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Historia de la literatura comparada principales escuelas

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Historia de la literatura comparada: principales escuelas.
Raúl Martín Hernández Juárez
Casi todos los manuales de literatura comparada que abordan el tema de los orígenes de la disciplina coinciden en señalar que el nacimiento de la disciplina tiene lugar durante el siglo XIX en Francia y en Estados Unidos principalmente. Ello es cierto si analizamos la historia de la literatura comparada en cuanto disciplina académica, porque es en el siglo XIX cuando se crean las primeras cátedras y departamentos llamados ya de literatura comparada. Sin embargo, es indudable que la investigación literaria ha recurrido al método de análisis del cotejo o comparación de elementos para definir un objeto o elemento artístico literario desde siempre, y por ello es posible señalar el nacimiento de la literatura comparada como método de análisis y descubrimiento literario en fecha más temprana.
	La mal llamada escuela francesa, porque no formó ni se constituyó como escuela, se ha caracterizado por ser el centro neurálgico de la investigación de literatura comparada en su primera etapa. Ante esto, Claudio Guillén prefiera hablar de hora francesa refiriéndose al periodo que va de finales del siglo XIX hasta después de la 2da Guerra Mundial. 
	Los primeros rastros que se pueden encontrar acerca del comparatismo están en la obra de Madame Staël titulada De la Littérature considerée dans ses rapports avec les institutions sociales, de 1800, donde da una orientación sociológica de la literatura comparada: me he propuesto descubrir cuál es la influencia de la literatura sobre la religión, las costumbres y las leyes, y viceversa; idea que se complementa con la de Hippolyte Taine, que incorpora los conceptos de Raza, medio (ambiente, social) y momento (histórico), elementos que condicionan la producción literaria de una época.A pesar de estos antecedentes, para algunos el padre del comparatismo francés es Philarete Chasles, pues considera la literatura comparada como la historia intelectual de la humanidad, el magnetismo del pensamiento sobre el pensamiento. En el desarrollo histórico de la disciplina, Jacques Ampére dictó en París en 1832 un curso titulado “Histoire comparative des littératures”, de donde surgió el nombre anglosajón (Comparative Literature) de la disciplina. Se demostró que los estudios franceses de la época (1921-1931) se centran sobre todo en el análisis de las influencias, incluso René Étiemble atacó los límites demasiado estrechos del comparatismo francés, que hasta el momento se había limitado al estudio exclusivo de las “relaciones de hecho” de las literaturas europeas, y sólo desde la etapa renacentista hasta la contemporánea, ignorando la literatura medieval. 
	Como hemos visto, desde finales del siglo XIX hasta poco después de la Segunda guerra mundial predominó el ejemplo de los comparatistas franceses, que solían limitarse al estudio de influencias, y después fue imponiéndose la visión americana de un comparatismo más amplio. Para Claudio Guillén, se trata de dos modelos opuestos. Uno, el francés, “internacional”. Otro, el americano, “supranacional”. Sólo lo “supranacional”, relativo al estudio de las obras que mejor reflejan los sentimientos o experiencias comunes a todos los hombres, se incluye con propiedad en el ámbito de la literatura comparada. Lo “internacional” se limita al estudio de influencias de las obras en otros países. 
	Para los americanos, el estudio exclusivo de las influencias, característico del comparatismo francés, resultaba a todas luces insuficiente. Por ello proponen sustituirlo por un humanismo más amplio y profundo. Parece que el primer curso dedicado a la “general or comparative literatura” fue dictado en 1871 por el reverendo Charles Chauncey Schackford en la Cornell University, pero no fue sino hasta 1094 que se estableció definitivamente un verdadero departamento de literatura comparada en esta Universidad. 
	Tras la fundación de diversas instancias de literatura comparada, podemos observar que, tanto en Francia como en Estados Unidos, el desarrollo de la literatura comparada está unido a la implantación de departamentos, cátedra y seminarios. En relación a cómo se consideraba al comparatismo en Estados Unidos, debemos decir que, a juicio de Ulrich Weisstein, la literatura comparada debe situarse entre los extremismos propios de las “relaciones de hecho” francesas y la amplitud otorgada por los americanos al ámbito de estudio, sacando el mayor provecho del análisis comparativo de autores pertenecientes a distintas literaturas del mismo ámbito cultural. Así, Ulrich expone los métodos que, a su juicio, debe explotar la disciplina, ocupándose de la influencia y la imitación, la recepción y el efecto, la periodización, los géneros, los temas, y la relación entre la literatura y las demás artes. Además, defiende el desarrollo de una literatura general o universal (que identifica con la Historia de la literatura universal).
	De manera paralela, Claudio Guillén cree utópica la elaboración de una literatura universal, y prefiere centrarse en el desarrollo de los métodos comparativos. En su obra destaca los siguientes puntos de interés de los estudios comparatistas: los géneros, las formas los temas, la intertextualidady la periodicidad. Con lo cual podemos ver que, a pesar de mantener opiniones diferentes respecto de la viabilidad de los estudios de literatura universal, Ulrich y Guillén coinciden en lo esencial en cuanto a los métodos del comparatismo, y sus obras suponen un punto de referencia obligado para el desarrollo actual no sólo del comparatismo americano, sino de todo el comparatismo occidental. 
	Dentro de este panorama plural, existe una defensa hacia la misión globalizadora para el campo de la literatura comparada, frente a las visiones únicamente eurocéntricas o intramericanas (existe una fuerte presión administrativa para reducir o rechazar el estudio de lenguas y literaturas extranjeras), oponiéndose a cualquier tendencia imperialista.

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