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See discussions, stats, and author profiles for this publication at: https://www.researchgate.net/publication/259865071 Política de vida y muerte.libro ICAHN (1) Data · January 2014 CITATIONS 2 READS 1,589 1 author: Some of the authors of this publication are also working on these related projects: La justicia comunitaria de cara al post-conflicto. View project Impacto de las publicaciones y producción en ciencias sociales View project Nicolas Espinosa The University of Arizona 55 PUBLICATIONS 136 CITATIONS SEE PROFILE All content following this page was uploaded by Nicolas Espinosa on 24 January 2014. The user has requested enhancement of the downloaded file. https://www.researchgate.net/publication/259865071_Politica_de_vida_y_muertelibro_ICAHN_1?enrichId=rgreq-9f933393af50204cad9867aad7d26a2a-XXX&enrichSource=Y292ZXJQYWdlOzI1OTg2NTA3MTtBUzoxMDI1ODY0OTc2MzQzMTBAMTQwMTQ2OTk0MDA2Mw%3D%3D&el=1_x_2&_esc=publicationCoverPdf https://www.researchgate.net/publication/259865071_Politica_de_vida_y_muertelibro_ICAHN_1?enrichId=rgreq-9f933393af50204cad9867aad7d26a2a-XXX&enrichSource=Y292ZXJQYWdlOzI1OTg2NTA3MTtBUzoxMDI1ODY0OTc2MzQzMTBAMTQwMTQ2OTk0MDA2Mw%3D%3D&el=1_x_3&_esc=publicationCoverPdf https://www.researchgate.net/project/La-justicia-comunitaria-de-cara-al-post-conflicto?enrichId=rgreq-9f933393af50204cad9867aad7d26a2a-XXX&enrichSource=Y292ZXJQYWdlOzI1OTg2NTA3MTtBUzoxMDI1ODY0OTc2MzQzMTBAMTQwMTQ2OTk0MDA2Mw%3D%3D&el=1_x_9&_esc=publicationCoverPdf https://www.researchgate.net/project/Impacto-de-las-publicaciones-y-produccion-en-ciencias-sociales?enrichId=rgreq-9f933393af50204cad9867aad7d26a2a-XXX&enrichSource=Y292ZXJQYWdlOzI1OTg2NTA3MTtBUzoxMDI1ODY0OTc2MzQzMTBAMTQwMTQ2OTk0MDA2Mw%3D%3D&el=1_x_9&_esc=publicationCoverPdf https://www.researchgate.net/?enrichId=rgreq-9f933393af50204cad9867aad7d26a2a-XXX&enrichSource=Y292ZXJQYWdlOzI1OTg2NTA3MTtBUzoxMDI1ODY0OTc2MzQzMTBAMTQwMTQ2OTk0MDA2Mw%3D%3D&el=1_x_1&_esc=publicationCoverPdf https://www.researchgate.net/profile/Nicolas_Espinosa2?enrichId=rgreq-9f933393af50204cad9867aad7d26a2a-XXX&enrichSource=Y292ZXJQYWdlOzI1OTg2NTA3MTtBUzoxMDI1ODY0OTc2MzQzMTBAMTQwMTQ2OTk0MDA2Mw%3D%3D&el=1_x_4&_esc=publicationCoverPdf https://www.researchgate.net/profile/Nicolas_Espinosa2?enrichId=rgreq-9f933393af50204cad9867aad7d26a2a-XXX&enrichSource=Y292ZXJQYWdlOzI1OTg2NTA3MTtBUzoxMDI1ODY0OTc2MzQzMTBAMTQwMTQ2OTk0MDA2Mw%3D%3D&el=1_x_5&_esc=publicationCoverPdf https://www.researchgate.net/institution/The_University_of_Arizona?enrichId=rgreq-9f933393af50204cad9867aad7d26a2a-XXX&enrichSource=Y292ZXJQYWdlOzI1OTg2NTA3MTtBUzoxMDI1ODY0OTc2MzQzMTBAMTQwMTQ2OTk0MDA2Mw%3D%3D&el=1_x_6&_esc=publicationCoverPdf https://www.researchgate.net/profile/Nicolas_Espinosa2?enrichId=rgreq-9f933393af50204cad9867aad7d26a2a-XXX&enrichSource=Y292ZXJQYWdlOzI1OTg2NTA3MTtBUzoxMDI1ODY0OTc2MzQzMTBAMTQwMTQ2OTk0MDA2Mw%3D%3D&el=1_x_7&_esc=publicationCoverPdf https://www.researchgate.net/profile/Nicolas_Espinosa2?enrichId=rgreq-9f933393af50204cad9867aad7d26a2a-XXX&enrichSource=Y292ZXJQYWdlOzI1OTg2NTA3MTtBUzoxMDI1ODY0OTc2MzQzMTBAMTQwMTQ2OTk0MDA2Mw%3D%3D&el=1_x_10&_esc=publicationCoverPdf POLITICA DE VIDA Y MUERTE Etnografía de la violencia de la vida diaria en la Sierra de La Macarena. Nicolás Espinosa Departamento de Antropología Facultad de Ciencias Humanas Universidad Nacional de Colombia 2008 POLITICA DE VIDA Y MUERTE Etnografía de la violencia de la vida diaria en la Sierra de La Macarena. Tesis de grado, aprobada y con mención meritoria, de la Maestría en Antropología Social Autor: Nicolás Espinosa. Tutora: Marta Zambrano. Departamento de Antropología Facultad de Ciencias Humanas Universidad Nacional de Colombia 2008 Agradecimientos TRABAJO CO-FINANCIADO POR EL PROGRAMA DE “APOYO DE TESIS DE POSGRADO” DE LA DIRECCIÓN DE INVESTIGACION DE LA UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA SEDE BOGOTA. CONVOCATORIA 2007 TRABAJO CO-FINANCIADO POR EL “FONDO DE APOYO A INVESTIGACIONES REGIONALES” DE LA CORPORACION PARA EL DESARROLLO INTEGRAL DE LA AMAZONIA COPOAZU. FLORENCIA, CAQUETA. CONVOCATORIA 2006 TRABAJO ACOMPAÑADO POR EL RESGUARDO INDÍGENA MULTIETNICO, YAGUARA II DE LOS LLANOS DEL YARÍ; LA ASOCIACIÓN DE JUNTAS DE ACCION COMUNAL DEL MUNICIPIO DE LA MACARENA (META), ASOJUNTAS DE CARTAGENA DEL CHAIRÁ Y ASOJUNTAS DE SAN VICENTE DEL CAGUAN (CAQUETÁ) AGRADECIMIENTOS: Tras varios años de trabajo en La Macarena, el haber cursado la Maestría en Antropología de la UN me ha permitió experimentar con nuevas formas de aproximarme y estar en la región. Por ello reconozco el dedicado trabajo de las siguientes profesoras y profesores, quienes hicieron permanentes críticas y observaciones a mi Tesis: Marta Zambrano (mi tutora), César Abadía, Joanne Rappaport; Grardo Ardila, Fabricio Cabrera y Ximena Pachón. Igual papel jugaron mis compañeros y compañeras de estudio Cesar Tapias, Constanza Fletcher, Marco Tobón, Ana María León, Juana Espinosa, Santiago Gómez y Miguel Mejía. Pero sin duda esta tesis sólo fue posible gracias al apoyo de campesinos y campesinas de la sierra de La Macarena, quienes a pesar de las difíciles circunstancias en que viven y de las duras condiciones que la guerra impone, nunca dudaron en respaldar mi trabajo ante las presiones de las Fuerzas Armadas y la insurgencia. Apelando a estrategias que solo las comunidades conocen, y a pesar de los operativos militares y el control que ejercen las Farc, gracias al acompañamiento campesino me fue posible explorar suficientes espacios y situaciones para mi trabajo. Aunque he tomado precauciones para que este trabajo no sea funcional a los proyectos militares del estado y la insurgencia, y que nada de lo aquí escrito comprometa la seguridad de los campesinos y campesinas que prestaron su testimonio, prefiero no mencionar a nadie. En junio de 2008, cuando realicé entrega del trabajo a las comunidades de La Macarena y Norte del Caquetá, me fue posible extender agradecimientos personales. Por ultimo agradezco a la Universidad Nacional y la Corporación Copoazú por la financiación recibida. A las Asociaciones de Juntas de la región y al resguardo Yaguara II por su acompañamiento y a mis asistentes de campo, Lorena Carrillo y Adrián García, por su dedicación para con este trabajo. Aclaro, eso si, que lo escrito en esta tesis es responsabilidad del suscrito y no compromete las posiciones de las personas e instituciones antes mencionadas. A la memoria de Helena y de la Profe, quiénes siendo arte y parte de esta historia se fueron de estas tierras sin poder discutir mis letras. “…huyen de la pobreza de una ciudad y se arriesgan criando hijos lejos de una escuela o un hospital. Escapan de una violencia entre dueños de poderes y se encierran en una humillante soledad para decirse así mismos que viven en libertad”. Padre Jacinto Franzoi Río Caguán. Memorias y leyendas de una colonización TABLA DE CONTENIDO INTRODUCCIÓN …………………………………………… 1 Metodología del trabajo El viaje sin regreso De la teoría a la práctica: ejes conceptuales El observador observado Organización del trabajo. Capítulo Primero ETNOGRAFÍA EN ZONA TÓRRIDA ………………………… 36 La Sandía El Yarí. La triple frontera: el Yarí, La Macarena, el estado colombiano. La Macarena El río Guayabero La vereda La finca Epílogo: el regreso Capítulo Segundo VIOLENCIA Y VIDA CAMPESINA Etnografía de la violencia en la vida diaria…………………….. 77 Los marcos de la violencia Colonización y conflicto La violencia desde el estado. De lo simbólico a lo militar La violencia desde la guerrilla La violencia de la vida diaria. El destierro Un fin de semanaen la vereda Formas y dinámicas de la violencia en la región Capítulo Tercero POLÍTICA DE VIDA Y MUERTE La normalización de la violencia…………………………………… 108 Las experiencias del sufrimiento “Algo tenía que deber” La injusticia toca la puerta La comunidad imaginada La naturalización del sufrimiento La racionalización Condiciones y respuesta sociales a la violencia Capítulo Cuarto VIOLENCIA POLÍTICA Y PRÁCTICAS DE LA MEMORIA …………................................. 133 La memoria regional Memoria constitutiva, sujeto y colectivo La memoria constituyente como proceso La memoria constituyente como apuesta de reconocimiento La memoria constituyente y la construcción de fronteras regionales Elementos pendientes para una agenda regional Capítulo Quinto LA POLITICA DEL LUGAR Las tensiones del territorio político en La Macarena ……… ..... 159 Dentro y fuera: las fronteras de sentido A las márgenes del estado Lo político en el lugar y la política del lugar CONCLUSIONES……………………………………………… 181 BIBLIOGRAFIA Foto 1 Amanece en el río Guayabero. A lo largo del texto, una crónica del trabajo de campo en fotografías. Autor: Nicolás Espinosa Foto de la portada: Alejandro sale de su casa . Autor: Santiago Gómez Introducción 1 INTRODUCCIÓN La siguiente es una etnografía que realicé en la Sierra de La Macarena y algunas zonas del norte del Caquetá y los llanos del Yarí (Véase: Mapa 01, página 2), en donde me propuse analizar el impacto de la violencia política en la cotidianidad de las comunidades campesinas. Tras una década de trabajo en La Macarena, para esta investigación me fue posible recoger el acumulado de relaciones, confianzas y experiencias que he construido allí, condición que me ha permitido abordar, en una región complicada1, una situación complicada: la naturaleza compleja de las manifestaciones regionales del conflicto armado. En estos territorios amazónicos la violencia política se ha incorporado de manera sutil en la vida campesina, pues mas allá de la reiterada sucesión de combates, bombardeos, retenes y un largo etc. a que se ven sujetas las comunidades, el conflicto armado deja su huella, por ejemplo, en actividades tan comunes como la agricultura. En La Macarena la extensión máxima de los sembrados de coca, el número de hectáreas de selva que se permiten tumbar anualmente por finca y otra serie de disposiciones que establecen las Farc en sus áreas de influencia, son reglas de carácter obligatorio. El conflicto también se siente en las condiciones que existen para movilizarse de una región a otra, pues 1 La Sierra de La Macarena es un sistema biogeográfico mas antiguo que los andes en donde confluyen los ecosistemas andino, orinocense y amazónico. Su poblamiento se remonta a un proceso de colonización reciente cuyos protagonistas fueron, en su mayoría, campesinos expulsados de la región andina a mediados del SXX por los remanentes de la violencia bipartidista de aquel entonces. En los años 60 la persecución a grupos campesinos organizados por el Partido Comunista los llevó a abrir frentes de colonización a los que se sumaron, con los años, miles de familias campesinas que buscaron la posibilidad de contar con una tierra para vivir. En inmediaciones de La Macarena, a mediados de los años 60, se fundó la guerrilla de las Farc y desde entonces la región ha sido escenario de múltiples operaciones militares, conflictos asociados a los cultivos de coca y a la ocupación campesina de zonas de reserva natural. Para un panorama histórico y regional véanse los trabajos de Molano (1989), Avellaneda (1989), Sierra (1995), Espinosa (2003). Introducción 2 Mapa 01. Ubicación de la zona de estudio. Fuente IGAC Introducción 3 dicho ejercicio implica para los habitantes de la región sortear los controles del ejército, las regulaciones de la guerrilla; para ello es clave no transitar con ropa oscura y en lo posible no ir a los cascos urbanos con botas pantaneras, pues el ejército sospecha de la ropa negra y molestan mucho por la tenencia y porte de botas; suponen que éstas son de uso privativo de la guerrilla y en la práctica parecieran estar proscritas. Así mismo, para ir de una zona a otra es necesario llevar cartas de presentación de la Junta de Acción Comunal de la vereda, dado que la guerrilla no permite el ingreso a sus zonas de personas desconocidas en la región. Como etnógrafo no he escapado a las normas y condiciones que imperan para la gente (evito ropas oscuras, conservo las cartas de presentación de la Junta, reconozco que temas o no se pueden discutir en una casa) y he descubierto estrategias para sortear algunas condiciones propias de los controles militares: en los retenes del ejército es más fácil evadir señalamientos y exhaustivos controles cuando me presento como antropólogo (mi formación de maestría) y no cómo sociólogo (mi formación de pregrado). Sin entrar en muchos detalles, la mención de antropólogo hace suponer que me dedico a la arqueología o al trabajo con indígenas; la sociología carga con un estigma que la relaciona, en muchos espacios y en muchos sectores del país, como formación propia de guerrilleros. En otros tantos momentos y espacios la violencia política cobra forma en La Macarena, como lo son la configuración de la espacialidad regional, pues dadas las regulaciones de la guerrilla relativas a la máxima extensión de las fincas, la cantidad de selva que cada año se puede tumbar determina que tanto se ensancha la frontera agrícola. El conflicto Introducción 4 también se vive cuando las excesivas regulaciones de las Fuerzas Militares limitan de forma exagerada la cantidad de comida que las familias pueden llevar a sus fincas; la dificultad que supone superar los retenes militares hacen pensar dos veces a la población joven si vale la pena ir desde la zona rural a un centro poblado, pues el ser jóvenes los hace sospechosos de ser miembros de la guerrilla. De igual forma, al haberse incorporado a la vida diaria, el conflicto armado ha configurado una serie de respuestas sociales al conflicto que en las esferas más íntimas de la vida social se expresan en las formas de vivir el sufrimiento, de representarse la violencia y racionalizar sus efectos. Las prácticas de la memoria y de la política, así como las formas de apropiación territorial encuentra como marco regulador las condiciones que la violencia impone. En síntesis, mi tesis se orienta a comprender la violencia política a través de las cotidianidades y vivencias de los campesinos de la región. Y es objeto del presente capítulo exponer algunos de los contenidos de la investigación, las tensiones éticas que mi etnografía en una zona de conflicto ha supuesto, y aquellas estrategias metodológicas que, en conjunto con lo anterior, han configurado la investigación. La introducción se divide en cuatro secciones: la primera comprende los antecedentes etnográficos que dieron forma al objeto de estudio, la segunda trata algunos de los elementos centrales trabajados en la investigación; la tercera plantea el marco metodológico de la investigación y en la última realizo una presentación general del texto. PRIMERA PARTE: PRETEXTO ETNOGRAFICO. Abril de 2007 fue un mes muy tenso para los habitantes de la vereda El Socorro en la Introducción 5 Sierra de La Macarena. Fuertes combates río abajo los hacían temer una incursión militar cerca de sus fincas mientras que el sobrevuelo de los aviones militares que fumigan los cultivos de coca se hacía más intenso cada día. Era de esperar que las aspersiones aéreas se hicieran de nuevo la en la vereda y que, como en ocasiones anteriores, el veneno arrasara con toda clase decultivos. De igual forma, y por aquellos días, pequeños grupos de guerrilleros se movieron de finca en finca esta zona del Guayabero, realizaron charlas con los campesinos, cobraron impuestos, arreglaron uno que otro problema entre vecinos. Una familia de la vereda, la familia de don Armando y doña Graciela, tenía aún más motivos para estar preocupados: desde hacía varios meses estaban entre ojos de un comandante guerrillero quién les había ordenado “abandonar el área”. Además de eso, hacía pocas semanas una familia de campesinos (madre, padre, hijos menores, dos primos y un tío) aparecieron como guerrilleros en el pueblo, se desmovilizaron2 y señalaron a don Armando a través la emisora del ejército, en emisión especial, como colaborador de la guerrilla, invitándolo a él y su familia a seguir su ejemplo y desmovilizarse. Este señalamiento, por si fuera poco, hizo temer a la familia de don Armando y doña Graciela una incursión del ejército. No tenían para donde tomar 2 El programa para la Desmovilización y Reincorporación es una política del estado colombiano orientado a ofrecer beneficios jurídicos y socioeconómicos a aquellas personas que abandonen un grupo armado al margen de la ley, según lo contempla la ley. Los desmovilizados son atendidos tres meses en albergues temporales, para luego recibir durante dos años un estipendio mensual cercano a un salario mínimo (en promedio) y un préstamo al finalizar este tiempo para iniciar un proyecto productivo. Los desmovilizados han de comprobar de forma periódica su asistencia a estudios y capacitación para recibir tales beneficios, así como no verse involucrados en ningún acto delictivo. En un contexto mas amplio este programa hace parte de una estrategia contrainsurgente que busca la deserción y desmoralización de miembros de la guerrilla, así como la obtención de importante información para la inteligencia militar puesto que a cambio de información o servicios de guía en áreas de conflicto los desmovilizados obtienen mayores beneficios económicos. Un análisis sobre los impactos regionales y familiares de la desmovilización véase el trabajo de Lorena Carrillo “Cuando para los campesinos la seguridad no necesariamente significa democracia” (2008). Introducción 6 camino y aunque en su casa se respiraba un ambiente muy tirante esto no fue motivo para que la visita que desde hacía varios meses les había prometido se hiciera efectiva. Los acompañé unos cuantos días. En aquel tiempo tenía en mente, como trabajo para la maestría, rastrear las narrativas políticas de los campesinos sobre el estado. Planeaba realizar un video y para ello me acompañaron mi amigo Cesar Tapias, compañero de estudios en la maestría, y mi hermana Juana Espinosa, estudiante de antropología. A diferencia de César, Juana ya había visitado conmigo La Macarena, por lo que semanas previas al viaje debí informar a los líderes de la comunidad que iría acompañado de otra persona y que llevaríamos una cámara de video. Advertencias de este tipo son necesarias, toda vez que por regulación de la guerrilla las personas extrañas no pueden llegar a la vereda sin la autorización y acompañamiento comunitario. El trabajo sufrió un drástico cambio cuando fuimos consientes de los momentos angustiosos que vivían doña Graciela, don Armando e hijos; momentos que captaron toda mi atención. Pude observar cómo, a pesar del cruce enorme de fuerzas y poderes que los superan (el conflicto armado que ha enfrentado al estado y la guerrilla de las Farc durante más de 40 años), la vida de la familia seguía su curso: los niños madrugaban para la escuela, don Armando se dedicaba a reparar las cercas de la finca y doña Graciela ordeñaba de forma paciente las siete vacas que tenían. Nuestro trabajo en video, con autorización de la familia, se dedicó a capturar momentos de su vida diaria y a sistematizar su historia en el Guayabero. El ambiente de tensión se respiraba a cada instante en esta familia: ante el sobrevuelo de cualquier helicóptero las conversaciones cesaban, las visitas de los vecinos se tomaban Introducción 7 con tranquilidad, no alteraban el trabajo del día; pero ante el aparecimiento de aquellas personas que ellos creían cercanas a la guerrilla todo trabajo se aplazaba. Algunos temas de mis entrevistas fueron vedados en las noches, puesto que en medio de la selva y en estas casas sin paredes nunca se sabe quién puede estar escuchando. Esta pareja de campesinos y sus hijos han hecho su vida, toda la vida, a las márgenes del río Guayabero. Los conocí hace años y por donde quiera que me haya entrometido en sus vivencias, en cada conversación la historia del conflicto y de la violencia política se ha incorporado de una forma determinante para explicar sus experiencias de vida. En aquella oportunidad, en abril de 2007, pude conocer de primera mano no solo la encrucijada más complicada a que se halla enfrentado esta familia sino que también me fue posible identificar el impacto de la violencia política en las experiencias diarias de los campesinos, pues alrededor de la situación de doña Graciela y don Armando pude identificar y comprender distintas dimensiones del conflicto armado que los pobladores de La Macarena viven en la vida diaria. Meses después regresé y ellos ya no estaban en la región. Sus familiares no quisieron entrar en detalles sobre su paradero y las condiciones de su partida; incluso me sugirieron que mejor dejara la historia tal cuál quedó. Eso implicó, por tanto, que el video que realizamos con César y Juana deba permanecer inédito y que pueda considerarse como eso que Veena Das ha llamado “conocimiento venenoso3”: aquellas cosas que es mejor silenciar para no afectar la vida comunitaria. El haberme visto inmerso en la cadena de acontecimientos, reflexiones y discusiones 3 Véase Das (1997 y 1997b) Introducción 8 regionales a que dieron lugar las decisiones que habrían de tomar don Armando y doña Graciela, significaron un cambio drástico en la perspectiva de mi trabajo: en principio mi proyecto se encaminaba a dar cuenta de la cultura política de la región, pero a fuerza de los hechos las indagaciones sobre la política y lo político en La Macarena me mostraron que estas dimensiones de la vida social no pueden disociarse de la violencia. Siendo así el trabajo de investigación se orientó desde entonces a dar cuenta de las distintas escalas de violencia que configuran la región y la forma en que se naturalizan en la vida diaria y en las experiencias de los campesinos. La pregunta por quiénes son los campesinos, qué experiencia los define como sujetos, fue una de las cuestiones que dio forma al sentido del trabajo. Los sujetos de esta historia son campesinos no sólo porque vivan en una zona rural, sino porque su relación con el medio, sus prácticas productivas y su racionalidad económica los hacen campesinos, y así se hacen llamar. En alguna oportunidad le pregunté a doña Graciela ella qué era: campesina o colona. Me dijo con orgullo, “somos campesinos porque trabajamos la tierra”. A Santi, su esposo, no le gustaba trabajar en la finca, prefiere aserrar madera, trabajar con máquinas como la guadaña o manejar canoas. Mantenía junto a doña Graciela los sembrados de pancoger, la yuca, el plátano, el maiz. No era su única ocupación, pero aun así también se asumía como campesino, pues para él ser campesino significa haber nacido en el campo y vivir en una finca. Colonos fueron sus padres, quienes fundaron la región, aclaró. Su vida allí les ha permitido compartir las tradiciones y costumbres, las creencias, los mitos y las supersticiones propias de la vida campesina y que en La Macarena observan algunas particularidades. La discusión sobre el carácter campesino de los habitantes de la región seubica no solo Introducción 9 en aras de una precisión conceptual que diferencie a colonos de campesinos, sino en una apuesta de política cultural (cfr. Escobar 2001). Si por un lado la categoría “colono” señala una particular forma de relacionarse con el medio, una la racionalidad que incorpora prácticas andinas y lógicas campesinas extractivas en el medio amazónico (Molano 1987 y 1989b; Chávez 1998), la acepción oficial del término representa para la gente de La Macarena una estrategia discursiva que desde el estado desconoce las raíces que estos habitantes han echado sobre su tierra. Nombrar a los habitantes de la región como colonos constituye un estereotipo desde el cuál el estado los descalifica pues los considera como una población flotante, depredadores el medio ambiente cuyo afán de lucro los hace seguir la bonanza de la coca. Pero la historia de La Macarena no se limita a la colonización. Esta es una región que se constituyó a partir de un proceso colonizador que se remonta a los años 60 y que integró, en una naciente sociedad regional, a colonos que procedían de distintos lugares del país: Huila, Tolima, Cundinamarca, Santander. Varias décadas después pocos se reconocen allí como colonos, pues colonos fueron los primeros en llegar. La realidad de los habitantes contemporáneos es otra, por ejemplo don Armando y doña Graciela (al igual que la gran mayoría de jóvenes herederos de la colonización) nacieron y se criaron en La Macarena y no conocían mas que su región; su finca no fue abierta en terrenos baldíos, fue comprada. Hicieron parte de una comunidad que se reúne cada mes para realizar trabajos en conjunto; una comunidad que tiene escuela, caminos y una Junta de acción comunal. Su finca les proveía alimentos y el excedente que generaban, a partir del trabajo familiar no remunerado, lo invirtieron en artículos necesarios para su vida y que la finca no producía. En suma, los campesinos que hoy día viven en La Macarena Introducción 10 Foto 2 Regreso a la vereda. Esta joven campesina comparte con su hija una condición especial: ambas han nacido en La Macarena. A diferencia de la experiencia de los colonos, quienes dieron los primeros trazos en la construcción de la región, ellas no tienen la referencia de una tierra lejana como su lugar de origen. Autor: N.E Introducción 11 heredaron del proceso de colonización las bases de una sociedad regional que comprende el piedemonte amazónico, y en donde múltiples historias, sentidos y representaciones integran una cultura regional. Una de esas historias desde la cual se han construido sentidos y representaciones, desde la cual se han generado una serie de estrategias para negociar en la vida diaria ha sido la violencia política. Con esto en mente me propuse una vía para interpretar lo aparentemente incomprensible: en una zona donde el conflicto armado se vive con mucha intensidad, ¿qué tipo de negociaciones realizan sus habitantes en la vida cotidiana para seguirla habitando? Para dar respuesta a ello, en la investigación contemplé una serie de contenidos que ha continuación describo. SEGUNDA PARTE: CONTENIDOS DE LA INVESTIGACIÓN. Para darme una idea de cómo se vive la vida en La Macarena he recogido una serie de historias, experiencias y testimonios que me han permitido examinar algunas de las condiciones políticas que configuran la región. Para eso he trabajado el marco de violencia que la estructura, a la manera de distintas escalas (ejercidas desde el estado y la guerrilla) que enmarcan una serie de procesos que inciden de forma directa las esferas de la cotidianidad. Desde el estado cabe destacar aquel elemento que configura en buena medida la forma como dinamiza su presencia en la región, comprendido en la política de erradicación de cultivos de coca. Política que se confunde con la estrategia contrainsurgente y que no reconoce el conflicto social que sustenta los cultivos de coca ni el carácter político de los campesinos; dado que la actividad de los cocaleros se comprende como criminal, el Introducción 12 tratamiento que reciben es de delincuentes, cuando no de guerrilleros. De otro lado, desde el ámbito de la guerrilla, el involucrar a los civiles de forma cercana a la lucha armada redunda en que sea común el ajusticiamiento de campesinos sospechosos de servir a las Fuerzas Militares. Esos ajusticiamientos les hacen perder confianza entre las comunidades campesinas. De otro lado, el que las Farc hayan asumido desde hace varios años la intermediación entre los campesinos productores de pasta base de coca y los narcotraficantes que procesan la cocaína, ha significado para las comunidades complejos problemas a los que han de enfrentarse, puesto que esa relación de la guerrilla con la coca ha permitido que desde el estado se señale que la producción coquera sea de las Farc, y por ende que todo productor sea acusado de ser guerrillero. Ahora bien, a partir de la comprensión de distintas expresiones particulares de la violencia política desde sus agentes, he identificado uno de los impactos por medio de los cuales estas expresiones se manifiestan: la configuración de una “violencia cotidiana”. Este tipo de violencia implica para los campesinos la rutinización del sufrimiento humano como algo “normal”, que aparece bajo múltiples formas (Scheper- Huges 1997) y como resultado de la interacción del cambio de las representaciones culturales, la experiencia social y la subjetividad individual (Kleinman 2000). Otros elementos conceptuales ofrecen pistas para trabajar la dimensión social de la violencia cotidiana: la elaboración de cierta cultura de terror (según propone Taussig 2002) por medio de elementos narrativos y simbólicos –historia oral, discursos, ritos- que reproducen de forma efectiva, y en algunas dimensiones de la conciencia colectiva, algunos de los efectos propuestos por los actos mismos de la violencia. No es el terror la única expresión cultural, pues en la naturaleza campesina coexisten distintas prácticas y Introducción 13 escenarios que no pueden reducirse a una noción totalizadora de terror. Entre estos escenarios es posible diferenciar dos de ellos claves para el análisis de la violencia en la vida diaria: las esferas públicas y privadas de la vida social (Bourgois 2001). En cuanto he tomado como referencia para comprender la subjetividad las experiencias concretas e imaginadas de la vida de los sujetos, experiencias que los guían en la acción y que lo sitúan en un campo de relaciones de poder (cfr Kleinman, Das, Lock 1997), es posible observar el impacto de la violencia en la vida diaria en la serie de pautas que naturalizan y normalizan la violencia política. A esas pautas las he llamado gramática social, donde esa gramática marca el parámetro (de allí la noción de normalización) desde el cual las comunidades campesinas sobrellevan en su cotidianidad el conflicto armado. Algunas de esas pautas lo son la forma apropiada para hablar de temas complejos -los ajusticiamientos, la desmovilización de un vecino, la detención de un lider social- la elección de testigos seguros con quienes hablar de ello –por lo general el círculo familiar- y la predilección de un lugar sobre otro para hablar cosas de este tipo. Eso si: la rutinización y la normalización de la violencia no implican una especie de naturaleza violenta propia del campesinado. La ya clásica discusión entre Catherine Legrand (1994) y Alfredo Molano (1989) sobre el carácter revolucionario del Colono que reivindica este último, contradicho por Legrand al señalar aspectos claves de su vocación reformista, ofrece pistas para comprender que la respuesta armada de sectores campesinos obedece a diversos procesos históricos y políticos extremos que han configurado el panoramade nuestra guerra. Procesos que, al comprender la mentalidad geopolítica que ha guiado la lucha contrainsurgente en nuestro país vale la pena esclarecerlos (Cómo logra de alguna manera el trabajo de Serje 2006) para trazar Introducción 14 acciones desde la sociedad civil, la academia incluida, que prevengan esa política de arrasamiento a que se han visto sometidas poblaciones rurales y urbanas en nuestro país4 Por tanto debo insistir en que mi propuesta de gramática social se orienta a comprender, entre otras cosas, las respuestas que surgen desde las comunidades tras la ocurrencia de un evento asociado a la violencia política. El análisis de los pasos que le suceden hace posible ver los significados ocultos, implícitos en el día a día, por medio de los cuales los campesinos se representan y racionalizan dichas experiencias. Uno de esos significados tiene que ver con los procesos de vida y muerte a que se ven sujetos los campesinos, situación que implica, en cierta medida, una biopolítica donde la vida, antes que merecer una apuesta política para su conservación (en el sentido original con que Focault propusiera el término biopolítica5), se sostiene mediante una serie de estrategias donde, en ocasiones, la naturalización de la experiencia social indica que es necesario dejar morir para poder vivir: varias de las narrativas que he recogido 4 No menos que con sospecha y prevención puede uno observar la posible justificación a que puede dar lugar un supuesto trabajo académico que el periódico El Tiempo cita, y mal citado, en aras de contextualizar las posibilidades de una posible “retoma” de las Farc en el céntrico departamento de Cundinamarca. Dice la nota periodística que “al respecto, el sociólogo de la universidad Nacional Jorge Dueñas Cabra y un grupo de especialistas que ha hecho un seguimiento del fenómeno de izquierda en Cundinamarca, señalan que será muy difícil erradicar del todo a este grupo (las Farc) por los nexos familiares que aún mantienen en la región”. El Tiempo, 15 de Mayo de 2006. Esta nota ha sido reproducida en la página oficial de las Fuerzas Militares. Véase: http://www.fac.mil.co/?idcategoria=11240 Consulta enero 12 de 2008 Quizás gracias a pretextos de este tipo es que a lo largo de distintas y exitosas operaciones militares desarrolladas en el país las operaciones paramilitares arreciaron en contra de poblaciones enteras, entre ellas la población de Cundinamarca, el Oriente antioqueño, y las zonas norte y sur de la Sierra de La Macarena, entre otras. Véase: “¿Meras coincidencias? Pese a la tregua unilateral que declararon los paramilitares desde el año pasado (2002), han aumentado su presencia en regiones como Arauca, Cauca, Antioquia, Cundinamarca y Huila. Operativos militares grandes y exitosos del gobierno de Alvaro Uribe han coincidido con una fuerte expansión paramilitar en esas zonas”. En Revista Semana, edición digital. http://www.semana.com/wf_InfoArticulo.aspx?IdArt=71591 Consulta enero 12 2008 5 Sobre el concepto de biopolítica, como propuesta analítica para comprender las formas que asume la lucha por la vida y la racionalziación de la muerte en la región véase Michel Focault (1991). Introducción 15 legitiman los ajusticiamientos de campesinos por parte de la guerrilla, puesto que por culpa de uno muchos pueden caer, o porque si lo mataron fue por algo. Dos temas más que hacen parte del trabajo tiene que ver con las características de la política del lugar, que como proceso que articula las distintas particularidades de la región, define lo político y los escenarios para la participación política en la región, y el papel de la violencia política en las prácticas constitutivas (el recuerdo de los hechos pasados) y constituyentes (como parámetro de la a la construcción de la realidad social) de la memoria (cfr Brito y Soto 2005). Tras este repaso por los temas tratados en la investigación, en el siguiente apartado abordo las principales características sobre la forma cómo se orientó y configuró el trabajo etnográfico. TERCERA PARTE: SUPUESTOS ETNOGRÁFICOS La investigación en su enfoque etnográfico comparte aspectos de la tradición antropológica en cuanto al trabajo de campo como principal fuente para producir información, y al estudio cercano e íntimo de la organización de la vida social de una comunidad. La observación, la participación y la reflexión han sido las claves del método, tanto como la comprensión de mi papel como sujeto que observa, participa, se relaciona y discute con los sujetos que integran esa comunidad local (Sluka y Robben: 2007:2). El siguiente apartado comprende tres secciones: la primera trata sobre las consideraciones metodológicas de la permanencia y cercanía que podía establecer con el campo; la segunda aborda los ejes conceptuales que estructuraron el acercamiento Introducción 16 metodológico y las técnicas de investigación; y por último, la constante reflexión sobre el papel que como investigador asumiría en ese campo. Sobre las consideraciones metodológicas de mi etnografía me es posible ubicarla en el punto medio de la tensión que existe entre dos grandes tradiciones de las que Robben y Sluka (2007) se valen para introducir las características del método en antropología: o bien se tratan de etnografías que implican una permanencia de larga duración en el campo, al estilo de Bronislaw Malinowsky, que presupone la compenetración muy cercana a la realidad estudiada; o bien una estancia corta que privilegia el contacto con informantes claves y observaciones hechas de manera puntual, a la manera de Franz Boas. Esta etnografía se enmarca dentro de un trabajo de larga duración, pues mi relación con La Macarena se remonta a una década atrás. Desde entonces realizo dos o más viajes anuales. Para este trabajo no he transcurrido larguísimas temporadas inmerso en la región, pero tampoco me he limitado a un par de viajes y una estancia corta. Se trata de un ir y venir constante que supera los límites del campo pues la relación que sostengo con la región y algunos de sus habitantes trascienden esa barrera, mediante un continuo entre el “estar allá” y “mi estar aquí”. Con el siguiente ejemplo, extractado de mis notas ilustro la situación: Martes 27 de febrero de 2007. Doña Alicia me llamó hoy, salía de clase en la Universidad y pensé que su llamada se debía a la visita que sus familiares hicieron a la ciudad. Se han quedado en mi casa y ella ha estado muy pendiente. Pero no. Doña Alicia está muy preocupa porque el presidente de Junta de su vereda “se entregó”. Es decir, el señor y su familia se acercaron al pueblo y ante un grupo de soldados aseguraron ser guerrilleros y se desmovilizaron. Esta estrategia es vieja, pues la situación de pobreza en la región empuja a muchos a hacerse pasar por guerrilleros y así ingresar al programa de asistencia social que ofrece el gobierno. Pero a Introducción 17 doña Alicia le preocupa es que, para hacer esa vuelta, la familia en cuestión hurtó algunas armas de gente de la vereda y que para entregarse el ejército exige no solo las armas que ya entregaron sino información. Información por la que pagan muy bien, tanto que muchas personas terminan por señalar antiguos vecinos con tal de ganar más dinero del que les pagan por ingresar al programa. En la comunidad se ha propuesto realizar un memorial y recoger firmas. Doña Alicia quería saber yo que pienso, que consejo le pudo dar. Tantos años de relación con ella y su familia, con La Macarena y es la primera vez que mis “servicios profesionales” son solicitados. Antes había colaborado con la comunidad cuando detuvieron a varias personas y les abrieron juicio por rebelión. Pero de ayudar, a ser consultado… primera vez. “¿Dónde empieza el campo y donde termina, si es que lo hace?” se pregunta Deborah D’Amico-Samuels(1991:83 citada en Sluka y Robben 2007:24) Mi trabajo empezó hace años, y el límite del campo se hizo borroso. Existe una distancia, es cierto, entre la región de estudio y el espacio académico y profesional en que me desenvuelvo: La Macarena se encuentra a varios cientos de kilómetros de donde en este momento escribo esta introducción. Pero estos espacios están relacionados de forma estrecha, pues es en mi casa, o en la universidad donde recibo llamadas, donde estoy pensando de manera constante en la investigación, donde el trabajo toma cuerpo y adquiere su sentido académico. Con la llamada que doña Alicia me hiciera fui capaz de dimensionar el alcance de ese trabajo de campo como una experiencia que no se limita solo a la visita a la región. Al respecto dice Anthony Cohen: Nosotros traemos para el análisis nuestras notas de campo (y notas mentales), que continuamente acumulan experiencias ajenas a las circustancias en que fueron escritas, “En este sentido” dice Ottenberg, “la experiencia de campo no se detiene”. Cosas que uno alguna vez leyó de una forma, hoy lo puede hacer de otra forma”. Hastrup ofrece un punto similar: “el pasado no es pasado en antropología”. Y eso es precisamente el proceso de releer aquello a lo que me refiero en la frase “post-trabajo de campo del Introducción 18 trabajo de campo. (Cohen 1992:345, citado en Sluka y Robben 2007:25) Y si bien esta serie de reflexiones me permitieron situaron mi etnografía en una frontera continua del campo, los aportes de la antropología de la violencia confluyeron para definir la naturaleza de mi investigación. Esta tiene que ver no solo con el tema que me atañe, la violencia política, sino que se desarrolló en una región que la vive de una fuerte manera; es decir, las condiciones de violencia estuvieron presentes durante todo el proceso de indagación. En ese campo de la antropología de la violencia que he hallado experiencias etnográficas que ofrecen importantes reflexiones sobre la ética, metodología y conceptos que supone un trabajo en contextos violentos. La compilación editada por Carolyn Nordstrom y Antonious Robben (1995) significa un referente importante gracias a las distintas experiencias y matices que sobre la violencia recogen, pues fieles a su concepción sobre el carácter multifacético del fenómeno, proponen analizarlo como una serie de capas en donde al desentramar y examinar cada una de ellas: …encontramos que incluso el más horrendo acto de agresión se expresa no sólo como un golpe cortante y aislado de una "cosa" externa llamada violencia, sino que genera encadenamientos que de manera dramática reconfiguran vidas, afectan identidades del presenté, esperanzas y potencialidades del futuro e incluso interpretaciones del pasado (Nordstrom y Robben 1995: 5) Aportes conceptuales de este tipo, que en mi trabajo asimilé como una guía metodológica para desentramar las distintas facetas de la vida diaria que expresan y ocultan dinámicas asociadas a la violencia política, por lo general se acompañan con reflexiones sobre el trabajo del etnógrafo y su posicionamiento en un campo plagado de peligros: cómo los sortea, que posiciones asume y en que posiciones es asumido (quizá como terrorista, según la experiencia que narra Zulaika 1995); ó qué tan cercano está de Introducción 19 perpetradores o de víctimas, y cuál es su decisión al enfrentar la tensión entre hacer del peligro una vocación o reconocer el punto en que el peligro determina nuestra vocación como antropólogos (Roggers 2004)6. Escapa a los alcances de este apartado realizar un balance sobre este tipo de trabajos y sus apuestas, pero a lo largo de las páginas que siguen aspiro a responder cuestiones cómo las anteriores, en cuanto a las estrategias que desarrollé en el terreno para garantizar la seguridad tanto de las comunidades como la mía, así cómo las reflexiones éticas y metodológicas a que da lugar. De la teoría a la práctica. Ejes conceptuales Recogiendo algunos de los aspectos anteriores, desde la reflexión en torno al campo y las preguntas que allí desarrollo me tracé cuestiones claves en torno al ejercicio metodológico de llevarlos a la práctica. Este esfuerzo supuso un reto –a lo largo de mis estudios de maestría- que con el tiempo me llevó a definir la vía mas pertinente para hacer de los conceptos herramientas proclives para desenmarañar esas capas de violencia política que impactan la vida diaria. En sintonía con la propuesta de Cohen entes reseñada, mi trabajo lo planteé en dos espacios: la relectura de mis trabajos previos, y la recolección de nueva información. Al primer espacio lo definí como una deconstrucción de los antecedentes etnográficos, que supuso ubicar en anotaciones y apuntes que tego de tiempo atrás aquellas cosas que me propuse buscar en el segundo espacio de la investigación: el trabajo de campo específico. 6 Un completo balance bibliográfico sobre trabajos centrados en estrategias para conducir investigaciones en situaciones de violencia puede hallarse en el trabajo de Gasser (2006). Una compilación de etnografías en contextos violentos se encuentra en el trabajo de Robben y Sluka (2007) Introducción 20 Foto 3 Campesinos de la Vereda Ayanabe. Detrás de las escenas de la vida diaria –algunas de ellas plasmadas en estas fotos- se encuentran condiciones de violencia que configuran la vida regional. Estos vecinos nos cuentan, por ejemplo, mientras arreglan el corral del ganado que desde hace varios días dos jóvenes guerrilleros, al mando de una comandante, recorren las veredas anunciando que para este año queda prohibido tumbar selva. Autor N.E. Introducción 21 La lectura de la realidad regional (la que ya había observado, la que estaba observando) la hice en términos de una serie de pautas que permiten acercarse a la textura y la textualidad que dan forma a La Macarena. Veena Das (1997) plantea que algunas realidades necesitan ser hechas ficción antes de ser aprehendidas, y con esto en mente tracé esas dos figuras metafóricas que me han permitido definir, en primer lugar, aspectos físicos y sociales que estructuran la región (la textura) y, en segundo lugar, las representaciones y significados con los cuales se les dota de sentido (la textualidad). Con un trabajo a dos columnas, en donde identifiqué tanto texturas como textualidades, hice una serie de preguntas al trabajo previo, al que me esperaba y al que realicé en función de la investigación. Estas preguntas se integraron en un juego práctico que conjugó tanto las nociones teóricas que orientan la investigación como la perspectiva etnográfica que le da forma. De esta forma tres grandes ejes conceptuales orientaron el trabajo metodológico: la violencia estructural, la violencia de todos los días y la gramática social. La violencia estructural (Farmer 2003), supone la existencia de una serie de estructuras sociales de desigualdad que, para el caso de la región amazónica occidental colombiana, motivaron la colonización de sus selvas (Molano 1989). Hoy día, la reproducción de esas desigualdades inciden en que los cultivos de coca sean la principal, por no decir única, fuente de ingresos económicos para los campesinos de la región. Como víctimas de la violencia estructural se entiende también a las personas que han experimentado la violencia asociada a su extrema pobreza (Kleinman 1997:227). En la textura regional he buscado, por ejemplo, los elementos estructurales que configuran los distintos Introducción 22 procesos de violencia que allí se viven: los he denominado marcos y los entiendo como esas fuerzas sociales (agenciadas por el estado y la insurgencia) que estructuran la región. En la textualidad regional he intentado identificar las distintasnarrativas, posiciones y actitudes que existen entre los campesinos para referirse y dar sentido a la coca, al estado, la guerrilla y su propia situación. Asociada al punto anterior, la violencia de todos los días (Scheper-Hughes 1992, Kleinman 2000) es una situación que encuentra distintas manifestaciones no solo en su dinámica sino también en su configuración, según la población se afecte o bien por la violencia estructural, y/o por las respuestas que desde esta se generan. Este tipo de violencia implica la rutinización del sufrimiento humano como algo “normal”, que aparece bajo múltiples formas (Scheper-Hughes 1992:16) y como resultado de la interacción del cambio de las representaciones culturales, la experiencia social y la subjetividad individual (Kleinman 2000:238). En la textura regional he identificado, por ejemplo, elementos del paisaje que dan cuenta de esa violencia: límites geográficos que entran en juego para las prácticas campesinas (allí manda tal o cual frente, tal zona es zona de paracos; esa región tiene dos mil soldados regados por todo lado); extensiones de fincas que se ven mediadas por regulaciones de la guerrilla (dos kilómetros desde la margen del río hacia selva adentro), o estrategias de siembra de coca en pequeñas parcelas para evitar fumigaciones. Las textualidades me dan cuenta, entre otras cosas, de los procesos de representación y racionalización a que da lugar esa violencia. La gramática social es el eje conceptual que, como estrategia de investigación, me permitió buscar en las prácticas cotidianas y en la cultura política regional el impacto de las formas anteriores de violencia. He definido como gramática social aquella serie de Introducción 23 normas implícitas, reglas y principios de la vida en comunidad que configuran el territorio bajo el parámetro de la guerra: la versión expresión armada del conflicto social y político que enfrenta al estado y a la guerrilla. La textualidad de la región da cuenta de esto, en cuanto las narrativas y la cotidianidad dejan entrever esa serie de reglas implícitas para sobrellevar la violencia, asumirla, soportarla, superarla. Esas reglas se observan en la práctica, y dado que se pierden en la rutina ha sido mi distancia de la región la que me ha permitido reconocer actitudes que para los comunidades pasan desapercibidas: cambios en la entonación cuando en sus narrativas los campesinos encarnan las palabras de un guerrillero que se ha portado de forma justa con la comunidad (un discurso magnánimo, con fuerza, a veces con justicia); ó las de un guerrillero que se ha portado de forma arbitraria (un discurso lleno de grosería, altanería, malas caras, manos agresivas); o los militares (asumidos en los relatos con actitudes agresivas). La metodología en práctica. La técnica de deconstrucción etnográfica que antes mencioné fue un ejercicio sencillo: sobre apuntes, diarios, fotografías y busqué los aspectos relevantes que desde los ejes conceptuales planteé para la investigación: ¿qué actitudes naturalizan la violencia, qué testimonios dan cuenta de la racionalización de los eventos de violencia; qué historia me habla de las fronteras de sentido que existen en la región, dónde puedo hallar la forma en que la memoria entra en juego a la hora de enmarcar las posiciones políticas de una comunidad? Ahora bien, las técnicas que utilicé en campo fueron varias. Hablar de la observación Introducción 24 como técnica puede ser complicado porque se trata, en forma llana, “estar allí” y tener una sensibilidad especial para capturar las distintas expresiones de la violencia en la vida diaria. Como mencioné antes, las fronteras del campo han sido borrosas, de manera que la capacidad sensible para aprehender la realidad de la región se trasladó a cualquier momento en donde mi relación personal con los campesinos resulta relevante para la investigación: visitas a mi hogar, llamadas, cartas. De todas ellas conservo un registro, porque observar está mas allá del mirar: escuchar, sentir, leer, y toda una gama de sentimientos que se adscriban en mi experiencia los he considerado como observaciones y entran en juego en esta investigación. El trabajo directo se sustentó de forma principal en conversaciones. Se les puede llamar entrevistas por cuanto tenía establecidas unas preguntas y temas claves para tratar, pero no fueron grabadas. Con pocas excepciones evité usar grabadora porque hay temas que no se hablan dejando huella, que exigen prudencia. Además, en cuanto a violencia se trata, las posiciones que sume un entrevistado pueden ser comprometedoras y así, ante una grabadora, por lo general se asumen discursos “oficiales” que implican desplegar la corrección política que la gramática social permite: no hablar ni para bien, ni para mal, de la guerrilla ni del estado. El ejercicio de grabar entrevistas me ha sido útil para saber qué se dice de manera oficial, y que se sostiene sólo en privado. La distancia es grande, y por ello prefiero las conversaciones, y aunque intento no inducirlas, una vez empieza un tema que me resulta interesante me he integrado de forma respetuosa –con mis propios juicios- guardando las prudentes distancias que todos respetan. Los momentos para conversar son importantes, pues me han permitido identificar distintas particularidades: de noche no se habla en cierto tono, de ciertas cosas; en la Introducción 25 trocha sucede lo mismo, pues la selva y la noche tienen oídos. Así mismo, si entrevisto a alguien en su casa la presencia de vecinos cambia la forma en que las personas manifestan una opinión, e incluso la opinión en sí misma. Superar las desconfianzas y generar credibilidad son el paso clave para acceder a las narrativas, condiciones similares a aquello que escribió Patricia Lawrence (1997: 221) sobre cómo, para hablar de la violencia sufrida, existe la necesidad básica de un espacio seguro y un testigo seguro. Como testigo seguro me he posicionado a lo largo de los años gracias a la confianza generada ya publicaciones previas en donde he mostrado que guardo la identidad de las personas. Eso me permite ejercicios de libre conversación que hacen posible mi acercamiento a la vida diaria en medio de esa vida diaria: se habla de la guerrilla, de la fumigación, del bombardeo, de la detención en los momentos que los campesinos tiene claros que son apropiados y seguros para ello, no cuando el investigador cita a una reunión, introduce el tema y prende la grabadora. Y claro está: esas conversaciones se dan en sitios seguros que la gente tiene muy claro cuáles son. Otra de las estrategias de investigación fueron talleres de cartografía social que realice con niños y adultos. Como estrategia de representación y autorepresentación este tipo de talleres resultan muy útiles a la hora de permitir –e identificar- expresiones individuales y colectivas de realidades sociales, en este caso territoriales7. La información resultó muy útil para comprender las fronteras de sentido que dinamizan la región, fronteras que aunque no aparecen en los mapas, la gente de la zona conoce y maneja muy bien: en una orilla del río tiene jurisdicción el séptimo frente de las Farc, en la otra el frente Yarí y río arriba el frente 40. Para moverse por una a otra hay que tener 7 Para acercarse a una propuesta de cartografía social véase el trabajo de Restrepo (2005) Introducción 26 cartas de recomendación y conocer las distintas normativas que maneja cada frente, como las cantidades de hectáreas de selva que se pueden tumbar, las instancias para resolver conflictos, entre otras. Los cascos urbanos son zonas de dominio militar del estado e implican un cambio de reglas, allí la coca no puede ser transportada con libertad, los líderes sociales de la región han de guardar máximas medidas de seguridadentre otras circunstancias. Uno de los ejercicios de cartografía social lo realice con niños de la vereda, con quienes dibujamos sobre la tierra un mapa del río, ubicando allí las casas donde han vivido. Aunque fue difícil capturar su atención, el juego en que se convirtió el construir las casas, adornar el río, construir las canoas sirvió de excusa para conocer sus historias y la forma como la violencia política se integra a ellas. Varios niños de una familia han cambiado sus casas por bombardeos del ejército, otros por las fumigaciones; unos más por la movilidad propia de la región. El río guayabero ha sido el eje de sus vidas, de arriba abajo el referente ha sido el río. El observador observado. Como mencioné antes la principal estrategia de mi trabajo etnográfico consiste en estar en la región, romper las barreras del campo y compartir momentos de la vida cotidiana. Como apartado metodológico en un trabajo etnográfico me parece pertinente incluir reflexiones en torno al papel que he jugado como investigador y para ello me remito a una reflexión útil para comprender las condiciones de trabajos, que como el mío, se desarrollan en contextos de violencia. En un articulo sobre las lecciones del trabajo de campo en Centroamérica, Philippe Introducción 27 Foto 4 El observador observado . Familia del Guayabero rumbo al pueblo. Autor: N.E. Introducción 28 Bourgois (1997) discute los dilemas que acompañan la observación participante, pues dicho ejercicio en determinadas circunstancias no se ciñe de forma estricta a las pautas éticas que el trabajo de campo supone para la antropología8. Una de ellas resulta problemática: expresar a las personas que se realiza una investigación y que sus actos y testimonios son fuente de información. Para lograr ese verdadero consentimiento, dice Bourgois con ironía, que deberíamos, entonces, “interrumpir las charlas controversiales y las actividades para recordar a todos que… lo que digan o hagan puede ser escrito en las notas de campo” (Bourgois, 1997:297). Este dilema introduce aquello que en mi papel como investigador ha significado los silencios deliberados, tanto en el trabajo de campo como en la escritura de mis textos. Durante los recorridos y estancias en la región no expuse a todos los campesinos la investigación en curso, ni presenté el proyecto a los militares ni lo compartí con los guerrilleros con quienes me crucé en el camino. Las condiciones de mi trabajo implican el desarrollo de éste bajo un escenario de guerra, por lo tanto máxima prudencia ha de observarse. Suficiente con presentarme ante el ejército y la guerrilla como alguien que visita amigos. Eso sí, algunas familias y personas claves sabían de mis propósitos en La Macarena: líderes sociales reconocidos por sus comunidades, de los que supongo tienen canales de comunicación con la guerrilla y que al ganarse el respeto de las fuerzas militares podrían ante ellos explicar mi presencia en la región. Ahora bien, la escritura de este texto ha supuesto otros tantos silencios. No sobra 8 Que para el caso de la antropología brasileña, según la ABA – Associação Brasileira de antropología- se estima un lístado de derechos para las comunidades que son materia de investigación, entre ellos el negarse a participar de una investigación. Introducción 29 advertir que los nombres o sobrenombres9 de todas las personas y el de algunos lugares han sido cambiados; no todas las fechas corresponden a momentos exactos. Al igual que las preocupaciones que expresa Bourgois, no quisiera que mi trabajo pudiese ser útil para fines contrainsurgentes o que sirviera a la guerrilla para identificar a sus detractores en la región. De igual forma me han sido confiadas muchas historias, problemas y situaciones que he sabido diferenciar muy bien entre aquella información que, aunque muy relevante para mi investigación, me fue confiada por amigos en situaciones mas allá del trabajo. No hicieron falta advertencias, pues el solo dimensionar el alcance de dicha información obliga a mantener una absoluta reserva pues se trata de historias y situaciones muy comprometedoras y complejas tanto para los campesinos, como para quien sepa de ellas. Esta diferenciación ha significado toda suerte de problemas y debates éticos, pues nunca me ha sido planteado por los campesinos qué puedo o no puedo publicar. La decisión ha sido mía y de nuevo el criterio ha sido la prudencia y el respeto: hay situaciones muy personales que por más que se cambie el nombre, a las personas no les va gustar verse representadas; y situaciones tan delicadas que incluso pueden comprometerme con la 9 En La Macarena son comunes los sobrenombres. Se usan para señalar la procedencia de una persona (el Boyaco, la Costeña, el Caqueteño), el trabajo que alguien realiza (Cacharrero, Sobandero); o son útiles para resaltar una muletilla que identifica a su portador (quien repite constantemente la expresión mexicana “híjole”, es llamado Híjole). Los hay también por el parecido con un animal, un árbol o una planta (Mico, Mararai, Palodehaba, Cachamo, Vacaberto). Hay sobrenombres que se portan desde la infancia, se perpetúan toda la vida y que incluso se heredan: hay familias enteras en donde todos portan un sobrenombre. Me sucedió en San Vicente del Caguán que buscando a un señor que le dicen Mulo la familia me pidió mas señas, pues allí todos son Mulos (los hombres) y Mulas (las mujeres). Aclaré que buscaba al Mulo viejo. De igual forma sucede que las mujeres son reconocidas según el apodo de su marido: si a un señor le dicen care’vaca, la señora se reconoce como la mujer de care’vaca. Los sobrenombres no son ofensivos, pues se usan con naturalidad y nunca he visto que se usen para ofender. Cuando las personas con quienes he tratado son llamadas por un sobrenombre, en el texto los identifico con uno, de no ser así les he asignado un nombre. Introducción 30 comunidad, la guerrilla o las fuerzas militares. Esas historias no hacen parte de esta monografía y la negociación sobre aquello publicable no ha sido tan abierta como yo quisiera, pues mi trabajo no se ha tratado de una etnografía en colaboración (Rappaport 2005) donde miembros de las comunidades participan como sujetos activos en la investigación y reflexión. En un escenario de guerra, donde la violencia es cercana y cotidiana, tratarla como un tema abierto de discusión no solo no convoca, sino que puede resultar peligroso, pues una de las consecuencias del conflicto ha sido el resquebrajamiento de la confianza entre vecinos. Mi investigación ha supuesto la paradoja de moverme en un escenario tejido de confianzas privadas muy restringidas, desconfianzas mutuas generalizadas y el propósito de ganar entre todas ellas reconocimiento para mi trabajo. En este escenario se circunscribe el debate ético que supone qué publicar o que no cuando la decisión, aunque sea mía, puede llegar a afectar personas y comunidades enteras. No existen escenarios públicos para exponer en la región mi trabajo, puesto que el espacio para las respuestas sociales al conflicto existe por vía de las movilizaciones colectivas: es común que varios campesinos o comunidades enteras se reúnan para lograr la libertad de un detenido, dirigir una carta a la guerrilla, citar a una reunión y cesar un rumor que ronda por la región. Pero el reflexionar sobre la violencia política, el papel de la guerrilla, discutir sobre la pertinencia o no de un ajusticiamiento, ó analizar las consecuencias de un operativo militar no son actividades públicas. Solo en círculos familiares o de amistades muy cercanas estos temas y estas situaciones son susceptibles de discusión y es allí, en estosescenarios privados, donde me he dirigido buena parte de mi atención. Introducción 31 La información que allí he recogido no puedo compartirla entre un círculo de amigos y otro, entre una familia y otra, pues las posiciones que se tienen ante un tema (la política de desmovilización, la coca, las regulaciones guerrilleras) o la cercanía que se tenga ante las Farc significa asumir posiciones delicadas de las que depende la suerte de ellos. A nadie le interesa que ciertos vecinos sepan lo que se piensa o no de la guerrilla, y a nadie le interesa que alguien sepa el grado de su cercanía con la guerrilla. El ser invitado a una discusión ó reunión familiar en donde se discuten temas delicados supone un reconocimiento a la confianza que he ganado. Confianza que implica el guardar prudencia. Entre los campesinos que he ganado este reconocimiento he expuesto mi trabajo y aclarado que sus historias son útiles a mis propósitos analíticos; allí no se me ha advertido que puedo o no publicar, pero se me ha dejado claro que nadie mas en la vereda debe saber lo que allí han dicho; sólo a ellos les corresponde compartir sus opiniones con otras personas. Han sucedido casos en donde una familia me pregunta sobre lo que piensa alguno de sus vecinos; allí les aclaro que así cómo al vecino no le cuento lo que ellos me han dicho, no podría contarle a ellos lo que el vecino me ha compartido. En algunas comunidades he dejado copia de mis publicaciones y he anunciado que nuevos escritos vendrán con el ánimo de hacer visibles, en la medida de lo posible y en el medio académico, aquellas circunstancias que la guerra implica para los habitantes de la región. Estos trabajos me permiten varias cosas: por un lado contribuyo al a debate académico en torno a la guerra y sus efectos, mientras que por otro lado propongo elementos de discusión a las organizaciones campesinas en su esfuerzo para reivindicar Introducción 32 derechos ante el estado y la guerrilla. Cabe anotar que, en aras de posicionar mis trabajos en ese medio del que hago parte, las publicaciones suponen el principal indicador de productividad y de rigurosidad. Finalizo este apartado con una situación ética que centró mi atención durante el tiempo que realicé mi tesis de maestría, en ese espacio/tiempo donde el campo de mi investigación perdió sus fronteras. Recibí una llamada desde La Macarena en donde me alertaron sobre las condiciones de la región. Miércoles 28. He caído en cuenta que mientras conversaba con doña Crístina tenía dos líneas de pensamiento: por un lado compartía con ella la preocupación por la situación de su vereda, e intenté darle una ajustada respuesta y propuesta según las condiciones que están viviendo. Por otro lado, mientras eso sucedía estaba pensando cómo introducir la historia en mi análisis. Incluso llegué a sentirme no solo afortunado por la confianza que depositan en mi, sino por tener un tema tan prometedor para mi trabajo. “Esto es materia para un artículo” llegué a pensar. Hoy hablé con un profesor y le expuse lo mal que me sentía ante la situación. Me comentó lo difícil que es escaparse de la mirada etnográfica, pero que hay un morbo que es necesario tener al límite. Por respeto, dijo él. La reflexión a que dio lugar este episodio reorganizó buena parta de mi trabajo, pues desde allí decidí que había un límite entre lo que es mi trabajo de investigación y lo que es mi relación, profesional y personal, con las comunidades de la región. Hacen parte de mis publicaciones las observaciones, entrevistas y narrativas recogidas que no implique problemas de seguridad a las comunidades ni que puedan ser útiles a la guerrilla ó al ejército en sus planes militares. Aquello que corresponde a un ámbito personal, cuando la confianza es tal que me es encomendada información en extremo delicada, la conservo; y por respeto no la publico. A fin de evitar ese morbo que es necesario mantener al límite, la mirada etnográfica sobre la región la he circunscrito a las Introducción 33 reflexiones que puedan resultar útiles para el conocimiento y reconocimiento de la vida de las comunidades de la región. CUARTA PARTE: ORGANIZACIÓN DEL TRABAJO En el primer capítulo ofrezco la crónica de uno de mis viajes a La Macarena, en donde pretendo dejar patente, y de forma implícita, las formas que asumen las experiencias cotidianas de violencia política y sus consecuencias en la sociedad regional. La crónica aborda un recorrido desde el Caquetá hasta La Macarena, y algunos días de trabajo de campo en la vereda donde he desarrollado dicha actividad. Con este capítulo aspiro a ofrecer el contexto en el que se desarrolló mi trabajo en La Macarena, destacando aquellas historias que resultan claves a la hora de resolver las preguntas que formulé en torno a los factores que configuran la cultura política en la zona. Los siguientes capítulos son la respuesta a cuestiones que me plantee en torno a la dinámica de la violencia política, su impacto en la vida diaria y en la configuración de la región. En el segundo capítulo analizo las distintas escalas de violencia y conflicto presentes en vida diaria. Allí trabajo el panorama histórico, proponiendo la existencia de unos marcos reguladores de la violencia que desde el estado y la insurgencia se imponen en la experiencia social de la vida campesina, presentando algunas características de las respuestas sociales al conflicto. Tras abordar la naturalización de la violencia, en el capítulo tercero describo la forma en que se normaliza a partir de la serie de pautas y regulaciones para la vida social. El análisis lo realizo desde la definición de tres momentos que comprende el sufrimiento social: la experiencia del sufrimiento, la representación social de éste y la Introducción 34 racionalización subjetiva con que es asumido y naturalizado. Allí exploro los sentidos que adquieren las prácticas que se derivan de los eventos de violencia y las consecuencias que estas representaciones implican, la forma colectiva de estas representaciones y su incidencia en la configuración de las expresiones y percepciones individuales. En el capítulo cuarto expongo aquellos elementos que permiten comprender la forma en que la violencia política configura y regula la experiencia social campesina. El ejercicio de la memoria aparece allí como un elemento central en las prácticas políticas de las comunidades, donde ese ejercicio de la memoria conjuga los recuerdos de la historia regional con una serie de marcos y pautas para la acción política identificables en la narrativa sobre la violencia. El último capítulo lo he destinado para exponer el impacto de los procesos de naturalización, normalización y memoria de la violencia política en la configuración de un sentido político regional que integra en un mismo momento la violencia y la política. Esta unidad indisociable otorga especial característica al sentido de lo político, y a la práctica de la política en la región. El propósito de este capítulo es conjugar los anteriores capítulos a partir de la identificación de unas fronteras de sentido configuran una región en donde el “nosotros” que aglutina e identifica a los pobladores está atravesado por una serie de tensiones que limitan las posibilidades políticas del movimiento social en un escenario de guerra. Capitulo primero Etnografía en Zona Tórrida 35 Capítulo Primero. ETNOGRAFÍA EN ZONA TÓRRIDA. Termodinámica del trabajo de campo en La Macarena “Día 14. Un Jeep de la empresa CoTrasnCaguán me acerca a mi destino: una vereda en el municipio de La Macarena que al igual que la zona por donde cruzo se encuentra bajo el control político de las Farc. Desde hace un par de semanas he recorrido la región norte del Caquetá, “la puerta de la amazonía colombiana” según versa en los folletos turísticos,pero que una vez abandono San Vicente del Caguán se conoce como “la nueva Colombia”, tal cual puede leerse en uno de los carteles de las Farc que sobreviven a la presencia militar. Ya estoy metido de lleno en lo mas caliente de la región, y según este mas o menos caliente podré continuar mi camino. La termodinámica del territorio fija las posibilidades de mi trabajo. De camino a La Macarena me quedaré un par de días en el caserío de La Sandía, y luego espero atravesar los llanos del Yarí. Por último desde el pueblo, bajaré por el río Guayabero hasta arribar a la vereda el Socorro, donde realizaré la última etapa de mi trabajo de campo”. (Fragmento del Diario de Campo. 2007) Como ejercicio para mi investigación puse en juego la sistematización de las observaciones, experiencias de campo y las entrevistas realizadas en juego en una serie de crónicas que se convirtieron en el principal insumo para mi monografía. Este capítulo recoge una de ellas. Dibuja un contexto regional útil para comprender las texturas y textualidades de mi trabajo de campo en la región, a la vez que resalta aquellas situaciones de la vida campesina asociada a la violencia política, tratadas en los capítulos subsiguientes. La crónica da cuenta de las etapas del viaje: el paso por un caserío a las puertas de lo que he llamado la triple frontera entre el Caquetá, La Macarena y el estado colombiano; allí donde la guerrilla mantiene una activa presencia militar, frecuentes combates con el ejército y una consolidada hegemonía política. Luego el tránsito por los llanos del Yarí, Capitulo primero Etnografía en Zona Tórrida 36 Foto 5 El tortuoso camino hacia la nueva Colombia. Las carreteras construidas por la guerrilla suelen estar acompañadas por carteles alusivos a la guerrilla. Esta fotografía la tomé en cercanías los llanos del Yarí hace varios años y su mal estado llamó mi atención, pues le imprime el accidentado sentido con que los campesinos de la región han vivido esa lucha por la “Nueva Colombia”. Autor: N. E Capitulo primero Etnografía en Zona Tórrida 37 una zona de guerra que los campesinos han de sortear de forma rutinaria. Mas adelante mi estancia en el casco urbano de La Macarena y mi viaje a la vereda, donde narro algunas de las consideraciones prácticas de mi trabajo de campo. La Sandía. Día 16. 2007. Llevo dos días en La Sandía. Estoy sentado en la única panadería en varios kilómetros a la redonda y reviso las notas de los últimos días. Me interesa visitar una comunidad que acoge a indígenas de varios grupos étnicos, muy adentro en los llanos del Yarí. Me dicen que está demasiado lejos como para pretender llegar allí en este momento y pienso que está demasiado profundo, muy lejos de cualquier centro poblado, en la frontera oriental de la llanura como para entender por qué hay gente que decide irse a vivir tan lejos. ¿Cómo hacen? Sin escuelas, centros de salud, con una carretera muy precaria su vida no debe ser fácil. A ello hay que sumarle una complicada situación de guerra que existe de La Sandía hacia adentro: “por allá está caliente” se me advierte en el caserío. La guerrilla ha expulsado a varias familias, el ejército acosa de forma permanente a los indígenas. Eso sí: la situación regional que anuncian con vehemencia el ministro de defensa y sus generales, “una presencia (del estado) que hoy se ha vuelto realidad”1 es un poco imprecisa: traigo conmigo copia del documento del 1 “Hoy podemos decir, con satisfacción, que el Estado ha llegado a Cartagena del Chairá, con toda su acción integral, para quedarse. Y ha llegado también a La Julia y a San Vicente del Caguán y a La Macarena y a Calamar y a Miraflores y a tantos otros municipios donde la presencia del Estado era apenas nominal, una presencia que hoy se ha vuelto realidad con obras públicas, con educación, con salud, con servicios y con la protección siempre presente de la Fuerza Pública”. Palabras del Ministro de Defensa Nacional, Juan Manuel Santos Calderón, haciendo balance de la actividad de la Fuerza Pública durante el año 2006 Cartagena del Chairá (Caquetá), 21 de diciembre de 2006. www.mindefensa.gov.co/descargas/Sobre_el_Ministerio/Discursos_del_Ministro/20061221balance_20 Capitulo primero Etnografía en Zona Tórrida 38 ministro donde asegura eso para contrastarlo con la situación regional, y he atestiguado que a pesar de los miles de soldados que el Plan Patriota ha destinado para la zona, la guerrilla mantiene su influencia política y ejerce una constante y silenciosa presencia militar. Sin mayores pretensiones ofensivas varias comisiones de las Farc, formadas entre tres ó cinco guerrilleros, patrullan la región. El Yarí es una zona inexpugnable, conseguir los permisos para adentrarse es materia complicada, y solo pocas personas lo consiguen: religiosos del vicariato y ocasionadle forma ocasional una brigada de salud. Ni siquiera los funcionarios de la alcaldía que trabajan con la oficina de Desarrollo Comunitario pueden llegar hasta el caserío donde estoy sentado, revisando mis notas. Las cartas de recomendación que llevo conmigo, otorgadas por la Universidad y por aquella Junta de Acción Comunal de La Macarena a la que he estado cercano hace una década, me permiten cierto margen de movimiento entre el Caquetá y La Macarena. La Universidad certifica que soy estudiante de ella, que realizo mi trabajo de tesis. La Junta certifica que soy viejo conocido de la vereda, que ellos responden por mí. Son bastantes los poblados que se encuentran en la región, y todos parecieran haber sido cortados con la misma tijera. De San Vicente a La Macarena hay por lo menos seis que fueron célebres durante los fracasados diálogos entre el gobierno y las Farc(1998-2002): Los Pozos, San Francisco de La Sombra, La Machaca, La Yé, Las Delicias, La Sandía. No son más que una veintena de casas en madera que bordean una carretera destapada y que hacen las veces de centros regionales que congregan extensas y lejanas veredas. Tras finalizar los diálogos, cuando empezó la ofensiva militar financiada por el gobierno norteamericano en el marco del Plan Colombia, las ocasiones en que el 06.pdf Capitulo primero Etnografía en Zona Tórrida 39 ejército acampa en los caseríos pocas personas se atreven a visitarlos, y la situación se hace tensa. A un conocido le planteo la cuestión de la presencia militar: ¿eso que implica para los habitantes? Me cuenta que nadie habla con los soldados y que la gente se queja de la brusquedad con que tratan a la población. En esta época ya no se vive con la prosperidad de antaño, y eso se relaciona con la presencia militar y las políticas de erradicación forzada de la coca que no ofrecen ninguna alternativa productiva a los campesinos. Hace unas semanas el ejército pasó de largo por el caserío y se cuenta la anécdota de unos panes que los soldados compraron y que fueron envenenados; varios helicópteros rescataron a los intoxicados. Es medio día, y hace poco sol, desde ayer ha llovido y la única calle de La Sandía es un barrial. Me doy una vuelta por el caserío y muchos ojos me siguen atentos. Solo en las tardes el poblado toma un poco de vida, pues acomodados a las circunstancias y bajo la influencia política de la guerrilla, el control silencioso que ejerce el movimiento armado se materializa en pequeñas cosas, como por ejemplo la prohibición que existe en La Sandía para jugar cartas, dominó o billar antes de las tres de la tarde. Paso a saludar al presidente de la Junta de Acción Comunal, máxima instancia comunitaria que existe en cada vereda y poblado de la región. En su sede un cartel anuncia las
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