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Índice Portada Sinopsis Portadilla Dedicatoria Primera parte. El mundo desagregado 1. El efecto 10×. Multiplicadores del rendimiento para lograr el éxito duradero… 2. Abriendo paso a lo nuevo. El transfronterizo entorno laboral del siglo XXI 3. Mitos de la felicidad y el liderazgo. Defendiendo los cinco multiplicadores… Segunda parte. Qué hacen los líderes 10× 4. Fortalezas. Aprovechar al máximo tus cualidades 5. Salud. Insuflar energía a la vida y al trabajo 6. Concentración. Revelar lo extraordinario en lo ordinario a través del compromiso consciente 7. Relaciones. Crear lazos auténticos y positivos 8. Propósito. El significado y el compromiso son el camino hacia el liderazgo feliz 9. El enfoque equilibrado. Éxito sólido y en cascada Tercera parte. Cómo cambiar y mantener el cambio 10. Obstáculos y vías para un cambio de comportamiento duradero. Neuroplasticidad… 11. Crear caminos nuevos y duraderos para un liderazgo feliz. Herramientas y tácticas… 12. Colofón. El efecto 10× revisitado, y cómo convertirte en la suma total de lo que eres Agradecimientos Notas Créditos 2 kindle:embed:0001?mime=image/jpg Gracias por adquirir este eBook Visita Planetadelibros.com y descubre una nueva forma de disfrutar de la lectura ¡Regístrate y accede a contenidos exclusivos! Primeros capítulos Fragmentos de próximas publicaciones Clubs de lectura con los autores Concursos, sorteos y promociones Participa en presentaciones de libros Comparte tu opinión en la ficha del libro y en nuestras redes sociales: Explora Descubre Comparte 3 http://goo.gl/1OP6I6 http://goo.gl/v0wG2A http://goo.gl/JYqUxR http://goo.gl/IoPlU0 http://goo.gl/s0nYNA http://goo.gl/HjpKFD http://goo.gl/FKoB61 http://goo.gl/2VT2zx https://www.instagram.com/planetadelibros/ SINOPSIS Si estás súper cargado de trabajo, hiperconectado, eres cada vez más exigente, has dejado de experimentar una verdadera alegría por lo que haces, pasas el día sintiéndote agotado, apagando incendios y rara vez te sientes realmente conectado con tu organización, tu trabajo o tu gente, con este libro puedes redescubrir tu pasión por la vida y el trabajo y encontrar la satisfacción y el éxito que te mereces. A lo largo de años de trabajo junto a cargos ejecutivos de algunas de las compañías líderes de todo mundo, los autores han podido identificar a un selecto grupo de individuos a los que han llamado los 10X Leaders. Han analizado sus comportamientos, sus estilos cognitivos, su manera de pensar, etc., y todo ello lo han plasmado en estas páginas. 4 Tal Ben-Shahar y Angus Ridgway Ser feliz es decisión tuya Herramientas de la psicología positiva para incrementar tu productividad y tu felicidad Traducido por María Maestro 5 A Warren Bennis, Richard Hackman y Philip Stone; os echo de menos. TAL BEN-SHAHAR A Marisa, con gratitud por su incansable apoyo. ANGUS RIDGWAY 6 Primera parte EL MUNDO DESAGREGADO 7 1. EL EFECTO 10× Multiplicadores del rendimiento para lograr el éxito duradero y la realización plena Probablemente tendrás la sensación de conocer a los siguientes personajes. A uno de ellos lo llamaremos Tristán, y lo podríamos apodar el Cansado. Dirige un equipo en una gran consultora, y se despierta cada mañana sintiéndose agotado. Hoy, nada más levantarse, lo primero que ve al mirar por la ventana es el rosal que hace años plantó para su mujer el día de su aniversario, salpicado ahora de flores marchitas que necesitan una poda urgente. A él le solía encantar la jardinería, y todavía le gustaría, o eso piensa..., si dispusiera de tiempo para ello. Y, después de tomarse la primera de sus muchas tazas de café diarias, prepara el almuerzo que sus hijos se llevan cada día a la escuela, el mismo almuerzo que lleva años preparándoles y que a ellos no parece hacerles mucha gracia. Sin embargo, da la impresión de que no está dispuesto a romper esa rutina, ya que, entre las muchas cosas que últimamente tiene pendientes de discutir con sus hijos, la del almuerzo parece estar muy abajo en su lista de prioridades. En el trabajo, el final del trimestre está a la vuelta de la esquina y Tristán está machacado con una serie de informes que tiene pendientes, los cuales, al igual que le sucede con el tema del almuerzo de sus hijos, parece no acabar de resolver satisfactoriamente nunca. Se los han devuelto repetidas veces para que haga cambios, y, mientras se dedica a rehacerlos, se retrasa en devolver las llamadas y contestar los correos electrónicos y los mensajes de texto de colegas que necesitan la información y la orientación que él acostumbra a brindarles, al menos cuando no está absorto en la vorágine de los informes trimestrales. Su habilidad y facilidad para comunicarse con los demás es una de sus mayores fortalezas —de hecho, eso lo destacó entre otros en la entrevista tras la cual fue contratado—, pero Tristán desestimó la vía de las relaciones públicas para perseguir lo que para él era una carrera ejecutiva más gratificante. Desde entonces trata de apuntalar sus debilidades en el campo de las finanzas y el análisis técnico, y, aunque sigue sin dominar los números, insiste en participar en los detalles financieros de los informes trimestrales. A menudo les pide a otros miembros del equipo que se queden con él hasta tarde, ya sea en la oficina o en su casa, donde se saltan la cena familiar para acabar cenando comida basura en el estudio mientras revisan los informes. 8 En la universidad, Tristán estaba en el equipo de campo a través, pero no recuerda cuándo fue la última vez que caminó más allá de la entrada del vehículo de su casa, y menos aún hasta el gimnasio. Dedica todas sus energías al trabajo, y, para colmo de males, está bastante seguro de que la empresa no lo va a promocionar. Se rumorea que Felicity, la encantadora mujer a quien él consideraba su némesis desde la universidad, va a ser quien consiga el ascenso. En casa se muestra malhumorado; en el trabajo es un manojo de nervios, y cada vez se siente más aislado. Le cuesta contratar a jóvenes para su equipo, en parte porque, cuando detecta un ápice de ambición en un colega, se siente amenazado y acaba siempre trabajando solo. Todos los días son machaconamente iguales. Cuando llega a casa, el tiempo que pasa con su familia es agotador; se pasa el tiempo tratando de responder como puede las llamadas telefónicas y los mensajes de texto mientras su mujer y sus hijos le cuentan los avatares del día. Está a punto de cumplir cuarenta años de edad, y se pregunta en qué se ha equivocado. Felicity conseguirá el ascenso; de hecho, acabará dirigiendo la compañía en un par de años más. Ha estado llevando la misma carga de trabajo que Tristán y tiene hijos pequeños, pero a diario se levanta descansada, con un profundo sentimiento de bienestar. Al igual que Tristán, está hasta arriba de informes trimestrales, pero suele dar por terminada la jornada —y anima a su equipo a hacer lo mismo— cuando advierte que está demasiado cansada para pensar. Felicity mantiene una fluida relación de confianza con los miembros de su equipo, que a menudo le toman el pelo por no ser capaz de crear una hoja de cálculo que le salve la vida. Sin embargo, lo que mejor se le da es comprender intuitivamente la esencia de gran cantidad de información, por muy ingente que ésta sea. Cuando su equipo le presenta los números, es capaz de detectar dónde puede haber problemas o tendencias, y lo resuelve antes que nadie estudiando una hoja de cálculo. A la gente le encanta trabajar con Felicity; ella parece sacar lo mejor de cada uno, reconociendo las fortalezas de los empleados y ayudándoles a encontrar el modo de aprovecharlas. Es respetuosa por naturaleza, y siempre tiene algo positivo que decir sobre sus colegas. Los empleados más inteligentes de la empresa compiten entre sí para unirse a su equipo, y ella los acoge de buen grado, consciente de que sus habilidades se complementan. Todos se apoyan entre sí. Aunque no es de naturaleza atlética, Felicity hace ejercicio físico como mínimo tres días a la semana.Sigue haciéndolo incluso cuando está más agobiada de trabajo, para mantenerse activa y evitar sentirse agotada. Su energía es contagiosa. Le resulta fácil concentrarse en el trabajo, y es capaz de hacer que los demás la sigan, tanto en el trabajo como en casa, donde ha creado con su pareja una red de apoyo que le ayuda a cuidar de su familia. Aunque ocasionalmente se permite probar el chocolate y una copa de vino tinto, Felicity dedica tiempo y esfuerzo a llevar una buena dieta. Su mundo es mucho más amplio que su puesto de trabajo. Como la mayoría de la gente, siente que debería pasar 9 más tiempo con su familia, pero se asegura de aprovechar al máximo el tiempo de que dispone dedicando toda su atención a su pareja y a sus hijos. Felicity también es un activo y generoso miembro de su comunidad local, y contribuye con su tiempo y su dinero a distintas causas benéficas. Y esto es lo que pasa con Tristán y Felicity: las diferencias entre ellos —en su bagaje, su educación, sus circunstancias e incluso en sus capacidades innatas— son insignificantes. Ambos se criaron en familias de clase media baja, ambos fueron los primeros de sus respectivas familias en ir a la universidad. Estudiaron en la misma escuela de negocios y se graduaron entre los mejores de la misma clase. Ambos empezaron sus carreras con expectativas igualmente prometedoras, y los dos son inteligentes y ambiciosos, y da la sensación de que son capaces de afrontar cualquier reto. Tristán y Felicity podrían haber seguido el mismo camino hacia el éxito. Pero, cuando estaban a punto de cumplir los cuarenta años de edad, quedó claro que Tristán avanzaba a trompicones, mientras que Felicity prosperaba. En términos de rendimiento laboral y de felicidad general, la diferencia salta a la vista. ¿Qué tiene esto que ver contigo? Piensa en tus mejores momentos y en aquellos en los que simplemente te dejabas llevar limitándote a cubrir el expediente. No había una ínfima diferencia del 5 por ciento entre cómo te sentías y lo que producías. Era una diferencia que tal vez superaba el 50 por ciento. La brecha entre prosperar e ir a trompicones es abismalmente grande: en cuanto a la calidad de la experiencia, el grado de compromiso y la cantidad de producción llega a multiplicarse por 10. Nosotros tenemos un término para la gente que funciona a este nivel: los líderes 10×. Los líderes 10× hacen que todo parezca sencillo. Trabajar con ellos es fácil. Sacan lo mejor de los demás, con lo cual ayudan a los equipos y a las organizaciones a medrar. Esas personas son los jefes, los socios y los compañeros de tus sueños. Los líderes y las organizaciones 10× son reales, aunque escasos, y ha sido precisamente esa escasez lo que ha hecho que nosotros —Angus Ridgway y Tal Ben-Shahar— empezáramos a plantearnos las preguntas que desembocaron en la fundación de nuestra propia organización, Potentialife, con el fin de desarrollar las presentes y futuras generaciones de líderes. El origen de este libro en McKinsey y Harvard Angus Ridgway empezó su carrera profesional como estudiante de estrategia en McKinsey & Company, una consultora internacional, y acabó dirigiendo el programa de consultoría estratégica para Europa, Oriente Próximo y África. Viajaba constantemente, y su misión era ayudar a los clientes a diseñar soluciones que dieran respuesta a sus problemas. Pero, después de un tiempo dedicado a esta tarea, algo empezó a inquietarle: advirtió que, con algunos clientes, e independientemente de lo buena que fuera la estrategia que hubieran desarrollado, todo esfuerzo estaba condenado al fracaso. La estrategia que tan meticulosamente habían diseñado nunca se implementaría. Angus 10 enseguida podía predecir cuándo iba a suceder algo de este tipo. La clave, según aprendió, estaba en el liderazgo: la capacidad de influir en el pensamiento y las actividades de las personas en un esfuerzo compartido para alcanzar los objetivos y para, en última instancia, lograr una visión común. Las organizaciones que tenían buenos líderes —no sólo en la dirección, sino en todos los niveles inferiores— serían capaces de desarrollar cualquier iniciativa. Otros, en cambio, estaban perdiendo el tiempo. Esta toma de conciencia hizo que Angus cambiara su enfoque para dedicarse a mejorar el liderazgo, tanto en McKinsey como en el seno de las organizaciones de los clientes de la empresa. Al cabo de un tiempo, Angus se convirtió en el líder del programa de desarrollo de liderazgo de McKinsey, y en ese rol empezó a estudiar concienzudamente la pregunta de por qué tanta gente inteligente y capaz no lograba alcanzar su potencial y asumir su rol de liderazgo en las organizaciones; en suma, por qué tanta gente acababa como Tristán y no como Felicity. Sus investigaciones le llevaron al trabajo de Tal Ben-Shahar, al que conocía por ser uno de los conferenciantes más valorados de la Universidad de Harvard. Los cursos de Tal sobre psicología positiva y psicología del liderazgo estaban entre los más populares que se habían impartido en la universidad: había alrededor de 1.400 estudiantes matriculados por semestre. Tal Ben- Shahar era un aclamado autor de varios superventas internacionales, entre los que se incluyen Ganar felicidad (RBA-Integral, 2008) y Being Happy, que han sido traducidos a más de 25 idiomas. Tras dejar Harvard, Tal se ha dedicado a recorrer el mundo impartiendo cursos sobre excelencia organizacional y personal, liderazgo, felicidad, resiliencia, ética y autoestima. En abril de 2011, Angus era el encargado de organizar la conferencia anual de socios McKinsey, una conferencia que congrega a los cien accionistas más importantes de la empresa a escala mundial, y que se celebra en Washington D. C. Angus había invitado a Tal para que diera una charla sobre fortalezas al grupo de liderazgo. Nosotros, Tal y Angus, coincidimos en una de las cenas que tuvieron lugar durante la conferencia, y enseguida advertimos que nos enfrentábamos a los mismos problemas: por lo general, las organizaciones —compañías, comunidades, colegios y organizaciones sin ánimo de lucro— estaban fracasando en sus intentos de crear nuevas generaciones de líderes brillantes. Dondequiera que fuésemos, ya fuera por trabajos de consultoría o por charlas, detectábamos un desarrollo ineficaz del liderazgo. Y fue en este primer encuentro cuando llegamos a lo que nosotros consideramos una importante conclusión. Nos dimos cuenta de que el problema radicaba en que la mayoría de las organizaciones concebían el liderazgo de una manera errónea. Lo que se necesitaba era un nuevo paradigma, una nueva forma de entender lo que los líderes de hoy necesitan para medrar. «El núcleo, la esencia, del liderazgo eficaz es la prosperidad y el crecimiento personales.» 11 Dicho de otro modo, en el mundo desagregado de hoy, donde todos los empleados de una organización tienen la libertad de interpretar por sí mismos lo que se supone que deben hacer, la mejor manera de pensar en el liderazgo es vinculándolo con el crecimiento y la prosperidad personales. Si tienes una organización llena de gente exitosa o pletórica (con individuos que son la mejor versión de sí mismos y que ayudan a otros a convertirse en su mejor versión), entonces tienes una organización de liderazgo lista para enfrentarse al mundo de hoy. En suma, el crecimiento y la prosperidad personales y el liderazgo son sinónimos. También observamos que esta toma de conciencia tenía consecuencias revolucionarias sobre el modo de concebir a los ganadores y los perdedores: las organizaciones ganadoras serán aquellas que vean, reconozcan y apliquen esta idea mediante el desarrollo de líderes exitosos en «toda» la organización. Hoy, por tanto, se necesitan más líderes que nunca. Asimismo, las organizaciones perdedoras serán aquellas que desestimen esta idea tratando de reinstaurar el orden, el control, la alienación y la docilidad, y eliminando, por consiguiente, el oxígeno y el espacio para expresarse que ha generado la desagregación. La conclusión a la que llegamos nosotrosfue doble: en primer lugar, se requería una nueva definición de liderazgo para la era moderna, una definición que se enfocara en el crecimiento y la prosperidad personal en vez de en el dominio y el control; y en segundo lugar, hacían falta nuevos métodos de intervención que permitieran profundizar en la organización de un modo que los enfoques existentes, no escalables y laboriosos, no podían. De hecho, este descubrimiento, el cual cambiaría nuestras vidas y acabaría desembocando en la creación de Potentialife, tuvo lugar en la misma conferencia de 2011 en la que decidimos aunar esfuerzos y crear una nueva hoja de ruta basada en nuestra experiencia compartida: aplicar la ciencia del liderazgo positivo en una experiencia que permitiera al mayor número de gente posible prosperar en una era que, aunque incierta, está llena de oportunidades. Y al profundizar en las organizaciones, estaríamos ayudándolas a implementar estrategias ganadoras que aprovecharían el poder del liderazgo positivo a gran escala. Sabíamos que necesitábamos una solución que fuera personalizada, local y contextualizada, pero también escalable a miles de personas en todo el mundo. La solución debía integrar el mejor pensamiento basado en la evidencia, no sólo sobre lo que define un buen liderazgo, sino también respecto a cómo crear un cambio de comportamiento duradero. Debía dejar claro por qué existe una brecha tan enorme, tanto en lo que respecta a la felicidad como al rendimiento, entre aquellos que son capaces de desarrollar su potencial para el liderazgo y aquellos que no: por qué Tristán va a trompicones mientras Felicity prospera. 12 De modo que nos embarcamos en una exploración compartida, reuniéndonos docenas de veces, trabajando codo con codo durante horas, las más de las veces en salas de aeropuerto sin ventanas —París, Tokio, Nueva York y Londres—, mientras los sistemas de megafonía seguían zumbando y hordas de viajeros aburridos pasaban por las cintas mecánicas. Con cada uno de aquellos encuentros, antes de partir hacia nuestros respectivos destinos, estábamos más cerca de nuestra solución. «El propósito de este libro es compartir lo que hemos aprendido sobre los comportamientos que hacen que los mejores líderes sean lo que son y cómo todo el mundo puede poner estos comportamientos en práctica; y ello para explorar y definir los fundamentos científicos de nuestra compañía, Potentialife y su programa de liderazgo 10×.» Para qué sirve este libro y qué lo hace único Al explorar las nuevas realidades del mundo laboral, nos guiamos por una importante verdad: las dos preguntas que habían impulsado nuestras carreras profesionales —qué es lo que conforma a un buen líder y qué hace crecer y prosperar a las personas felices— tienen las mismas respuestas. Por supuesto, esas respuestas no son sencillas ni fáciles de obtener. Uno de nosotros (Angus) se había pasado más de veinte años tratando de responder a la primera, y el otro (Tal) había pasado un período de tiempo similar enfocado en la segunda. Y en ese lapso relativamente breve de tiempo, ambos hemos visto cómo el mundo laboral ha experimentado una revolución histórica: la gente se mueve y cambia de empleos y lealtades a un ritmo sin precedentes. Los roles que desempeñamos en el lugar de trabajo y en el mercado laboral están en constante movimiento. Absorber y sintetizar información se ha convertido en una tarea abrumadora. Un mundo tan incierto e inestable requiere creatividad, adaptabilidad, innovación, discernimiento de patrones, visión y resiliencia. Esto es aplicable tanto para los individuos como para las organizaciones. Éstas son las principales cualidades que definen el liderazgo 10×. La actual velocidad de cambio del entorno empresarial es el factor clave que explica por qué existe una brecha tan grande entre las personas que prosperan y las que van a trompicones. Si no eres capaz de adaptarte constantemente, de mantener la energía y de seguir aprendiendo y creciendo, perderás el tren. El programa de liderazgo 10× no sólo tiene como objetivo ayudaros a ti y a tu organización a sobrevivir en el mundo de hoy, sino también a prosperar. El presente libro compila los conocimientos de las áreas de estudio en las que cada uno de nosotros ha desarrollado su carrera: el conocimiento de Angus en modelos de liderazgo basados en la investigación que continúan siendo refinados y adaptados por una generación emergente de líderes; y el conocimiento de Tal de la psicología positiva, 13 el estudio de cómo florecen los individuos y las organizaciones. Ambos esperamos que cada uno de los capítulos de este libro responda, a su modo, las dos preguntas claves para todo el que quiera desarrollar un liderazgo más positivo y significativo: 1. ¿Cómo puede mi rol de líder ayudar a mi organización a conseguir nuestras metas compartidas? 2. ¿Cómo puede mi rol de líder aportarme a mí, y aportar a los que me rodean, alegría? Este libro, basado en el programa 10× de Potentialife, aspira a contribuir de manera significativa a mejorar el mundo al promover una redefinición del modo en que se desarrollan los líderes. La combinación única de nuestras esferas de conocimiento —qué conforma a un buen líder y qué hace a la gente feliz— nos ha permitido desarrollar un programa de liderazgo que combina unos recursos tradicionalmente presentados como mutuamente excluyentes. En su pionero tratado de gestión Empresas que perduran: principios básicos de las compañías con visión de futuro (Paidós Ibérica, 1996), James Collins y Jerry Porras describen lo que ellos llaman la «tiranía del O» (o «tiranía de la disyuntiva»), un enfoque limitado a la toma de decisiones que preceptúa la elección de una entre dos opciones. La «tiranía del O» incita a la gente a creer que las alternativas son mutuamente excluyentes —o X o Y— y que no cabe la posibilidad de elegir ambas. A medida que vayas leyendo este libro, verás que comulga con lo que Collins y Porras llaman el «genio de Y» —la capacidad de adoptar a la vez dos o más posibilidades aparentemente contradictorias— de diversas formas: • Teoría Y práctica. Este libro presenta argumentos sólidos y convincentes, y los ilustra con ejemplos de prácticas empresariales reales. • Base científica Y casos prácticos e historias personales. La columna vertebral de este libro y el programa 10× es la ciencia empírica del comportamiento organizacional e individual, a la que damos vida con historias, tanto del mundo en general como de individuos que han vivido la experiencia de Potentialife. • Individuo Y sociedad. Abordamos no sólo los cambios sociales más generales que tienen lugar en nuestros días, sino también cómo estos cambios nos están afectando. • Respiración Y profundidad. Integramos distintos campos de estudio, recopilando ideas claves —de la psicología, la sociología, la empresa, la educación y otros campos— sobre cómo crecer y prosperar. Al mismo tiempo, aportamos la suficiente profundidad ahondando lo necesario con el fin de ofrecer consejos prácticos para efectuar un cambio real. 14 • Liderazgo Y bienestar. Este libro sostiene, basándose en la creciente evidencia, que ambos campos son inseparables: aquellos que aspiren a liderar algo en el mundo actual deben responder de su propio bienestar y el de los demás; y para ser más felices debemos cultivar las características de los líderes 10×. ¿Cuáles son estas características? De esto trata principalmente este libro. La mayor parte del tiempo que hemos pasado juntos desarrollando el programa Potentialife nos hemos dedicado a estudiar a los líderes que más admiramos, tanto de la empresa como de la política, la ciencia, el mundo académico y otros sectores. Evidentemente, no hay un único modo de liderar, triunfar y ser feliz. Pero, cuando observamos y hablamos con estos líderes, y continuamos analizando las investigaciones sobre el éxito y la satisfacción, detectamos cinco áreas de enfoque recurrentes: • Fortalezas (Strengths). Los líderes 10× se centran fundamentalmente en sacar más provecho de sus fortalezasen lugar de enfocarse en mejorar ligeramente sus debilidades. • Salud (Health). Se mantienen productivos y felices al evitar el agotamiento por medio de equilibrar los períodos de estrés y de esfuerzo con actividades de recuperación que restauran la mente y el cuerpo. • Concentración (Absorption). Triunfan a base de dedicar la mayor parte de su tiempo a vivir intensamente el momento y a sumergirse en el trabajo pendiente sin esperar a que la inspiración haga acto de presencia. • Relaciones (Relationships). Lideran no sólo ejerciendo el poder y el control, sino cultivando relaciones auténticas y positivas con el fin de conseguir una visión compartida. • Propósito (Purpose). En lugar de limitarse a hacer mecánicamente una lista de tareas mientras esperan descubrir el fin último de su vida, los líderes 10× encuentran sentido y compromiso en sus quehaceres cotidianos. Estas ideas no son vanguardistas. Todas forman parte de la psicología general y la teoría organizacional, y algunas cuentan con un corpus de investigaciones de décadas de antigüedad que demuestra que puedes obtener notables resultados enfocándote en cualquiera de ellas. Cuando analizamos los rasgos de los líderes 10×, descubrimos que éstos tendían a combinar e integrar estos multiplicadores del rendimiento (expresados en inglés con el acrónimo SHARP) con el fin de conseguir un éxito duradero y la plena realización, tanto en su vida profesional como en su vida personal. Cómo se estructura este libro El presente libro consta de tres partes. La primera parte (capítulos 1 a 3) presenta nuestra visión del desarrollo del liderazgo bajo un enfoque que combina la ciencia organizacional y la psicología positiva. En el capítulo 2, describimos el mundo cada vez 15 más desagregado en que vivimos. Las ideas sobre la vida y el trabajo definidas durante la era industrial se desvanecen a medida que un mundo postindustrial más volátil se materializa. Este nuevo mundo, definido por la fluidez de las personas, la fluidez de roles y la fluidez de la información, ha tenido dos importantes efectos en la sociedad: por una parte, ha hecho que el comportamiento relacionado con el liderazgo sea más importante que nunca, tanto para los individuos como para las organizaciones; y, por otra, ha hecho que nuestros puntos de vista sobre la felicidad y el éxito parezcan manifiestamente desfasados y erróneos. En el capítulo 3, empezamos a presentar el dilatado corpus de pruebas revisadas por homólogos que pone de manifiesto estas falsedades y, a la vez, sugiere nuevas estrategias para ser personas felices y exitosas. En la segunda parte (capítulos 4 a 9) compartimos nuestro análisis de qué es aquello que conforma a los líderes y las organizaciones 10×, y, pese a que en muchos casos se evidencia que hay múltiples maneras de liderar y de crecer y prosperar, desvelamos lo que nosotros hemos identificado como los cinco multiplicadores del rendimiento comunes a los líderes 10×: fortalezas, salud, concentración, relaciones y propósito (también aludido con el acrónimo SHARP, formado a partir de strenghs, health absortion, relationships, purpose, y que significa «agudo» o «perspicaz»). Explicamos detalladamente qué significan para nosotros cada uno de estos multiplicadores del rendimiento, aportamos estrategias concretas para su desarrollo individual y ofrecemos ejemplos de cómo las personas los han utilizado, tanto de forma aislada como en grupo, para ser más felices y competentes. A lo largo de estos capítulos, te instaremos a tomarte lo que llamamos un «momento multiplicador» (SHARPening moment) para reflexionar sobre aquellas tácticas que te han funcionado en el pasado, a fin de que, conforme a la ciencia y la información que presentamos en cada capítulo, puedas identificar cuáles pueden funcionar para ti en el futuro para, posteriormente, desarrollar cada uno de estos multiplicadores del rendimiento como un activo. También ofreceremos una breve muestra de las tácticas y técnicas que utilizan los líderes efectivos para cultivar cada uno de estos multiplicadores entre sus colegas a fin de generar motivación y liderazgo en el puesto de trabajo. En la tercera parte (capítulos 10 a 12) abordamos las dificultades que entraña proponerse hacer un cambio duradero. Aunque presentamos algunos de los obstáculos que, por lo general, se interponen en el camino que lleva a hacer un cambio significativo, también aportamos la visión global de la ciencia que demuestra que tal cambio es posible, tanto en nuestra forma de pensar como en nuestra forma de actuar; y, luego, explicamos algunos de los métodos probados para efectuar dichos cambios. Te presentamos una serie de prácticas para cambiar los hábitos y comportamientos indeseables, para ritualizar comportamientos más saludables y productivos y para hacer de esos rituales algo permanente en tu vida. Finalmente, en el capítulo 12, alejaremos el zum para echar un último vistazo al efecto 10×: a cómo funcionan las personas y las 16 organizaciones (y a cómo mantienen resultados positivos) después de poner en práctica las ideas y los métodos abordados en este libro. Nuestra esperanza es que todo el que lea este libro elija, como los buenos líderes, convertirse en un agente activo del cambio, impulsando su vida y la de cuantos le rodean hacia la felicidad y el éxito compartidos. 17 2. ABRIENDO PASO A LO NUEVO El transfronterizo entorno laboral del siglo XXI No puedes bañarte dos veces en el mismo río, porque siempre fluyen aguas nuevas. HERÁCLITO DE ÉFESO En el verano de 2014, el Instituto Roosevelt, un laboratorio estadounidense de ideas progresistas, lanzó lo que denominó el Próximo Proyecto de la Economía Estadounidense, para lo cual convocó a expertos de la empresa, del gobierno y del mundo académico para identificar las tendencias y los desafíos que darían forma a la economía durante el próximo cuarto de siglo. En el plazo de un año, estos expertos habían llegado a una audaz conclusión: «La economía de Estados Unidos —escribió Bowman Bo Cutter, miembro del Instituto Roosevelt— se encuentra al borde de una transformación tan profunda como la de la revolución industrial».1 El arquetipo de trabajador de empresa —empleado permanente a tiempo completo que trabajaba toda su vida para un mismo empleador y, luego, se retiraba con un reloj de oro y una confortable pensión— alcanzó su punto álgido en la sociedad posterior a la segunda guerra mundial, al inicio del llamado baby boom. Pero, más adelante, las cosas empezaron a ser más complejas. La revolución digital trajo consigo avances tanto en el campo de la informática como en el de las comunicaciones, incluido el ahora omnipresente internet, facilitando la automatización y el rediseño de tareas. Los acuerdos de comercio internacional rompieron las barreras históricas en el intercambio de bienes y servicios. En la década de 1990, el legendario gurú del management Peter Drucker había acuñado el término outsourcing (subcontratación o externalización) para referirse a la contratación de procesos a terceros que podrían efectuarlos mejor y a un menor coste. Otro nuevo término fue el de «globalización», que surgió en alusión al achicamiento del tiempo y el espacio que históricamente habían separado a las personas de todo el mundo y a la creciente facilidad con que individuos y organizaciones podían interactuar. Todavía estamos en medio de esta transformación, y no hemos determinado cómo denominarla: la era digital, la sociedad postindustrial, la gig economy (o economía de los pequeños encargos, o de free lancers). El mundo actual incluye inventos revolucionarios que le habrían parecido ciencia ficción a cualquier trabajador de la cadena de montaje de Henry Ford: en lugar de aceptar trabajos como taxistas, por ejemplo, algunas personas se descargan una aplicación de una compañía de redes de transporte online, como Uber Technologies; se conectan con potenciales clientes directamente a través de teléfonos 18 inteligentes ofreciendo sus tarifas en cientos de ciudades de todo elmundo; y obtienen ingresos usando estas tarifas y conduciendo sus propios vehículos. TaskRabbit, otro mercado móvil online, pone en contacto a trabajadores autónomos (o free lancers) con clientes que necesitan ayuda con tareas cotidianas como la limpieza, la entrega de paquetes y otros trabajos ocasionales. No es que la empresa convencional esté desapareciendo del mundo. ya que sigue siendo la fuerza de producción y empleo dominante. Pero su dominio se está desvaneciendo. Ante semejante competencia, la de un creciente número de personas que se vinculan a las empresas establecidas por nuevas y diferentes razones, la empresa convencional está pasando a ser algo más que un ente benefactor vitalicio que dirige el cotarro y paga las nóminas. Cada vez son más los trabajadores que buscan menos la seguridad del patrocinio y más la oportunidad de aprender, crecer y convertirse en versiones más felices de sí mismos. Los antiguos términos utilizados para calificar el éxito —subir en la escala corporativa y romper el techo de cristal— empiezan a parecer pintorescos resquicios de un tiempo en el que las personas enfocaban sus ambiciones y sus pasiones en una sola dirección. Prosperar en el entorno de trabajo —llegar a ser más enérgico, estar más comprometido y enfocado y sentirse más feliz— siempre ha sido importante, y por razones evidentes. Pero, en el viejo orden mundial de la compañía jerárquica, cabía la posibilidad de que una persona que trabajara toda su vida en una situación estable —con resultados modestos, con una competencia marginal y en un rol profesional y un espacio físico estrictamente establecidos— sólo estuviera realizando tareas que le impedían prosperar personalmente. Evidentemente, a nadie le gusta vivir así, pero nuestros estudios del entorno laboral nos han llevado a concluir que, incluso de darse el caso, eso ya no sería posible. Las organizaciones de hoy en día no se pueden permitir infrautilizar el talento y la iniciativa, ni pensar en la palabra «emprendedor» como en un término que se aplica únicamente a un grupo elitista de innovadores. El mundo —y especialmente el entorno laboral— se ha ido «desagregando» a medida que el entorno estable y protector de la empresa iba desapareciendo. Así como las compañías han tenido que volverse más ágiles y receptivas al vertiginoso ritmo del cambio, también los empleados deben volverse más emprendedores, resolviendo por sí mismos cómo sacar de ellos el mayor partido posible, tanto en el trabajo como en su vida personal. Por consiguiente, el autoliderazgo —el liderazgo 10×— empieza a ser determinante para el éxito y el bienestar general, y no sólo para los que están en la cima de la jerarquía corporativa. A medida que nos internamos en el mundo del trabajo, observamos una creciente «ausencia de fronteras», la desaparición de las barreras tradicionales, tanto entre las distintas organizaciones como dentro de las mismas, y estamos convencidos de que este mundo, aunque pueda parecer a priori un tanto intimidatorio, tiene mucho más potencial 19 para aportar alegría a la gente que ningún otro de los modelos socioeconómicos que lo precedieron. Hemos visto que esta ausencia de fronteras emerge en tres áreas interrelacionadas: la fluidez de personas, la fluidez de roles y la fluidez de información. Fluidez de personas Nuestros abuelos tenían más probabilidades de permanecer en el mismo lugar de trabajo durante toda su vida. Eso era lo que entonces se consideraba sensato, inteligente y correcto. Hoy, tal lealtad no sólo es poco frecuente, sino que se percibe por muchos como innecesaria e incluso insensata, equiparable al estancamiento. Las investigaciones de la agencia de talentos y servicios de recolocación Lee Hecht Harrison muestran que la mayoría de nosotros puede experimentar de siete a ocho cambios de «carrera profesional» en el transcurso de su vida laboral. Según los datos más recientes de la Oficina de Estadísticas Laborales de Estados Unidos, el trabajador medio permanece en cada empleo una media de 4,2 años; los trabajadores más jóvenes de la generación millennial (que incluye a los nacidos entre 1977 y 1997) cambian de trabajo todavía más a menudo.2 La mayoría de los empleados que se encuentran en la mitad de su carrera profesional habrán cambiado de trabajo entre 10 y 15 veces para cuando se jubilen.3 Aquellos que se incorporan ahora por primera vez al mercado laboral podrían trabajar hasta en 35 empleos distintos durante sus años productivos.4 La pregunta que a menudo se hacen esos jóvenes no es «¿dónde trabajas ahora?»; sino «¿en qué trabajas ahora?». Para nuestro propósito —determinar qué hace que la gente crezca y prospere como líder—, lo más importante de esta tendencia es que la seguridad financiera de por vida y un rol laboral estable claramente definido —factores que durante tanto tiempo han sido las piedras angulares de la lealtad del empleado— han dejado de estar sobre la mesa para mucha gente. Esto sucede en todas las organizaciones, desde el taller hasta la sede corporativa, y, por consiguiente, la lealtad del trabajador es comprensiblemente más efímera que en esa época pasada que podemos llamar la «era del reloj de oro». Teniendo en cuenta los enormes costes de identificar y retener el talento, esto es una pesadilla potencial para las organizaciones actuales, que deben responder a la siguiente pregunta: ¿qué tipo de experiencia laboral busca un trabajador cuando se une a una organización en el mundo postindustrial? Por una vez, nos puede servir de ayuda echar un vistazo al siglo pasado, y revisar la jerarquía de necesidades que, en 1934, presentó por primera vez el psicólogo estadounidense Abraham Maslow. La jerarquía de Maslow suele representarse como una pirámide: las necesidades humanas más importantes —necesidades fisiológicas y de supervivencia como el aire, la comida, el agua y el cobijo que necesitamos para sobrevivir— forman la base de la pirámide (figura 2.1). Cuando estas necesidades básicas están cubiertas, la gente pasa a las secciones intermedias de la pirámide para 20 satisfacer necesidades sociales más complejas, como la seguridad, el amor y el sentimiento de pertenencia. Las necesidades emocionales y espirituales más abstractas —la autoestima y la autorrealización— ocupan las partes superiores de la pirámide. Maslow concebía la autorrealización como un estado culminante de plenitud vital en el que se encuentra el sentido profundo de la vida. Nosotros observamos que existe una notable sincronía entre la evolución del trabajo y la jerarquía de Maslow: hasta aproximadamente la mitad del siglo XIX, la gente solía buscar un trabajo que satisficiera sus necesidades fisiológicas —bastaba con comida y cobijo—. A medida que la riqueza empezó a acumularse en el mundo occidental, con el cambio de siglo, la seguridad laboral se convirtió en un asunto importante, y los trabajadores que podían, ya fuera individualmente o a través de sindicatos laborales, empezaron a demandar mejores condiciones de trabajo. A medida que fueron proliferando los empleos más seguros y mejor pagados, particularmente después de la segunda guerra mundial, la gente empezó a buscar un trabajo en el que también disfrutara de una cierta amistad y conexión. Esto marcó el nacimiento del hombre de empresa que ingresaba en una tribu como IBM o General Motors y disfrutaba de cierta camaradería con sus compañeros de trabajo. FIGURA 2.1. Pirámide de autorrealización 21 Una vez que el sentimiento de pertenencia había quedado suficientemente satisfecho, los empleados se enfocaron en el siguiente nivel, y buscaron el respeto, la aprobación y el reconocimiento de sus compañeros y, especialmente, de sus jefes o superiores. Amonestar a los empleados a modo de sargento había pasado a la historia, y los directivos eran enviados a talleres y seminarios de sensibilización para aprender a tratar a sus empleados con respeto, a centrarse en lo meritorio y a fomentar la dignidad del trabajador. Dada la naturaleza transitoria del trabajo en la actualidad,los centros de trabajo tratan de ofrecer un entorno respetuoso para con sus empleados, un entorno que nada tiene que ver con el de hace unas pocas décadas. Al esperar este tipo de reconocimiento en el trabajo, cada vez buscamos más la autorrealización: continuar aprendiendo, creciendo y realizándonos personalmente. Esto explica, al menos en parte, que veamos tanta gente cambiando de trabajo tan a menudo: una vez sienten que dominan un rol determinado, una vez que la curva de aprendizaje se nivela, cambian a otro puesto con una curva más pronunciada. Pasamos la mayor parte de nuestro tiempo de vigilia en el trabajo, de modo que no es de extrañar que busquemos trabajos que satisfagan el espectro completo de nuestras necesidades. Estudios empíricos de la pirámide de Maslow han revelado que el abanico de necesidades humanas descrito en su modelo es más complejo de lo que él imaginó; por ejemplo, algunos estudios han sugerido que las necesidades no se satisfacen siguiendo una progresión discreta, desde el alimento hasta la autorrealización, y, en las décadas de 1960 y 1970, un investigador estadounidense de la jerarquía de Maslow, Clayton Alderfer, validó la idea de que una vez se ha satisfecho una determinada necesidad, la gente trata de satisfacer el resto. Así como antes buscábamos trabajo para mantener a nuestras familias alimentadas, cobijadas y vestidas, ahora buscamos carreras que nos brinden oportunidades de crecimiento, realización, significado y propósito. Los principios del programa de liderazgo 10× que presentamos en este libro están centrados en ayudar tanto a los individuos (para que encuentren estas oportunidades de realización y construyan entornos y hábitos de trabajo que les ayuden a crecer y encontrar un propósito) como a las «organizaciones» (para que en este mundo de paso, se conviertan en lugares donde la gente quiera quedarse porque puede perseguir allí sus más altas aspiraciones). Fluidez de roles En su libro The rise of the naked economy (2013), Ryan Coonerty y Jeremy Neuner, fundadores de la empresa de coworking NextSpace, se sirven de su propia historia para ilustrar el nuevo entorno laboral que está emergiendo a medida que se desmantelan las prebendas de la economía industrial. En el año 2008, Coonerty, entonces alcalde de Santa Cruz (California), y Jeremy Neuner, director de desarrollo económico de dicho municipio, hablaban de estrategias para hacer crecer la economía de Santa Cruz y 22 generar empleo. Algunas grandes compañías habían abandonado la ciudad en los últimos años, llevándose consigo cientos de empleos: Wrigley lo hizo a mediados de la década de 1990, Texas Instruments, en 2001, y Lipton, en 2002. En aquella época, la Gran Recesión de 2008 ya había empezado a hacer mella en la economía. Los negocios y el flujo de capital se ralentizaban. La burbuja inmobiliaria estaba a punto de estallar. Ya no tenía sentido, pensaron Coonerty y Neuner, atraer otra máquina grande y pesada a la Costa Oeste y empezar el siguiente ciclo de contrataciones y despidos. Resultaba mucho más interesante intentar atraer al mayor número posible de pensadores e innovadores con talento para que abrieran sus propias empresas y crearan nuevas oportunidades de trabajo que, a diferencia de las que disfrutaría un ciudadano corporativo en un empleo al uso con ingresos predecibles, serían potencialmente ilimitadas. En junio de 2008, Coonerty y Neuner abrieron su primer espacio de coworking NextSpace en el centro de Santa Cruz, y el momento no podía ser más insólito: la economía estadounidense estaba a punto de sufrir un colapso en toda regla, el peor desde la Gran Depresión de la década de 1930, y muchos trabajadores advirtieron que, a medida que sus empleos tradicionales desaparecían, tenían que reinventar unos roles que hasta entonces habían sido definidos por terceros. El espacio del centro de la ciudad congregó a emprendedores de todo el país, procedentes de distintos sectores que a priori nada tenían que ver entre sí, e inventaron cosas a través de colaboraciones que unos pocos meses antes habrían sido inimaginables o, al menos, altamente improbables. En su libro, Coonerty y Neuner citan el ejemplo de un nutricionista que trabó contacto con un antiguo profesor de informática, un diseñador gráfico y un abogado de empresa para crear una aplicación de móvil que asesora a las personas con diabetes sobre qué comprar en el supermercado.5 Entre este grupo ad hoc de cuatro, es fácil imaginar a cada uno de los miembros del equipo como un líder dedicado a dirigir el desarrollo de un elemento específico del proyecto. Este modelo de trabajo en equipo está cambiando el tipo de empleados que lo conforman. Existe una tendencia a alejarse cada vez más del empleado a tiempo completo en favor del trabajador autónomo o free lance. Aunque el empleo tradicional sigue siendo la norma, lo cierto es que está dando paso rápidamente al empleo eventual: el uso de empleados temporales, contratistas independientes, trabajadores a tiempo parcial y otros especialistas que, si bien pueden trabajar a tiempo completo, no lo hacen para un solo empleador durante mucho tiempo, o bien trabajan para varios empleadores a la vez. Los entornos laborales están cambiando a tal velocidad que ya no es posible codificar los protocolos y los procesos operativos estándar de la máquina corporativa — o al menos ya no vale la pena el tiempo, el esfuerzo ni el gasto dedicados a ello—. Al poco tiempo de haber sido plasmados por escrito, las circunstancias que los generaron cambian. Los roles ya no son tan claros o tan estrictamente definidos como en el pasado 23 ni son tan estables en el tiempo, y por eso los empleados tienen que ser más flexibles y abiertos de mente. Con independencia del rango que ocupen en la jerarquía corporativa tradicional, las empresas necesitan empleados para generar nuevas ideas. Las tareas rutinarias que se pueden programar y ejecutar dentro de parámetros restringidos — ensamblaje de producto, procesamiento de datos, clasificación y cálculo— tienden a hacerse cada vez más por máquinas. Curiosamente, al igual que los trabajadores y sus roles definidos han ido adoptando un camino de nómada, también lo ha hecho el modo en que se ejerce el liderazgo en las organizaciones. En el mundo industrial, la autoridad de una persona era institucional, producto del puesto que ésta ocupaba. La gente hacía lo que le indicaba un director o supervisor por el mero hecho de ser su superior; hacer caso omiso o desobedecer sus directrices se consideraba una insubordinación, y comportaba el riesgo real de ser sancionado o incluso despedido. No obstante, en el mundo postindustrial de roles cambiantes, el liderazgo tiende a parecerse bastante más al que predominaba en muchas sociedades tribales preindustriales, como la de la Gran Nación Sioux, cuyas siete tribus recorrían las Grandes Llanuras de Norteamérica. Aunque las tribus se reunían cada verano para elegir a sus más altos líderes en el Consejo de los Siete Fuegos, los grupos más pequeños de grandes familias elegían a sus jefes de manera informal. No había nombramientos o elecciones; los líderes se elegían en función de su sabiduría, de su fuerza y del amor que profesaban a su comunidad. La autoridad de estos jefes derivaba simplemente de la voluntad que la gente tuviera de seguirlos; ninguno tenía el poder de decir a los demás qué hacer. Cuando el jefe dejaba de inspirar confianza o respeto —si cometía una falta importante, o si surgía un tercero con ideas más inspiradoras—, no había destituciones, revocaciones, mociones de censura o cuestiones de confianza. La gente se limitaba a dejar de escuchar. O bien encontraban a otra persona a la que escuchar o bien empezaban a tomar sus propias decisiones. Nosotros hemos crecido acostumbrados a dar por hecho que el título y la posición que ostenta una persona la convierten en líder. Sin embargo, en el mundo de las redes sociales, de Facebook y Twitter, el liderazgo podría definirse como «tener seguidores», y los trabajadores nómadastienen cada vez más opciones: si no se les motiva o se suscita su interés, si no ven la oportunidad de aprender o crecer, se irán. Incluso los empleados a tiempo completo, especialmente los más jóvenes, esperan tener más opciones para definir y adaptar sus roles. Para prosperar en el mundo de hoy, todos, y no sólo el líder elegido de una organización, necesitan flexibilidad para moverse libre y confortablemente entre departamentos, puestos de trabajo y localizaciones geográficas. En un mundo desagregado y transfronterizo encontramos un número cada vez mayor de organizaciones versátiles, y la creatividad, la innovación, el aprendizaje y el crecimiento ya no son un lujo reservado a las élites de la industria, sino que constituyen una necesidad para el individuo a todos los niveles organizacionales, y para miles de 24 millones de personas en todo el mundo. Nuestro planteamiento del liderazgo 10× se centra en hacer que estos entornos laborales versátiles puedan maximizar el éxito cultivando aquellas cualidades que las personas necesitan para prosperar. Fluidez de información Hace más de 2.500 años, el filósofo griego Heráclito se hizo famoso al perseverar en la idea de que la única constante, la esencia fundamental del universo, era el omnipresente cambio. Esto nunca ha sido tan evidente como hoy, cuando las nuevas herramientas — las comunicaciones de banda ancha, la computación en la nube, las redes sociales, las herramientas de colaboración online y el poder de la informática para recopilar, organizar y extraer datos de fuentes ilimitadas— permiten que la empresa cambie a un ritmo bastante más trepidante que la capacidad de adaptación de estructuras organizacionales tradicionales. Heráclito utilizaba la metáfora del río para ilustrar esta idea de cambio permanente: no puedes entrar dos veces en el mismo río porque fluye, y sus aguas nunca son las mismas, y tampoco tú eres el mismo cuando entras por segunda vez en el río; eres otro, con un conocimiento y una historia diferentes. Si observamos el lenguaje que utilizamos para describir la información en la transfronteriza era digital, vemos que el río se ha convertido en una metáfora demasiado limitada. Cuando observamos la red, navegamos a través de una extensión oceánica de información cuyas corrientes pueden arrastrarnos en cualquier dirección. Al teclear lo que buscamos en un buscador, accedemos a un ciberespacio infinitamente expansivo que actualmente va más allá de nuestro sistema solar, en forma de datos transmitidos hacia y desde la sonda New Horizons, que ya en el verano de 2015 había rebasado Plutón. Esta explosión de información es a la vez una bendición y una maldición. Aquellos que pueden aprovechar este vasto y turbulento flujo de información pueden hacer las cosas de maneras nunca vistas en el pasado. Con la capacidad de trabajar desde prácticamente cualquier sitio del mundo —y compartiendo la opinión de que el correo electrónico lleva camino de convertirse en una herramienta tan arcaica y obsoleta como las circulares de oficina—, los empleados colaboran en centros de trabajo virtuales y lanzan mejoras de sus productos de software docenas de veces al día mientras miles de millones de personas duermen. En el mundo de hoy, esta forma de trabajar se ha convertido en un imperativo. Las organizaciones actuales necesitan crecer, aprender y reinventarse constantemente. La disponibilidad de información, la transparencia y facilidad con la que fluye, significa que, cuando una compañía lanza un nuevo producto, esa compañía —y otras compañías de la competencia— ya están trabajando en la próxima versión, con nuevas mejoras. Un solo producto o servicio, independientemente de lo ingenioso o revolucionario que pueda 25 ser, ya no permite que la compañía o sus empleados pongan el piloto automático. Desde nuestro punto de vista, esto constituye un gratificante avance: ¿qué líder ha sido feliz alguna vez con el piloto automático? Hace más de cuatrocientos años, el filósofo inglés sir Francis Bacon escribió «ipsa scientia potestas est» («el conocimiento mismo es poder»), y con ello puso de manifiesto un espeluznante presagio de la revolución científica que daría paso a la era industrial: aprender y entender nueva información era dominar la tecnología emergente y controlar su resultado. La era de la información, por su parte, nos retrotrae al filósofo chino Laozi, que hace más de dos mil años escribió: «Cuanto más sabes, menos entiendes». Ya no es posible dominar el océano de información que se arremolina a nuestro alrededor, y, aunque lo fuera, conocer no es suficiente. La clave para extraer el poder de la información radica en la capacidad de «sintetizar» grandes cantidades de datos, reconociendo patrones, extrayendo lo esencial y encontrando significado y dirección en medio de la ambigüedad y del caos. Esto ha sido siempre un factor clave para que los líderes pudieran ejercer como tales, pero en el pasado había mucha menos información y se necesitaba mucha menos gente para sintetizar esta información. La metáfora tradicional de la organización como máquina nunca fue perfecta. Para empezar, no contaba con el hecho esencial de que las máquinas no se veían afectadas por sus entornos externos, lo cual nunca sucedió con las organizaciones. Con todo, el modelo funcionó durante un tiempo en la era industrial, y las empresas siguen aplicando algunos principios de la gestión científica. Sin embargo, la metáfora ya casi no se aplica. Empezó a cambiar en la década de 1990, gracias al trabajo de gente como el ingeniero de sistemas Peter Senge. Peter, autor de La quinta disciplina: cómo impulsar el aprendizaje en la organización inteligente (Juan Granica, 1993), concebía la organización no como una máquina, sino como un organismo vivo, con subsistemas interrelacionados que trabajaban conjuntamente para conformar un sistema completo. Un organismo reacciona a su entorno constantemente, adaptándose e incluso renovándose: las células mueren y nacen otras nuevas. E incluso cuando un organismo muere, éste puede sobrevivir en una forma diferente, tras haber pasado su ADN —una especie de cápsula de información— a la siguiente generación, que continúa así el ciclo de la vida. Algunas de las empresas con las que hemos trabajado han sufrido este tipo de transformaciones, renovándose a sí mismas al adoptar una estructura más orgánica. Sainsbury’s, la segunda cadena más grande de supermercados de Reino Unido, fundada en 1869 por John James Sainsbury, contaba en su origen con una sola tienda, en la calle Drury Lane, en Londres. Sainsbury’s fue una empresa pionera que ofreció un abanico de líneas de producto de su propia marca y se enfocó en la calidad de las experiencias de compra del cliente. Unos ciento veinticinco años después, en la década de 1990, la compañía pasó por un importante bache y perdió cuota de mercado. A través de su 26 crecimiento en tamaño y alcance —entonces ya contaba con cientos de establecimientos en todo Reino Unido—, Sainsbury’s se había convertido en una compañía ligeramente sobrecargada en la dirección, con una concentración de líderes en su sede central. Mientras tanto, el enfoque en el cliente, que había hecho tan famosa a la cadena, había experimentado un ligero descenso, y el personal de las tiendas empezaba a tener dificultades para mantener sus estantes surtidos. La compañía empezó a enderezar el barco en 2004, en parte desviando el foco desde su sede central —donde se recortaron 750 puestos de trabajo— a sus tiendas, donde contrató a 3.000 nuevos trabajadores a fin de mejorar la calidad del servicio. Jon Hartland, el director de operaciones no alimentarias de Sainbury’s, ha pasado 30 años trabajando para lo que él llama una «gran y orgullosa empresa tradicional», y ha vivido tanto sus momentos de éxito como los de crisis. Según él, una de las claves del éxito actual de Sainsbury’s radica en la adopción de una definición de liderazgo más fluida y menos formal. La empresa es ahora más flexible, modular y basada en el equipo.«Hoy, la separación entre el director ejecutivo y el empleado de tienda se ha reducido drásticamente», dijo. En 2015, la empresa introdujo una red social interna que permitía el flujo directo de información entre todos los niveles de la organización. «La gente habla a todas horas con nuestro consejero delegado, Mike Coupe, desde becarios hasta personas que, como yo, llevan muchos años en el negocio —dijo Hartland—. Tenemos la cultura de “díselo a Mike”; si tienes una buena idea, basta con decir: “¿Por qué no intentar hacerlo de este modo?”. Somos cuatro veces más grandes que hace 30 años, y tenemos menos de la mitad de directivos.» Muchos de los directores de Sainsbury’s trabajan con equipos móviles y modulares, moviéndose de una tienda a otra para ayudar al personal de apoyo en más de 1.200 locales comerciales. Di Blackburn, directora de competencias operacionales de la compañía, supervisa un equipo (y subequipos) de 34 personas que diseñan e imparten formación allí donde más se necesita. «Me gusta pensar que soy como una directora de orquesta —dijo ella—. Tengo un grupo de trabajo aquí, y otro allá. Trabajo sobre el terreno, así que puedo trabajar en cualquier sitio, desde Escocia hasta en Cornualles o Londres.» Éste es precisamente el tipo de cambio que posibilita la fluidez de información que la empresa de hoy necesita. Uno de los principios esenciales de la teoría de la evolución —un principio aplicable tanto al mundo natural como a nuestro mundo manufacturado— es que, cuando un entorno cambia, aquellos que se adapten sobrevivirán. En el mundo actual, donde el cambio es constante, sólo aquellos que construyen las habilidades para adaptarse constantemente —para crecer con o por delante de los tiempos— sobrevivirán y prosperarán. 27 Si los vertiginosos cambios descritos anteriormente te resultan intimidatorios, no estás solo. Están pasando muchas cosas y están pasando a gran velocidad. En los capítulos siguientes te mostraremos las numerosas razones por las que nosotros no tenemos miedo, y te explicaremos por qué, de hecho, estamos encantados con el cambio. Por supuesto, al derribar viejas barreras, el nuevo mundo genera incertidumbre. No obstante, nosotros pensamos que también genera infinitas oportunidades sin precedentes para el desarrollo humano, para convertirnos en el tipo de personas felices e influyentes —los líderes 10× — que casi todos esperamos ser. ¿Qué aspecto tienen los líderes 10× en el mundo desagregado? Basándonos en nuestra experiencia —el trabajo de Tal en Harvard y alrededor del mundo, impartiendo charlas sobre felicidad y realización, y el trabajo de Angus en McKinsey, donde ha desarrollado programas de liderazgo en colaboración con los líderes de las grandes compañías del mundo—, hemos llegado a una sorprendente conclusión: la mayoría de la gente no sabe lo que significa triunfar y liderar. La mayoría de las personas no alcanzan todo su potencial ni logran una realización duradera, porque su fórmula del éxito y del bienestar es casi siempre completamente errónea. Al igual que las ineficientes y torpes máquinas de antaño, muchos continúan siendo víctimas de las ideas obsoletas sobre qué significa ser un buen líder y por qué eso resulta tan importante. Nuestro primer paso en la construcción de un programa que ayudara a la gente a ser más feliz y exitosa era identificar los defectos de esta fórmula —los mitos manifiestamente erróneos, pero en cierto modo persistentes, y los falsos tópicos sobre la felicidad y el liderazgo— y qué significaba, en el emergente mundo sin fronteras, ser un líder 10×. 28 3. MITOS DE LA FELICIDAD Y EL LIDERAZGO Defendiendo los cinco multiplicadores del rendimiento (SHARP) Cuando nos conocimos hace cinco años, nuestra conversación giraba una y otra vez en torno a la desagregación de las estructuras económicas y sociales del mundo y el efecto que esta volatilidad estaba teniendo tanto en las organizaciones como en las personas. Aquella conversación, y las muchas que siguieron, fueron enérgicas, estimulantes y reveladoras. Nos dimos cuenta de unas pocas cosas importantes que nos llevaron a crear Potentialife y a escribir este libro: • El mundo desagregado de hoy abre un espacio que ofrece a los individuos nuevas oportunidades y desafíos: en una era en la que las personas van cada vez más de encargo en encargo y no de empleo en empleo, los comportamientos de liderazgo les permiten encontrar y cultivar experiencias que las hagan crecer y prosperar. Con las lealtades perpetuas de la era del reloj de oro en declive, todo el mundo debe ser un buscador de oportunidades. Aunque esto puede parecer una tendencia negativa para las organizaciones que quieren retener el talento, lo cierto es que clarifica una sencilla verdad: las oportunidades para prosperar e influir —para la alegría del liderazgo— en el seno de las organizaciones deben ser más atractivas que aquéllas fuera de éstas. • Nuestras interacciones han demostrado sistemáticamente que tanto el sentimiento de felicidad y realización como la capacidad de liderar —de inspirar o motivar a otros y de marcar una diferencia significativa— están tan estrechamente vinculados que casi son inextricables. Que las personas de una organización estén felices, capacitadas y motivadas es mucho más importante para el éxito de una compañía que la lógica de su organigrama o la disciplina de su estructura jerárquica. Una organización llena de personas apasionadas y llenas de propósitos es una organización de liderazgo, y se enfoca directamente en cumplir sus objetivos y lograr sus metas. Las organizaciones fracasadas del futuro serán aquellas que rechacen esta idea e intenten reinstaurar el viejo orden, buscando el control, la alienación y el cumplimiento, lo que inevitablemente sofocará las oportunidades de expresión e innovación que el mundo desagregado ha generado. • Teniendo en cuenta que los comportamientos de liderazgo son un importante motor de la productividad y el rendimiento, tanto a escala individual como de equipo, y dado que las viejas estructuras jerárquicas se están erosionando, el liderazgo ya no 29 es un rasgo que pierda importancia a un nivel de gestión intermedio. Para que una organización triunfe, es probable que, si no todos, la mayoría de sus empleados tengan que liderar antes o después. • La razón por la que la alegría del liderazgo es esquiva para muchos en el mundo desagregado se debe a que, a menudo, nos quedamos anclados en el pasado. Muchos de nosotros compartimos ideas obsoletas o simplemente equivocadas, y tanto respecto a qué es lo que hace a un líder eficaz como a lo que hace a la gente feliz. Nosotros hemos descubierto que, antes de poder desarrollar una comprensión clara sobre lo que «son» nuestros dos campos de especialización —la felicidad y el liderazgo—, resulta imperativo explicar claramente lo que «no son». Para poder ayudar a que las personas aprendan y crezcan como líderes, es importante quitarles unos cuantos mitos de la cabeza. Mito: los buenos líderes se centran en eliminar o superar sus debilidades Todos hemos pasado por la típica evaluación de rendimiento en la que el profesor o el gerente nos invita a tomar asiento y nos da la lista de las cosas que debemos mejorar como si eso fuera lo más importante. El pensamiento tradicional es que la gente progresa en la vida y en su carrera profesional trabajando las debilidades y haciendo mejoras constantes. Nuestras observaciones a lo largo de los años, junto con un creciente corpus de estudios, sugieren lo contrario: aunque nadie debería pasar por alto sus puntos débiles, y habida cuenta de que la energía es un recurso limitado, resulta insensato y contraproducente dedicar demasiada energía a corregir las deficiencias. Hacerlo es meterse en un agujero del que te puede costar salir. Peter Drucker fue uno de los reputados líderes de pensamiento que más incidió en que la mejor forma de crecer no era reforzando tus debilidades. «No se puede construir nada sobre la debilidad», escribió en su ya clásico capítulo 6,sobre la gestión aplicada a uno mismo, de su libro El management del siglo XXI (RBA, 2007). «Sólo cuando operas desde las fortalezas puedes conseguir la verdadera excelencia.»6 Muchas encuestas y estudios sobre el comportamiento avalan la idea de que las personas tienen un mejor desempeño cuando se enfocan en lo que se les da bien y les gusta hacer: son más creativas, flexibles y adaptables.7 Se muestran más confiadas, más satisfechas y encuentran más sentido a su trabajo.8, 9 Crecen y se desarrollan más rápidamente. La encuesta Gallup de 2009, efectuada entre más de mil empleados estadounidenses, reveló que éstos se sentían mucho más comprometidos con su trabajo cuando utilizaban sus fortalezas para conseguir resultados. Por lo general, son más felices, tienen más energía y se sienten más sanos. Y los gerentes que se enfocan en las fortalezas de los miembros del equipo experimentan un mejor rendimiento de equipo y un mayor éxito general.10 30 Con todo esto en mente, hemos desarrollado un programa de liderazgo 10× que ayude a las personas y a las organizaciones a crear tareas y roles que coincidan con las fortalezas de los individuos, en lugar de tratar de corregir las debilidades de cada uno para encajar en los roles y tareas definidos por la organización. Mito: la gente es más feliz y productiva cuando erradica el estrés de su vida Todos creemos saber lo que significa estar estresados, pero a los científicos les llevó un tiempo encontrar una buena explicación de lo que es el estrés, así como evaluar sus efectos físicos y psíquicos. El endocrinólogo Hans Selye fue el primero en aportar una definición: el estrés era una respuesta «no específica» del organismo «a cualquier demanda que se le planteara». Nuestra definición es un poco más evolucionada; nosotros pensamos en el estrés como en una demanda que excede la capacidad regulatoria natural del cuerpo, y sabemos que sus efectos son, de hecho, bastante específicos e implican cambios neuroquímicos que estimulan ciertas habilidades y procesos. El estrés es, básicamente, la respuesta del cuerpo a un desafío. El estrés agudo suele ser considerado el desencadenante de la respuesta de lucha o huida que adopta el individuo al enfrentarse a una amenaza: el pulso y el ritmo de respiración se aceleran; la grasa y el oxígeno se liberan en el torrente sanguíneo para alimentar un estallido repentino de actividad; las pupilas y los vasos sanguíneos se dilatan; y la persona experimenta visión de túnel. Ésta es la primera de las tres etapas que conforman el modelo que Selye denominó «síndrome de adaptación general». Según Selye, la última etapa del modelo podría ser una de estas dos cosas: «recuperación», en la que las compensaciones del cuerpo han hecho posible que el organismo supere una amenaza; o «agotamiento», en la que los recursos del cuerpo se agotan ante la persistente presencia de la amenaza. Tal vez sean menos conocidos los estudios que demuestran que las explosiones efímeras de estrés moderado tienen un efecto saludable en la mente y en el cuerpo. Después de todo, el fin de nuestra respuesta de lucha o huida es protegernos. En 1975, Selye introdujo un nuevo modelo que diferenciaba entre dos tipos de estrés: el eustrés, que mejora las funciones físicas y mentales; y el distrés, que puede derivar en ansiedad, aislamiento y otros desórdenes. El folclore estadounidense está plagado de historias —muchas de ellas muy bien documentadas— sobre la «fuerza histérica», en las que personas en situaciones de emergencia experimentan oleadas de hormonas de lucha o de huida y, en una explosión de fuerza sobrehumana, son capaces de levantar objetos tan pesados como un automóvil. Nadie diría que tales experiencias son buenas para la salud de una persona, pero numerosas investigaciones demuestran que los factores de estrés a corto plazo y de nivel bajo pueden estimular la producción de sustancias químicas en el cerebro —e incluso de 31 nuevas células cerebrales—11 que pueden impulsar la productividad y la concentración, incrementar la respuesta inmune del cuerpo,12 motivar a la gente para triunfar e incrementar la resiliencia de las personas a largo plazo.13 Además, varias décadas de investigación dan pie a estrategias bien documentadas para moderar el estrés con la recuperación y mantenerlo dentro de un rango beneficioso: el cultivo de una actitud positiva y de la confianza en uno mismo,14, 15, 16, 17 el apoyo social,18, 19, 20 el descanso y la actividad física,21, 22 y la meditación o el entrenamiento de la atención plena (el llamado mindfulness).23, 24, 25, 26 Nosotros creemos en el poder del estrés moderado alternado con períodos de recuperación. El enfoque 10× ayuda a que las personas y las organizaciones desarrollen estrategias a largo plazo para convertir el estrés en energía e inspiración. Mito: las experiencias cumbre son necesariamente singulares, el fruto de acontecimientos especiales y extraordinarios Abraham Maslow introdujo el concepto de «experiencia cumbre» como expresión genérica que alude a «los mejores momentos del ser humano, los mejores momentos de la vida, las experiencias de éxtasis, de arrebato, felicidad, de alegría máxima».27 Cuando a la gente se le pregunta cuándo disfrutaron por última vez de una experiencia cumbre, a menudo se refieren a un momento en el que se sintieron profundamente conmovidos por una obra de arte, experimentaron una unión absoluta con su amante o se sintieron impactados por una idea creativa con hondas implicaciones personales o profesionales. Algunas mujeres (no todas) refieren el nacimiento de sus hijos como una experiencia cumbre, y otras describen el logro de algún hito personal significativo. Para la mayoría de la gente, este tipo de experiencias son momentos raros y extraordinarios. Y, sin embargo, Maslow creía que, especialmente en el caso de las personas realizadas, estos momentos podían darse en cualquier momento de la vida cotidiana —mientras esperamos el tren, mientras preparamos la cena para la familia o cuando estamos trabajando en la oficina—, y exactamente lo mismo sucede con los líderes 10×. Estos líderes tienen numerosas experiencias cumbre, a menudo durante períodos prolongados, y a veces a diario. Así como los líderes 10× pueden crear y mantener experiencias cumbre, tú también puedes. Estudios sobre la experiencia cumbre demuestran que todos podemos crear estas experiencias y disfrutarlas con mayor frecuencia en nuestras vidas cotidianas. Uno de los muchos estudiosos de la experiencia cumbre es el psicólogo Mihaly Csikszentmihalyi, que ideó el concepto de «fluir» (flow): un estado mental de mera concentración en el que la persona trabaja hacia un objetivo claro. Durante esta «experiencia óptima», como él la calificó en su revolucionario libro publicado en 1990 Flow: the psychology of optimal experience [Fluir (Flow): una psicología de la felicidad, Kairos, 1997], las personas se sienten «fuertes, alerta, en control, desinhibidas y en la cima de sus capacidades». 32 La experiencia cumbre se puede lograr, según Csikszentmihalyi, «cuando actuamos libremente por el bien de la acción en sí, y no por motivos ocultos». Él afirma lo siguiente: «Cuando elegimos un objetivo y nos concentramos al máximo en él, lo que hagamos lo disfrutaremos. Y una vez que hayamos probado esta sensación de felicidad, redoblaremos nuestros esfuerzos para saborearla de nuevo. Ésta es la manera en que el yo crece».28 Nosotros ayudamos a crear líderes 10× mostrándoles cómo saborear esta felicidad —cómo dar un paso atrás, coger aire, simplificar e incrementar la probabilidad de que rindan a la altura de sus capacidades. Y no sólo en ocasiones extraordinarias, sino a diario. Mito: las herramientas más importantes de un buen líder son el poder y el control Como señalamos anteriormente, la base institucional de la autoridad ha debilitado muchas organizaciones, ya que el estilo de «mando y control» en la toma de decisiones ha resultado ser demasiado lento e inflexible para el mundo actual. Una persona que utilizael poder y el control para manipular a sus subordinados está presionando a la gente en lugar de liderarla. Un creciente corpus de estudios organizacionales indica que este estilo de liderazgo suele ser destructivo para las organizaciones: en 2007, el psicólogo organizacional Benett J. Tepper, de la Universidad Estatal de Ohio, estimó que la supervisión abusiva les estaba costando a las compañías estadounidenses alrededor de 23.800 millones de dólares anuales.29 Otros investigadores han señalado que el liderazgo autocrático repercute directamente en indicadores del rendimiento laboral como el absentismo y la rotación, e incluso en ligeras conductas perniciosas o de resistencia.30 Muchos investigadores, a su vez, han documentado los efectos del liderazgo destructivo sobre trabajadores individuales: incrementa el estrés, la insatisfacción laboral y el agotamiento31 e incluso perjudica las relaciones familiares de los empleados cuando se llevan esa infelicidad a casa.32 Por otro lado, los beneficios de los modelos de liderazgo que implican una mayor interacción y se basan en la fuerza de las relaciones —el liderazgo democrático, el liderazgo auténtico, el liderazgo ético y el liderazgo transformacional, entre otros— están más que demostrados. Estos beneficios saltan a la vista en todo el mundo. El 1 de junio de 2010, un año antes de su muerte, el consejero delegado de Apple, Steve Jobs, apareció en escena para ser entrevistado en la conferencia D: All Things Digital, celebrada en Rancho Palos Verdes (California), y afirmó que su multinacional tecnológica estaba organizada como una startup, o empresa emergente. A diario, él y sus empleados pasaban horas simplemente hablando, desarrollando ideas y resolviendo problemas. «Tenemos debates 33 maravilloso —dijo—. Si quieres contratar personas excelentes y que sigan trabajando para ti, tienes que dejar que tomen muchas decisiones y guiarte por las ideas, no por la jerarquía. Las mejores ideas tienen que vencer, de lo contrario la gente buena se irá.»33 Un líder 10× anima a las personas excelentes a presentar las mejores ideas, y nuestro programa ayuda a que la gente cultive este tipo de relaciones estimulantes, sanas y productivas. Mito: la clave de la realización radica en buscar y encontrar el sentido de la vida Encontrar el sentido de la vida sugiere que dedicamos una gran cantidad de tiempo y esfuerzo a buscar ese algo que nos haga sentir plenos, el objetivo y el propósito final. En el contexto laboral, se trata de encontrar nuestro trabajo soñado. Y una vez que lo encontramos, ya está: podemos vivir felizmente para siempre. Cuando el psicólogo estadounidense Julian B. Rotter desarrolló el concepto «locus de control» en 1954, distinguía entre las personas que tenían un locus («lugar», en latín) interno o externo: la persona con un locus interno cree que tiene el control de su vida; la persona con un locus externo cree que su vida y sus decisiones están controladas por la casualidad, la suerte o por factores ambientales sobre los que no tiene ninguna influencia. Si esperas que un empleador diseñe el trabajo de tus sueños, te aporte sentido y propósito y te conecte de algún modo con ese trabajo soñado, has concebido para ti el locus externo. Y puede que te toque esperar mucho. Por otro lado, enfocar el trabajo con un locus interno quiere decir que estás activamente involucrado en la provisión del sentido y el propósito: estás buscando y descubriendo en lugar de esperando. La diferencia entre estos dos enfoques es enorme, y enfocarse hacia uno u otro tiene el potencial de transformar completamente las vidas y las carreras profesionales de las personas. Es una revelación importante: normalmente no se trata del trabajo; se trata de ti. No siempre resulta fácil encontrar lo que nosotros llamamos el «porqué» del trabajo: «¿Por qué me levanto de la cama para hacer esto?». No siempre es fácil encontrar el sentido y el propósito, especialmente en los primeros empleos o en trabajos mecánicos. No obstante, la mayoría de los trabajos contribuyen de alguna manera a un objetivo superior que sirve a las personas de manera significativa. Un líder 10× puede moldear la experiencia laboral del trabajador de manera que, al final del día, pueda pensar: «Yo estaba destinado a hacer esto»; en lugar de encogerse de hombros y pensar: «Esto paga el alquiler». En su trabajo, la doctora Amy Wrzesniewski, profesora asociada de comportamiento organizacional en la Escuela de Administración de Empresas de la Universidad de Yale y autora principal de un revelador estudio de 1997,34 describe esta diferencia de perspectiva como la diferencia que hay entre ver el trabajo como un empleo y verlo como una vocación. Aquellos que conciben su trabajo como una 34 vocación trabajan más duro y durante más tiempo simplemente porque ven su trabajo como algo gratificante. Es un enfoque enraizado en la idea de la «reformulación cognitiva», la técnica psicológica para identificar nuestras percepciones negativas sobre ciertas ideas y eventos y dotarlos de una luz positiva que abra la puerta a mejores experiencias y a un mayor bienestar. Wrzesniewski, junto con otros muchos investigadores internacionales, se dedica a investigar las posibilidades y las consecuencias de un enfoque denominado job crafting (construcción o diseño del trabajo), por medio del cual los empleadores y los empleados trabajan conjuntamente para diseñar un trabajo que sea significativo y útil. La investigación demuestra que enfoques como el del job crafting —descubrir y perseguir un mayor sentido y propósito en el trabajo— pueden mejorar el rendimiento, reforzar el vínculo entre las personas y las organizaciones y aportar a los trabajadores un mayor sentido de satisfacción y bienestar.35 Nuestro enfoque 10× está diseñado para ayudar a las personas a descubrir activamente el sentido en su trabajo y comprometerse a vivir una vida más plena. Mito: los logros y el éxito conducen a la felicidad y a la realización Cuando impartía un curso sobre psicología positiva en Harvard, Tal realizó un estudio de carácter informal entre sus estudiantes: les preguntó si habían experimentado un sentimiento de felicidad y euforia el día que recibieron su carta de admisión en Harvard. La mayoría de los estudiantes respondieron con un entusiasta «sí». Tal preguntó después a los estudiantes si pensaron que tras recibir sus cartas de admisión serían felices —o, al menos, mucho más felices que antes— durante el resto de sus vidas. De nuevo, muchos estudiantes respondieron afirmativamente. Al fin y al cabo, para la mayoría de ellos, entrar en Harvard había sido un sueño convertido en realidad. Aunque es posible que hasta entonces no hubieran disfrutado de sus años universitarios —la constante presión para destacar, para optar a puestos de liderazgo en el gobierno escolar o en los clubes estudiantiles, para entrar en un equipo deportivo universitario... —, todo había estado al servicio de una causa que, presumiblemente, garantizaba una vida de éxito (y, por consiguiente, de felicidad). Les habían dicho, y lo creían a pies juntillas, que entrar en la mejor universidad les solucionaría la vida, y que su estrés y sus problemas desaparecerían tan pronto lograran ese objetivo. La última pregunta de Tal a los estudiantes fue si eran felices en esos momentos. La mayoría respondió que no. Al igual que muchos de nosotros, no habían podido predecir el impacto de su éxito. En su superventas Tropezar con la felicidad (Ariel, 2017), el psicólogo social de Harvard, Daniel Gilbert pone de manifiesto las percepciones erróneas sistémicas que la gente tiene al imaginar un futuro estado de felicidad. En su investigación, preguntó a los profesores asociados que estaban siendo evaluados para obtener una plaza fija cómo se sentirían cuando descubrieran que la habían conseguido. Como era de esperar, los 35 profesores predijeron que estarían muchísimo más felices una vez que la hubieran obtenido. Sin embargo, en encuestas de seguimiento realizadas seis meses
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