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Occisión del Rey divino del Cap XXIV de La rama dorada

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“Occisión del Rey divino” del Cap. XXIV de La rama dorada
Este apartado abre con una frase por demás fuerte y reveladora de la naturaleza humana y de pensamiento pues establece que “El hombre ha creado los dioses a su propia semejanza”, y como él mismo es mortal, estas creaciones divinas deberán serlo, contrario al pensamiento judeocristiano occidental. De modo que tribus en Groenlandia, Egipto, África, tienen la creencia que sus dioses son perennes, y que ya han tenido la suerte de morir, sorprendiéndose con la naturaleza del dios cristiano. Sin embargo, en Egipto, al conocer el método de embalsamiento, se logró una supervivencia mayor del cuerpo incorrupto, tanto de los hombres, y por extensión, según lo mencionado al principio, de los dioses. 
 
	Continuando con esta creencia y en lo que respecta al apartado segundo del capítulo, podemos rastrear un pensamiento un tanto similar al que rigió las monarquías de siglos anteriores y las aún existentes, pues el Rey es considerado una representación divina de dios en la tierra, pero, en este caso, no de un dios inmortal y eterno, sino de un dios susceptible de ser sustituido, de modo que según estas creencias, no se debía dejar que el Rey muriera de causas naturales, pues eso significaba que su alma se había marchitado y ya no sería capaz de gobernar, un poco parecido al ejemplo de bailar en público con el costal a cuestas, así que el pueblo antes de que llegara el ocaso del Rey, se daba a la tarea de asesinarlos, así, se creía, se podía mantener el alma vigorosa y siempre joven para poder transferirla. 
	Relacionado con este aspecto, encontramos que existen lo que es denominado como reyes a plazo fijo, una suerte de comparación podemos establecer entre esa forma de gobernar y lo que hoy conocemos como democracia, pues el rey, lejos de ser cuidado y esperar a que presentara síntomas de decadencia, sólo duraba determinado tiempo en el trono, el cual, al ser casi risible por lo corto, no daba oportunidad de que entrara en una situación de decaimiento y así el trono permanecería viril y jovial permanentemente.