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Editores: Miguel Ángel Valdovinos Díaz Sophia Martínez Vázquez Astrid Ruiz Margain Enrique Coss Adame Microbiota, nutrición y enfermedades digestivas M ic ro bi ot a, n ut ric ió n y en fe rm ed ad es d ig es tiv as Editores: Miguel Ángel Valdovinos Díaz Sophia Martínez Vázquez Astrid Ruiz Margain Enrique Coss Adame Microbiota, nutrición y enfermedades digestivas M ic ro bi ot a, n ut ric ió n y en fe rm ed ad es d ig es tiv as PERMANYER www.permanyer.com Editores: Miguel Ángel Valdovinos Díaz Sophia Martínez Vázquez Astrid Ruiz Margain Enrique Coss Adame Microbiota, nutrición y enfermedades digestivas III XxxxxxxAutores Beatriz Astudillo-Romero Departamento de Gastroenterología Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán Ciudad de México, México Azalia Ávila Nava Unidad de Investigación Hospital Regional de Alta Especialidad de la Península de Yucatán Mérida, Yucatán, México Nallely Bueno Hernández Laboratorio de Proteómica y Metabolómica del la Dirección de Investigación Hospital General de México Dr. Eduardo Liceaga Ciudad de México, México Alejandro Campos Murguía Departamento de Gastroenterología Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán Ciudad de México, México Samuel Canizales Quinteros Unidad de Genómica de Poblaciones Aplicada a la Salud Facultad de Química Universidad Autónoma de México (UNAM) Instituto Nacional de Medicina Genómica Ciudad de México, México Graciela Elia Castro Narro Departamento de Gastroenterología Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán Ciudad de México, México Daniel Cerqueda García Unidad de Genómica de Poblaciones Aplicada a la Salud Facultad de Química Universidad Autónoma de México (UNAM) Instituto Nacional de Medicina Genómica Ciudad de México, México Enrique Coss Adame Departamento de Gastroenterología. Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán Ciudad de México, México Niko Cruz-Sancen Departamento de Gastroenterología Unidad de Hepatología y Trasplante Hepático Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán Ciudad de México, México María Fernanda Dávalos de la Rosa Unidad de Investigación en Medicina Experimental Laboratorio de Hígado, Páncreas y Motilidad (HIPAM) Facultad de Medicina Universidad Autónoma de México (UNAM) Hospital General de México Dr. Eduardo Liceaga Ciudad de México, México Cristina Durán Rosas Instituto de Investigaciones Médico- Biológicas de la Universidad Veracruzana Veracruz, México Aranza Jhosadara Espinosa Flores Laboratorio de Proteomica y Metabolomica del la Dirección de Investigación Hospital General de México Dr. Eduardo Liceaga Ciudad de México, México Arturo Galindo Fraga Subdirección de Epidemiología Hospitalaria y Control de Calidad de la Atención Médica Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán Ciudad de México, México Elisa Gómez Reyes Servicio de Nutriología Escuela de Medicina en la Universidad Anáhuac de Querétaro Universidad Iberoamericana, campus Puebla Wellbeing de Lationamérica Kellogg´s Company Instituto de Nutrición y Salud Kellogg´s Querétaro, México Edgar Alejandro Granados Molina Departamento de Gastroenterología Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán Ciudad de México, México Claudia Herrera de Guise Unidad de Investigación de Aparato Digestivo Hospital Universitario Vall d’Hebron Barcelona, España IV Microbiota, nutrición y enfermedades digestivas Laura Linares García Unidad de Investigación en Medicina Experimental Laboratorio de Hígado, Páncreas y Motilidad Facultad de Medicina Universidad Autónoma de México (UNAM) Hospital General de México Dr. Eduardo Liceaga Ciudad de México, México Blanca E. López Contreras Unidad de Genómica de Poblaciones Aplicada a la Salud Facultad de Química Universidad Autónoma de México (UNAM) Instituto Nacional de Medicina Genómica Ciudad de México, México Ricardo Ulises Macías Rodríguez Departamento de Gastroenterología Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán Ciudad de México, México Sophia Eugenia Martínez Vázquez Adscrita al Departamento de Gastroenterología Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán Ciudad de México, México Isabel Medina Vera Departamento de Metodología de la Investigación Instituto Nacional de Pediatría Ciudad de México, México Selene Molina Cruz Unidad de Genómica de Poblaciones Aplicada a la Salud Facultad de Química Universidad Autónoma de México (UNAM) Instituto Nacional de Medicina Genómica Ciudad de México, México Sofía Morán Ramos Unidad de Genómica de Poblaciones Aplicada a la Salud Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT) Instituto Nacional de Medicina Genómica Ciudad de México, México Alizon Sujey Morales Guzmán Unidad de Investigación en Medicina Experimental Laboratorio de Hígado, Páncreas y Motilidad (HIPAM) Facultad de Medicina Universidad Autónoma de México (UNAM) Hospital General de México Dr. Eduardo Liceaga Ciudad de México, México Paulina Moreno Guillén Departamento de Gastroenterología Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán Ciudad de México, México Juanita Pérez Escobar Departamento de Gastroenterología Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán Ciudad de México, México José María Remes Troche Instituto de Investigaciones Médico-Biológicas Universidad Veracruzana Veracruz, México Jessica Rodríguez-Morales Consultora independiente Ciudad de México, México Ileana Cristina Rodríguez Vázquez Consultora independiente Ciudad de México, México Berenice Monserrat Román Calleja Departamento de Gastroenterología Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán Ciudad de México, México Astrid Ruiz Margáin Departamento de Gastroenterología Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán Ciudad de México, México Aldo Torre Delgadillo Departamento de Gastroenterología Unidad de Hepatología y Trasplante Hepático Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán Ciudad de México, México Nimbe Torres y Torres Departamento de Fisiología de la Nutrición Investigadora en Ciencias Médicas SNI 3 Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán Ciudad de México, México Armando Roberto Tovar Palacio Departamento de Fisiología de la Nutrición Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán Ciudad de México, México Max Julio Schmulson Wasserman Unidad de Investigación en Medicina Experimental Laboratorio de Hígado, Páncreas y Motilidad (HIPAM) Facultad de Medicina Universidad Autónoma de México (UNAM) Hospital General de México Dr. Eduardo Liceaga Ciudad México, México Luis Uscanga Domínguez Departamento de Gastroenterología Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán Ciudad de México, México Miguel Ángel Valdovinos Díaz Departamento de Gastroenterología Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán Ciudad de México, México Abril Tonatzin Vargas Fernández Subdirección de Epidemiología Hospitalaria y Control de Calidad de la Atención Médica Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán Ciudad de México, México Mónica Rocío Zavala Solares Unidad de Genómica de Poblaciones Aplicada a la Salud Universidad Autónoma de México (UNAM) Instituto Nacional de Medicina Genómica Ciudad de México, México V XxxxxxxAbreviaturas ACTH hormona adrenocorticotropa AB ácido biliar ACG Colegio Americano de Gastroenterología ACLF falla hepática aguda sobre crónica AGCC ácido graso de cadena corta AGCR ácido graso de cadena ramificada AGPI ácido graso poliinsaturado AIEC E. coli adherente-invasiva AINE antiinflamatorio no esteroideo anti-PD-1 anti-programmed cell death protein 1 anti-PD-L1 anti-programmed death-ligand 1 ARN ácido ribonucleico ARNm ácidoribonucleico mensajero ARNr ácido ribonucleico ribosómico AST aspartato aminotransferasa BI barrera intestinal BLEE b-lactamasa de espectro extendido CagA gen A asociado a la citotoxina CaP adenocarcinoma de páncreas CCE carcinoma de células escamosas CCR cáncer colorrectal CDI infección por Clostridioides difficile CH cirrosis hepática C-LDL colesterol de baja densidad CTLA4 cytotoxic T-lymphocyte-associated protein 4 CU colitis ulcerosa CUCI colitis ulcerativa crónica idiopática DBF dieta baja en FODMAP DGGE denaturing gradient gel electrophoresis DLG dieta libre de gluten DM2 diabetes mellitus tipo 2 DNA ácido desoxirribonucleico DXA absorciometría de rayos X EA enfermedad de Alzheimer EC enfermedad celíaca (caps. 5 y 13) EC enfermedad de Crohn (caps. 16 y 25) ECA ensayo clínico controlado y aleatorizado EEI enfermedad inflamatoria intestinal EFSA European Food Safety Authority EH encefalopatía hepática EHGNA enfermedad por hígado graso no alcohólico EHNA esteatohepatitis no alcohólica EIH eje intestino-hígado EII enfermedad inflamatoria intestinal ENC edulcorante no calórico ERGE enfermedad por reflujo gastroesofágico FA ácido ferúlico FDA Food and Drug Administration Fiaf factor adiposo inducido por el ayuno FISH hibridación fluorescente in situ FODMAP polioles, monosacáridos, disacáridos, oligosacáridos fermentables FOS fructooligosacárido FXR receptor farnesoide X GABA ácido gamma aminobutírico GALT tejido linfoide asociado al intestino organizado GE grano entero GOS galactooligosacárido GP grado de polimerización HC hidrato de carbono HDL lipoproteína de alta densidad HGC alto conteo de genes HLA-DQ2 complejo de histocompatibilidad DQ2 HMO oligosacárido de leche humana IBP inhibidor de la bomba de protones IDA ingesta diaria recomendada IFN-g interferón gamma IL interleucina IMC índice de masa corporal ISAPP Asociación Científica Internacional de Probióticos y Prebióticos ITS internal transcribed spacer LAB lactobacilos LBP proteína ligada a lipopolisacárido LDL lipoproteína de baja densidad LEFSe Linear discriminant analysis Effect Size LGC bajo conteo de genes LIE linfocito intraepitelial LPL lipasa lipoproteica LPS lipopolisacárido MI microbiota intestinal mNICE pautas modificadas del National Institute for Health and Care Excellence MUC2 mucina 2 NCBI National Center for Biotechnology Information NE no especificado NF-kB factor nuclear kB NICE National Institute for Health and Care Excellence NNT número necesario a tratar NOD diabetes en ratón no obeso OMS Organización Mundial de la Salud PA pancreatitis aguda PAG pancreatitis aguda grave PAI pancreatitis autoinmune PAL pancreatitis aguda leve PAM péptido con actividad antimicrobiana PARC péptido antimicrobiano relacionado con catelicidina PBE peritonitis bacteriana espontánea PC pancreatitis crónica PCR reacción en cadena de la polimerasa PN páncreas normal ppm parte por millón q-PCR reaccion en cadena de la polimerasa cuantitativa rCDI infección recurrente por Clostridioides difficile RLO radical libre de oxígeno RM razón de momios ROS especie reactiva de oxígeno RR riesgo relativo RRP receptor de reconocimiento de patrones rt-PCR transcriptasa reversa de la polimerasa en cadena SARS-CoV-2 coronavirus-2 del síndrome agudo respiratorio severo SGNC sensibilidad al gluten no celíaca SIBO sobrecrecimiento bacteriano del intestino delgado SII síndrome de intestino irritable SII-D síndrome de intestino irritable con predominio de diarrea SII-E síndrome de intestino irritable con predominio de estreñimiento SII-M síndrome de intestino irritable con síntomas mixtos de diarrea y estreñimiento SII-SSS síntomas del sindrome de intestino irritable SM síndrome metabólico SPB sobrepoblación bacteriana SSPB síndrome de sobrepoblación bacteriana TFGI trastornos funcionales gastrointestinales Th1 T-helper1 TLR receptor tipo Toll TMF trasplante de microbiota fecal TNF-a factor de necrosis tumoral alfa tTg transglutaminasa tisular UE unión estrecha UFC unidades formadoras de colonias XOS xilooligosacárido VII Índice Prefacio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . IX Miguel Ángel Valdovinos Díaz, Sophia Martínez Vázquez, Astrid Ruiz Margain y Enrique Coss Adame Capítulo 1 Ecología de la microbiota intestinal: bacterioma, micobioma, viroma, arqueoma y más allá . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1 Mónica Rocío Zavala Solares Capítulo 2 Funciones de la microbiota intestinal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5 Claudia Herrera de Guise Capítulo 3 Factores que determinan la composición de la microbiota intestinal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11 Astrid Ruiz Margáin, Paulina Moreno Guillén, Berenice Monserrat Román Calleja y Ricardo Ulises Macías Rodríguez Capítulo 4 Técnicas de análisis de la microbiota intestinal: pasado, presente y futuro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 17 Blanca Estela López Contreras, Daniel Cerqueda García, Selene Molina Cruz y Samuel Canizales Quinteros Capítulo 5 Estilo de vida y microbiota . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 23 Sophia Eugenia Martínez Vázquez Capítulo 6 Efecto de los macronutrimentos y compuestos bioactivos dietarios sobre la microbiota intestinal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 29 Armando Roberto Tovar Palacio Capítulo 7 Influencia del consumo de fibra sobre la microbiota intestinal: evidencia actual y recomendaciones futuras . . . . . . . . . . . . . . 33 Sofía Morán Ramos Capítulo 8 Microbiota intestinal y alimentos fermentados . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 37 Elisa Gómez Reyes Capítulo 9 Impacto de la dieta mediterránea, las vegetarianas y veganas, la dieta paleo, la cetogénica y la baja en FODMAP en la microbiota intestinal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 43 Sophia Eugenia Martínez Vázquez e Ileana Cristina Rodríguez Vázquez Capítulo 10 Edulcorantes, emulsificantes y microbiota intestinal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 47 Nallely Bueno Hernández y Aranza Jhosadara Espinosa Flores Capítulo 11 Dieta e intestino: revisión crítica de las guías internacionales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 53 José María Remes Troche y Cristina Durán Rosas Capítulo 12 Microbiota oral en enfermedades periodontales, gastrointestinales, hepáticas, cardiovasculares y neurodegenerativas . . . . 61 Miguel Ángel Valdovinos Díaz Capítulo 13 Microbiota y enfermedad celíaca . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . 65 José María Remes Troche VIII Microbiota, nutrición y enfermedades digestivas Capítulo 14 Espectro del síndrome de sobrepoblación bacteriana . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 75 Luis Uscanga Domínguez Capítulo 15 Disbiosis en el síndrome de intestino irritable . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 81 Beatriz Astudillo-Romero y Enrique Coss Adame Capítulo 16 Disbiosis en la enfermedad inflamatoria intestinal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 87 Claudia Herrera de Guise Capítulo 17 Papel de la microbiota en el cáncer gastrointestinal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 93 Alejandro Campos Murguía y Enrique Coss Adame Capítulo 18 Microbiota intestinal en el síndrome metabólico, enfermedad grasa del hígado y cirrosis hepática . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 97 Graciela Elia Castro Narro y Juanita Pérez Escobar Capítulo 19 Microbiota en enfermedades del páncreas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 101 Andrea Soriano Ríos y Luis Uscanga Domínguez Capítulo 20 Microbiota y antibióticos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 107 Arturo Galindo Fraga y Abril Tonatzin Vargas Fernández Capítulo 21 Microbiota, inhibidores de la bomba de protones y otros fármacos comúnmente usados en gastroenterología . . . . . . . . . . . 113 Enrique Coss Adame y Edgar Alejandro Granados Molina Capítulo 22 Alimentos funcionales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 119 Elisa Gómez Reyes Capítulo 23 Prebióticos y su interacción con la microbiota intestinal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 123 Isabel Medina Vera y Azalia Ávila Nava Capítulo 24 Probióticos, simbióticos y posbióticos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 127 Miguel Ángel Valdovinos Díaz Capítulo 25 Dieta baja en FODMAP en el síndrome de intestino irritable y la enfermedad inflamatoria intestinal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 133 Sophia Eugenia Martínez-Vázquez y Jessica Rodríguez-Morales Capítulo 26 Consumo de vino y su impacto en la microbiota intestinal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 139 Miguel Ángel Valdovinos Díaz Capítulo 27 Trasplante de microbiota fecal en la infección por Clostridioides difficile . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 143 Arturo Galindo Fraga y Abril Tonatzin Vargas Fernández Capítulo 28 Trasplante de microbiota fecal en síndrome de intestino irritable y enfermedad inflamatoria intestinal . . . . . . . . . . . . . . . . . . 147 Max Julio Schmulson Wasserman, María Fernanda Dávalos de la Rosa, Laura Linares García y Alizon Sujey Morales Guzmán Capítulo 29 Microbiota intestinal en enfermedades hepáticas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 151 Niko Cruz-Sancen y Aldo Torre Delgadillo Capítulo 30 Otras terapias basadas en la microbiota . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 157 Claudia Herrera de Guise Capítulo 31 Dieta personalizada y microbiota intestinal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 161 Nimbe Torres y Torres IX Prefacio Sin duda, el área de conocimiento en medicina que más se ha desarrollado en la última década es el de la microbiota intestinal y su papel en la salud y la enferme- dad. Además, existen un gran número de estudios de in- vestigación sobre el papel que juegan el tipo de dieta, los nutrimentos, el estilo de vida y la microbiomaterapia en la disbiosis, eubiosis y rebiosis del tubo digestivo. En esta obra se presentan las evidencias científicas que sustentan la asociación o causalidad de los diferentes factores medioambientales, la dieta, los suplementos y el estilo de vida en los trastornos más frecuentes del tubo digestivo, hígado y páncreas. Y para ello, un grupo desta- cado de investigadores en la materia se ha reunido para escribir en forma sucinta los avances en este campo de la nutrición y gastroenterología. Los autores deseamos que esta obra, Microbiota, nutri- ción y enfermedades digestivas, contribuya significativa- mente a incrementar el acervo de conocimientos del lec- tor sobre esta fascinante área de la ciencia. Atentamente, Los editores 1 Ecología de la microbiota intestinal: bacterioma, micobioma, viroma, arqueoma y más allá Mónica Rocío Zavala Solares INTRODUCCIÓN Según el Proyecto Microbioma Humano, el microbio- ma se define como la colección de organismos y sus ge- nomas que habitan diferentes localizaciones anatómicas en los seres humanos1. El intestino humano es el hogar de trillones de microorganismos y contiene más información genética que la presente en el genoma humano. La colec- ción de bacterias, arqueas, hongos y virus en el intestino forman parte de la microbiota intestinal2. En la ecología del microbioma se cuenta con diferentes definiciones para los microorganismos residentes en un nicho determinado. Los simbiontes se definen como mi- croorganismos que habitan íntimamente con otros mi- croorganismos; los parásitos son simbiontes que tienen un efecto negativo en su huésped; los mutualistas son los que tienen un efecto positivo, y los comensales son aquellos simbiontes que no tienen un efecto dañino ni benéfico3. Algunos de los efectos negativos pueden incluir daño a tejido, deficiencia de vitaminas y alteraciones inmunes. Los efectos positivos incluyen la protección a patógenos, la producción de vitaminas, la absorción de iones, la mejora del sistema inmunológico y la fermentación de alimentos no digeribles a ácidos grasos de cadena corta, entre otros3,4. Los simbiontes indeterminados se consideran comen- sales, y las investigaciones y estudios clínicos continuos a lo largo del tiempo nos han permitido conocer el efecto que pueden tener los microorganismos en determinadas enfermedades. Los organismos vivos están clasificados jerárquica- mente en ocho niveles o rangos taxonómicos (Tabla 1). Existen tres dominios: Archaea, Bacteria y Eukarya. A partir del dominio cada nivelse encuentra organizado según la similitud de los organismos hasta los más específicos ni- veles, el de las especies y cepas. Conocer estas clasifica- ciones es relevante para comprender la importancia ge- nética y la evolución de las especies5. Los taxones que se encuentran en individuos sanos tienden a ser más similares entre los miembros de la misma familia (p. ej., padres e hijos) y más diferentes en- tre culturas y espacios geográficos (p. ej., sociedades oc- cidentales vs. no occidentales). Conocer los mecanismos de los rasgos característicos interpersonales de la compo- sición única de la microbiota intestinal en un individuo aún es un misterio y un área continua de investigación6. El tracto gastrointestinal humano, que abarca desde la cavidad oral hasta el ano, es complejo. La composición y la densidad de su microbioma se modifican de acuerdo a su localización4. En individuos con un tracto gastrointes- tinal intacto y que funciona normalmente, la microbiota comensal desempeña una función importante al fermen- tar la fibra dietética en ácidos grasos de cadena corta, rescatando así nutrientes importantes que se perderían en las heces debido a la incapacidad del intestino huma- no para digerir la fibra dietética7. En la última década, la información disponible nos ha dejado claro que la microbiota intestinal forma parte del bienestar de los humanos8. Las interacciones del huésped con la microbiota son complejas, numerosas y bidireccio- nales. La microbiota intestinal regula el desarrollo y la función del sistema inmunológico innato y adaptativo9. BACTERIOMA En la edad adulta, el microbioma del intestino grueso contiene aproximadamente de 1010 a 1011 bacterias por gra- mo de heces2. Las bacterias intestinales en individuos sanos están dominadas principalmente por cuatro filos (Actino- bacteria, Firmicutes, Proteobacteria y Bacteroidetes)9,10, aun- que los que más predominan Firmicutes grampositivos (muchos géneros) y Bacteroidetes gramnegativos (principal- mente Prevotella, Bacteroides, Alistipes y Parabacteroides)6. Otras bacterias intestinales identificadas por la técnica de secuenciación del gen ácido ribonucleico ribosomal 16s (16SrRNA) pertenecen a los filos Verrucomicrobia y, en proporciones más bajas, Fusobacteria, Tenericutes, Spiro- chaetes, Cyanobacteria y TM74. CAPÍTULO 1 2 Microbiota, nutrición y enfermedades digestivas Del filo Bacteroidetes, Bacteroides es un anaerobio obli- gado que, como comensal y mutualista, puede establecer asociaciones estables a largo plazo con sus huéspedes humanos y conferir numerosos beneficios para la salud6. Akkermansia muciniphila (A. muciniphila) es una bacte- ria gramnegativa perteneciente al filo Verrucomicrobia que está presente desde etapas tempranas de la vida, y las biopsias colónicas han mostrado que es abundante en la capa mucosa. El intestino es el sitio donde desencade- na una respuesta metabólica y otra inmune. La coloniza- ción y degradación del moco por A. muciniphila ocasiona una producción de metabolitos como ácidos grasos de cadena corta que juegan un papel relevante en la res- puesta metabólica e inflamatoria del huésped8. Las bacterias forman parte de la mayoría de la biota intestinal. Sin embargo, aún las que forman parte de una pequeña fracción del microbioma pueden formar parte relevante de ese ecosistema4. La diversidad de microbios dentro de un hábitat cor- poral como el intestino se puede definir como el número y la distribución de la abundancia de distintos tipos de organismos1. Aún no se ha definido con certeza cómo está constituido un bacterioma sano, pero en general cuanta mayor diversidad y abundancia presente mayor será el beneficio para el huésped. La mayoría de los estu- dios sobre diversidad se han realizado sobre el bacterio- ma. Los niños tienen una microbiota con una diversidad disminuida hasta los 2-3 años de edad11 y variable de acuerdo a la vía de nacimiento, la lactancia materna ex- clusiva o con fórmula y la ablactación. La microbiota de adulto se establece después de los 2-3 años, cuando cesa la lactancia materna11,12. En este periodo de destete dis- minuye el número de Bifidobacterium, Lactobacillus y En- terobacteriaciae y se incrementa el de Bacteroidetes13. Este establecimiento del complejo microbioma tipo del adulto presenta un predominio de los filos Bacteroidetes y Firmi- cutes. Las asociaciones sobre el predominio de algunos filos sobre una enfermedad determinada han podido ser inferidas gracias a las investigaciones en salud-enferme- dad. Hongos, arqueas y virus son parte de la bioesfera «rara»; comprenden menos del 0.1% del microbioma. Las funciones del los virus y hongos no se han defini- do por completo, aunque se sabe que forman parte de la biota y que desempeñan un papel importante en la fisio- logía e inmunidad del huésped4. MICOBIOMA Los hongos forman parte del microbioma fecal apro- ximadamente en un 0.03%, lo cual quiere decir que su abundancia es 3,300 veces menor que la de las bacterias, así como también su diversidad. Gracias a la técnica de secuenciación de nueva generación se han identificado entre 221 y 267 hongos, pero su presencia es muy varia- ble entre los individuos4. No hay información de un mi- crobioma como tal, pero de acuerdo a diversos estudios se conoce que Candida es el género de hongos más co- múnmente identificado, seguido por Saccharomyces y Cladosporium. La mayoría de las especies identificadas son transitorias, lo que se atribuye a que provienen del medio ambiente, e inestables4. Se requieren más estudios para conocer la estabilidad, las funciones y los compo- nentes del microbioma. VIROMA En la mayoría de los estudios, los análisis sobre el vi- roma humano se han basado en situación de enferme- dad, por lo que poco se conoce sobre el viroma comen- sal, lo cual dificulta conocer su rol en el microbioma intestinal. En los últimos 10 años se han identificado en- tre 4 y 13 especies. La mayor diversidad de fagos está presente en la infancia, que disminuyen con la edad, a diferencia de lo que ocurre con la diversidad bacteriana4. Existe información limitada sobre la función de los virus en el tracto gastrointestinal de los humanos. Algunas funciones propuestas son: incrementar la adaptación de bacterias y la inmunidad del huésped, y proteger contra patógenos. Según el conocimiento con el que se cuenta hasta la fecha, se ha propuesto que la presencia de las bacterias en el microbioma humano es beneficiosa para los virus, que continuamente tratan de evadir el sistema inmune, y que a su vez las bacterias se benefician de los virus para obtener genes de resistencia y tolerancia in- mune. Tabla 1. Clasificación jerárquica por rangos taxonómicos. Ejemplo Dominio Bacteria Reino Eubacteria Filo Proteobacteria Clase Gammaproteobacteria Orden Enterobacteriales Familia Enterobacteriaceae Género Escherichia Especie Escherichia coli Ecología de la microbiota intestinal: bacterioma, micobioma, viroma, arqueoma y más allá 3 ARQUEAS Las arqueas son organismos unicelulares sin núcleo que están más relacionadas con los eucariotas (organis- mos con núcleo verdadero) que con las bacterias2. Las arqueas forman parte de una proporción muy pe- queña en la microbiota; sin embargo, juegan un papel importante dentro de la metanogénesis. El género más comúnmente identificado es Methanobrevibacter; otros géneros reportados son: Methanosphaera, Nitrososphaera, Thermogynomonas y Thermoplasma, aunque reciente- mente se ha propuesto también Methanomethylophilus alvus. Se ha comentado que la identificación puede variar según la tecnología empleada para su identificación, y en algunos géneros su presencia depende de la ingesta de carbohidratos del huésped. Se requieren más estudios para conocer la relación de las arqueas con el resto de la microbiota2. Las investigaciones sobre las interacciones entre euca- riotas, procariotas y virus es sin duda importante con el fin de esclarecerlas funciones de todos los componentes del microbioma. Conocer los conceptos básicos de la mi- crobiota intestinal nos permite conocer su asociación en la salud-enfermedad. BIBLIOGRAFÍA 1. 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Appl Environ Microbiol. 2014;80:2889-900. 5 Funciones de la microbiota intestinal Claudia Herrera de Guise INTRODUCCIÓN Nuestra comprensión inicial del papel de los microbios en la salud humana se basó en la teoría de los gérmenes de la enfermedad propuesta por Louis Pasteur y refinada por Koch1. Este trabajo inicial se centró en los microbios como agentes de enfermedades (patógenos): los postulados de Koch buscaban microbios individuales como agentes cau- santes de enfermedades. Muchas de las características del origen y funciones de los simbiontes permanecieron inexplo- radas durante gran parte del siglo pasado debido a las difi- cultades para cultivar y aislar a la gran mayoría de estas espe- cies microbianas hasta la era de las técnicas moleculares. El término microbiota se refiere a las comunidades microbianas que ocupan un nicho o hábitat ecológico particular, mientras que el microbioma hace referencia a los simbiontes microbianos y su genoma colectivo en un huésped dado2. Existe amplia evidencia que demuestra que los colonizadores microbianos son una parte consti- tutiva y funcional del huésped humano. El conocimiento inicialmente obtenido de modelos animales libres de gér- menes se ha traducido a la fisiología humana en los últi- mos años3. El huésped proporciona hábitat y sustratos que permiten la sostenibilidad del ecosistema microbia- no intestinal y, a cambio, obtiene beneficios de sus sim- biontes microbianos. Los microbios intestinales promue- ven el desarrollo del cuerpo al provocar la transcripción de genes del huésped, inducen y regulan la inmunidad, proporcionan un metagenoma que expande la compe- tencia metabólica del huésped, la maduración del siste- ma nervioso central e incluso el comportamiento (Fig. 1). Las funciones de la microbiota intestinal se pueden atribuir a tres categorías principales de donde se des- prenden las demás. Éstas son las funciones metabólicas, protectoras y tróficas4 (Tabla 1). Recientemente se ha demostrado que el metagenoma intestinal tiene más capacidad de codificación que el geno- ma humano. La capacidad de codificación del metagenoma intestinal es aproximadamente 150 veces mayor que la del genoma humano. El genoma de la microbiota intestinal proporciona muchas de las vías bioquímicas que no están presentes en el humano5. METABOLISMO Los humanos generan y utilizan una amplia variedad de carbohidratos, pero sólo unos pocos se usan como fuentes de energía y carbono. Desde el nacimiento se utiliza lacto- sa, un disacárido de glucosa y galactosa que se encuentra en la leche. Además, el humano es un procesador eficiente de sacarosa, un disacárido de glucosa y fructosa que se encuentra en una variedad de frutas y se utiliza como el principal edulcorante en la actualidad. El único polisacári- do que los humanos pueden usar sin ayuda microbiana es el almidón, un homopolímero de glucosa que es un polí- mero de almacenamiento de energía de muchas plantas6. Las bacterias intestinales comensales tienen una gran ca- pacidad para utilizar los carbohidratos de su entorno, in- cluidos los polisacáridos de la dieta y glicanos endógenos. La fermentación de carbohidratos complejos es una fuente importante de energía en el colon para el creci- miento microbiano y produce ácidos grasos de cadena corta que son utilizados por el huésped7. Estas conversio- nes bioquímicas resultan en el rescate de la energía de la dieta y favorecen la absorción de iones en el ciego. Los microorganismos del colon también juegan un papel en la síntesis de aminoácidos y vitaminas, proporcionando riqueza de nutrientes al huésped. Otro ejemplo del metabolismo huésped-microbiota es la conversión de sales biliares y ácidos biliares en el intes- tino. Los compuestos, sintetizados en el hígado y secreta- dos como sales biliares conjugadas, pueden experimentar conversiones mediadas por microbios dentro del intestino para liberar ácidos biliares no conjugados y generar ácidos biliares secundarios8. Los receptores farnesoides X (FXR) son receptores de hormonas nucleares que responden a los ácidos biliares9. La señalización a través de FXR y otros CAPÍTULO 2 6 Microbiota, nutrición y enfermedades digestivas receptores de ácidos biliares puede tener una variedad de efectos en el metabolismo del colesterol y los lípidos. Los cambios en la microbiota intestinal se asocian con un me- tabolismo alterado de los lípidos, y se están desarrollando varios agonistas de los FXR como tratamientos potencia- les para diversos trastornos metabólicos, que van desde la obesidad y la resistencia a la insulina hasta la fibrosis he- pática y la esteatohepatitis no alcohólica10. PROLIFERACIÓN DE CÉLULAS EPITELIALES Los microbios intestinales proporcionan una variedad de efectos tróficos tanto en el tracto gastrointestinal (proli- feración y diferenciación de células epiteliales, actividad motora intestinal, vías neuroendocrinas de origen intestinal) como en otros órganos (inducción y regulación homeostá- tica del sistema inmune, maduración de órganos distantes, incluido el sistema nervioso central). La expresión transcrip- tómica de una variedad de genes del huésped en células epiteliales, así como en linajes celulares distantes, está fuer- temente influenciada por la colonización microbiana. INDUCCIÓN, ENTRENAMIENTO Y REGULACIÓN DE LA INMUNIDAD Una función trófica importante de la microbiota es la inducción y regulación de la inmunidad adaptativa. La mi- crobiota desempeña un papel fundamental en la inducción, el entrenamiento y la función del sistema inmu- nitario del huésped. Asimismo, el sistema inmune ha evo- lucionado en gran medida como un medio para mantener la relación simbiótica del huésped con estos microbios altamente diversos y en evolución. Cuando funciona de manera óptima, esta alianza sistema inmunológico-micro-biota permite la inducción de respuestas protectoras a los patógenos y el mantenimiento de vías reguladoras involu- cradas en el mantenimiento de la tolerancia a los antíge- nos inocuos11. Los animales criados en un ambiente libre de gérmenes muestran bajas densidades de células linfoi- des en la mucosa intestinal y bajos niveles de inmunoglo- bulinas en el suero12. La exposición a microbios comensa- les expande el número de linfocitos de la mucosa y aumenta el tamaño de los centros germinales en los folí- culos linfoides, que se distribuyen profusamente en el in- testino distal de los mamíferos13. Posteriormente, las célu- las productoras de inmunoglobulinas aparecen en la lámina propia, y hay grandes cantidades de inmunoglobu- linas en el suero. El sistema inmune intestinal es la parte más grande y compleja del sistema inmune: aproximada- mente el 70% de todo el sistema inmune se encuentra en este sitio, y en la lámina propia hay aproximadamente el 80% de todas las células plasmáticas responsables de la producción de anticuerpos IgA14. La vasta superficie gas- trointestinal está continuamente expuesta a posibles pa- tógenos, antígenos alimentarios y microorganismos co- mensales indígenas. De hecho, la mucosa intestinal es la interfaz principal con el entorno externo y está adaptada con estructuras y funciones especializadas para el recono- cimiento inmune de microbios y sustancias extrañas. El sistema inmunitario de la mucosa ha evolucionado para proporcionar una defensa óptima contra los patógenos y tolerancia a antígenos dietéticos y microbios comensales no patógenos15. Una clara discriminación entre los patóge- nos y los antígenos inofensivos es crítica para la salud, ya que las reacciones inmunoinflamatorias contra estructuras extrañas pueden dañar los propios tejidos del huésped. Proliferación de células epiteliales Metabolismo Axis cerebro-intestino Inmunidad – Tolerancia – Defensa Figura 1. Papel de la microbiota. Tabla 1. Funciones de la microbiota intestinal Metabolismo Fermentación de residuos dietéticos no digeribles y moco endógeno➔ formación de ácidos grasos de cadena corta Síntesis de vitaminas (B12) Conversión de sales biliares y ácidos biliares en el intestino Tróficas Desarrollo y homeostasis del sistema inmune Control de la proliferación y diferenciación de células epiteliales Efecto barrera Protección contra patógenos Funciones de la microbiota intestinal 7 Las células epiteliales intestinales están en contacto cer- cano con el contenido luminal y juegan un papel crucial en la señalización y mediación de las respuestas inmunes in- natas y adaptativas de la mucosa del huésped. Uno de los modos principales de diálogo entre el huésped y la micro- biota está mediado por el reconocimiento de patrones mo- leculares asociados a microbios conservados. El sistema inmune innato del recién nacido integra estas señales de una manera única para promover una colonización micro- biana saludable. Por ejemplo, aunque las células innatas neonatas expresan ligandos del receptor tipo Toll, su res- puesta a los ligandos microbianos es distinta de la de las células adultas, con un deterioro notable en la producción de mediadores inflamatorios como los radicales de oxígeno y una mayor producción de citocinas reguladoras como la interleucina 10 (IL-10)16. En respuesta a las bacterias invaso- ras, las señales de peligro generadas por estos receptores celulares convergen en factores de transcripción, que co- mienzan la transcripción de genes responsables de la sínte- sis de proteínas proinflamatorias. Otra estrategia importan- te para la defensa es minimizar el contacto entre los microorganismos luminales y la superficie de las células epiteliales. Esto se logra mediante la producción de moco y péptidos antimicrobianos como defensinas y catelicidinas17. La inmunidad adaptativa se desarrolla en tejidos linfoi- des especializados. Las células inmunes intestinales se en- cuentran en tres compartimentos: tejido linfoide asociado al intestino organizado (GALT), lámina propia y epitelio superficial18. Las estructuras GALT incluyen parches de Pe- yer y folículos linfoides aislados, y representan sitios induc- tivos de inmunidad adaptativa. La lámina propia y el com- partimento epitelial constituyen principalmente sitios efectores. Los parches de Peyer consisten en al menos cinco folículos linfoides agregados, y se presentan princi- palmente en el íleon y con menos frecuencia en el yeyuno. El número de parches de Peyer aumenta de aproximada- mente 100 al nacer a 250 en los adultos jóvenes. La muco- sa intestinal humana alberga al menos 30,000 folículos linfoides aislados, aumentando su densidad distalmente en paralelo con la mayor concentración de microbios. Los folículos linfoides intestinales se parecen a los ganglios linfáticos con los folículos de células B, e intervienen en las zonas de células T y en una variedad de células presenta- doras de antígenos, como los macrófagos y las células dendríticas. Los estímulos exógenos provienen directa- mente de las superficies mucosas a través de un epitelio asociado al folículo y células dendríticas que pueden pe- netrar en el epitelio con sus procesos. La expansión de los clones de células T ocurre después de la preparación del antígeno en el GALT y pueden diferenciarse en células T de tipo T-helper1 (Th1), Th2, Th17 o reguladoras, con diferen- tes capacidades efectoras y reguladoras. Las células Th1 son responsables de la inmunidad celular y proporcionan protección contra los patógenos intracelulares. Las células Th2 son responsables de la inmunidad extracelular y están asociadas con la protección contra los helmintos intestina- les. Las células Th17 están involucradas en el reclutamien- to de neutrófilos a los sitios de inflamación, juegan un papel importante en el mantenimiento de las barreras mucosas y contribuyen a la eliminación del patógeno en las superficies mucosas, pero también han sido implicadas en trastornos autoinmunes e inflamatorios. Los subcon- juntos reguladores de células T inducen citocinas supreso- ras, lo que restringe la inflamación e induce tolerancia. Las células B preparadas migran por drenaje linfático a los ganglios linfáticos mesentéricos, donde se estimulan aún más; luego pueden llegar a la sangre periférica y ha- cia sitios efectores mucosos distantes, particularmente la lámina propia intestinal, donde finalmente se convierten en células plasmáticas. La producción de IgA secretora es el principal mecanismo de adaptación del huésped para el control de la composición microbiana. Los anticuerpos secretores de IgA están dirigidos a bacterias específicas, y las bacterias más preferentemente dirigidas son aquéllas con potencial inflamatorio (bacterias que llevan flagelos, lipopolisacáridos, adhesinas u otros factores de virulencia detectados como señales de peligro). La toma de decisiones entre la inducción de una inmu- nidad productiva de tipo sistémico, con el potencial de daño tisular e inflamación, versus una respuesta tolerogé- nica parece estar instruida en gran medida por las células T presentadoras de antígeno condicionante del impacto microbiano. El sesgo de la respuesta inmune adaptativa depende de la presencia de señales de peligro de produc- tos microbianos, que son detectados por los receptores de reconocimiento de patrones. En ausencia de señales de peligro, las células presentadoras de antígeno condiciona- das inducen varios subconjuntos de células T reguladoras, que por sus citocinas IL-10 y TGF-b, o por interacciones celulares directas, pueden suprimir las respuestas inmuno- inflamatorias. Debido a nuestra larga asociación evolutiva con microorganismos relativamente inofensivos, el siste- ma inmune innato reconoce una gran cantidad de sim- biontes comensales como inofensivos o incluso los trata- mos como amigos. Dichos microbios son la fuerza principal para la inducción de células T reguladoras en los folículos linfoidesintestinales19. Controlar las vías mediadas por las células T reguladoras constituye un mecanismo homeos- tático esencial por el cual el huésped puede tolerar la car- ga masiva de antígenos inocuos dentro del intestino o en otras superficies del cuerpo sin provocar inflamación. La homeostasis del individuo con el entorno externo está altamente influenciada por el equilibrio dinámico entre las comunidades microbianas y el sistema inmune. 8 Microbiota, nutrición y enfermedades digestivas EFECTO BARRERA La microbiota intestinal ejerce un efecto barrera que previene la invasión de patógenos y el crecimiento exce- sivo de patobiontes. Esta función protectora de la micro- biota se caracteriza por la resistencia a la colonización por microbios exógenos20. Los microbios compiten por la unión a los sitios de mucinas y epitelios. Las bacterias no patógenas adherentes evitan la unión y la posterior en- trada de bacterias enteroinvasivas patógenas en las célu- las epiteliales. Además, los microbios compiten por la disponibilidad de nutrientes en nichos ecológicos y man- tienen su hábitat colectivo administrando y consumiendo los recursos. También pueden inhibir el crecimiento de sus competidores al producir sustancias antimicrobianas llamadas bacteriocinas. La capacidad de sintetizar bacte- riocinas está ampliamente distribuida entre las colectivi- dades microbianas del tracto gastrointestinal humano21. El crecimiento excesivo de bacterias oportunistas indíge- nas también está restringido por el efecto barrera de la comunidad en su conjunto. El equilibrio entre las espe- cies de bacterias residentes proporciona estabilidad en la población microbiana, pudiendo ser alterado por antibió- ticos, como en el caso del crecimiento excesivo de Clostri- diodes difficile, que generalmente es una consecuencia de la diversidad reducida de especies por el uso excesivo de antibióticos22. La capa de células epiteliales en el tracto intestinal está recubierta con una densa capa de mucina, una pro- teína fuertemente glucosilada que forma una barrera rica en carbohidratos entre las células y la microbiota intestinal23. Las células caliciformes especializadas en la capa epitelial secretan continuamente el proteoglicano mucina 2 (MUC2), que absorbe agua para formar una capa protectora de gel que protege al huésped del con- tacto directo con los microbios, pero también puede servir como una fuente de alimento constante para al- gunos miembros de la microbiota. El grosor de la capa mucosa aumenta a lo largo del tracto intestinal24. Una capa de moco más delgada en el intestino delgado, don- de el recuento microbiano es algo menor, puede facilitar la absorción de nutrientes por parte del huésped, y la capa más gruesa en todo el intestino grueso alberga más especies bacterianas25. OTRAS FUNCIONES Sorprendentemente, el impacto de la flora intestinal en el huésped va más allá del tracto gastrointestinal has- ta el cerebro, donde los metabolitos derivados de micro- bios pueden influir en la función y el comportamiento neuroendocrino26,27. En ratones, el butirato producido por la microbiota modula los niveles de neuropéptidos que gobiernan la saciedad, como la leptina y el péptido YY28. La actividad metabólica de las bacterias asociadas con el ratón también puede influir en los niveles circulantes de neurotransmisores, como la serotonina, y las enzimas bacterianas son capaces de sintetizar directamente el neurotransmisor triptamina29,30. Juntos, estos efectos en- docrinos pueden manifestarse en cambios en el compor- tamiento. Los ratones libres de gérmenes muestran nive- les más altos de conductas relacionadas con la ansiedad en comparación con los ratones convencionales, lo que se atribuye a niveles más altos de la hormona adrenocor- ticotropa (ACTH) circulante y corticosterona31. BIBLIOGRAFÍA 1. Koch R. An Address on Bacteriological Research. Br Med J. 1890;2:380-3. 2. Marchesi JR, Ravel J. The vocabulary of microbiome research: a proposal. Mi- crobiome. 2015;3:31. 3. Gilbert JA, Blaser MJ, Caporaso JG, et al. 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En una persona adulta, el tracto gastrointestinal puede albergar entre 500 y 1,000 especies de microorganismos; las bacterias de los filos Bacteroidetes (≈25%) y Firmicutes (≈60%) son las predominantes, y en menor proporción se detectan Proteobacteria, Verrucomicrobia, Fusobacteria, Cyanobacteria, Actinobacteria y Spirochaetes, arqueas, hon- gos, protozoos, virus y otros microorganismos3. Existen múltiples factores que pueden modificar la composición de la microbiota intestinal, entre los que se encuentran factores ambientales, genéticos y relaciona- dos con el estilo de vida (Fig. 1). FACTORES QUE ALTERAN LA MICROBIOTA Factores genéticos El número de bacterias específicas que se encuentran en la microbiota intestinal se determina en parte por la composición genética del huésped, como se ha observa- do en diversos estudios en modelos animales y en huma- nos. La estrategia principal para evaluar esto ha sido rea- lizar estudios en hermanos y en gemelos monocigóticos y dicigóticos. Los estudios han mostrado que existe una similitud importante en la composición de la microbiota en los miembros de una familia; sin embargo, se observa una mayor similitud con menor variabilidad en los geme- los monocigóticos. Un estudio realizado en una cohorte de gemelos en el Reino Unido (TwinsUK cohort) con 416 pares de gemelos encontró que existen módulos altamente heredables, como es el caso del módulo compuesto por la familia Christensenellaceae, Methanogenic archaea y género Tene- ricutes, y de un segundo módulo compuesto principal- mente por Bifidobacteriaceae. Los mismos autores publicaron además la continua- ción del estudio de la cohorte de gemelos aumentando el tamaño de la muestra a 489 gemelos dicigóticos y 637 monocigóticos; se confirmaron los hallazgos de los estu- dios previos y se identificaron más bacterias altamente heredables, como Firmicutes, Actinobacteria, Tenericutes y Euryarchaeota, mientras que los Bacteroidetes phylum mostraron ser poco herables4,5. Método de parto Durante el periodo de gestación el tracto gastrointes- tinal del bebé es estéril o contiene un nivel muy bajo de microbios, colonizándose rápidamente durante y des- pués del parto. A medida que el recién nacido pasa por el canal del parto, se expone a la población microbiana de la vagina de la madre; este proceso influye en el desarro- llo de la microbiota intestinal del bebé, que muestra simi- litudes con la microbiota vaginal de su madre. Debido a esto, al mes de edad los bebés que nacen por cesárea muestran un número reducido de microbios intestinales en comparación con los nacidos por vía vaginal, aunque CAPÍTULO 3 12 Microbiota, nutrición y enfermedades digestivas estas diferencias no siguen siendo detectables a los seis meses de edad6. Se piensa que la colonización inicial del intestino es fundamental para dar forma a la composición de la microbiota intestinal del adulto. Alimentación durante el primer año de vida La microbiota intestinal del lactante sufre una serie de cambios asociados con el cambio en la alimentación, que pasa de la lactancia materna o la alimentación con fórmula al destete y la introducción de alimentos sóli- dos7. La leche materna humana no es estéril, contiene más de 700 especies de bacterias y constituye una fuen- te de bacterias probióticas comensales que influyen en el desarrollo de las bacterias intestinales del lactante8,9. Además, contiene varios nutrientes funcionales y protec- tores, que ayudan a crear el microambiente adecuado para el desarrollo y la maduración del intestino, incluyen- do citocinas reguladoras y factores de crecimiento, así como lisozima, lactoferrina y oligosacáridos, que ayudan a prevenir las infecciones y promueven el crecimiento de bacterias beneficiosas; por ende, se prefiere siempre la alimentación con leche materna10. Por otro lado, se ha comprobado que la composición bacteriana de la leche de madres obesas es diferente y menos diversa que la de la leche de madres con peso normal, y muestra propie- dades proinflamatorias11. Estos factores contribuyen a modelar la microbiota e influyen en su composición en la vida adulta. COMPOSICIÓN DE LA DIETA Uno de los factores más importantes que influyen en la composición de la microbiota intestinal es la dieta, provocando cambios sustanciales y rápidos en su com- posición12. Un ejemplo de la gran influencia que tiene la dieta son los cambios en la microbiota que ocurren en gente de América Latina que migra a EE.UU., en donde adquieren el tipo de dieta occidental, reemplazando su dieta original rica en almidones y fibras dietéticas por proteínas y grasas animales. Los migrantes que se trasla- dan a una edad temprana tienen reducciones en las pro- porciones de Prevotella/Bacteroides, que persisten a lo largo del curso de la vida, y en el índice Shannon de di- versidad a en hongos y bacterias; dicho cambio se asocia con mayor riesgo de obesidad. Cualquier modificación dietética tendrá repercusión en la microbiota en diferente magnitud; además existen múltiples dietas específicas cuyo impacto en la microbio- ta ha sido evaluado. Dieta libre de gluten La dieta libre de gluten (DLG) en individuos sanos ocasiona cambios moderados pero significativos en la composición y efectos aún mayores en la actividad de las vías metabólicas bacterianas en la microbiota intes- tinal. En un estudio la DLG ocasionó un cambio a nivel taxonómico en la abundancia de ocho bacterias: Veillo- nellaceae, Ruminococcus bromii y Roseburia faecis, que disminuyeron con la DLG, y Victivallaceae, Clostridia- ceae, ML615J-28, Slackia y Coriobacteriaceae, que au- mentaron13. Se considera que las Veillonellaceae son una familia de bacterias proinflamatorias las cuales, se- gún se ha reportado, aumentan en pacientes con enfer- medad inflamatoria intestinal (EII), síndrome de intesti- no irritable (SII) y cirrosis. Es razonable pensar que la disminución en la abundancia de Veillonellaceae pueda ser uno de los mediadores del efecto benéfico de la DLG que se observa en pacientes con SII y trastornos relacionados con el gluten. De la misma manera, la dis- minución en la abundancia de Ruminococcus y sus pro- ductos de fermentación podría explicar el efecto bené- fico que experimentan algunos pacientes con SII. Sin embargo, el efecto de la ingesta de gluten en la micro- biota es menos pronunciado que el observado con el cambio de una dieta basada en alimentos de origen animal a una dieta vegetariana (o viceversa); no obstan- te, una DLG influye claramente en la abundanciade varias especies, en particular las que participan especí- ficamente en el metabolismo de los carbohidratos y el almidón. Figura 1. Factores que pueden modificar la microbiota intestinal. Factores genéticos Método de parto Alimentación lactante Contaminantes ambientales Lugar de residencia Edad Dieta – Fibra – Grasas saturadas – Dieta occidental – Edulcorantes Ejercicio Composición corporal Infecciones Medicamentos Comorbilidades Factores que afectan a la microbiota intestinal Factores que determinan la composición de la microbiota intestinal 13 Dieta vegetariana y vegana Existe una diferencia muy clara en la composición de la microbiota intestinal entre los individuos que siguen dietas veganas o vegetarianas y los que siguen dietas omnívoras. Los veganos y los vegetarianos tienen recuen- tos significativamente más altos de ciertas unidades taxo- nómicas relacionadas con Bacteroidetes en comparación con los omnívoros. Las fibras, es decir, los carbohidratos no digeribles, que se encuentran exclusivamente en las plantas, aumentan de manera más consistente las bacte- rias relacionadas con el metabolismo del ácido láctico, como Ruminococcus, Eubaterium rectale y Roseburia intes- tinalis, y reducen las especies de Clostridium y Enterococ- cus. Los polifenoles, que también son abundantes en los alimentos vegetales, aumentan las bifidobacterias y los lactobacilos, que tienen efectos antipatógenos y antiinfla- matorios, así como protección cardiovascular2. Dieta alta en grasa basada en alimentos de origen animal Una dieta alta en grasas, independientemente de la presencia de obesidad, influye de manera importante en la composición del microbioma intestinal. En un estudio rea- lizado en ratones se encontraron alteraciones asociadas al cambio a la dieta alta en grasas, incluyendo disminución de Bacteroidetes y un aumento de Firmicutes y las Proteo- bacteria. Esto se observó en presencia y en ausencia de obesidad, lo que indica que la grasa per se, y no la obesi- dad, es la causa principal de los cambios observados en la microbiota intestinal14. Asimismo, el aumento de la abun- dancia y la actividad de Bilophila wadsworthia en la dieta de origen animal apoya un vínculo entre la grasa alimenta- ria, los ácidos biliares y la proliferación de microorganismos capaces de desencadenar enfermedades crónicas y EII15. Edulcorantes artificiales Otro factor importante en la dieta es el consumo de edulcorantes artificiales para endulzar los alimentos. En años recientes diversos estudios han mostrado que su con- sumo tiene múltiples efectos deletéreos en el metabolis- mo, los cuales incluyen ganancia de peso en modelos mu- rinos expuestos a sacarina, acesulfamo o estevia, así como un aumento en la adiposidad con la sacarina. Además de estos efectos, la sacarina y el aspartamo se asocian con al- teraciones en la homeostasis de la glucosa en ratones, mientras que el aspartamo induce resistencia a la insulina, hiperinsulinemia y empeoramiento de la ateroesclerosis en ratones susceptibles (Deleción del gen ApoE [ApoE -/-]). Estos efectos en el metabolismo y la resistencia a la insulina se han observado también en humanos. Una de las razo- nes que explican estos cambios metabólicos es la altera- ción en la microbiota intestinal con el consumo de edulco- rantes, que incluye cambio en la composición, ganancia de genes relacionados con el metabolismo energético y cam- bios en la metabolómica de la microbiota intestinal. La importancia de una dieta saludable Como se ha mencionado previamente, los hábitos die- téticos que se asocian con un estilo de vida saludable (p. ej., consumo alto de frutas y verduras y bajo en grasas saturadas) también tienen un impacto positivo en la com- posición de la microbiota. Los polifenoles presentes en frutas, verduras, cereales, té, café y vino favorecen el cre- cimiento de bifidobacterias y lactobacilos, mientras inhi- ben bacterias con potencial patogénico como Helicobac- ter pylori y Staphylococcus sp. Además de esto, las vitaminas A, C, D y E promueven el crecimiento de bifido- bacterias, Akkermansia y lactobacilos. Minerales como el calcio, el magnesio, el fósforo, el selenio y el zinc contri- buyen a facilitar el crecimiento de Akkermansia, Bifidobac- terium y Ruminococcus. Finalmente, dentro de los hábitos saludables, el ejercicio puede contribuir también a un ambiente adecuado para diversificar y mejorar la micro- biota intestinal, a través de mecanismos como la mejoría de la función de la barrera intestinal, al preservar el espe- sor del moco y la permeabilidad intestinal. El ejercicio moderado se asocia con menos translocación bacteriana y más producción de proteínas antibacterianas, que en conjunto brindan beneficios a la microbiota intestinal. Infecciones Otro factor importante, bien conocido, que puede in- fluir en la microbiota es el desarrollo de infecciones. En un estudio en un modelo murino se evaluó el efec- to de una infección enteropatógena por Citrobacter ro- dentium en la microbiota de ratones y se encontró que ciertos grupos bacterianos del intestino se alteran en res- puesta a la infección por C. rodentium, incluida una reduc- ción de la abundancia relativa de Lactobacillus16. La infección por C. difficile es un resultado típico de una disbiosis severa en la microbiota intestinal17. Intere- santemente, se ha visto que el trasplante de microbiota intestinal de donantes sanos a pacientes infectados tiene efectos benéficos aumentando la riqueza y la diversidad microbiana18. Estos estudios demuestran que la caracteri- zación y la diversidad de la microbiota intestinal se ven alteradas por las infecciones bacterianas. 14 Microbiota, nutrición y enfermedades digestivas Un estudio que evaluó la infección por el virus de he- patitis B en un modelo murino encontró que la elimina- ción de la infección por el virus de la hepatitis B requiere el restablecimiento de la microbiota intestinal. Es eviden- te que el cambio en la microbiota intestinal del huésped afecta tanto a la patogénesis como a la eliminación de las infecciones bacterianas y virales. Medicamentos Además de los antibióticos, otros medicamentos pue- den influir en la composición de la microbiota, y, en ge- neral, la polifarmacia aumenta la frecuencia de trastornos gastrointestinales que pueden alterar la microbiota. Entre los medicamentos con efecto en la microbiota se encuentran los inhibidores de la bomba de protones, antiinflamatorios no esteroideos, antipsicóticos atípicos, antidiabéticos y quimioterapéuticos19. Los antibióticos tienen un profundo efecto (rápido y a veces persistente) en la microbiota intestinal; los antibió- ticos de amplio espectro reducen la diversidad bacteriana al tiempo que aumentan la abundancia de algunas bac- terias patógenas y disminuyen las benéficas20. Contaminantes ambientales Recientemente, varios estudios han demostrado la re- lación entre la microbiota intestinal y los efectos de los contaminantes ambientales, incluyendo metales pesados, contaminantes orgánicos, pesticidas, nanomateriales y aditivos alimentarios, y sus consiguientes efectos en la salud21. Aunque la mayoría de los contaminantes ambien- tales no se dirigen directamente a la microbiota intesti- nal, algunos pueden entrar en el cuerpo e interactuar con ésta a través de diferentes vías, provocando trastornos del metabolismo energético, la absorción de nutrientes y la disfunción del sistema inmunológico o la producción de otros metabolitos tóxicos22. Enfermedades relacionadas con la disbiosis intestinal El papel que juega la microbiota intestinal tanto en la salud como en la enfermedad ha sido objetivo de am- plias investigaciones, que han establecido su participa- ción en el metabolismo, la nutrición, la fisiología y la fun- ción inmunológica del ser humano. El desequilibrio de la microbiota intestinal se ha relacionado con condiciones gastrointestinales como la EII, el SII, la enfermedad por reflujogastroesofágico, la enfermedad acido-péptica y la esteatohepatitis no alcohólica. Estas enfermedades com- parten como mecanismo en común una activación del sistema inmunológico que conduce a una mayor inflama- ción; los componentes originados por la microbiota in- testinal, como el lipopolisacárido, el ácido lipoteicoico, el peptidoglicano, la flagelina y el ADN bacteriano, pueden causar la activación del sistema inmunológico23. Además, algunas afecciones sistémicas como la obesidad, la ate- roesclerosis, la diabetes tipo 2, el cáncer, la enfermedad de Alzheimer y la de Parkinson, la esclerosis lateral amio- trófica, el autismo, la atopia, etc., parecen relacionarse también con cambios desfavorables en la composición de la microbiota intestinal24, promoviendo una inflama- ción intestinal y consecuentemente una inflamación sis- témica de bajo grado, que promueven el desarrollo de estas enfermedades25. Los individuos con una baja diver- sidad bacteriana (el 23% de la población) se caracterizan por un aumento de la adiposidad general, resistencia a la insulina y dislipemia, y un fenotipo inflamatorio en com- paración con los individuos de alta diversidad bacteriana. Los individuos obesos del grupo de menor diversidad bacteriana también ganan más peso con el tiempo. Inclu- so diversos estudios indican que el microbioma obeso tiene una mayor capacidad para cosechar energía de la dieta26. CONCLUSIONES La microbiota intestinal es altamente dinámica y exis- ten múltiples factores que pueden modificarla. Los facto- res genéticos, así como el método de parto y la alimenta- ción durante el primer año de vida, parecen determinar el patrón y diversidad que tendrá un individuo, mientras que otros factores ambientales y del estilo de vida, así como enfermedades que se presentan a lo largo de la vida, pueden modificar la composición de la misma. BIBLIOGRAFÍA 1. 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Turnbaugh PJ, Ley RE, Mahowald MA, et al. An obesity-associated gut microbi- ome with increased capacity for energy harvest. Nature. 2006;444(7122):1027-31. 17 Técnicas de análisis de la microbiota intestinal: pasado, presente y futuro Blanca Estela López Contreras, Daniel Cerqueda García, Selene Molina Cruz y Samuel Canizales Quinteros INTRODUCCIÓN La microbiota intestinal humana, compuesta de bac- terias, hongos, virus, arqueas y parásitos, se considera uno de los ecosistemas más complejos del planeta1. En condiciones saludables, estos microorganismos mantie- nen una relación simbiótica y mutualista con las células humanas, la cual es indispensable para mantener la salud, participando en el desarrollo del sistema inmune, en el metabolismo energético y en diversos procesos nutricio- nales2,3. Sin embargo, existen factores como la dieta y el uso de fármacos, entre otros, que pueden alterar el equi- librio de este ecosistema modificando su composición y funcionamiento, lo que puede llevar al desarrollo de múl- tiples enfermedades4. Dada la creciente importancia que parece tener la microbiota intestinal en el mantenimiento de la salud y el desarrollo de enfermedades, resulta im- prescindible conocer las estrategias utilizadas para su es- tudio. Por ello, en este capítulo abordaremos algunas de las principales metodologías empleadas para comparar los cambios que ocurren en la microbiota intestinal de personas sanas o con alguna enfermedad, explorando sus ventajas o deficiencias, así como las herramientas bioin- formáticas para su análisis, uno de los retos más impor- tantes en este campo. MÉTODOS PARA LA TOMA, ALMACENAMIENTO Y PROCESAMIENTO DE MUESTRAS BIOLÓGICAS Por más de un siglo, el conocimiento sobre la micro- biota intestinal dependía de la capacidad de aislar y culti- var microorganismos anaeróbicos, que son los que más abundan en el intestino. Desafortunadamente, sólo se conocen las condiciones de cultivo para una fracción limi- tada de bacterias5, siendo ésta la principal dificultad para su identificación y cuantificación a través de esta metodo- logía. Por ello, la exploración
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