeres negras del sur. 
Esta fue una de las primeras instancias en las que el 
feminismo negro, o el feminismo del tercer mundo, 
como se llamaba en ese entonces, se enfrentó con el 
feminismo blanco dominante3.
Este es el periodo en el que se estaba desarro­
llando el movimiento por los derechos reproductivos, 
que lideraba una amplia campaña concentrada en el 
derecho al aborto. Ahora, aquellas que participaban 
en la campaña contra la esterilización forzada, argu­
mentaban que el derecho de las mujeres de controlar 
sus capacidades reproductivas tenía que ser concebido 
desde un marco bastante más amplio: no se trataba 
solo del derecho de abortar, de terminar un embarazo 
no deseado, sino también del derecho de tener hijos
3 Así como no hay una sola forma de feminismo negro, tam­
poco existe una única corriente de feminismo blanco. Sin 
embargo, a grandes rasgos, este último se ha caracterizado 
por su carácter liberal y su poca sensibilidad a otras formas 
de dominación como la clase, la raza y la ubicación geopolí­
tica que afectan la vida de las mujeres.
cuando así lo escogieran las mujeres. Y como lo señalé, 
.2 campaña de esterilización en Puerto Rico coincidía 
ion el desarrollo de las compañías farmacéuticas que es­
tañan experimentando con las pastillas anticonceptivas; 
muchas de las pastillas que toman ahora numerosas 
mujeres en el mundo son producto de la experimen­
tación sobre los cuerpos de mujeres puertorriqueñas.
Así, la pregunta que estaban enfrentando en este 
momento las activistas feministas negras y del tercer 
mundo era cómo poner juntos todos estos asuntos. 
E.ias no asumían, como sí lo hacían otras activistas, 
que la única manera de llevar a cabo campañas exi- 
: esas era mediante la separación de problemáticas y 
ie pensar en un solo problema a la vez. Esa era la 
manera de pensar de, por ejemplo, las organizaciones 
iei movimiento de liberación de las mujeres, quienes 
declaraban: “nuestro énfasis debe ser en las mujeres”. 
?ero, ¿de qué mujeres estaban hablando? “Tienes que 
escoger — yo misma recuerdo que muchas veces me 
dijeron esta frase— , tú debes escoger si eres una mujer 
si eres negra, si quieres luchar en contra del sexismo, 
' si quieres luchar en contra del racismo”. Entonces, lo 
eue era tan interesante de este nuevo enfoque es que 
estas activistas estaban diciendo “ Nosotras no vamos 
s. escoger. De hecho, lo que queremos es encontrar la 
manera de pensar todos estos problemas en conjunto
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y de luchar en contra de todos estos asuntos a la vez”. 
La gran pegunta era entonces la de las interconexiones 
— no olviden que estamos hablando del contexto de 
la guerra de Victnam — . ¿Cómo las estrategias del 
racismo, el género, el capitalismo, el neocolonialismo 
y el imperialismo se constituyen las unas a las otras?
¿Qué tipo de marco analítico permitiría comple- 
jizar el análisis sobre estas problemáticas?, ¿qué otras 
múltiples interpretaciones surgirían al no considerar 
los problemas de manera aislada? y ¿qué tipo de es­
trategias organizativas permitirían enfrentar el reto 
de considerar estas formas de opresión en su carácter 
intersectado, interconectado y profundamente entre­
lazado? Permítanme concluir esta parte diciendo que 
el punto central de esta breve exploración sobre la 
historia del feminismo negro es que hay una historia 
muy rica del activismo de las mujeres negras detrás 
de la categoría académica de interseccionalidad, la 
cual muchas de nosotras usamos hoy como una 
abreviación de los diversos rasgos que ha traído 
consigo el feminismo negro. Y quiero decir, como 
una persona que hasta ahora empieza a aproximarse 
a la situación en Colom bia, que miremos las luchas 
de las personas afrodescendientes desplazadas y de 
las personas indígenas, y que nos preguntemos a 
nosotros mismos cómo estas luchas se articulan en
44
rno a una situación económica, política, social 
cultural muy compleja; y no hacer lo que suelen 
nacer los académicos, y asumir que la única manera 
r~ que podemos entender una situación es aislando 
_n concepto de otro. Solemos olvidar que nuestro
la realidad
>:cial y asumimos que el concepto es la realidad social.
Esto es lo que pasa, precisamente, cuando se dice 
: je tienes que escoger entre ser una mujer y ser negra. 
En aquellos días mi respuesta era: “ ¿Cómo podría 
escoger entre estas?, soy ambas cosas y no hay ninguna 
ruación en la que pueda ser solo una de ellas". Así 
: ue permítanme concluir, volviendo al trabajo de June 
E^rdan, la justicia es, en efecto, indivisible.
. ncepto es un intento por comprender
61 NA DENT
El objetivo de esta disertación es introducir al tema de la ¡nterseccionalidad, así que vamos a hablar 
_n poco de nuestra experiencia. M i experiencia es 
vastante diferente de la de Angela Davis porque soy 
de otra generación. N o he estado nunca en la cárcel, 
ruera de mi familia en donde, por supuesto, aprendí 
-obre feminismo, aunque no con ese nombre, fue en la 
universidad que aprendí de feminismo. Y lo aprendí por
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necesidad, porque tú vives el Blackfem inism mientras 
luchas por sobrevivir cuando estás en estos lugares en 
los que no has estado anteriormente y en los que gente 
como tú no ha estado anteriormente. Asimismo, estaba 
buscando lenguajes que me permitieran explicar la 
experiencia que estaba teniendo. Esta es una historia 
que muchas de ustedes reconocerán como la historia 
del feminismo negro, que está casi siempre definido por 
ser justamente un movimiento basado en la experien­
cia, ese es el centro de su teoría. Pero quiero empezar 
por aquí porque en esta generación, la experiencia 
es también una noción controversial. Cada vez más 
nuestra teoría feminista se concentra en cuestionar la 
idea de la experiencia como una parte fundamental de 
la comprensión. De modo que podríamos extendernos 
hacia la experiencia de otros y otras aun cuando no la 
hayamos vivido nosotros mismos y nosotras mismas. 
Parece bastante sencillo, pero no lo es en lo absoluto.
Creo que es compresible afirmar que las personas 
negras, a lo largo de la historia, se han tenido que 
expandir a la experiencia de otros. A la fuerza se 
les obligó a comprender, por ejemplo, lo que solían 
querer, sentir, pensar, escribir y decir las personas 
blancas. Pero el caso inverso no era siempre cierto. 
La vida interior de una persona negra no era siempre 
conocida por otros que no fueran negros. También
46
m em os que considerar la posibilidad radical de que,
. - ¿¡erra medida, solemos estar alienados de nuestra 
r m ía experiencia. Esto es, que no podemos formular 
- -cstras teorías solo a partir de las maneras en que 
. mprendemos nuestras propias vidas. Debe haber 
que llamamos una aproximación dialéctica, una 
-.reracción entre mi experiencia y la del mundo. Y 
:_-:e movimiento dialéctico siempre es cambiante, 
'.'o soy la misma que era ayer, o, podría ser aún más 
-¿dical y decir que no soy la misma que era hace un 
momento. Estas son las maneras como el terreno 
ie mi feminismo se ha, no tanto expandido, sino 
; mplejizado en los lenguajes que usamos para des- 
; nbirlo. M ara Viveros afirma que en Colom bia no 
nay un contexto equivalente al del Blackfem inism . 
?ero encontrarnos que un coloquio sobre el tema 
muestra que hay una experiencia que resuena en las 
experiencias que tienen lugar en los Estados Unidos 
en otras partes del mundo. Puede que no haya una 
-radición tan extensa de escritura y de documentación 
de esas experiencias, sin em bargo, sabemos que 
existen. Así que construimos a partir de allí, pero 
no podemos perder la perspectiva respecto a nuestras 
nropias historias.
Una de las afirmaciones clásicas del feminismo 
es la noción de que lo personal es político, pero esa
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afirmación puede ser tomada muy frecuentemente 
como una excusa para la autoindulgencia y para esa 
mirada autorreférente del feminismo que se concentra 
en contar siempre las historias propias. Y esto es muy 
complicado cuando lidiamos con un marco interpre­
tativo interseccional; cuando tratamos de percibir el 
horizonte no solo de aquellas opresiones de las que 
solemos hablar, sino también de aquellas que hasta 
ahora estamos comenzando a ser capaces de articular. 
Entonces, la idea de que “ lo personal es político” puede 
llegar a ser muy importante en el proceso de permitir 
que ciertas personas puedan hablar y manifestarse 
en público, pero también puede enmascarar otras 
experiencias o prácticas de dominación. Y tenemos 
que estar atentos ante ambas posibilidades.
Quiero retar esta idea de que lo personal es po­
lítico y reflexionar de qué otras maneras podemos ser 
políticos. Podemos movernos desde nuestras propias 
experiencias, pero también tenemos que considerar 
aquellas experiencias que no hemos tenido; espe­
cialmente tenemos que intentar reconocer lo que en 
el lenguaje académico llamamos “ lo subalterno”, la 
perspectiva subalterna. A veces se hace un uso de esta 
categoría desde los aportes de Antonio Gram sci, y la 
feminista de la que hemos recuperado esta categoría 
desde Gayatri Spivak, una de mis maestras favoritas.
48
- ia usó el término “subalterno" para marcar aquello 
cue no podemos ver. Escribió un muy famoso ensayo, 
~icc más de veinte años, llamado “¿Puede hablar el 
_ieto subalterno?”. Com o sabrán, mucha gente está 
confundida con este artículo, algunos creen que lo 
:_e ella quiso decir es que el subalterno no puede 
-ablar. Pero lo que estaba intentando expresar es 
cue el dominante no permite que el subalterno sea 
r>cuchado, y es nuestro trabajo, especialmente en la 
.miversidad, como dominantes, hacer que sea posible 
rmpezar una conversación con el subalterno. Esta 
: ndición de subalternidad no es permanente, solo 
Temporal; siguiendo a Gram sci, también se trata de 
entender la subalternidad como una nueva hegemonía 
en formación, como un nuevo grupo dominante que 
nodría emerger de la lucha de oposición.
La organización Third World Women Alliance, 
entes llam ada Black W om en’s A lliance, era una 
rganización conformada por mujeres negras que se 
iidarizaban con otras luchas alrededor del mundo. 
Y este es el feminismo del que me siento más cercana, 
^quel que piensa en múltiples luchas y está atento a 
as causas que no necesariamente conocemos pero 
: -íc tenemos que tratar de comprender y escuchar. 
La noción de tercer mundo, como nombre de ciertas 
-chas en los Estados Unidos, ha desaparecido,
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principalmente porque también parece derivada de 
la práctica colonial, era una manera equivocada de 
llamar algo relacionado con las mujeres de Estados 
Unidos, aun cuando quería preocuparse por las mujeres 
de otras partes del mundo, especialmente las del Sur. 
Así que ahora no usamos mucho este término, a no 
ser que dé cuenta de una solidaridad real con otras 
luchas de las mujeres en el sur global, relacionadas con 
lo que ahora llamamos el feminismo transnacional.
El feminismo transnacional se conoce por muchas 
prácticas diferentes y diálogos académicos; algunas 
veces es un concepto que está mal visto, dado que por 
lo general son las élites del feminismo conversando 
entre sí: podrían ser las Naciones Unidas o podrían 
ser profesoras viajando a otros países para conocerse 
entre ellas, lo que por supuesto es maravilloso. Sin 
embargo, esto no es exactamente lo mismo que la 
articulación entre activistas que, muy frecuentemente, 
no gozan de esas m ism as libertades para viajar; 
cuando la lucha por representar sus preocupaciones 
es mucho más difícil.
Así que quise empezar por estas primeras notas 
porque por supuesto quiero celebrar mi feminismo, me 
siento orgullosa de venir de esta tradición que incluye 
mujeres extraordinarias, quienes transformaron cier­
tamente a los Estados Unidos, y de muchas maneras
50
- :ras parres del mundo. Pero a la vez quiero ser una 
.rrendiz, quiero ser una espectadora y poder tener 
r-as conversaciones que son las más difíciles de tener.
conversación que es más difícil de sostener, a la 
: _e no me referiré ahora pero sí más adelante, es la 
. : nversación sobre las religiones y las diferencias entre 
: .as. Especialmente, las diferencias entre la tradición 
—usulmana y el cristianismo, que están en el centro de 
> problemas de los Estados Unidos y, por supuesto, 
.id a vez más, del resto del mundo. Esas diferencias
- se refieren sólo a las prácticas religiosas distintas, 
no también a las diferencias en la definición de
:ué es lo no secular.Existen diferentes culturas del 
rcularismo atadas a diferentes comunidades, y estas 
n, primordial mente, las comunidades que están 
en conflicto. Esto no sólo determina las prácticas 
propiamente religiosas sino también aquellas que 
r.enen que ver con el ejercicio de la política. Creo 
:ue este feminismo del que hablo trata entonces de 
propiciar esos diálogos con las experiencias y luchas 
zc otros y otras.
M e gustaría mencionar otras mujeres negras que 
pan contribuido a la formación y difusión de estas 
.deas, mis ancestras, no de sangre, sino del feminismo 
negro. La mayoría de ellas son escritoras, aunque no
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las voy a mencionar a todas porque no todas han sido 
igual de importantes para mí.
Barbara Christian, por ejemplo, quien íue mi 
maestra, profesora de estudios africano-americanos 
en la Universidad de California, en Berkeley. Con 
su trabajo pionero sobre la literatura feminista negra 
estableció las bases para el desarrollo del estudio 
académico del feminismo negro. Christian se com ­
prometió por muchos años con la enseñanza de los 
trabajos literarios de muchas mujeres de color y del 
Caribe, en un momento en que el trabajo de estas 
escritoras era muy poco conocido, y solo podía encon­
trarse si se sacaba una fotocopia de sus libros, porque 
habían dejado de imprimirse. También menciono a 
otras feministas negras como Audre Lorde, Kimberlc 
Crcnshaw, Patricia Williams, Dorothy Roberts, Isabelle 
G unning y Cheryl Harris. M e detengo en Harris, 
aunque podría mencionar otros nombres, porque ella 
publicó exclusivamente en medios académicos relacio­
nados con el derecho y es poco conocida por fuera de 
ellos. Harris escribió un artículo bastante influyente, 
publicado por primera vez hace casi veinte años, que 
se titula “W hiteness as property" (La blanquidad 
como propiedad), sobre el cual me gustaría hablarles.
Se trata de un artículo largo que inicia con un 
relato en primera persona de la historia de su abuela,
_r.a mujer que lograba “pasar” por blanca, dado que su 
: :ior de piel era bastante claro: su abuela era alguien 
:_e podía “pasar” por blanca, aun en los Estados 
. n idos, donde rige la regla de la gota de sangre (para 
rroteger la pureza racial) y puede percibirse cualquier 
c ra de sangre negra. Entonces, su abuela se hacía 
7¿>ar por blanca, pero no por razones fam iliares o 
cíales sino porque era la única manera de obtener 
_n trabajo decente para sostener a su fam ilia. Así 
;ce durante el día ella trabajaba en una tienda en 
a que era considerada blanca y al anochecer volvía 
- íu casa con su fam ilia, a vivir en un barrio negro. 
>e que esto puede ser considerado por algunas de 
ustedes como una historia de negación, pero puedo 
¿.segurarles la dura realidad de muchas personas que 
ivieron esas experiencias.
Para Harris era muy importante, como miembro 
ce un grupo que se conformó durante ese tiempo, más 
conocido como el grupo de la “ teoría crítica racial”, 
'.ablar no solo de nuevos temas, sino explicarlos a 
:ravés de una perspectiva y metodología nuevas. Ella 
empieza este artículo sobre el carácter blanco de la 
rropiedad en los Estados Unidos con un relato en 
primera persona sobre su propia abuela, y a través 
de este integra todos los argumentos y proporciona 
evidencia de la vida real para apoyar sus argumentos
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al respecto. Sin embargo, como esto podría ser insu­
ficiente para explicar el tema, se extiende para hablar 
sobre la historia de las leyes de propiedad en los Estados 
Unidos, desde el periodo colonial hasta el presente, 
que era en ese entonces el principio de la década de 
los noventa, y explica por que es necesario que en su 
país haya acciones afirmativas. Harris escribió este 
artículo en un momento en el que muchas personas 
en los Estados Unidos experimentaban el racismo, 
pero en cual también se consideraba que se debían 
desmantelar las acciones afirmativas, porque ya no 
eran necesarias, dado que ya teníamos todo tipo de 
privilegios, sobre todo interpersonales: podíam os 
usar el mismo baño, ir al mismo banco, transitar la 
misma calle que las personas blancas.
Ahora, cuando se habla del presidente Barack 
O bam a com o el m andatario del fin del racismo, 
deberíamos volver a analizar cuál es el espíritu del 
racismo. ¿Creen ustedes que el hecho de que tengamos 
un presidente negro significa que el racismo ha dejado 
de existir? Volviendo a Harris, ella argumenta que 
estos cambios y ansiedades que despiertan las acciones 
afirmativas en la sociedad actual no tienen que ver 
con los aspectos más importantes del racismo, los 
que se relacionan con la historia de los derechos de 
propiedad de los blancos en Estados Unidos. Sus
54
lerechos a comprar y vender personas negras provi­
nieron del hecho de ser blancos, y ellos asumieron 
: ce, como tales, tenían derecho a hacerlo. Esc derecho 
gnificó que ellos (los blancos) tuvieran acceso a más 
nquezas, a industrias, y pudieran ser capaces de tener 
eso que han mantenido por muchas generaciones, una 
mayor riqueza con respecto a los demás; pero significó 
también la imposibilidad de las personas negras para 
diar con la pobreza de la misma manera en que las 
nersonas blancas lo hacían. Porque cuando ganas un 
alario pero tienes que mantener a muchas personas, 
a muchas generaciones, no puedes tener tanta riqueza 
:om o tus vecinos o incluso como la persona sentada 
al lado tuyo en un salón de clases, si es alguien que 
recibe un ingreso y no sostiene a sus padres.
Era necesario que alguien explicara, como lo hizo 
Harris, por qué las teorías sociológica y económica 
-rabian estado tan equivocadas, por qué la teoría 
cultural estaba equivocada y no estaba respondiendo 
rvor la carga que dejó la historia de la propiedad. Esa 
uperioridad económica, social y política de los blancos 
tiene una historia. Así que quisiera terminar introdu­
ciendo este concepto de la blanquidad (whiteness) no 
como algo que tiene una persona. De forma individual, 
sino como una forma de propiedad que se acumula 
y puede ser utilizada como ventaja. Quiero terminar
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señalando que la referencia de Harris a la blanquidad 
no es una referencia a lo que es personal o individual, 
al estilo de decir “yo soy blanca”, en caso de que lo 
fuera (blanca), sino por el contrario es una forma de 
mencionar algo que es una forma de propiedad, la 
blanquidad, y que como tal puede ser intercambiada 
por otras formas de propiedad. Esto, me parece, es 
un aspecto muy poco tenido en cuenta, aunque es 
muy importante para la teoría del feminismo negro 
que cono7.co. Y me parece increíblemente importante 
tenerlo en consideración, dado que aquí en Colombia 
la dcsterritorialización, la pérdida de la propiedad, 
son temas que requieren ser pensados, y corresponden 
a algunas de las preguntas que se encuentran en el 
núcleo mismo, en el corazón, del feminismo negro.
5 6
El color de la violencia 
contra las mujeres
. * .
ANGELA DAVIS
Esta sesión se dedicará a la discusión de la violen­cia, a las aproximaciones feministas al entendi­
miento de la violencia y de las luchas en contra de 
a violencia. Pensé comenzar explicando el nombre 
2el seminario, “The C olor of Violence” (El color de 
.1 violencia). El color de la violencia es un concepto 
que se desarrolló en conexión con una conferencia 
realizada en el año 2000, inspirada por la necesidad 
de referirnos a un rango amplio de asuntos urgentesrelacionados con la violencia en la vida de las mujeres 
de color. Al final, com o resultado de la conferencia, 
se creó una organización, cuyo nombre es Incite! 
Women o f C olor Against Violence (¡Incite! Mujeres 
de color en contra de la violencia)'.
1 Esta organización estadounidense de feministas radicales de 
color promueve un movimiento para poner fin a la violen­
cia contra las mujeres y sus comunidades. Incite! fue fun-
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Empezaré por explicar por qué tantas activistas y 
académicas sintieron en ese momento la necesidad de 
desarrollar una conversación sobre la violencia en ex­
tenso. El movimiento de mujeres que emergió durante 
finales de los sesenta, específicamente en 1967, 1968 
y 1969, que en esos días era llamado el movimiento 
de liberación de las mujeres (W omen’s Liberation 
Movement) fue, en gran medida, una respuesta a 
dos temas de gran envergadura que involucraban la 
violencia infligida a los cuerpos de las mujeres. El 
primero era la violencia doméstica y el segundo era 
la violación, y otras formas de abuso sexual. Am bas, 
la violencia doméstica y la sexual, eran consideradas 
en esa época asuntos a ser resueltos en el ámbito 
privado, eran asuntos personales. C laram ente, el 
eslogan del movimiento feminista, “ lo personal es 
político”, emergió en gran medida de un esfuerzo 
por politizar estas dos formas de violencia contra los 
cuerpos de las mujeres.
dada en el año 2000 y está organizada por un colectivo na­
cional con afiliadas en San Francisco, Washington, Denver, 
Albuquerque, Austin, Nueva Orleans, Boston, Filadelfia, 
Nueva York, Ann Arbor, Binghamton, Chicago, además de 
una sede en Toronto y Ontario, Canadá. Para conocer más 
sobre la organización, se recomienda visitar su página web 
(http://www.incite-national.org).
60
http://www.incite-national.org
D e manera que las primeras demandas de este 
movimiento giraron alrededor de lo que se consi­
deraba una necesidad: criminalizar la violencia contra 
.as mujeres. Eso es, que estas formas de violencia 
debían ser reconocidas como crímenes que debían 
er combatidos por el sistema judicial y las cortes. Y 
este es quizás uno de los ejemplos más dramáticos de 
¡o que se quería decir con el eslogan “ lo personal es 
eolítico”. Por ejemplo, frecuentemente, en los casos en 
aue las mujeres eran golpeadas por sus compañeros, 
•us esposos o sus novios, se llamaba a la policía, y 
.1 respuesta redundaba en que este era un problema 
doméstico, privado, un asunto entre el hombre y la 
mujer. Y así, es entendible que algunas de las pri­
meras demandas del m ovimiento fueran exigir la 
ntervención del Estado en los que anteriormente se 
donsideraban como problemas personales y privados.
Ahora bien, una reacción sim ilar se tenía frente 
d la violencia sexual, y con respecto a la violación. 
A menudo, en los casos manejados por el sistema 
udicial que involucraban violaciones, las cortes 
donsideraban que la mujer era la parte responsable. 
Los jueces respondían con aseveraciones como: “su 
raída era demasiado corta” o “se le acercó demasiado 
al hombre”. Todos estamos familiarizados con esta 
díase de respuestas, ¿verdad? Así que, con el propósito
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de lidiar con los límites de este tema, las demandas 
del movimiento feminista exigían la criminalización 
de la violencia sexual.
Ahora, ¿por qué fueron tan pocas las mujeres 
negras involucradas en estas campañas en sus co­
mienzos? ¿Por qué las mujeres negras se negaban a 
aceptar un movimiento que exigía más intervención 
policial? Las feministas negras en ese tiempo, hacia 
finales de los sesenta y principios de los setenta, a 
menudo argumentaban que necesitábamos un aná­
lisis mucho más profundo de la violencia. De hecho, 
con respecto a la violencia sexual y a la violación, 
señalábamos que la tradición que había surgido de 
la esclavitud le daba el derecho al amo de la esclava a 
infligir violencia sexual en su cuerpo. En realidad, no 
era tanto una dinámica “privada” o “personal”, sino 
que, de hecho, era una dinám ica institucionalizada 
en la esclavitud. En ese periodo también señalábamos 
que el cargo de violación usado en contra de los 
hombres negros era a menudo una forma grave de 
racismo. El vasto número de hombres negros que fue 
liberado en el periodo posterior a la esclavitud fue a 
menudo víctim a de la afirmación de haber violado a 
una mujer blanca. D e este modo, el uso racista del 
cargo de violación complicaba aún más nuestro en­
tendimiento de la violencia sexual hacia las mujeres.
6z
En la conferencia “ The color ot violence’' (2000) 
.-¿am enté algunas de estas cuestiones, de las que 
arom o el siguiente planteamiento1:
Necesitamos un análisis que no profundice 
el proceso conservador de secuestrar millo­
nes de hombres de color de acuerdo con los 
mandatos contemporáneos del capital globa- 
lizado y su complejo industrial penitenciario, 
ni tampoco el proyecto igualmente conser­
vador, de abandonar a las mujeres negras en 
un contínuum de violencia que se extiende 
desde las maquilas, las industrias y las prisio­
nes, a los refugios, hasta llegar a los dormi­
torios en casa. ¿Cómo desarrollamos análisis 
y estrategias organizativas en oposición a la 
violencia contra las mujeres que reconozcan 
la raza del género y el género de la raza?
El punto que señalaba en esa conferencia era que 
am am os que comenzar a pensar en aproximaciones a 
 ̂ violencia que no se basaran en la criminalización, 
_^e no invitaran a la policía y al sistema judicial a
La conferencia original puede ser consultada en: http:// 
w-ww.hartford-hwp.com/archives/45a/582.html
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jugar roles incluso más importantes que los que tienen 
actualmente en nuestras vidas.
Pero al mismo tiempo necesitábamos comprender 
que este contínuum de violencia contra las mujeres 
involucra la violencia en un nivel privado, íntimo, 
como el abuso que sucede en el dormitorio o en la 
casa; pero también involucra la violencia policial, 
la militar, la del encarcelamiento y la del complejo 
industrial penitenciario. En esta confluencia emerge 
el Black fem inism , como la posibilidad de pensar de 
formas más complejas y de unir ideas que parecen 
estar distanciadas por océanos. Porque a menudo 
se considera que son hombres individuales quienes 
cometen actos de violencia contra las mujeres, y que 
incurren en esa violencia por razones culturales o 
psicológicas; pero en pocas ocasiones pensamos en 
ellos como actores que llevan a cabo parte de un 
proyecto del Estado; y pocas veces pensamos en el 
Estado como un agente de violencia contra las mujeres.
Ahora, quisiera exponer el asunto de una manera 
ligeramente diferente. Si como académicos, activistas 
y trabajadores estamos comprometidos con acabar con 
la violencia contra las mujeres, debemos formularnos 
la siguiente pregunta: ¿referirse a la violencia desde 
el castigo, es decir, después de que ha ocurrido, la 
elimina? A l respecto, es muy interesante un artículo
6 4
P ic a d o hace un tiempo por el N ew York Times, 
contenía estadísticas que demostraban que, de 
. no, la legislación en contra de la violencia contra 
. mujeres no había logrado una reducción de esta. 
_ que pasó, como resultado de estas leyes, fue que
- ;nos mujeres mataron a sus parejas abusadoras. Pero
nubo ningún cambio en el número de hombres 
. uc mataron a mujeres.
Hace unos años publiqué un artículo que se 
-maba "Public Imprisonment and Private Violence:
- zdections on the Hidden Punishment o f Women" 
: ncarcelamiento público y violencia privada: re-
"zxiones alrededor delcastigo oculto de las mujeres), 
_ i pregunta central era ¿por qué hay una proporción 
z.itivam ente menor de mujeres en las prisiones 
. rededor del mundo? Creo que aquí en Colom bia 
^roxim adam ente un 6 % o 7 %, de los más o menos
■ .000 prisioneros, son mujeres, y sucede algo similar 
: - los Estados Unidos, solo que allí hay aproximada- 
-r.nte 2,3 millones de personas tras las rejas.
Algunos dirían "bueno, las mujeres sencillamente 
• j son tan criminales, no delinquen tan frecuente- 
~ente como los hombres”. Pero, en la investigación 
_e hice para ese artículo vi que era necesaria una 
; mprensión más compleja de las diferencias exis-
■ entes entre las mujeres y los hombres en la cárcel.
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!
Y llegué a la conclusión de que existe una red de 
castigo dirigida a las mujeres más vasta, por lo cual 
el Estado no tiene que jugar un rol tan directo en el 
castigo de las mujeres. ¿Por qué la violencia doméstica 
es una pandemia tan grande en el mundo? Porque 
a los hombres se les ha dado el derecho, en una es­
tructura patriarcal, de castigar a una mujer cuando 
creen necesario hacerlo; así que la gran mayoría del 
castigo ocurre en espacios privados; mientras que el 
castigo al cual están sometidos los hombres ocurre 
más en espacios públicos, en términos de la prisión. 
También señalé en ese artículo que en las institu­
ciones psiquiátricas hay una proporción mayor de 
mujeres que de hombres, lo que nos dice algo sobre 
las estructuras de género en el castigo.
Por último, quisiera mencionar la noción de las 
estructuras generizadas del castigo, que complejizan 
la violencia contra las mujeres y que llevan a establecer 
conexiones e interconexiones entre la que sucede en 
espacios íntimos y la que se manifiesta en espacios 
públicos. También señalaré que incluso cuando pen­
samos en las estructuras generizadas de la violencia, 
deberíamos estar conscientes de la importancia de 
confrontar las estructuras binarias del género.
Una vez considerados la raza del género y el 
género de la raza, necesitam os cuestionar la es-
66
* .icrura binaria del género con el propósito de no
- -m ir siempre que cuando hablamos de violencia 
-- género hablamos de violencia en contra de “m u­
eres y de “ hombres” p er se. D e hecho, aun cuando 
' ■ dispongo de tiempo para ahondar en este tema,
- güiría que las personas transgénero son las que 
:an sometidas más sistemáticamente a la violencia,
espacios privados y públicos. Y pienso que esta 
é? probablemente la realidad de la mayoría de áreas 
_rbanas del mundo, hay un mayor porcentaje de 
.personas transgénero que de cualquier otra comu-
* .dad de personas que son arrestadas y pasan por 
.os sistemas judicial y carcelario.
lam bién me gustaría señalar, a modo de con­
cusión, que cuando hablamos de este sistema interco- 
:rado de violencia, aquí, en este país, debemos hablar 
ciertamente de desterritorialización y de violencia 
de Estado contra los grupos indígenas y afrodescen- 
dientes. G ina Dent y yo visitaremos el corregimiento 
de La Loma en el municipio de Suárez, Cauca, donde 
d pueblo entero enfrenta la amenaza del desalojo a 
causa de la minería; y queremos participar en un 
movimiento de solidaridad internacional que proteja 
i los habitantes de La Tom a de esta violencia de 
Estado, una violencia corporizada y de la estructura 
c.e violencia que permea la vida de las mujeres.
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Quiero hacer una transición a partir dei término de Angela Davis del contínuum de castigo, 
desarrollado en su conferencia “dhe color o f violen- 
ce” . Este fue un concepto diseñado para ayudar a 
expresar teóricamente la conexión entre dos formas 
de violencia: la violencia interpersonal, que a menudo 
se entendía, en especial antes del feminismo, como 
violencia “privada” , y la otra clase, incluyendo la 
violencia de Estado, que tendemos a pensar como 
pública. Para conectar estas dos, Davis se refería a 
ellas como un contínuum, en el que ambas están ínti­
mamente relacionadas entre sí. Así, en la perspectiva 
feminista tenemos que considerar todo el espectro 
de la violencia, por lo que la noción del contínuum 
del castigo ayuda a desestabilizar el racismo dentro 
de las prácticas feministas, así como a perturbar el 
sexismo y el patriarcado dentro de los movimientos 
antirracistas y antiviolcncia.
Para entender el significado de este contínuum 
resulta provechoso conectar en el pensamiento propio, 
en las luchas activistas y en la investigación académica, 
los dos polos o clases de violencia. De manera que 
introducir el contínuum del castigo es expresar la 
conexión entre, por un lado, la violencia interper-
68
nal, y por el otro, otras formas de violencia, ya 
^ean las de Estado u otras, que incluyen la guerra o 
abuso policial, o aquellas a las que están expuestas 
as comunidades tradicional mente afectadas por el 
iistema judicial.
Entonces, este es un término que necesitamos 
_:ilizar porque no nos permitirá olvidar el otro polo. 
\sí que, si nos centramos por ejemplo en la violación, 
recordaremos la guerra. Si nos concentramos en la 
:olencia doméstica, recordaremos que los guardias 
en las prisiones a menudo abusan de las prisioneras. 
Pensamos en estas cosas de forma conjunta, como 
rormas igualmente significativas de violencia que 
además están estructuralmente conectadas la una 
con la otra. Y esto era precisamente lo que estaba 
en el centro de los esfuerzos de la conferencia de 
Davis. En una ocasión, una mujer colombiana que 
nabía pasado un tiempo en los Estados Unidos me 
hizo una pregunta después de un seminario, me ex­
presó que, aunque no era negra, experimentó mucho 
racismo en los Estados Unidos, y quería saber por 
qué nos referíamos a temas negros, así que creo que 
es importante aclarar que este activismo al que nos 
referimos incluye a personas de diferentes contextos.
Este es un movimiento para y de mujeres de color, 
por lo cual nos referimos a mujeres de muchos grupos
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racial izados, no solamente negras. También nos refe­
rimos a aliadas que pueden ser blancas, y a muchos 
hombres o personas que no están conformes con el 
género y que son parte de la lucha. El término Black 
fem inism es ahora más que nada una reivindicación 
académica, una reflexión sobre una historia, una 
tradición de escritura y también sobre una forma de 
actuar. Además, es una forma de explicar y transmitir 
esa historia. Así que nuestras identidades como personas 
negras son significativas, pero estamos conectadas con 
un escenario de luchas mucho mayor.
Esta lucha no es solamente nacional, es decir, no 
es solo una lucha en términos de los Estados Unidos, 
es también internacional y transnacional. Y distingo 
entre internacional y transnacional por una razón 
que es importante en la teoría feminista, porque 
“ internacional'' usualmente incluye la coordinación 
entre élites o entre actores y líderes estatales, mientras 
que lo transnacional se refiere más específicamente 
a conexiones de base y circuitos que pueden no 
corresponder a la organización de los Estados. En 
este contexto transnacional, por ejemplo, el instituto 
con el que vengo trabajando en California ha estado 
interesado en el proyecto de reunir específicamente a 
mujeres abogadas que hayan trabajado en las cortes 
y tribunales internacionales en la criminalización
70
ia violencia contra las mujeres. Uno de los temas 
'ibajados con este grupo es el reconocimiento de 
-i violación como un arma de guerra,

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