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ABRA SU MENTE - TARTHANG TULKU

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SU MENTE 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Tarthang Tulku 
 
ABRA 
SU MENTE 
Autoconocimiento y paz interior 
mediante la meditación 
Traducción 
María del Mar Ravassa 
con la colaboración de André Lemort 
 
G R U P O 
EDITORIAL 
 
Norma 
Barcelona, Bogotá, Buenos Aires, Caracas, 
Guatemala, México, Miami, Panamá, Quito, San José, 
San Juan, San Salvador, Santiago de Chile. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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Edición original en inglés: 
Openness Mind SeIf-Knowledge 
and Inner Peace Throught Meditation 
de Tarthang Tulku. 
Una publicación de Dharma Publishing, 
división de Dharma Mudranalaya 
2425 Hillside Avense, Berkeley. CA 94704, USA. 
Copyright © 1990 por Dharma Publishing 
Copyright © 1994 para Estados Unidos e Hispanoamérica 
por Editorial Norma S. A. 
Apartado Aéreo 53550. Bogotá, Colombia. 
Reservados todos los derechos. 
Prohibida la reproducción total o parcial de este libro, 
por cualquier medio, sin permiso escrito de la Editorial. 
Impreso por Cargraphics S. A. - Impresión Digital 
Impreso en Colombia - Printed in Colombia 
Dirección editorial. María del Mar Ravassa G. 
Edición, Armando Bernal M. 
Diseño de cubierta, Carmen Elisa Acosta 
ISBN: 956.04-2749-6 
15 14 13 12 11 10 9 8 7 6 02 01 00 99 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Este libro está dedicado 
a los estudiantes occidentales 
del dharma 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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Contenido 
Introducción ix 
Prefacio xiii 
PRIMERA PARTE: APERTURA 
Aprendiendo mediante la experiencia 
La autoimagen 
El autocambio 
Cómo transformar el miedo 
La meditación: no la interfiera 
SEGUNDA PARTE: PROFUNDIZACIÓN EN LA 
MEDITACIÓN 
La corriente de la profundización 
Abriéndose a las sensaciones 
Trascendiendo las emociones 
Fascinación y ansiedad 
TERCERA PARTE: ILUSIÓN Y REALIDAD 
Ilusión y realidad 
Un tapiz móvil de sueños 
Sueñe con el loto 
El fundamento del ser 
CUARTA PARTE: MÁS ALLÁ DE LOS SIGNIFICADOS 
La dimensiones de la meditación 
Pensamientos 
Más allá de los significados 
Consciencia 
La ilusión del ahora 
QUINTA PARTE: EL DHARMA VIVIENTE 
El dharma interior 
Refugio 
Amor y compasión 
La semilla de la iluminación 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Introducción 
 
Muchos libros hablan de budismo, pero pocos comunican su 
significado. Para poder despertar el entendimiento en los 
demás, uno tiene, primero, que saber, y después, vivir lo que 
sabe. El conocimiento, vivido en esta forma, se puede 
transmitir sin esfuerzo, como parte de un proceso creativo sin 
fin. 
Éste es un libro a través del cual el budismo le habla al 
lector. Desde el primer capítulo se pone énfasis en la 
importancia de aprender -no en el sentido de acumular datos 
(aunque la acumulación de datos es, obviamente, indispensable 
en el proceso de aprendizaje) sino más bien como un esfuerzo 
por entender. Pero ¿cómo podemos entender si no regresamos a 
la fuente de la cual hemos extractado los datos? Esta fuente es 
la experiencia -la experiencia antes de ser encauzada a través 
del conocido patrón de pensamiento ordinario, que todo lo 
vuelve cuantificable y mensurable, en suma, datos aislados e 
inanimados que le quitan lo cualitativo a la vida. 
Para volver a la experiencia que insiste en lo cualitativo 
como parte integral de la vida se requiere otro tipo de 
pensamiento. Que en estas circunstancias la ‘meditación’ sea 
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todavía la palabra apropiada para describir esto, es discutible, 
por supuesto. El vocablo se ha usado demasiado y ha 
adquirido, en el lenguaje popular, una connotación demasiado 
esotérica o seudomística y desorientadora, mientras que su 
intención es todo lo contrario. La meditación es, ante todo, un 
proceso de aprendizaje, de atenta concentración en una cosa o 
una situación para lograr una percepción de su naturaleza única 
y poder manejarla eficientemente. Nosotros, como seres 
vivientes, siempre nos encontramos en una situación; no tanto 
en el sentido de ser una entidad aislada dentro de un recipiente 
sin que ambas ‘entidades’ tengan relación entre sí, sino más 
bien en el sentido de estar dispersos en la situación. En otras 
palabras, a través de una atenta concentración en un objeto o 
una situación, aprendemos a discernir y a apreciar las 
posibilidades de la situación. 
Basados en ese conocimiento, aprendemos a actuar 
apropiadamente, a no violentar el delicado ‘tejer’ de las 
situaciones de la vida. En este sentido, la ‘meditación’ es una 
manera de experimentar, muy concretamente, cualquier 
situación en que podamos encontrarnos. No es, de ninguna 
manera, algo transcendental o ‘abstracto’ sino algo 
eminentemente ‘práctico’ que nos ayuda a volver a estar vivos 
al restaurar el libre flujo de la corriente de la vida. En el 
budismo, la ‘meditación’, como debe haber quedado claro, no 
es un escape del pensamiento sino la aplicabilidad y la 
aplicación de esta clase de ‘pensamiento’ en la vida diaria. Ése 
es el Leitmotiv de este libro. 
A medida que el lector penetre en lo que podemos llamar 
‘budismo aplicado’, notará que la obra, de capítulo a capítulo, 
es una ‘guía para el camino’. El campo a través del cual indica 
el camino es la rica e intrincada naturaleza del hombre. Por lo 
tanto, siendo una guía, el libro es muy tradicional, en el sentido 
de que reafirma el hecho de que el hombre es susceptible de 
desarrollarse y de que el desarrollo es un proceso continuo de 
expansión hacia horizontes cada vez más amplios. Es también 
como el ascenso hacia el pico de una montaña, proceso en el 
cual tenemos que cuidar cada paso mientras, simultáneamente, 
nos dejamos deslumbrar por la maravilla del paisaje. Estas 
‘guías’ se conocen en el Tíbet como lam-rim (etapas en la vía), 
y existen muchos textos antiguos sobre el tema. 
 
 
La obra más antigua de este tipo se le atribuye al gurú 
Padmasambhava, una persona cuya historicidad ha sido 
ensombrecida por mitos y leyendas, todos los cuales dan fe del 
impacto que su presentación de las ideas budistas produjo en 
quienes quedaron cautivados por ellas. Lo que distingue su 
obra (y las obras que surgieron de la tradición iniciada por él y 
conocida como la orden Nyingma) de obras similares en otras 
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escuelas de pensamiento, es la vivacidad de la presentación. 
Es la presentación de una experiencia vivida plenamente, no 
un viejo cúmulo de citas de textos canónicos. El lector 
encontrará la misma vivacidad y franqueza en este libro, cuyo 
autor es uno de los más eminentes sabios de la Nyingma. 
Tarthang Tulku escribió este libro para aquellas personas 
que se atreven a hacer preguntas relacionadas con el 
significado de la vida; en él contesta las preguntas que con 
frecuencia le plantean. 
Sobra decir que el título en sí es un desafío: abrirnos es 
hacer que la mente vuelva a su apertura creativa. Y, 
ciertamente, este libro indica el camino que va en esa 
dirección. 
HERBERT V. GUENTHER 
Universidad de Saskatchewan 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Prefacio 
 
Para este nuevo volumen de ensayos he tomado material de 
los seminarios y las clases de meditación elemental y avanzada 
que he dado durante siete años en el Instituto Nyingma. Entre 
los asistentes había profesionales que estaban estudiando 
nuevos métodos de curación y de desarrollo psicológico, y 
personas que simplemente deseaban ampliar su comprensión 
espiritual. 
La meditación es el terreno común de muchos y variados 
intereses. Es un tema vasto y complejo cuyo objetivo es el 
desarrollo de un entendimiento de la mente -un entendimiento 
que podemos trasladar a toda nuestra experiencia.La 
meditación no es una retirada de la vida sino una extensión de 
ella: podemos llevarla con nosotros para enriquecer todo lo que 
hacemos, adondequiera que vayamos. 
Este concepto es parte esencial de las enseñanzas Nyingma, 
cuyo propósito es proporcionarnos fuerza interior y confianza 
en nosotros mismos. 
Es sumamente importante aprender a usar la mente para 
lograr una vida equilibrada y sana. Hoy en día se habla mucho 
de los efectos del medio ambiente en nuestra salud y en nuestro 
estado de ánimo, pero se conoce poco sobre los efectos que 
nuestros estados de ánimo ejercen en el medio ambiente. 
Cuando comprendemos la naturaleza de la mente, podemos 
enfrentar el problema de la vida con una seguridad y una 
integridad que le impregnan una calidad saludable a todo lo 
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que hacemos. Nos relacionamos en forma calmada y fácil con 
el mundo que nos rodea. 
Mediante la meditación podemos enseñarle a nuestra mente 
a ser calmada y equilibrada; hay en esta calma una riqueza y un 
potencial, un conocimiento interior que puede hacer que 
nuestra vida sea inmensamente satisfactoria y esté llena de 
significado. Así como puede la mente atraparnos en el 
enfermizo patrón del estrés y del desequilibrio, también puede 
liberarnos. A través de la meditación podemos aprovechar las 
cualidades curativas de nuestra mente. 
Dentro de la mente podemos encontrar el sentido de 
propósito y las habilidades que pueden darle significado a 
nuestra vida. Podemos aprender a manejar eficazmente 
problemas que nos parecían insolubles, al enfrentarlos con las 
técnicas sencillas que aprendemos en la meditación. La mente 
puede volverse una herramienta conocida y útil que podemos 
usar para el enriquecimiento de nuestra experiencia. De esta 
manera, a medida que equilibramos nuestro entorno interior, 
nuestro entorno exterior también se equilibra. Aprendemos a 
confiar en nosotros mismos, la libertad natural de la mente. 
La tradición Nyingma del budismo tibetano pone énfasis en 
esta manera de enfocar la meditación, la cual nos abre al 
mundo. Las enseñanzas de la tradición Nyingma son una 
mezcla única del budismo Hinayana, que pone énfasis en el 
esfuerzo y la responsabilidad individuales, el budismo 
Mahayana, que pone énfasis en el desarrollo de la compasión y 
de la apertura, y el método Vajrayana, que trasciende tanto lo 
positivo como lo negativo, de modo que todo lo que hacemos 
se convierte en el material con el cual creamos una vida 
provechosa y equilibrada. El método Vajrayana parece 
especialmente apropiado para los occidentales, que están 
constantemente enredados en las preocupaciones y los 
problemas diarios del mundo. 
Confío en que este libro les ayude a otros en el camino del 
crecimiento y el autodescubrimiento, para que puedan enfrentar 
mejor esta época difícil. Esta obra está lejos de ser una 
exposición completa de las enseñanzas Nyingma; lo que he 
tratado de hacer es presentar las múltiples facetas de estas 
enseñanzas y su punto de vista abierto. La mente es tan vasta 
como todo el espacio, y la forma en que enfoquemos nuestra 
comprensión de ella debe ser igualmente amplia. 
Confío en que Abra su mente sea una ayuda para muchas 
personas. Dedico cualquier ganancia que pueda obtener por 
este libro a la paz del mundo. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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PRIMERA PARTE 
Apertura 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Aprendiendo mediante la experiencia 
 
La meditación es una manera de abrir nuestra vida a la riqueza 
de la experiencia, no una práctica esotérica limitada a ciertos 
tiempos y lugares. Que vivamos en la quietud del campo o en 
el alboroto de la ciudad, la meditación puede convertirse en un 
estilo de vida. En este tipo de meditación aprendemos a abarcar 
y a aprender de todas nuestras experiencias. 
Sin embargo, este tipo de meditación que todo lo abarca no 
es tan fácil como suena, porque supone un estado de 
consciencia en todo lo que hacemos. Todo se incluye en la 
meditación: desde el simple acto de levantarse cada mañana 
hasta nuestros sueños nocturnos. Aprendemos a abrir nuestros 
sentidos a cada matiz de la experiencia, conscientes, incluso, de 
los más mínimos aspectos de nuestra vida, tales como la forma 
en que caminamos y cómo hablamos con los demás. De esta 
manera aprendemos a abrirnos a la verdad de nuestra 
experiencia. Cómo vivimos, qué está sucediendo en nuestra 
vida, cómo nos afecta nuestra experiencia -éste es el 
fundamento de la realidad, y la fuente de la consciencia 
espiritual. 
Es posible cultivar esta consciencia en todos los aspectos de 
nuestra vida -en el trabajo, en nuestras relaciones, e incluso en 
nuestras habilidades. Todos estos son maestros potenciales a 
los cuales podemos abrirnos y de quienes podemos aprender 
cuando vemos las posibilidades de crecimiento que existen en 
todo lo que hacemos. 
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A medida que aprendemos de nuestra experiencia, nuestro 
aprecio por la vida aumenta; nuestros sentidos se vuelven más 
agudos; nuestra mente se vuelve más clara y más perceptiva. 
Desarrollar la consciencia, la concentración, la honestidad, la 
compasión y la apertura puede volverse una experiencia 
reveladora que no sólo nos beneficiará a nosotros mismos sino 
que creará en nosotros cualidades que pueden servir de guía a 
quienes nos rodean. 
A medida que nuestra consciencia se desarrolla, todo 
nuestro marco de referencia se va transformando. Podemos ver 
la interrelación que hay entre el pensamiento y la acción, y, en 
consecuencia, tenemos más sensibilidad al comunicarnos con 
los demás. Nuestras observaciones penetran a niveles más 
profundos: descubrimos cómo se producen los sentimientos y 
cómo funciona el pensamiento. Cuando nuestra consciencia se 
desarrolla más aún, podemos incluso percibir el vínculo que 
hay entre el pasado, el presente y el futuro, y, en consecuencia, 
aprender a dirigir nuestras acciones de manera tal que nuestra 
vida nos satisfaga y sea plena. 
Sin embargo, al comienzo nuestra visión es limitada: no es 
fácil saber cuáles serán los resultados de nuestras acciones. 
Podemos seguir las directrices de la sociedad, pero pocas de 
ellas han sido creadas con algo más que un propósito miope y 
con un resultado a la vista. Así, pues, aunque los resultados de 
nuestras acciones puedan parecer buenos en determinado 
momento, a la larga pueden ser dañinos. Entonces, en un 
momento de frustración, podemos forzar las situaciones y 
empeorar el resultado. 
Cuando estamos conscientes se abre nuestra visión hacia 
una acción más constructiva; y la paciencia permite que 
nuestra nueva visión funcione. La paciencia actúa en silencio, 
como un agente secreto, y nos protege de caer en la acción 
inútil y en el desespero. Cuando conscientemente 
desarrollamos la paciencia, ésta puede volverse una respuesta 
natural y apropiada a cada nueva situación; nos fortalecemos 
aun para las circunstancias más difíciles. 
Cuando la paciencia se desarrolla intensamente, la 
consciencia aparece incluso en nuestros aspectos negativos, y 
de esa consciencia viene nuestra meditación. Vemos que todo 
lo que sucede es una manifestación de la energía, la cual es, en 
sí misma, una forma de consciencia, y nos damos cuenta de 
que toda experiencia, durante todas las veinticuatro horas del 
día, es parte de la naturaleza de la revelación.1
El samsara
 A esta 
consciencia pueden llegar todos los que la buscan; siempre 
puede llegarse a ella ahondando en la naturaleza de la 
experiencia. Nuestra experiencia puede llevarnos mucho más 
allá de nuestra manera usual de pensar, de ver y de ser. Puede 
llevarnos a la misma revelación. 
Cuando llegamos a un estado de verdadera consciencia, nos 
volvemos como flores de loto: elloto es puro y bello, aunque 
crece en el fango. Una vez que somos conscientes, podemos 
funcionar adecuadamente aun en medio de la confusión del 
mundo. Nuestra actitud positiva nos beneficia a nosotros y 
beneficia a los demás; vivimos la verdad que hemos adquirido. 
2 es como una fruta venenosa. Nos la comemos 
con gusto, pero al final nos ha de matar, a menos que podamos 
transmutar su veneno. Nada relacionado con el samsara puede, 
finalmente, darnos libertad y felicidad o verdaderamente 
satisfacer nuestros deseos. Pero cuando vivimos 
conscientemente, el veneno no nos hace daño porque el 
nirvana3
 
1 En la tradición budista se usa la palabra iluminación. Esta 
iluminación es la revelación de nuestra realidad original, 
oculta por la ignorancia en que vive el ser humano hasta esta 
experiencia. Por el aspecto maravilloso que puede tener la 
palabra iluminación, preferimos usar, en la mayoría de los 
casos, en nuestra traducción la palabra revelación - se revela 
lo que nos era desconocido -. o despertar -, despertarse de la 
ignorancia (N. del Trad.). 
2 Los ciclos indefinidamente repetidos de nacimiento, vida de 
sufrimiento y muerte (N. del Trad.). 
 puede ser vivido dentro del samsara. Son lo mismo. 
3 El estado que trasciende el sufrimiento, el karma y el 
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Sin embargo, esto puede ser muy difícil de comprender si no 
sabemos primero cómo transmutar las emociones y cómo 
superar nuestros obstáculos. Cuando estemos en capacidad de 
hacer esto, entonces todo lo que hagamos nos será útil; pero 
hasta que esto ocurra, aunque muchas de nuestras actividades 
nos puedan parecer satisfactorias, sólo estaremos acumulando 
karma -más necesidades y más obstáculos. 
 
Estudiante: Pero usted ha dicho que no debemos evitar ninguna 
experiencia. 
Rinpoche: Esto es verdad cuando nos volvemos más 
conscientes, cuando somos lo suficientemente fuertes como 
para darnos cuenta de las consecuencias de nuestros actos. Pero 
primero tenemos que aprender cómo funciona el samsara, 
cómo acumulamos dolor y frustración. Comenzamos a darnos 
cuenta de que no hay paz, no hay placer, no hay nada deseable 
en nuestra manera de vivir, y de que nuestra experiencia, de 
una manera o de otra, siempre se echa a perder por la preocu-
pación, la culpa o la ansiedad. Cuando nos damos cuenta de 
esto, vemos que no hay otra alternativa que despertar. Ya no 
podemos volver a nuestra ignorancia. 
 
Estudiante: Sin embargo, creo que tenemos que desempeñar un 
papel en la vida y que la mayoría de nosotros no podemos 
escaparnos de estar en el mundo. No podemos, simplemente, 
alejarnos de todo. En el mundo occidental, los aspectos legales 
hacen que esto sea imposible. 
Rinpoche: Por eso tenemos que aceptar la responsabilidad de 
nuestros compromisos y de nuestro karma. Que seamos o no 
seamos libres depende de nuestro punto de vista y de nuestra 
manera de trabajar en el mundo. Podemos aprender a 
transformar las situaciones negativas. Podemos decir que el 
 
samsara y que se busca, especialmente en el budismo, a 
través de la extinción del deseo y de la consciencia individual 
(N. del Trad.). 
 
samsara es nuestro campo de entrenamiento. Sin embargo, 
Buda enseñó que el samsara no nos deja paz. Debemos sufrir, 
envejecer y, con el tiempo, morir. Todo el mundo tiene que 
pasar por esto, pero muy pocos pueden aceptar esta verdad. La 
impermanencia es una de las causas del sufrimiento, y la 
ansiedad mental puede parecer aun más dolorosa que la 
enfermedad física. Incluso el monasterio o el templo más bello, 
o el cuerpo humano más hermoso pertenece al samsara, y será 
destruido. 
 
Estudiante: Pero incluso si nada perdura, parece importante 
gozar de la flor o probar todo aquello que no es permanente, 
mientras dura. 
Rinpoche: Sí, nuestro cuerpo es como una casa alquilada, y a 
menos que lo usemos, no tiene ningún valor para nosotros. 
Pero es importante saber utilizar nuestra vida 
constructivamente. La vida es temporal y muy valiosa. No 
tenemos mucho tiempo para perder. Podemos utilizar bien 
nuestra vida... o perder el tiempo buscando placeres y 
satisfacciones que simplemente aumentan nuestros deseos y 
nuestra frustración cuando no podemos alcanzarlos. Como las 
abejas, podemos ir de flor en flor; pero ¿qué haremos cuando 
todas las flores se hayan marchitado? Si aprendemos a estar 
satisfechos en todo momento, jamás perderemos el tiempo. 
 
Estudiante: Aun así, no veo cómo podemos tender un puente 
entre ignorar o rechazar el mundo, y hacer que nuestro camino 
espiritual sea parte del mundo y ayude a los demás -el ideal del 
Bodhisattva. 
Rinpoche: Debemos tener la capacidad de aplicar nuestras 
teorías y la capacidad de trascender el ego, aunque sea muy 
difícil prescindir de él. Es posible que podamos hacerlo durante 
dos minutos, pero ¿cómo podemos funcionar sin ego durante 
toda una vida, o simplemente durante un día? 
Buda tenía una gran comprensión de la mente en todos sus 
niveles y etapas de desarrollo; por consiguiente, sus enseñanzas 
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no se limitan a un solo camino; tienen muchos aspectos. Una 
enseñanza puede ser una práctica elemental para una persona, 
y, sin embargo, una instrucción más avanzada para otra. 
También hay muchas otras enseñanzas ‘internas’ que se 
comprenden según la experiencia y la comprensión de cada 
individuo. 
 
Estudiante: Cuando decido mirar el mundo desde la pers-
pectiva de mi ego y de mi identidad, puedo ver que yo he 
creado las situaciones que me rodean. 
Rinpoche: Bien. Pero, entonces, ¿cuál es su situación y qué 
hace usted al respecto? 
 
Estudiante: Mi ideal, y a veces mi acción, es obrar correc-
tamente por amor y por comprensión. 
Rinpoche: Pero para obrar correctamente, usted debe estar 
consciente en cada momento. ¿Cómo comenzar? 
 
Estudiante: Hay que hacerlo todo el tiempo. 
Rinpoche: Sí, pero eso es muy difícil. Sólo una persona que 
haya llegado a un alto grado de despertamiento puede obrar 
correctamente con cada uno de sus pensamientos. No muchos 
pueden hacerlo. Es posible que estemos creciendo en sabiduría 
y en conocimiento cada día, pero aun así, el proceso tarda 
mucho tiempo y cuesta mucho trabajo. Esto tiene que ser más 
importante para nosotros que cualquier otra cosa. 
Su actitud es muy positiva, y no quiero desalentarlo, pero 
incluso el Mahayana dice que lograr la iluminación, o 
despertarse, tarda treinta y tres kalpas.4
 
4 Período en que, de acuerdo con la cosmología hindú, el 
universo pasa por un ciclo de creación y destrucción (N. del 
Trad.) 
 Podemos ver la 
importancia de actuar correctamente siempre, e incluso tratar 
de hacerlo, pero nuestros apegos todavía son un obstáculo. A 
veces nuestra boca es más rápida que nuestro corazón. 
Sin embargo, de acuerdo con el Mahayana, una vez que el 
deseo inicial de despertar aparece en nosotros, algo pasa 
inconscientemente dentro de nosotros. Al principio es posible 
que vayamos en contra de este deseo y creemos más 
sufrimiento, pero es a través de este sufrimiento como podemos 
eliminar muchos obstáculos y despertar. 
Una vez que comencemos a buscar el despertar, no hay 
manera de echar pie atrás; la influencia positiva de este deseo 
de despertar es muy grande. Pero tenemos que aprender a 
proceder más eficazmente. Nuestras intenciones pueden ser 
buenas, pero llevarlas a cabo puede ser difícil. ¿Qué hacer con 
su apego a la comida, a las diversiones o al amor? 
 
Estudiante: He comenzado a aprender a desapegarme de todo 
eso. 
Rinpoche: ¿Usted lo rechaza? ¿Cómo se manifiesta su 
desapego? 
 
Estudiante: Es una actitud... 
Rinpoche: Su insatisfacción quizá lo está llevando a renunciar a 
aquello que realmenteno le place. La insatisfacción es muy 
diferente del desapego. Es muy fácil renunciar a algo que no 
nos satisface, pero es difícil renunciar a otras cosas. Comer, 
dormir y divertirnos es muy importante para nosotros. Si nos 
privamos del placer, entonces ¿qué tenemos? 
El mundo siempre está con nosotros, pero no sabemos qué 
nos traerá el mundo mañana: siempre está cambiando. 
Podemos estar felices, o dichosos o sufriendo y doloridos. En 
otras palabras, no podemos estar seguros de que nuestros 
sentimientos se mantengan en igual tónica de un día para otro. 
Es posible que mañana sea un día lleno de paz y que usted se 
sienta feliz. 
 
Estudiante: A veces, cuando me siento a meditar, la meditación 
no parece tan importante. El mundo parece más importante. 
¿Por qué? 
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Rinpoche: El mundo sí es importante -usted tiene que ayudar. 
Trate de no refugiarse en su meditación, sino de proyectarse 
hacia los demás. Cuando hacemos de la compasión nuestra 
práctica, nos llenamos de gozo. 
 
Estudiante: Entonces haga lo que haga, todo es samsara. 
Rinpoche: Tal vez eso es todo lo que hay. 
 
Estudiante: Lo que estoy encontrando es que la forma en que 
he estado viviendo y las cosas que he estado haciendo, en el 
mejor de los casos, me dejan vacío. 
Rinpoche: Sí. En el fondo, todo es vacío. Ésa es la enseñanza 
básica, pero este punto de vista no es, necesariamente, 
negativo. El budismo no es una filosofía negativa. Al hablar del 
sufrimiento, el budismo sólo trata las cosas tal como son. Las 
enseñanzas nos aconsejan que entendamos a fondo nuestro 
sufrimiento para que no lo necesitemos más. 
Con frecuencia nosotros mismos nos impedimos ver nuestra 
situación con claridad; no queremos aceptar la responsabilidad 
de nuestros actos, o nos da miedo cambiar, porque es 
demasiado amenazante para nuestra seguridad. El sufrimiento 
puede ser el único camino para despertarnos y ver claramente 
la naturaleza samsárica de nuestra condición. Cuanto más 
dispuestos estemos a admitir la realidad del sufrimiento en 
nuestra vida, más necesario es hacer algo al respecto. 
 
Estudiante: Nosotros somos occidentales y no tenemos un 
modelo tradicional para entender todo esto. ¿Cómo podemos 
obtener la apertura que necesitamos simplemente para vivir en 
sociedad? 
Rinpoche: Yo creo que los occidentales pueden entender de 
inmediato muchas de las enseñanzas básicas de Buda porque 
sufren de una gran insatisfacción. Podemos entender 
muchísimo simplemente estudiando las experiencias de nuestra 
propia vida. Buda mismo adquirió sabiduría a través del curso 
natural de la vida, pero en esa forma se gasta mucho tiempo, de 
modo que podríamos aprovechar las enseñanzas de Buda. Sin 
embargo, los occidentales suelen tener la idea de que el 
budismo es una ‘religión’, que uno tiene que creer ciegamente, 
sin entender; que uno tiene que seguir las reglas de otra 
persona. Pero esto es un error: el budismo o el dharma* es 
realmente el entendimiento de la realidad; y es verificable a 
través de nuestra propia experiencia. 
 
Estudiante: Me parece que me estoy estudiando a mí mismo, 
no estudiando una religión. 
Rinpoche: Por esa razón, el dharma de Buda puede aplicarse a 
todo el mundo. Todos los seres humanos tienen la oportunidad 
de experimentar por sí mismos la verdad de lo que Buda 
descubrió. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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La autoimagen 
 
Nuestro estado natural de ser es un estado de consciencia: 
una consciencia que no es de nada, sino que es un estado de 
experiencia pura que lo abarca todo. En este estado de 
consciencia, nuestra mente es equilibrada, ligera, libre y 
flexible. Sin embargo, no somos capaces de mantenernos en 
este estado, porque somos propensos a querer saber quién está 
experimentando qué. Como resultado de esto, la consciencia da 
paso a nuestra conciencia corriente, la cual divide nuestras 
percepciones en sujeto y objeto, creando como sujeto una 
‘autoimagen’, el ‘yo’. Pero ¿qué es, realmente, este ‘yo’? 
¿Podemos realmente encontrarlo en cualquier parte en la 
mente? Cuando miramos cuidadosamente, vemos que el ‘yo’ es 
simplemente una imagen que la mente ha proyectado. Este ‘yo’ 
no tiene realidad en sí, pero lo tomamos como real, y dejamos 
que él maneje nuestra vida. El ‘yo’ entonces oscurece nuestra 
consciencia y nos separa de nuestra experiencia dividiéndola en 
un polo subjetivo y un polo objetivo. 
Bajo la influencia de la autoimagen perpetuamos esta 
orientación hacia el sujeto-objeto. Apenas identificamos, 
comenzamos a comparar; y a esto siguen la codicia y el 
egoísmo. A continuación, la mente hace discriminaciones y 
juzga, lo cual causa conflictos. La autoimagen estimula estos 
conflictos, los cuales, a la vez, alimentan la autoimagen. Así, la 
autoimagen se perpetúa y tiende a filtrar la experiencia en 
formas que sólo les dan cabida a sus construcciones rígidas. 
Sin apertura y sin aceptación, la autoimagen nos aprisiona 
obstaculizándonos y coartándonos. Nuestro flujo natural de 
energía se interrumpe, y el alcance de nuestra sensibilidad y la 
profundidad de nuestra experiencia se ven seriamente limita-
dos. 
Para liberarnos de la intromisión de la autoimagen, a fin de 
que nuestro equilibrio natural pueda funcionar, tenemos que 
comprender que la autoimagen no es una parte real de nosotros 
mismos, que no la necesitamos y que, en realidad, la 
autoimagen oscurece nuestro verdadero ser. Una manera de ver 
esto es tomar distancia y observar nuestros pensamientos 
cuando nos hallamos en estado de conmoción emocional. 
Aunque estemos alterados podemos separarnos del dolor de 
la emoción. Tome distancia y realmente observe el dolor. 
Usted se dará cuenta de que la alteración es realmente una 
maniobra de la autoimagen. Es posible que llegue a ver que 
gran parte de su desdicha es el resultado de que la autoimagen 
le ha hecho tener expectativas que no se podían satisfacer. La 
autoimagen es un tipo de fantasía en sí misma, y, por tanto, 
tiende a construir un mundo de fantasía. El fantasear despierta 
una gran cantidad de energía, y cuando las fantasías no se 
convierten en realidad, la energía se bloquea y se convierte en 
frustración. 
Podemos encontrar toda clase de razones lógicas para 
explicar nuestras dificultades, pero una mirada honesta nos 
hará superar estas razones y descubrir que nuestra desdicha 
proviene de identificarnos con nuestra autoimagen y de seguir 
sus órdenes. La autoimagen nos domina y nos controla, nos 
atrapa en su poder y nos hace perder nuestra independencia. 
Aunque nos demos cuenta de la situación en que nos 
hallamos y tratemos conscientemente de poner fin a nuestro 
sufrimiento, nuestra autoimagen con frecuencia nos lleva a 
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repetir nuestras experiencias dolorosas una y otra vez. Es 
posible que no queramos cambiar. Nuestro apego a la 
autoimagen es poderoso: quizá no queramos buscar nuevas 
alternativas porque presentimos una posible pérdida de nuestra 
‘identidad’. 
En realidad, solemos aferrarnos a nuestro sufrimiento, 
porque éste parece brindarnos más seguridad que el abrirnos al 
verdadero cambio; pero, para experimentar en nuestra vida 
felicidad y equilibrio auténticos, tenemos que renunciar a la 
causa raíz de nuestro sufrimiento: la autoimagen. 
En el momento en que dejamos de estar al servicio de la 
autoimagen y de sus necesidades, todas nuestras dificultades 
desaparecen, y nuestra energía se libera y fluye tranquilamente. 
Esta energía puede entonces utilizarse para incrementar el 
conocimiento que tenemos de nosotros mismos. 
Analice sus emociones, e intencionalmente haga que sean lo 
más vividas posible, dejando que las sensaciones se hagan cada 
vez más intensas. Observe lanaturaleza codiciosa de la 
autoimagen: siempre está haciendo exigencias, siempre quiere 
más y más. Alimentando la autoimagen, perpetuamos lo que 
jamás podemos satisfacer esencialmente. Al final, se nos 
dificulta encontrar cualquier satisfacción, porque la codicia 
convierte la satisfacción en frustración. 
La frustración conduce a los sentimientos negativos, pero 
toda negatividad está en conflicto con la cualidad positiva 
inherente a la energía mental. La transformación de los 
sentimientos negativos tiene lugar de manera natural cuando 
cultivamos una actitud positiva y de aceptación hacia toda 
experiencia. La energía resultante puede volvernos más 
creativos, más conscientes, más abiertos al aprendizaje. Esta 
energía puede contrarrestar la acción de la autoimagen, la cual 
se nutre de negatividad y la refuerza con cada frustración que 
experimenta. 
En cuanto percibimos la verdadera naturaleza de la 
autoimagen, nos damos cuenta de que podemos cambiar, que 
podemos llegar a ser más flexibles en nuestras actitudes, sin 
tener que renunciar a nada. Este cambio es posible porque 
nuestra consciencia es, por naturaleza, no fija sino flexible. 
Es posible desarrollar esta flexibilidad adoptando nuevas 
perspectivas. Por ejemplo, cada vez que se sienta desdichado, 
diga: "Yo soy feliz". Dígalo para usted mismo con fuerza, 
aunque sus sentimientos contradigan esa aseveración. Recuerde 
que es su autoimagen la que se siente desgraciada, no usted. Es 
posible dar un giro instantáneo hacia una actitud feliz y 
equilibrada, y quedarse allí, simplemente creyendo en ella. 
Cuando uno está abierto a una actitud positiva, tiene la facultad 
de escoger. La calidad de su interior puede cambiar, aunque las 
condiciones externas no cambien. 
Otra manera de contrarrestar la autoimagen es sumergirse en 
la desdicha, sentirla y creer que es verdadera, y después dar un 
salto rápido, eléctrico, como un pez que se lanza al agua, hacia 
la felicidad. Primero, viva la experiencia, acéptela 
completamente. Después, salte hacia el extremo opuesto. 
¿Cómo es? Es posible ver claramente la diferencia entre la 
experiencia positiva y la negativa, y a veces experimentar 
ambas al mismo tiempo. Al saltar mentalmente de la positiva a 
la negativa y al contrario, se puede ver que ambas son 
manifestaciones de la consciencia, y que, como tales, tienen 
una energía ‘neutral’ que puede usarse de cualquier manera. 
Al comienzo, trate de adquirir destreza en la técnica de 
saltar de un extremo al otro. Se dará cuenta de lo que está 
sintiendo ahora y de lo que sentía antes, y a veces sentirá las 
dos situaciones diferentes simultáneamente. Esta técnica nos 
enseña a aceptar, y nos permite tener sentimientos positivos 
sobre cualquier experiencia que tengamos. 
La elección es nuestra: podemos continuar tras la 
autoimagen, que nos aprisiona, o desarrollar una actitud 
positiva que nos trae alegría, plenitud y totalidad. Desde el 
lado positivo, no hay expectativas, ni frustraciones, ni una 
autoimagen dominante que nos aleje de la proximidad de 
nuestro ser. Los obstáculos y las distracciones ya no dividen 
nuestros sentimientos ni nuestra mente. Nos hallamos 
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equilibrados y nos sentimos completos tal como estamos. No 
importa en qué situación nos hallemos, podemos escoger 
nuestro entorno mental; y escoger el equilibrio, le dará 
propósito a la vida. La elección es nuestra; lo único que 
tenemos que hacer es escoger el camino de la libertad. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
El autocambio 
 
La norma en la vida es la frustración: ésta proyecta una sombra 
sobre nuestros ratos libres y sobre nuestro trabajo. Aunque 
nuestra vida pueda parecer feliz en la superficie, bajo la 
superficie podría haber un profundo sentimiento de 
insatisfacción, de que algo está incompleto, un sentimiento al 
cual no le encontramos causa definida. Sin embargo, cuando 
pensamos en ello, nos damos cuenta de que esta sensación 
viene de saber que no estamos utilizando nuestra vida tan 
productivamente como podríamos. Es muy fácil dejar para 
después lo que es importante y significativo para nuestra vida. 
Pero dejar las cosas para el futuro es como esperar un autobús 
que nunca llega. A menos que comencemos pronto a hacer lo 
que sentimos que es importante, no llegaremos a ninguna parte. 
Pero proceder así no es fácil, porque significa tomar las riendas 
de nuestra vida y aprender a ser honestos con nosotros mismos 
en formas insólitas. 
Sin saberlo hemos desarrollado patrones de acción que han 
llegado a tomar fuerza propia. Después nos damos cuenta, con 
sorpresa, de que esta fuerza, el karma, se ha hecho cargo, de 
manera muy real, de conducir nuestra vida en una forma casi 
automática, y que hemos perdido el control de la dirección de 
nuestra vida. Dejamos perder las oportunidades, y esta pérdida 
también forma un patrón; el resto de la vida se nos puede ir en 
vivir según patrones que no tienen ningún propósito. 
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Esta pérdida de control se presenta en formas sutiles pero 
definitivas. Por ejemplo, no hacer lo que debemos hacer 
fortalece el patrón de evadir hacer las cosas, lo cual se vuelve 
un hábito. Comenzamos a eludir automáticamente cualquier 
cosa ligeramente difícil o desagradable y desperdiciamos 
oportunidades retadoras y productivas, pues el patrón de evadir 
hacer las cosas toma las decisiones por nosotros. Cuando el 
patrón se fortalece, nos debilitamos más aún. 
Con el tiempo, estos patrones se fortalecen en forma 
creciente. Eso es karma, y es una parte del proceso de la vida. 
Debido a ese karma, cada vez nos cuesta más trabajo lograr 
nuestros objetivos, nuestra realización y nuestro progreso 
espiritual. Nuestra vida no es verdaderamente sana, sin 
embargo, hemos interiorizado hasta tal punto estos patrones, a 
pesar de ser malsanos, que no es fácil cambiar. Este patrón de 
comportamiento, sin que nos demos cuenta, se ha vuelto parte 
de nosotros. 
¿Cómo podemos deshacernos de estos patrones? Primero, 
tenemos simplemente que reconocerlos. Después, identificando 
nuestros hábitos, podemos quitarles su secreto poder de 
determinar nuestra vida. Esto puede poner fin a nuestras 
excusas y permitirnos asumir la responsabilidad honesta y 
activa de nuestra vida -cambiar nuestra tendencia a anhelar 
pasivamente un lugar perfecto, un paraíso en donde la vida esté 
libre de problemas. 
Este cambio no es posible de la noche a la mañana, pero 
podemos dar comienzo a un proceso que irá tomando ímpetu y 
que nos dará una solidez y una autenticidad que nos ayudarán a 
llegar a ser más vitales y más equilibrados. Lo primero es 
romper el patrón de evadir hacer lo que tenemos que hacer. 
Podemos concentrarnos constantemente en el trabajo que no 
queremos hacer, y después meditar despreocupadamente sobre 
las emociones que surgen al hacer este trabajo, emociones 
como la ira y la frustración. 
Viva estas emociones; degústelas a través de la meditación. 
Siga haciéndolo hasta que tenga una sensación que viene de 
más allá de la emoción original, una sensación que se 
manifiesta al principio como tirantez o tensión. A medida que 
usted penetre en su resistencia, es posible que la sensación se 
vaya intensificando. Finalmente, usted reconocerá que la 
sensación es de miedo. 
El miedo es elusivo. La mayoría de nosotros no aceptamos 
fácilmente que el miedo guía nuestras elecciones y acciones. 
La sensación de ejercer el control de nuestra vida es parte de 
nuestra querida autoimagen, a la que deseamos proteger. Nos 
sentimos seguros en nuestros patrones establecidos, y tememos 
lo incierto y lo desconocido como algo que amenaza a estos 
patrones. Cediendo a este miedo, aunque no tomemos 
consciencia de ello, lo reforzamos. Así, el miedo crea más 
miedo, y se vuelve unasutil fuerza impulsora. Lo que puede 
parecernos una situación que no controlamos, en realidad 
puede ser nuestro miedo a enfrentar lo que tenemos dentro. 
Este miedo puede impregnar nuestra vida. 
Cuando nos ponemos en contacto con nuestro miedo y lo 
reconocemos, podemos ver que gran parte de nuestras 
racionalizaciones, de nuestros gustos y disgustos baladíes, 
incluso de nuestros rasgos de carácter que tanto nos deleitan, 
son todos simples mecanismos de apoyo del ego, cuyo 
propósito es ayudar a esconder el hecho de que nos hemos 
rendido al miedo. Estas inclinaciones aparentemente 
inofensivas revelan su verdadero poder como patrones 
kármicos en acción -patrones que han ocultado nuestras 
verdaderas motivaciones con tanta habilidad que hemos 
perdido la capacidad de ser verdaderamente honestos con 
nosotros mismos. Cuando nos demos cuenta de esto, debemos 
actuar inmediatamente, pues entonces es cuando tenemos el 
conocimiento y la oportunidad de superar nuestras limitacio-
nes. 
Para romper estos patrones tenemos que vivir nuestro miedo 
directamente. Podemos desafiar el concepto del miedo en sí, 
penetrando en él mediante la meditación. Así, nos adentramos 
en nuestro miedo. Cuando la consciencia penetra en la 
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emoción, a esta sensación dejamos de denominarla miedo, y 
nos damos cuenta de que lo que estamos sintiendo es 
sencillamente energía. La tensión que nos rodea se deshace y 
nos permite relajarnos y liberar la energía. Esta liberación nos 
deja calmados y en paz con nosotros mismos. 
Analizando el miedo, a través de la meditación, podemos 
aprender a ser eficientes en situaciones en que antes no 
podíamos ni siquiera actuar. Podemos dejar a un lado el "no 
querer hacer"; lo único que tenemos que hacer es ponernos en 
contacto con esas situaciones de manera directa: con paciencia, 
tranquilidad y confianza. Así, podemos determinar nuestras 
acciones y nuestra vida. 
Si entendemos el patrón del karma, podemos hacer que la 
vida sea una gran oportunidad. La existencia humana es algo 
precioso: al liberarnos de nuestras respuestas automáticas, 
podemos realizar su potencial ilimitado. Sólo se trata de 
encontrar los lugares silenciosos que se hallan más allá de los 
patrones, de ponernos en contacto con nuestra verdadera 
naturaleza, y, después, de alimentar su crecimiento. Esto es 
posible si somos honestos con nosotros mismos. Aunque 
romper estos viejos patrones no es cuestión de un día, lo 
podemos lograr cuando, momento por momento, aprendemos a 
mantener el equilibrio en nuestra vida. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Cómo transformar el miedo 
 
Desde la infancia, con su miedo a la oscuridad, hasta la vejez, 
con su miedo a la muerte, el, miedo es una parte normal de 
nuestra vida. Pero supongamos que analizamos nuestro miedo. 
Cuando estudiamos calmadamente el miedo, descubrimos algo 
extraordinario: el miedo es una creación de nuestra mente. 
Denominamos ‘miedo’ cierto sentimiento, le atribuimos un 
carácter específico, hacemos de él una definición específica y 
establecemos reglas acerca de cómo vamos a reaccionar a él. 
Creamos un patrón del miedo que adquiere una realidad 
propia. 
El hecho de simplemente entender las ‘razones’ de nuestro 
miedo, en un intento por controlarlo, sólo ataca los síntomas, 
no las causas. La verdadera fuente de nuestros temores está en 
la mente, y al agregarle más pensamientos y conceptos sólo 
estamos apoyando el patrón de temor. Necesitamos un 
enfoque diferente. 
El temor no es nada más que energía mal empleada, una 
proyección mental, una idea. Cuando nuestro cuerpo reacciona 
al temor, el cuerpo en sí no tiene miedo. El miedo proviene de 
conceptos y pensamientos que hemos aprendido a asociar a 
esta reacción. Aunque un concepto no puede existir como 
entidad física, puede ser tan convincente que terminamos 
creyendo en él; cuando creemos en él, le damos poder sobre 
nosotros, sea o no sea real el concepto. 
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La sombra del miedo está siempre escondida en el vacío que 
hay entre nuestros dos mundos, el subjetivo y el objetivo. 
Tememos perdernos, perder nuestra identidad. Tenemos tal 
apego a nuestros conceptos de quién y qué somos que tememos 
su posible desintegración. 
A través de la meditación podemos disminuir el dominio 
que el miedo ejerce sobre nosotros. La meditación relaja un 
poco nuestra habitual orientación sujeto-objeto; durante la 
meditación, el diálogo interno se silencia, y cuando los 
pensamientos surgen, no los seguimos ni los interpretamos. De 
esta manera, cuando el miedo o cualquier otro pensamiento nos 
asalta, simplemente lo dejamos ir y venir, manteniéndonos 
relajados y en calma. Podemos dejar que el miedo pase a través 
de nosotros, dejando imperturbable el estado meditativo. 
Además, la meditación puede deshacer varias obstrucciones, 
y, por eso, a veces libera poderosa energía. Como no estamos 
acostumbrados a esta poderosa oleada, podemos pensar que 
nos plantea una amenaza. Entonces, a esta manifestación le 
damos el nombre de miedo, y le damos forma. Ahora tenemos 
que abrirnos paso por entre el pensamiento de ‘miedo’ para 
descongelar esa energía. 
Vale la pena recordar que el miedo es solamente una 
asociación; el miedo no existe hasta que nosotros rotulamos 
una sensación y la objetivizamos como tal. Cuando podemos 
dejar a un lado nuestros conceptos y nuestras expectativas, no 
tenemos nada que temer. Cuando observamos nuestros 
temores, podemos ver que éstos no forman parte de nuestra 
naturaleza, sino que son patrones que hemos construido. El 
simple hecho de reconocer el patrón de miedo nos ayuda a 
entender que nos está atrapando una ilusión. Entendiendo esto, 
podemos relajarnos y comenzar a abrirnos a la energía de 
nuestro corazón. Podemos enfrentar nuestro miedo directa-
mente. Esto es señal de que hemos hecho de nuestra 
experiencia nuestra meditación. Nos abrimos en forma natural 
a más experiencia, confiados en nuestra meditación y en su 
poder de recuperación. 
Ver que nuestro miedo no hace más que limitar nuestra 
energía puede darnos una gran fortaleza y un gran poder, y 
permitirnos descubrir el verdadero dinamismo de nuestra 
consciencia. Nada en el mundo físico puede protegernos del 
miedo; superar el miedo mediante la meditación es nuestra 
verdadera protección. 
Hace mucho tiempo, en el Tíbet, quienes deseaban vencer el 
miedo se iban a dormir a los cementerios, entre los cadáveres. 
Deliberadamente le daban rienda suelta a su imaginación para 
aterrorizarse, y después enfrentaban su miedo y trataban de 
integrarlo en su mente. Penetrando en el miedo, podían utilizar 
el gran poder que se halla en el centro del ser, y usarlo para la 
meditación. En esta forma se liberaban del miedo. 
La insubstancialidad del miedo puede entenderse filo-
sóficamente, pero eso no nos ayuda mucho. Tenemos que 
entender por experiencia lo que es el miedo. Así la vida se 
vuelve festiva. 
Hay una historia verdadera acerca de un lama que estaba 
aprendiendo a ser chod, una persona que aprende a vencer el 
miedo. El entrenamiento como chod comprende tres o cuatro 
meses de práctica, al final de la cual el estudiante va solo a un 
cementerio todas las noches durante una semana, y allí hace 
determinada práctica. El estudiante lleva un tambor, llamado 
damaru, una campana, y un cuerno hecho de huesos humanos, 
que se usa para llamar a los demonios. Al tocar el cuerno, el 
estudiante les grita a los demonios: "¡Vengan a comerse mi 
cuerpo!" Los aldeanos siempre se asustan cuando oyen los 
cuernos. 
El cementerio al cual el lama había sido enviado estaba en 
un valle cubierto de hierba, rodeado de una alta montaña. Era 
un sitio aislado, con mucho viento, vacío, con excepción de 
rocas estériles y del aullido de perros salvajes. 
Ahora bien, dicho lama se puso a alardear de sus poderes; 
durante tres díasno hizo más que contar que los demonios se le 
habían acercado y que él los había dominado. Era un hombre 
muy orgulloso, pero muchos lo respetaban porque tenía el 
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poder de curar. La última noche de la semana que debía pasar 
en el cementerio, un grupo de jóvenes lamas que no lo querían 
decidieron observar cómo llevaba a cabo su práctica. 
Los cementerios tibetanos son sitios aterradores. Los 
cadáveres son dejados sobre las rocas, atados a estacas, para 
alimento de los buitres. Lo único que estas aves dejan es el 
pelo y los huesos. Hay un terrible hedor. 
Los jóvenes lamas, escondidos tras las rocas, vieron cómo el 
practicante de chod se dirigía hacia el centro del cementerio, 
donde puso un cojín sobre una roca y se sentó. Cuando 
anocheció, el lama comenzó a tocar el cuerno y a gritar: 
"¡Venid, todos los demonios y todos los dioses! ¡Comed mis 
brazos y mis piernas! ¡Estoy dispuesto a daros todo mi 
cuerpo!" Una y otra vez lo oyeron gritar: "¡Demonios, venid a 
mí, comed mi cuerpo!" Oraba con toda seriedad y recitaba 
mantras. 
Los lamas se untaron la cara y las manos de pasta de azufre 
para hacerlas brillar. Después, silbando quedamente, se fueron 
arrastrando lentamente hacia él. Al principio el lama no lo 
notó, pues estaba demasiado ocupado tocando el cuerno y 
rezando en voz alta; pero a continuación vio las caras 
resplandecientes sobre la hierba, que se le aproximaban, 
provenientes de todas partes. Tocó la campana y redobló el 
tambor más fuerte, mientras miraba nerviosamente a su 
alrededor, rezando cada vez más rápido. Pero las caras se le 
acercaban cada vez más. 
 
Finalmente, lanzó todo al aire, y remangándose la túnica 
salió corriendo aterrorizado, dejando caer la campana y el 
damaru, los cuales se rompieron. 
Al día siguiente, los maestros del lama le preguntaron como 
de costumbre sobre su experiencia de la noche anterior. 
También le preguntaron por su bello damaru, con el que rezaba 
todas las mañanas. Anteriormente, cada mañana les contaba 
que conversaba con los demonios y que los dominaba, pero 
esta vez no contestó nada. Finalmente dejó la práctica del todo. 
Cuando practicamos, a veces nos parece que tenemos 
demonios y temores reales. Como simples hechos mentales, 
podemos controlarlos; pero cuando se presentan situaciones 
atemorizantes, es más difícil hacer frente al miedo. Puede que 
no se trate de demonios de carne y hueso, pero pueden surgir 
obstáculos de toda clase. Aunque no tengan substancia, cuando 
los aceptamos como reales, los convertimos en algo real. 
Apenas vemos que los problemas comienzan a surgir, 
podemos actuar; cuando siempre estamos alertas a los 
obstáculos, podemos desafiarlos y protegernos. Pensemos en la 
muerte, por ejemplo. No nos gusta pensar en ella, pero llegará 
el momento en que tendremos que separarnos ramos de nuestro 
cuerpo, cuando nos encontremos solos en nuestra consciencia. 
Al final, nuestra vida parecerá como el sueño de una noche -un 
sueño muy largo, con todo tipo de experiencias, pero aun así, el 
sueño de una noche. 
No es agradable pensar que tendremos que morir, pero si 
superamos nuestra renuencia a pensar en ello, y desarrollamos 
consciencia de la muerte, podemos protegernos del miedo y de 
la confusión mental que nos embargan cuando la muerte nos 
llega inesperadamente. Súbitamente nos vemos forzados a 
renunciar a nuestra familia, a nuestros amigos, a aquéllos a 
quienes queremos, a nuestras posesiones. Cuando la muerte nos 
llega, nada puede ayudarnos: en ese momento, la inteligencia, 
la belleza, el dinero y el poder de nada nos sirven. Nos 
volvemos a dar cuenta de cuán bello es nuestro mundo: los 
jardines, los árboles, las montañas, la gente -y a esta 
percepción le sigue el profundo pesar de que sólo apreciamos 
realmente la vida cuando estamos al borde de la muerte. La 
vida es increíblemente bella, pero tenemos que dejar este lugar 
maravilloso y ni siquiera podemos llevar nuestro cuerpo con 
nosotros. 
El miedo a la muerte es extremadamente poderoso; es más 
intenso que cualquier otra emoción. Cuando enfrentamos la 
muerte, podemos tratar de no hacer caso de ella o rezar, pero 
nada ayuda realmente. Más fuerte aún que el dolor físico es el 
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dolor del miedo. Incluso la palabra ‘muerte’ parece aterradora, 
porque tiene la connotación de un fin. Puede que creamos que 
la consciencia y el cuerpo son lo mismo, y que si el cuerpo 
muere, entonces la consciencia también debe cesar. Aunque 
creamos que nuestra consciencia sobrevive después de la 
muerte del cuerpo, sabemos que en la muerte deben separarse, 
y la idea de prescindir de nuestro cuerpo nos hace sentir muy 
perdidos y temerosos. 
Sin embargo, a medida que aumenta nuestra comprensión 
del significado de la existencia humana, podemos ver que la 
muerte no es una separación sino una transformación. Al 
ampliar nuestra perspectiva, podemos ver que la vida no puede 
perderse y que no puede desaparecer. Al desarrollar la 
comprensión, el miedo desaparece. La muerte se convierte en 
una buena maestra. 
La vida y la muerte son partes de un proceso indefini-
damente continuo de re-creación y cambio sutiles; este proceso 
es como una rueda que siempre da vueltas. Una vez que hemos 
establecido nuestros patrones kármicos, no tenemos que darle 
más impulso a la rueda conscientemente, pues ésta gira por sí 
sola. Cuando comenzamos a entender este proceso, la muerte 
ya no nos parece tan amenazadora, porque sabemos que 
tendremos otra oportunidad puesto que la rueda sigue girando. 
Como sucede con cualquier miedo, es el rótulo el que genera el 
miedo, no el objeto del miedo en sí. 
Cuando desistimos de ponerles nombre a nuestras 
experiencias: alegría o sufrimiento, juventud o vejez, vida o 
muerte, podemos encontrar en ellas cierto interés sin apego, 
jugar con ellas, incluso mirarlas a voluntad desde diferentes 
perspectivas; no nos domina ningún temor generado por alguna 
experiencia particular. A este nivel, la muerte se convierte 
simplemente en otra palabra para otra experiencia. 
Infortunadamente, en el Occidente la muerte es un tema 
tabú. Sería muy útil para nosotros que se aceptara la muerte 
más abiertamente como parte natural de nuestro ser, no como 
una gran tragedia. Al entender la impermanencia de la vida, 
podemos valorar plenamente cada momento. La consciencia de 
la muerte nos enseña a disfrutar la vida, no en forma posesiva o 
emocional, sino simplemente llenándonos de la belleza y de la 
creatividad de vivir plenamente. 
A medida que nos damos cuenta de la responsabilidad que 
tenemos de hacer lo mejor posible con nuestra vida, podemos 
manejar más fácilmente la idea de la muerte. Cuando vemos la 
muerte como una transformación más que como un fin, el 
omnipresente miedo a la muerte pierde su dominio sobre 
nosotros, y la energía que antes quedaba bloqueada por el 
miedo puede ahora utilizarse para estar más conscientes de la 
belleza intrínseca que hay en la rica textura de nuestra 
experiencia. A la hora de la muerte no tendremos que lamentar 
nada. Nos conoceremos como parte de todo lo que es, parte del 
cosmos, tanto en esta vida como después. 
Nuestro cuerpo es un vehículo precioso para el crecimiento 
y la experiencia, el único medio por el cual puede darse la 
revelación; pero tenemos que usarlo para este propósito, 
porque a la hora de la muerte nuestra mejor amiga es una 
mente despierta. 
En consecuencia, nuestro objetivo es fortalecer nuestra 
meditación, hacer de nuestra mente un cristal, para que no haya 
separación entre lo de adentro y lo de afuera. Entonces, con 
una nueva percepción de la naturaleza de la iluminación, todos 
los miedos desaparecen, hasta el más tremendo de ellos, el 
miedo a la muerte. Se abren los canales hacia el 
descubrimiento de nosotros mismos, y todo nuestro ser cambia. 
Antes vivíamos unsueño agitado, de temores, ahora 
comenzamos a despertar. Cuando hayamos despertado 
totalmente, tomaremos consciencia de que ésta es la calidad 
natural de nuestra mente. 
 
 
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La meditación: 
no la interfiera 
 
Buda enseñó una manera de vivir. Una vía para vivir una vida 
equilibrada, pacífica y útil: Un sendero que nos proporciona 
una vía de escape para librarnos de la interminable serie de 
problemas y luchas que enfrentamos en la vida. En la 
meditación podemos encontrar este sendero -un medio que nos 
abre a lo que es el despertar. 
Aunque la meditación es realmente muy sencilla, es fácil 
confundirse porque hay muchas descripciones de prácticas de 
meditación diferentes. Olvídese de todas, y simplemente 
siéntese tranquilo. Quédese muy quieto y relajado, y no trate de 
hacer nada. Deje que todo -pensamientos, sentimientos, 
conceptos- pasen por su mente sin prestarle atención. No trate 
de impedir esas ideas o pensamientos ni de estimularlos. 
Cuando uno siente que debe hacer algo durante la meditación, 
lo único que logra es complicar las cosas. No interfiera la 
meditación. 
Una vez que usted aprenda a dejar que los pensamientos 
pasen inadvertidos, éstos se aquietan y casi desaparecen. 
Entonces, tras el flujo de pensamientos, experimentará una 
sensación que es la base de la meditación. Cuando se ponga en 
contacto con este sitio silencioso más allá de sus diálogos 
internos, tome cada vez más consciencia de él; simplemente 
descanse en el silencio, pues en este silencio no hay nada que 
hacer. No hay razón para producir nada o para detener nada; 
deje todo tal como está. 
Cuando usted medita de esta manera simple, aceptando lo 
que pasa, la calidad de la meditación se hace más pronunciada 
y su experiencia más inmediata. Después de cada meditación, 
la claridad de esta experiencia permanece con usted y se 
fortalece con la práctica. La meditación viene naturalmente, 
como el sol matinal; la consciencia interior, una vez tocada, 
irradia naturalmente. Pero para encontrar esta consciencia 
interior se requiere práctica, así que es necesario reservar 
tiempo para la meditación. 
A medida que usted persevere en la práctica, un examen de 
su vida le indicará si está en la vía correcta y si su meditación 
es eficaz. Cuando en su mente crecen el amor y la paz, cuando 
sus emociones son estables y apacibles y su vida discurre 
suavemente, entonces usted sabe que está progresando. 
El sosiego interior que surge de la meditación mitiga el 
estrés de estas épocas de rápido cambio, en las cuales es tan 
fácil perder el sentido de la estabilidad y el equilibrio. Tratando 
de hacer demasiado en muy poco tiempo, nos agitamos y nos 
alteramos. Sin embargo, cuando nuestra mente está relajada y 
tranquila, la vida se vuelve sencilla y equilibrada, libre de 
extremos que nos trastornan. Cuando en nosotros reina el 
equilibrio, gozamos de salud; el cuerpo se relaja y la mente se 
halla en paz. Nos liberamos de las confusiones, las desilusiones 
y las ilusiones. Aprendemos a guiarnos por la experiencia de 
nuestra meditación. 
La mesura es fundamental aun en relación con las 
enseñanzas espirituales. Con el dharma, por ejemplo, sucede 
como con muchas universidades, que ofrecen todo tipo de 
materias interesantes, y usted puede gastar su tiempo y su 
energía tratando de aprenderlas todas. Uno de los grandes 
maestros dijo una vez que el conocimiento es como las estrellas 
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en la noche: es imposible contar semejante inmensidad. Así 
que es mejor no tratar de hacerlo todo de una vez, aun 
espiritualmente. 
Al principio, es importante concentrarse en aquellas 
enseñanzas que tienen una relación más inmediata con nosotros 
-enseñanzas para las cuales estamos preparados. De lo 
contrario perdemos el tiempo, y lo único que logramos es 
frustrarnos. Conténtese con proceder gradualmente, paso a 
paso, manteniéndose motivado y perseverando en la práctica de 
la meditación. Es verdad que para desarrollar la meditación, el 
camino más lento es el camino más rápido. Cuando cultivamos 
la meditación cuidadosamente, sin forzarla, los resultados 
siempre serán claros: aunque no nos demos cuenta del progreso 
diario, el progreso es estable. Esta vía no se asemeja al 
aguacero fuerte, que nos fuerza a buscar refugio, sino más bien 
a la nieve, que suavemente cubre la tierra. 
Haga que su meditación sea natural, abierta, no algo 
cohibido o forzado; así derivará experiencias de ella. Las 
experiencias en sí mismas no tienen tanto valor, pero pueden 
ser una extensión de la meditación: algunas experiencias 
pueden tocar las sutilezas de la mente y ayudar a clarificar la 
naturaleza de la existencia. 
 
Estudiante: Yo tengo una gran fuerza de voluntad, y a veces la 
uso para relajarme o para soportar situaciones difíciles. 
Exactamente ¿qué papel desempeña o debe desempeñar la 
voluntad en la meditación? 
Rinpoche: Ahí está el problema. Para la meditación no se 
necesita voluntad. Existe la creencia común de que la voluntad 
implica un esfuerzo. La mayoría de la gente encuentra muy 
difícil no hacer esfuerzo, no hacer algo en la meditación. Sin 
embargo, la voluntad no ayuda; la mente es sensible, y no se 
puede forzar. Apenas tratamos de forzarla, perturbamos la 
meditación. 
 
Estudiante: Entonces ¿cómo tratamos? 
Rinpoche: Hay que hacer de nuestra meditación algo más 
ligero. Así, cuando el dolor o la imagen del ego o cualquier 
otra cosa nos perturban, será más fácil superarla. Cuando 
nuestra meditación es algo pesado, ‘impuesto’, es posible que 
no progresemos. Esa pesadez que sentimos quiere decir que 
queremos que nuestra meditación sea de determinada manera. 
Queremos una condición, una sensación, una posesión, una 
identidad específicas -un nidito. Deseamos lograr algo, y ese 
deseo tiene una pesadez. Es algo restringido, estrecho, 
específico; está limitado por identidades, y, en consecuencia, el 
ego también está involucrado. 
La levedad es transparente, como un cristal. No tiene un 
sitio especial, no pertenece a ninguna parte. La levedad es 
libre, como el Sol. En la meditación no hay consciencia de 
sujeto u objeto. No puede haber voluntad, porque no queda 
nadie que retenga nada. No hay orientación subjetiva. Se 
trasciende el sujeto; no queda más que la meditación, sólo la 
experiencia. Trate de desarrollar esa actitud. 
 
Estudiante: ¿Llegado ese momento, la meditación formal es 
necesaria? Cuando no hay sujeto ni objeto, todo tiene que 
ser meditación. 
Rinpoche: Cuando la vida de uno está libre de problemas y 
uno está siempre en estado meditativo, la meditación formal 
no es tan importante. Uno se halla libre de pensamientos 
conflictivos, libre de la emoción, libre de la identidad; y, sin 
embargo, uno puede actuar con eficacia. Ése es el 
conocimiento meditativo, que es diferente del conocimiento 
común y corriente. 
 
Para adquirir el conocimiento común, siempre necesita-
mos hacer un esfuerzo. Cuando tratamos, aprendemos, y 
después experimentamos. Pero en la meditación, aunque al 
principio tengamos que hacer algún esfuerzo, una vez que 
entremos en ella no necesitamos hacer más esfuerzos. Por 
eso utilizamos la palabra ‘ser’... porque ‘ser’ quiere decir que 
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nosotros somos la meditación. Una vez que estemos en 
meditación, el tiempo mismo se trasciende. No hay pasado, 
no hay futuro, ni siquiera presente. 
 
Estudiante: ¿Sí es posible llegar a un lugar donde el tiempo 
no exista? 
Rinpoche Sí. Apenas uno se sitúa justamente entre 
pensamientos, el tiempo deja de existir. 
 
Estudiante: ¿Y cuando uno sale de la meditación y comienza 
a moverse, sigue fuera del tiempo? 
Rinpoche: Cuando uno se mueve, las cosas cambian. El acto 
de moverse nos trae al mundo relativo, a los pensamientos,donde el tiempo existe de nuevo. 
 
Estudiante: Pero el hecho de saber que uno puede siempre 
entrar en el no tiempo baja la ansiedad, ¿no es cierto? Aunque 
uno se mueva aquí y allá, uno no tiene la misma urgencia o 
dolor o emociones, ¿no es verdad? 
Rinpoche: A veces uno puede tener lo que se conoce como una 
experiencia mística, y es posible que aparezca una luz especial. 
El tiempo no existe y todos los conceptos se trascienden. 
 
Estudiante: Yo entiendo que eso ocurra brevemente durante la 
meditación, pero me refiero a la vida cotidiana. 
Rinpoche: Meditar es vivir el tiempo de la vida. Es algo que 
sucede en esta vida. Pero uno puede expandir esa comprensión; 
uno puede ampliar su propia experiencia, y hacer menos 
esfuerzo; entonces es posible tener esa experiencia de la 
meditación en cualquier momento. 
 
Estudiante: Desde que estoy meditando, encuentro que estoy 
menos apegado. No me importa si las cosas se hacen o no; sin 
embargo, tienen que hacerse. ¿Qué debo hacer? 
Rinpoche: Creo que usted está disfrutando tanto su meditación 
que no le importa nada más. Pero cuando uno vive en este 
mundo, hay que seguir adelante con las cosas del diario vivir. 
Aprenda a desarrollar su estado de consciencia durante el 
tiempo en que trabaja: mantenga la calma y esté presente, no se 
apremie ni se presione usted mismo. Así disfrutará más de su 
trabajo y lo aceptará como parte de su meditación. Esta actitud 
le facilitará las cosas. 
 
Estudiante: Parece que el tiempo transcurriera más lentamente 
durante la meditación. 
Rinpoche: Esto indica que su meditación está progresando; que 
usted está comenzando a experimentarla. Nuestra mente 
generalmente salta de una cosa a otra, así que cuando uno 
encuentra que el tiempo se está volviendo más lento, quiere 
decir que la meditación está mejorando. 
El tiempo no sólo se mueve en dos direcciones. El tiempo 
lineal es la relación entre dos puntos, pero en la experiencia de 
la consciencia interna, el tiempo se torna multidimensional: 
hacia atrás, hacia adelante, hacia arriba y hacia abajo. El 
tiempo, como normalmente lo conocemos, implica los aspectos 
relativos del pasado, el presente y el futuro. Creemos que 
mientras experimentemos el presente, el futuro no puede llegar, 
y que apenas el presente cambie, el futuro llega a reemplazarlo. 
Pero en la meditación, realmente nos convertimos en la 
experiencia, y estos aspectos relativos del tiempo dejan de 
existir. 
Lo mismo nos ocurre con la memoria -creemos que la 
memoria es lineal. Pensamos que los recuerdos sólo los 
podemos experimentar de uno en uno. Sin embargo, una vez 
que nuestra experiencia se ha ampliado, nos damos cuenta de 
que sólo hemos estado viendo en una dimensión. Desde una 
perspectiva más sensible, más amplia, las dimensiones de la 
experiencia se multiplican. 
 
Estudiante: Antes, cuando meditaba varias horas al día, tenía 
destellos de percepción que me impulsaban hacia adelante, 
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pero ya no los tengo. Me pregunto si el hecho de volver a 
tenerlos me daría nuevo aliento. 
Rinpoche: Cuando uno se inicia en la meditación cree que las 
experiencias pertenecen a la mente o a la consciencia, y esto 
hace que uno sienta una especie de anhelo de la experiencia. 
Mientras uno continúe a este nivel en que la mente relativa 
trata de convencer al ego de que está progresando, es posible 
que uno necesite estas experiencias; pero una vez que uno logra 
desprenderse de la experiencia de la meditación de manera tal 
que uno ya ni se siente dueño de ella ni se identifica con ella, 
entonces el hecho de tener o no tener experiencias deja de tener 
importancia. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
SEGUNDA PARTE 
Profundización 
en la meditación 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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La corriente de la 
Profundización 
 
Ocasionalmente experimentamos gran alegría, pero rara vez. 
Como generalmente nos sentimos insatisfechos, tendemos a 
caer en el hábito de soñar despiertos acerca del futuro, o a 
remontarnos al pasado. ¡Es tan agradable revivir momentos en 
que nos sentimos inspirados por la belleza, las montañas, un río 
o un bosque, que anhelamos experiencias similares! De este 
modo, alimentamos nuestro deseo de experiencias positivas 
con esperanzas para el futuro y recuerdos del pasado. 
Hasta cierto punto, toda la experiencia está a nuestra 
disposición; sin embargo, nos mantenemos en un camino 
estrecho, pensando en el futuro o remontándonos hacia el 
pasado. Atrapados en este patrón tan limitado, vemos muy 
poco de lo que realmente nos rodea. Nuestra experiencia pasa 
frente a nosotros como un relámpago, y nuevos apegos nos 
llevan continuamente a la decepción. Nuestra energía salta de 
estímulo en estímulo, y se llevan con ella nuestro conocimiento 
y nuestra consciencia. Por último, nuestra vida cumple su ciclo, 
y todas las oportunidades de llevar una vida verdaderamente 
satisfactoria desaparecen, de un modo o de otro. 
Aunque en nuestra vida parece que hubiera movimiento, en 
realidad nuestra experiencia está congelada en una dimensión. 
Nuestra mente funciona muy rápido, pero circularmente. 
Aunque tratemos de romper el círculo, cada nuevo camino 
parece terminar donde comenzamos. Al tratar de escapar, 
permanecemos aprisionados en el ciclo, ciegos a las 
oportunidades que tenemos alrededor. Una vez en este ciclo, 
somos como un capullo cerrado, con toda su exquisitez, color y 
perfume encerrados dentro de sí. Cuando aprendemos a 
desprendernos, a romper estos patrones de entusiasmo y de 
ansia, hay una gran apertura, un espacio libre, en el cual todas 
las posibilidades nos esperan. Pero no es fácil abrirse a nuevas 
formas, y, para muchos, el esfuerzo en sí está acompañado de 
una avidez tal que sólo logra reforzar el patrón mental de 
cerramiento. 
¿Cómo romper este ciclo de ansia y frustración? Una forma 
es utilizar los mismos hábitos que establecieron el ciclo. Por 
ejemplo, podemos usar los recuerdos. Vivir en el pasado 
generalmente refuerza estos patrones, pero, al mismo tiempo, 
las experiencias pasadas con frecuencia están acompañadas de 
sentimientos muy profundos. Y estos sentimientos profundos 
nos pueden ayudar a abrirnos a otras experiencias y 
situaciones. 
Relájese lo más posible y deje ‘flotar’ sus pensamientos. 
Recréese ligeramente en memorias agradables: valles verdes, 
buenos amigos, ratos felices con su familia. Es posible que 
recuerde momentos maravillosos en su temprana infancia. 
Reviva la experiencia de su cuarto de niño, sus primeros 
amigos, sus padres, cuando estaban jóvenes. Mire las 
imágenes, deguste la experiencia, profundice en los 
sentimientos hasta que se vea envuelto en imágenes ricas y 
cálidas. 
Continuando con la escena, imagine que ella pertenece al 
presente, y desplace las emociones hacia usted. Ahora 
desplácelas hacia el pasado y atráigalas nuevamente hacia 
usted, una y otra vez. Este desplazamiento puede llevarlo a 
usted a ver la experiencia de manera diferente, a darle a usted 
una nueva perspectiva. Una nueva perspectiva de este tipo 
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puede ayudarle a entender cómo nuestra manera habitual de 
percibir la experiencia distorsiona y limita nuestra vida, y nos 
impide el contacto directo con lo que nos rodea y con nuestras 
posibilidades. Nuestra percepción misma cambia. 
Desarrollamos una nueva manera de ver, y mayor amplitud y 
profundidad de sentimiento. 
En cuanto cambian nuestras ideas fijas sobre la experiencia, 
nos damos cuenta de que hasta ahora escasamente hemos 
apreciado nuestra experiencia inmediata. Esta falta de atención 
ha reforzado nuestra tendencia a vivir en el pasado o a buscar 
nuevas experiencias en el futuro; sin embargo, esto puede 
cambiar. En vez de escaparnosa cada momento, como 
normalmente lo hacemos, podemos utilizar nuestros recuerdos 
como herramientas para enriquecer nuestra vida. Visualizando 
experiencias felices, evocando e intensificando sentimientos 
como el amor y la alegría, podemos transformar nuestra 
negatividad. Cuanto más profundamente sintamos nuestra 
experiencia, más fortaleceremos la naturaleza positiva de 
nuestra vida. 
Tendemos a cuidar con esmero la poca experiencia que 
tenemos. La resguardamos, la protegemos. A medida que 
nuestra experiencia se hace más profunda, ya no tememos 
perder lo que tenemos, y, por lo tanto, ya no tenemos necesidad 
de estar a la defensiva. Al vencer nuestros temores, nos 
abrimos naturalmente a los demás. Desarrollamos confianza y 
le eliminamos todavía más barreras a nuestra experiencia cada 
vez más profunda. 
A medida que nuestra experiencia se abre hacia 
perspectivas más amplias, nuestros sentidos, nuestro cuerpo, 
nuestra consciencia se hacen vibrantemente vivos. Los patrones 
de ansia y frustración dan camino a la interacción fluida con el 
proceso de vivir. Todos los desequilibrios disminuyen, y 
cualquier satisfacción o cura que necesitemos se nos 
proporciona naturalmente. Esta protección, este equilibrio, esta 
independencia real nos permite abrirnos a la infinita posibilidad 
de cada momento y descubrir la riqueza y la profundidad de 
toda experiencia. 
 
 
 
 
 
Abriéndose a las sensaciones 
 
En lugar de confiar en nosotros mismos, constantemente 
buscamos aprobación y satisfacción fuera de nosotros. Aunque 
constantemente suframos decepciones, seguimos buscando y 
tratando de asir la felicidad. Nos entretenemos con fiestas, 
trago, sexo, café, cigarrillos, etc., pero estos placeres sólo 
satisfacen temporalmente, como el azúcar cortadillo. Estos 
placeres externos sólo pueden conducirnos a un ciclo 
interminable de necesidades. Son como el roble venenoso: 
cuando nos rascamos, detenemos la rasquiña temporalmente, 
pero el veneno termina por regarse por todo nuestro cuerpo. 
La satisfacción genuina sólo se halla en nuestro corazón, 
donde se encuentran la paz y una belleza sutil y extática. Allí, 
al integrar nuestro cuerpo con nuestra mente y con nuestros 
sentidos, podemos establecer una armonía y un equilibrio 
interiores. Este equilibrio interior permanece con nosotros en 
todo lo que hacemos. 
 Nuestros problemas están en nuestra cabeza y en nuestro 
corazón, y las soluciones de esos problemas también están allí. 
Nuestros problemas surgen porque no dejamos que nuestra 
cabeza y nuestro corazón trabajen bien conjuntamente -es 
como si vivieran en dos mundos distintos... No se comunican 
entre sí ni satisfacen mutuamente sus necesidades. Y cuando el 
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cuerpo y la mente no son sensibles el uno al otro, no puede 
haber una verdadera base para la satisfacción. 
El puente entre el cuerpo y la mente lo proporcionan los 
sentidos. Unos sentidos están más relacionados con el cuerpo, 
y otros, con la mente. Por esta superposición, los sentidos 
pueden ayudarles al cuerpo y a la mente a trabajar 
conjuntamente de manera natural. Sin embargo, primero 
tenemos que reconocer la existencia de nuestros sentidos y 
experimentarlos más profundamente. 
Los placeres externos, que creíamos que estimularían 
nuestros sentidos, en realidad los han adormecido porque no 
los hemos utilizado plenamente. Generalmente pasamos de una 
experiencia a otra antes de darnos cuenta de lo que estamos 
sintiendo; escasamente podemos sentir lo que experimentamos. 
No les damos a nuestros sentidos el tiempo suficiente para 
desarrollar una experiencia, ni les permitimos a nuestra mente 
y a nuestro cuerpo integrar nuestros sentimientos. 
Nuestros sentidos son filtros a través de los cuales 
percibimos nuestro mundo; cuando están dormidos, no 
podemos experimentar la riqueza de la vida o acercarnos a la 
verdadera felicidad. Para poder tocar nuestros sentidos tenemos 
que entrar en contacto con los sentimientos de nuestra 
experiencia. Tenemos que disminuir nuestro ritmo, oír y sentir 
los tonos y las vibraciones que nuestros sentidos están tratando 
de transmitirnos; entonces podemos aprender a tocar -a tocar 
toscamente, a tocar suavemente. Cada sentido tiene calidades 
físicas, pero no solemos estar plenamente conscientes de ellas. 
Aprendiendo a relajarnos y a ser más abiertos, podemos 
aumentar la consciencia de nuestros sentidos. 
El silencio y la relajación alimentan nuestros sentidos. 
Podemos experimentar cada sentido, saborear su esencia. Para 
hacer esto, debemos escoger un aspecto de los sentidos y 
después profundizar en la sensación. A medida que lleguemos 
a niveles más profundos, intensificaremos y gozaremos más 
aún los valores y la satisfacción que allí se encuentran. Así 
como los organismos tienen diferentes estructuras, también los 
sentidos las tienen. Nuestra experiencia de ellos tiene varias 
capas -capas que se nos revelan cuando estamos relajados, no 
tenemos prisa y estamos atentos. 
La meditación, que estimula en nosotros la capacidad de 
escuchar y de estar vivos, nos proporciona una manera de 
explorar estas capas. Usando las herramientas de la atención y 
de la concentración, podemos aprender a desarraigar la tensión 
y a permitir que nuestra energía fluya a través del cuerpo. La 
verdadera relajación es más que divertirse o simplemente 
descansar; significa ir más allá de la forma física y abrir 
completamente todos los sentidos. Experimentar esto es darle 
al corazón una ducha refrescante. 
Se pueden estimular esta apertura y esta relajación 
visualizando espacios amplios y abiertos, pensando en todos 
los objetos externos y en nuestro cuerpo como partes de este 
espacio, todo dentro del momento inmediato. Al final, no hay 
más barreras. Sólo queda una mayor consciencia, viva y 
curativa, que nos alimenta y nos abriga. 
Es posible quedarse dentro de este espacio y de esta 
consciencia todo el tiempo que queramos, sin necesidad de 
enfocarnos o fijar nuestra atención en nada. Lo único que 
debemos aportar a la meditación somos nosotros mismos, 
porque nuestro cuerpo y nuestra mente son la base de la 
meditación. La respiración, que es como la coordinadora del 
cuerpo y de la mente, es la esencia del existir que los integra. 
Cuando meditamos, la respiración se apacigua y se vuelve 
uniforme, el cuerpo se relaja y toda la energía del cuerpo y de 
la mente se aviva. Esto estimula una actitud mental positiva, 
porque cuando el cuerpo y la respiración se estabilizan, es más 
fácil relajar la mente y calmar las emociones. 
Es útil considerar el cuerpo como el ancla de los sentidos y 
de la mente, pues todos están interrelacionados. Sienta todo su 
cuerpo físico. Deje que su respiración se relaje y se apacigüe. 
Cuando su cuerpo y su respiración se aquieten, es posible que 
sienta una sensación muy ligera, como sí estuviera volando, 
sensación ésta que tiene una calidad fresca y viva. Abra todas 
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sus células, incluso todas las moléculas que componen su 
cuerpo, y ábralas como pétalos. No retenga nada: abra más que 
su corazón; abra todo su cuerpo: cada átomo de él. Entonces 
puede producirse una experiencia bella, que usted puede volver 
a vivir una y otra vez, y que lo curará y lo sostendrá. 
Cuando uno toca su naturaleza interna de esta manera, todo 
queda en silencio. El cuerpo y la mente se funden convertidos 
en pura energía; uno queda verdaderamente integrado. De esa 
unidad fluyen extraordinarios beneficios, entre ellos un 
inmenso gozo y una gran sensibilidad. La energía que fluye de 
esta apertura cura y nutre los sentidos: éstos se llenan de 
sensación al abrirse como flores. 
Cuando nuestro cuerpo y nuestra mente se vuelven uno, 
podemos entender el silencio y la vacuidad; conocemos lo que 
es la satisfacción porque nuestra vida está equilibrada. Las 
raíces de nuestras

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