Logo Studenta

Conticinio

¡Estudia con miles de materiales!

Vista previa del material en texto

La cultura es un aspecto fundamental de cualquier sociedad, ya que define sus valores, normas, tradiciones, creencias y formas de vida únicas. La cultura es un legado transmitido de generación en generación que conforma la forma de ser y de pensar de una comunidad. Por lo tanto, se puede decir que la cultura es un componente esencial para entender y comprender a una sociedad en su totalidad.
La importancia de la cultura en el turismo es innegable, ya que los turistas buscan conocer y experimentar la cultura del lugar que visitan. Los viajeros tienden a interesarse por la gastronomía, la música, la arquitectura, las artes y otras manifestaciones culturales que son distintivas de la comunidad en la que se encuentran.
El turismo cultural es una forma de turismo que se enfoca en conocer y valorar la riqueza cultural de un destino. El turismo cultural se ha convertido en uno de los segmentos más importantes de la industria turística, ya que se trata de una experiencia que no se puede replicar en ningún otro lugar del mundo.
El turismo cultural también tiene un impacto positivo en la economía local, ya que ayuda a la promoción y al desarrollo de la industria cultural y creativa, lo cual puede generar empleo y mejorar la calidad de vida de las comunidades locales.
Sin embargo, es importante destacar que el turismo cultural no debe ser explotado de manera irresponsable y debe ser gestionado cuidadosamente, ya que hay que asegurarse de respetar y preservar las tradiciones y el patrimonio cultural de cada comunidad. La masificación del turismo puede poner en riesgo la autenticidad y la integridad de la cultura local, lo cual puede llevar a la pérdida de los valores y significados culturales que la define.
 Es fundamental reconocer la importancia de la cultura en la sociedad y en el turismo. La cultura es un aspecto integral de la identidad de una comunidad, y su conocimiento y difusión pueden tener un efecto positivo en la economía local, siempre y cuando se respeten sus valores y tradiciones. Por lo tanto, es necesario promover prácticas turísticas sostenibles que permitan la convivencia armoniosa entre turistas y comunidades locales, y que permitan la preservación de la autenticidad cultural de cada destino.
CONTICINIO
El vals “Conticinio”, compuesto por Laudelino Mejías, cumplió 100 años en 2022. La pieza, considerada entre las obras cumbres de la música venezolana, se convirtió por su belleza, con el paso de los años, en patrimonio e ícono representativo del estado Trujillo, tierra natal de don Laudelino.
Con “Conticinio” muchas jóvenes venezolanas debutaban en sociedad a los 15 años bailando este vals con su padre, solos en la pista o la sala, bajo la mirada tierna y complacida de la madre y la contemplación de familiares y amigos.
“Conticinio”, además de la nostalgia que transmite a ciertas almas sensibles, a quienes les asaltan los recuerdos, es una pieza que calibra y pone a prueba la voz, la garganta y el gañote de intérpretes o de cuantos aspiran a lanzarse como cantantes.
Entre las tantas crónicas, escritos de prensa, libros en torno a “Conticinio” y su autor se encuentra una nota biográfica del ya fallecido musicólogo Israel Peña para un álbum de Aldemaro Romero y su orquesta de salón, grabado en los años 50 del siglo pasado, dedicado a la música venezolana.
Peña señala que el nombre de Laudelino Mejías está y estará siempre unido en el espíritu nacional a uno de los más bellos valses de toda la historia musical de Venezuela: “Conticinio”, palabra que aparece definida en el diccionario como ‘‘la hora de la noche en que todo se encuentra en silencio’’.
Laudelino Mejías escribe este vals en Valera en 1922, en una noche silenciosa, inspirado por el recuerdo de sus primeros años en las vecindades de la Quebrada de los Tres Cedros, cuyas aguas, que descienden por las gargantas de los Andes trujillanos, acariciaron sus ensueños de niño pobre.
“Nacido en la ciudad de Trujillo, el 29 de agosto de 1893, en la llamada ‘‘calle arriba’’, que habitaban sólo gentes humildes, Laudeliano Mejías ama la música por instinto, la siente en la piel desde niño. A los ocho años, huérfano de madre y recogido por su abuela, es ya director precoz de una banda rústica formada por muchachos de su misma edad que desfilaban por la capital trujillana tocando pitos de caña, canutos de bambú y otros instrumentos originales. 
De “Conticinio”, se afirma, fue compuesto en honor a una profesora de música de apellido Múnera, de la cual Mejías solía estar enamorado,​ a la vez que está inspirado en la nostalgia que le producía su región natal de Trujillo. El título se lo sugirió un amigo por ser un nombre más corto que se refiere a la hora más silenciosa de la noche.
“Conticinio, aunque parezca irreal”, señala otro escrito, “es un término muy poco utilizado según refleja el escritor, Israel Quijada, estudioso de la obra y vida de Laudelino Mejías. “Conticinio una palabra que muy poco se oye en los labios del ciudadano común y su significado está asociado precisamente al silencio. Dicen que el conticinio es un momento de la noche, cuando la madrugada se aproxima, en que todo parece aquietarse y sumergirse en el silencio absoluto. No es una hora específica, sino un momento en que la noche se hace profunda, que todo calla. Suena a silencio, a tranquilidad. Describe un momento especial, cuando todo parece dormido, cuando todo espera, cuando uno está consigo mismo”.

Continuar navegando