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Sexualidad 23

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Carrera: Medicina 
Área: Sexualidad, género y reproducción.
Unidad: 6. Materia: Psicología
La vida sexual en la edad avanzada
La gente de edad tiene una cierta actividad sexual. Por necesidades practicas, situaremos los comienzos de la vejez en torno a los 60 años. Para la mujer, el comienzo del envejecimiento sexual puede coincidir con la menopausia. Asi, parecería que la vejez se considera mas precoz desde el punto de vista sexual y una sexualidad mas discreta, matizada, vacilante, se consideraría desde el comienzo como una sexualidad en estado de involucion.
Puede establecerse un paralelismo entre la sexualidad en la vejez y la sexualidad del niño: nos encontramos con la misma dificultad para la aceptación o rechazo de una sexualidad separada de la reproducción. En el contexto funcional global, entre los viejos se otorga una prioridad exclusiva a funciones tales como la digestión, la defecación, el sueño y también la memoria; en general, antes a la necesidad de evitar dolores que a la de procurarse placer. De alguna manera, el viejo debe aprender a morir y no esta dicho que la sexualidad se ayude a hacerlo. Entonces, puede simplemente tratar de deshacerse de ella. De todos modos el viejo puede darse cuenta de que el sexo constituye una forma de continuidad en la mas amplia continuidad de la existencia. La prueba de ello esta en que cuanto mas regular ha sido el sexo en el pasado, mas llamado esta a perdurar en cuanto a interés e investidura. Puede compensar las insuficiencias debidas a la edad con la experiencia, el refinamiento y con los fantasmas, ya que no solo de la realidad provienen los estimulos sino también de los recuerdos. El viejo se encuentra ante una elección fundamental, que consiste en aceptar su vejez con las ventajas y desventajas o bien negarla.
La situación de pareja representa también una coordenada muy importante en la actitud respecto de la vejez en cualquier sujeto. Las mujeres de edad, solas o viudas, dieron muestras de un descenso de la actividad sexual mucho mas significativo que el de las mujeres casadas. Para una persona de edad, el que un compañero mas joven entre en escena puede determinar una considerable reactivación de su vida sexual. Sin embargo, el mutuo entrenamiento, el buen entendimiento de ambos conyugues son elementos muy positivos para el mantenimiento de una vida sexual regular. En la practica la impotencia senil no existe porque para el sujeto todo depende del objeto sexual. Habria que agregar que además del objeto sexual propuesto, hay que tener en cuenta la estructura emocional de la persona.
De todas maneras en el estudio de la vida sexual de las personas de edad, es necesario distinguir entre la actividad coital y otras formas de activada sexual. Los problemas del comportamiento sexual de las personas de edad es mas un problema
psicológico que fisiológico. En lo que respecta a las mujeres, muchas de ellas muestran un aumento del interés sexual con la edad. Para muchas personas de edad, es siempre verdadera la afirmación de que los afrodisiacos mas eficaces son el ejercicio, un buen estado de salud y sueño suficiente.
La persona de edad puede ser juzgada como algo débil y disminuido. El punto de vista opuesto considera el fluir de la existencia como un progresivo enriquecimiento e forma de adaptación, de adquisición de experiencias, de superación de obstáculos y e resistencia ante los choques de la vida. La actividad sexual esta en condiciones de adquirir, en el caso de la persona de edad, el papel de un verdadero lujo funcional. El viejo puede sentir su propio cuerpo como un objeto desvalorizado o por el contrario vivir su cuerpo como algo que no solo ha recibido en el nacimiento sino que ha transformado y adaptado a lo largo de los años.
Si nos detenemos en las características de la sexualidad en la edad avanzada se pueden reconocer en ella componentes específicos, tato psicológicos como fisiológicos. Entre las características psicológicas destacamos el enorme valor de lo imaginario y lo fantasmatico, en lo cual han de incluirse los recuerdos. Podria agregarse que la sexualidad de la gente de edad parece situarse bajo el signo de una cierta perversidad en el sentido de que se atribuyen gran valor a los placeres parciales. El viejo puede estar urgido por el miedo a la perdida de su capacidad funcional lo cual lo lleva a una tendencia de coger la oportunidad sexual de inmediato sin preocuparse por la circunstancia ni por el compañero. En el terreno fisiológico hay que recordar el hecho de que se trata casi siempre de una sexualidad no reproductora. En el caso de la mujer lo mas común es asistir a una disminución de la rapidez y a un relativo debilitamiento de la respuesta sexual, modificaciones que no llegan a grados de imposibilitar la vida sexual. La lubricación de la región vaginal se produce con mayor lentitud y alcanza un nivel mas bien modesto. El canal vaginal disminuye de longitud y anchura, el clítoris se vuelve mas sensible y el orgasmo puede ir acompañado de contracciones dolorosas. Estas dificultades pueden atenuarse o eliminarse madiante tratamientos hormonales. En el caso del hombre uno de los elementos mas notables de las modificaciones fisiológicas es la constituida por una mayor lentitud para iniciar la erección. Tambien se produce la disminución de la secreción de las glándulas de Cowper y se siente mucho menos el impulso a la eyaculacion. La duración de la erección puede ser satisfactoria y muy prolongada, la capacidad orgásmica es mas reducida y la fase refractaria, entre una respuesta sexual y otra eventual respuesta posterior, es mas prolongada. Los tratamientos hormonales no parecen en el hombre ser convenientes.
Vivir es madurar
La vida de las personas se encuentra marcada profundamente por los cambios que su organismo sufre en diversos momentos de la historia particular de cada una de ellas. El organismo humano pose infinidad de recursos que le permiten mantener la constancia de sus parámetros vitales y desarrolla habilidades y destrezas que le permiten
superar las limitaciones. Este desarrollo de la capacidad de variación en la respuesta es lo que se ha llamado madurez.
Ironicamente las personas ven con el paso de los años, menguar muchas de sus funciones organicas. Esto esta relacionado con que socialmente se equipara belleza con juventud. Existe en todos nosotros una gran falta de preparación para atravesar la vida toda, con optimismo. La verdad de las cosas es que en nuestra sociedad es difícil ser.
Para muchas personas de nuestra sociedad envejecer es deteriorarse físicamente poco a poco hasta que la vida es incompatible con un organismo “en ruinas”. Es cierto que el envejecer es una fatalidad bilógica que implica cambios morfológicos y funcionales. Sin embargo es importante señalar que de ninguna manera es en si mismo un proceso patológico y por ello tampoco puede ser la causa de la muerte del individuo. El concepto de envejecimiento también puede tener una acepción laboral. El retiro o jubilación es una forma de garantizar un lugar a aquellos que aunque menos experimentados, luchan por conseguir una fuente de ingresos, marginalizando a los que han pasado una cierta edad. No solo el cese de la actividad reproductiva marca el comienzo de lo que el prejuicio considera como “descenso”. Tambien el cese de las funciones vinculadas a la reproducción es, para muchos, el punto que marca el inicio de la vejez. En la vida en pareja estos cambios suelen coincidir con la independencia emocional y emancipación económica de los hijos. Se establece entonces un “síndrome del nido vacio” que se caracteriza por sentimientos de abandono, inutilidad, perdida de sentido de las cosas, depresión, sentimientos de impotencia.
La urbanización y la industrialización han tenido un impacto sobre la estructura de la familia, hasta el punto de cambiar el modelo tradicional de la familia extensa por el de la familia nuclear. Tal vez el surgimiento de este nuevo modelo es parcialmente responsable por la marginalización del añoso de la vida familiar.Asi, la contribución de las generaciones mas antiguas al desarrollo de los mas jóvenes ha disminuido de forma importante.
La nocion de envejecimiento se encuentra vinculada a valores culturales y juicios y prejuicios sociales. Muchas personas al llegar a la tercera edad se sentiran tal vez aliviados de un impulso biológico que era difícil de controlar. En cambio si el individuo ha estructurado su concepto de lo que es un ser sexual como algo positivo, placentero, creativo y digno de ser compartido, ese “ser un ser sexual” no terminara con la vejez.
Muchas personas alcanzan la tercera edad con una pareja estable. Es entonces cuando pueden redescubrirse el uno al otro sin las obligaciones y compromisos que podrían haber interferido con su relación. Las personas que por una u otra razón llegan a la Tercera Edad reciben de una manera mas subrayada por la sociedad el mensaje de deber ser totalmente asexuales. La nocion que se sustenta comúnmente es la de un ser neutro como si súbitamente se cortaran todas las posibilidades de expresiones. Para las personas que prefieren tener experiencias eroticas con personas de su propio sexo, el pensar en la llegada de la vejez les hace sentirse tristes o aprensivas.
Si al llegar a la edad madura aquellas parejas que se han mantenido unidas durante largo tiempo, no se han dado oportunidad para llegar al redescubrimiento de si,
no es difícil que una sombra de monotonía, incomunicación, tedio e inclusive indiferencia se cierna sobre ellas. Con bastante frecuencia este estado de aburrimiento crónico es responsable por la diminución marcada que presentan muchas personas en su deseo sexual. Al lado de este efecto de saturación producido por la rutina, una de las causas mas comunes de disminución o desaparición del deseo sexual en los individuos añosos, son los condicionamientos sociales que han creado un estereotipo de “vejez asexuada”. Es cierto que el pasar del tiempo produce cambios en los patrones de respuesta física del organismo. Dichos cambios son perfectamente compatibles con una vida sexual placentera y satisfactoria. Un mejor conocimiento de los cambios funcionales que se producen en la respuesta sexual humana con el envejecimiento, puede ser un elemento que contribuya a derrumbar mitos y a combatir prejuicios. No todo es, sin embargo, obstáculo para disfrutar de la experiencia sexual. El hecho de no tener que preocuparse con la gravidez suprime muchas ansiedades y permite que el encuentro sexual sea mas placentero.
Es cierto que uno y otro sexo se presenta una reducción marcada en la frecuencia de las experiencias coitales, pero también es cierto que si se ha sabido crecer en capacidad de expresión y de comunicación, lo que antes puedo haber sido algo pasajero puede ahora convertirse en una real celebración de la vida.
Al individuo se le ha negado la posibilidad de ir asumiendo su propia vida. La educacion lejos de llevar al individuo a una sana aceptación de los cambios, lo lleva a rehuirlos y rechazarlos. Por causa de esta visión rigida los cambios que se producen en rededor de la persona, acaban tomandolo por sorpresa. Deberiamos rescatar el derecho a vivir cada etapa de la vida con un sentido de realidad y disfrutando lo bueno que trae.
La edad madura y la sexualidad masculina
En el ultimo siglo se ha prolongado mucho la esperanza de vida. Por eso la sociedad se ha visto obligada a reconocer las necesidades sexuales de sus miembros mas ancianos. Con o sin compañero estos ciudadanos tienen necesidades sexuales y estas son perfectamente normales. Desconocer estas necesidades o creer que estas personas son incapaces de actividad sexual, es en definitiva seguir prestando oídos a toda una mitología. La base de esta creencia radica en pensar que la sexualidad humana es fundamentalmente reproductiva. El envejecimiento es un proceso gradual, una secuencia de acontecimientos imperceptibles que transcurren muy lentamente. Es muy común que el anciano se encuentre perplejo ante sus deseos sexuales o se avergüence de ellos. Sin embargo, poder mantener una buena relación sexual a una edad avanzada, constituye el mejor reaseguro contra las tendencias autodestructivas.
A medida que envejecemos se hacen evidentes en los hombres ciertos cambios físicos: el tamaño y la firmeza de los testículos disminuye, los tubulos seminiferos se engrosan, la próstata tiende a hipertrofiarse y las contracciones de los musculos que las rodean se hacen mas débiles. Pero no todo son males lo que traen los años. Una de las
ventajas de la edad es que vamos adquiriendo fisiológicamente un control mucho mayor de la eyaculacion.
El deseo y la posibilidad de actividad sexual en la edad madura están en relación con la intensidad de la vida sexual de cada individuo en su juventud. Una vez impotentes por cualquier circunstancia, muchos hombre se retiran voluntariamente de cualquier actividad sexual, en lugar de enfrentar esa experiencia. Cuando el sexo se convierte en una actividad mecánica, aburrida, carente de todo tipo de nuevos estimulos, el deseo tiende a desaparecer. Finalmente digamos que para un ser humano la penetración no es la única actividad sexual posible. Puede experimentarse gran placer al compartir una relación sexual emocional sin las presiones que suponen la necesidad de alcanzar el orgasmo. La eliminación de esta presión permite revitalizar la capacidad sexual y promueve mayor aceptación y entendimiento entre ambos miembros de la pareja.
La muerte y el morir en el anciano
Aunque morir es siempre un proceso individual, es también un acontecimiento que afecta a aquellos que se relacionan con ha muerto. Pero las actitudes y comportamientos que cada persona adopta ante el hecho de la muerte son el resultado de las características y circunstancias individuales y del concepto y sentido de la muerte imperante en la sociedad. Partiendo de que no hay una respuesta rigurosamente ajustada y comúnmente aceptada a una definición de muerte la acepción mas comúnmente aceptada es que la muerte es la cesación o el termino de la vida. Esta definición de muerte resulta insuficiente para abarcar en toda su complejidad lo que para cada ser humano significa el hecho de morir.
En función del concepto del que dotemos a la vida adquirirá la muerte un significado especial. Puede entonces ser entendida como el principio de una nueva existencia o como el final de una etapa detrás de la cual no hay nada. Si aceptamos que el hombre es un ser biopsicosocial, la muerte debe ser considerada como ubicada en cada una de esas vertientes: muerte física que afecta al cuerpo entendido como un conjunto de órganos y sistemas y que culmina con la aparición del cadáver, muerte psíquica que tiene lugar cuando el hombre deja de tener irreversiblemente conciencia de su propia existencia y muerte social que se produce cuando se ha perdido el reconocimiento social de persona. Podemos diferenciar dos perspectivas que resultan determinantes a la hora de conceptualizar la muerte: según se plantee la muerte del prójimo o la muerte propia, afirmando que el hombre desarrolla antes la idea de la muerte ajena que la propia. En cualquier caso queda claro que la manera de entender y conceptualizar la muerte es muy distinta para cada anciano.
Al reflexionar sobre las actitudes concretas e individuales que cada persona adopta ante la muerte, hemos de repara necesariamente en algunos de los aspectos que las determinan. En primer lugar la imposibilidad de hablar de una actitud objetiva ante la muerte, ya que la muerte propia es inimaginable. En segundo lugar la influencia que las
circunstancias personales y el contexto determinan. En tercer lugar los planteamientos y expectativas que cada uno mantenga con respecto a la muerte. Tales factores han llevado a que la actitud social mas extendidamente adoptada ante la muerte sea la de la negación. El miedo a la muerte ha sido interpretado como el el temor mas básico que experimenta el ser humano. El principal temor asociado a la muerte es el de dejar de ser. Por otro lado, la muerte delotro se asocia con la idea de perdida. Como si fuera poco, cuando se trata del miedo a morir propio se incluye la perspectiva del sufrimiento. Cuando el morir ocurre a nuestro alrededor generalmente va a asociado a un doble sufrimiento.
Por una parte sufrimos al ver como otra persona se deteriora y sufre y por otro lado su proceso de muerte despierta en nosotros la idea de la muerte propia. La ultima faceta del mierdo a la muerte es el miedo a lo que pueda ocurrir después de la muerte.
Si bien es cierto que el ser humano nunca llega a percibir la muerte como algo normal, es precisamente la muerte el anciano la que tolera y acepta como un hecho mas natural. Pero estas actitudes y comportamientos varian cuando en lugar de plantearnos la muerte de los ancianos en general, hemos de pensar en la muerte del padre o madre. La muerte de un progenitor tiene la capacidad de ejercer un intenso impacto emocional.
Es claro el hecho de que las actitudes ante la muerte que pueda adoptar una persona están fuertemente determinadas por el concepto que ese individuo mantenga hacia la misma. Asi es en la vejez cuando parece que se llega a aceptar la muerte como un proceso natural. La mayoría de los ancianos suelen poseer una orientación activa hacia la muerte. Pero las personas ancianas no solo tienen una percepción de la muerte propia como la de algo mas inminente sino que habran tenido mayores contactos con personas que han muerto. De esta manera se va preparando para su proceso de “ser en la muerte”. De manera genérica, se acepta que es la muerte del conyugue la que despierta la mayor ansiedad en el anciano, ya que representa no solo la perdida emocional sino también la perdida de su ya único rol en la vida con lo que constituía la única forma de identidad social que le restaba. Pero si es trascendente e importante la muerte del conyugue, el anciano experimenta la misma o mayor intensidad ante la muerte de un hijo. Se trata de un acontecimiento considerado como una de las perdidas mas dolorosas jamás experimentada en sus vidas, ya que rompe desde su perspectiva el orden natural de las cosas. A pesar del impacto que estas muertes ejercen sobre la salud y el equilibrio del anciano es también capaz de desarrollar estrategias de afrontamiento que le permiten superar este estado. Pero, por otro lado, no debemos olvidar como tantas veces ha sido referido el hecho de que las circunstancias personales y las redes de apoyo social y emocional con las que cuente el anciano van a representar un factor decisivo y determinante de las actitudes.
Se clasifican las actitudes del anciano frente a su propia muerte en cuatro grandes categorías: actitud de indiferencia, actitud de temor, actitud de descanso y actitud de serenidad. Dentro de las posibles actitudes ante la muerte, no cabe duda de que miedo y ansiedad son las dos mas importantes. En principio, la hipotética menor intensidad del temor a la muerte en las personas mayores de 65 años podría justificarse como consecuente de tres circunstancias: la disminución del valor que socialmente se le da a
sus vidas, en función de las expectativas que los ancianos van asumiendo y que les hacen tener conciencia que se acercan al limite y la socialización de la muerte por la cual el sujeto se habrá ido haciendo la idea de que se ha ido aproximando su hora. La actitud positiva ante la muerte se puede producir tanto a nivel consciente como de fantasia. Pero a niveles inconscientes, los datos apuntan en el sentido de que en el anciano aparece la misma ansiedad que a otras edades. Por todo ellos podemos considerar que el hecho de que el anciano tenga una mayor conciencia de que ha de morir, no implica necesariamente que no sienta el mismo temor y ansiedad ante la idea de su muerte. Para los ancianos el miedo a morir es mas intenso y esto es asi, especialmente en lo referido a la obsesion por no morir en soledad, el miedo a ser abandonado sin cuidado, a no ser atendido a tiempo y/o a ser encontrado en estado avanzado de descomposición. A la vista de lo hasta aquí expuesto, parece evidente que no existe una conclusión acerca de cual es realmente la actitud que de manera genérica caracteriza la postura del anciano ante el hecho de su propia muerte.
Hemos de tener presente que decir los ancianos incluye en ese termino una gran variabilidad en aspectos tales como la edad, el nivel socioeconómico o cultural, su personalidad, su estado emocional, nivel de apoyo social, de forma que resulta inadecuado hacer generalizaciones. Por ellos se hace conveniente analizar algunas de las variables:
-Edad: la edad parece representar uno de los factores mas importantes de la actitud hacia la muerte. En los intervalos entre 65 y 95 años la respuesta predominante es la aceptación de la muerte y conforme aumenta la edad decrecen las respuestas de la muerte como algo que deprime.
-Estado civil: el estado civil parece determinar las actitudes que los ancianos mantienen hacia la muerte. Los ancianos casados muestran una mayor ansiedad ante la muerte que los viudos o solteros:
-Religiosidad: quienes encuentran que a mayor nivel de religiosidad existe una menor ansiedad ante la muerte consideran que esto es debido al apoyo emocional y a que las creencias religiosas ayudan a afrontar el miedo.
-Institucionalizacion: la mayor parte de los estudios concluyen que quienes viven en asilos/residencias manifiestan menor temor a la muerte y actitudes mas positivas ante la misma. Pero a partir de los 85-95 años estas diferencias se minimizan. La muerte como una liberación parece darse de forma mas acentuada en personas que residen en instituciones.
Deberiamos contribuir a que la muerte de cada uno de los ancianos adquiera como minimo, el mismo significado que la muerte de cualquier otra persona y se sientan tan queridos, valorados y dignos como todos.
Salud mental en la etapa adulta de la vida
Cuando culmina la adolescencia el ser humano ingresa a la etapa adulta de la vida. Adulto es aquel individuo que ha alcanzado su forma corporal definitiva, madurez biológica y plenitud racional. Hasta no hace mucho tiempo se pensaba que con la adultez se alcanzaba un estado de relativa estabilidad de las estructuras mentales. Hoy se la reconoce como un devenir de transformaciones y regresiones, un periodo de profundos cambios y posibilidad de nuevos logros. A diferencia de los cambios rapidos y profundos de la infancia y los turbulentos de la adolescencia, la adultez aspira a la continuidad y a la estabilidad.
En la etapa adulta de la vida, adultez se aproxima pero no se homologa a salud mental. Los cominos que cada persona tiene para recorrer su vida de adulto son singulares e infinitos. En la adultez los objetos parentales pasan a ser fuente de inspiración, de anhelos y de reconocimiento por lo que se les adeuda. El sujeto comienza a sentirse motivado por un creciente sentimiento de responsabilidad. El retraso en iniciar las transformaciones que demandan estos momentos de la vida indica conflicos que no han permitido una buen resolución emocional del vinculo con las figuras parentales. A la etapa adulta llegan remanentes del narcicismo infantil, con sus expectativas omnipotentes, sus demandas egoístas y su carga de idealizaciones. La adultez supone alejarse de los funcionamientos narcisistas del Yo, atenuar sus exigencias, tornarse mas modesto y mas conciente de las propias limitaciones. Si bien la tendencia a la integración y la simultanea diferenciación de las estructuras del Yo esta presente desde la infancia, en la etapa adulta se acentua y en conjunción armoniosa pero inestable, define uno de los ingredientes de la madurez emocional. La salud mental del adulto depende de la fuerza emocional con que se sostengan las estructuras de la adultez en el Yo, de que mantengan su primacia sobre otras partes infantiles y egoístas.
Las transformaciones de la adultez suponen una gradual tendencia hacia las experiencias interiores, a la búsqueda de sentido de la propia vida. El sujeto deja de depender tanto de los demás y esta mas a gusto ensu soledad. La sexualidad adulta es un componente esencial, ya que mientras la pareja ideal con la marca edipica del pasado espera ser hallada en la realidad, la sexualidad y el amor son explorados en relaciones variadas donde intervienen el enamoramiento y la desilusión. Para la adultez la gestación y crianza de los hijos serán preocupación y centro de la vida emocional durante las décadas medias de la vida. Puede ser un logro de la adultez poder sobrellevar la soledad. La capacidad de estar a solar es la posibilidad de sentirse internamente acompañado aun cuando la persona este sola. La soledad es un sentimiento del que el sujeto puede necesitar defenderse o por el contrario puede tolerar.
La mayor parte de los autores distinguen: la adultez temprana de la finalización de la adolescencia hasta promediar los treina, que culmina con la crisis de la mitad de la vida, le sigue la adultez madura que abarca la década de los cuarenta y cincuenta donde se afirman los logros y luego la adultez tardia entre los sesenta y setenta. La mayoría de las decisiones importantes que afectaran al individuo el resto de
su vida se toman en la adultez temprana. Promediando la tercera década la identidad adulta tiende a consolidarse, a manifestarse externamente en instalar una familia y coronar una actividad ocupacional. Pese a los cambios en el transcurso de la adultez temprana, la mayoría de los adultos siguen siendo adolescentes en su estructura personal hasta la mitad de la vida donde la necesidad de una mayor integración comienza y dispara una crisis.
En la mitad de la vida, el individuo ha dejado de crecer y empieza a envejecer. Se alcanza una edad donde se han logrado posiciones en el mundo que fueron imaginadas como satisfactorias una década antes y que ahora no lo son tanto. Surgen hechos que interrumpen las ilusiones previas, nuevas realidades hacen su aparición, signos de envejecimiento, responsabilidades hacia los padres y los hijos. La crisis puede mostrarse en los intentos de perpetuarse joven, en preocupaciones hipocondriacas con la salud, en la emergencia de la promiscuidad sexual y en la aparición de creencias religiosas.
En las ultimas décadas de la vida los soportes familiares y sociales hasta entonces presentes se desvanecen. Una tarea de esta etapa consiste en mantener una sensación de integridad frente a las adversidades. Se toma nota del cambio generacional y la necesidad de reconstruir nuevas funciones y un nuevo lugar en la vida. El aislamiento familiar y social o la disminución de las capacidades perceptivas y mentales son una amenaza al sentimiento de integridad ganado. En esta etapa de la vida, a veces mantener la integridad personal es sentido como dar batalla contra la adversidad. El aislamiento es la amenaza mas grande de la gente mayor frente a la enfermedad y la muerte.
Ciclo vital humano en salud mental
La consideración del paciente como persona ha tornado imprescindible incorporar el estudio del ciclo vital humano y sus estadios. Se denomina ciclo vital a la serie de cambios o estadios que el ser humano pasa en el camino que transcurre desde su gestación hasta la muerte. La salud mental es la capacidad de adecuarse y sobreponerse a los cambios y los variados desafíos que proponen distintos momentos de ciclo vital.
Para comprender los cambios que ocurren en la vida mental a lo largo del ciclo vital humano se ha recurrido al concepto de desarrollo. La idea de desarrollo supone nuevas adquisiciones, crecimiento y tendencia hacia adelante. En todo momento hay movimientos progresivos pero también regresivos. Por lo tanto no siempre cambios en el sentido progresivo significan salud, ni en sentido regresivo enfermedad.
Como indica su nombre, ciclo implica un periodo de tiempo. En cada tramo de la vida de una persona están presentes las situaciones y acontecimientos de la realidad de su momento actual. Pero, también están los modos y vivencias del pasado. Los acontecimientos mas salientes del ciclo son: en todo momento el rol del objeto, los cambios biológicos que demandan adecuación de las estructuras mentales y todos los desafíos, demandas y expectativas que vienen del entorno social.
Hay determinados momentos del ciclo vital relativamente apacibles y estables. Un periodo de transición requiere tiempo. Otras veces los cambios por el contrario reflejan turbulencia emocional y psicológica y señalan un periodo de crisis.
Hacia una nueva mirada de la sexualidad del adulto mayor
La actividad sexual forma parte del proceso de envejecimiento, abarca toda la vida y sufre continuos cambios en su existencia. Contribuye al bienestar y calidad de vida de los sujetos de todas las edades, incluyendo al adulto mayor. Se debe preservar hasta que la vida termine.
Durante siglos el sexo estuvo unido a la función reproductiva y negado en la vejez.
Hoy, el que actua como discriminador es el conjunto de valores de la vida actual que ensalza la productividad y la juventud en las distintas practicas sociales, haciendo a los AM depositarios de lo negativo en el imaginario social. Esta mirada social modifica el concepto que el AM tiene de si, disminuyendo su autoestima. La represion socio-cultural de la sexualidad de AM todavía esta dominada por el viejismo el cual se define como el conjunto de prejuicios, estereotipos y discriminaciones que se aplican a los viejos. Son sentimientos irracionales estructurados en conductas prejuiciosas que son especialmente peligrosas cuando los poseedores de ellas son los médicos o psicólogos.
Los ancianos son sujetos interesados y preocupados por el sexo, son deseables, deseosos de desear y capaces de una actividad sexual gozosa. Lo que le da una dimensión diferente a este erotismo son los cambios que se producen fisiológicamente. Es necesario desmitificar la sexualidad del adulto mayor. Se propone promover la adaptación sexual de los ancianos, promover la salud sexual a través de la educacion sobre las ITS, modificar procedimientos tales como el examen ginecológico y estimular la creatividad en el acto sexual. Las conclusiones son que los ancianos permanecen interesados en el sexo, la actividad sexual es posible en las ultimas décadas de la vida y la sexualidad activa contribuye al bienestar. Debe lograrse que la sexualidad del adulto mayor sea expresada, conocida, concientizada en conductas que mejoren el desempeño. Otra perspectiva de la vejez permitirá reencontrarle nuevos sentidos, por lo que se requiere de un nuevo ethos y un nuevo estilo de vida en una sociedad para todas las edades.
Alan Altamirano
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